Fingir que entendía me perjudicó

16 Abr 2023

Por Tammy, Corea del Sur

Yo estaba haciendo los diseños de la iglesia. Con el tiempo, conforme hice todo tipo de diseños e imágenes, mejoraron mucho mis destrezas y me eligieron líder de equipo. Pensé para mis adentros, “Que me eligieran líder de equipo significa que tengo ciertas destrezas y talentos en el trabajo, que soy mejor que los demás hermanos y hermanas y capaz de encargarme de esta labor. Tengo que valorar este deber, esforzarme, buscar los principios-verdad y esmerarme. No puedo cometer errores que entorpezcan la labor de la iglesia. He de demostrar a todos que soy idónea como líder de equipo”.

Un día vino el líder de la iglesia, y me dijo, “La iglesia necesita una imagen de fondo para uno de nuestros vídeos de himnos. Será más difícil de hacer que los fondos anteriores. Como todos los demás están trabajando actualmente en distintos diseños, nos gustaría que tú trabajaras en él. ¿Te crees capaz de hacerlo?”. Al oír decir esto a mi líder pensé, “Nunca he trabajado en un fondo tan difícil; no estoy segura de poder garantizar buenos resultados”. Sin embargo, reflexioné, “El líder y los hermanos y hermanas estarán atentos a este proyecto; llevo más de dos años en este deber, ya he lidiado lo suficiente con problemas y tareas difíciles y adquirido buenas habilidades. Esta puede que sea la primera vez que intente hacer un fondo tan difícil y seguro que habrá ciertos problemas imprevistos, pero si no sé ocuparme siquiera de una tarea así, ¿qué opinarán los demás de mí? Si no sé, ¿les pareceré una obrera sin talento que no ha progresado nada en su deber? Todos los demás hermanos y hermanas están actualmente en sus proyectos y, si hay que enviar a otro para que colabore conmigo en este momento, seguro que creerán que no soporto grandes responsabilidades, que no puedo llevar una carga pesada en momentos críticos y que no soy idónea para cosas importantes. ¡No puedo permitirlo! Tengo que asumir este proyecto a toda costa. Buscaré lo que no sepa para poder hacerlo bien y demostraré a todos que puedo manejar tareas desafiantes”. Una vez que me decidí, respondí con confianza, “Puedo hacerlo, no hay problema. Este fondo es ligeramente más difícil y exigente que los demás. Con un poco más de esfuerzo, puedo garantizar una buena calidad”. Ante mi apariencia confiada, el líder asintió con la cabeza y dijo, “Tenemos un plazo ajustado para este fondo y el diseño ha de reflejar el sentido y el sentimiento subyacentes al himno. Si tienes algún problema durante su diseño, contáctanos de inmediato”. Mi supervisor añadió, “Si realmente no sabes hacer el trabajo, avísanos, y asignaremos a alguien para que venga a ayudarte”. Asentí con la cabeza, tan emocionada como nerviosa: emocionada por trabajar en un diseño tan importante, un diseño que me granjearía admiración si lo hacía bien, pero también preocupada por si sabría o no ocuparme de una tarea tan difícil y darles la calidad que querían. Pero, pasara lo que pasara, no podía decepcionarlos a todos. Tenía que ponerme ya a investigar, a probar cosas sobre la marcha, para aprovechar al máximo esta oportunidad excepcional. Concluiría esta tarea sin importar su dificultad.

Mientras diseñaba, sentía que el tiempo volaba y surgían problemas de todo tipo. Notaba que se acumulaba la presión. El líder y el supervisor solían preguntarme por mis progresos en el trabajo y si tenía algún problema. Sumamente nerviosa, les contestaba que todo “iba bien”, cuando en realidad yo estaba temblando: el diseño aún tenía áreas que requerían mejoras. También requería importantes avances técnicos. La verdad, no sabía cómo saldría el resultado final. Si no salía bien, ¿verían todos cuán poco hábil era en realidad y dirían que no era capaz y que solo trataba de lucirme? Dado que había prometido que lo haría, ¿no acabaría humillándome si ahora decía que no podía hacerlo? Así que tenía que ser estoica y resolver las cosas sobre la marcha. Como todavía no había desarrollado un concepto, tardé un poco en tener ideas. Una vez se pasó por el estudio el líder y me vio trabajar por un rato, por lo que cambié adrede a una parte más fácil y la diseñé rápido para darle la impresión de que lo tenía todo bajo control. En realidad, no obstante, las palmas me sudaban de lo nerviosa que estaba. Una vez que se fue el líder, regresé a la parte más difícil y empecé a devanarme los sesos. Pasé mucho tiempo pensándolo, pero aún no se me ocurría la forma de manejarlo. Incluso entonces, no quería admitir que había un problema, preocupada por que el líder cuestionara mi capacidad. Creía que, como yo ya había hecho semejante promesa, sería vergonzoso desdecirme. Tenía que resistir y resolver las cosas sobre la marcha, pero era muy ineficiente y me sentía agotada emocionalmente. Trasnoché mucho la última noche para terminar el diseño. Mi líder y mi supervisor lo miraron y dijeron que tenía buena pinta, y que solo requería algunos retoques. Pese a ello, no pude alegrarme; me sentía apenada.

Luego, en mis devociones, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Si a menudo tienes un sentimiento de culpabilidad en tu vida, si tu corazón no halla descanso, si no tienes paz ni alegría, y a menudo te sientes abrumado por la preocupación y la ansiedad por todo tipo de cosas, ¿qué demuestra esto? Simplemente que no practicas la verdad, que no te mantienes firme en tu testimonio de Dios. Cuando vives en medio del carácter de Satanás, es posible que falles en practicar la verdad con frecuencia, que la traiciones, que seas egoísta y vil; solo defiendes tu imagen, tu reputación, tu estatus y tus intereses. Vivir siempre para ti mismo te acarrea un gran dolor. Tienes tantos deseos egoístas, enredos, grilletes, recelos y preocupaciones que no albergas la menor paz ni alegría. Vivir en aras de la carne corrupta es sufrir de manera excesiva(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). Al meditar las palabras de Dios, me di cuenta de que la razón por la cual no me podía sentir feliz, aún después de acabar el diseño, y en cambio me sentía agotada y abatida, era porque deseaba en exceso el estatus. Para evitar exponer mis defectos, disimulaba proyectando una falsa imagen ante los demás. ¿No era eso agotador? Después encontré otro pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a entender mejor mi carácter corrupto. Dios Todopoderoso dice: “Las propias personas son seres creados. ¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad? ¿Pueden alcanzar la destreza en todo, llegar a entenderlo todo, ver la esencia de todo y ser capaces de cualquier cosa? No pueden. Sin embargo, dentro de los humanos hay un carácter corrupto y una debilidad fatal. En cuanto aprenden una habilidad o profesión, las personas sienten que son capaces, que tienen estatus y valor, que son profesionales. Sin importar lo mediocres que sean, quieren presentarse como figuras famosas o excepcionales, convertirse en una celebridad de poca importancia, y hacer creer a la gente que son perfectos y sin ningún defecto. A ojos de los demás, desean hacerse famosos, poderosos o figuras importantes y quieren volverse imponentes, capaces de cualquier cosa y sin que haya nada que no puedan lograr. Creen que si pidieran ayuda parecerían incapaces, débiles e inferiores y la gente los despreciaría. Por eso siempre quieren mantener las apariencias. Algunos, cuando se les pide que hagan algo, dicen que saben hacerlo, cuando en realidad no saben. Después, a escondidas, lo consultan e intentan aprender a hacerlo, pero, tras estudiarlo varios días, siguen sin entender cómo llevarlo a cabo. Cuando se les pregunta cómo lo llevan, dicen: ‘¡Pronto, pronto!’. Pero en su corazón piensan: ‘Todavía no lo entiendo, no tengo ni idea, no sé qué hacer. No puedo delatarme, he de seguir fingiendo, no puedo dejar que la gente vea mis fallos y mi ignorancia. No puedo dejar que me menosprecien’. ¿De qué problema se trata? Intentar guardar las apariencias a toda costa es vivir un infierno. ¿Qué tipo de carácter es este? La arrogancia de estas personas no tiene límite, han perdido toda razón. No quieren ser como los demás, no quieren ser gente corriente, gente normal, sino superhumanos, personas excepcionales, peces gordos. ¡Este es un problema descomunal! En cuanto a las debilidades, deficiencias, ignorancia, estupidez y falta de entendimiento dentro de la humanidad normal, lo ocultan todo y no dejan que otras personas lo vean y siguen disfrazándose. […] ¿Qué os parece? ¿No vive esa gente con la cabeza en las nubes? ¿No está soñando? Ni ellos mismos saben quiénes son, no saben vivir una humanidad normal. Ni una vez han actuado como seres humanos prácticos. Si te pasas los días con la cabeza en las nubes, saliendo del paso, sin hacer nada de forma realista y viviendo siempre de acuerdo con tu imaginación, esto es un problema. La senda que eliges en la vida no es correcta(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). Las palabras de Dios exponían mi estado actual. Por haber llevado un tiempo trabajando en diseño, haber adquirido ciertas destrezas y haber sido elegida líder de equipo, creía que era capaz y que tenía un talento excepcional. Después de pensar así de mí misma, prestaba especial atención a lo que pensaran los demás de mí, preocupada por que detectaran mis imperfecciones y dijeran que no era apta para el trabajo. Sobre todo con esta imagen de fondo, nunca había hecho una tarea tan difícil antes y dudaba de si lo haría bien pero, por conservar mi reputación y estatus y ganarme la confianza de mi supervisor y mi líder, fingí tenerlo todo bajo control. Cuando me topaba con problemas y no avanzaba, no pedía ayuda, sino que me debatía en secreto. Cuando mi líder me preguntó por mis progresos o cualquier problema que tuviera, no le conté mis problemas reales pese a estar totalmente perdida. En cambio, mentí y engañé tanto al líder como al supervisor, hasta el punto de fingir que estaba altamente calificada, para que el líder pensara que podía hacer el trabajo. Proyectaba una imagen falsa en todos los sentidos para ocultar mis imperfecciones. Siempre fingía que era una obrera con talento para que me creyeran capaz de todo y conocedora de todo. Me di cuenta de que era sumamente vanidosa y arrogante. Las palabras de Dios dicen: “Las propias personas son seres creados. ¿Pueden los seres creados alcanzar la omnipotencia? ¿Pueden alcanzar la perfección y la impecabilidad? ¿Pueden alcanzar la destreza en todo, llegar a entenderlo todo, ver la esencia de todo y ser capaces de cualquier cosa? No pueden”. En efecto, ¿cómo una persona corrupta podría ser perfecta y competente en todo? Es normal no entender o no saber hacer ciertas cosas en el deber, pero yo no tenía esa actitud hacia mis defectos, sino que insistía en describirme como una obrera con talento. No quería que me consideraran un ser creado promedio y con fallas. Aspiraba a ser perfecta e intachable. Era tan arrogante que perdí toda razón. Como siempre proyectaba una falsa imagen en el deber, preocupada por que descubrieran mi yo real y sin pedir ayuda cuando no entendía algo, el diseño progresó lentamente cuando debería haberlo acabado enseguida, y me agoté emocionalmente. Vi que era una necedad por mi parte buscar la perfección. Siempre ocultaba mis defectos sin tener valor para admitirlos y afrontarlos. Por ello, no solo me sentía cansada e hipócrita en el deber sino que, además, demoraba la labor de la iglesia. Tras darme cuenta, oré a Dios, “¡Amado Dios! Gracias por Tu esclarecimiento y guía, que me han ayudado a ver lo patético que es mi disimulo. Estoy lista para rectificar mis ideas defectuosas sobre la búsqueda en el futuro, tener la actitud correcta hacia mis defectos, preguntar cuando no entienda, no disimular ni pretender y cumplir con el deber de forma realista”.

Después leí más de las palabras de Dios: “Debes buscar la verdad para resolver cualquier problema que surja, sea el que sea, y bajo ningún concepto simular o dar una imagen falsa ante los demás. Tus defectos, carencias, fallos y actitudes corruptas… sé totalmente abierto acerca de todos ellos y compártelos. No te los guardes dentro. Aprender a abrirse es el primer paso para la entrada en la vida y el primer obstáculo, el más difícil de superar. Una vez que lo has superado, es fácil entrar en la verdad. ¿Qué significa dar este paso? Significa que estás abriendo tu corazón y mostrando todo lo que tienes, bueno o malo, positivo o negativo; que te estás descubriendo ante los demás y ante Dios; que no le estás ocultando nada a Dios ni estás disimulando ni disfrazando nada, libre de mentiras y falsedades, y que estás siendo igualmente sincero y honesto con otras personas. De esta manera, vives en la luz y no solo Dios te escrutará, sino que otras personas podrán comprobar que actúas con principios y cierto grado de transparencia. No necesitas ningún método para proteger tu reputación, imagen y estatus, ni necesitas encubrir o disfrazar tus errores. No es necesario que hagas estos esfuerzos inútiles. Si puedes dejar de lado estas cosas, estarás muy relajado, vivirás sin limitaciones ni dolor y completamente en la luz(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Entendí que, si quería cumplir bien con el deber y ser elogiada por Dios, la clave era buscar la verdad. Sin importar qué actitudes corruptas revelara ni qué problemas tuviera en el deber, tenía que sincerarme con Dios en oración en busca de Su guía, deshacerme del deseo de reputación y estatus, buscar hablar con los hermanos y hermanas, no ocultar ni disimular, sincerarme y dejar que todos vieran mi yo real; tenía que hacer solamente lo que supiera, admitirlo cuando no supiera y buscar la verdad con los demás. Esta manera de cumplir con el deber sería menos agotadora e inhibitoria; sería más gozosa. Comprendido esto, me sinceré en comunión con mis hermanos y hermanas acerca de la corrupción que había revelado durante todo el proceso de diseño y planteé los problemas con que me había topado para debatirlos con ellos. Los hermanos y hermanas me enseñaron nuevas técnicas de manejo de software y métodos de dibujo. Luego, continué completando el fondo, y el proceso completo avanzó realmente sin problemas. Más adelante me dijeron unos hermanos y hermanas, “Tu imagen de fondo luce mucho mejor que las anteriores. ¿Podrías compartir un poco con nosotros tu experiencia y aprendizaje en algún momento?”. Me alegré mucho de oír esto y sentí que había sido verdaderamente útil. Al recordar lo que viví mientras diseñaba el fondo, me di cuenta de que no pasa nada por tener defectos ni hace daño a nadie que los demás lo sepan. Lo principal es saber sincerarse y buscar la verdad y dejar de lado las intenciones y los deseos impropios de uno. Al cumplir el deber así es posible sentir paz y tranquilidad.

Poco a poco fui capaz de aportar diseños de calidad a proyectos difíciles y creaba más productos terminados que los demás hermanos y hermanas. Siempre me pedían consejo sobre conceptos de diseño y otras cuestiones técnicas. Al principio les decía lo que sabía, pero, conforme preguntaba más gente, inconscientemente empecé a pensar, “Supongo que ya todos reconocen mis talentos. Si no, ¿por qué habrían de pedirme consejo?”. Sin darme cuenta, comencé a disfrutar mucho de esta sensación de satisfacción y estaba muy contenta conmigo misma. Sin embargo, sucedió algo verdaderamente inesperado. En una imagen de fondo que diseñé para un himno, mi líder observó un problema que violaba los principios y me llamó para resumir las desviaciones. Según él, había que editar la imagen ese día, o se demoraría el trabajo, y me preguntó si podía editarla yo o si necesitaba ayuda de otras personas. Pensé para mis adentros, “Yo diseñé esta imagen, por lo que, si se la paso a otro, ¿no parecerán deficientes mis destrezas? ¿No pensará la gente que soy puro cuento, pero que no sé cumplir cuando hace falta? ¡Eso no puede ocurrir! No puedo rendirme ahora. Si puedo solucionar este problema yo sola, todos sabrán que sé hacer mi trabajo, que soy confiable y merecedora de ser cultivada”. Comprendido esto, le dije al líder que lo solucionaría yo sola según los principios. Mientras editaba, había una parte de la imagen para la que no se me ocurría un buen concepto. Como estaba quedándome sin tiempo y todavía estancada en ese concepto, me estresé mucho y solamente quería acabarlo cuanto antes pero, por más que retocaba el diseño, no salía bien. Estuve estancada en ese concepto hasta las 5 de la mañana, y seguía sin ocurrírseme nada. Mis pensamientos eran confusos. Fue entonces cuando empecé a preguntarme por qué estaba teniendo ese problema. De pronto me di cuenta de que la razón por la que mi diseño violaba los principios era porque había cierto aspecto de los principios que yo no entendía. Esta edición ya había demorado el trabajo. Ni siquiera estaba segura de que mi edición solucionaría las cosas, y esta imagen hacía falta urgentemente, con lo que sabía que debía pedir ayuda. No obstante, por conservar mi estatus y reputación y ocultar mis imperfecciones, estaba tratando de esforzarme yo sola durante todo el proceso. ¿No estaba demorando la labor de la iglesia? Al percatarme, me sentí sumamente culpable y me apresuré a orar a Dios, arrepentida: “¡Oh, Dios mío! Estoy atada a mi carácter corrupto. En cuanto tengo un problema, finjo que todo está bien para que los otros me admiren. No sé afrontar adecuadamente mis imperfecciones. ¡Cumplir mi deber de esta forma es muy agotador! Amado Dios, te pido que me guíes para que reconozca mi corrupción y renuncie a la vanidad, de modo que pueda practicar según Tus palabras”. Tras orar recordé estas palabras de Dios: “Tú siempre buscas la grandeza, la nobleza y el estatus; siempre buscas la exaltación. ¿Cómo se siente Dios cuando ve esto? Lo detesta y se distanciará de ti. Cuanto más busques cosas como la grandeza, la nobleza y la superioridad sobre los demás; ser distinguido, destacado y notable, más repugnante serás para Dios. Si no reflexionas sobre ti mismo y te arrepientes, entonces Dios te detestará y te abandonará. Evita convertirte en alguien a quien Dios encuentra repugnante, de ser una persona a la que Dios ama. Entonces, ¿cómo se puede alcanzar el amor de Dios? Aceptando la verdad en obediencia, colocándote en la posición de un ser creado, actuando con los pies en el suelo por las palabras de Dios, cumpliendo correctamente con el deber, siendo una persona honesta y viviendo con una semejanza humana. Con eso es suficiente; Dios estará satisfecho. La gente debe asegurarse de no tener ambiciones ni sueños vanos, no buscar la fama, el beneficio y el estatus ni destacar entre la multitud. Es más, no deben intentar ser una persona con grandeza o sobrehumana, superior entre los hombres y haciendo que los demás la adoren. Ese es el deseo de la humanidad corrupta, y es la senda de Satanás; Dios no salva a tales personas. Si las personas buscan sin cesar la fama, el beneficio y el estatus sin arrepentirse, entonces no existe cura para ellas, y solo hay un desenlace posible: ser descartadas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). Las palabras de Dios abordaban mi estado preciso: siempre iba en pos de la reputación, el estatus y la admiración. Cuando fui capaz de producir más diseños terminados que nadie y realicé proyectos exigentes con calidad garantizada, me volví arrogante inconscientemente. Además, como los otros no dejaban de acudir a mí con preguntas, tenía una profunda sensación de satisfacción y disfrutaba de la sensación de ser admirada. Cuando una imagen mía presentó un problema, la devolvieron y el líder sugirió que me ayudara a editarla otro hermano o hermana por cuestiones de tiempo, yo no pensé en la labor de la iglesia, preocupada únicamente de que la ayuda de otros revelara mi incompetencia. Por conservar mi reputación y estatus y evitar ser despreciada, asumí yo la edición. Ante los problemas, en vez de pedir ayuda, resistía y me devanaba los sesos, lo que demoró todo. En apariencia, hacía horas extra por mi deber, pero en realidad trataba de demostrar mis talentos arreglando la imagen, lo que daba a la gente la sensación de que era digna de confianza. Vi que deseaba en exceso la reputación y el estatus. Dios escruta nuestros pensamientos: aunque pudiera engañar a los hermanos y hermanas, no podía engañarlo a Él y, por muy bien que ocultara mis imperfecciones, si mi carácter corrupto no se transformaba y yo no alcanzaba la verdad, Dios me despreciaría y descartaría de todos modos. Había demorado la labor de la iglesia en mi afán de reputación y estatus y, si no reflexionaba y me arrepentía ante Dios, tan solo me engañaría a mí misma y a los demás, cosa que me perjudicaría. Al darme cuenta, le pedí ayuda a una hermana a quien se le daba bien el diseño. Hablamos de cómo editar la imagen, y después tuve un concepto mucho más claro. Al rato, había terminado de editar.

Luego seguí reflexionando sobre por qué siempre intentaba ocultar mis imperfecciones. Vi un pasaje de las palabras de Dios que me impactó profundamente. Dios Todopoderoso dice: “¿Es vergonzoso no saber hacer algunas cosas? ¿Existe alguien que pueda hacerlo todo? No hay nada vergonzoso en no saber hacer algunas cosas. No olvides que eres solo una persona corriente, nadie te admira ni te idolatra. Una persona corriente es solo eso: una persona corriente. Si no sabes cómo hacer algo, solo di que no sabes hacerlo. ¿Por qué intentas aparentar? La gente se indignará contigo si estás siempre aparentando. Tarde o temprano te delatarás y, entonces, perderás tu dignidad y tu integridad. Este es el carácter de un anticristo; siempre se cree un manitas, alguien que puede hacer de todo, que es hábil y competente en todas las cosas. ¿Eso no le traerá problemas? ¿Qué haría si tuviese una actitud honesta? Diría: ‘No soy competente en esta habilidad técnica, solo tengo un poco de experiencia. He puesto en práctica todo lo que sé, pero no comprendo estos problemas nuevos que estamos encontrando. Por lo tanto, tenemos que adquirir un poco de conocimiento profesional si queremos cumplir nuestro deber adecuadamente. Adquirir conocimiento profesional nos permitirá llevar a cabo nuestro deber de manera eficaz. Dios nos ha encargado esto, así que es nuestra responsabilidad cumplirlo bien. Debemos ir y adquirir esos conocimientos con base en una actitud de responsabilidad hacia nuestro deber’. Esto es practicar la verdad. Una persona con el carácter de un anticristo no haría eso. Si una persona tiene al menos un poco de razón, dice: ‘Yo solo sé hasta aquí. No es necesario que me admires y yo no necesito darme aires. ¿No facilitará eso las cosas? Es horrible estar siempre aparentando. Si hay algo que no sabemos, podemos aprenderlo juntos y luego trabajar en armonía para llevar a cabo nuestro deber adecuadamente. Debemos tener una actitud responsable’. Al ver esto, la gente pensaría: ‘Esta persona es mejor que nosotros; cuando le surge un problema no se obliga ciegamente a ir más allá de sus límites ni les traslada el problema a otros ni elude la responsabilidad. En cambio, se hace cargo y lo aborda con una actitud seria y responsable. Esta es una buena persona, seria y responsable en su trabajo y en su deber. Es de fiar. La casa de Dios hizo bien en encargarle esta tarea importante. ¡Dios realmente escruta la profundidad del corazón de las personas!’. Al cumplir su deber de esta manera, mejoraría sus habilidades y se granjearía la aprobación de todos. ¿Cómo surge esa aprobación? Primero, la persona está abordando su deber con una actitud seria y responsable; segundo, es capaz de ser una persona honesta y tiene una actitud práctica y deseosa de aprender; tercero, no se puede descartar que tenga la guía y el esclarecimiento del Espíritu Santo. Una persona así tiene la bendición de Dios; eso es lo que puede obtener alguien con conciencia y razón. Aunque tiene actitudes corruptas, limitaciones y defectos, y hay muchas cosas que no sabe hacer, de todas formas, está en la senda de práctica correcta. No aparenta ni engaña; tiene una actitud seria y responsable hacia su deber y una actitud anhelante y devota hacia la verdad. Los anticristos jamás serán capaces de hacer esas cosas porque su manera de pensar siempre será diferente de la de quienes aman y persiguen la verdad. ¿Por qué piensan diferente? Porque llevan dentro la naturaleza de Satanás, viven según el carácter de Satanás para alcanzar su objetivo de asumir el poder. Siempre procuran utilizar distintos medios para incurrir en conspiraciones y trucos, y desorientan a la gente de una forma u otra para que los adore y los siga. Por eso, con el fin de engañar a las personas, encuentran todo tipo de formas de aparentar, engatusar, mentir y engañar para hacer creer a los demás que ellos tienen razón en todo, que son buenos en todo y que pueden hacer cualquier cosa; que son más inteligentes y más sabios que los demás, que entienden más que los demás, que son mejores que los demás en todo, que están por encima de los demás en todos los sentidos, incluso que son lo mejor de lo mejor en cualquier grupo. Tienen esa necesidad. Este es el carácter de los anticristos. Así, aprenden a fingir que son algo que no son y muestran cada una de estas diversas prácticas y manifestaciones(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (III)). Los anticristos son falsos y perversos por naturaleza. Por conservar su estatus y reputación, hacen de todo; proyectan una falsa imagen, mienten y engañan a los demás. Me acordé de un anticristo expulsado de nuestra iglesia: para afianzarse y recibir admiración, no pedía ayuda ante los problemas y fingía saber más de lo que sabía, prefiriendo demorar el trabajo de la iglesia a fin de conservar su estatus e imagen. Solo comentaba sus éxitos, no sus fracasos, causando pérdidas en la labor de la iglesia, y jamás se arrepentía. Por ello, al final lo expulsaron de la iglesia. Comparé su conducta con la mía: yo no me centraba en buscar los principios-verdad en el deber, no aceptaba el escrutinio de Dios ni trabajaba de forma realista y siempre proyectaba una falsa imagen en pos de la admiración ajena. Era obvio que mi diseño presentaba un problema, pero, pese a no tener un concepto claro de cómo editarlo, no consulté ni debatí nada con mis hermanos y hermanas y, en cambio, estaba determinada a solucionarlo yo sola. No pensaba en la labor de la iglesia y, mientras todavía hubiera la más mínima esperanza, no quería revelar mis defectos, como si no pasara nada por demorar el trabajo de la iglesia y lo principal fuera conservar mi imagen. Hacía de todo por ocultar lo que amenazara mi imagen y estatus, aunque eso fuera sumamente agotador y arduo. Para mí, perder mi presunta “buena imagen” sería como perder la vida. Mis actos revelaban el carácter de un anticristo. Sentí miedo cuando me percaté de esto. Puede que no hubiera cometido toda clase de maldades como un anticristo, pero siempre iba en pos de la reputación, el estatus y la admiración ajena, hasta el punto de actuar falsamente y engañar a otros. Si no corregía este carácter, al final Dios me revelaría y descartaría. Así pues, oré a Dios y me arrepentí, dispuesta a desechar mi vanidad y mi estatus para practicar según Sus palabras.

Luego, si mis diseños presentaban problemas con los que no sabía lidiar, enseguida me contactaba con alguien y me sinceraba en comunión para buscar y escuchar sus sugerencias. Algunas veces también lo ponía a diseñar conmigo. En una ocasión tuve otro problema con un diseño, y no avanzaba pese a reflexionarlo durante un rato. Mi líder me preguntó por mis progresos y quise montarle una fachada, pero pronto comprendí que de nuevo trataba de conservar mi estatus y reputación. Entonces, un pasaje de las palabras de Dios me vino a la mente: “Si no te guardas nada, si no te pones una careta, una impostura, si no encubres las cosas, si te expones ante los hermanos y hermanas, si no ocultas tus ideas y pensamientos más íntimos, sino que permites que los demás vean tu actitud sincera, entonces la verdad echará raíces poco a poco en ti, florecerá y dará frutos, dará gradualmente resultados. Si tu corazón es cada vez más honesto y está cada vez más orientado hacia Dios, y si sabes proteger los intereses de la casa de Dios cuando cumples con tu deber, y tu conciencia se turba cuando no proteges estos intereses, entonces esto es una prueba de que la verdad ha tenido efecto en ti y se ha convertido en tu vida(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios eran hondamente motivadoras. Supe que no podía continuar proyectando una falsa imagen; tenía que afrontar mis imperfecciones con honestidad y calma. Pensaran lo que pensaran de mí, tenía que decir la verdad y buscar una solución con los demás. Ese día, resultó haber reunión, así que me sinceré en comunión sobre mis dificultades y corrupciones. Me quedé a gusto después de hablar. Cuando lo debatí todo con los otros, me ayudaron a idear el modo de arreglar el diseño y, poco después, terminé de editarlo. ¡Qué alegría! ¡Sentí lo maravilloso que era realmente sincerarse y ser honesta sin montar una fachada! Gracias exclusivamente a la salvación de Dios, pude comprender esto y alcanzar la transformación. ¡Gracias a Dios!

Siguiente: Así bajé la guardia

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

Mis días en cautividad

Por Yang Qing, ChinaEn julio de 2006 acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Mi marido apoyaba mi fe en Dios y recibía...

Reducir tamaño de fuente
Aumentar tamaño de fuente
Pantalla completa
Salir de pantalla completa