Qué preocupaciones se escondían detrás de no querer ser ascendido

27 Mar 2025

Por Wang Lei, China

He estado cooperando con el trabajo de depuración en la iglesia y, a través de varios años de práctica, he comprendido algunos principios con relación a mis deberes y he conseguido algunos resultados en ellos. Al discutir asuntos, los líderes, diáconos y los hermanos y hermanas con los que cooperaba por lo general estaban de acuerdo con mis puntos de vista. Ellos se acercaban a mí para compartir enseñanzas y adoptaban mis opiniones cuando tenían dificultades para discernir asuntos con claridad. Comencé a tener un sentimiento de superioridad y a pensar que era mejor que ellos. En diciembre de 2020, me ascendieron para hacer mis deberes en otra región. Las dos hermanas con las que cooperaba habían estado haciendo este deber durante más tiempo que yo y comprendían mejor los principios. Varias veces analizamos juntos los materiales para depurar gente, y ambas hermanas los analizaban muy meticulosamente en relación con los principios. Yo quería hablar durante la enseñanza, pero sentía que ellas ya habían compartido lo que yo comprendía y que ni siquiera había notado algunos de los problemas que ellas habían señalado, así que pensaba que era mejor no decir nada y que tomar la palabra no tendría ningún valor de referencia y solo me haría ver deficiente. Por ello, me quedaba callado. En otra ocasión, analizamos un documento para expulsar a una persona malvada. Yo no pensaba que fuera realmente una persona malvada, así que compartí mi perspectiva. Luego, una de las hermanas dijo que creía que esta persona tenía la esencia de una persona malvada y dio su análisis señalando los hechos malvados de esta persona y la esencia de sus acciones. La otra hermana también estuvo de acuerdo con ella. Después de escuchar lo que habían dicho, pensé que la enseñanza de las hermanas era correcta y que estaba basada en principios, y de repente sentí una oleada de vergüenza. Pensé para mis adentros: “He quedado como un tonto. ¿Qué pensarán las hermanas de mí ahora? ¿Pensarán que carezco de discernimiento y que tengo un bajo calibre?”. Más tarde, cuando nuevamente analizamos materiales juntos, no me atreví a tomar la palabra y expresar mis opiniones por miedo a la percepción que los otros tendrían de mí si lo que compartía era incorrecto. Antes, a los hermanos y hermanas con los que había cooperado no les había ido tan bien como a mí en sus deberes, pero ahora, las hermanas con las que cooperaba eran mejores que yo en todo, así que me sentía el más incapaz allí y que mi presencia no tenía ningún sentido, y a menudo me hundía en un estado de represión. Durante ese tiempo, mi estado era terrible y, a veces, incluso quería huir de la situación y no hacer más mis deberes allí. Pronto, debido a una reducción en la carga de trabajo, hubo necesidad de optimizar al personal y los líderes evaluaron que mi calibre era promedio y me reasignaron.

Después de un tiempo, por un aumento en la carga de trabajo, los líderes escribieron para pedirme que continuara el trabajo de depuración en otra región. Cuando vi su carta, sentí algo de resistencia y pensé: “Los hermanos y hermanas con los que cooperaría allí tienen todos mejor calibre que yo, y también son mejores que yo para compartir la verdad y ver las cosas. Allí no me destacaré en mis deberes y terminaré simplemente quedando como un tonto. No quiero ir”. Así que me negué, poniendo excusas y diciendo que me faltaba calibre y que no podía manejar ese deber. A medida que la carga de trabajo aumentaba, los líderes y obreros me escribieron varias veces para hablar, pero cuando pensaba que los hermanos y hermanas de la otra región tenían buen calibre y capacidades de trabajo, sentía que mi presencia allí no tenía sentido, por lo que seguía negándome a sus pedidos. La verdad era que me sentía muy incómodo con respecto a eludir mis deberes y me sentía culpable, pero luego pensaba para mis adentros: “En cualquier lugar que cumpla mis deberes es igual, y el trabajo aquí también necesita gente que ofrezca cooperación, así que puedo limitarme a trabajar más duro y hacer bien mis deberes aquí”.

Un tiempo después, una hermana me escribió una carta en la que mencionaba sus propias experiencias al ser reasignada en sus deberes para compartirlas conmigo, y señalaba que mi reticencia a hacer mis deberes en la otra región podía ser debido a estar limitado por la reputación y el estatus. También me recordó que enfrentara mis problemas y buscara la verdad para resolverlos. Al ver que la hermana abría así su corazón en la enseñanza me conmovió profundamente. Me di cuenta de que repetidamente había rechazado mis deberes y que, al hacerlo, ¡en verdad me rebelaba contra Dios! Sabía que esta era otra oportunidad de Dios para que yo me arrepintiera y que debía aprovecharla. Vi que, en la carta, la hermana había encontrado un pasaje de las palabras de Dios para que yo leyera: “¿Qué tipo de estado se halla dentro de las personas cuando tienen un carácter intransigente? Lo principal es que son obstinados y sentenciosos. Siempre se aferran a sus propias ideas, siempre creen que lo que ellos dicen es lo cierto, son totalmente inflexibles y tercos. Esta es la actitud de la intransigencia. Son como un disco rayado, no escuchan a nadie, se mantienen firmemente fijos en un único rumbo de acción, insisten en seguir adelante, sea o no lo correcto; hay algo de falta de arrepentimiento en ello. Como dice el dicho, ‘Nada teme quien nada tiene que perder’. La gente sabe perfectamente qué es lo correcto y sin embargo no lo hacen, se niegan categóricamente a aceptar la verdad. Este es un tipo de carácter: la intransigencia. ¿En qué tipo de situaciones reveláis un carácter intransigente? ¿Sois intransigentes a menudo? (Sí). ¡Muy a menudo! Y, como la intransigencia es tu carácter, te acompaña en cada segundo de cada día de tu existencia. La intransigencia impide a las personas presentarse ante Dios, les impide ser capaces de aceptar la verdad, les impide entrar en la realidad-verdad. Y, si no eres capaz de entrar en la realidad-verdad, ¿puede ocurrir un cambio en este aspecto de tu carácter? Solo con gran dificultad. ¿Ha habido algún cambio ahora en este aspecto intransigente de vuestro carácter? ¿Y cuánto ha cambiado? Pongamos, por ejemplo, que antes erais extremadamente testarudos, pero ahora se ha producido un pequeño cambio en vosotros: cuando os encontráis con algún problema, tenéis un poco de sentido de la conciencia en vuestro corazón, y os decís: ‘Tengo que practicar algo de verdad en este asunto. Dado que Dios ha puesto al descubierto este carácter intransigente, dado que lo he oído y ahora lo sé, debo cambiar. Cuando me encontré con este tipo de cosas varias veces en el pasado, seguí a mi carne y fracasé, y no estoy contento con ello. Esta vez debo practicar la verdad’. Teniendo tal aspiración, es posible practicar la verdad, y esto es el cambio. Cuando tenéis experiencia de este modo durante un tiempo y sois capaces de poner en práctica más verdades, y esto produce mayores cambios, y vuestras actitudes rebeldes e intransigentes se revelan cada vez menos, ¿ha habido un cambio en vuestro carácter-vida? Si vuestro carácter rebelde ha disminuido visiblemente y vuestra sumisión a Dios es cada vez mayor, entonces se ha producido un cambio real. Entonces, ¿hasta qué punto debéis cambiar para lograr la verdadera sumisión? Habréis tenido éxito cuando no haya la más mínima intransigencia, sino solo sumisión. Se trata de un proceso lento. Los cambios de carácter no se producen de la noche a la mañana, sino que requieren largos períodos de experiencia, tal vez incluso toda una vida. A veces es necesario sufrir muchas y grandes adversidades, semejantes a morir y volver a la vida, adversidades más dolorosas y difíciles que el hecho de que os raspen veneno de los huesos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo conocer los seis tipos de actitudes corruptas es el auténtico autoconocimiento). Lo que Dios exponía era mi estado exacto. Había estado viviendo con un carácter intransigente. Esto me había impedido presentarme ante Dios para buscar la verdad y me había hecho incapaz de someterme a las orquestaciones y arreglos de Dios. Recordé el arreglo de los líderes para que yo hiciera mis deberes en otra región. Sabía que tenía que priorizar la obra de la iglesia, pero me preocupaba que las hermanas con las que cooperaría tuvieran mejor calibre y discernimiento que yo, y temía que cooperar con ellas en mis debres no solo no me traería ningún reconocimiento, sino que además me haría ver deficiente y me dejaría un sentimiento de invisibilidad. Para proteger mi reputación y estatus, negaba mis deberes una y otra vez con obstinación y, sin importar lo que el resto compartiera conmigo, simplemente no escuchaba. Mi corazón estaba completamente cerrado a Dios. ¡Era verdaderamente intransigente y obstinado! Sabía que la carga de trabajo en esa región era pesada y que necesitaban que ayudara más gente, pero, en ese momento crítico, solo me importaban mi orgullo y estatus y no consideraba para nada la obra de la iglesia. ¡Era muy egoísta, despreciable y carecía de toda humanidad! Me sentía en verdad arrepentido, así que oré a Dios: “Dios, mi carácter es muy obstinado e intransigente. Conozco la verdad pero no la practico. Estoy dispuesto a cambiar este estado rebelde mío y a buscar la verdad para resolver mis problemas. Por favor, guíame y condúceme”. Después de esto, escribí a los líderes para expresar mi voluntad de cumplir mis deberes en otra región.

Más tarde, reflexioné sobre por qué no había estado dispuesto a hacer mis deberes en otra región, y me di cuenta de que se debía a que esto vulneraba mi reputación y estatus. Entonces, busqué la verdad a conciencia sobre este aspecto. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “Los anticristos cumplen su deber a regañadientes para obtener bendiciones. También averiguan si podrán destacar y ser admirados cuando hagan este deber, y si lo Alto o Dios sabrán que lo están cumpliendo. Consideran todas estas cosas cuando cumplen un deber. Lo primero que quieren determinar es qué beneficios pueden obtener al cumplir un deber y si pueden ser bendecidos. Esto es lo más importante para ellos. Nunca piensan en cómo ser considerados con las intenciones de Dios y retribuir Su amor, cómo predicar el evangelio y dar testimonio de Dios para que la gente obtenga Su salvación y la felicidad, y mucho menos buscan comprender la verdad ni buscan resolver sus actitudes corruptas y vivir a semejanza humana. Nunca tienen en cuenta estas cosas. Solo piensan en si pueden ser bendecidos y obtener beneficios, cómo afianzarse, cómo lograr estatus, cómo hacer que los demás los admiren, y cómo distinguirse y ser los mejores en la iglesia y entre la gente. No están dispuestos para nada a ser seguidores corrientes. Siempre quieren ser los primeros en la iglesia, decir la última palabra, convertirse en líderes y hacer que los demás los obedezcan. Solo entonces están satisfechos. Podéis ver que el corazón de los anticristos está lleno de estas cosas. ¿Se entregan de verdad a Dios? ¿Hacen su deber como seres creados de manera sincera? (No). ¿Qué es lo que quieren hacer entonces? (Tener poder). Es cierto. Dicen: ‘Yo lo que quiero es ser mejor que todos en el mundo secular. Quiero ser el primero en cualquier grupo. Me niego a ser segundo y nunca seré el lugarteniente de nadie. Quiero ser un líder y tener la última palabra en cualquier grupo de personas en el que me encuentre. Si no tengo la última palabra, probaré todos los métodos posibles para convenceros a todos, para hacer que me admiréis y me escojáis como líder. Una vez tenga estatus, tendré la última palabra, todos me obedecerán. Tendréis que hacer las cosas a mi manera y estaréis bajo mi control’. No importa qué deber hagan los anticristos, tratarán de colocarse en una posición superior, en una posición de supremacía. Nunca podrán contentarse con su lugar como seguidores comunes y corrientes. ¿Y qué es lo que les apasiona más? Estar delante de la gente dando órdenes y regañando y haciendo que la gente obedezca lo que ellos dicen. Nunca piensan en cómo cumplir su deber correctamente, y mucho menos buscan los principios-verdad para practicar la verdad y satisfacer a Dios mientras lo cumplen. En cambio, se devanan los sesos buscando la manera de destacar, de hacer que los líderes los tengan en alta estima y los promocionen, de forma que puedan convertirse ellos mismos en líderes u obreros y dirigir a otras personas. Se pasan todo el día pensando y esperando esto. Los anticristos no están dispuestos a ser dirigidos por otros ni a ser un seguidor común y corriente, y mucho menos a hacer discretamente su deber, sin fanfarrias. Sea cual sea su deber, si no pueden estar en primera línea, si no pueden estar por encima de los demás y liderar a otros, desempeñar su deber les parece aburrido, y se vuelven negativos y empiezan a holgazanear. Sin los elogios o la adoración de los demás, les resulta aún menos interesante y tienen aún menos ganas de hacer su deber. Pero si pueden estar al frente y ser el centro mientras hacen su deber y logran tener la última palabra, se sienten fortalecidos y soportarán cualquier dificultad. Siempre tienen intenciones personales cuando cumplen su deber y siempre quieren distinguirse como un medio de satisfacer su necesidad de vencer a los demás y colmar sus deseos y ambiciones. Al hacer su deber, son altamente competitivos, pues compiten en todos los sentidos: para destacar, para estar en la cima, para estar por encima de los demás. Asimismo, también están pensando en cómo mantener su estatus, su reputación y su prestigio actuales(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). Dios expone que no importa dónde hagan sus deberes los anticristos, ellos lo hacen para satisfacer su deseo de estatus. Si son figuras prominentes o líderes entre las personas y son capaces de destacarse y ganar admiración, entonces tienen mucha motivación para todo lo que hacen. Pero si no pueden destacarse y siempre fallan en sobresalir, entonces ni siquiera quieren hacer sus deberes. Al comparar mis opiniones sobre la búsqueda con este entendimiento, me di cuenta de que eran iguales a las de un anticristo. Cuando me asignaron a hacer mi deber en otra región y vi que las hermanas con las que cooperaba tenían mejor calibre y capacidades de trabajo que yo, me sentía inadecuado e inútil entre ellas y que mi presencia no tenía ningún sentido. Esto hacía que a menudo viviera en un estado de amargura y represión y que no pensara en cómo hacer bien mis deberes, y muchas veces deseaba escapar de la situación. Después de ser reasignado en mis tareas, no reflexioné sobre la senda incorrecta que había tomado y, cuando los líderes arreglaron que nuevamente fuera a hacer mis deberes en otra región, busqué excusas para negarme porque sentía que no sería capaz de destacarme. Aun cuando los hermanos y hermanas hablaron conmigo varias veces, y yo sabía que la carga de trabajo en esa región era pesada y que les urgía más gente que ayudara, de todas formas ignoraba la obra de la iglesia. Mi preocupación por la reputación y el estatus era apabullante. Siempre afirmaba que hacía mis deberes para satisfacer a Dios y retribuirle Su amor, pero ahora veía que mis sacrificios, entrega y sufrimiento eran todos en pos de la reputación y el estatus. No hacía mis deberes para nada, sino que trataba de usar y engañar a Dios. Más tarde, me pregunté: “¿Por qué doy tanta importancia a la reputación y el estatus?”. Era porque venenos satánicos como “Mejor ser cabeza de ratón que cola de león” y “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar” se habían arraigado en mi corazón y se habían convertido en mis objetivos a perseguir y en mis reglas de supervivencia. Creía que vivir significaba destacarse y ganar la admiración de la gente, y que vivir una vida así era significativo y valioso. Si nunca podía destacarme o siempre me menospreciaban donde sea que fuera, sentía que estaba viviendo una vida patética. Aunque aparentaba estar haciendo mis deberes, por dentro solo me enfocaba en cómo consolidarme y ganar reputación y estatus y, cuando la obra de la iglesia necesitaba de mi cooperación, buscaba excusas para negarme porque no se concretaban mis deseos de reputación y estatus. Al vivir de acuerdo a estos venenos satánicos, me volví verdaderamente arrogante y egoísta, sin ninguna semejanza humana, e involuntariamente llegué a rebelarme contra Dios y a resistirme a Él. Durante ese tiempo, repetidamente rechacé mis deberes y, a menudo, me sentí temeroso e incómodo, como si estuviera al borde del peligro. Era probable que esta actitud hacia mis deberes ofendiera el carácter de Dios y, si no me arrepentía ante Él, sin duda Él me haría a un lado y me descartaría. Al darme cuenta de esto, me sentí asustado de veras y reconocí que rechazar mis deberes era un problema grave. Estaba lleno de remordimientos y de culpa, y me odiaba a mí mismo por ser capaz de rebelarme contra Dios de esta forma, dejando una estela de transgresiones y manchas en mi camino. ¡En verdad le debía tanto a Dios! Perseguir la reputación y el estatus es un camino sin retorno que lleva a la destrucción, así que quería cambiar mi perspectiva sobre la búsqueda.

Luego, encontré una senda de práctica y entrada en las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Dado que deseas permanecer en paz en la casa de Dios como miembro, primero debes aprender a ser un buen ser creado y cumplir bien con tus deberes conforme a tu posición. En la casa de Dios, te convertirás en un ser creado que hace honor a su nombre. El ser creado es tu identidad exterior y tu título, y debe venir acompañado de manifestaciones y sustancia específicas. No se trata solo de tener el título, sino que, puesto que eres un ser creado, has de cumplir con los deberes de un ser creado. Puesto que eso es lo que eres, debes cumplir con las responsabilidades como tal. Entonces, ¿cuáles son los deberes y responsabilidades de un ser creado? La palabra de Dios establece claramente los deberes, obligaciones y responsabilidades de los seres creados, ¿no es así? A partir de hoy, eres un auténtico miembro de la casa de Dios, es decir, te reconoces como uno de los seres que Él creó. En consecuencia, a partir de hoy, debes reformular tus planes de vida. Debes desprenderte de los ideales, deseos y objetivos que te habías fijado para tu vida y no seguir persiguiéndolos. En cambio, debes cambiar tu identidad y tu perspectiva para planificar los objetivos de vida y la dirección que debe tener un ser creado. Ante todo, tus objetivos y la dirección en la que vas no deberían ser los de llegar a líder, o dirigir o destacar en cualquier industria, o convertirte en una figura de renombre que lleva a cabo una determinada tarea o domina una habilidad particular. Tu objetivo debe ser aceptar tu deber de Dios, es decir, saber qué trabajo debes hacer ahora, en este momento, y comprender qué deber has de desempeñar. Debes preguntar qué es lo que Dios requiere de ti y qué deber se ha dispuesto para ti en Su casa. Debes comprender y obtener claridad sobre los principios que debes entender, los que debes dominar y seguir en relación con ese deber. Si no eres capaz de recordarlos, puedes escribirlos en un papel o registrarlos en tu ordenador. Tómate tu tiempo para repasarlos y reflexionar sobre ellos. Como ser creado, el principal objetivo de tu vida debería ser cumplir bien con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Este es el objetivo vital más fundamental que debes tener. El segundo y más específico es cómo cumplir adecuadamente con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Por supuesto, cualquier meta o rumbo relacionado con tu reputación, estatus, vanidad, futuro, etc., se debe abandonar(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). Por las palabras de Dios comprendí que soy un ser creado y que debo esforzarme para cumplir bien mis deberes de ser creado. Esa es mi responsabilidad. No debo enfocarme siempre en cómo me perciben los otros ni competir con los demás para ver quién tiene mejores habilidades. Lo que debo hacer es someterme, hacer mis deberes de acuerdo a los requisitos y principios de la casa de Dios de forma centrada, orar más a Dios sobre las cosas que no comprendo, buscar la enseñanza de otros y esforzarme con los principios-verdad. Esta es la forma correcta de práctica.

Ahora que hacía mi deber en otra región, a veces todavía juzgaba erróneamente o evaluaba mal las cuestiones al analizar materiales para depurar gente. Cuando las decisiones que escribía sobre la depuración tenían problemas y todos ofrecían sugerencias y correcciones, aún me sentía un poco incómodo y me preocupaba cómo me veían los demás. Cuando surgían estos sentimientos, me daba cuenta de que otra vez me ataba y me limitaba mi deseo de reputación y estatus, así que oraba a Dios, dispuesto a enfrentar correctamente mis fallas, a aceptar sugerencias correctas y a hacer mis deberes de acuerdo a los principios. Después de un poco de experiencia he llegado a ver que, aunque aún tengo muchas fallas en mis deberes, he progresado al discernir a la gente y ver a las personas y las cosas a través de la guía, la enseñanza y la ayuda de los hermanos y hermanas que tengo por compañeros. Mi elección de palabras también se ha vuelto mucho más precisa que antes. Estas cosas han ayudado realmente a compensar muchas de mis fallas. Aunque a veces todavía me preocupo por mi reputación y mi estatus, soy capaz de orar a Dios para rebelarme contra mí mismo y no estar tan limitado por mi deseo de reputación y estatus. ¡Gracias Dios por salvarme!

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