Ese día el cielo estaba especialmente claro y soleado (Parte 3)
Por Tian Ying, China Después de volver a casa, seguí pensando en lo que había dicho la hermana y pensé: la hermanita fue tan amable hoy,...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
En lo referente a llegar al reino de los cielos, muchos creen: “Como tenemos fe en el Señor y nuestros pecados fueron perdonados, cuando el Señor venga nos arrebatará y llevará directo a Su reino”. También están quienes creen que solo los santos pueden ver al Señor y piensan: “Aún no podemos más que pecar constantemente; no nos hemos despojado de las cadenas del pecado, entonces ¿podemos verdaderamente entrar en el reino de los cielos?”. Ante esta pregunta, algunos dirán: “A pesar de nuestra pecaminosidad, el Señor Jesús es nuestra eterna ofrenda por el pecado, así que, si le confesamos nuestros pecados, Él nos perdonará. Entonces, no nos verá como pecadores y podremos entrar a Su reino”. Pero yo no lo veo así, porque la Biblia dice: “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados” (Hebreos 10:26). Esto prueba que la ofrenda por el pecado es finita. Quienes saben del camino verdadero y, aun así, pecan, no recibirán la salvación de Dios. Entonces, ¿cómo se supone que entraremos al reino de los cielos? Nunca había podido descifrarlo. No fue sino hasta que leí las palabras de Dios Todopoderoso que encontré la senda de purificación y entrada al reino de Dios.
Nací en un hogar cristiano y desde niña iba a los servicios religiosos con mis padres. Y participaba activamente de las actividades de la iglesia. De adulta, me esforzaba por el Señor con aún más fervor. A veces, iba con el pastor a algunos encuentros de oración fuera de la ciudad. Pero a pesar de todo mi entusiasmo, no estaba logrando ninguna satisfacción de los servicios. Los sermones del pastor eran siempre sobre los mismos temas. No había ningún esclarecimiento nuevo. Y, personalmente, a menudo no era capaz de vivir según las enseñanzas del Señor. Estaba siempre atrapada en un círculo de pecado y confesión. Por ejemplo, mi madre les daba obsequios o dinero a mis hermanos y a mí casi nunca nada. Esto me ponía celosa, me enfadaba y me quejaba de ella. En mi servicio para la iglesia, cuando el pastor me daba una tarea, pensaba que me estaba favoreciendo y que era bondadoso conmigo. Me sentía orgullosa e incluso menospreciaba a los demás colegas. Las Escrituras dicen: “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Pero seguía llena de celos, odio y condescendencia. No me llevaba bien con mi familia, ni podía amar al prójimo como a mí misma y lograr armonía con los demás. El Señor es santo; ¿podría alguien como yo realmente recibir Su elogio y entrar a Su reino? Estaba muy confundida, por eso pedí ayuda al pastor y a otros miembros de la iglesia. Pero el pastor solo dijo: “Como creyentes, nuestros pecados fueron perdonados. La ofrenda del pecado del Señor Jesús es efectiva para siempre. En cuanto a todos nuestros pecados, cometidos en el pasado y el futuro, siempre que oremos y nos confesemos ante el Señor, Él nos perdonará incondicionalmente. Entonces, Él nos verá sin pecado y seremos admitidos en Su reino. Debemos tener fe en el Señor”. Sin embargo, escuchar las palabras del pastor no resolvía mi confusión. El Señor nos perdona los pecados, pero ¿por qué la Biblia dice también: “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados” (Hebreos 10:26)? Esto prueba que el Señor no perdonará nuestros pecados incondicionalmente y para siempre. No había logrado aclarar nada, y solo podía consolarme pensando: El amor del Señor es inagotable e infinito, tal vez el pastor tenga razón. Siempre y cuando continúe orando y me confiese, el Señor no me recriminará esos pecados y a Su regreso, me arrebatará y me llevará al reino de los cielos. Después de esto, solo seguí leyendo la Biblia y asistiendo a los servicios, con la esperanza de alcanzar el reino del Señor a Su regreso.
Más adelante, conocí a dos hermanas en línea. Conversábamos a menudo, nos animábamos y motivábamos mutuamente en nuestra fe y compartíamos pareceres. Un día, una de ellas me preguntó: “¿Cuál es tu mayor esperanza como creyente?”. Sin dudarlo un segundo, dije: “Alcanzar el reino de Dios, ¡claro!”. Luego, ella preguntó: “Entonces ¿sabes qué tipo de persona alcanza el reino de Dios?”. Cuando dijo eso, pensé: “Es exactamente lo que nunca tuve claro. El pastor y los miembros de la iglesia dicen que al creer en el Señor y ser bautizados en Su nombre se perdonan nuestros pecados y podemos entrar al reino de los cielos. ¿Su pregunta quiere decir que ella opina diferente?”. Entonces dijo: “Yo solía pensar que, en nuestra fe, siempre y cuando aceptemos el nombre del Señor y oremos y nos confesemos en Su nombre, Él perdonará nuestros pecados. Entonces, cuando venga, nos arrebatará para llevarnos al reino de los cielos. Pero luego me di cuenta de que si bien nuestros pecados son perdonados por creer en el Señor, aún tendemos a pecar y a resistirnos a Él. Por ejemplo: el Señor nos pide que amemos a los demás como a nosotros mismos, que practiquemos la paciencia y que seamos la sal de la tierra para glorificarlo, pero siempre terminamos discutiendo por cosas banales. Ante los desastres y las pruebas, culpamos al Señor y lo traicionamos. Solo trabajamos y nos esforzamos para recibir bendiciones y entrar a Su reino. Esto es intentar hacer una transacción con el Señor. Vivir así dista mucho de vivir según la intención del Señor. Está bien claro en las Escrituras: ‘Por lo tanto debéis ser santos, porque Yo soy santo’ (Levítico 11:45).* ‘En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre’ (Juan 8:34-35). Dios es santo y justo y Él gobierna el reino de los cielos. El reino de Dios es una tierra santa. Dios no aceptará que los impuros manchen Su tierra santa. Aquellos que siempre están pecando, resistiéndose y rebelándose contra el Señor son todavía esclavos del pecado y de ninguna manera pueden entrar a Su reino”. Tras escuchar la enseñanza de la hermana, dije: “Tienes razón. En nuestra fe, solemos mentir y pecar y no podemos librarnos del pecado. Lo he experimentado con bastante profundidad. Esto siempre me confundió mucho. ¿Podemos de veras alcanzar el reino de Dios de esta manera? Pedí consejo a mi pastor y a otros miembros de la iglesia, pero no recibí una respuesta satisfactoria. A través de tus enseñanzas, finalmente estoy comprendiendo. Los que siempre están pecando y no han sido purificados no pueden alcanzar el reino de Dios. Pero sigo sin entender, ¿por qué seguimos pecando cuando, como creyentes, el Señor nos ha perdonado?”.
En respuesta a mi pregunta, la hermana leyó algunos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “A pesar de que el hombre haya sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto. […] No resulta fácil para el hombre ser consciente de sus pecados; no tiene forma de reconocer su propia naturaleza profundamente arraigada, y debe depender del juicio por la palabra para lograr este resultado. Sólo así puede el hombre ser transformado gradualmente a partir de ese momento” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)). “Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Tras leer la palabra de Dios, compartió sus enseñanzas conmigo: “Durante la Era de la Gracia, el Señor Jesús hizo solo la obra redentora, no la obra de la purificación y la transformación de la humanidad. Todos sabemos que a finales de la Era de la Ley del Antiguo Testamento, la gente corría peligro de ejecución si no cumplía con la ley. Entonces, Dios se hizo carne en persona y fue crucificado como ofrenda del pecado por la humanidad, redimiendo así al hombre de sus pecados. Siempre y cuando la gente se confesara y se arrepintiera ante el Señor, sus pecados podían ser perdonados y ellos podían disfrutar de la abundante gracia, paz y felicidad concedidas por el Señor. Este perdón de los pecados se refiere a ya no ser condenados a muerte por la ley. No quiere decir que el hombre esté libre de pecado, y mucho menos que no vuelva a pecar jamás. Nuestros pecados se perdonan a través de la fe, pero la naturaleza pecaminosa sigue muy arraigada en nosotros. Estamos llenos de actitudes satánicas, como arrogancia, engaño y perversidad. Por ejemplo, vamos incluso en contra de nuestra propia consciencia y mentimos y engañamos para proteger nuestros intereses. Si las personas no actúan de la manera que queremos, nos enfadamos y les reprochamos. Competimos por el estatus y buscamos ganar dinero, somos celosos y pendencieros. Además, seguimos tendencias mundanas malvadas, disfrutamos de los placeres carnales, etc. Sabemos que pecar no va de acuerdo con la intención del Señor y a menudo nos arrepentimos y nos confesamos ante Él, pero seguimos pecando. Todo esto es el resultado de nuestra naturaleza satánica. Si no resolvemos la raíz de nuestra naturaleza pecaminosa, nuestros pecados serán como maleza que no quitamos de cuajo y que vuelve a crecer de raíz. Por lo tanto, en los últimos días, Dios está llevando a cabo la obra del juicio, resolviendo por completo nuestra naturaleza pecaminosa, purificando y transformando nuestro carácter corrupto, de modo que dejemos de pecar o de resistirnos a Dios. Esta es la única manera de ser dignos del reino de los cielos”.
Luego de escuchar las enseñanzas de la hermana, comprendí que el perdón de los pecados solo significa que el Señor Jesús nos ha perdonado los pecados y no que dejamos de ser pecadores. Tampoco significa que el Señor nos perdonará los pecados infinitamente, como había afirmado mi pastor. Las enseñanzas de la hermana fueron prácticas y completamente en línea con la Biblia: “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados” (Hebreos 10:26). Lo que el pastor decía solía confundirme mucho. El Señor es santo. ¿De veras nos llevará a Su reino aunque pequemos todo el tiempo? No podía entenderlo, así que confié en lo que el pastor decía y seguí estudiando la Biblia, orando y confesándome, y esperando que cuando el Señor viniera, no considerara nuestros pecados y nos llevara directo a Su reino. Hoy miro atrás y todo me parece un gran disparate. La hermana había dicho que, a Su regreso, el Señor llevaría a cabo la obra del juicio para purificar al hombre, así que no tardé en preguntarle cómo Dios llevaría a cabo esta obra exactamente. Ella respondió, paciente, “En la Biblia hay muchas profecías sobre esto. Por ejemplo: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad’ (Juan 16:12-13). ‘El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:48). Estos versículos muestran que Dios expresará la verdad para juzgar y purificar a la humanidad en los últimos días. El Señor Jesús ha regresado ahora como Dios Todopoderoso encarnado de los últimos días. Expresa la verdad y realiza la obra del juicio comenzando por la casa de Dios para resolver la naturaleza pecaminosa y las actitudes satánicas del hombre y finalmente para liberar a la humanidad de la influencia de Satanás”. Luego, ella me mostró videos con lecturas de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Cristo de los últimos días usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para dejar la sustancia del hombre en evidencia y para diseccionar sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe someterse a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que dejan cómo el hombre desdeña a Dios en evidencia se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; desenmascara y poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes para desenmascarar y podar no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido acerca de Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de las intenciones de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad). “Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser limpiado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser limpiado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)).
Después de los videos, la hermana compartió conmigo: “En los últimos días, Dios Todopoderoso principalmente usa la verdad para juzgar y revelar la naturaleza satánica de la humanidad corrupta y las diversas actitudes satánicas que pecan y se resisten contra Él. Al mismo tiempo, Él también aclara todas las verdades que deberíamos practicar en nuestra fe: por ejemplo, cómo crear una relación normal con Dios, cómo vivir con humanidad normal, cómo amar y someternos a Dios, cómo creer en Él y servirlo, según Sus intenciones, etc. A través del juicio y castigo de Su palabra, podemos ver cuán profundamente nos ha corrompido Satanás, y lo repletos que estamos de actitudes satánicas como la arrogancia, el engaño y la maldad. No vivimos para nada con aspecto de humanidad, sino que somos la personificación de Satanás e indignos de vivir ante Dios. También podemos conocer el carácter justo de Dios que no tolera ofensa, comenzar a odiarnos y despreciarnos a nosotros mismos y arrepentirnos ante Él. Así, nuestras actitudes corruptas pueden transformarse gradualmente, y tendremos algo de temor y sumisión a Dios”. Después de esto, pasó a compartir un poco de su experiencia. Dijo que anteriormente, en su fe en el Señor, pensaba que, como se había esforzado, había dado mucho, sufrido adversidades y pagado un precio por el Señor, amaba al Señor más que a nada y era mejor que los demás. Utilizaba esto como capital y menospreciaba a los demás, creyendo que ella era la más apta para ser coronada y premiada. Luego de recibir la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, leyó la palabra de Dios que juzga y expone a la humanidad. Vio el siguiente pasaje: “Sería mejor que dedicarais más esfuerzo a la verdad de conocer el ser. ¿Por qué no habéis encontrado el favor de Dios? ¿Por qué vuestro carácter es abominable para Él? ¿Por qué vuestro discurso despierta Su odio? Tan pronto como demostráis un poco de lealtad, os elogiáis a vosotros mismos y exigís una recompensa por una pequeña contribución; despreciáis a los demás cuando habéis mostrado una pizca de sumisión y desdeñáis a Dios después de llevar a cabo alguna tarea insignificante. […] Aunque sabéis perfectamente que creéis en Dios, no podéis ser compatibles con Él. Aunque sois plenamente conscientes de que no tenéis ningún mérito, de cualquier modo persistís en alardear. ¿Acaso no sentís que vuestra razón se ha deteriorado al punto de ya no tener autocontrol?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios). Después de leer esto, sintió angustia y vergüenza. Y se dio cuenta de que su actitud constante de enaltecerse a sí misma y ser condescendiente con los demás, el creer que era digna de ser coronada, se debían por completo a su satánica naturaleza arrogante. Se dio cuenta de que su esfuerzo no era para someterse a Dios, sino que lo hacía para recibir bendiciones y hacer una transacción con Él. Logró entender su carácter satánico arrogante, así como también lo impuro de su fe. Se dio cuenta de que estaba llena de actitudes satánicas y que, aun así, esperaba de manera vergonzosa e irracional ser bendecida y lograr acceso al reino de los cielos. Pasó a odiarse y despreciarse a sí misma y dejó de pensar que era mejor que los demás. Ya no se atrevía a alardear de su amor por Dios ni a reclamar que Él le diera recompensas y la coronara. Por el contrario, era consciente de que debía aceptar de buena voluntad el juicio y castigo de la palabra de Dios, buscar desprenderse de su carácter corrupto y hacer lo posible por cumplir con su deber como ser creado. Luego de escuchar sus enseñanzas, comprendí mejor cómo Dios realiza Su obra del juicio en los últimos días. Su testimonio vivencial me pareció muy práctico y de gran ayuda para mí. Reflexioné que yo era igual. El pastor me había favorecido y me había confiado ciertas tareas, y eso me hizo pensar que yo era mejor que mis hermanos y hermanas y los menospreciaba. En casa, siempre pensaba que la vida de todos debía girar en torno a la mía. Eso era mi carácter arrogante. Me di cuenta de que yo también podía ser purificada y transformada a través del juicio y castigo de Dios en los últimos días. Esa noche conversamos hasta bien tarde, y obtuve mucho sustento espiritual y mucha satisfacción.
Más tarde, hice una extensa lectura de la palabra de Dios Todopoderoso y descubrí no solo que Su palabra revela la verdad detrás de la corrupción de la humanidad y los misterios de la obra de Dios, sino que detalla cómo deshacerse de las actitudes corruptas, cómo vivir una vida plena de sentido y otros tantos aspectos de la verdad. Me di cuenta de que la palabra de Dios Todopoderoso es la verdad y es la voz de Dios. Me convencí por completo de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado y acepté formalmente la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Recuerdo los años en los que creí en el Señor viviendo en el pecado y siendo incapaz de librarme de sus garras. Estaba muy confundida sobre cómo alcanzar el reino de los cielos. Ahora ¡finalmente hallé la senda hacia la purificación y hacia Su reino! ¡Gracias a Dios Todopoderoso!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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