Estoy decidida en este sendero
Por Han Chen, ChinaHace unos años la policía me arrestó por predicar el evangelio. El Partido Comunista me sentenció a tres años por...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
No solía tomarme mis deberes en serio, holgazaneaba mucho y hacía las cosas de manera muy superficial. Invitaba a potenciales destinatarios del evangelio a escuchar sermones, pero no estaba dispuesta a hablar con ellos o preguntarles cómo se sentían sobre lo que habían escuchado. Pensaba que invitar a muchos a escuchar significaba que estaba haciendo bien mi deber. Además, eso era más fácil para mí. Hablar con ellos me resultaba difícil, no solo implicaba tiempo, responder sus preguntas, también implicaba esfuerzo, por lo que no quería relacionarme con ellos. Pensé que el personal de evangelización hablaría con ellos, y sería suficiente, que no importaba si yo no conocía su situación. En una reunión, la líder dijo: “Cuando invitamos a personas a escuchar sermones, debemos saber qué pasa con ellas después, ver si asisten a las reuniones, si entienden lo que se dijo, y si tienen ciertas nociones. Debemos esforzarnos para ayudarlos por amor, y también es nuestra responsabilidad”. Pero pensaba que era una molestia, por lo que no sacrificaba mucho ni soportaba muchas dificultades. Tomaba la senda más fácil y no pensaba en si lograba resultados. Una vez, la líder dijo que algunos habían invitado a muchos oyentes, pero que muy pocos de ellos buscaban o estudiaban de verdad. Sabía que yo era una de ellos; solo hacía trabajo superficial y no obtenía resultados reales. Después, la líder vino a examinar mi trabajo y dijo: “¿Cómo están ahora estos potenciales destinatarios del evangelio?”. Estaba avergonzada y no sabía qué decir. No estaba en contacto con muchos de ellos, no había ofrecido apoyo a los que no venían a oír los sermones. Los había abandonado sin más.
Empecé a reflexionar tras hablar con la líder. Vi que Dios dice: “La gente necesita llevar a cabo todo lo que Dios requiere que haga y todas las diversas clases de trabajo en la casa de Dios, todas estas cosas cuentan como sus deberes. Independientemente de cuál sea el trabajo que haga la gente, este es el deber que ha de cumplir. El deber incluye un amplio ámbito y muchas áreas, pero, sea cual sea el deber que cumplas, simple y llanamente es tu obligación y algo que debes hacer. Siempre que te esfuerces por desempeñarlo bien, Dios te dará Su aprobación y te reconocerá como alguien que cree de verdad en Él. Seas quien seas, si siempre tratas de evitar tu deber o huir de él, entonces es un problema. Por decirlo suavemente, eres demasiado perezoso, demasiado escurridizo, eres ocioso, amas el placer y odias el trabajo. Si lo decimos con mayor seriedad, no estás dispuesto a cumplir con tu deber, y no tienes lealtad ni sumisión. Si ni siquiera puedes esforzarte físicamente para cargar con un poco de trabajo, ¿qué puedes hacer? ¿Qué eres capaz de hacer bien? Si una persona tiene realmente lealtad y sentido de la responsabilidad hacia su deber, mientras sea requerido por Dios y cuando sea necesario para la casa de Dios, hará cualquier cosa que se le pida, sin tomar sus propias decisiones. ¿Acaso uno de los principios de cumplir con un deber no es el de emprender y hacer bien aquel que uno puede y debe hacer? (Sí)” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). “Si eres sumiso y sincero, cuando llevas a cabo tu tarea no serás superficial y no holgazanearás engañosamente, sino que pondrás todo tu corazón y fuerza en ello. Si el estado interior de una persona es incorrecto y surge negatividad en ella, esta pierde el incentivo y quiere ser superficial; en el fondo sabe muy bien que su estado no es el correcto y aun así no intenta corregirlo buscando la verdad. La gente así no tiene amor por la verdad y tiene solo una ligera disposición a cumplir con su deber. No les interesa hacer ningún esfuerzo ni sufrir dificultades, y siempre están intentando holgazanear engañosamente. De hecho, Dios ya ha escrutado todo esto. ¿Por qué no le presta atención a esta gente entonces? Dios solo está esperando que Su pueblo escogido se despierte, la discierna, la exponga y la descarte” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). Vi en las palabras de Dios que aquellos responsables en su deber no necesitan que otros los supervisen para completar el trabajo; vuelcan su corazón en su deber. Pero aquellos que no se toman en serio su deber solo fingen y actúan por inercia. Incluso si parece que han trabajado mucho, solo es superficial, y no logra ningún resultado real. Engañan a la gente. Las palabras de Dios expusieron mi estado. Yo estaba feliz cuando invitaba a muchos potenciales destinatarios porque, cuando todos vieran a cuántos había invitado, pensarían que yo era una persona responsable. Pero, en realidad, cuando necesitaba saber qué pasaba con ellos después, no quería pagar un precio ni dedicar más tiempo y esfuerzo. Solo quería pasarle el trabajo al grupo evangelizador. Me gustaba tomar la salida fácil. Elegía el camino que implicara menos dificultades y el que era más cómodo. Tomaba atajos cuando las cosas se complicaban. Quería renunciar cuando algo parecía muy difícil o cuando debía esforzarme mucho. ¡Era muy holgazana! No me molestaba en averiguar qué preguntas tenían los potenciales destinatarios del evangelio tras escuchar los sermones, si seguían asistiendo a las reuniones, y si no lo hacían, por qué era eso, etcétera. Era de verdad irresponsable en mi deber, y no daba de mí, pero quería que pareciera que era efectiva en mi deber. Era muy taimada y falsa, no merecía confianza. Recordé otra experiencia previa mía. Cuando iba a la escuela y tenía bajas calificaciones, tenía que volver a tomar la clase, pero incluso entonces, no me esforzaba por estudiar. Siempre he preferido el trabajo fácil al difícil y he sido perezosa. Es parte de mi naturaleza. Tras darme cuenta de esto, empecé a pensar más en mi trabajo, a cambiar mis formas y a comunicarme con aquellos potenciales destinatarios del evangelio. También hablé con el grupo evangelizador y busqué su ayuda. Al hacer esto, fui un poco más efectiva.
Después, delegué a aquellos que estaban listos para aceptar el camino verdadero al equipo de riego, pero aún no había mucha gente que siguiera asistiendo a las reuniones. Había una persona que no iba a las reuniones porque siempre estaba muy ocupada con el trabajo. Además, su madre había muerto recientemente. Estaba desconsolada y se alejó del mundo. No sabía cómo hablar con ella más que con algunas palabras simples. Y cuando algunos encontraban problemas, no hallaba las palabras de Dios correctas para comunicarlas con ellos y así resolverlos. Esto era difícil para mí. Prefería invitar a la gente a escuchar sermones porque era más fácil. En realidad no me gustaba hablar con ellos; temía que hicieran preguntas que no podría responder, por lo que prefería evitarlos o abandonarlos. Como medio año después, vi que solo seis de aquellos a los que yo había invitado habían aceptado la obra de Dios de los últimos días, mientras que otros hermanos y hermanas habían convertido a mucha gente. Estaba avergonzada y llena de remordimiento. Había sido negligente en mis deberes durante estos seis meses. Si hubiera podido volver el tiempo atrás, no habría sido negligente. Que otros hubieran llevado a tanta gente ante Dios demostraba que difundir el evangelio no era difícil, que solo requería algo de diligencia, y que era posible obtener resultados en este deber. Vi que las palabras de Dios Todopoderoso dicen: “Al difundir el evangelio, la gente debe cumplir con su responsabilidad y tratar con seriedad a cada destinatario potencial del evangelio. Dios salva al hombre en la mayor medida posible, y la gente ha de tener consideración con Sus intenciones, no debe ignorar descuidadamente a quien esté buscando e investigando el camino verdadero. Es más, al difundir el evangelio, debes captar los principios. En cuanto a cada persona que esté investigando el camino verdadero, debes observar, entender y captar cosas tales como su trasfondo religioso, si su calibre es bueno o malo y la calidad de su humanidad. Si encuentras a una persona que tenga sed de verdad, que pueda comprender las palabras de Dios y aceptar la verdad, entonces esa persona ha sido predestinada por Dios. Deberías intentar dedicar todo tu empeño a tener comunicación sobre la verdad con ella y ganártela. Sin embargo, si es de pobre humanidad y tiene un talante horrible, y su sed es una pretensión, no para de discutir y se aferra a sus nociones, debes dejarla de lado y renunciar a ella. Algunas personas que están investigando el camino verdadero tienen capacidad de comprensión y un gran calibre, pero son arrogantes y sentenciosas. Se apegan demasiado a las nociones religiosas, así que debes comunicarles sobre la verdad con amor y paciencia para ayudarlas a resolver esto. Solo debes rendirte si no aceptan la verdad, por mucho que hayas comunicado con ellas. Entonces habrás hecho todo lo posible. En resumen, no abandones a la ligera a nadie que pueda reconocer y aceptar la verdad. Mientras estén dispuestos a investigar el camino verdadero y sean capaces de buscar la verdad, debes hacer todo lo que puedas para leerles más palabras de Dios y compartir más con ellos sobre la verdad, y para dar testimonio de la obra de Dios y resolver sus nociones y preguntas, de tal modo que puedas ganártelos y llevarlos ante Dios. Esto concuerda con los principios de la difusión del evangelio. Así pues, ¿cómo se los puede convertir? Si, al relacionarte con ella, determinas que la persona tiene buen calibre y buena humanidad, debes hacer todo lo posible por cumplir con tu responsabilidad; debes pagar cierto precio y utilizar ciertos métodos y medios, y no importa cuáles, siempre y cuando los emplees para convertir a esa persona. En resumen, a fin de ganártela, debes cumplir con tu responsabilidad, usar el amor y hacer todo lo que esté a tu alcance. Debes hablar acerca de todas las verdades que comprendes y hacer todas las cosas que debes hacer. Aunque no te ganes a esta persona, te quedarás con la conciencia tranquila. Habrás hecho todo lo posible. Si no compartes la verdad claramente, y la persona se sigue aferrando a sus nociones, y si pierdes la paciencia y renuncias a ellos por decisión propia, eso es desatender tu deber, y eso será una transgresión y una mancha para ti. Algunos dicen: ‘¿Tener esta mancha significa que he sido condenado por Dios?’. Eso depende de si la gente hace esas cosas de manera intencional y habitual o no. Dios no condena a las personas por transgresiones ocasionales; solo tienen que arrepentirse. Pero cuando hacen el mal a sabiendas y se niegan a arrepentirse, son condenadas por Dios. ¿Cómo podría Dios no condenarlas cuando son claramente conscientes del camino verdadero y, sin embargo, pecan adrede? A la luz de los principios-verdad, eso es ser irresponsable y superficial; y como mínimo, estas personas no han cumplido con su responsabilidad; así es como Dios juzga sus errores. Si se niegan a arrepentirse, serán condenados. Y, por lo tanto, a fin de reducir o evitar tales errores, la gente debería hacer todo lo posible por cumplir con sus responsabilidades, intentando abordar de manera activa todas las inquietudes que tengan quienes estén investigando el camino verdadero y, definitivamente, no posponiendo ni demorando las cuestiones cruciales” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). Las palabras de Dios me hicieron pensar de verdad, y estaba muy conmovida. Difundir el evangelio era mi responsabilidad y la intención de Dios. Debería haberme dado por entero, pero yo no estaba dispuesta a hacer sacrificios en mi deber para llevar gente ante Dios. Era en verdad muy holgazana, muy negligente en mi deber. No hacía lo que Dios había dicho y no prestaba atención sincera a todos los que estudiaban el camino verdadero, ni cumplía mis responsabilidades. Pensé que era suficiente con invitar a mucha gente a venir a escuchar, y que lo que pasaba después no era mi trabajo. En mi opinión, era responsabilidad del equipo de riego, y si venían o no a las reuniones no era ni mi problema ni mi responsabilidad. Entonces, cuando no asistían a las reuniones, no me esforzaba por buscar las palabras de Dios para ayudarlos. Creía que sus problemas eran difíciles de resolver, por lo que quería renunciar a ellos. Pero, en realidad, mientras cumplieran con los principios para predicar el evangelio, yo debería prestarles atención en serio, y yo los había invitado a venir a escuchar. En situaciones normales, yo debía seguir comunicándome con ellos después, pero no lo hacía. Solo los derivaba al equipo de riego y lo dejaba así. De verdad no tenía sentido de la responsabilidad ni consideración por la intención de Dios. Cuando reconocí el problema, me decidí a cambiar mi actitud, pero sabía que no podría hacerlo sola. Debía orar y buscar la ayuda de Dios. Después, cuando me encontraba con potenciales destinatarios del evangelio, a menudo oraba a Dios para que me ayudara a llevarlos ante Él y para tener la voluntad de esforzarme y hacer sacrificios reales, no ser holgazana en mi deber como antes. También le pregunté a mi líder cómo hacer que la gente acepte la obra de Dios de los últimos días. Ella compartió algunas formas conmigo, y yo empecé a reflexionar para ver lo que todavía no estaba haciendo. Me di cuenta de que no buscaba la verdad en mi trabajo y no aprendía de mis hermanos y hermanas. Cuando la gente no iba a las reuniones, no quería saber por qué, solo elegía renunciar a ellos. Mi actitud hacia mi deber era demasiado laxa.
Al darme cuenta de estas cosas, pensé en cuando Dios dice: “Cómo consideras las comisiones de Dios es de extrema importancia y un asunto muy serio. Si no puedes llevar a cabo lo que Dios les ha confiado a las personas, no eres apto para vivir en Su presencia y deberías ser castigado. Es perfectamente natural y está justificado que los seres humanos deban completar cualquier comisión que Dios les confíe. Esa es la responsabilidad suprema del hombre, y es tan importante como sus propias vidas. Si no te tomas en serio las comisiones de Dios, lo estás traicionando de la forma más grave. En esto eres más lamentable que Judas y debes ser maldecido. La gente debe entender bien cómo tratar lo que Dios les confía y, al menos, debe comprender que las comisiones que Él confía a la humanidad son exaltaciones y favores especiales de Dios, y son las cosas más gloriosas. Todo lo demás puede abandonarse. Aunque una persona tenga que sacrificar su propia vida, debe seguir cumpliendo la comisión de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Tras leer las palabras de Dios, estaba avergonzada. Como ser creado de Dios, yo debía cumplir bien mi deber. Es mi misión y el valor de mi existencia. Si no puedo hacerlo, habré perdido la función para la que fui creada y no seré digna de vivir ante Dios. En última instancia, seré aborrecida y descartada por Dios. Difundir el evangelio del reino es el deseo más urgente de Dios, y Él desea que nos entreguemos por completo al difundir el evangelio y dar testimonio para Dios. No podemos ser negligentes al hacer estas cosas. Pensé en cuando Dios le dijo a Noé que construyera el arca. Aunque era una tarea muy difícil, Noé no se rindió. No le preguntó a Dios cuándo estaría terminada el arca ni cuándo sería el diluvio. Solo siguió las instrucciones de Dios y construyó el arca. Tras reconocer esto, me di cuenta de que debía cambiar mi actitud hacia mi deber, seguir el ejemplo de Noé y esforzarme al máximo al cumplir mi deber. Una vez, en una reunión, otros compartían sus experiencias de prédica y cómo usaban las palabras de Dios para resolver los problemas de potenciales destinatarios del evangelio. Quedé muy conmovida tras oírlos. Ya no quería ser perezosa. Quería ser responsable y volcar toda mi energía en mi deber.
Después de eso, observaba frecuentemente quiénes no asistían a las reuniones, contactaba de inmediato a quienes no habían ido y hablaba con ellos sobre las palabras de Dios. Cuando puse mi corazón en ayudar a cada persona, la mayoría de ellos asistía a las reuniones con regularidad. Recuerdo que una persona no había ido varios días. Le envié un mensaje, pero como ella no respondió en varios días, empecé a preocuparme. Llamé al hermano Derly, un regador, y me enteré de que a ella le habían surgido dificultades en el trabajo y Derly había compartido algunas palabras de Dios con ella. Tras oír esto, sentí que no era suficiente, así que le pedí al hermano Derly que la llamara y compartiera enseñanzas con ella por teléfono. Para mi sorpresa, tras esa enseñanza, ella acordó asistir a la reunión ese mismo día y se disculpó por no haber ido antes. Poco después, se unió a la iglesia. Mi corazón rebozaba alegría. ¡Estaba muy agradecida con Dios! Vi que las palabras de Dios dicen: “Si de veras posees conciencia y razón, cuando hagas cosas, pondrás un poco más de corazón en ellas, así como un poco más de amabilidad, responsabilidad y consideración, y podrás poner más esfuerzo. Cuando puedas poner más esfuerzo, mejorarán los resultados de los deberes que lleves a cabo. Tus resultados serán mejores y esto satisfará tanto a otras personas como a Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). “Debes lograr la entrada desde el lado de la positividad. Si esperas pasivamente, entonces, sigues siendo negativo. Debes ser proactivo al cooperar conmigo; sé diligente y nunca seas perezoso. Comunícate siempre conmigo y ten una intimidad aún más profunda conmigo. Si no entiendes, no seas impaciente por los resultados rápidos. No es que no te diré; es que quiero ver si confías en Mí cuando estás en Mi presencia y si tienes confianza en tu dependencia de Mí. Siempre debes permanecer cerca de Mí y poner todos los asuntos en Mis manos. No regreses en vano. Después de haber estado cerca de Mí sin saberlo por un período de tiempo, Mis intenciones te serán reveladas. Si las captas, entonces estarás realmente cara a cara conmigo y verdaderamente habrás encontrado Mi rostro. Tendrás mucha claridad y estabilidad en tu interior y tendrás algo en qué confiar. También tendrás poder además de confianza y tendrás una senda hacia adelante. Todo te resultará fácil” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 9). Dios exige que seamos activos en el cumplimiento de nuestro deber. No podemos ser pasivos. Cuando nos topemos con problemas o dificultades, debemos orar a Dios y seguir buscando la verdad, y Dios nos ayudará y nos guiará para que comprendamos los principios-verdad. Antes, era pasiva en mi deber y carecía de iniciativa. Abandonaba sin cuidado a potenciales destinatarios del evangelio. La guía de las palabras de Dios me hizo entender que lo que está en nuestro corazón es muy importante. Cuando tratamos a la gente con amor y enseñamos con sinceridad, vemos la guía de Dios. Tras entender esto, oré a Dios y le pedí ayuda para cumplir bien con mi deber y practicar Sus palabras a conciencia.
Después, fui proactiva al hablar con potenciales destinatarios y seguía averiguando sobre su situación y comunicando las palabras de Dios con ellos de manera paciente, hasta que aceptaban la obra de Dios de los últimos días. Cuando hacía esto, sentía que Dios me guiaba en cada paso y me ayudaba a entender cómo cumplir bien mi deber, y me sentía muy segura en mi corazón. ¡Gracias a Dios!
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