Reflexiones acerca de la elaboración de una evaluación
En abril me encargaba de las obras de texto de la iglesia. Un día recibí una carta de una líder superior en la que esta me pedía que redactara una evaluación de la líder, Liu Li, en un plazo de tres días. No pude evitar especular: si me había pedido evaluar a Liu Li, ¿acaso esta no estaba haciendo un trabajo práctico y el plan era destituirla? ¿O acaso tenía aptitud y valía la pena capacitarla, con lo que el plan era ascenderla? Por lo general, Liu Li asumía una carga en el deber y sabía resolver enseguida los problemas de eficacia en el trabajo. Lo que pasa es que no era muy hábil y, en cuanto había mucho trabajo, se ponía nerviosa y no priorizaba bien. Seguí especulando: si la líder tenía previsto ascender y capacitar a Liu Li, y yo escribía demasiado acerca de sus defectos, ¿diría la líder que me faltaba discernimiento y que no trataba justamente a los demás? ¿Qué opinaría de mí la líder después de eso? Sin embargo, si pensaba destituir a Liu Li y yo escribía demasiado acerca de sus puntos fuertes, tal vez creyera que me faltaba aptitud y que ni siquiera sabía elaborar una evaluación precisa; entonces, ¿cómo podría seguir supervisando las obras de texto? Era probable que, luego de eso, se llevara una mala impresión de mí. Con esto en mente, no me atreví a ponerme a escribir.
Al día siguiente, la compañera de Liu Li, la hermana Wang Jie, vino a una reunión con nosotras. Tuve una idea: podría sondearla en busca de información. Por ello, le hice una pregunta preliminar: “Últimamente te reúnes mucho con nosotras. ¿Por qué no hemos visto a Liu Li? ¿Está muy ocupada?”. Wang Jie contestó: “Está ocupada en otro trabajo”. Observé que respondió en voz muy baja, y supuse que tal vez destituirían a Liu Li y Wang Jie se sentía culpable por no haberla ayudado. Pero todavía no estaba segura, así que le hice otra pregunta: “¿Se apañan bien si solo ustedes dos supervisan el trabajo de la iglesia?”. Puse atención a su gesto y su forma de hablar, en un intento por captar pequeñas pistas, pero, básicamente, no conseguí ningún indicio claro. Me sentía nerviosa porque se acercaba el fin del plazo de evaluación, pero continuaba posponiéndola sin saber qué escribir. Al final no la redacté para que la líder no descubriera que me faltaba discernimiento. Si me preguntaba al respecto, podría decirle que esos días estuve ocupadísima y no tuve tiempo. Por tanto, esquivé el asunto no redactando la evaluación. Más tarde, cada vez que lo pensaba, me sentía muy culpable. La líder me había pedido que evaluara a Liu Li, principalmente para comprender si hacía o no un trabajo práctico y si podría recibir capacitación. Eso guardaba relación directa con el trabajo de la iglesia. Si era muy fácil poner por escrito lo que sabía, ¿por qué lo posponía? ¿Qué me estaba limitando? Oré: “¡Dios mío! Fui muy cautelosa e indecisa con esa evaluación. Me preocupaban muchas cosas y no quería cooperar. Te pido que me guíes para entender mi problema”.
Leí esto en mis devociones. “Los anticristos están ciegos respecto a Dios, Él no tiene cabida en sus corazones. Cuando se encuentran con Cristo, no lo tratan de manera diferente a una persona normal, se fijan constantemente en Su expresión y tono, cambiando la tonada según la situación, sin decir lo que realmente sucede, sin decir nada sincero, solo pronunciando palabras y doctrinas vacías, tratando de engañar y embaucar al verdadero Dios que tienen ante sus ojos. No tienen el más mínimo temor de Dios. Son totalmente incapaces de dirigirse a Él de corazón, de decir algo real. Hablan como una serpiente que se desliza con rumbo sinuoso e indirecto. El estilo y la orientación de sus palabras son como una planta trepadora ascendiendo por un poste. Por ejemplo, cuando dices que alguien tiene aptitud y podrían promoverlo, inmediatamente hablan de lo bueno que es y de lo que se manifiesta y revela en él; y si dices que alguien es malo, se apresuran a hablar de lo malo y malvado que es, de cómo perturba e interrumpe en la iglesia. Cuando deseas conocer la verdad de algo, no tienen nada que decir; andan con evasivas mientras esperan que tú saques una conclusión, atentos al significado de tus palabras, para así poder decirte lo que quieres oír. Todo lo que dicen es lisonja, adulación y servilismo; de su boca no sale ni una verdad. Así es como interactúan con las personas y como tratan a Dios, son así de engañosos. Ese es el carácter de un anticristo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (II)). Las palabras de Dios revelan que los anticristos usan trucos siempre que se encuentran con Cristo. Lo adulan, se congracian con Él y se inspiran en Sus expresiones. No dicen la verdad delante de Cristo; destacan por engañar y fingir. Son muy taimados y malvados, y Dios abomina de ellos. Aunque yo no me fuera a encontrar con Cristo, actuaba como un anticristo y revelaba el carácter de un anticristo. La líder me pidió que redactara una evaluación de Liu Li por necesidades del trabajo de la iglesia. No era nada complicado. Solo tenía que poner verazmente por escrito lo que sabía y compartir mi entendimiento de forma justa y objetiva, pero compliqué mucho las cosas especulando sobre las intenciones de la líder, por miedo a que, si no la elaboraba bien, ella creyera que me faltaba discernimiento y pensara mal de mí. Por preservar mi imagen y mi hueco en su corazón, escudriné sus intenciones con el pretexto de que me preocupaba por mis hermanas. Si ella quería ascender a Liu Li, yo le habría seguido el juego y habría escrito más sobre sus puntos fuertes. Si quería destituirla, habría escrito más acerca de los defectos de Liu Li para que la líder me estimara. No trataba de evaluarla en función de los hechos ni de los principios; estaba observando las reacciones de Wang Jie para adivinar las intenciones de la líder. ¡Estaba revelando el carácter de un anticristo, escurridizo y taimado! A fin de descubrir las intenciones de la líder, pregunté indirectamente a Wang Jie para tratar de sacarle información. Fui ruin y miserable, sin dignidad ni integridad. En realidad, todo el mundo tiene puntos fuertes y defectos, y es preciso que redactemos evaluaciones justas y objetivas de acuerdo con los hechos. Si escribo una evaluación positiva sobre una mala persona, y la líder toma la decisión equivocada, interrumpiré la labor de la iglesia, haré el mal y me resistiré a Dios. Si escribo una evaluación incisiva sobre alguien que busca la verdad, eso es injusto y podría perjudicarle gravemente. Si, por mi evaluación inexacta, trasladaban o destituían a Liu Li, yo estaría haciendo el mal y, sin duda, ofendiendo a Dios. Recordé unas palabras de Dios: “Honestidad significa dar tu corazón a Dios; ser auténtico y abierto con Dios en todas las cosas, nunca esconder los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas solo para ganarte el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias). Dios no nos exige mucho. Solo espera que seamos francos de palabra y obra, que hablemos sin rodeos y que seamos personas justas y honestas que no engañen ni oculten nada. Solamente hemos de ser francos, escribir lo que sepamos y tratar a la gente de forma justa en nuestras evaluaciones, pero yo ni siquiera conseguía eso. La líder quería conocer mi opinión acerca de alguien, pero no recibió ni una sola palabra sincera de mi parte. Ser siempre engañosa y taimada no es para nada la conducta de una persona honesta. Me odié cundo me percaté de ello.
Luego leí estas palabras de Dios. “¿Qué es temer a Dios y evitar el mal? Cuando haces una valoración de alguien, por ejemplo, esto tiene que ver con temer a Dios y evitar el mal. ¿Cómo los valoras? (Debemos ser honestos, justos y ecuánimes, y no debemos basar nuestras palabras en las emociones). Cuando dices exactamente lo que piensas y has visto, estás siendo honesto. Y sobre todo, la práctica de ser honesto significa seguir el camino de Dios. Esto es lo que Él enseña a la gente; es el camino de Dios. ¿Cuál es el camino de Dios? Temer a Dios y evitar el mal. ¿Ser honesto forma parte de temer a Dios y evitar el mal? ¿Y supone seguir el camino de Dios? (Sí). Si no eres honesto, entonces lo que has visto y lo que piensas no es lo mismo que sale por tu boca. Alguien te pregunta: ‘¿Cuál es tu opinión sobre tal persona? ¿Se responsabiliza de la obra de la iglesia?’, y tú respondes: ‘Es muy bueno, asume más responsabilidad que yo, su calibre es mejor que el mío, y su humanidad también es buena, es maduro y estable’. Pero ¿es esto lo que piensas en tu corazón? Lo que de verdad piensas es que, aunque esta persona tiene calibre, es poco fiable, y bastante astuta y muy calculadora. Esto es lo que realmente tienes en mente, pero cuando llega el momento de hablar, se te ocurre que: ‘No puedo decir la verdad, no debo ofender a nadie’, así que enseguida dices otra cosa, buscas cosas agradables que decir de ellos, y nada de lo que dices es lo que realmente piensas, es todo mentira e hipocresía. ¿Indica esto que sigues el camino de Dios? No. Has tomado la senda de Satanás, el camino de los demonios. ¿Cuál es el camino de Dios? Es la verdad, es la base de la conducta de las personas, es el camino para temer a Dios y renunciar al mal. Aunque le hables a otra persona, Dios también escucha, y observa tu corazón. Escudriña tu corazón. La gente escucha lo que dices, pero Dios escudriña tu corazón. ¿Son las personas capaces escudriñar los corazones del hombre? En el mejor de los casos, la gente puede ver que no estás diciendo la verdad. Ven lo que hay en la superficie. Solo Dios es capaz de ver el fondo de tu corazón, solo Él puede ver lo que estás pensando, lo que estás tramando, qué pequeños planes tienes dentro de tu corazón, qué modos traicioneros, qué pensamientos retorcidos. Y al ver que no dices la verdad, ¿qué opinión tiene Dios de ti? ¿Cuál es Su evaluación sobre ti? Que no has seguido el camino de Dios en esto porque no has dicho la verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Con las palabras de Dios aprendí que hemos de temerlo y aceptar Su escrutinio al elaborar evaluaciones. Así, al hacer eso, seremos cautos y miraremos a Dios a la cara por temor a que, en caso de tener una intención equivocada, elaboremos una evaluación incorrecta y sesgada con la que ofendamos a Dios. Y, al elaborar una evaluación, debemos orar, centrarnos en buscar los principios de la verdad y compartir objetivamente nuestro entendimiento y nuestras opiniones reales sobre esa persona sin ocultar nuestras intenciones. Debemos decir las cosas como son sin suavizarlas. Eso es señal de que se teme a Dios. Sin embargo, los que no lo temen hablan y actúan a su antojo y a veces dicen lo que creen que los beneficiará, o incluso le dan la vuelta a la realidad y la tergiversan. Son personas de carácter muy taimado. Se comportan como incrédulos y no son confiables. La redacción de esa evaluación me reveló. Tras años de fe, aún tenía unas intenciones retorcidas y quería ver por dónde iban los tiros mientras la redactaba y decir lo que me beneficiara a mí. No temía a Dios en absoluto. Era demasiado taimada, cosa que le repugnaba a Dios. Al darme cuenta, me pareció peligroso continuar así, por lo que oré a Dios para pedirle que me guiara para reflexionar y conocerme.
Después leí otro pasaje de las palabras de Dios. “¿Qué es la verdadera maldad? ¿Qué estados, al manifestarse, son malvados? Cuando la gente usa declaraciones altisonantes para esconder la maldad y las vergonzosas intenciones que yacen en la profundidad de sus corazones, y luego hace a otros creer que esas declaraciones son muy buenas, fidedignas y legítimas, para en última instancia lograr sus motivos ocultos, ¿se trata pues de un carácter malvado? ¿Por qué se le llama a esto ser malvado y no ser taimado? En cuanto al carácter y la esencia, ser taimado no es tan malo. Ser malvado es más grave que ser taimado, pues es un comportamiento más perverso y vil, y para una persona normal es más complicado calar esa manera de ser. Por ejemplo, ¿qué tipo de palabras usó la serpiente para engatusar a Eva? Palabras engañosas que suenan correctas y parece que se te dicen por tu propio bien. No eres consciente de que haya nada malo respecto a estas palabras ni una intención maliciosa tras ellas y, al mismo tiempo, te resulta imposible librarte de estas sugerencias de Satanás. Esto es tentación. Cuando te tientan y escuchas ese tipo de palabras, no puedes evitar que te engatusen, y es probable que caigas en la trampa, logrando así el objetivo de Satanás. A esto se le llama maldad. La serpiente usó este método para engatusar a Eva. ¿Es este un tipo de carácter? (Lo es). ¿De dónde proviene este tipo de carácter? De la serpiente y de Satanás. Este tipo de carácter malvado existe en la naturaleza del hombre” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a buscar la verdad). Dice Dios que, cuando la gente parece razonable, pero en el fondo engaña y emplea buenas agradables para lograr sus objetivos ocultos, eso no es solo ser taimado, sino tener carácter malvado. Dios odia a esa clase de personas más que a nadie. Para ganarme la aprobación y el respeto de la líder, adiviné sus intenciones mientras redactaba mi evaluación, con el deseo de secundarlas, y hasta fingí preocupación por Liu Li para sondearlas preguntándo si tenía mucho trabajo, pues llevaba tiempo sin verla, si se apañaban bien y demás, en un intento por averiguar qué estaba pasando y si Liu Li se quedaba o se iba. A simple vista, parecía considerada con ella y que me importaba, pero mis palabras estaban llenas de engaño y yo no estaba siendo nada sincera. En realidad, era muy taimada y malvada. La naturaleza de mi forma de hablar era la misma que la de la serpiente que tentó a Eva a comer del fruto del conocimiento con palabras bonitas y falaces. Yo era taimada de palabra y obra porque engañaba y jugaba con la gente. Era diabólica. Si no me transformaba, era probable que pecara de palabra y ofendiera a Dios y Su carácter. Comprendido esto, oré con deseos de arrepentirme, de transformarme y de dejar de vivir con un carácter malvado.
Luego leí más palabras de Dios que me aportaron una senda de práctica. Dios Todopoderoso dice: “Mi reino necesita a los que son honestos; a los que no son hipócritas o astutos. ¿Acaso las personas sinceras y honestas no son impopulares en el mundo? Yo soy justo lo opuesto. Es aceptable que las personas honestas vengan a Mí; me deleito en esta clase de personas, y también necesito a esta clase de personas. Esto es precisamente Mi justicia” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 33). “Ser una persona honesta es una exigencia que le hace Dios al hombre. Es una verdad que el hombre debe practicar. ¿Cuáles son, entonces, los principios que debe seguir el hombre al tratar con Dios? Ser sincero. Este es el principio que debe seguirse cuando se interactúa con Dios. No caigas en la práctica de los incrédulos de ganarse favores y ser servil; Dios no necesita que el hombre sea servil ni se gane favores. Basta con ser sincero. ¿Y qué significa ser sincero? ¿Cómo hay que ponerlo en práctica? (Simplemente abrirse a Dios, sin colocar una fachada ni ocultar nada ni guardar ningún secreto, encontrarse con Dios con un corazón honesto y ser franco, sin engaños ni artimañas). Así es. Para ser sincero, antes debes dejar de lado tus deseos personales. En vez de centrarte en la forma en que Dios te trata, di lo que tengas en el corazón y no medites ni tengas en cuenta las consecuencias de tus palabras; di lo que estés pensando, deja de lado tus motivaciones y no digas cosas solo para lograr algún objetivo. Cuando tienes demasiadas intenciones y contaminantes personales, siempre calculas la manera en la que hablas, considerando: ‘Debo hablar de esto y no de aquello, debo tener cuidado con lo que digo. Lo expresaré de manera que me beneficie, que cubra mis defectos y deje una buena impresión en Dios’. ¿No tenéis motivaciones? Antes de abrir la boca, vuestra mente se llena de pensamientos tortuosos, modificáis varias veces lo que queréis decir, de modo que cuando las palabras salen de vuestra boca ya no son tan puras y no son en absoluto auténticas, pues contienen vuestras propias motivaciones y las artimañas de Satanás. Esto no es ser sincero, sino tener motivos siniestros y albergar malas intenciones. Es más, cuando hablas, siempre te basas en las expresiones faciales de Dios y en la mirada en Sus ojos: si Él tiene una expresión positiva en Su rostro, continúas hablando; si no, te aguantas y no dices nada; si la mirada en los ojos de Dios es negativa y parece que no le gusta lo que está oyendo, lo piensas y te dices a ti mismo: ‘Bueno, diré algo que te interese, que te haga feliz, que te guste y que te haga tener una buena disposición hacia mí’. ¿Acaso es esto ser sincero? No” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (II)). A partir de las palabras de Dios entendí que a Él le agradan los honestos. Los honestos hablan de manera sencilla y abierta y son francos con Dios y con los demás, sin engaño ni fingimiento. Dicen las cosas como son y son claros y directos. Así debería ser una persona normal. Descubrí que bastantes hermanos y hermanas se esforzaban por ser honestos. Cuando alguien vulneraba los principios de la verdad, hablaban con él y lo ayudaban, o lo podaban y trataban con él. Eran sinceros y se ayudaban y sustentaban entre sí. Se sinceraban en comunión en las reuniones y eran muy libres. Yo los admiraba y quería esforzarme por ser honesta, como exige Dios. Había cosas que no comprendía y quizá tenía algunas ideas equivocadas, pero, como mínimo, no debía ocultar engaño alguno y sí tener las intenciones correctas. Esa es la clave. Al entenderlo, se me iluminó el corazón y tuve clara una senda de práctica.
Poco después escribí una evaluación de otra líder, la hermana Chen Xiao. Pensé para mis adentros: “No la conozco muy bien. Si mi evaluación no es clara, ¿dirá la líder superior que me falta discernimiento y me despreciará? ¿Acaso debería escribir más acerca de sus puntos fuertes?”. Al pensarlo me di cuenta de que de nuevo andaba con trucos. Las evaluaciones no son un asunto menor: repercuten en los ascensos y las destituciones. Mentir al respecto ofendería a Dios. Como no podía escribir en función de mis intereses, me apresuré a orar a Dios y a negarme a mí misma. Leí este pasaje de las palabras de Dios. “Para proteger tu fama y reputación, hablas dando rodeos y te piensas demasiado cada palabra que dices. Desde luego, tu vida es agotadora. Si vives de esta manera, ¿estará Dios contento? Las personas taimadas son las que Dios más detesta. Si quieres deshacerte de la influencia de Satanás y ser salvado, debes aceptar la verdad. Debes empezar por ser una persona honesta, decir cosas ciertas y verdaderas, no dejarte constreñir por la emoción, librarte de la farsa y el engaño, y empezar a hablar y actuar con principios. Viviendo así eres libre y feliz, y puedes vivir ante Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto). Las palabras de Dios me dieron una senda de práctica. No podía ser hipócrita para preservar mi reputación y estatus. Eso no es verdadera semejanza humana. Dios nos exige honestidad; debemos ser veraces y no pensar en la reputación y el estatus. Tenía que escribir lo que supiera, omitir lo que no viera claro y no preocuparme por la opinión ajena. Así, escribí objetiva y justamente acerca de mi entendimiento sobre Chen Xiao a tenor de los hechos, y lo envié. Con esto me sentí muy en calma y en paz. ¡Gracias a Dios por guiarme!