Tomar atajos arruina los deberes

27 Mar 2025

Por Lu Jing, China

En agosto de 2023, empecé a colaborar con Lin Mu en deberes relacionados con textos. Lin Mu llevaba mucho tiempo haciendo ese deber, tenía buena aptitud y estaba bien versada en los principios. Como yo era nueva en ese papel y no estaba familiarizada con los principios ni las habilidades profesionales, pensé que debía aprender más de Lin Mu para captar con rapidez los principios y asumir mi parte de la responsabilidad. De entrada, me esforcé en aprender las habilidades profesionales y los principios. Cuando los materiales que organizaba eran deficientes, le pedía a Lin Mu que me ayudara a mejorarlos. Ella completaba y solucionaba con rapidez los problemas que me parecían demasiado complejos. Sentía algo de envidia, pero también alivio al pensar que si yo me enfrentaba a dificultades en el futuro, ella podría ayudarme a resolverlas. De esa manera, no tendría que dedicar tiempo a buscar materiales o principios, ahorraría tiempo y esfuerzo y todo me sería más fácil. Paulatinamente, cuando encontraba problemas difíciles a los que había que dedicar más tiempo y una reflexión cuidadosa, acudía a Lin Mu para que los resolviera. Esa se convirtió en mi forma de solucionar problemas. Lin Mu me lo señaló varias veces y decía que le llevaba mucho tiempo revisar los materiales que yo organizaba, ya que algunos problemas no estaban claramente enunciados. Me decía que yo debía pensar más en mis redacciones. Me sentí un poco culpable, pero luego pensé: “Lin Mu tiene mejor aptitud que yo y entiende mejor los principios. Ella puede solucionar estos problemas con rapidez. Es mejor que trabajen más los más capacitados”. Así que no reflexioné sobre mí misma.

Un día, Lin Mu estaba ocupada y no tenía tiempo para revisar la carta de comunicación laboral que yo había escrito. Me pidió que la revisara con cuidado yo misma. Noté que había dos partes en las que no había explicado las cosas con claridad. Recordé que había detectado estos problemas mientras redactaba la carta, pero, como no se me ocurrieron mejores ideas tras meditarlo por un rato, lo dejé para que Lin Mu lo modificara y mejorara más tarde. Al reflexionar al respecto, pensé: ¿qué pasaría si Lin Mu no tuviera tiempo para la revisión y enviara directamente una carta defectuosa? ¿No sería perjudicial para los hermanos y hermanas? En casos graves, incluso podría causar trastornos y perturbaciones. Me asusté un poco y me dije a mí misma: “Si en el futuro encuentro algo que no entiendo con claridad, debo hablarlo con Lin Mu y proceder tras haberlo aclarado. No puedo limitarme a tomar el camino más fácil y dejar que los demás se encarguen de los problemas”. Después, comencé a reflexionar sobre la razón por la que siempre quería pasarles los problemas a los demás. Luego, leí un pasaje de las palabras de Dios que realmente abordaba mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Al hacer un deber, la gente siempre escoge el trabajo liviano, el menos cansado y que no implique desafiar a las condiciones climáticas a la intemperie. Eso implica elegir trabajos fáciles y eludir los complicados, y se trata de una manifestación de codicia de las comodidades de la carne. ¿Qué más? (Quejarse siempre cuando el deber es un poco duro, un poco agotador, cuando implica pagar un precio). (Preocuparse por la comida y la ropa, y por los placeres carnales). Todas estas son manifestaciones de codicia de las comodidades de la carne. Cuando una persona así ve que una tarea es demasiado laboriosa o arriesgada, se la endosa a otra; se limita a hacer el trabajo con tranquilidad, y pone excusas, dice que tiene escaso calibre, que le falta capacidad de trabajo y no puede emprender esta tarea, si bien el verdadero motivo es que codicia las comodidades de la carne. No desea sufrir, sea cual sea el trabajo que haga o el deber que cumpla. […] Por muy ajetreado que sea el trabajo de la iglesia o por muy entretenidos que sean sus deberes, la rutina y la normalidad de sus vidas jamás se ven interrumpidas. Nunca descuidan ninguno de los pequeños detalles de la vida de la carne y los controlan perfectamente; son muy estrictas y serias al respecto. Sin embargo, al abordar el trabajo de la casa de Dios, por muy importante que sea el asunto, y aunque este pueda afectar a la seguridad de los hermanos y hermanas, lo abordan negligentemente. Ni siquiera se preocupan de aquellas cosas que competen a la comisión de Dios ni al deber que han de hacer. No asumen ninguna responsabilidad. Esto es entregarse a las comodidades de la carne, ¿no? ¿Son las personas que se entregan a las comodidades de la carne aptas para desempeñar un deber? En cuanto alguien saca el tema de hacer su deber o habla de pagar un precio y de sufrir penurias, no paran de negar con la cabeza. Tienen demasiados problemas, les embargan las quejas y están llenas de negatividad. Esas personas son inútiles, no están cualificadas para hacer su deber y se las debería descartar(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). Las palabras de Dios pusieron al descubierto exactamente cómo era mi estado. Al cumplir los deberes, prefería hacer tareas que fueran más fáciles y convenientes, y siempre dejaba los problemas más difíciles para que los resolvieran los demás. Esa era una manifestación de codiciar las comodidades de la carne. Cuando escribía cartas, prefería responder a las cuestiones más sencillas y, si había una que era más compleja, la veía como demasiado complicada y no quería responder. Incluso si respondía a una cuestión así, no me esforzaba en pensar cómo compartirla con claridad. Siempre dejaba las cuestiones difíciles a Lin Mu para que ella se encargara y ponía excusas de que yo no era capaz de comunicar ese tipo de cosas con claridad. En realidad, no quería esforzarme mucho ni soportar muchas dificultades en mi deber y codiciaba las comodidades de la carne. Tras adquirir cierto conocimiento sobre mi estado, oré a Dios para expresar mi voluntad de rebelarme contra mí misma y arrepentirme ante Él.

Más tarde, encontré un pasaje de las palabras de Dios que me llegó a lo más profundo del corazón. Dios Todopoderoso dice: “No importa qué trabajo realicen algunas personas o qué deber desempeñen, son incompetentes en él, no pueden asumirlo y son incapaces de cumplir con cualquiera de las obligaciones o responsabilidades que debería cumplir una persona. ¿Acaso no son basura? ¿Siguen siendo dignas de ser llamadas humanas? Salvo los mentecatos, los incompetentes mentales y los que sufren impedimentos físicos, ¿hay alguien vivo que no deba cumplir con sus deberes y responsabilidades? Pero esta clase de persona siempre es escurridiza y holgazanea y no desea cumplir sus responsabilidades; la implicación de esto es que no desea ser un ser humano adecuado. Dios le dio la oportunidad de nacer como ser humano, así como calibre y dones, sin embargo no sabe usarlos para cumplir su deber. No hace nada, sino que desea disfrutar cada instante. ¿Es una persona así apta para ser llamada ser humano? No importa el trabajo que se le asigne —sea importante u ordinario, difícil o sencillo—, siempre es negligente y escurridiza y holgazanea. Cuando surgen problemas, intenta que la responsabilidad recaiga en otras personas; no se compromete y desea seguir con su vida parasitaria. ¿Acaso no es basura inútil? En la sociedad, ¿quién no ha de depender de sí mismo para ganarse la vida? Una vez que una persona se hace adulta, debe mantenerse por sí misma. Sus padres han cumplido con su responsabilidad. Incluso si sus padres estuvieran dispuestos a mantenerla, se sentiría incómoda por ello. Debería ser capaz de darse cuenta de que sus padres han terminado su misión de criarla y que es un adulto en buen estado físico, y debería ser capaz de vivir de manera independiente. ¿Acaso no es esta la razón mínima que debe tener un adulto? Si alguien tiene de verdad razón, de ninguna manera podría seguir gorroneando a sus padres; temería que los demás se rieran, perder su imagen. Así pues, ¿tiene razón alguien que adore la comodidad y odie trabajar? (No). Siempre quiere algo a cambio de nada; nunca quiere cumplir ninguna responsabilidad, desea que todo le caiga del cielo, siempre quiere tomar tres buenas comidas al día, que alguien lo atienda y disfrutar de buena comida y bebida sin trabajar lo más mínimo. ¿No es esta la mentalidad de un parásito? Y las personas que son parásitos, ¿tienen conciencia y razón? ¿Tienen integridad y dignidad? En absoluto. Son todos unos gorrones inútiles, bestias sin conciencia ni razón. Ninguno de ellos es apto para permanecer en la casa de Dios(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Dios pone al descubierto que las personas que no son responsables y son escurridizas y holgazanas en sus deberes no tienen integridad ni dignidad. Esas personas son parásitos y estorbos en la casa de Dios. No contribuyen en nada y son el tipo de personas que Dios descarta. Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me sentí un poco disgustada. Cuando enfrentaba dificultades, no quería esforzarme en desentrañarlas y siempre dependía de Lin Mu. Cuando respondía a cuestiones, aunque sabía que algunas de mis explicaciones no eran claras, no dedicaba tiempo a pensar detenidamente en ellas y, en cambio, dejaba que Lin Mu las mejorara. Incluso después de que ella me señalara esos problemas, no reflexioné sobre mí misma. En cambio, seguí dependiendo de ella y lo justificaba al pensar que ella tenía mejor aptitud que yo y que los más capaces debían trabajar más. Me di cuenta de que había sido escurridiza y holgazana en mi deber y que siempre quería recibir algo a cambio de nada. Había dependido de los demás para completar mi trabajo y no había asumido ninguna responsabilidad. Después de disfrutar durante tantos años del riego y la provisión de las palabras de Dios, seguía siendo negligente y holgazana en mis deberes y era incapaz de asumir las responsabilidades que debería haber asumido. ¿No era totalmente inútil y carecía de toda integridad y dignidad? Es como esos padres que trabajan duro para criar a un hijo, pero, cuando el hijo es adulto y debe ser independiente, pone varias dificultades como excusas, no está dispuesto a trabajar para mantenerse a sí mismo y sigue dependiendo de sus padres. ¿Cómo hace sentir esto a esos padres? Como me habían asignado a deberes relacionados con textos, debería haber valorado esa oportunidad y haberme esforzado más en aprender las habilidades profesionales y los principios. Además, debería haberle pedido a Lin Mu que me orientara en las cosas que no entendía para poder captar los principios más pronto y asumir mi parte de las responsabilidades. Pero siempre me negué a pensar largo y tendido y, en cambio, elegí depender de los demás. Mi actitud hacia mis deberes era repulsiva y detestable para Dios. Si yo no cambiaba de rumbo, terminaría siendo completamente inútil.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Hay quienes no están dispuestos a sufrir en absoluto en el deber, que siempre se quejan cada vez que se topan con un problema y que se niegan a pagar un precio. ¿Qué actitud es esa? Una actitud superficial. Si cumples con el deber de forma superficial, y lo abordas con una actitud irreverente, ¿cuál será el resultado? Cumplirás el deber de manera deficiente, aunque sepas hacerlo bien: tu desempeño no estará a la altura y Dios estará muy disgustado con la actitud que demuestras hacia el deber. Si hubieras sido capaz de orar a Dios, de buscar la verdad y de poner todo tu corazón y toda tu mente en ello, si hubieras podido cooperar así, Dios lo habría preparado todo para ti de antemano, para que, cuando tú te ocuparas de los asuntos, todo encajara en su lugar y obtuvieras buenos resultados. No necesitarías dedicar una enorme cantidad de energía; si hicieras tu mayor esfuerzo en cooperar, Dios ya lo habría dispuesto todo para ti. Si eres evasivo y holgazán, si no atiendes debidamente tu deber y siempre vas por la senda equivocada, Dios no actuará sobre ti; perderás esta ocasión y Dios dirá: ‘No sirves para nada; no puedo usarte. Apártate. Te gusta ser ladino y holgazán, ¿verdad? Te gusta ser perezoso y tomártelo con calma, ¿no? ¡Pues tómatelo con calma para siempre!’. Dios concederá esta gracia y esta oportunidad a otra persona. ¿Qué opináis? ¿Esto es una pérdida o una ganancia? (Una pérdida). ¡Una enorme pérdida!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al meditar en las palabras de Dios, me di cuenta de que, cuando enfrentamos dificultades en nuestros deberes, si ponemos todo el corazón y la mente en ellos, estamos dispuestos a pagar el precio y buscamos la verdad, Dios nos esclarecerá y guiará. Cuanto más aplicamos este enfoque, más clara se ve la senda a seguir y más lúcidos se vuelven nuestros pensamientos. Sin embargo, si nos encontramos con dificultades, pero no hacemos un esfuerzo por buscar los principios-verdad y, en su lugar, holgazaneamos, al final no ganaremos nada y no podremos cumplir bien ningún deber. Con el tiempo, seremos revelados y descartados por nuestra holgazanería y perderemos la oportunidad de cumplir nuestros deberes. Pensando en el pasado, cuando comencé este deber, puse mucho empeño y esfuerzo, pero, luego, cuando vi que Lin Mu había dominado algunos principios y que su trabajo era más eficaz, empecé a dejarle las tareas difíciles para poder tomármelo con calma. En realidad, aunque tomar atajos me había librado de sufrir y agotarme, no había progresado en absoluto en comprender las habilidades profesionales y los principios, e incluso me había convertido en una carga para los demás. Si seguía así, Dios me acabaría aborreciendo y descartando. Esto me recordó las palabras del Señor Jesús: “Cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado(Mateo 13:12). Dios es justo. Siempre que una persona esté dispuesta a esforzarse, buscar la verdad y pagar el precio en sus deberes, Dios la esclarecerá y la guiará. Cuanto más lo haga, más clara será su senda y más lúcida su mente. Sin embargo, yo había sido escurridiza y holgazana en mis deberes, no estaba dispuesta a pagar el precio y siempre delegaba el trabajo en los demás, ya que creía que depender de los demás me ahorraba tiempo y esfuerzo, lo que me permitía completar tareas sin poner mucho empeño. Pensé que era inteligente al hacer esto, pero, al final, no obtuve ninguna verdad ni pude resolver ningún problema. Me estaba engañando a mí misma y terminé sufriendo grandes pérdidas por ello. ¡Qué estúpida fui! Me asusté al darme cuenta de todo esto y estuve dispuesta a arrepentirme ante Dios y cumplir mi deber con diligencia y un corazón sincero.

Luego, leí estas palabras de Dios: “Supongamos que la iglesia dispone un trabajo para ti, y dices: ‘Sea o no este trabajo uno que me permita obtener atención, ya que se me ha asignado, lo haré bien y asumiré esta responsabilidad. Si se dispone que sea anfitrión, lo daré todo por hacerlo bien; atenderé bien a los hermanos y hermanas, y haré lo posible para garantizar la seguridad de todo el mundo. Si se dispone que predique el evangelio, me dotaré de la verdad, lo predicaré bien con amor y cumpliré bien con mi deber. Si se dispone que aprenda un idioma extranjero, lo estudiaré de todo corazón, me esforzaré en ello e intentaré dominarlo cuanto antes, en uno o dos años, para poder dar testimonio de Dios a extranjeros. Si se me pide la redacción de artículos de testimonio, me formaré a conciencia para ello, contemplaré las cosas según los principios-verdad y aprenderé sobre lenguaje. Aunque puede que no sea capaz de redactar artículos con una prosa hermosa, al menos sabré comunicar mi testimonio vivencial con claridad, enseñar de modo comprensible la verdad y dar sincero testimonio de Dios, de modo que la gente resulte edificada y beneficiada al leer mis artículos. Sea cual sea el trabajo que la iglesia me asigne, lo asumiré de todo corazón y con todas mis fuerzas. Si hay algo que no entiendo o surge un problema, le oraré a Dios, buscaré la verdad, resolveré los problemas según los principios-verdad y haré bien la tarea. Sea cual sea mi deber, aprovecharé todo lo que tengo para realizarlo bien y satisfacer a Dios. En todo lo que pueda lograr, haré todo lo posible por asumir toda la responsabilidad que me corresponda y, como mínimo, no iré en contra de mi conciencia y razón, no seré superficial, no seré escurridizo ni holgazán, ni disfrutaré de los frutos del trabajo de otros. Nada de lo que haga estará por debajo de los estándares de la conciencia’. Este es el criterio mínimo para la conducta propia, y quien ejerce el deber de esa manera puede calificarse de persona con conciencia y razón. Como mínimo, debes tener la conciencia tranquila al hacer tu deber y debes al menos ser merecedor de tus tres comidas diarias y no gorronear. Esto se llama tener sentido de la responsabilidad. Tengas mucho o poco calibre, y comprendas o no la verdad, en cualquier caso, debes tener esta actitud: ‘Ya que se me ha asignado este trabajo, debo tomármelo en serio, debo convertirlo en mi preocupación y debo usar todo mi corazón y todas mis fuerzas para hacerlo bien. En cuanto a si sé hacerlo a la perfección o no, no puedo atreverme a dar una garantía, pero mi actitud es que haré todo lo posible por desempeñarlo bien y, desde luego, no seré superficial al respecto. Si surge un problema en el trabajo, debo asumir la responsabilidad en ese momento, asegurarme de aprender una lección de ello y cumplir bien con mi deber’. Esta es la actitud correcta(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Las palabras de Dios me permitieron entender que, independientemente de las dificultades o problemas que enfrentemos en nuestros deberes, debemos orar con sinceridad, confiar en Dios y buscar los principios. Tenemos que hacer todo lo que podamos y debamos hacer y dedicar todas nuestras fuerzas a cumplir las tareas de manera efectiva. No debemos ser negligentes, escurridizos ni holgazanes. Tener esa actitud hacia nuestros deberes satisfará a Dios. Al reflexionar sobre mí misma, me di cuenta de que cuando encontraba dificultades o problemas en mi deber, en vez de confiar en Dios y buscar los principios-verdad, solía depender de Lin Mu y disfrutar de los frutos de su trabajo. Ni siquiera hacía lo mínimo que debía y mucho menos ponía todo mi corazón y fuerza. Equivalía a ser una mera vividora en la casa de Dios. Entonces, oré a Dios y me arrepentí, le expresé mi voluntad de buscar más los principios y poner más empeño en reflexionar sobre las dificultades o las cosas que no entendía. Decidí que solo le pediría ayuda a Lin Mu si realmente no podía resolverlas. En los siguientes trabajos, examiné a menudo mi actitud hacia mi deber. Cuando encontraba tareas difíciles y quería eludirlas, me rebelaba conscientemente contra mí misma, sosegaba mi corazón, oraba a Dios y reflexionaba con diligencia sobre ellas. Ya no pensaba solo en delegárselas a los demás. Una vez, Lin Mu y yo revisamos un documento que tenía muchos problemas. Teníamos que buscar los principios relevantes, considerar todo detenidamente y señalar todos los problemas. Quería que Lin Mu se encargara, pero, para mi sorpresa, ella sugirió que lo hiciera yo. Sin pensarlo, respondí: “¿Quieres que lo haga yo?”. Apenas lo dije, me di cuenta de que estaba tratando de holgazanear de nuevo. Oré de inmediato a Dios para rebelarme contra mí misma y expresar mi voluntad de colaborar de todo corazón y cumplir adecuadamente con mi responsabilidad, en lugar de delegar la tarea en otra persona. Así que acepté hacerla. Mientras trabajaba en la tarea, oré a Dios, confié en Él y me centré en reflexionar sobre los principios. Aunque me llevó más tiempo, encontré una senda a seguir. Me sentí en paz al usar todas mis fuerzas y cumplir con mi responsabilidad al hacer mi deber.

A través de esta experiencia, me di cuenta de que la buena voluntad de Dios había dispuesto que trabajara con Lin Mu, en el sentido de que ella tenía mejor aptitud que yo y comprendía algunos principios, por lo que podía hacerle preguntas y aprender de ella si encontraba algo que no entendía. Eso significaba que ella podía ayudarme a captar mejor los principios, lo que complementaba mis debilidades. Si siempre buscaba la comodidad de la carne y me limitaba a delegar todos los problemas en Lin Mu, no aprendería nada ni progresaría. Ahora, cuando encuentro problemas, ya no los delego inmediatamente en Lin Mu. En cambio, los enfrento con el corazón, me centro en buscar los principios-verdad y solo los hablo con ella cuando realmente no puedo resolver algo. Cumplir mi deber de esta manera me aporta mucha más tranquilidad.

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