Reflexiones tras usar a la persona equivocada
En el verano de 2020 me encargaba del trabajo con textos de la iglesia. Un día observé que Yang Can tenía el don de la palabra y que era una escritora muy buena. Su pensamiento se evidenciaba en su enseñanza de la verdad y era entusiasta en el deber. Quería que trabajara con textos. Tras algunas indagaciones, descubrí que la mayoría de los hermanos y hermanas creían que tenía un carácter arrogante, que siempre quería que le hicieran caso y que era difícil cooperar con ella, pero que podía aceptar la poda y el trato, hacer introspección y conocerse. Pensé para mis adentros: “Aunque sea un poco arrogante, siempre y cuando pueda aceptar la poda y el trato, antes o después se transformará, así que no debería haber mucho problema”. Por ello, dispuse que empezara a trabajar con textos. Para corroborar lo que pensaba, cuando vi a Yang Can, le revelé que era arrogante y no aceptaba sugerencias ajenas y le enseñé que esa era la senda de un anticristo, a fin de comprobar qué entendía ella. Con gesto arrepentido, me dijo: “Hermana, de no haber sido por tu enseñanza, no habría descubierto la gravedad de este problema. Sí soy de naturaleza arrogante; quiero arrepentirme”. Al ver que Yang Can tenía cierta conciencia y que parecía algo arrepentida, lo consideré una confirmación de que no tenía ningún problema importante. Además, era entusiasta en el deber, por lo que la elegí líder del equipo. Sin embargo, al poco tiempo, poco resultado estaba dando el trabajo que gestionaba. Una colaboradora, la hermana Li Xinming, fue a ver qué pasaba y descubrió que Yang Can y otra hermana no sabían trabajar juntas, pero, por medio de algunas enseñanzas, Yang Can adquirió cierto autoconocimiento. No le di mucha importancia al asunto. Una vez, en una reunión, mi líder me advirtió que Yang Can era bastante arrogante y que siempre quería que le hicieran caso, que iba por la senda de un anticristo y que había cometido graves transgresiones anteriormente. Quería que siguiera y supervisara más el trabajo de Yang Can y me pidió información sobre cómo lo estaba haciendo, pero por entonces yo estaba muy segura de mí misma y, confiada, le dije a la líder: “Cierto, Yang Can es bastante arrogante, pero puede aceptar la poda y el trato, así que es una persona adecuada”. También le expliqué a la líder la ocasión en que traté con Yang Can. Luego no le di mucha importancia a su advertencia.
Un par de meses más tarde, la labor a cargo de Yang Can aún no se había recuperado. Cuando fui a investigarlo, Yang Can me informó que, en el equipo, la hermana Lin Lan tenía poca aptitud y todavía no captaba los principios. Yang Can tenía que ayudarla en todos los problemas, lo que le consumía mucho tiempo y le impedía hacer el trabajo con rapidez. Eso era lo que demoraba el trabajo. Al saberlo, me pareció que su falta de resultados debía de ser un problema de Lin Lan. Después dijo Xinming: “El trabajo de este equipo nunca da resultado. Si Yang Can es su líder, ¿el problema no es de ella?”. Cuando lo oí, no pude estar más en desacuerdo. Contesté: “Yang Can es bastante arrogante pero capaz de aceptar la poda y el trato, comprende bien los principios y lleva una carga en el deber. Es imposible que la falta de resultados sea problema suyo. A Lin Lan le falta mucha aptitud, así que ella es la que demora el progreso del trabajo. Siempre y cuando hagamos los cambios de personal adecuados, Yang Can puede aprovechar sus puntos fuertes y seguro que mejora su trabajo”. Como mis colaboradoras no conocían muy bien a Yang Can, accedieron a trasladar a Lin Lan tras mis palabras. Poco después envié a Yang Can a trabajar con unos hermanos y hermanas que se estaban formando en el trabajo con textos, con el fin de que ayudara a orientar su labor. Supuse que, si dejaba que Yang Can formara a estos hermanos y hermanas durante un tiempo, seguro que progresarían en su trabajo.
Transcurrido un mes, descubrimos que todos se habían vuelto negativos y pasivos en el deber y decían que tenían poca aptitud. Y no solo no lo hacían mejor, sino que su eficacia estaba cayendo. Estaba muy confundida. Antes de llegar Yang Can, todos los hermanos y hermanas eran muy entusiastas; entonces, ¿por qué se deprimieron tras su llegada? Xinming me comentó que a ella le parecía que Yang Can tenía un problema y me preguntó qué clase de persona era ella, pero yo seguía empeñada en que Yang Can era alguien que aceptaba la verdad. Xinming prosiguió: “Puede aceptar la poda y el trato delante de ti, pero a veces es muy reacia cuando le señalamos sus problemas”. Estaba sorprendida: ¿me había dejado engañar por una falsa imagen de Yang Can? Por ello, luego mandé a la hermana Xin Yi que analizara detalladamente la situación in situ. Descubrió que Yang Can siempre ejercía su autoridad sobre el equipo y que, si alguien expresaba una idea distinta, ella no paraba de hablar para anularla y todos hacían al final lo que ella quería. Con el tiempo, como no dejaba de desechar las ideas de todos los hermanos y hermanas, estos creyeron tener muy poca aptitud para ese deber y dejaron de plantear opiniones en los debates de trabajo: solo escuchaban a Yang Can. Yang Can no solo no hacía introspección, sino que solía quejarse de que tenía demasiada presión y de que era la única preocupada por el trabajo, con lo que creían que eran ellos los que hacían que fuera infructuoso y se sentían aún más deprimidos. Según Xin Yi, Yang Can siempre actuaba así. Me sentí fatal al enterarme de todo esto. Sus palabras fueron como una sucesión de bofetadas. Vi que Yang Can había actuado de forma falsa delante de mí para despistarme y engañarme. No tenía auténtico autoconocimiento y no era alguien que aceptara la verdad en absoluto. Fue entonces cuando entendí que la falta de resultados del trabajo con textos la había provocado exclusivamente yo por estar ciega, carecer de discernimiento y usar a la persona equivocada. Después, las colaboradoras y yo destituimos a Yang Can por su conducta.
Tras la destitución de Yang Can me puse a reflexionar sobre el motivo real de mi error. Un día leí este pasaje de las palabras de Dios. “Entonces, ¿cómo se debe medir si alguien ama la verdad? Depende de lo que manifiesten habitualmente, y de si viven o no la realidad de la verdad, si hacen lo que dicen, si lo que dicen y lo que hacen es lo mismo. Si lo que dicen suena coherente y conveniente, pero sin embargo no lo hacen, no lo viven, entonces en esto se han convertido en uno de los fariseos, son hipócritas, y no se trata en absoluto de alguien que ama la verdad. Muchas personas suenan muy coherentes cuando comunican con la verdad, pero no son conscientes cuando muestran un brote de carácter corrupto. ¿Se trata de personas que se conocen a sí mismas? Si no es así, ¿son personas que entienden la verdad? Todos los que no se conocen a sí mismos son personas que no entienden la verdad, y todos los que hablan palabras vacías de autoconocimiento tienen una falsa espiritualidad, son mentirosos. […] Entonces, ¿cuál debe ser la base para evaluar si las personas se conocen realmente a sí mismas? No debe ser solo lo que sale de sus bocas. También hay que ver lo que se manifiesta realmente en ellas, y el método más sencillo es observar si son capaces de practicar la verdad: esto es lo más esencial. Su capacidad de practicar la verdad demuestra que realmente se conocen a sí mismos, porque los que realmente se conocen a sí mismos manifiestan arrepentimiento, y solo cuando las personas manifiestan arrepentimiento se conocen realmente a sí mismas. Por ejemplo, una persona puede saber que es astuta, que rebosa de planes y conspiraciones mezquinas, y también puede saber cuándo otros revelan engaño. En ese caso, después de que hayan dicho que fueron astutos en algún momento, fíjate en si se arrepienten de verdad y se desprenden de su engaño. Y si vuelven a revelar su engaño, fíjate en si sienten reproche y vergüenza por haberlo hecho, en si su arrepentimiento es sincero. Si no tienen sentido de la vergüenza, y mucho menos del arrepentimiento, entonces su autoconocimiento es algo superficial y chapucero. Se limitan a actuar por inercia; el suyo no es un conocimiento verdadero” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a buscar la verdad). Al meditar las palabras de Dios, me di cuenta de que tenía una deficiente capacidad para evaluar y seleccionar a la gente. No podemos evaluar a otros en función de la comprensión que declaren tener. La clave es ver cómo abordan los problemas que se encuentran y lo que hacen. Los que realmente aman la verdad saben aceptarla y, cuando les pasan cosas, son capaces de buscarla y de hacer introspección, y después pueden arrepentirse y transformarse. Los que no aman la verdad pueden decir cosas bonitas, pero luego hacen lo que les place sin practicar para nada la verdad. Por muy bueno o profundo que parezca su entendimiento, es todo falso. Como los fariseos: lo que decían sonaba muy bien, muy elevado, pero en el fondo estaban hartos de la verdad. No ponían en práctica las palabras de Dios ni obedecían Sus mandamientos en absoluto. Cuando apareció y obró el Señor Jesús, se resistieron a Él y lo condenaron frenéticamente por preservar su estatus y su medio de vida. Acabaron crucificándolo, con lo que cometieron el pecado más atroz. Evidentemente, el conocimiento espiritual del que siempre hablaban los fariseos era para que los oyeran y para recibir la admiración y estima ajenas. Todo falso.
En mi relación con Yang Can, la creía capaz de aceptar la verdad porque admitía que su naturaleza era arrogante y afirmaba estar dispuesta a arrepentirse. Sin embargo, en realidad lo decía delante de mí para que yo pensara que podía aceptar la poda y el trato. Lo hacía a fin de disimular y conservar su reputación y estatus creando con una imagen falsa para darme gato por liebre y engañarme. Realmente no aceptaba la verdad en absoluto. No tenía autoconocimiento, y ni mucho menos arrepentimiento ni transformación alguna. Así pues, quería mandar allá donde iba y que todos le hicieran caso. Nadie podía trabajar con ella, lo que ponía su labor patas arriba. Y hasta desvió la culpa, alegando que a otra hermana le faltaba aptitud, para que yo creyera que el trabajo se resentía por aquella hermana. Todo cuanto decía y hacía era teatro, todo destinado a engañar, pero yo era necia, ciega y carente de discernimiento. Al dejarme engañar totalmente por sus mentiras, trasladé a esa hermana y consideré que Yang Can era responsable y asumía una carga en el deber. Eso terminó demorando el trabajo de la iglesia. ¡Estaba ciega en todos los sentidos! Sentí un hondo pesar y culpa cuando me di cuenta, sobre todo cuando leí estas palabras de Dios: “Todos los falsos líderes son ciegos. No ven ningún problema. No distinguen quién es malvado o incrédulo. No están al tanto cuando alguien se entromete o interrumpe el trabajo de la iglesia y hasta dan puestos importantes a idiotas. Los falsos líderes tienen gran confianza en todos aquellos a los que ascienden, a quienes confían alegremente trabajos importantes. Estas personas echan a perder el trabajo de la iglesia y traicionan muchos de los intereses de la casa de Dios, pero los falsos líderes lo ignoran por completo. […] Al utilizar a una persona equivocada, ya han cometido un gran error, que luego agravan por no hacer nunca preguntas, no tratar de obtener más información y no investigar el trabajo de esta persona; tampoco supervisan ni observan. Lo único que hacen es tolerar sin cuestionamientos que esta persona actúe caprichosamente. Así trabajan los falsos líderes. Cuando en un trabajo falta gente, los falsos líderes disponen alegremente que alguien sea responsable, y se acabó; nunca inspeccionan el trabajo ni van realmente a conocer a la persona, observarla y procurar obtener más información. En algunas áreas, la situación no es propicia para reunirse y conversar con la persona, pero debes indagar sobre su trabajo y encontrar el modo de preguntar qué hace y cómo: pregunta a los hermanos y hermanas o a alguien cercano a ella. ¿Es factible? No obstante, los falsos líderes ni siquiera preguntan, así de seguros están. Su trabajo es celebrar la asamblea y predicar doctrina, y cuando la asamblea ha terminado y se ha organizado el trabajo, no hacen nada más; no van a ver si la persona que eligieron sabe hacer el trabajo real. Al principio tú no entendías a esta persona, pero, a tenor de su aptitud, su conducta y su fervor, te pareció adecuada para este trabajo, por lo que la utilizaste, y esto no tiene nada de malo, pues nadie sabe cómo resultará la gente. Sin embargo, tras ascenderla, ¿no deberías investigar si hace un trabajo práctico, cómo trabaja y si ha tratado de ser escurridiza, perezosa y negligente? Esto es justo lo que deberías hacer, pero no haces nada de eso, no asumes ninguna responsabilidad, lo que supone ser un falso líder, y deberías ser relevado y descartado” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Las palabras de Dios revelan a este tipo de falso líder, que no hace un trabajo práctico, negligente y sin principios al ascender y formar a otra gente, y que asigna al azar tareas importantes a personas que no encajan con los principios. También es muy irresponsable y, cuando nombra a la persona equivocada, no la supervisa ni sigue su trabajo; pasa página en cuanto alguien está en su puesto. Esto interrumpe enormemente la labor de la iglesia. Me sentí fatal por todo lo que había hecho. ¿No era una falsa obrera que no solo carecía de discernimiento y agudeza, sino que tampoco hacía un trabajo práctico? Era obvio que Yang Can era una persona arrogante que iba por la senda de un anticristo, que interrumpía al equipo atacando y limitando a los hermanos y hermanas, pero yo no tenía ni idea y creía todo cuanto decía, con lo que la protegía y dejaba que desbaratara y perturbara la labor de la iglesia. ¡Estaba ciega con los ojos bien abiertos! Al principio me faltó discernimiento y elegí a Yang Can, pero cuando su desempeño era flojo continuamente, no lo investigaba ni estudiaba la situación de su trabajo, y cuando mi líder y mis colaboradoras me lo decían, seguía sin darle importancia y optaba, en cambio, por creer nada más que lo que veía. Esto nos costó varios meses de trabajo. Peor todavía, yo era consciente de que el trabajo a cargo de Yang Can era un desastre, pero seguía creyendo que tenía talento y dispuse que formara a personal nuevo. En consecuencia, a raíz de su denigración y sus ataques, los hermanos y hermanas vivían en un estado de malentendidos y negatividad que repercutía en su trabajo. Si yo hubiera tenido siquiera un poco de responsabilidad y deseo de buscar, habría seguido y supervisado el trabajo de Yang Can y no se habría tardado tanto en descubrir sus problemas. Esto perjudicó mucho el trabajo. Un líder u obrero con auténtico sentido de la responsabilidad y temor de Dios asume cargas y hace las cosas con principios. Es cauto respecto a quién asciende y nombra, investiga a esa persona y procede a supervisar su trabajo para ver si realmente está a la altura de él. Sobre todo cuando no está seguro, supervisa e investiga las cosas aún más y traslada o destituye a la gente en cuanto descubre que no es adecuada. Esto evita pérdidas al trabajo de la iglesia derivadas de una elección incorrecta. Sin embargo, yo elegí a Yang Can en contra de los principios y luego no supervisé ni seguí su trabajo. Incumplí mi deber y fui irresponsable. Era de esos falsos obreros, expuestos en la palabra de Dios, que no hacen un trabajo práctico.
Me sentí inquieta mucho tiempo después de aquello. Si sabía que Yang Can era muy arrogante, ¿por qué no supervisaba su trabajo? ¿Por qué confié tanto en ella pese a las alertas de todos? Le daba vueltas a la cabeza una y otra vez. Un día vi este pasaje de las palabras de Dios. “Los falsos líderes también tienen un gran defecto: Se apresuran a confiar en la gente basándose en sus propias imaginaciones. Y esto se debe a que no entienden la verdad, ¿no es así? ¿Cómo revela la palabra de Dios la esencia de la humanidad corrupta? ¿Por qué deberían confiar en la gente cuando Dios no lo hace? En lugar de juzgar a las personas por las apariencias, Dios vigila constantemente sus corazones; entonces, ¿por qué deberían los falsos líderes mostrarse tan despreocupados cuando juzgan a otros y depositan su confianza en ellos? Los falsos líderes son demasiado engreídos, ¿no es así? Piensan: ‘No estaba equivocado cuando noté a esta persona. Nada podría salir mal; desde luego no es alguien que pierda el tiempo, que le guste divertirse y odie el trabajo duro. Es totalmente fiable y de confianza. No va a cambiar; si lo hiciera, eso significaría que me he equivocado con él, ¿no?’. ¿Qué clase de lógica es esta? ¿Acaso eres un experto? ¿Tienes visión de rayos X? ¿Esta es tu habilidad especial? Podrías vivir con esta persona durante uno o dos años, pero ¿serías capaz de ver quién es en realidad sin un entorno adecuado que deje su naturaleza y esencia totalmente al descubierto? Si no fueran expuestos por Dios, podrías vivir junto a ellos durante tres o incluso cinco años, y seguirías teniendo dificultades para ver qué tipo de naturaleza y esencia tienen. ¿Y cuánta más verdad hay en esto cuando rara vez los ves o estás con ellos? Confías alegremente en ellos basándote en una impresión fugaz o en la valoración positiva de alguien, y te atreves a confiar el trabajo de la iglesia en gente así. ¿Acaso no estás siendo extremadamente ciego? ¿Acaso no estás siendo impetuoso? Y cuando trabajan así, ¿acaso no son los falsos líderes extremadamente irresponsables?” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). “Si tu actitud es la de insistir obstinadamente, negar la verdad, rechazar las sugerencias ajenas, no buscar la verdad, tener fe solo en ti mismo, y hacer solo lo que tú quieres, si esta es tu actitud independientemente de lo que Dios haga o pida, ¿cuál será Su reacción? Dios no te presta atención, te deja de lado. ¿Acaso no eres díscolo? ¿No eres arrogante? ¿No crees que siempre tienes la razón? Si careces de obediencia, si jamás buscas, si tu corazón está totalmente cerrado y se resiste a Dios, entonces Él no te presta atención. ¿Por qué Dios no te presta atención? Porque si tu corazón está cerrado a Él, ¿puedes aceptar Su esclarecimiento? ¿Puedes sentir cuando Dios te reprocha? Cuando las personas son intransigentes, cuando aflora su naturaleza satánica y bárbara, no sienten nada de lo que hace Dios, no sirve de nada; así que Él no hace obra inútil. Si tienes tal actitud obstinadamente antagonista, lo único que hace Dios es mantenerse oculto de ti; Él no hace cosas superfluas. Cuando eres así de obstinadamente antagonista y así de cerrado, Dios jamás haría nada a la fuerza en ti, ni te forzaría a hacer nada, nunca seguiría intentando conmoverte y esclarecerte, una y otra vez; Dios no actúa así. ¿Por qué no actúa así Dios? Principalmente porque Él ha observado cierto tipo de carácter en ti, cierta brutalidad que está harta de la verdad y es inmune a la razón. ¿Y crees que la gente puede controlar a un animal salvaje cuando aflora su brutalidad? ¿Sirve de algo gritarle y chillar? ¿Tiene alguna utilidad razonar con él o intentar tranquilizarlo? ¿Se atreve la gente a acercarse a él? Existe una forma adecuada de describirlo: es inmune a la razón. Cuando aflora la brutalidad de la gente y esta es inmune a la razón, ¿qué hace Dios? Dios no le presta atención. ¿Qué más ha de decirte Dios cuando eres inmune a la razón? Decir algo más es inútil. Y cuando Dios no te presta atención, ¿eres bendecido o sufres? ¿Recibes algún beneficio o pierdes algo? Sin duda que pierdes. ¿Y quién lo causó? (Nosotros). Tú lo causaste. Nadie te obligó a actuar así, pero de todos modos te sientes mal. ¿No te causaste esto a ti mismo? Dios no te presta atención, no puedes sentir a Dios, hay oscuridad en tu corazón, tu vida está en riesgo; y te causaste esto a ti mismo, ¡te lo mereces!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte).
Las palabras de Dios revelaban mi estado preciso. En el deber no buscaba para nada los principios de la verdad. Estaba segura de mí misma y era arrogante e intransigente. Me habían advertido reiteradamente, pero no escuchaba y me aferraba con obstinación a mis ideas. Era muy irracional. Antes no conocía en absoluto a Yang Can, y cuando oí las evaluaciones de otros acerca de ella, me guié por mis fantasías y pensé que solo tenía un carácter arrogante y que eso no era gran cosa. Hablé con ella, la revelé y, como aparentemente lo admitió y expresó arrepentimiento, supuse que aceptaba la verdad. Me fié totalmente de lo que vi y no tuve intención de buscar. En las palabras de Dios leí: “En lugar de juzgar a las personas por las apariencias, Dios vigila constantemente sus corazones; entonces, ¿por qué deberían los falsos líderes mostrarse tan despreocupados cuando juzgan a otros y depositan su confianza en ellos? Los falsos líderes son demasiado engreídos, ¿no es así?” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Dios es el Señor de la creación y puede examinarlo todo. Dios no se guía por las apariencias de la gente. Solo soy un ser humano corrupto que no tiene ninguna verdad ni clarividencia sobre nada, pero era muy arrogante y creí lo que vi brevemente, me fié de Yang Can a la ligera y la ascendí a líder de equipo. Sin importar cómo me alertaran ni lo mal que estaba su trabajo, seguía estando segura de que era imposible que la hubiera juzgado mal. Eso retrasó el trabajo varios meses. Era muy arrogante e intransigente. ¿Eso era cumplir con un deber? ¡Estaba haciendo el mal! La gente está hondamente corrompida por Satanás, y nuestro carácter corrupto, hondamente arraigado. Antes de alcanzar la verdad y transformar nuestro carácter, vivimos de acuerdo con nuestro carácter satánico. Somos arrogantes, astutos y totalmente indignos de confianza. En cuanto a la naturaleza y esencia de alguien, si no comprendemos la verdad y no hace mucho que conocemos a la persona, es difícil saber cómo son. Sin embargo, yo era arrogante y estaba segura de mí misma. Ni comprendía la verdad ni sabía examinar a la gente, pero me aferraba, obstinada, a mis ideas y fantasías. Sin importar cómo me alertara la gente, me negaba a admitir lo que dijera. Continuaba haciendo lo que quería. Era muy irracional. Recordé que, para Dios, los fariseos eran “tozudos y arrogantes”, “y no obedecían la verdad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Rebosaban nociones y fantasías hacia la obra de Dios. Cuando apareció el Señor Jesús para obrar, se aferraron inflexiblemente a sus nociones. Por muy autorizadas y poderosas que fueran la obra y las palabras del Señor Jesús, no las aceptaron en absoluto, sino que lo negaron y condenaron desenfrenadamente a Él y acabaron crucificándolo. Su terquedad, arrogancia y ausencia de razón hicieron que no aceptaran la obra de Dios, sino que lo condenaran y se resistieran a Él, y que terminaran castigados y maldecidos por Él. Vi entonces que el carácter que yo había exhibido era como el de los fariseos y que iba por la senda de los fariseos, de resistencia a Dios. Si no abordaba mi carácter arrogante e intransigente, por su culpa me resistiría a Dios, tarde o temprano ofendería Su carácter y Él me abandonaría y descartaría. Me asusté mucho al darme cuenta de esto y me apresuré a orar, confesar y arrepentirme.
Luego leí unas palabras de Dios que dicen: “Hagas lo que hagas, debes aprender a buscar y obedecer la verdad; siempre que algo esté de acuerdo con los principios de la verdad, es correcto. Pueden ser las palabras de un niño, o de un joven hermano o hermana normal, pero, siempre que estén de acuerdo con la verdad, debes aceptar y obedecer, lo que dará un buen resultado acorde con la voluntad de Dios. La clave radica en cuál es tu motivación y cuáles tus principios y métodos al abordar las cosas. Si tus principios y métodos para abordar las cosas nacen de la voluntad humana, de ideas y nociones humanas, de las filosofías de Satanás, entonces, tus principios y métodos no son prácticos y están destinados a ser ineficaces, ya que su origen es incorrecto, y no están de acuerdo con los principios de la verdad. Si tus opiniones están de acuerdo con los principios de la verdad y tú abordas las cosas de acuerdo con ellos, seguro que las abordas correctamente; incluso si, en su momento, la gente no lo acepta, tiene nociones o se resiste, con el tiempo serás legitimado. Los resultados de las cosas que están de acuerdo con los principios de la verdad son cada vez mejores; puede que las cosas que no están de acuerdo con los principios de la verdad encajen con las nociones de la gente en su momento, pero las consecuencias serán cada vez peores y la gente lo corroborará. Nada de lo que hagas debe estar sujeto a limitaciones humanas ni a tu propia definición; primero debes orar a Dios y buscar la verdad, y luego todos debéis indagar y compartir. ¿Y para qué se comparte? Para hacer las cosas de preciso acuerdo con la voluntad de Dios, para actuar de acuerdo con la voluntad de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La senda para corregir un carácter corrupto). La lectura de este pasaje me aportó un camino que recorrer. Al afrontar algo debemos buscar la verdad. No podemos ser arrogantes ni actuar según nuestras nociones y fantasías personales. Tenemos que hacernos a un lado, pedir sugerencias, escuchar a los demás y hacer las cosas según los principios de la verdad. Solo si cumplimos así con el deber podemos recibir la guía de Dios y lograr resultados en el trabajo. Con eso también podemos asegurarnos de no hacer el mal y no resistirnos a Dios. Aprendí una lección de este error y me esforcé por actuar según las palabras de Dios, por pedir sugerencias cuando surgiera cualquier cosa y por dejar de aferrarme a mis opiniones e ideas.
Pronto notamos que, desde que habían ascendido a Wang Juan a supervisora, era obvio que flaqueaba el progreso del trabajo de su equipo. Lo debatimos algunos colaboradores y yo. Xin Yi se preguntaba si eso tenía algo que ver con Wang Juan. Yo pensaba que, aunque Wang Juan era algo arrogante, parecía anhelar mucho la verdad y había mostrado gran sinceridad cuando se le señaló un problema suyo. No me parecía que fuera problema de ella. A punto de compartir mi opinión, recordé la lección que había aprendido de mi error anterior. Como Xin Yi comentó que Wang Juan podría tener un problema y yo no conocía la verdad ni estaba segura sobre el asunto, no podía ser arrogante y terca. Recordé unas palabras de Dios: “Si las personas desean que Dios las esclarezca y guíe, además de recibir las gracias de Dios, ¿qué clase de actitud han de tener? Deben tener a menudo una actitud de buscar y obedecer ante Dios. Ya estés cumpliendo con tu deber, interactuando con otros o lidiando con un asunto particular al que te enfrentas, debes tener una actitud de búsqueda y obediencia” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Sin comprender plenamente la situación, no podía juzgar a ciegas si los malos resultados del trabajo guardaban relación con Wang Juan. Necesitaba una comprensión real de las cosas, escuchar las sugerencias de todos y luego decidir en función de los principios. Más tarde, a base de consultar y de hablar de las verdades pertinentes con los demás colaboradores, descubrí que Wang Juan tenía un carácter arrogante, siniestro y astuto. Por conservar su reputación y estatus, en los debates de trabajo con los demás, siempre soltaba opiniones altisonantes y presumía de conocimiento profesional para rechazar disimuladamente las perspectivas de otros y hacer que la escucharan. Y, para que no dijeran que era autoritaria, alegaba con falsa humildad: “Dudo de si estoy en lo cierto” o “tal vez no tenga razón”, con lo que todos creían que sabía lo que hacía, le seguían el juego ciegamente y hacían lo que ella quería. En consecuencia, su trabajo siempre se demoraba y no llegaban a ningún lado. Aunque parecía que Wang Juan pedía opinión al resto, en el fondo no aceptaba para nada la verdad. Actuaba de forma falsa para ocultar su naturaleza autoritaria, para descarriar a otros, controlarlos y hacer que la escucharan. Después leímos unas palabras de Dios sobre el uso de los dones en el trabajo que evidenciaron aún más que Wang Juan no comprendía los principios. Con su elocuencia, su buena memoria y las doctrinas que recordaba, se lucía, pero realmente no tenía ninguna senda de práctica. Por su desempeño continuado vimos que iba por la senda de un anticristo, y la destituimos de acuerdo con los principios. Tras su destitución, enseguida se resolvieron los problemas del trabajo del equipo y el trabajo progresó.
Por medio de esta experiencia, llegué a entender de veras que no buscar los principios de la verdad en el deber y apoyarnos únicamente en un carácter arrogante al actuar implica que podemos hacer el mal y resistirnos a Dios en cualquier momento, con lo que ofenderemos Su carácter. También logré comprender la importancia de buscar la verdad y de contemplar a las personas y cosas según la palabra de Dios. Es la única vía para no hacer las cosas mal y para satisfacer a Dios en el deber. ¡Gracias a Dios!