Aférrate a los principios y cumplirás correctamente con un deber
En agosto de 2019, la hermana Lin Xin, líder de una iglesia, redactó una carta de renuncia. Mi líder dispuso que yo fuera a esa iglesia a investigar. Dijo que si realmente Lin Xin no sabía hacer un trabajo práctico, debía ser destituida y debía realizarse una nueva elección. A mi llegada, los diáconos de allí me contaron la situación de Lin Xin, y dijeron que cuando algo incumbía a sus intereses familiares o a sus asuntos personales, hacía de lado el trabajo de la iglesia y se lo dejaba todo a su compañera para que se ocupara. De este modo, su compañera se quedaba con una pesada carga de trabajo, y el seguimiento del trabajo no se estaba haciendo en la forma correcta. Había ciertos asuntos urgentes que no se estaban resolviendo a tiempo. Los líderes superiores habían ofrecido ayuda y apoyo a Lin Xin muchas veces, pero no había cambiado y las cosas no habían conseguido mejorar. Ella no tenía esclarecimiento cuando enseñaba la palabra de Dios en las reuniones, y cuando los hermanos y hermanas tenían problemas o dificultades, no sabía enseñar la verdad para resolverlos; tan solo los alentaba con palabras y doctrinas o resolvía las cosas con sus propios métodos y filosofías mundanas. Por ejemplo, si un hermano o hermana se hallaba en un mal estado espiritual por enfermedad, solamente les indicaba a qué médicos ir y qué productos medicinales tomar, en vez de guiarlos para que buscaran la voluntad de Dios y aprendieran algo. Asimismo, cuando algunos hablan de inversiones en las reuniones, Lin Xin no solo carecía de discernimiento para denunciarlos y pararlos, sino que, en realidad, intervenía e invitaba a sus hermanos y hermanas a hacer lo mismo también. Algunos hermanos y hermanas le habían recordado muchas veces que se centrara en buscar la verdad y cumplir con el deber, pero ella no hacía caso. Por temor a que los hermanos y hermanas dijeran que ansiaba el dinero, había invertido en secreto y había perdido más de 400000 yuanes, lo que la distrajo aún más del deber. Como Lin Xin descuidaba el deber y no hacía un trabajo práctico, la vida de esa iglesia era ineficaz y los hermanos y hermanas se sentían negativos y débiles. Algunos de ellos ya no querían ir a las reuniones, y ella misma temía encontrarse con los hermanos y hermanas porque era incapaz de resolver sus problemas.
Tras oír el informe de los diáconos sobre la situación, pensé: “Lin Xin no busca la verdad ni hace un trabajo práctico y sus opiniones sobre las cosas son como las de una incrédula. ¿Cómo puede liderar una iglesia de ese modo? Incluso sin su carta de renuncia, debería ser destituida por su conducta de falsa líder”. Por tanto, busqué el principio relevante y a partir de eso y de su conducta hablé sobre el discernimiento. Al terminar, todos los diáconos confirmaron que Lin Xin carecía de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, cuando hablé de destituir a Lin Xin del deber, uno de los diáconos comentó: “Lin Xin tiene buena humanidad, ayuda a sus hermanos y hermanas con las dificultades en las que puede y es amigable y modesta”. Otro afirmó que tenía buena aptitud, era lista, y cuando los hermanos y hermanas estaban en un mal estado o tenía alguna dificultad, sabía reconfortarlos. Si era destituida, la iglesia no encontraría un líder más adecuado. Otro diácono añadió: “Es posible que Lin Xin esté temporalmente en un mal estado. Tratemos de ayudarla primero”. Lo debatieron un rato y todos estuvieron de acuerdo en que no debían destituirla. Según los principios sobre el relevo de líderes y obreros, si un líder u obrero no recibe la obra del Espíritu Santo y no sabe hacer un trabajo práctico durante un tiempo prolongado, hay que relevarlo. Si carecen de la obra del Espíritu Santo y los mantenemos, ¿no estamos fuera de sintonía con Dios? Estos diáconos solo veían que Lin Xin sabía ocuparse de la gente, que tenía en cuenta sus intereses físicos, que era cariñosa hasta cierto punto y que tenía inteligencia y aptitud, pero no si era o no alguien que buscaba la verdad ni si sabía hacer un trabajo práctico. No la evaluaban según los criterios de la casa de Dios sobre la selección de personas. Obviamente, Lin Xin era una persona que no buscaba la verdad y sus opiniones eran como las de los incrédulos. No enseñaba la verdad cuando sucedían las cosas ni sabía resolver en absoluto los problemas prácticos de entrada en la vida de sus hermanos y hermanas. Se evidenció que era una falsa líder. Si permanecía en el deber, únicamente perturbaría y obstruiría la labor de la iglesia y demoraría la entrada en la vida de sus hermanos y hermanas. Así pues, hablé con los diáconos sobre la idea de relevarla. Después de mis palabras, todos los diáconos hicieron silencio, pero veía que aún no estaban de acuerdo con su destitución. En ese momento, dudé: “Si insisto en mi posición aquí y sigo enseñando la verdad y discerniendo cómo es Lin Xin, ¿dirán estos diáconos que soy demasiado arrogante y arbitraria y que no acepto las opiniones ajenas? Si estropeo mi relación con estos diáconos nada más llegar, el resto de mi labor será más difícil”. Cuando lo pensé, dejé de enseñarles a los diáconos los principios para discernir a los falsos líderes y denuncié la situación de la iglesia al líder superior a mí. Reflexioné que si el líder aceptaba mi punto de vista, podría destituir a Lin Xin y esos diáconos no tendrían mala opinión de mí. Luego acudí a otras hermanas de esa iglesia para conocer su opinión sobre Lin Xin, pero descubrí que también a esas hermanas les faltaba discernimiento acerca de ella. Todas decían que tenía buena humanidad, era cariñosa con ellas, era considerada con sus dificultades, era lista y tenía aptitud. Opinaban igual que los diáconos. Al comprobarlo, no me atreví a enseñar la verdad para discernir cómo era Lin Xin. Temí que dijeran que yo era arrogante y santurrona, que ignoraba las opiniones ajenas, y que se llevaran una mala impresión de mí. Por ello, simplemente esperé pasivamente la carta con la respuesta de mi líder. Así no cargaría con el asunto de la destitución de Lin Xin. Tenía claro que esos hermanos y hermanas carecían de la verdad y no sabían discernir, pero no tenía ganas de enseñarles. En aquellos días sentía tinieblas en mi interior y no percibía la presencia de Dios. Así que me presenté enseguida ante Dios y oré para pedirle Su esclarecimiento y guía para conocer mi estado.
Días después, mi líder me pidió reunirse conmigo. Leímos un pasaje de las palabras de Dios: “En la casa de Dios, debes captar el principio de cada deber que realices, sea cual sea, y ser capaz de practicar la verdad. Eso es tener principios. Si no tienes algo claro, si no estás seguro de qué es lo apropiado, busca la comunicación para lograr el consenso. Una vez que se haya determinado lo que es más beneficioso para la obra de la iglesia y para los hermanos y hermanas, hazlo. No te atengas a las normas, no te demores, no esperes, no seas un observador pasivo. Si eres siempre un observador y nunca tienes opinión propia, si siempre esperas a que otro haya tomado una decisión para hacer algo y, cuando nadie toma una decisión, te limitas a dar largas y esperar, ¿cuál será la consecuencia? Que se atascan todas las parcelas del trabajo y nada se termina. Debes aprender a buscar la verdad, o al menos ser capaz de actuar según tu conciencia y razón. Siempre y cuando tengas clara la manera adecuada de hacer algo, y a los demás, en su mayoría, esa manera les parezca viable, así debes practicar. No tengas miedo de asumir la responsabilidad del asunto, ni de ofender a los demás ni de incurrir en consecuencias. Si alguien no hace nada real, si siempre está echando cuentas, con miedo a asumir responsabilidades, y no se atreve a defender los principios en lo que hace, eso demuestra que es especialmente astuto y taimado, y que tiene demasiadas estratagemas diabólicas. Qué inicuo es desear disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios y, sin embargo, no hacer nada real. No hay nadie a quien Dios desprecie más que a esas personas astutas y confabuladoras. Independientemente de lo que pienses, no practicas la verdad, no tienes lealtad y siempre se ven implicadas tus propias consideraciones personales, y siempre albergas tus propios pensamientos e ideas. Dios observa estas cosas, Dios las sabe, ¿acaso creías que Dios no las sabe? ¡Pensar así es estúpido! Y si no te arrepientes inmediatamente, perderás la obra de Dios. ¿Por qué la perderás? Porque Dios escruta lo más íntimo del ser de las personas. Él ve, con absoluta claridad, todos los trucos y argucias que tienen, y sabe que su corazón está amurallado contra Él, que no tienen un solo corazón con Él. ¿Cuáles son las principales cosas que apartan a Dios de su corazón? Sus pensamientos, sus intereses, su orgullo, su estatus y sus propias pequeñas estratagemas. Cuando en el corazón de las personas existen cosas que las separan de Dios, y están constantemente preocupadas por tales cosas, siempre con argucias, eso supone un problema” (La comunión de Dios). A partir de la palabra de Dios aprendí que, al cumplir con nuestro deber en la iglesia, todo ha de basarse en los principios verdad. En materias que no veamos claras, podemos hablar, llegar a un consenso y hacer lo que más beneficie al trabajo de la iglesia. En materias que veamos claras, hemos de practicar la verdad y actuar según los principios. Esta es la única manera de tener en consideración la voluntad de Dios. Sin embargo, si carecemos de un corazón honesto, hacemos trampas delante de Dios, tratamos siempre de proteger nuestros intereses, comprendemos la verdad pero no la practicamos y no mostramos lealtad ni consideración hacia Dios, entonces no recibiremos nunca la obra del Espíritu Santo ni el esclarecimiento y guía de Dios en el deber. Claramente, yo ya había comprobado que Lin Xin era una persona que no buscaba la verdad, que no hacía ningún trabajo práctico y que era una falsa líder a la que había que relevar de inmediato, pero cuando vi que los diáconos no estaban de acuerdo, temí que dijeran que era arrogante y santurrona, así que no me atreví a defender los principios verdad ni quise hacer el esfuerzo de enseñarles la verdad acerca de cómo discernir sobre los falsos líderes. Cuando redacté una carta para informar a mí líder, aparentemente me tomaba en serio mi deber, pero en realidad dudaba si dar la cara, ya que temía que mis hermanos y hermanas tuvieran una opinión negativa de mí. En el deber, no tenía en consideración la voluntad de Dios, no protegía la labor de la iglesia, y solo tenía en cuenta mi reputación y estatus. A fin de protegerlos, incluso toleré que una falsa líder perturbara la labor de la iglesia y estorbara la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Descubrí que era realmente egoísta y astuta. Dios examina el corazón y la mente de las personas y puede que mis pensamientos engañen a otros, pero no a Dios. En esa época, mi espíritu estaba en tinieblas y no percibía Su presencia. A decir verdad, ¡eso era el castigo y la disciplina de Dios!
Precisamente en aquel momento supe que en una iglesia habían descubierto que un anticristo hacía el mal, pero nadie lo denunció ni lo delató. Incluso cuando este anticristo fue expulsado, los miembros lo encubrieron y protegieron. Esto encolerizó el carácter de Dios y toda la iglesia fue confinada para que recapacitara. Cuando me enteré de lo sucedido, temblé de miedo por dentro. Me pregunté una y otra vez por qué no pude destituir a la falsa líder en cuanto la descubrí. Leí las palabras de Dios: “Una vez que la verdad se haya convertido en vida en ti, cuando observes a alguien que es blasfemo hacia Dios, no es temeroso de Él, y es descuidado y superficial al cumplir con su deber, o que trastorna y perturba el trabajo de la iglesia, responderás de acuerdo con los principios verdad, y serás capaz de identificarlos y exponerlos cuando sea necesario. Si la verdad no se ha convertido en tu vida y todavía vives inmerso en tu carácter satánico, entonces cuando descubras a personas malvadas y a demonios que causen trastornos y perturbaciones en el trabajo de la iglesia, harás la vista gorda y oídos sordos; los desestimarás sin que te lo reproche tu conciencia. Llegarás a creer que cualquiera que perturbe el trabajo de la iglesia no tiene nada que ver contigo. Por más que se resientan el trabajo de la iglesia y los intereses de la casa de Dios, a ti no te importa, ni intervienes ni te sientes culpable, lo que te convierte en alguien sin conciencia ni sentido, un no creyente, un hacedor de servicio. Comes de lo que es de Dios, bebes de lo que es de Dios y disfrutas de todo lo que viene de Dios, pero crees que ningún perjuicio a los intereses de la casa de Dios tiene que ver contigo, lo que te convierte en un traidor que muerde la mano que le da de comer. Si no proteges los intereses de la casa de Dios, ¿eres siquiera humano? Eres un demonio que se ha introducido en la iglesia. Finges creer en Dios, ser de Sus escogidos, y quieres gorronear en la casa de Dios. No estás viviendo la vida de un ser humano, eres más un demonio que una persona y, obviamente, eres un no creyente” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me traspasaron el corazón y estaba aterrada. Era como si Dios estuviera enfurecido conmigo. Vi nítidamente que una falsa líder de la iglesia perturbaba el trabajo, lo que estorbaba la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas, pero, por preservar mi relación con ellos y con los diáconos, y por temor a ofenderlos, no me atreví a delatar ni a ocuparme de la falsa líder, ni enseñé la verdad para ayudar a los hermanos y hermanas a discernir. Sin querer, había protegido a la falsa líder. Me había convertido en cómplice de Satanás. ¡Lo que hacía era malvado! Dios vino encarnado y expresó muchísima verdad para regarnos y proveernos, y yo gozaba de todo lo que proviene de Dios, pero cuando apareció una falsa líder en la iglesia, en pos de resguardar mis propios intereses, toleré que ella perturbara la labor de la iglesia. Sin duda mordía la mano que me daba de comer. Carecía de toda conciencia y razón y no tenía ni pizca de humanidad. Le había ocasionado mucho sufrimiento a Dios. Luego recordé otro pasaje de la palabra de Dios: “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la Iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus emociones y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se cumplan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que hace Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa a menudo en ellas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). En estos renglones de la palabra de Dios comprendí Su voluntad. Surgió una falsa líder en esta iglesia y Dios esperaba que yo estuviera de Su parte, tuviera en consideración Su voluntad y protegiera los intereses de la iglesia. Dado que había descubierto a una falsa líder, debía destituirla enseguida, seleccionar a la persona adecuada según los principios y darles una buena vida de iglesia a mis hermanos y hermanas. Si siempre pensaba en mis intereses y no era capaz de alzarme para proteger la labor de la iglesia, seguro que Él me detestaría y rechazaría. Al darme cuenta de esto, decidí relevar a Lin Xin de inmediato. Ya no me preocupó que me llamaran arrogante y santurrona. Como tenía claro que con ello defendía los principios, practicaba la verdad y protegía el trabajo de la iglesia, no era arrogancia ni santurronería. Solo aquellos que actúan sin basarse en la verdad de las palabras de Dios, hacen lo que les place y se aferran a sus nociones e ideas son arrogantes y santurrones y van contra la verdad.
Por tanto, después empleé la palabra de Dios para enseñarles qué trabajo práctico deben hacer los líderes y obreros, las consecuencias de no destituir a falsos líderes, qué son la buena humanidad, la buena aptitud y un corazón amante. Mediante mi enseñanza, los hermanos y hermanas adquirieron discernimiento acerca de Lin Xin. También descubrieron que hay unos principios para los traslados y destituciones en la casa de Dios. No se trata de fijarse en el amor, los dones ni la aptitud superficiales de una persona, sino en si es capaz de buscar la verdad, de practicarla y de hacer un trabajo práctico. Todos vieron con claridad que Lin Xin era una falsa líder y había que destituirla. Tras su destitución, les enseñé a los hermanos y hermanas los principios de elección y seleccionamos a un nuevo líder de la iglesia.
Después de la elección, recordé que los hermanos y hermanas habían denunciado algunas conductas de Xiao Lei. Según ellos, nunca buscaba la verdad, llevaba años creyendo en Dios sin cambiar de ideas sobre las cosas, ansiaba las cosas mundanas y perseguía el dinero, y solo le preocupaba enriquecerse y tener una vida extraordinaria. Cada vez que le encomendaban un deber, se ocupaba de hacer negocios para ganar dinero y no estaba dispuesto a cumplir con él. Incitaba a los hermanos y hermanas de la iglesia a invertir, a consecuencia de lo cual todos ellos perdieron dinero. Su conducta ya estaba perturbando e interrumpiendo la vida de iglesia. Pensé en ir a hablar con él para advertirle. Pero, el día de la reunión, no llegó a casa adrede hasta que la reunión hubo concluido. Le pregunté qué pensaba de lo sucedido, y si había recapacitado y tratado de comprenderse a sí mismo. No tenía entendimiento ni sentía ningún pesar por sus actos, y tenía muchos malentendidos y quejas. Afirmó haber creído en Dios durante años sin conseguir nada. Su hijo lo desobedecía, su esposa lo malinterpretaba… Todo lo que decía era desde el punto de vista de un no creyente. A medida que hablaba con él, lo guiaba para que recapacitara y lograra conocerse, pero era muy reacio. También dijo: “¿De qué sirve practicar la verdad?”. Los hermanos y hermanas le habían advertido y lo habían ayudado anteriormente, y había reaccionado del mismo modo. Xiao Lei nunca había buscado la verdad y tenía muchas manifestaciones de no creyente. Según los principios, quien no acepte la verdad, no cumpla con el deber y perturbe la vida de iglesia ha de confinarse para que pueda hacer introspección. No se le puede dejar que perturbe la vida de iglesia. Posteriormente, si no se arrepiente, debe ser expulsado de la iglesia. A Xiao Lei se lo debería haber confinado y haberle dado tiempo para reflexionar, a fin de evitar que engañara y perturbara a los hermanos y hermanas de inferior estatura que carecían de discernimiento. Así pues, hablé y aporté discernimiento a los líderes y diáconos de la iglesia. Todos estuvieron de acuerdo en que había que confinar a Xiao Lei. Sin embargo, días más tarde, una hermana me envió una carta que decía que Xiao Lei quería arrepentirse y cambiar y practicar la verdad, pero que vivía con actitudes corruptas y no podía practicarla. La hermana no sabía si era adecuado confinarlo. Tras leer la carta, dudé. Si Xiao Lei quería arrepentirse y cambiar, ¿se volvería más negativo si yo disponía su confinamiento? Si Xiao Lei y los hermanos y hermanas se enteraban de que lo había sugerido yo, ¿dirían que no le daba a la gente la oportunidad de arrepentirse? Acababa de llegar hacía poco a esa iglesia, pero estaba destituyendo a falsos líderes y ocupándome de los no creyentes. ¿Dirían los hermanos y hermanas que me hacía la dura nada más comenzar en el cargo y que era demasiado despiadada? Xiao Lei fue elocuente cuando fui a ponerlo en evidencia; si no estaba de acuerdo, se oponía a mí o perdía los estribos conmigo, ¿qué haría yo? Al pensar en estas cosas me volví a encontrar en apuros y no supe qué hacer, así que me presenté ante Dios y oré para pedirle que me guiara para comprender Su voluntad, de modo que supiera actuar según los principios verdad.
Después leí un pasaje de la palabra de Dios: “La iglesia está en construcción y Satanás está haciendo todo lo posible por demolerla. Quiere demoler Mi construcción por cualquier medio posible; por este motivo, la iglesia debe ser purificada rápidamente. No debe quedar ningún resto de la escoria de la maldad; la iglesia debe ser purificada para que se vuelva impecable y siga siendo tan pura como en el pasado. Debéis estar despiertos y esperando en todo momento, y debéis orar más delante de Mí. Debéis reconocer las diversas tramas y argucias engañosas de Satanás, reconocer los espíritus, conocer a la gente y ser capaces de discernir todo tipo de personas, sucesos y cosas; debéis también comer y beber más de Mis palabras y, lo que es más importante, debéis ser capaces de comerlas y beberlas por vosotros mismos. Equipaos con toda la verdad y venid delante de Mí para que Yo pueda abrir vuestros ojos espirituales y permitiros ver todos los misterios que se encuentran dentro del espíritu… Cuando la iglesia entra en su fase de construcción, los santos marchan a la batalla. Los muchos horribles rasgos de Satanás son colocados delante de vosotros; ¿os detenéis y retrocedéis, u os levantáis y confiando en Mí seguís hacia delante? ¡Expón a fondo los rasgos corruptos y desagradables de Satanás, no escatimes sentimientos, y no muestres misericordia! ¡Lucha contra Satanás hasta la muerte! ¡Yo soy tu respaldo y tú debes tener el espíritu del hijo varón! Satanás está arremetiendo en su agonía de muerte final, pero aun así será incapaz de escapar de Mi juicio. Satanás está bajo Mis pies y también está pisoteado debajo de vuestros pies, ¡esto es un hecho!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 17). A partir de la palabra de Dios aprendí que, mientras Dios obra para salvar a la gente, Satanás también hace lo posible por perturbar e interrumpir Su obra. Dios permite que surjan en la iglesia falsos líderes, anticristos, malhechores y no creyentes para que podamos desarrollar el discernimiento y discernir acerca de las personas, materias y cosas de nuestro entorno de acuerdo con los principios verdad, entender qué cosas vienen de Dios y cuáles de Satanás, estar de parte de la verdad y discernir y rechazar toda cosa negativa de Satanás. Xiao Lei nunca buscaba la verdad, llevaba años creyendo en Dios, pero aún tenía opiniones propias de un incrédulo y, cuando sus hermanos y hermanas hablaban con él, siempre tenía preparadas falacias para refutarlos. De ningún modo aceptaba la verdad. Más importante aún, durante las reuniones siempre hablaba de cosas desvinculadas de la verdad, e incentivaba a los hermanos y hermanas a hacer dinero y enriquecerse, con lo que perturbaba la vida de la iglesia y jamás desempeñaba un papel positivo. De no ocuparnos de inmediato de esta clase de persona, los hermanos y hermanas no podrían tener una vida de iglesia normal y los de inferior estatura serían engañados. La casa de Dios requiere que nos ocupemos de los no creyentes porque estos y los que sinceramente creen y aman la verdad son tipos totalmente distintos de personas. Aislar a los no creyentes supone limitar sus malas acciones y garantizar que no puedan perturbar la vida de iglesia de los hermanos y hermanas para permitir que los escogidos de Dios busquen mejor la verdad y se salven. Tenía que ocuparme de los no creyentes según los principios. Si me acobardaba, si no me ocupaba de ellos de inmediato a fin de proteger mis intereses y no ofender a los demás, ¿no iba a encubrir a Satanás y a tolerar que los no creyentes perturbaran la vida de la iglesia? Leí otro pasaje de la palabra de Dios y supe por qué no era capaz de practicar la verdad ni de defender los principios. Dios Todopoderoso dice: “La mayoría de las personas desean perseguir y practicar la verdad, pero gran parte del tiempo simplemente tienen la determinación y el deseo de hacerlo; la verdad no se ha convertido en su vida. Como resultado, cuando se topan con las fuerzas del mal o se encuentran con personas malvadas y malas que cometen actos malvados o con falsos líderes y anticristos que hacen las cosas de una forma que viola los principios —con lo que perturban el trabajo de la iglesia y perjudica a los escogidos de Dios— pierden el coraje de plantarse y decir lo que piensan. ¿Qué significa cuando no tienes coraje? ¿Significa que eres tímido o poco elocuente? ¿O que no tienes un entendimiento profundo y, por tanto, no tienes la confianza necesaria para decir lo que piensas? Ninguna de las dos cosas; esto es principalmente la consecuencia de estar restringido por actitudes corruptas. Una de las actitudes corruptas que revelas es una actitud astuta; cuando te sucede algo, lo primero que piensas es en tus propios intereses, lo primero que consideras son las consecuencias, si te beneficiará. Esta es una actitud astuta, ¿verdad? Otra es una actitud egoísta y despreciable. Piensas: ‘¿Qué tiene que ver conmigo una pérdida para los intereses de la casa de Dios? Si no soy líder, ¿por qué debería importarme? No tiene nada que ver conmigo. No es responsabilidad mía’. No piensas de manera consciente estos pensamientos y palabras, estos representan el carácter corrupto que se revela cuando la gente se topa con un problema, son una creación de tu subconsciente. Tales actitudes corruptas gobiernan tu forma de pensar, te atan de manos y pies, y controlan lo que dices. En tu interior, quieres levantarte y hablar, pero tienes reticencias […]. No tienes poder sobre lo que dices o haces. Aunque quisieras, no podrías decir la verdad o lo que piensas realmente; aunque quisieras, no podrías practicar la verdad; aunque quisieras, no podrías cumplir con tus responsabilidades. Todo lo que haces, dices y practicas es una mentira, y eres descuidado y superficial. Estás completamente encadenado y controlado por tu carácter satánico. Puede que quieras aceptar y practicar la verdad, pero eso no depende de ti. Cuando te controlan tus actitudes satánicas, dices y haces lo que tu carácter satánico te ordena. No eres más que una marioneta de carne corrupta, te has convertido en una herramienta de Satanás” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Lo que Dios revelaba era precisamente mi propio estado. Cada vez que era necesario que practicara la verdad y protegiera la labor de la iglesia, solo me preocupaban mi reputación y mi estatus. Era muy egoísta y astuta. Filosofías satánicas como “cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “el sensato se protege nada más que para no equivocarse” ya se habían arraigado en lo profundo de mi mente. Al vivir según estos venenos satánicos, no me atrevía a defender los principios verdad. En cuanto a la destitución de Lin Xin, temía que mis hermanos y hermanas dijeran que era arrogante y santurrona y que no tuvieran una buena impresión de mí, así que no me atrevía a defender los principios. Al ocuparme del problema de Xiao Lei, sabía bien que, según los principios, debió haber sido confinado, pero temía que los hermanos y hermanas dijeran que no le daba la oportunidad de arrepentirse y no era considerada con sus debilidades. Prefería que se perjudicara la vida de iglesia antes que defender los principios verdad. Lo único que me importaba era cómo proteger mi imagen y estatus, y no cómo perjudicara a la labor de la iglesia o a sus intereses. ¿Cómo podía calificarme de sincera creyente en Dios? Fue entonces cuando me di cuenta de que las filosofías satánicas me habían envenenado hondamente, que era egoísta y astuta. A Dios lo agradan los que tienen sentido de la justicia y que pueden defender los principios verdad, los que pueden defender todas las cosas positivas y se atreven a alzarse y poner en evidencia y rechazar todas las negativas. Yo debía ser una persona con sentido de la justicia que defendiera los pricipios verdad sin importar qué pensaran de mí los demás. Luego, por medio de la enseñanza, los hermanos y hermanas aprendieron a discernir la conducta, propia de un no creyente, de Xiao Lei, y el 80 % de ellos acordó confinarlo para que pudiera hacer introspección. A continuación, fui a hablar con Xiao Lei y empleé su conducta sistemática para revelarle sus problemas, pero antes de que tuviera ocasión de terminar, se mostró intransigente y descontento, y alegó que los hermanos y hermanas invertían libremente, que él no tenía nada que ver… Con esa conducta demostró que de ningún modo aceptaba la verdad y que estaba dentro de los no creyentes. Si seguía sin demostrar reflexión ni arrepentimiento durante el confinamiento, se le expulsaría de la iglesia. Tras practicar según los principios verdad, tuve una sensación indescriptible de seguridad, paz y gozo interiores.
Después de esa experiencia, empecé a entender mis actitudes corruptas, fui capaz de renunciar a mis intereses, de practicar la verdad y de vivir con algo de semejanza humana. Todo eso fue la salvación de Dios. También entiendo que la casa de Dios es distinta del mundo. La verdad reina en la casa de Dios. Al practicar la verdad y actuar con principios, recibimos la bendición y guía de Dios.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.