Busca aun más la verdad en la vejez
Nací en un hogar cristiano, y acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con 60 años. Era una suerte poder darle la bienvenida al Señor en los últimos días y aceptar la obra de Dios en el fin de los tiempos, y que mi sueño de salvarme y entrar en el reino se hiciera pronto realidad. Mientras trabajara duro en mi deber y realizara sacrificios, tendría ocasión de recibir la salvación de Dios. Tras eso, lo daba todo en cualquier deber que la iglesia dispusiera para mí, e incluso con 70 años, seguía siendo capaz de hacer recados en bici para la iglesia. Subía y bajaba escaleras sin cansarme para cumplir con mi deber. Me alegraba poder seguir realizándolo. A medida que envejecía, mi cuerpo empezó a notarlo y mi físico ya no era el mismo. Por motivos de salud, la iglesia me encargó deberes de anfitriona. Me sentía un poco decepcionada. Mi vista empeoró con la edad y ya no podía montar en bici para mis deberes. Ser anfitriona era lo único que me quedaba. Si al hacerme mayor ya no podía seguir realizando ningún deber, ¿podría aún salvarme? Pensé en lo maravilloso que sería tener unos cuantos años menos, y envidiaba mucho a los hermanos que viajaban trabajando por Dios.
En marzo de 2022, el líder de la iglesia dispuso que apoyara a la hermana Yu Xin. Tenía 78 años, su salud le impedía desenvolverse bien y no podía realizar ningún deber. Al ver el estado en el que se encontraba me sentí triste y angustiada. Yo pasaba de 80, era mayor que ella, mi salud no era la de antes y no sabía si enfermaría algún día y no podría cumplir con mi deber, ¿y para qué serviría entonces? ¿Podía esperar salvarme si no era capaz de realizar ningún deber? Mientras más lo pensaba, más me alteraba. Y entonces, enfermé. Una noche me mareé al levantarme para ir al baño, y por la mañana fui incapaz de salir de la cama. Estaba tan mareada que ni podía abrir los ojos. Vomitaba y tenía diarrea, y mi cuerpo no retenía siquiera el agua. Mi marido llamó a mi hija para que viniera a cuidarme y a los dos días me empecé a recuperar. No me retrasé en mi deber, pero estaba muy débil y no tenía energía para nada. No retenía la comida y me sentía mareada y con náuseas. Estaba preocupada, con la edad, mi salud se deterioraba cada día, si volvía a caer enferma, ¿me recuperaría tan rápido? Si no mejoraba pronto y hacía falta que alguien me cuidara, no podría cumplir con un deber; así ¿no sería inservible? ¿Podría entrar en el reino sin un deber? Sería maravilloso tener unos cuantos años menos, como hace 20, cuando acepté esta etapa de la obra y no le temía a nada. Cuando la iglesia me encargaba algo, cerca o lejos, yo lo hacía. Teniendo un deber, crecían mis esperanzas de bendición. Pero no podía volver atrás en el tiempo y ya no servía para nada. Así que pasaba los días saliendo del paso. Sin darme cuenta, vivía en un estado de negatividad e incomprensión. Mi estado siguió empeorando. Perdí las ganas de leer las palabras de Dios y nada me motivaba. Ya no ponía todo el corazón en el deber como antes. Le oré a Dios: “¡Dios! Ahora que soy mayor y no puedo realizar muchos deberes, creo que no tengo esperanzas de entrar en el reino y salvarme. Estoy muy deprimida. Oh, Dios, te ruego que me des fe y me guíes para que la edad no me frene y pueda comprender Tu voluntad y salir de este estado”.
Mi estado empezó a cambiar cuando leí unas palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “También hay gente anciana entre los hermanos y hermanas, de edades comprendidas entre los 60 y los 80 o 90 años, y que debido a su avanzada edad, también experimentan algunas dificultades. A pesar de su edad, su pensamiento no es necesariamente correcto o racional, y sus ideas y puntos de vista no tienen por qué conformarse a la verdad. Estas personas ancianas también tienen problemas, y siempre se preocupan: ‘Mi salud ya no es buena y los deberes que puedo cumplir son limitados. Si solo cumplo con ese pequeño deber, ¿me recordará Dios? A veces me pongo enfermo y necesito que alguien cuide de mí. Cuando no hay nadie que me cuide, no puedo desempeñar mi deber, entonces ¿qué puedo hacer? Soy viejo y no recuerdo las palabras de Dios cuando las leo, y me resulta difícil entender la verdad. Al comunicar la verdad, hablo de un modo confuso e ilógico, y no tengo ninguna experiencia que merezca ser compartida. Soy viejo y no tengo suficiente energía, mi vista no es muy buena y ya no soy fuerte. Todo me resulta difícil. No solo no puedo cumplir con mi deber, sino que olvido fácilmente las cosas y las confundo. A veces me despisto y causo problemas para la iglesia y para mis hermanos y hermanas. Quiero lograr la salvación y buscar la verdad, pero es muy complicado. ¿Qué puedo hacer?’. […] En particular, hay algunos ancianos que quieren dedicar todo su tiempo a gastarse por Dios y cumplir con su deber, pero no se encuentran bien físicamente. Algunos tienen la tensión alta, otros el azúcar, algunos tienen problemas gastrointestinales, y su fuerza física no puede seguir el ritmo de las exigencias de su deber, lo cual les inquieta. Ven a jóvenes que pueden comer y beber, correr y saltar, y sienten envidia. Cuanto más ven a los jóvenes hacer tales cosas, más angustiados se sienten, pensando: ‘Yo quiero cumplir bien con mi deber y perseguir y comprender la verdad, y también quiero practicarla, así que ¿por qué es tan difícil? Soy tan viejo e inútil. ¿Acaso Dios no quiere a los ancianos? ¿De verdad son tan inútiles? ¿Acaso no podemos alcanzar la salvación?’. Están tristes y son incapaces de sentirse felices, lo miren por donde lo miren. No quieren perderse un momento tan maravilloso y una oportunidad tan grande, pero son incapaces de gastarse y cumplir con su deber con todo su corazón y su alma como hacen los jóvenes. Estos ancianos caen en una profunda angustia, ansiedad y preocupación debido a su edad. Cada vez que encuentran alguna dificultad, contratiempo, adversidad u obstáculo, culpan a su edad, e incluso se odian y se desagradan a sí mismos. Pero en cualquier caso, es en vano, no hay solución, y no tienen forma de avanzar. ¿Será que realmente no hallan una salida? ¿Existe alguna solución? (Las personas mayores también deben cumplir con su deber en la medida de sus posibilidades). Es aceptable que las personas mayores cumplan con sus deberes en la medida de sus posibilidades, ¿verdad? ¿Acaso los ancianos ya no pueden perseguir la verdad debido a su edad? ¿No son capaces de comprenderla? (Sí, lo son). ¿Pueden los ancianos comprender la verdad? Pueden entender un poco, y ni siquiera los jóvenes pueden entenderla toda. Los ancianos siempre tienen una idea equivocada, creen que están confundidos, que su memoria es mala y que por eso no pueden entender la verdad. ¿Tienen razón? (No). Aunque los jóvenes tienen mucha más energía que los ancianos y son más fuertes físicamente, en realidad su capacidad de entender, comprender y saber es la misma que la de los ancianos. ¿Acaso los ancianos no fueron jóvenes una vez? No nacieron viejos, y los jóvenes también envejecerán algún día. Los ancianos no deben pensar siempre que, por ser viejos, estar físicamente débiles, enfermos y tener mala memoria, son diferentes de los jóvenes. De hecho, no hay ninguna diferencia. ¿Qué quiero decir cuando digo que no hay diferencia? Tanto si alguien es viejo como joven, sus actitudes corruptas son las mismas, sus posturas y puntos de vista sobre todo tipo de cosas son los mismos, y sus perspectivas y planteamientos respecto a todo son idénticos. Por tanto, las personas mayores no deben pensar que, por ser mayores, tener menos deseos extravagantes que los jóvenes y ser capaces de ser estables, no tienen ambiciones ni deseos descabellados, y que tienen menos actitudes corruptas; esto es un concepto erróneo. Los jóvenes pueden competir por una posición, ¿no pueden los ancianos hacer lo mismo? Los jóvenes pueden hacer cosas contrarias a los principios y actuar arbitrariamente, ¿acaso los ancianos no? (Sí, pueden). Los jóvenes pueden ser arrogantes, y también los ancianos. Sin embargo, cuando las personas mayores son arrogantes, debido a su avanzada edad no son tan agresivas, y no es una arrogancia tan altanera. La gente joven muestra manifestaciones más obvias de arrogancia debido a sus miembros y mentes flexibles, mientras que la gente mayor muestra manifestaciones menos obvias de arrogancia debido a sus miembros rígidos y mentes inflexibles. Sin embargo, su esencia de arrogancia y sus actitudes corruptas son las mismas. No importa cuánto tiempo lleve creyendo en Dios una persona mayor o cuántos años haya cumplido con su deber, si no persigue la verdad, sus actitudes corruptas perdurarán. […] Por consiguiente, no es que los ancianos no tengan nada que hacer, ni que sean incapaces de cumplir con sus deberes, ni mucho menos que sean incapaces de perseguir la verdad; hay muchas cosas que pueden hacer. Las diversas herejías y falacias que has acumulado durante tu vida, así como las varias ideas y nociones tradicionales, las cosas ignorantes y obstinadas, las conservadoras, las irracionales y las absurdas que has acumulado se han amontonado en tu corazón, y debes dedicar aún más tiempo que los jóvenes a desenterrarlas, diseccionarlas y reconocerlas. No es el caso que no haya nada que puedas hacer, o que debas sentirte angustiado, ansioso y preocupado cuando te encuentres en un callejón sin salida; esa no es ni tu tarea ni tu responsabilidad. En primer lugar, las personas mayores deben tener la mentalidad correcta. Aunque te estés haciendo mayor y estés relativamente envejecido físicamente, debes tener una mentalidad joven. Aunque estés envejeciendo, tu pensamiento se haya ralentizado y tu memoria sea deficiente, si todavía puedes conocerte a ti mismo, entender las palabras que digo y la verdad, eso demuestra que no eres viejo y que no te falta calibre. Si alguien tiene más de 70 años pero no es capaz de entender la verdad, entonces esto demuestra que su estatura es demasiado pequeña y no está a la altura. Por tanto, la edad es irrelevante cuando se trata de la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (3)). Leí este pasaje bastantes veces. Las palabras de Dios fueron directas a mi corazón, revelando mi estado exacto. Veía que ahora era mayor y no estaba en las mismas condiciones, y no podía correr por un deber, solo podía ejercer de anfitriona. Al ver el estado de Yu Xin, en casa, sin poder cumplir un deber, me preocupó mucho mi edad, que si un día dejaba de poder moverme o realizar un deber ya no podría salvarme. La mera idea de no entrar en el reino me dolía y alteraba mucho y me hacía preocuparme por mi destino. Vivía en un estado negativo, pesimista, y perdí las ganas de hacer nada. Leer las palabras de Dios me conmovió e iluminó mi corazón. No es que los mayores no tengan opciones y no puedan salvarse, que no podamos hacer nada o encargarnos de un deber. La vejez no implica que nuestro corazón sea viejo y no podamos hacer nada. Los mayores aún podemos hacer cosas, igual que antes, leer las palabras de Dios y orar cuando toca, y realizar cualquier deber que podamos, como siempre. Dios nunca ha dicho que no dé su aprobación a los mayores porque no puedan realizar tantos deberes. Además, tanto los jóvenes como los viejos tienen actitudes corruptas, y todos hemos de buscar la verdad para resolverlas. En particular, los mayores como yo, a lo largo de la vida en casa, en la escuela y la sociedad, hemos creado toda clase de pensamientos, nociones y filosofías sobre la vida. Muchas de esas filosofías, herejías y falacias satánicas se han acumulado en mi cabeza. Hace años que soy creyente, pero estos venenos satánicos seguían arraigados en mí y se tornaron en mis reglas para sobrevivir. Algunas veces, cuando me reunía con los demás, notaba que alguien vivía en un estado incorrecto o propagaba negatividad. Percibía claramente que lo que decía no era muy edificante, pero mantenía la boca cerrada para proteger mis relaciones personales. Vivía según la filosofía satánica: “callar los errores de los amigos garantiza una amistad buena y duradera”. Yo no estaba dispuesta a practicar la verdad, no quería ofender. Y en las reuniones, cuando hablábamos sobre algunas figuras e historias de la Biblia, algunos hermanos y hermanas no lo entendían y yo mostraba un carácter arrogante. Como cristiana veterana, me parecía que sabía más que ellos, así que no paraba de explicárselo usando ese capital para alardear. Con tantas actitudes corruptas sin resolver, debí haber sentido más urgencia y dedicar esfuerzo a la búsqueda de la verdad. Debo buscar más la verdad en estos años que me quedan para resolver mi corrupción. Hay muchas cosas que he de hacer y verdades en las que he de entrar. No obstante, siempre he envidiado a los jóvenes por tener buena salud y muchos posibles deberes, pues creo que tienen más esperanzas de salvación. Ahora que no podía moverme y mis deberes eran limitados, me preocupaba no tener un lugar en el reino. Me hundí en un estado negativo del que no podía salir. Pensándolo ahora, fue una gran necedad. Necesitaba tener una actitud adecuada. Aunque soy mayor y mi carne envejece, aún puedo entender las palabras de Dios y tener un sentido y una razón normales, así que he de buscar la verdad sin perder tiempo y no puedo seguir viviendo en la angustia y la ansiedad. Esto lo refleja bien este pasaje de las palabras de Dios: “Aunque estés envejeciendo, tu pensamiento se haya ralentizado y tu memoria sea deficiente, si todavía puedes conocerte a ti mismo, entender las palabras que digo y la verdad, eso demuestra que no eres viejo y que no te falta calibre” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (3)). Las palabras de Dios me iluminaron el corazón, y sentí de inmediato que tenía algo por lo que luchar. Dios dice que no soy vieja, así que debo buscar diligentemente la verdad aun más en el tiempo que me queda.
También leí esto en las palabras de Dios: “Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino con base en si posee la verdad. No hay otra opción que esta” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). “El deseo de Dios es que todas las personas sean hechas perfectas, en última instancia ganadas por Él, que sean completamente purificadas por Dios y que se conviertan en personas que Él ama. No importa si Yo digo que sois atrasados o de un bajo calibre, es un hecho. Esto que afirmo no demuestra que Yo pretenda abandonaros, que haya perdido la esperanza en vosotros, y mucho menos que no esté dispuesto a salvaros. Hoy he venido a hacer la obra de vuestra salvación, y esto quiere decir que la obra que hago es la continuación de la obra de salvación. Cada persona tiene la oportunidad de ser hecha perfecta: siempre y cuando estés dispuesto y busques, al final podrás alcanzar este resultado, y ninguno de vosotros será abandonado. Si eres de bajo calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con ese bajo calibre; si eres de alto calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes a tu alto calibre; si eres ignorante y analfabeto, Mis requisitos estarán a la altura de tu nivel de analfabetismo; si eres letrado, Mis requisitos para ti serán acordes al hecho de que seas letrado; si eres anciano, Mis requisitos para ti serán según tu edad; si eres capaz de proveer hospitalidad, Mis requisitos para ti serán conforme a esta capacidad; si afirmas no poder ofrecer hospitalidad, y sólo puedes realizar cierta función, ya sea difundir el evangelio, cuidar de la iglesia o atender a los demás asuntos generales, te perfeccionaré de acuerdo con la función que lleves a cabo. Ser leal, obedecer hasta el final mismo y buscar tener un amor supremo a Dios, esto es lo que debes lograr y no hay mejores prácticas que estas tres cosas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Me conmovieron mucho tales palabras de Dios. Él nunca ha decidido el desenlace de alguien según su calibre, edad o cuántos deberes haya realizado. Dios solo se fija en si la gente le es devota y obediente. Mientras alguien haya decidido buscar la verdad, la ame y tenga fe genuina, Dios no le abandonará. Vi que Dios es justo, y que Sus requerimientos no son iguales para todos. Exige a la gente según su estatura y lo que puedan lograr. Aquellos que puedan ser anfitriones, deben serlo, los que puedan predicar, que lo hagan. Deben realizar el deber que puedan. Mientras podamos buscar la verdad y actuar en base a las palabras de Dios, tenemos oportunidad de salvación. Pero me parecía que a mi edad ya no podía realizar ningún deber, y que Él no me daría Su aprobación. Consideraba a Dios como un jefe mundano que te conservaba si podías trabajar y tenías valor, pero te descartaba si no. Eso era una falta de temor a Dios. También era malinterpretar la voluntad de Dios por mis nociones y figuraciones equivocadas. Además, Dios nunca ha dicho que no se pueda salvar o perfeccionar a la gente mayor. Recordé a los anticristos y malhechores expulsados de la iglesia. Algunos eran más jóvenes que yo, y habían dejado sus hogares y trabajos por sus deberes. Trabajaban duro según el estándar humano, pero no buscaban la verdad y sus actitudes corruptas no cambiaron ni un ápice. Hacían las cosas en función de sus naturalezas satánicas, alterando la obra de la casa de Dios, sin arrepentirse nunca, y al final Él los descartaba. En cuanto a los mayores, algunos se quedan en casa en deberes de anfitrión, otros llevan las cuentas, pero todos cumplen su rol en la iglesia como deben. Dios no les da la espalda o los descarta por su vejez o porque no puedan realizar muchos deberes. Vi que Dios descarta a la gente por su esencia naturaleza, no por lo mayores que sean. Ahora que soy mayor, no puedo ayudar en la iglesia como solía. Recibo a otros en mi casa. Así que he de realizar bien mi deber de anfitriona y mantener un entorno seguro para las reuniones, a fin de que los hermanos y hermanas puedan ir y venir en paz. Eso es dedicarme a mi deber. La hermana Yu Xin es mi vecina, no está bien y necesita ayuda, así que debo hacer lo que pueda, verla y compartir con ella. Y cada vez que me tope con desafíos o problemas, he de orar y leer las palabras de Dios para resolverlos. Si puedo llevar cinco kilos, llevaré cinco, y si pueden ser 20, pues 20. Haz todo lo que puedas y lo mejor posible; eso es lo más importante. En cuanto entendí eso, me sentí avergonzada y humillada. No había entendido la voluntad de Dios, y no me fijaba en nada ni actuaba según Sus palabras. En cambio, vivía según mis puntos de vista equivocados, malinterpretando a Dios. Era realmente rebelde.
Reflexioné sobre por qué me preocupaba tanto ser mayor, no poder realizar un deber y que me descartaran. ¿Qué motivo había detrás de eso? Durante mi búsqueda, leí un par de pasajes de las palabras de Dios: “Algunas personas se llenan de vigor tan pronto como ven que la fe en Dios les traerá bendiciones, pero luego se quedan sin energía en cuanto ven que tienen que enfrentarse a los refinamientos. ¿Eso es creer en Dios? Al final, debes lograr una obediencia completa y total delante de Dios en tu fe. Crees en Dios, pero todavía le exiges; tienes muchas nociones religiosas que no puedes abandonar, intereses personales que no puedes soltar e, incluso, buscas las bendiciones de la carne y quieres que Dios rescate tu carne, que salve tu alma; estos son todos comportamientos de personas que tienen la perspectiva equivocada. Aunque las personas con creencias religiosas tienen fe en Dios, no buscan cambiar su carácter ni buscan el conocimiento de Dios; en cambio, solo buscan los intereses de la carne. Muchos entre vosotros tenéis creencias que pertenecen a la categoría de convicciones religiosas; esa no es la verdadera fe en Dios. Para creer en Dios, las personas deben poseer un corazón preparado para sufrir por Él y la voluntad de entregarse. A menos que cumplan estas dos condiciones, su fe en Dios no es válida, y no podrán lograr un cambio en su carácter. Solo las personas que genuinamente buscan la verdad, que tratan de conocer a Dios y buscan la vida son las que verdaderamente creen en Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). “La gente cree en Dios para ser bendecida, recompensada y coronada. ¿Esto no se encuentra en el corazón de todo el mundo? Es un hecho que sí. Aunque la gente no suele hablar de ello e incluso encubre su motivación y su deseo de recibir bendiciones, este deseo y esta motivación que hay en el fondo del corazón de la gente han sido siempre inquebrantables. Sin importar cuántas teorías espirituales comprenda la gente, qué experiencia o conocimiento tenga, qué deber pueda cumplir, cuánto sufrimiento soporte ni cuánto precio pague, nunca renuncia a la motivación por las bendiciones que oculta en el fondo del corazón, y siempre trabaja silenciosamente a su servicio. ¿No es esto lo que hay enterrado en lo más profundo del corazón de la gente? Sin esta motivación por recibir bendiciones, ¿cómo os sentiríais? ¿Con qué actitud cumpliríais con el deber y seguiríais a Dios? ¿Qué sería de la gente si se eliminara esta motivación por recibir bendiciones que se oculta en sus corazones? Es posible que muchos se volvieran negativos, mientras que algunos podrían desmotivarse en el deber. Perderían el interés por su fe en Dios, como si su alma se hubiera desvanecido. Parecería que les hubieran robado el corazón. Por eso digo que la motivación por las bendiciones es algo oculto en lo más profundo del corazón de las personas” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital). Mi estado era exactamente el que Dios revela y juzga en estas palabras. Dios de verdad escruta el corazón y la mente del hombre. Eso puso en evidencia mis profundas motivaciones y esperanzas de bendición, y que mi fe solo era para las bendiciones. Cuando acababa de aceptar esta etapa de la obra, me motivaba la oportunidad de entrar en el reino. Estaba dispuesta a hacer lo que la iglesia quisiera. Cumpliría con mi deber a cualquier precio. Pensaba que, siempre que pagara un precio, Dios lo aprobaría, y entonces me salvaría y obtendría las bendiciones del reino del cielo. Pero ahora que veía que me hacía mayor, que mi cuerpo se resentía por ello y no podía realizar los deberes de antes, me preocupaba caer enferma cualquier día y no poder cumplir con mi deber. Esto me hizo sentir triste y angustiada. Y al recordar ese par de días que pasé enferma e inmóvil, me preocupaba más aún que si enfermaba de nuevo y no mejoraba rápido, no podría realizar ningún deber ni salvarme. Sentía un vacío en el corazón, estaba triste y deprimida. No tenía ganas de leer las palabras de Dios ni de orar, solo pensaba en salir del paso cada día. Me di cuenta de que en mi corazón tenía muy enraizada y oculta la motivación de ser bendecida, y que siempre trabajaba y me esforzaba por alcanzar tal objetivo. En apariencia, cumplía con un deber y quería satisfacer a Dios, pero de hecho quería intercambiar mi deber por las bendiciones del reino del cielo. Trabajaba para mi destino. Mi naturaleza es realmente malvada y taimada. Nací en un hogar cristiano y seguí a mis padres en su fe en el Señor Jesús desde que era pequeña. Acepté la obra de Dios de los últimos días con 60 años. Ya he ganado mucho. Dios ha enseñado con claridad todos los aspectos de la verdad en los últimos días, y mediante el juicio y castigo de Su palabra he ganado algo de entendimiento sobre mi naturaleza corrupta y los venenos satánicos, soy capaz de despreciarme a mí misma y mi carácter corrupto ha cambiado un poco. Esto es fruto de mis experiencias del juicio y castigo de las palabras de Dios. ¡Esa es la increíble gracia de Dios! He recibido una maravillosa salvación. Aunque Dios me quitara ahora mismo el aliento, no tendría remordimientos y le debería a Él mi gratitud. Pero todavía sigo viva y me queda aliento. Debería buscar de todo corazón la verdad y el cambio de carácter. Tanto si soy bendecida como si en el futuro sufro el desastre, debo someterme a lo que Dios rija y disponga. Esa es la razón que debo tener como ser creado. Pero tras ganar tanto sustento de Sus palabras, seguía sin saber cómo retribuirle Su amor. Quería usar mi deber para intercambiarlo con Dios por las bendiciones del reino. Me volví negativa y malinterpreté a Dios cuando creí que no lo lograría. No tenía conciencia ni razón. ¿Dónde estaba mi humanidad? Era muy egoísta, despreciable y miserable. Mis motivaciones y perspectivas sobre la fe no eran las correctas. Solo quería entrar en el reino del cielo y buscaba beneficios y bendiciones carnales. Estaba en la misma senda de Pablo. Pensé en lo mucho que logró Pablo, pero su fe era solo para que le recompensaran y coronaran. Se sirvió de su obra para negociar con Dios, a cambio de las bendiciones del cielo. No buscaba conocerle. Se hallaba en una senda de resistirse a Dios. Al final, Dios lo castigó. Mi búsqueda era la misma de Pablo. No buscaba el cambio de carácter para satisfacer a Dios y solo desempeñaba mi deber por las bendiciones. En apariencia cumplía con un deber, pero en esencia, estaba engañando a Dios. No era una auténtica creyente. Un verdadero creyente es alguien que busca la verdad, conocer y amar a Dios. No hay condiciones ni tratos a la hora de cumplir con su deber. No hay motivaciones o metas personales ni deseos extravagantes. Lo empeñan todo en satisfacer a Dios. Igual que Pedro… aunque Él no hizo tanta obra como Pablo, fue capaz de aceptar el juicio y castigo de Dios, de conocerse y de buscar conocer y amar a Dios. Al final, se sometió hasta la muerte, lo crucificaron cabeza abajo por Él, dando testimonio para glorificarlo. Con una fe como la mía, siempre aferrada a motivaciones y deseos viles, nunca ganaría la aprobación de Dios, por muchos años que creyera. Dios me acabaría rechazando y detestando. Sin arrepentirme, y siendo mi fe y mi deber una transacción, al final no ganaría la verdad ni tendría un cambio de carácter. Acabaría igual que Pablo, revelada y descartada por Dios.
Pensé en lo que dijo Dios: “No existe correlación entre el deber del hombre y que él sea bendecido o maldecido. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). Entonces me di cuenta de que lo que ha de hacer un ser creado es un deber, y eso no tiene relación con recibir bendiciones o desgracias. Como miembro de la casa de Dios, no debería ponerle condiciones. Debo cumplir con mis responsabilidades. En las familias pasa lo mismo. Cuando los hijos hacen lo que pueden por la familia, ¿acaso le pueden pedir a sus padres una recompensa económica? No sería un miembro de la familia, sino un empleado. Como miembro de la familia de Dios, como ser creado, lo que debo hacer por el Creador es un poco de deber, eso es lo justo y natural. Debo mostrar mi devoción sin pensar en condiciones ni recompensas. Eso es lo que he de hacer. Ahora soy mayor y no gozo de buena salud, pero Dios no me ha abandonado. Me sigue sustentando y guiando con Sus palabras. No puedo carecer de conciencia ni seguir viviendo en un estado negativo, abandonándome a la desesperación. Debo adoptar una postura adecuada, y mientras esté en mis cabales y conserve la razón, leer más de las palabras de Dios para conocerme a mí misma y buscar el cambio de carácter, realizar el deber que pueda y someterme a lo que Dios mande y disponga. Leí otra cosa más en las palabras de Dios: “Cualquiera que sea tu calibre, tu edad o los años que lleves creyendo en Dios, debes dedicar tus esfuerzos a la senda de buscar la verdad. No deberías hacer hincapié en ningún razonamiento objetivo; deberías buscar la verdad sin condiciones. No pierdas el tiempo. Si buscas y dedicas tus esfuerzos a la búsqueda de la verdad como el principal asunto de tu vida, puede que la verdad que obtengas y seas capaz de alcanzar en tu búsqueda no sea la que hubieras deseado. Pero si Dios afirma que te va a dar un destino en función de tu actitud en tu búsqueda y de tu sinceridad, eso será maravilloso. Por ahora, no te centres en cuál será tu destino o tu desenlace. No pienses en lo que sucederá y en lo que te deparará el futuro, ni en si podrás evitar el desastre y la muerte; no pienses en estas cosas ni preguntes por ellas. Concéntrate únicamente en buscar la verdad en las palabras de Dios y en Sus exigencias, en cumplir bien con tu deber, en satisfacer la voluntad de Dios, en no resultar indigno de los seis mil años de espera de Dios, de los seis mil años que lleva anticipando esto. Concédele a Dios algo de consuelo; permítele ver que hay alguna esperanza para ti, y deja que se cumplan en ti Sus deseos. Dime, ¿te maltrataría Dios si lo hicieras? Por supuesto que no. E incluso si el desenlace no es como uno hubiera deseado, ya que eres un ser creado, ¿cómo se debe tratar ese hecho? Debes someterte en todo a las instrumentaciones y los arreglos de Dios, sin ninguna agenda personal. ¿Acaso no es esta la perspectiva que deben adoptar los seres creados? (Sí). Esa es la mentalidad adecuada” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). “La búsqueda de la verdad es un asunto importante para la vida humana. Ningún otro asunto es de tanta importancia como la búsqueda de la verdad ni supera en valor a la obtención de la verdad. ¿Ha sido fácil seguir a Dios hasta hoy? Date prisa y convierte tu búsqueda de la verdad en un asunto vital. Esta etapa de la obra en los últimos días es la más importante que Dios realiza en la gente en Su plan de gestión de seis mil años. La búsqueda de la verdad es la expectativa más elevada que Dios tiene de Su pueblo escogido. Él espera que la gente camine por la senda correcta, que es la búsqueda de la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. ¿Por qué debe el hombre perseguir la verdad?). Me inspiró y me conmovió mucho leer esto. Dios nos lo ha contado todo sobre Su voluntad, además de lo que requiere y espera de las personas. No le importa lo alto o bajo que sea nuestro calibre, lo mayores que seamos o los muchos deberes que hemos cumplido. Solo le importa que busquemos la verdad, seamos devotos en la fe y obedientes. Igual que en la Era de la Gracia, cuando la viuda ofreció solo dos moneditas e igual se ganó la aprobación de Dios por ofrecerle todo lo que tenía. Dios percibió su sinceridad. Aunque ahora sea mayor y no me puedo comparar con los jóvenes en ningún aspecto, no soy negativa. Quiero avanzar y aprovechar cada día. Aunque conservo mis sentidos y mi razón, debería buscar más la verdad y leer más las palabras de Dios, practicar cada detalle que entienda y cumplir con mi deber lo mejor que pueda. Entonces, cuando muera, mi corazón estará en paz y no decepcionaré a Dios tras haberme sustentado toda la vida. Dios me permitió nacer en los últimos días. Pude aceptar Su obra de los últimos días a los 60 años, ser testigo de Su aparición, oír personalmente Su voz y experimentar el juicio y castigo de Sus palabras. Esa fue la enorme gracia y bendición de Dios hacia mí. Si siguiera atrapada en la tristeza de la vejez, sin la urgencia de aprovechar esta ocasión de buscar la verdad, me perdería la ocasión de experimentar la obra de Dios y salvarme. Si quisiera buscar la verdad más adelante, perdería la ocasión y sería demasiado tarde para remordimientos. Así que le oré a Dios, “¡Oh, Dios! Estoy lista para arrepentirme. Ya no quiero vivir en un estado de negatividad, de ansiedad y malentendidos. Quiero poner Tus palabras en práctica, esforzarme por buscar la verdad mientras viva y tomar la senda correcta en la vida. Quiero practicar todo lo que entiendo de Tus palabras, desempeñar mi deber y satisfacer Tu voluntad. Ya sea bendecida o sufra desgracias, estoy dispuesta a someterme a lo que Dios mande y disponga”.
De ahí en adelante, me he centrado en leer las palabras de Dios y reflexionar más sobre ellas. Lo doy todo en cualquier deber que la iglesia necesita que cumpla. He obtenido algo de experiencia y conocimiento en mis años como creyente y he practicado la escritura de artículos para dar testimonio de Dios. Sobre todo, los que ahora predican el evangelio necesitan buenos artículos para resolver las nociones de la gente religiosa, y como persona de fe desde hace mucho, me gustaría escribir algunos para hacer lo que pueda por difundir el evangelio del reino. Además, como tengo un carácter muy arrogante y tiendo a constreñir a mi familia por mi arrogancia, he estado buscando la verdad para resolver este aspecto de mi corrupción y vivir con humanidad normal ante mi familia. En mis habituales interacciones con los hermanos, cuando veo a alguien haciendo algo que va contra los principios, si temo decir algo que pueda ofender a alguien o darle una mala impresión de mí, le pido a Dios no vivir según filosofías satánicas y me centro en practicar la verdad, defender los intereses iglesia y no ser una mera agradadora. Ahora me estoy formando para practicar la verdad en cada detalle y me siento muy en paz y llena de gozo. Gracias por entero a la guía y gracia de Dios, puedo escapar de la angustia, la ansiedad y la preocupación. ¡Le estoy realmente agradecida! ¡Toda la gloria sea para Dios Todopoderoso!
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