Mi reflexión tras perder mi deber

27 Mar 2025

Por Ding Xiao, China

En octubre de 2015, estaba a cargo del trabajo de video en la iglesia. Dos meses después, debido a la gran carga de trabajo, los líderes de la iglesia enviaron a la hermana Wang Yan a colaborar conmigo. En aquel momento me sentí muy feliz, porque ya nos conocíamos de antes. Ella llevaba más de un año haciendo videos y tenía bastante buenas habilidades. Pensé que, al trabajar juntas, seríamos capaces de hacer mejor el trabajo. Más adelante, le enseñé con paciencia a revisar los videos según los principios. De a poco, empezó a captar algunos de los principios.

Una vez, tuve que ausentarme unos días. Cuando regresé, Wang Yan me dijo que había revisado y enviado varios videos directamente, tras confirmar que no tenían problemas, y que también se había encargado de algunas tareas que los líderes nos habían asignado. Al oír esto, me sentí algo disconforme y pensé: “Antes, los líderes siempre hablaban conmigo para manejar los asuntos. ¡Me he ausentado solo unos días y ya han empezado a asignarte todas estas tareas a ti!”. Sentí que los líderes no me valoraban, lo que me molestó bastante, así que le respondí de mala gana. Cuando vi que los hermanos y hermanas acudían a Wang Yan para que se encargara de muchos asuntos, de repente me sentí relegada. Al verla responder con diligencia y entusiasmo a las preguntas de los demás, me sentí aún más inquieta y pensé: “¿Cómo es posible que todo lo que antes se suponía que era mío ahora te pertenece? Llevo más tiempo que tú en este deber y antes era tu supervisora. En cuanto a experiencia, capacidad para compartir la verdad y resolver problemas, y habilidades profesionales, ¡no soy inferior a ti!”. Como no quería quedar en un segundo plano, me puse en contacto con los hermanos y hermanas para saber cómo avanzaba su trabajo y les dije que había regresado y que podían seguir hablando sobre los asuntos conmigo, como de costumbre. Para afianzar mi posición, no quería que Wang Yan se involucrara demasiado en el trabajo, así que manejé algunas tareas por mi cuenta, no me comuniqué con ella como lo había hecho antes y me limitaba a informarle al respecto después. Unas cuantas veces, cuando me preguntó sobre algunos aspectos del trabajo, no le hice caso y le dije que estaba demasiado ocupada. Al ver que estaba claro que quería decir algo, me sobrevino un sentimiento de culpa y me pregunté si me había pasado de la raya. Dado que colaborábamos en el trabajo, debíamos analizar los asuntos y hablar sobre ellos juntas. Sin embargo, cuando pensé que permitirle participar en el trabajo y familiarizarse con él haría que los demás acudieran a ella y me dejaría sin oportunidades para hacerme un nombre, en última instancia, no la dejé participar en el trabajo. Un día, los líderes nos enviaron un video de un himno para que revisáramos si tenía problemas. Después de verlo, no encontré ninguno, pero, para mi sorpresa, Wang Yan sugirió muchas modificaciones detalladas, y los líderes estuvieron de acuerdo con su opinión. Esto me molestó mucho, y pensé: “Antes, los líderes me valoraban mucho, pero ahora tú estás acaparando todas las miradas. Llevo más tiempo que tú en este deber y antes supervisaba tu trabajo, pero ahora que parezco inferior a ti, ¿qué pensarán los demás de mí?”. A partir de entonces, al revisar videos, no quise hablarlos con ella y me limité a analizarlos y evaluarlos por mi cuenta. Más adelante, los líderes dijeron que las modificaciones que había sugerido eran apropiadas. La aprobación de los líderes me hizo sentir muy feliz. Cuando vi que los líderes señalaban las desviaciones y problemas de Wang Yan, me alegré en secreto y pensé: “Después de todo, llevo más tiempo que tú en este deber y sé más cosas”.

Un tiempo después, los líderes nos pidieron organizar una reunión de equipo para que todos estudiáramos e intercambiáramos habilidades profesionales. Como las habilidades de Wang Yan eran mejores que las mías, ella fue la anfitriona de la reunión. Aunque estaba algo nerviosa, actuó con normalidad y los hermanos y hermanas participaron activamente en los debates e intercambios. Volví a sentirme celosa y desequilibrada. Pensé: “¡Estás acaparando toda la atención!”. Durante la reunión, Wang Yan me preguntó, de vez en cuando, si tenía algo que añadir. Pensé: “Ahora todos te prefieren, así que encárgate tú sola de la reunión. ¡No quiero ser tu segundona!”. Así que la ignoré. Al ver que no le decía nada, ella tuvo que ser considerada con mis sentimientos mientras daba la reunión. Cuando la reunión terminó, cada vez más hermanos y hermanas la buscaron para pedirle ayuda y se intensificaron mis celos y mi resentimiento. Pensé: “Si no estuvieras aquí, todos acudirían a mí para que los ayude con sus problemas. ¡Ahora eres tú la que lleva la delantera!”. Me sentí muy molesta. Wang Yan pareció darse cuenta de lo que pensaba y, con cautela, me preguntó si quería participar en el estudio. Su invitación hizo que me dieran aún menos ganas de participar y pensé: “Es como si me estuviera convirtiendo en su subordinada. ¡Qué degradante!”. Así que rechacé su invitación, con la excusa de que estaba demasiado ocupada con el trabajo. Luego, aunque estaba ocupada con mi trabajo, seguía intranquila por dentro. Wang Yan tenía cada vez más oportunidades de brillar. Cuando la veía hablar con emoción sobre lo que había ganado en el estudio, pensaba que ella estaba presumiendo, me abrumaban emociones negativas y me sentía realmente angustiada. Acudí a Dios para orar y buscar. Entonces, encontré estas palabras de Dios: “Algunas personas siempre temen que otros sean mejores que ellas o estén por encima de ellas, que otros obtengan reconocimiento mientras a ellas se les pasa por alto, y esto lleva a que ataquen y excluyan a los demás. ¿Acaso no es eso envidiar a las personas con talento? ¿No es egoísta y despreciable? ¿Qué tipo de carácter es este? ¡Es malicia! Aquellos que solo piensan en los intereses propios, que solo satisfacen sus propios deseos egoístas, sin pensar en nadie más ni considerar los intereses de la casa de Dios tienen un carácter malo y Dios no los ama(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). “En todo lo que involucre la reputación, el estatus o una oportunidad de destacar —por ejemplo, cuando os enteráis de que la casa de Dios planea promover diversos tipos de individuos con talento—, el corazón de cada uno de vosotros salta de emoción y queréis haceros un nombre y poneros en el centro. Todos queréis pelear por el estatus y la reputación. Esto os avergüenza, pero os sentiríais mal si no lo hacéis. Sentís envidia, odio y se queja cuando veis que alguien sobresale, os parece injusto: ‘¿Por qué yo no puedo sobresalir? ¿Por qué siempre se llevan otros el foco? ¿Por qué no me toca nunca a mí?’. Y cuando sentís resentimiento, tratáis de reprimirlo, pero no podéis. Oráis a Dios y os sentís mejor un rato, pero cuando os encontráis nuevamente con este tipo de situación, seguís sin poder superarla. ¿No es esta una manifestación de una estatura inmadura? Cuando se sume la gente en semejantes estados, ¿no ha caído en la trampa de Satanás? Estos son los grilletes de la naturaleza corrupta de Satanás que atan a los humanos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Lo que Dios puso al descubierto era exactamente mi estado: estaba atrapada en un estado de celos hacia Wang Yan y no podía escapar. Al principio, podía colaborar con ella con normalidad, porque los líderes y los hermanos y hermanas acudían a mí para asuntos de trabajo, yo estaba a cargo de organizar y manejar tanto los asuntos grandes como los pequeños y tenía una posición dominante en el equipo. Pero cuando vi que Wang Yan empezaba a destacarse de a poco, se ganaba la aprobación de los líderes y todos acudían a ella con sus problemas, sentí que mi estatus estaba amenazado y no estaba dispuesta a dejar que me superara. Para asegurar mi posición, empecé a excluirla e impedí que asumiera más trabajo. Me molestó ver que los líderes aprobaran sus sugerencias, así que, cuando después revisaba videos, evitaba hablar e intercambiar ideas con ella. En cambio, me esforzaba en secreto, con la esperanza de proponer mejores modificaciones que ella para eclipsarla. Cuando los líderes señalaron sus desviaciones y problemas en la revisión de videos, en lugar de colaborar con ella para resumir estas cuestiones y hablarlas, me alegré en secreto y deseé con ansias que los líderes no prefirieran sus sugerencias para que yo pudiera destacarme. Cuando Wang Yan fue anfitriona de la reunión de estudio e intercambio y vi que se destacaba durante la reunión, me puse celosa y fui despectiva con ella. Evité trabajar con ella a propósito para ponerle las cosas difíciles, lo que hizo que sintiera que yo la limitaba. Más tarde, al verla que se destacaba cada vez más, mientras mi propia presencia se desvanecía, empecé a sentir un rechazo cada vez mayor hacia ella y viví en un estado de celos y resentimiento. La carga de trabajo de la revisión de videos era considerable y los líderes habían enviado a Wang Yan a colaborar conmigo para asumir la carga del trabajo de video y producir más videos para dar testimonio de Dios. Pero, para proteger mi estatus, no tuve en cuenta ni el trabajo de la iglesia ni sus sentimientos. Todo lo que hacía era para excluirla y limitarla. Sin darme cuenta, estaba perturbando y obstaculizando el trabajo de video. ¡Fui realmente egoísta y despreciable y carecía de humanidad! Al darme cuenta de todo esto, oré a Dios arrepentida y expresé mi voluntad de colaborar con Wang Yan para hacer bien nuestros deberes.

Después de un tiempo, al ver lo mucho que avanzaban sus habilidades profesionales, me di cuenta de que estaba volviendo a competir con ella desmedidamente. Sin embargo, cuanto más competía, más oscuro se volvía mi corazón. Al revisar videos, ella señalaba problemas de principios, mientras que yo solo detectaba cuestiones menores que no estaban relacionadas con los principios. Me sentía muy avergonzada y le tenía aún más celos y resentimiento. Una vez, habló conmigo sobre algunas sugerencias para modificar un video. En verdad, sus sugerencias eran razonables, pero sentí que aceptarlas me haría parecer inferior a ella. Así que seguí rechazando sus sugerencias sin considerar los principios. Al final, ella no se atrevió a insistir en su opinión porque sintió que yo la limitaba e hizo las modificaciones según lo que yo decía. Como consecuencia, los líderes vieron que el video modificado era peor que el original. Nos preguntaron por qué el video había salido de esa manera. Yo me limité a admitir, restándole importancia, que había sido mi arrogancia y mi negativa a aceptar sugerencias lo que había llevado a esa situación. Con el tiempo, Wang Yan se volvió aún más versada en la aplicación de los principios al revisar videos, mientras que yo no podía identificar los problemas, incluso después de ver un video varias veces. Sentí una profunda sensación de oscuridad y abatimiento. Pero lo que más me sorprendió fue que, después de un tiempo, caí enferma de repente y no pude cumplir con mi deber, así que los líderes me enviaron de vuelta a casa para que me recuperara. El día que me fui, miré atrás, vi a Wang Yan ocupada en la computadora y dejé el equipo de mala gana, sintiéndome como un perro que se va con el rabo entre las piernas. Incluso albergué pensamientos malévolos: “¡No creas que eres para tanto! Algún día te verás en mi lugar”.

Al regresar a casa, estaba sola y sentía que mi corazón tenía un vacío y le faltaba rumbo. Pensé en que los hermanos y hermanas estaban trabajando arduamente para hacer sus deberes, mientras que yo no podía hacer ninguno. Esta diferencia entre nosotros me hizo sentir muy angustiada. Haber perdido un deber tan importante me dejó sumida en un profundo arrepentimiento y dolor. Oré y clamé a Dios incontables veces. Más tarde, me di cuenta de que la enfermedad no había sido una coincidencia y entendí que era la reprensión y la disciplina de parte de Dios. Recordé estas palabras de Dios: “Toda la obra que Dios realiza en el hombre tiene sus propias metas y significado; Él no obra sin sentido ni tampoco hace una obra que no sea beneficiosa para el hombre(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor). Al meditar en las palabras de Dios, pensé en que todo lo que Él hace tiene un propósito y que la situación que estaba enfrentando también formaba parte de las orquestaciones y arreglos de Dios y que contenía Su intención. Sentí que debía buscar la verdad y hacer introspección para entender mis problemas. Más adelante, leí dos pasajes de las palabras de Dios: “En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para podar vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. […] Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea podada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser podada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación ni en la entrada personales, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). “La naturaleza corrupta del hombre ama y busca la fama, la ganancia y el estatus, lo único que varía es la manera en la que las personas los buscan y lo expresan. […] Si siempre te centras en la fama, la ganancia y el estatus, si valoras demasiado esas cosas, si ocupan tu corazón y si no estás dispuesto a renunciar a ellas, entonces te controlarán y estarás atado a ellas. Te convertirás en su esclavo y, al final, te arruinarán por completo. Debes aprender a dejar ir estas cosas y hacerlas a un lado, a recomendar a otros y permitirles sobresalir. No luches ni te apresures a sacar ventaja de oportunidades para sobresalir y destacar. Debes ser capaz de dejar de lado tales cosas, pero además no debes demorar el desempeño de tu deber. Sé una persona que trabaja en silencio y anonimato y que no alardea delante de los demás mientras lleva a cabo su deber con lealtad. Cuanto más dejes ir tu orgullo y estatus y más hagas a un lado tus intereses, más en paz te vas a sentir, más luz habrá en tu corazón y más mejorará tu estado. Cuanto más luches y compitas, más oscura se volverá tu condición. Si no me crees, ¡prueba a ver! Si quieres darle la vuelta a esta clase de estado corrupto y que estas cosas no te controlen, debes buscar la verdad y comprender claramente la esencia de tales cosas, y dejarlas de lado y abandonarlas. Si no, cuanto más luches, más oscuro se volverá tu corazón, más envidia y odio sentirás, y tu deseo de obtener estas cosas se hará más fuerte. Cuanto más fuerte sea tu deseo de obtenerlas, menos capaz serás de lograrlo, y tu odio aumentará cuando esto ocurra. A medida que tu odio aumente, te volverás más oscuro por dentro. Cuanto más oscuro seas por dentro, peor se volverá el cumplimiento de tu deber, y cuanto peor lleves a cabo tu deber, menos útil serás para la casa de Dios. Este es un círculo vicioso interconectado. Si nunca cumples bien con tu deber, serás descartado poco a poco(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). La exposición de las palabras de Dios me permitió ver que, después de que Satanás nos corrompe, todos amamos la reputación y el estatus. Cuanto más los buscamos, más nos atan y controlan, somos incapaces de liberarnos y, al final, Dios solo nos desdeñará y descartará por haber cometido muchas maldades. Al reflexionar sobre el tiempo en que trabajé con Wang Yan, cuando mi estatus se vio amenazado, me sentí celosa y la excluí. Cuanto menos dispuesta estaba a aceptarlo, más competía y, cuanto más competía, más se oscurecía mi corazón y más me dolía. Además, no tenía ninguna senda a seguir al hacer mi deber. Ahora estaba enferma y me habían enviado a casa, sin la oportunidad de hacer mi deber. ¡Esto era Dios, que podaba mi deseo de obtener reputación y estatus! No pude sino empezar a reflexionar sobre por qué había llegado a este punto. Las palabras de Dios expusieron que: “Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). Tomé los venenos que Satanás inculca en las personas, como “Yo soy el único soberano”, “Ocupa un mejor puesto que los demás” y “Destácate del resto” como los objetivos a perseguir en la vida. Siempre quise ocupar una posición destacada entre las personas y creía que solo así me sentiría presente y mi vida tendría valor y sentido. Después de convertirme en supervisora, sentí que era una persona con un talento excepcional en la iglesia. Los líderes y los hermanos y hermanas acudían a mí para hablar de asuntos de trabajo y yo era la que revisaba y supervisaba los videos que ellos hacían. Mi vanidad estaba enormemente satisfecha. Después de empezar a trabajar con Wang Yan, cuando ella empezó a destacarse, me puse celosa y fui despectiva con ella. Para proteger mi estatus, la aislé, ignoré y excluí. Pero cuanto más competía, más oscura se volvía mi alma. Al ver que ella hacía su deber con cada vez mayor eficacia, me volví aún más despectiva. Al final, para proteger mi orgullo y estatus, hasta descargué mis frustraciones en mi deber. Seguía rechazando sus sugerencias, independientemente de que fueran adecuadas o no, lo que hizo que hubiera que trabajar de nuevo en los videos y retrasó su progreso. Mientras trabajaba con Wang Yan, como ella tenía mejores habilidades profesionales y yo captaba más principios, nuestra colaboración nos permitía aprovechar las fortalezas y compensar las debilidades de cada una, de modo que los resultados de nuestros deberes pudieran mejorar. Sin embargo, mi deseo de mejorar mi reputación me consumía la mente. Para preservar mi posición dominante en el equipo, la reprimí y excluí, lo que trastornó y perturbó el trabajo de video y le puso limitaciones a ella. Al vivir según estos venenos satánicos, no tenía conciencia ni razón alguna, mi corazón se llenó de celos y malicia y no hice ningún bien en mi deber, lo que no solo retrasó el trabajo, sino que también me dejó con manchas y transgresiones. Al darme cuenta de esto, me sentí arrepentida y con remordimientos y detesté mis actos. Así que me arrepentí ante Dios y ya no quise seguir viviendo según mi carácter corrupto.

Durante una práctica devocional matutina, leí dos pasajes de las palabras de Dios que me ayudaron a entenderme un poco mejor. Dios Todopoderoso dice: “Los anticristos no quieren necesariamente ocupar el mejor puesto independientemente de donde se encuentren. Cada vez que van a alguna parte, tienen un carácter y una mentalidad que los incitan a actuar. ¿Qué mentalidad es esta? La de ‘¡Debo competir! ¡Competir! ¡Competir!’. ¿Por qué ‘competir’ tres veces y no solo una? (La competición se ha convertido en su vida, viven para ello). Este es su carácter. Nacieron con un carácter salvajemente arrogante y difícil de contener, es decir, se ven a sí mismos como mejores que el resto y son extremadamente egoístas. Nadie puede limitar su carácter increíblemente arrogante, ni ellos mismos son tampoco capaces de controlarlo. Así que su vida es lucha y competición. ¿Por qué luchan y compiten? Naturalmente, compiten por fama, ganancias, estatus, imagen y por sus propios intereses. No importa qué métodos tengan que utilizar, mientras todo el mundo se someta a ellos y siempre que obtengan beneficios y estatus para sí mismos, habrán alcanzado su objetivo. Su voluntad de competir no es un entretenimiento temporal, es un tipo de carácter que viene de una naturaleza satánica. Es igual que el carácter del gran dragón rojo que lucha contra el Cielo, lucha contra la tierra y contra la gente. Así, cuando los anticristos luchan y compiten con otros en la iglesia, ¿qué quieren? Sin duda, compiten por reputación y estatus(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). “Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de llevar a cabo el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento. Hoy, como un líder u obrero, estás sirviendo a Dios, lo cual no es algo corriente. No estás haciendo cosas para una persona, y mucho menos trabajando para pagar las facturas y poner comida en la mesa; en cambio, estás cumpliendo con tu deber en la iglesia. Y dado, en particular, que este deber proviene de la comisión de Dios, ¿qué implica cumplirlo? Que eres responsable ante Dios de tu deber, tanto si lo haces bien como si no; en última instancia, hay que rendir cuentas a Dios, tiene que haber un resultado. Lo que has aceptado es una comisión de Dios, una responsabilidad sagrada, así que da igual lo importante o lo insignificante que esta responsabilidad sea, es un asunto serio. ¿Cómo de serio es? A pequeña escala, se trata de si puedes obtener la verdad en esta vida y de cómo te contempla Dios. A una escala mayor, está directamente relacionado con tus posibilidades y tu porvenir, con tus resultados; si cometes maldades y te opones a Dios, serás condenado y castigado. Todo lo que haces cuando cumples con tu deber es registrado por Dios, y Dios tiene Sus propios principios y normas para calificar y evaluar; Dios determina tus resultados basándose en todo lo que manifiestas cuando cumples con tu deber(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Las palabras de Dios exponen en gran detalle la tendencia de los anticristos a “competir” y enseñan con claridad la naturaleza y las consecuencias de esa competición por la fama y la ganancia. Me llené de temor y trepidación y no pude sino recordar los días en que trabajé con Wang Yan. En aras de la reputación y el estatus, descuidé mis deberes y responsabilidades, no me preocupé en absoluto por el trabajo de la iglesia y competí sin cesar con Wang Yan. Al final, caí enferma y no pude cumplir con mis deberes. Dios me había elevado y me había dado la oportunidad de estar a cargo del trabajo de video, pero no lo valoré en absoluto. Impulsada por deseos egoístas, seguí compitiendo, a pesar de saber que esto retrasaría el trabajo. Estaba recorriendo la senda de un anticristo, perturbaba y trastornaba el trabajo de vídeo y ofendía el carácter de Dios. Pensé en cómo, cuando me fui y vi que Wang Yan seguía cumpliendo su deber, mientras yo me sentía como un perro con el rabo entre las piernas, me sentí especialmente frustrada y hasta albergué pensamientos malévolos y deseé que ella también perdiera su deber. Vi que me había consumido la reputación, había perdido la conciencia y la razón y me había vuelto arrogante y malévola. Si no me arrepentía, mi fe en Dios llegaría a su fin. Al reconocer todo esto, oré en silencio a Dios: “Dios mío, estoy dispuesta a arrepentirme ante Ti y no volveré a actuar así en el futuro”. Al mismo tiempo, me di cuenta de que Dios había usado esta enfermedad para evitar que siguiera recorriendo la senda de hacer el mal e impedir que hiciera maldades aún mayores que trastornaran y obstaculizaran el trabajo de video. Esto era el amor y la protección de Dios, y se lo agradecí de corazón.

Más tarde, leí que las palabras de Dios dicen: “Si realmente puedes mostrar consideración con las intenciones de Dios, podrás tratar a otras personas de manera justa. Si recomiendas a una buena persona y permites que reciba formación y cumpla un deber, con lo que la casa de Dios gana así a una persona talentosa, ¿no facilitará eso tu trabajo? ¿No estarás mostrando lealtad en tu deber? Se trata de una buena obra ante Dios, es el mínimo de conciencia y razón que debe poseer alguien que sirve como líder. […] No hagas siempre las cosas para tu propio beneficio y no consideres constantemente tus propios intereses; no consideres los intereses humanos ni tengas en cuenta tu propio orgullo, reputación y estatus. Primero debes considerar los intereses de la casa de Dios y hacer de ellos tu prioridad. Debes ser considerado con las intenciones de Dios y empezar por contemplar si ha habido impurezas en el cumplimiento de tu deber, si has sido leal, has cumplido con tus responsabilidades y lo has dado todo, y si has estado pensando de todo corazón en tu deber y en la obra de la iglesia. Debes meditar sobre estas cosas. Si piensas en ellas con frecuencia y las comprendes, te será más fácil cumplir bien con el deber(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). “Nadie, sin importar sus fortalezas, dones o talentos especiales, puede asumir todo el trabajo por sí mismo; deben aprender a cooperar en armonía si quieren hacer bien el trabajo de la iglesia. Por eso, la cooperación armoniosa es un principio de la práctica del cumplimiento del deber. Mientras apliques todo tu corazón y toda tu energía y toda tu lealtad, y ofrezcas todo lo que puedes hacer, estarás cumpliendo bien tu deber(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). Después de leer las palabras de Dios, entendí que aquellos que realmente consideran las intenciones de Dios y llevan una carga por sus deberes pueden dejar de lado su reputación y estatus personal para cultivar a las personas con talento. Esto es algo que Dios recuerda. De hecho, por muy capaz, competente y experimentada que sea una persona, es imposible que asuma todo el trabajo por su cuenta. Si se puede cultivar a las personas con talento y los hermanos y hermanas pueden colaborar para cumplir sus funciones, ¿no beneficia esto mucho más al trabajo de la iglesia? Vi que era muy estrecha de miras. Aunque no volviera a trabajar con Wang Yan más adelante, no importa con quién lo hiciera, estaba dispuesta a poner en práctica las palabras de Dios y a ser una persona que considera Sus intenciones para cumplir bien con su deber.

Luego, me eligieron líder de la iglesia y me pusieron a colaborar con la hermana Chen Feng. Cuando me enteré de la noticia, pensé: “¿No hacía Chen Feng antes el deber de producir videos? Yo solía ser su supervisora. No esperaba que ahora se convirtiera en una líder de la iglesia”. Después de trabajar con ella durante un tiempo, noté que progresaba con rapidez y sobresalía en muchas áreas. Me preocupaba que pronto pudiera superarme y que los hermanos y hermanas la tuvieran en mayor estima que a mí. Así que me sentí renuente a organizar que asistiera a reuniones con cada grupo. En ese momento, me di cuenta de que mi estado no era el correcto. Entonces, oré a Dios y expresé la voluntad de desprenderme de mi reputación y estatus personal, de aprender a colaborar en armonía con ella y de trabajar juntas con el mismo sentir y pensar para hacer bien el trabajo de la iglesia. Luego, Chen Feng y yo visitamos juntas cada grupo y colaboramos para organizar las reuniones. Cuando ya no me vi limitada por la reputación y el estatus, sentí que mi corazón estaba tranquilo y en paz.

Más adelante, hice más introspección y descubrí que tenía una perspectiva falaz, que era el concepto de la jerarquía basada en la antigüedad. Pensaba que, como antes había sido supervisora y había estado a cargo del trabajo de algunos hermanos y hermanas, debía ser mejor que ellos, y no peor. Leí que las palabras de Dios dicen: “Este es el tipo de ambiente que hay que tener dentro de la iglesia, con todos enfocados en la verdad y esforzándose por alcanzarla. Da igual lo jóvenes o mayores que sean, o si son creyentes veteranos o no. Tampoco importa si son de alto o bajo calibre. Estas cosas son irrelevantes. Frente a la verdad, todos son iguales. En lo que hay que fijarse es en quién habla correctamente y conforme a la verdad, quién considera los intereses de la casa de Dios, quién lleva la mayor carga en la obra de la casa de Dios, quién entiende la verdad con mayor claridad, quién comparte el sentido de la rectitud y quién está dispuesto a pagar el precio. Sus hermanos y hermanas deben apoyar y aplaudir a estas personas. Este ambiente de rectitud que proviene de la búsqueda de la verdad debe prevalecer dentro de la iglesia; de esta manera, tendrás la obra del Espíritu Santo, y Dios te otorgará bendiciones y guía(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo aquel que cumple bien con el deber con todo su corazón, su mente y su alma ama a Dios). Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de que todos somos iguales a Sus ojos. Independientemente del tiempo que uno lleve cumpliendo sus deberes o del deber que haga, mientras defienda los intereses de la iglesia y lo que comparta esté de acuerdo con los principios-verdad, uno debe aceptar y obedecer, brindar apoyo y colaborar. Aunque antes era supervisora, eso no significaba que lo entendiera o supiera todo. Chen Feng tenía mejor discernimiento que yo y podía identificar desviaciones y problemas en mi deber. Con su guía y complementación, se podía hacer el trabajo de manera más integral. Vi que no me entendía a mí misma en absoluto y que siempre me consideraba superior solo por haber sido supervisora. ¡Qué arrogante e irracional fui! Ahora entiendo que cada persona tiene diferentes fortalezas y ventajas y que Dios nos pone a colaborar en nuestros deberes para aprovechar las fortalezas y compensar las debilidades del otro, de modo que la eficacia de nuestros deberes pueda seguir mejorando. ¡Gracias a Dios!

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