Despertar espiritual de los “ángeles blancos” (Parte 2)
Reconocer a la humanidad que ha sido corrompida por Satanás
A partir de ahí, cada día antes del amanecer, me levantaba para leer las palabras de Dios, orar y cantar himnos, y disfrutaba de una paz y gozo que nunca antes había experimentado. Un día, vi que se decía en las palabras de Dios: “¡Humanidad cruel! La confabulación y la intriga, robarse y raptarse entre ellos, la lucha por la fama y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar? A pesar de que Dios ha hablado cientos de miles de palabras, nadie ha entrado en razón. La gente actúa por el bien de sus familias, hijos e hijas, por sus carreras, perspectivas de futuro, posición, vanidad y dinero, por comida, ropa y por la carne. Pero ¿existe alguien cuyas acciones sean verdaderamente por el bien de Dios? Incluso entre aquellos que actúan por el bien de Dios, sólo hay unos cuantos que conozcan a Dios. ¿Cuántas personas no actúan por sus propios intereses? ¿Cuántos no oprimen ni condenan al ostracismo a los demás con el propósito de proteger su propia posición?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados).
“Sobre la raza humana, el cielo es tenebroso y sombrío, sin un atisbo de claridad, y el mundo de los humanos está sumergido en una oscuridad total, de modo que cualquiera que vive en él no puede ni siquiera ver su mano extendida frente a su rostro, ni el sol al levantar la cabeza. El sendero debajo de sus pies, enlodado y lleno de baches, serpentea tortuosamente. Toda la tierra está cubierta de cadáveres. En los oscuros rincones reposan los restos de los fallecidos, y multitudes de demonios residen en los rincones fríos y sombríos. Y en el mundo de los hombres, los demonios van y vienen en hordas por doquier. Las progenies de todo tipo de bestias, cubiertas de inmundicia, se enfrentan en una batalla campal, cuyo sonido llena de espanto el corazón. En estos tiempos, en este mundo, en este ‘paraíso terrenal’, ¿dónde se buscan las dichas de la vida? ¿A dónde debe ir uno para hallar el destino de la propia vida?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Lo que significa ser una persona verdadera).
Las palabras de Dios van directo a la raíz del problema para revelar la verdad sobre la corrupción de la humanidad. Son muy ciertas y reales. Toda la humanidad ha sido corrompida por Satanás. Las filosofías de vida de Satanás como “Todo el mundo para sí mismo y sálvese quien pueda” y “con dinero baila el perro” se han convertido en nuestras leyes de supervivencia. Las personas engañan, se usan y dañan entre sí por ganancias y dinero. No tienen tolerancia y mucho menos amor. Como animales de sangre fría, se arrebatan la presa y luchan por un bocado de comida, con la humanidad y razón completamente perdidas. Cuando asumí oficialmente mi puesto, vi a doctores en diversos departamentos conspirando e intrigando los unos contra otros y la administración recomendando directamente compañías farmacéuticas al hospital, invitando a caros estafadores comerciales que no entendían el tratamiento médico para enseñarnos cómo ganar engañosamente la confianza de los pacientes para extorsionarlos con el fin de hacer dinero… Al principio yo no aprobaba tal comportamiento, pero más adelante, después de ver a los colegas a mi alrededor ganar mucho dinero por toda clase de medios y llevar estilos de vida lujosos, yo también me descarrié gradualmente, empecé a seguir al grupo y me presté a acciones poco honestas. Con el fin de hacer dinero competí con otros doctores, prescribí largas recetas y caros medicamentos, cobré honorarios indiscriminadamente e incluso me volví insensible acostumbrándome a esta conducta inadmisible e inmoral… Si no fuera por Dios que viene a salvarme hoy, aún sería adicta a vivir en pecado y me habría convertido en una de las muñecas o los juguetes de Satanás sin saberlo. Al pensar en esto, di gracias a Dios desde el fondo de mi corazón por Su salvación.
La búsqueda de ser una persona honesta me liberó
Más adelante, llevé una vida de iglesia con hermanos y hermanas, cantando himnos y alabando a Dios, mi espíritu se sintió tranquilo para disfrutar y mi corazón se sintió incomparablemente feliz. Me había dado cuenta de que todos los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso eran abiertos y puros, trataban a los demás con sinceridad y no necesitabas cuidarte las espaldas al estar con ellos. Todos se amaban entre sí y eran tan cercanos como en una familia. Sentí un calor humano que nunca antes había experimentado.
Un día, en una reunión, vi que se decía en las palabras de Dios: “Honestidad significa dar tu corazón a Dios; ser auténtico y abierto con Dios en todas las cosas, nunca esconderle los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas solo para ganaros el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias). Dios nos exige que seamos personas honestas y que seamos sinceros en nuestras palabras y acciones, que no engañemos a Dios ni a los demás. Al mirar a los hermanos y hermanas en la iglesia, todos ellos practican el ser personas honestas según la palabra de Dios, hablan la verdad y actúan de una manera justa y honorable. Ellos aceptan la observación de Dios en todos los asuntos y no se involucran en la insinceridad y el engaño. Los hermanos y hermanas se respetan y entienden entre sí, y pueden perdonar y cuidar de los demás. También pueden tomar en consideración a otras personas y no hacer cosas que lastimen a otros para su propio beneficio. En los hermanos y hermanas, he visto que es algo muy bueno ser una persona honesta. ¡Esta clase de vida es realmente liberadora! ¡En el pasado, hice todo lo que pude y me involucré en el engaño para ganar dinero en el hospital y todo lo que yo hice fueron tratos bajo la mesa! De ahora en adelante, voy a trabajar de acuerdo con las exigencias de Dios y viviré a semejanza de un hombre honesto, por el principio de ayudar a curar pacientes y ayudarlos a gastar menos. No voy a seguir dependiendo de los venenos de Satanás ni para vivir ni para hacer esas cosas reprobables.
Ser una persona honesta es estupendo
Una vez hubo una paciente con una enfermedad ginecológica general. Fue a varios hospitales grandes y gastó miles de yuanes, pero no se curó. Después de preguntar sobre la enfermedad de la paciente y examinarla, descubrí que esta era provocada por la excesiva medicación. Le dije que dejara de tomar todas las medicinas y que después de un período de recuperación estaría mejor. Pero la paciente no me creyó y me insistió en que le recetara las mejores medicinas. Al ver su mirada insistente, pensé: Tú eres quien está pidiéndome que te prescriba medicación, no soy yo quien desea prescribirte medicación. Así que le prescribí una medicina de la que se deduciría un porcentaje, para la cual podría emitirse una factura. Me sentí un poco culpable, así que la rompí. Después hice otra y también la rompí… En ese momento, yo estaba teniendo una lucha interior: por un lado, estaba el dinero que yo podía tocar ya con mis manos y, por otro, las exigencias de Dios. Yo no sabía qué era lo mejor que yo podía hacer. En ese momento, pensé en la voluntad establecida en la presencia de Dios: yo creo en Dios, debo practicar la palabra de Dios y ser una persona honesta. Si una paciente tiene realmente una enfermedad, debo prescribir medicación para ella; pero si no tiene nada, no puedo ignorar a mi conciencia y engañar a la paciente. Tampoco puedo recetar más medicinas caras de las que pueda sacar tajada. Al pensar en esto, mi corazón se iluminó en gran manera y le dije a la paciente: “¡Te daré una receta! Come más zanahorias cada día y eso estará bien”. La paciente me vio muy segura de lo que decía y se marchó, aunque no muy convencida. Pero en mi corazón me sentí muy aliviada y feliz de haber sido capaz de practicar la verdad.
Aproximadamente diez días después, la paciente mejoró. Muy contenta, me compró algo para darme las gracias y me dijo: “Gasté entre cinco mil y seis mil yuanes y nunca mejoré; pero, inesperadamente tú no me pediste ni un céntimo y mejoré. ¡Tus habilidades médicas son increíbles!”. Pensé: Realmente tu enfermedad fue provocada por otros doctores que prescribieron medicina de una manera incontrolada y la usaron indiscriminadamente. Antes de creer en Dios, yo también ignoraba a mi conciencia y engañaba así a los pacientes. Que ahora sea capaz de practicar la medicina y ser una buena persona con sencillez, se debe todo a que la palabra de Dios Todopoderoso me cambió.
Derrota la tentación del dinero
Al final del mes, todas las compañías farmacéuticas vinieron a dar a los doctores su porcentaje (las farmacias llevan un registro de todos los medicamentos prescritos de los que se saca tajada). Cuando vi a todos los doctores de mi departamento irradiando sonrisas felices, llevando más de veinte sobres repletos y yo con lastimosamente pocos, me sentí desequilibrada en mi interior: yo había sido una buena persona, pero había conseguido muy poco; podría haber hecho lo mismo que ellos. En ese momento, un himno de la palabra de Dios resonó en mis oídos: “¡Ah, dejad ir vuestra afición codiciosa por el mundo secular y la riqueza! […] ¡Ah, dadles la espalda a vuestras opiniones y prejuicios! ¡Ah, despertad! ¡El tiempo es corto! Levantad la mirada, levantad la mirada, desde el interior del espíritu, y dejad que Dios tome el control. Pase lo que pase, no os convirtáis en otra esposa de Lot. ¡Qué lamentable es ser desechado! ¡Muy lamentable, ciertamente! ¡Ah, despertad!” (‘Dios Todopoderoso está sentado en el trono glorioso’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). El esclarecimiento de la palabra de Dios iluminó mi corazón. ¡Sí! Ahora son los últimos días. Este es el último tiempo en que Dios salva a las personas. Si aún no busco bien la verdad en este momento crítico, no puedo vivir entonces verdaderamente a semejanza humana y amaré el dinero como antes. Cuando la obra de Dios termine y venga el desastre, por mucho dinero que yo gane, ¿de qué me servirá? La mujer de Lot perdió la vida y se convirtió en estatua de sal porque no pudo renunciar a la propiedad de su familia. Yo no puedo ser como ella. Debo ser una buena persona de acuerdo con la palabra de Dios y debo hacer las cosas meticulosamente, renunciar a la riqueza injusta y no seguir lastimando a otros para beneficiarme. Al pensar de esa manera, ¡mi corazón se tranquilizó y sentí que conseguir la verdad y la vida es lo más valioso y significativo!
Conforme leía cada vez más de las palabras de Dios, también obtenía algún entendimiento de la voluntad de Dios, consideraba al mundo y a las riquezas cada vez más insignificantes y no competía con los demás doctores del departamento por los pacientes, sino que dejaba proactivamente que ellos los trataran. A causa de mis cambios, todos los colegas deseaban estar de turno conmigo. Cuando atendía a las pacientes, les explicaba con paciencia y ya no trataba las enfermedades pequeñas de forma excesiva ni prescribía libremente medicamentos.
Viví un poco a semejanza de un hombre real
Cuando yo practicaba de esta forma, me sentía particularmente tranquila y con paz interior. Aunque trabajaba menos tiempo, Dios me bendecía de manera particular. Todos los colegas, amigos y conocidos de mi hospital me pedían que viera a pacientes e hiciera cirugías. Todos decían que yo era diferente de los otros doctores, bondadosa, que no estafaba a las personas y que, con menos dinero gastado en tratamientos, lograba recuperaciones más rápidas. Yo sé que este fue el fruto de la palabra de Dios Todopoderoso en mí. En mi experiencia, he visto que sólo la palabra de Dios y la verdad pueden cambiar a las personas y que sólo la verdad puede revelar toda mi impiedad y corrupción, y purificarme de los venenos de Satanás. Al mismo tiempo, también fui verdaderamente consciente de que cuanto más practicas la verdad y entiendes la palabra de Dios, más entiendes la oscuridad y el mal en el mundo, y percibes con más claridad cómo has sido corrompido por Satanás y tu propia perspectiva inferior de la vida y los valores. ¡Es el juicio y el castigo de la palabra de Dios lo que me ha dado la confianza y la motivación para renunciar a Satanás y ser una buena persona de nuevo!
Más adelante, algunos colegas me dijeron: “Mira con qué tranquilidad vives ahora, ¡incluso te ves más joven que antes!”. Algunos me dijeron: “Eres realmente muy tonta por no ganar un dinero que puedes levantar la mano para conseguir. ¿Es porque ya tienes mucho dinero?”. Algunos dijeron: “¡El reino de tu ideología es realmente demasiado elevado!”. En resumen, la gente decía toda tipo de cosas, pero no sabía que todo era gracias a que la palabra de Dios Todopoderoso me había cambiado. ¡La obra de Dios es realmente tan sabia y maravillosa! ¡Satanás me corrompió en un demonio y la palabra de Dios Todopoderoso me cambió en una persona, permitiéndome vivir a semejanza del hombre! Tal como la palabra de Dios Todopoderoso dijo: “Si las personas tienen una comprensión auténtica del carácter de Dios y pueden alabar sinceramente Su santidad y Su justicia, entonces significa que verdaderamente conocen a Dios y poseen la verdad; solo entonces viven en la luz. Solo una vez que cambia la visión que tiene una persona del mundo y de la vida, se transforma de manera sustancial. Cuando uno tiene una meta en la vida y se comporta de acuerdo con la verdad; cuando uno se somete absolutamente a Dios y vive según Sus palabras; cuando uno se siente en paz e iluminado hasta las profundidades del alma, cuando el corazón de uno está libre de oscuridad y cuando uno vive por completo y sin ataduras en la presencia de Dios, solo entonces uno lleva una verdadera vida humana y sólo entonces se convierte en alguien que posee la verdad. Además, todas las verdades en tu poder proceden de las palabras de Dios y de Dios mismo. El Soberano de todo el universo y de todas las cosas —el Dios Altísimo— te aprueba como una persona real que vive una verdadera vida humana. ¿Qué podría ser más significativo que la aprobación de Dios?” (‘Cómo conocer la naturaleza del hombre’ en “Registros de las pláticas de cristo”). Gracias a Dios. ¡Toda la gloria sea a Dios Todopoderoso!
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