Solos los puros entran al reino de los cielos
Por Sara, Estados Unidos Cuando creía en el Señor, solía escuchar que el Señor nos enseña a amar al prójimo como a nosotros mismos, que...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
De pequeña, sufría de un dolor tan agudo de piernas que no podía caminar, por lo que mi madre me llevó ante el Señor Jesús. Para mi sorpresa, mis piernas sanaron milagrosamente menos de un mes después. A fin de retribuirle al Señor Su amor, dejé los estudios en 1997 y comencé a esforzarme por Él con entusiasmo. Pronto, la iglesia reconoció que era una candidata de peso para recibir formación. El anciano Qu con frecuencia me llevaba a predicar a distintas iglesias. En aquella época, los pastores y ancianos solían decir que el día del Señor era inminente y que debíamos ser como las vírgenes prudentes, que prepararon aceite para sus lámparas y aguardaron la venida del Señor. Añadían: “En la Biblia está escrito: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’ (Apocalipsis 1:7). Cuando el Señor vuelva en los últimos días, vendrá entre las nubes con gran gloria y nos arrebatará al cielo para que nos encontremos con Él. Entraremos al reino de los cielos y gozaremos de bendiciones eternas. Los no creyentes llorarán y crujirán los dientes mientras sucumben a las calamidades”. Al oír los animados sermones de los pastores y ancianos, pronto nos imaginaba a todos agrupándonos en torno al Señor que descendía a la tierra entre las nubes con gran gloria. Imaginen mi emoción al pensar en una escena tan conmovedora.
Un día de principios de 1999, el anciano Qu y el párroco, el anciano He, reunieron a los obreros y dijeron: “Ha surgido una nueva iglesia, denominada ‘Relámpago Oriental’, que afirma que el Señor ya se ha hecho carne, ha regresado, expresa palabras y lleva a cabo la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios. ¿Pero cómo podía ser? Las escrituras dejan claro que el Señor descenderá entre las nubes, pero ellos sostienen que el Señor ha vuelto encarnado. Esto no se corresponde con la Biblia, así que no deben escuchar sus sermones ni leer sus libros, y mucho menos alojarlos. ¡Quien los aloje será expulsado de la iglesia!”. Cuando dijeron eso, pensé: “Los ancianos son creyentes desde hace años y conocen bien la Biblia, con lo que deben de tener razón. Además, si las escrituras dejan claro que el Señor descenderá sobre las nubes, ¿cómo es posible que haya venido encarnado? Como aún tengo poca estatura, no debo encontrarme con nadie del Relámpago Oriental; si no, tal vez me descarríen”. Sin embargo, no mucho después, muchos colaboradores y creyentes como yo se convirtieron al Relámpago Oriental. El anciano He recalcó que debíamos romper la relación con estos colaboradores y creyentes. También nos mandó correr la voz a todas las iglesias de que no debían permitir que nadie se convierta al Relámpago Oriental. Posteriormente, fui a todos los puntos de congregación que supervisaba y resguardé las iglesias. También recalqué reiteradamente: “Cuando venga el Señor, lo hará sobre las nubes, no en la carne. Todo mensaje en el sentido de que el Señor ha regresado encarnado es falso”. Al oírlo, todos los creyentes asentían con la cabeza y decían que si venía alguien más a difundir el evangelio, lo echarían. A fin de que los hermanos y hermanas no oyeran la prédica del Relámpago Oriental, trabajé sin parar para resguardar las iglesias, pero, pese a hacer todo lo posible, continuó habiendo un flujo constante de colaboradores y creyentes que se convertían al Relámpago Oriental.
Un día, en casa de un colaborador, este me dijo que el colaborador Li y otros creyentes estaban estudiando el Relámpago Oriental. Otros colaboradores y yo fuimos deprisa a impedírselo. Les dije: “Según las escrituras, el Señor descenderá entre las nubes y todos presenciaremos Su descenso. Por eso no podemos creer a esos del Relámpago Oriental cuando afirman que el Señor ha regresado encarnado”. Para mi sorpresa, en cuanto solté esas palabras, uno de ellos replicó: “Lo que predican es muy perspicaz y coincide con la Biblia. ¿Por qué no podemos escucharlos? ¿Quién puede comprender la obra de Dios? Creo que debemos seguir investigando”. Eso me angustió, y estaba a punto de continuar disuadiéndolos, pero, de repente, se me obstruyó la garganta y me dio un ataque de tos. Tenía la cara roja como un tomate y se me saltaban las lágrimas; no podía pronunciar palabra. Todos los presentes miraban atónitos. Enseguida, mis colaboradores me sirvieron un vaso de agua, pero seguí tosiendo incluso tras bebérmelo. Sentía mucho pánico y oraba continuamente al Señor para pedirle que me parara la tos. Ante mi estado, otro colaborador siguió hablando en mi lugar, pero, tras un par de comentarios, concluyó aprisa la reunión. Fue una situación sumamente incómoda. Después no pude evitar preguntarme: “Si defendía el camino del Señor y estaba protegiendo el rebaño, ¿por qué me dio un ataque de tos en el momento más crucial? ¿Por qué no escuchó el Señor mis oraciones? ¿Sería que mis palabras no coincidían con Sus intenciones?”. Enfermé no mucho después. Me dolía la cabeza, me mareaba y tenía malestar estomacal. Endeble y mareada en la cama, invoqué al Señor una y otra vez, pero, por más que le implorara, mi cuadro no mejoraba. No pude evitar pensar: “¿No soy lo bastante devota del Señor? Si he hecho lo imposible por proteger Su rebaño, ¿por qué me he enfermado?”. Me devané los sesos en busca de una respuesta, pero no la hallé.
En otoño de 1999, el anciano He tuvo un accidente de tránsito cuando regresaba después de resguardar una iglesia. Se desmayó en el choque, tuvo una lesión craneal grave y estuvo varios días en estado crítico hasta que al final se estabilizó. Me quedé impactada al enterarme: el anciano He llevaba años trabajando a capa y espada para el Señor y había viajado mucho y sufrido por proteger el rebaño e impedir que los creyentes aceptaran el Relámpago Oriental. ¿Por qué le pasaba algo así? Sin embargo, solo lo analicé durante un momento y luego dejé la idea de lado. Varios meses después, una tarde supe que algunos otros creyentes estudiaban el Relámpago Oriental, así que dos hermanas y yo corrimos a su casa en bicicleta y les contamos muchos rumores y falacias para amenazarlos e impedírselo. Eso los asustó y dijeron que no escucharían más sermones del Relámpago Oriental. Hasta que no oí aquello no me sentí, por fin, algo aliviada; pero luego, de camino a casa en bicicleta, perdí el equilibrio al pasar por una pendiente, lo vi todo negro, me caí al suelo con la bicicleta y aterricé a casi dos metros de allí. Me mareé inmediatamente y me dolía todo el cuerpo. Se me partió la clavícula con la caída, y este repentino accidente me dejó perpleja y confundida: “¿No nos otorga el Señor Jesús paz y gozo? ¿Por qué me pasó esto mientras defendía el camino del Señor y protegía Su rebaño? ¿Acaso el Relámpago Oriental, al que me resisto, es el auténtico regreso del Señor? No obstante, la Biblia deja claro que el Señor descenderá sobre las nubes, y el Relámpago Oriental da testimonio de que Él ha regresado encarnado. ¡No puede ser el camino verdadero! ¿Me estaba probando el Señor por no serle lo bastante devota, o lo he ofendido en modo alguno?”. Muy desconcertada, no captaba la intención del Señor. Posteriormente me sentía cada vez más en tinieblas y agotada por dentro. Cuando leía la Biblia no tenía ningún esclarecimiento y no tenía nada para decir en mis sermones. Hasta mis oraciones parecían áridas e insulsas. Era como si el Señor ya no estuviera conmigo. Muchos de nuestros creyentes también se estaban volviendo tibios en la fe. En las congregaciones, la mayoría de la gente charlaba o se dormía, e incluso muchos colaboradores y creyentes se habían ido de la iglesia y habían regresado al mundo secular. Para mí, lo más decepcionante era que había muchos celos y discordia entre mis colaboradores. En las reuniones, estos y los ancianos peleaban por las cosas más nimias y terminaban mal. Ante todo esto, yo no entendía cómo estaba así la iglesia. Empezaron a hartarme las congregaciones y llegué a pensar en volver a la vida laica.
En 2002, mi madre, emocionada, me dijo un día: “Ha llegado el tan esperado regreso del Señor Jesús. Él se ha hecho carne para expresar palabras y llevar a cabo la obra del juicio”. Esto me dejó boquiabierta. ¿No era esto lo que predicaba el Relámpago Oriental? ¿Se había convertido mi mamá al Relámpago Oriental? Sin darle tiempo a terminar de hablar, le pregunté: “¿Quién te contó que ha regresado el Señor Jesús? ¿Se te ha olvidado que la Biblia deja claro que, cuando venga el Señor, descenderá con gloria sobre las nubes y que esto sacudirá los cielos y la tierra? Dices que el Señor ha vuelto; ¿y por qué no hemos visto ninguna de estas señales? Añades que el Señor se ha hecho carne para hacer la obra del juicio, pero ¿cómo puede ser? No puedes creerte cualquier cosa que oigas”. Ante mi obstinación, mi madre entró en su cuarto y salió con un libro pulcramente encuadernado. Dijo con entusiasmo: “Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Estas son las nuevas palabras que Él ha expresado. Léelo y verás”. El libro era nuevo y el título, La Palabra manifestada en carne, estaba impreso en grandes letras doradas en la cubierta. Recordé inmediatamente la advertencia del clero: “No deben leer su libro. Si lo leen, los engañarán”. Así pues, le contesté: “Mamá, no debes creerte esto. Tú no has leído mucho la Biblia, pero yo la conozco bien y he asistido a numerosas reuniones de reavivamiento. ¿En serio crees saber más que yo? Si te descarrías en la fe, ¿no habrán sido en vano todos tus años en la iglesia?”. No paré de intentar convencer a mi mamá de que no se uniera al Relámpago Oriental. Sin embargo, dijera lo que dijera, mi madre no cedía ni cambiaba de idea en absoluto. Incluso me dijo seriamente: “Dios Todopoderoso es realmente el Señor Jesús que hemos anhelado siempre. Es el Espíritu de Dios hecho carne de nuevo para hablar y obrar. La Palabra manifestada en carne son las palabras exactas que Dios mismo ha pronunciado en los últimos días y revela todos los misterios de la Biblia. Si nunca has leído las palabras de Dios Todopoderoso, ¿cómo sabes que no son las palabras del Señor que ha regresado? Según la Biblia: ‘La fe viene del oír’ (Romanos 10:17). Has cerrado los ojos y los oídos, ¿cómo esperas recibir al Señor? Reflexiona: si realmente ha vuelto el Señor y no lo recibes, ¿no lamentarás haber perdido esa ocasión?”. Tras oír sus palabras no se me ocurrió una buena forma de refutarlas, así que, de mala gana, respondí: “No voy a leer ese libro; yo solo leo la Biblia. Hemos gozado mucho de la gracia del Señor, ¡no puedo ser una ingrata! Digas lo que digas, ¡no traicionaré al Señor!”. En vista de mi actitud, suspiró de frustración y se levantó para hacer la cena. Poco después oí una tenue música que venía de la cocina. El cántico tenía una melodía hermosa, pero, al escuchar con atención, vi que no era ninguno de los himnos que yo había aprendido antes. Como sabía que mi mamá lo ponía para que lo oyera, me fui sin demora. Luego, mi mamá comenzó a poner himnos en casa muchas veces y, de noche, solía oírla orar por mí llorando. No pude evitar pensar: “Mi mamá es una persona pertinaz, debe de haber buscado de manera diligente respecto del recibimiento al Señor. ¿Acaso era el Relámpago Oriental el auténtico regreso del Señor Jesús? Si no, ¿por qué estaba tan ansiosa y preocupada mi mamá en sus oraciones por mí?”. No obstante, recordé entonces lo que decían los pastores y ancianos y decidí mantenerme en el camino del Señor y no ceder. Posteriormente me alejé más de mi madre.
Un día, mi mamá puso un himno en su cuarto de nuevo mientras yo estaba sentada en el sofá de la sala. La letra del himno me atrajo:
1 Esta vez, Dios se ha hecho carne para llevar a cabo la obra que aún no ha completado, para juzgar y darle un cierre a esta era, para salvar al hombre de la vorágine del sufrimiento, para conquistar por completo a la humanidad y para transformar el carácter-vida de la gente. Son muchas las noches de insomnio que ha soportado Dios para liberar al hombre del sufrimiento y de esas fuerzas tan oscuras como la noche, y por el bien de la obra de la humanidad. Ha descendido desde lo más alto hasta lo más bajo para vivir en este infierno humano y pasar Sus días con el hombre. Dios jamás se ha quejado de la miseria que hay entre los seres humanos ni nunca les ha pedido demasiado; por el contrario, Dios ha soportado la mayor de las humillaciones mientras realiza Su obra. A fin de que toda la humanidad pueda gozar pronto del reposo, Dios ha soportado la humillación y padecido la injusticia para venir a la tierra y ha entrado personalmente en la boca del lobo a salvar a la humanidad.
2 Muchas veces ha mirado las estrellas, muchas veces ha partido al amanecer y regresado al anochecer; ha soportado una agonía extrema y ha sido sometido a los ataques y quebrantamiento de la gente. Dios ha venido a esta tierra de inmundicia, donde ha soportado en silencio los estragos y la opresión del hombre, pero nunca se ha defendido ni ha exigido demasiado a la gente. Ha llevado a cabo toda la obra necesaria para la humanidad: enseñar, dar esclarecimiento y reprender a la gente, refinarla con Sus palabras, además de advertirle, exhortarla, consolarla, juzgarla y desenmascararla. Cada paso que da es por el bien de la vida de la gente, está destinado a purificarla. A pesar de haberle quitado sus perspectivas y su porvenir, todo cuanto hace Dios es por el bien de la humanidad. Cada paso que da es para su supervivencia, para que la gente pueda tener un hermoso destino en la tierra.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada
La letra de este himno me caló hondo. No pude evitar recordar que el Señor Jesús se hizo carne para redimir a la humanidad. El Gobierno romano lo buscó y lo persiguió, el mundo religioso lo condenó y abandonó, el mundo lo abucheó y difamó. Pese a todo esto, expresó verdades para proveer y alimentar a la gente, la sanaba, expulsaba sus demonios y acabó crucificado como eterna ofrenda por el pecado de la humanidad, a la que redimió de pecado. Al recordar el amor del Señor Jesús a la humanidad y compararlo con la letra de este himno que hablaba de cómo sufre Dios por el bien del hombre, mi corazón, dormido y endurecido, se conmovió profundamente y se me cayeron las lágrimas. “¿Acaso era Dios Todopoderoso el auténtico regreso del Señor Jesús? ¿Quién sino Dios podría expresar esas palabras? ¿Quién, si no, podría pagar ese precio por el hombre?”. Más tarde oí otro himno: “Después de todo, los inocentes se han ido haciendo insensibles; ¿por qué tendría Dios que hacerles siempre las cosas difíciles? El hombre débil está totalmente desprovisto de perseverancia; ¿por qué debería Dios tener siempre un enfado constante hacia él? El hombre débil y sin poder ya no tiene la menor vitalidad; ¿por qué debería Dios reprenderlo siempre por su rebeldía? ¿Quién puede resistir las amenazas de Dios en el cielo? Después de todo, el hombre es frágil, y Dios, en situación desesperada, ha empujado Su enfado en lo profundo de Su corazón, de manera que el hombre pueda reflexionar pausadamente sobre sí mismo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (8)). La letra me impactó profundamente. Hablaba de la honda inquietud y la preocupación de Dios por la humanidad, que es como cuando una madre llama continuamente a su niño desobediente, incluso cuando este le ha partido el corazón, con la esperanza de que su hijo salga de la bruma en la que se encuentra y vuelva a su lado. Estas palabras me parecieron la voz de Dios. No pude evitar recordar todas las veces en las que había discrepado de mi mamá en esa época: por más que intentara convencerme, no le hacía caso. Cuando me ponía lecturas de la palabra de Dios e himnos, hasta me resistía y evitaba escucharlos sin la menor intención de estudiar Su nueva obra. ¿Acaso era cristiana? Luego, ya no era tan reacia cuando mi mamá ponía himnos.
Un día escuché este himno: “El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestra propia senda y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que se somete a la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; solo así os beneficiaréis” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Tras escucharlo, de pronto fui presa de la preocupación: “Si Dios Todopoderoso es el auténtico regreso del Señor Jesús, ¿no me condenaré por no aceptarlo? Es grave ofender a Dios, ¡es un pecado que no se perdonará ni en esta vida ni en el mundo venidero!”. También recordé que el Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6). El Señor Jesús nos enseñó que solo podemos recibir el abundante sustento de Dios si buscamos y ansiamos la verdad. Pero si estudiaba el Relámpago Oriental y me desorientaban, ¿no habrían sido en vano todos mis años de fe? Como no dejaba de darle vueltas al asunto y no podía decidir qué hacer, pedí ayuda al Señor en oración: “Oh, Señor, estoy muy confundida. Estas palabras parecen Tu voz, pero me da miedo que, si me equivoco, pueda traicionarte. Señor, dudo de si Dios Todopoderoso es Tu regreso. Si esta es Tu auténtica obra, te pido esclarecimiento. Si no lo es, que me ayudes a mantenerme firme frente a ella”.
Días después, mi mamá volvió a sacar La Palabra manifestada en carne y me comentó: “Haz una lectura adecuada de las palabras de Dios Todopoderoso y sabrás que es el regreso del Señor Jesús. Si no investigas, ¿cómo sabrás si lo es? Es como un magnífico banquete: si solamente lo miras, pero no pruebas la comida, nunca sabrás a qué sabe. Creemos en el Dios verdadero, así que ¿qué temes? Soy tu madre; ¿en serio crees que te voy a perjudicar?”. Las palabras de mi mamá fueron bastante convincentes. Pensé: “Cierto, solo he escuchado a los pastores y ancianos y he repetido sus palabras como un loro; nunca he leído las palabras de Dios Todopoderoso ni he escuchado los sermones del Relámpago Oriental. Entonces, ¿cómo podría saber si Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús? Al leer la Biblia, ¿no comprobé que el Señor Jesús era el Redentor?”. Con esa idea, tomé el libro y me puse a hojearlo. Vi que Dios Todopoderoso dice: “Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con este poco de corazón temeroso de Dios que posees, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Con esta seria exhortación empecé a ponerme nerviosa y a asustarme, pensando: “¿Acaso son estas las auténticas palabras de Dios? Si no, ¿por qué se afirma que es la palabra de vida y el camino de la verdad? ¿Por qué le pide a la gente que siga buscando aunque solo una pequeñísima parte de ella coincida con sus convicciones y con la Biblia?”. Decidí estudiarlo. Si no, podría perder la ocasión de recibir al Señor, y entonces sería demasiado tarde para lamentos. Así pues, continué leyendo y encontré este pasaje: “Tengo la esperanza de que todos y cada uno de los hermanos y hermanas que buscan la aparición de Dios, no repetirán la tragedia histórica. No debéis convertiros en los fariseos de los tiempos modernos y clavar a Dios de nuevo en la cruz. Deberíais considerar cuidadosamente cómo darle la bienvenida al retorno de Dios y tener claridad acerca de cómo ser alguien que se somete a la verdad. Esta es la responsabilidad de todo aquel que está esperando que Jesús vuelva montado sobre una nube. Deberíamos frotarnos los ojos espirituales para aclararlos y no empantanarnos en palabras de exagerada fantasía. Deberíamos pensar en la obra realista de Dios y echar un vistazo al aspecto práctico de Dios. No os dejéis llevar demasiado ni os perdáis en fantasías anhelando siempre el día en que el Señor Jesús descienda repentinamente sobre una nube entre vosotros, y os lleve a vosotros, que nunca lo habéis conocido o visto y que no sabéis cómo seguir Su voluntad. ¡Es mejor pensar en asuntos más prácticos!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Esta lectura me resultó algo confusa. Si la Biblia deja claro que el Señor regresará con gran gloria sobre las nubes, ¿por qué decía este pasaje: “Deberíamos frotarnos los ojos espirituales para aclararlos y no empantanarnos en palabras de exagerada fantasía” y “No os dejéis llevar demasiado ni os perdáis en fantasías anhelando siempre el día en que el Señor Jesús descienda repentinamente sobre una nube entre vosotros”? En realidad, ¿no volvería el Señor sobre las nubes? ¿Qué pasaba exactamente? Le di vueltas y vueltas a la cuestión, pero no la dilucidaba. Luego pensé en que venían mucho a casa unos creyentes en Dios Todopoderoso, así que podía preguntarles, a ver qué respondían.
Un día vino a casa la hermana Mu Yu, de la Iglesia de Dios Todopoderoso, y le hablé de mi confusión. Sonriente, me respondió: “Cierto que la Biblia señala el regreso del Señor sobre las nubes, pero también contiene otras profecías sobre cómo regresará. ‘Como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre’ (Mateo 24:27). ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación’ (Lucas 17:24-25). Y ‘Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis’ (Lucas 12:40). ‘Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti’ (Apocalipsis 3:3). ‘He aquí, vengo como ladrón’ (Apocalipsis 16:15). ‘Pero a medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo”’ (Mateo 25:6). Además, ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’ (Apocalipsis 3:20). En estos versículos, ¿por qué el Señor no hace más que recalcar ‘la venida del Hijo del Hombre’, ‘el Hijo del Hombre vendrá’ y ‘el Hijo del Hombre en Su día’? ¿A qué alude ‘el Hijo del Hombre’? Al Espíritu de Dios, que se hace carne como el Hijo del hombre. Por sí solo, al Espíritu de Dios no se le puede llamar Hijo del hombre. Asimismo, el Señor señala reiteradamente que volverá ‘como ladrón’ y dice que ‘a medianoche se oyó un clamor’. Esto indica que, cuando vuelva el Señor Jesús, lo hará en silencio, que se encarnará en el Hijo del hombre y descenderá en secreto sin que nadie descubra lo sucedido. Es como cuando el Espíritu de Dios se encarnó en el Señor Jesús para aparecer y obrar. El Señor Jesús parecía una persona normal e iba predicando por todas partes, pero nadie reconocía que era Dios encarnado, la aparición de Cristo. Por eso podemos estar totalmente seguros de que, cuando el Señor vuelva en los últimos días, lo hará encarnado en el Hijo del hombre para aparecer y obrar”. Me sentí muy desconcertada cuando dijo esto Mu Yu. Los pastores y ancianos solían explicar que “el Hijo del Hombre” aludía al Señor Jesús, no al regreso del Señor. Pensé: “Los pastores y ancianos conocen bien la Biblia, así que no pueden equivocarse. Tal vez Mu Yu desconocía la Biblia y cometió un error”. Al darme cuenta, de pronto señalé: “Mu Yu, los pastores y ancianos nos decían que ‘el Hijo del Hombre’ aludía al Señor Jesús, no al regreso del Señor encarnado”. Me respondió pacientemente: “Hermana, todos estos versículos dejan claro que son las profecías del regreso del Señor Jesús. Cualquier persona capaz de entender lo tiene claro. ¿Cómo va a aludir esto al Señor Jesús? ¿No malinterpretan los pastores y ancianos las palabras del Señor? Además, mira el Evangelio de Lucas 17:24-25: ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación’. En estos versículos, el Señor profetiza cuál será la situación a Su regreso. Si el Señor regresara con gran gloria entre las nubes, seguro que todo el mundo quedaría aterrado y caería al suelo. ¿Quién osaría entonces resistirse y rechazar al Señor? ¿Cómo se cumpliría la profecía ‘Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación’? Así, según las palabras del Señor, no cabe duda de que Él regresará encarnado en el Hijo del hombre. La aparición y la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días cumplen plenamente las profecías del Señor Jesús”.
Tras la enseñanza de Mu Yu sentí mucha vergüenza. Su enseñanza estaba bien fundada y me convenció por completo. Por fin vi por qué, cuando el Señor Jesús hablaba de Su regreso, siempre mencionaba “la venida del Hijo del Hombre”, “el Hijo del Hombre vendrá” y “el Hijo del Hombre en Su día”. Recalcaba reiteradamente “el Hijo del Hombre” para decirnos que volvería encarnado y aparecería y obraría como Hijo del hombre. Me sorprendió que, si bien yo conocía bien la Biblia y se la explicaba a menudo a otras personas, jamás había notado que esta dejara tan claro que Él regresaría como Hijo del hombre para aparecer y obrar. Había creído ciegamente lo que me contaban los pastores y ancianos. Estaba confundidísima en la fe y todos mis años de estudios bíblicos habían sido en vano. No comprendía lo más mínimo las palabras del Señor y todavía era ciegamente arrogante y definía las cosas según mi criterio. ¡Carecía totalmente de razón! Me alegré de haber podido sosegarme por dentro y escuchar la enseñanza de Mu Yu. Si solo hubiera escuchado las palabras de los pastores y ancianos, seguiría mirando las nubes aguardando a que el Señor descendiera sobre ellas y, al final, Dios me habría abandonado y descartado. Mu Yu continuó su enseñanza: “El regreso de Dios en los últimos días sucede en dos etapas. Primero, se hace carne y llega en secreto; luego, vendrá en las nubes y aparecerá públicamente. La aparición y la obra de Dios Todopoderoso encarnado están ocurriendo ahora mismo; es la primera etapa de Su regreso, donde Él llega y obra en secreto. Está realizando Su obra de juicio mediante la expresión de la verdad, para que pueda purificar y salvar a la humanidad y permitirle al hombre librarse por completo de pecado y hacerse santo. Los que realmente creen en Dios y anhelan Su aparición pueden reconocer Su voz en las palabras de Dios Todopoderoso, comprobar que es el regreso del Señor Jesús y se volverse a Él. Todos ellos son vírgenes prudentes, llevadas ante el trono de Dios, y que ya reciben y experimentan el juicio y la purificación de las palabras de Dios. Así, es imposible que veamos aparecer al Señor públicamente sobre las nubes en esta época. Una vez que Dios haya formado un grupo de vencedores, Su obra secreta en la carne llegará a su fin. Recién entonces hará caer los desastres sobre la humanidad, premiará a los buenos y castigará a los malos y descenderá al fin entre las nubes para revelarse a todos los pueblos y naciones. En ese momento, a los que antes condenaron a Dios Todopoderoso y se resistieron a Él les embargará el pesar. Se darán golpes de pecho, llorarán y crujirán los dientes en los desastres cuando vean que se resistían al regreso del Señor Jesús. Esto cumple plenamente la profecía del Apocalipsis: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’ (Apocalipsis 1:7)”.
Mu Yu me leyó luego un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malvados. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando solo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Solo aquellos que persisten en la creencia de que ‘El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso cristo’ se verán sometidos al castigo eterno, porque solo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y hace públicos el camino verdadero y la vida. Y por tanto, solo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados? El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestra propia senda y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que se somete a la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; solo así os beneficiaréis” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Tras oír las palabras de Dios Todopoderoso, deseché mi orgullo y por fin descubrí que había albergado muchas nociones y figuraciones sobre la venida del Señor. No era de extrañar que hubiera esperado tantos años sin ver al Señor descender sobre las nubes. Iba a regresar encarnado y, primero, a expresar Sus palabras para salvar a la humanidad y formar un grupo de vencedores antes de que comenzaran las calamidades. Solo entonces Él vendría entre las nubes y aparecería públicamente. Pero a mí me había desorientado el clero, que sacaba pasajes fuera de contexto y se aferraba a las palabras de la Biblia. Estuve a punto de perder la ocasión de recibir al Señor, y estuve muy cerca de ser abandonada por Él. ¡Eso fue sumamente peligroso!
Mu Yu continuó su enseñanza: “Todos sabemos que, hace 2000 años, todos los israelitas aguardaban al Mesías, pero cuando llegó y obró el Señor Jesús, los fariseos se aferraron a las palabras de la Escritura y estaban llenos de nociones sobre la llegada del Mesías. Creían que, cuando viniera Dios, se le llamaría Mesías. Pensaban que nacería en una familia aristocrática, tendría estatus y poder de rey y que los liberaría del imperio del Gobierno romano, pero cuando vino el Señor Jesús, no fue llamado Mesías. Nació en una familia plebeya, en un pesebre, e incluso fue perseguido y acosado. Así pues, renegaron de Él, lo condenaron, y finalmente lo crucificaron. Al cometer este pecado atroz, provocaron las maldiciones y el castigo de Dios, lo que derivó en la subyugación de los israelitas durante 2000 años. ¡Es una lección realmente estremecedora! Vale la pena reflexionar sobre la raíz de su fracaso. Si no logramos entender esto, es probable que sigamos la misma senda de resistencia a Dios que los fariseos en lo que respecta al importante asunto de aguardar la venida del Señor”. Cuando terminó Mu Yu, me mostró otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, solo creían en Su venida, pero no perseguían la verdad-vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es el camino de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse al mero nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No es esta creencia absurda y ridícula?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Mu Yu me enseñó esto: “Dios Todopoderoso ha revelado la esencia y la raíz de la resistencia de los fariseos hacia el Señor Jesús. Los fariseos eran tercos y arrogantes por naturaleza, sentían aversión por la verdad y la odiaban. Además, no entendían la obra de Dios y se ceñían a las palabras de la Escritura, con lo que definían según su criterio la aparición y obra de Dios de acuerdo con sus nociones y fantasías. Hasta cuando el Señor Jesús expresó muchas verdades e hizo abundantes señales y milagros siguieron sin buscar ni aceptar esto en absoluto. Se aferraron con terquedad a las palabras de la Escritura, e intentaron aprovecharse del Señor en todo momento a fin condenarlo y resistirse a Él, a quien finalmente hicieron crucificar. Por eso, al abordar la venida del Señor en los últimos días, debemos aprender de la brutal lección del fracaso de los fariseos, renunciar a nuestras nociones y figuraciones, y estudiar la aparición y obra de Dios. Esta es la única manera en la cual podemos esperar recibir al Señor. Los pastores y ancianos del mundo religioso actual son como los fariseos. Cuando oyen que se da testimonio de la venida del Señor, no la buscan ni estudian en absoluto, y se aferran, obstinados, al pasaje bíblico sobre la venida del Señor en las nubes. Según ellos, ‘cualquiera que afirme ser el Señor Jesús, pero no venga sobre las nubes, es un falso cristo’, con lo que se resisten y condenan sin motivo a Dios Todopoderoso e impiden activamente que los creyentes estudien el camino verdadero. Si no se arrepienten nunca, la obra de Dios los expondrá en los últimos días como falsos creyentes y anticristos y, concluida la obra de salvación de Dios, llorarán y crujirán los dientes mientras sucumben a calamidades inauditas”.
Esto me dejó asustada y temblando. Comparé mi conducta con lo que ella había dicho: me había aferrado a las palabras de la Biblia en cuanto al recibimiento al Señor, y, según mis nociones, creía que Él llegaría sobre las nubes. Cuando oía afirmar a alguien que había vuelto el Señor Jesús, no solo no lo estudiaba, sino que, con los pastores y ancianos, me resistía y lo condenaba a ciegas, difundía toda clase de rumores para difamar y calumniar a Dios Todopoderoso, con lo que desorientaba a los creyentes y les impedía que estudiaran el camino verdadero. No había diferencia entre mi conducta y la de los fariseos que se resistieron al Señor Jesús. Yo era una farisea moderna, un obstáculo que les impedía a los creyentes estudiar el camino verdadero. De no ser por la misericordia de Dios, o por Mu Yu que me enseñó sobre la verdad, gracias a lo que oí la voz de Dios, alguien tan terca e intransigente como yo únicamente podía acabar abandonada, descartada, maldecida y castigada por Dios. Quería aclarar mi confusión, así que le consulté a Mu Yu: “Ya que el Señor primero se ha hecho carne para realizar Su obra en secreto, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios Todopoderoso es Dios encarnado, Cristo de los últimos días?”. Mu Yu me leyó más pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “La ‘encarnación’ es la aparición de Dios en la carne; Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne. Por tanto, dado que es la encarnación de Dios, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios). “El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo es la encarnación del Espíritu, en lugar de ser carne. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la sumisión a la voluntad del Padre celestial). “Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre solo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es inculto e ignorante” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Tras terminar de leer, Mu Yu me enseñó esto: “Las palabras de Dios Todopoderoso nos dejan claro que la encarnación implica que el Espíritu de Dios se reviste de carne para convertirse en una persona normal que aparece en el mundo a expresar la verdad y a obrar. Por fuera, Cristo parece una persona normal, pero el Espíritu de Dios está en Él, es la encarnación del Espíritu de Dios. Por eso Cristo no solo tiene una humanidad normal, sino también plena divinidad, lo que significa que el carácter inherente de Dios, lo que Dios tiene y es, Su autoridad, omnipotencia y sabiduría se materializan en Su cuerpo encarnado. Cristo es el propio Dios, Señor de la creación. Así, Cristo puede expresar la verdad y revelar misterios en todo momento, expresar el carácter de Dios y todo lo que Él tiene y es, y realizar la obra de redimir y salvar a la humanidad. De igual modo, el Señor Jesús era la encarnación de Dios, Cristo. Aunque Él pareciera una persona normal por fuera y, en efecto, viviera entre los seres humanos en la tierra, podía expresar la verdad y revelar los misterios del reino de los cielos en cualquier momento y le brindó a la humanidad el camino del arrepentimiento. El Señor Jesús perdonó los pecados del hombre y expresó el carácter amable y misericordioso de Dios. También hizo muchas señales y muchos milagros: sanó a enfermos, expulsó demonios, resucitó a los muertos, calmó los vientos y los mares, alimentó a 5000 personas con cinco panes y dos peces, etc. Las palabras y la obra del Señor Jesús eran manifestación plena de la autoridad y el poder de Dios. Todos comprobamos que el Señor Jesús era Cristo y Dios encarnado a tenor de Sus palabras y Su obra. Por tanto, al comprobar si Él era o no Dios encarnado, no debemos evaluarlo en función de Su apariencia externa, de la familia en que nació, de si tenía estatus o poder ni de si los demás lo respaldaban o lo rechazaban, sino únicamente en función de si podía expresar la verdad y realizar la obra de Dios. Eso es clave. Siempre que pudiera expresar la verdad y realizar la obra de salvar a la humanidad, por muy normal que pareciera por fuera y por más que lo condenaran y rechazaran, es innegable que, de todos modos, era Dios encarnado, Cristo. Desde que apareciera para realizar Su obra, Dios Todopoderoso ha expresado millones de palabras y revelado todos los misterios del plan de gestión de Dios. Ha revelado el objetivo de Su plan de gestión, la verdad detrás de las tres etapas de Su obra, el misterio de Sus encarnaciones y nombres, la verdad detrás de la Biblia, cómo Su obra de juicio en los últimos días purifica y salva a la gente, el resultado y destino de cada tipo de persona, cómo se realiza el reino de Cristo en la tierra, y mucho más. Y eso no es todo, Dios Todopoderoso también juzga y pone en evidencia la naturaleza satánica de la gente de resistencia a Dios y sus diferentes actitudes corruptas, y muestra a la gente la senda para librarse de pecado y salvarse, entre muchas otras cosas. Las verdades que han sido expresadas por Dios Todopoderoso son sumamente abundantes: ha expresado cada aspecto de la verdad que precisamos para alcanzar la salvación, y el hombre jamás ha escuchado hablar sobre ninguno de estos misterios o verdades. El pueblo escogido de Dios en este momento está experimentado el juicio y castigo de Sus palabras, y ha adquirido cierta comprensión real de su carácter corrupto y conocimiento del carácter justo y majestuoso de Dios. Se liberan poco a poco de los grilletes y las limitaciones del pecado y han transformado su carácter-vida en diversa medida. Solo con la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso y la vivencia personal de Su obra en los últimos días hemos conocido todos que Dios Todopoderoso es Dios encarnado y Cristo de los últimos días”.
Las palabras de Dios Todopoderoso y las enseñanzas de Mu Yu tenían esclarecimiento. Vi que la clave para determinar si Dios Todopoderoso es Dios encarnado radica en si puede expresar verdades, realizar la obra de salvación y expresar el carácter de Dios y todo lo que Él tiene y es. Al parecer, Dios Todopoderoso es realmente Dios encarnado, el regreso del Señor Jesús; si no, ¿quién más podría abrir el rollo y los siete sellos para revelar todos estos misterios y verdades ocultos? Aparte de Dios, ¿quién podría salvar a la humanidad de la esclavitud y los grilletes del pecado?
Mu Yu prosiguió: “En esta aparición actual, Dios expresa sobre todo Sus palabras para identificar a aquellos que realmente ansían Su llegada y oyen Su voz. El Señor Jesús dijo: ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen’ (Juan 10:27). Todas las ovejas de Dios anhelan la verdad. Cuando alguien afirma que el Señor ha vuelto, ellas buscan y estudian el camino verdadero. Al leer las palabras de Dios Todopoderoso, reconocen la voz de Dios, aceptan a Dios Todopoderoso y lo siguen, y tienen la ocasión de salvarse. Los que no son ovejas de Dios no reconocen Su voz, y hasta juzgan y condenan Su obra en los últimos días. Al final recibirán el castigo que merecen. Por tanto, con Sus palabras, Dios revela cada tipo de persona en los últimos días y las clasifica según su tipo, tras lo cual premiará a los buenos y castigará a los malos. Esto manifiesta plenamente el carácter justo de Dios”. Al oír esto, agaché la cabeza y se me saltaron las lágrimas. Sabía que me había resistido mucho a Dios. Recordé la época en que por primera vez escuché que predicaban sobre el regreso del Señor. No lo busqué ni estudié, sino que obedecí ciegamente a los pastores y ancianos, difundí mentiras e intimidé a los creyentes para que no estudiaran el camino verdadero. En consecuencia, me dio un ataque de tos que me imposibilitó hablar, enfermé y hasta me partí la clavícula, y el anciano He tuvo un accidente de tráfico. Entendí que nada de eso fue un mero accidente. ¡Fueron castigos y retribución por resistirnos a Dios! Pero estaba muy dormida y no sabía que me hacía falta despertar. No dejaba de condenar y resistirme a la aparición y obra de Dios porque creía que protegía el camino del Señor y el rebaño. ¡Qué dormida estaba! Ni en mis mejores sueños imaginé que el Relámpago Oriental, al que había difamado, había condenado y me había resistido continuamente, ¡era realmente el Señor Jesús al que tanto había aguardado! Sentí una angustia y un pesar indescriptibles. Me odié por estar tan ciega y ser tan necia, por creer en Dios sin reconocer Su obra, y por seguir a los ancianos en su oposición y condena a Dios e impedir que los creyentes estudiaran el camino verdadero. A tenor de mi conducta, realmente merecía el castigo de Dios, pero Él no me trató en función de mis transgresiones, e igualmente me dio la oportunidad de oír Su voz. Utilizó a mi madre, que me ponía himnos de Sus palabras una y otra vez, y a Mu Yu, que me enseñó la verdad, para que mi corazón dormido e intransigente despertara y entendiera poco a poco, de modo que aceptara Su aparición y obra. ¡Gracias a Dios Todopoderoso por Su misericordia y Su salvación!
Luego devoré con avidez las palabras de Dios Todopoderoso. Con ellas conocí el significado de Su nombre en las distintas eras, la verdad detrás de la Biblia, cómo ha corrompido Satanás a la humanidad y cómo la salva Dios. También aprendí que la pecaminosidad y la resistencia del hombre a Dios radican en nuestra naturaleza satánica, y a buscar la manera de librarme de la corrupción y alcanzar la salvación, entre muchas otras cosas. Vi que las palabras y la obra de Dios Todopoderoso cumplen plenamente lo que dijo el Señor Jesús: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Las palabras de Dios Todopoderoso aclararon gran parte de mi confusión y mis nociones y me aseguré totalmente de que eran las declaraciones personales de Dios. Dios Todopoderoso era el regreso del Señor Jesús, a quien había aguardado tanto tiempo. Me sentía como una niña que por fin se reencontraba con su madre perdida hacía mucho tiempo. No pude evitar sujetar el libro de las palabras de Dios cerca de mí y echarme a llorar. Me odié por estar tan ciega y no haber reconocido a Dios, por haberme resistido a Su obra de los últimos días y haberla condenado sin pensar, y por haber sido un muro para los creyentes que estudiaban el camino verdadero y una persona que se oponía y luchaba contra Dios. Al percatarme, sentí un hondo pesar y decidí empezar a difundir el evangelio en cuanto pudiera para llevar ante Dios a aquellos a quienes yo había desorientado y obstaculizado, y para compensar mis transgresiones pasadas y reconfortar el corazón de Dios. Después me incorporé a aquellos que difundían el evangelio. Mientras lo difundía, predicaba las palabras de Dios Todopoderoso, ayudaba a los demás a oír la voz de Dios, y solía contarle a la gente que antes me aferraba a las palabras de la Biblia y cometía malas acciones de resistencia a Dios. Le decía que aprendiera de mis fallos anteriores. Como cada vez más gente aceptaba la obra de Dios en los últimos días, me sentía muy feliz, centrada y en paz.
Al mirar el camino recorrido desde mi resistencia a Dios hasta que Sus palabras me conquistaron, puedo ver Su arduo esfuerzo por mi causa. Pese a lo rebelde que yo era, Dios no me abandonó y hasta me permitió oír Su voz y recibirlo. ¡Esos fueron el gran amor y la salvación de Dios para mí! ¡Gracias a Dios Todopoderoso!
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