La senda de la evangelización
Recuerdo cuando empecé a aprender a compartir el evangelio. Me encontré en Hubei con el hermano Xu, miembro de la Iglesia de la Gran Alabanza. Pronto empezamos a charlar acerca de cómo recibir la venida del Señor, y me comentó que su líder siempre solía decir que el Señor vendría en una nube a llevárselos a Su reino en el año 2000. Todos lo esperaban con fe absoluta, pero pasó un año tras otro y todavía no había venido el Señor en una nube. Su líder no sabía cómo explicarlo, así que evitaba hablar de la venida del Señor. Había bastantes creyentes confundidos que decían que los desastres estaban aumentando y que se habían cumplido las profecías de la venida del Señor, por lo que, aparentemente, ya debería haber regresado. Se preguntaban por qué aún no habían contemplado la venida del Señor en una nube. El hermano Xu señaló que él tampoco sabía cómo explicárselo a los hermanos y hermanas. Le enseñé lo siguiente: “Esta cuestión ha dejado perplejos a muchos del mundo religioso. Se está enfriando el fervor de mucha gente por esto y hay quienes preguntan si el Señor va a venir antes de los desastres, en medio de ellos o después. Algunos afirman que todo depende del Señor y que solamente podemos aguardar. Hermano Xu, ¿nunca has pensado que el Señor ya ha vuelto y por algún motivo no lo hemos recibido en todos estos años? ¿Puede estar equivocada tu idea de cómo aparecerá?”. Le puse un ejemplo. Si llega a la puerta principal un invitado importante, pero estamos esperando en la puerta trasera, estamos en lugares distintos, así que podríamos esperar siglos sin llegar a recibirlo. Luego le enseñé algo sobre las profecías de la venida del Señor. Le dije que todo el que conoce la Biblia sabe que no solo hay profecías de la venida del Señor en una nube, sino también algunas en las que Él viene en secreto como Hijo del hombre, tales como “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). “He aquí, vengo como ladrón” (Apocalipsis 16:15). “Porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44). “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). Todos estos versículos profetizan la segunda venida del Señor como Hijo del hombre. “Hijo del Hombre” siempre alude a Dios en la carne, por lo que, si limitamos la venida del Señor a Su presencia en una nube, ¿cómo se cumplirían esas profecías del Hijo del hombre? Proseguí: “El Señor vuelve primero en secreto y luego aparece públicamente. Según las profecías de la Escritura, primero Dios se hará carne en los últimos días, cuando expresará la verdad y hará la obra del juicio en medio de los hombres. Los que oigan Su voz y acepten Su obra de los últimos días serán ascendidos ante Su trono. Mediante el juicio y la purificación de Sus palabras, Dios formará un grupo de vencedores antes del desastre, y una vez formados por él, se llevará a cabo en secreto la obra de Dios encarnado entre los hombres y Él precipitará los desastres para premiar el bien y castigar el mal. Luego aparecerá públicamente en una nube ante todos los pueblos y naciones. Los que estén mirando al cielo aguardando que descienda se perderán la obra de salvación de Dios encarnado y caerán en el desastre, entre el llanto y el crujir de dientes, lo que cumplirá esta profecía del Apocalipsis: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’ (Apocalipsis 1:7)”. A esas alturas estaba muy sorprendido el hermano Xu. Eso iba totalmente en contra de sus viejas ideas. Le enseñé entonces: “Hace mucho que el Señor Jesús nos dijo que, para recibir al Señor, es preciso, ante todo, que estemos atentos a la voz de Dios. El Señor Jesús dijo: ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen’ (Juan 10:27). Según el Apocalipsis, ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’ (Apocalipsis 3:20). ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’ (Apocalipsis Capítulos 2, 3). ¿Por qué afirma siete veces el Apocalipsis que hemos de estar atentos al Espíritu Santo? Porque nos señala nuestra senda: la clave para recibir al Señor es buscar las palabras del Espíritu Santo a las iglesias estando atentos a la voz de Dios. Quienes oyen la voz de Dios y reciben al Señor son las vírgenes prudentes. Los que no oyen la voz de Dios son las vírgenes insensatas, que no recibirán al Señor”. Conforme escuchaba el hermano Xu, se le iluminaban los ojos y no paraba de asentir.
Leí entonces un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”). Después, se emocionó y exclamó: “¡Qué autoridad tiene esto! Debe de venir de Dios. ¡Ningún ser humano podría decir algo así!”. Y prosiguió: “Mientras aguardaba al Señor, lo único que sabía hacer era escuchar al clero del mundo religioso, pero he descuidado la búsqueda de las palabras del Espíritu Santo. ¡He sido sumamente necio!”. Me conmovía lo bien que lo estaba comprendiendo. Luego leímos muchas más palabras de Dios Todopoderoso, como “El misterio de la encarnación”, “Cristo hace la obra del juicio con la verdad”, “Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios” y “Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna”. Mientras leíamos, el hermano Xu se emocionó: “Dios Todopoderoso ha revelado todas estas verdades y misterios que no conocimos en tantos años de fe. ¡Estas son la voz y las palabras de Dios! ¡Ha vuelto el Señor! ¡Por fin lo he recibido después de todo este tiempo! Tengo que compartir ya esta buena nueva con otros hermanos y hermanas”. Así, el hermano Xu y yo salimos a predicar juntos el evangelio. En breve habíamos convertido a más de 20 personas. Todas ellas señalaban la suerte que tenían de recibir al Señor en vida y querían reunirse a diario.
Pero un par de días después fui a una reunión con el hermano Yang, y en cuanto entré, algo me olió mal. Vino corriendo uno y nos dijo: “¿Sois una especie de mafia? ¿Compartís el evangelio o tratáis de conseguir dinero? Si no lo explicáis todo, ¡os denuncio a la policía!”. Los demás nos estaban rodeando y, según algunos, robábamos las ovejas de su iglesia. Era la primera vez que vivía algo así y no sabía cómo manejarlo. Ante más de 20 personas tan desafiantes hacia nosotros, estaba nervioso y algo asustado. Creía que estaban decididos a denunciarnos a la policía, y si caíamos en sus manos, a saber cómo nos torturarían. Quería salir de allí lo antes posible e invocaba a Dios para pedirle que nos guiara. Recordé entonces unas palabras de Dios: “¿Has pensado alguna vez cuán afligido e inquieto está el corazón de Dios? ¿Cómo puede soportar Él ver a la humanidad inocente, que creó con Sus propias manos, sufriendo tal tormento? Después de todo, los seres humanos son las víctimas que han sido envenenadas. Y, aunque el hombre ha sobrevivido hasta hoy, ¿quién habría sabido que el maligno envenenó a la humanidad hace mucho tiempo? ¿Has olvidado que eres una de las víctimas? ¿No estás dispuesto a esforzarte por salvar a estos sobrevivientes por tu amor a Dios? ¿No estás dispuesto a dedicar toda tu energía para retribuir a Dios, que ama a la humanidad como a Su propia carne y sangre?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cómo deberías ocuparte de tu misión futura?). Esto me resultó muy conmovedor. Yo había sido exactamente igual que ellos tras aceptar el evangelio, cuando hacía caso de todas esas mentiras del mundo religioso y del Gobierno del PCCh. Tenía dudas y preocupaciones y no bajé la guardia hasta que no vi que los hermanos y hermanas se arriesgaban a ser detenidos por enseñarme a mí una y otra vez, hasta que por fin comprendí la verdad, adquirí discernimiento y entré en la casa de Dios. Dios pagó un alto precio por mí, pero yo quería huir ante la primera señal de peligro, abandonar a esos hermanos y hermanas. ¡Eso era inhumano! Dios quería que llevara ante Él a más auténticos creyentes que anhelaran Su aparición para que aceptaran Su salvación. Ese era el deseo urgente de Dios. Si en ese momento me convertía en desertor, Dios estaría dolido y decepcionado. Sabía que, desde luego, tenía que quedarme y enseñarles de verdad, cumplir con mi deber. Alentado por las palabras de Dios, me armé de valor y dije: “Hermanos y hermanas, entiendo lo que sentís. Tenéis miedo de descarriaros en la fe. Llevamos más de dos semanas enseñando a diario las palabras de Dios. ¿Nos habéis visto actuar como si fuéramos del hampa? Pensadlo. En todo este tiempo, ¿os hemos arrebatado un solo centavo? No. Es bueno tener cautela en esto. La clave es entender los principios para discernir el camino verdadero de los falsos. Sin eso, y sin buscar la verdad, pero escuchando siempre a otros, sois susceptibles de terminar en la senda equivocada. Todos sabemos que cuando el Señor Jesús estaba obrando en la Era de la Gracia, los fariseos se inventaron toda clase de rumores sobre Él para que los creyentes no lo siguieran. Decían que Jesús echaba fuera demonios ayudado por el rey de estos y daban falso testimonio de que no había resucitado. Los judíos, que no escuchaban las verdades del Señor Jesús, sino que seguían ciegamente a sus líderes religiosos, se oponían y condenaban al Señor Jesús con ellos, al final lograron que lo crucificaran y Dios los maldijo y castigó. Ahora ha regresado el Señor Jesús como Dios Todopoderoso, que expresa toda verdad necesaria para purificar y salvar a la humanidad. Habéis oído las palabras de Dios Todopoderoso en las reuniones y admitido que son la verdad, que son autorizadas y poderosas. Está claro que son de Dios. Sin embargo, no pensáis en si las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad y la voz de Dios ni en si la Iglesia de Dios Todopoderoso tiene la obra del Espíritu Santo y el sustento de la verdad, sino que escucháis ciegamente al clero, que niega y condena a Dios Todopoderoso. ¿Eso no es crucificar de nuevo al Señor?”. Dios Todopoderoso dice: “El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; solo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con esta exigua reverencia por Dios en tu corazón, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. Quizás, habiendo leído solo unas pocas frases, algunas personas condenarán ciegamente estas palabras, diciendo: ‘Esto no es nada más que algún esclarecimiento del Espíritu Santo’, o ‘Este es un falso Cristo que ha venido a engañar a la gente’. ¡Los que dicen tales cosas están cegados por la ignorancia! ¡Entiendes demasiado poco de la obra y de la sabiduría de Dios, y te aconsejo que empieces de nuevo desde cero! No debéis condenar ciegamente las palabras expresadas por Dios debido a la aparición de falsos Cristos durante los últimos días ni ser personas que blasfeman contra el Espíritu Santo, porque teméis al engaño. ¿No sería esto una gran lástima? Si, después de mucho examen, sigues creyendo que estas palabras no son la verdad, no son el camino ni la expresión de Dios, entonces serás castigado en última instancia y te quedarás sin bendiciones. Si no puedes aceptar esa verdad hablada de forma tan llana y clara, ¿no eres indigno entonces de la salvación de Dios? ¿No eres alguien que no está suficientemente bendecido como para regresar ante el trono de Dios? ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Se relajaron mucho tras escuchar las palabras de Dios y, uno por uno, se fueron sin hacer ruido.
El hermano Li, nuestro anfitrión, nos comentó luego que los líderes superiores de su iglesia les habían dado un manual contra el Relámpago Oriental que afirmaba que éramos un grupo del hampa que le arrebataba el dinero a la gente. Eso los espantó a todos. Dijo el hermano Li: “No sería vuestro anfitrión si fuera cierto lo que dice ese manual, pero como enseñáis tan bien, no quiero echaros. Además, ¿dónde iríais en pleno invierno? Hay algunas sobras que podéis comeros ambos y podéis pasar la noche en el cuarto del ático”. Estaba un poco en guardia. El hermano Yang dijo: “Hoy casi llaman a la policía para denunciarnos. Si vienen sus líderes, ¿quién sabe lo que nos harán? Este es un lugar peligroso, deberíamos irnos”. Yo también tenía miedo, pero entonces pensé que no podíamos descartar a esos nuevos creyentes porque se hubieran tragado unos rumores. Marcharnos en un momento así acabaría con ellos. Luego recordé un pasaje de las palabras de Dios. “Deberías saber si existe fe y lealtad verdaderas dentro de ti, si tienes un registro de sufrimiento por Dios, y si te has sometido enteramente a Él. Si careces de estas cosas, entonces dentro de ti sigue existiendo desobediencia, engaño, codicia y descontento. Debido a que tu corazón dista mucho de ser honesto, nunca has recibido el reconocimiento favorable de Dios y nunca has vivido en la luz” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias). Al pensarlo descubrí que, por mucho peligro y sufrimiento que conlleve predicar, ignorar los intereses personales y la seguridad, pagar un precio, llevar a la gente ante Dios y ayudarla a aprender la verdad y a aceptar Su salvación es tener fe en Dios, y eso es ser devoto. Me acordé de los apóstoles y discípulos del Señor. Padecieron mucha opresión y dificultad mientras predicaban el evangelio. A algunos los arrestaron y encarcelaron y otros dieron la vida. Según la Biblia, “Todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19). Predicar el evangelio en un mundo tan oscuro y malvado es un camino plagado de peligros y dificultades. ¿Quién no sufriría y pagaría un precio al hacer eso? Sabía que no podía huir, sino que tenía que confiar en Dios para cumplir con el deber. Después le conté al hermano Yang lo que opinaba y él también decidió quedarse y continuar. Los dos oramos juntos a Dios para pedirle que nos guiara, y sabiduría y determinación para soportar el sufrimiento y afrontar las dificultades.
Esa noche no pudimos dormir nada en ese cuarto frío y con corriente del ático, así que hablamos y nos animamos mutuamente. Recordamos un himno de experiencias, “El amor de Dios me ha derretido el corazón”. “¡Oh, Dios! Tu amor es tan real que ha derretido mi corazón. Esperas pacientemente que el hombre se arrepienta, ¿cómo podría seguir dudando? He disfrutado tanto Tu amor y debería tener aún más consideración por Tu voluntad; Estoy decidido a buscar la verdad, llevar a cabo mi deber correctamente y retribuir Tu amor. Estoy dispuesto a sufrir pruebas, refinamiento y dificultades, permanecer firme en mi testimonio y satisfacerte. Te amo sinceramente y vivo por Tus palabras; te seguiré y daré testimonio de Ti siemore” (“Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Me resultó sumamente conmovedor este cántico y sentí que, pese a haber sufrido, Dios estaba realmente con nosotros, a nuestro lado, en esas dificultades. Comparado con el amor de Dios y el precio que Él ha pagado, nuestro minúsculo sufrimiento no es digno de mención. Recordé que Dios se ha encarnado dos veces por nuestra salvación con muchísimo padecimiento, pero yo me quejaba de la más mínima dificultad cuando predicaba el evangelio. Quería huir y abandonar a esos hermanos y hermanas. No tenía conciencia ni razón. Sentí que le debía mucho a Dios. Oré, dispuesto a dar cuanto tuviera por recuperarlos. No me sentí tan mal al planteármelo así.
A la mañana siguiente, como siempre, estábamos ayudando al hermano Li a cortar hierba para los cerdos. Oímos que, en la cocina, uno de los colaboradores de la iglesia le decía: “No dormí nada anoche. Estuve pensando en esos dos hermanos que llevan dos semanas predicándonos el evangelio. No se parecen en nada a lo que ese manual dice acerca de ellos. Reunimos algo de dinero para sus gastos de viaje, pero no lo aceptaron y nos dieron gratis los libros. Según ellos, el agua viva de vida se le da gratis a la gente. Además, lo que predican es una maravilla. Nos sustenta a todos y ahora tenemos fe”. Prosiguió: “¿Cuándo has visto a los hermanos y hermanas tan emocionados por participar en las reuniones? Esto es obra del Espíritu Santo. Sin embargo, nuestro clero no enseña nada en realidad, pero siempre están pidiendo más ofrendas y tenemos que servirles buenas comidas. Estos hermanos dan más ejemplo que el clero”. Entonces contestó el hermano Li: “Yo tampoco pude dormir. Estos hermanos no han desdeñado los alimentos y bebidas más sencillos y están dispuestos a ayudar en cualquier tarea. Parecen familia, en absoluto como lo que dicen de ellos nuestros líderes. Ayer, influido por los líderes, solo les di medio cuenco de sobras y los mandé a dormir a ese destartalado cuarto del ático. No sé cómo se las arreglaron con este frío que hace. No debería haber hecho eso”. Continuó: “Voy a posicionarme. Aunque los demás no acepten a Dios Todopoderoso, yo sí”. Ese colaborador dijo que, después de desayunar, reuniría a todo el mundo. Nos emocionamos mucho al oír su conversación y le di gracias a Dios en silencio una y otra vez. Al enseñarles más, esos hermanos y hermanas empezaron a reunirse de nuevo con normalidad sin perderse una sola reunión. Emocionados, nos contaron que a punto estuvieron de ser engañados por el clero y de perder la ocasión de recibir al Señor.
Cuando el clero comprobó que no funcionaban sus mentiras, se volvieron locos y trataron de guardar a la congregación del camino verdadero. Un día, al visitar al hermano Xu, justo cuando entraba por la puerta, con aspecto asustado, dijo: “Tenéis que marcharos”. Le pregunté qué pasaba y me respondió que sus líderes superiores sabían que estábamos predicando el evangelio, que estaban decididos a que nos detuvieran y nos llevaran a comisaría y que él no podía protegernos, por lo que teníamos que irnos. Nos contó que, cuando habíamos predicado el evangelio en su casa, un líder de su iglesia había dicho que haría que nos detuvieran y ya iba de camino, pero que no lo logró por algún contratiempo. Casi nos detienen. Honestamente, estaba bastante asustado en ese momento y valoré marcharme. Sin embargo, luego pensé que, si nos íbamos y nos rendíamos, dejaríamos ganar a Satanás. Así no se podría difundir allí el evangelio. Con esa idea, oré inmediatamente. Recordé entonces estos pasajes de las palabras de Dios: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Hay algo que no esté en Mis manos?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 1). “Confiamos en que ningún país ni ningún poder pueda interponerse en el camino de lo que Dios quiere lograr. Aquellos que obstruyen Su obra, se resisten a Su palabra e interrumpen y perjudican Su plan terminarán castigados por Él” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad). Esto me dio fe y fortaleza. Todo está en las manos de Dios y ninguna fuerza puede parar Su obra. Vinieran esos líderes religiosos o no, nos detuvieran o no, todo estaba en las manos de Dios. Esa vez que, decididos a capturarnos, se echaron atrás a medio camino, ¿no fue una absoluta maravilla de Dios, Su plan y Su disposición? Tenía que pasar por aquello amparado en mi fe, con sabiduría, confiando en Dios. Solo con fe podría contemplar Sus obras. Una vez comprendida la voluntad de Dios, le enseñé Sus palabras al hermano Xu y ya no tuvo tanto miedo. Nos indicó que nos escondiéramos en casa del hermano Li.
Un día, de camino a casa del hermano Li, me encontré a uno de sus vecinos. Se apresuró a pararme, y me preguntó: “¿Así de valiente eres? Ayer vinieron a buscarte un montón de policías. ¿Por qué regresas apenas se han marchado ellos?”. Me di cuenta de que habían llamado a la policía y me pregunté si habrían capturado al hermano Yang. Corrí a casa del hermano Li y suspiré aliviado al verlos a todos allí. Me contaron que la policía había ido puerta por puerta buscando a dos evangelizadores de fuera y registró la casa del hermano Li de arriba abajo. Justo entonces, el hermano Yang estaba cocinando. Los policías pasaron de él porque lo confundieron con un lugareño. Cuando supe que el hermano Li había escapado por los pelos, le di gracias a Dios una y otra vez. Podemos contemplar las obras de Dios en todo momento y lugar. Sus líderes religiosos y el Gobierno del PCCh trataban frenéticamente de impedir la difusión del evangelio, pero los hermanos y hermanas no retrocedieron. Habían comprobado que los del clero eran unos hipócritas contrarios a Dios y tenían más discernimiento. Se fortaleció su determinación para seguir a Dios Todopoderoso. En realidad, la sabiduría de Dios se consuma en función del engaño de Satanás. Yo experimenté personalmente la verdad de esa frase.
Siempre corres el riesgo de que te denuncien, te ataquen los líderes religiosos o te detenga la policía. No obstante, en general percibo la guía de Dios y Sus maravillas en el transcurso de la predicación del evangelio. Una vez, en la provincia de Hunan, la hermana Jiang, líder intermedia de una iglesia clandestina, y su colaborador, el hermano Chen, aceptaron la obra de Dios de los últimos días y la compartieron con los miembros de su iglesia. Pronto se incorporaron más de 100 personas. Un día vino un hermano a informarnos que, cuando los demás líderes de su iglesia supieron que había aceptado tanta gente la obra de Dios de los últimos días, se enfurecieron, planeaban llevar en un camión a más de 20 personas para capturar a los del Relámpago Oriental y dijeron que los capturarían a todos. Me agobié mucho al enterarme de todo esto, y quería que toda nuestra gente estuviera a salvo y que no se ahuyentara a los nuevos creyentes. Oré inmediatamente a Dios: “¡Dios Todopoderoso! Antes, frente al peligro, siempre me protegía egoístamente. He experimentado gran parte de Tu obra y contemplado muchos de Tus actos. Creo que todo está en Tus manos. Esta vez no huiré corriendo, sino que asumiré mi responsabilidad y mi deber”. Trabajamos toda la noche para avisar a todos los que predicaban el evangelio y nos dispusimos a afrontar aquel desafío confiando en Dios. A la mañana siguiente, cuando abrí la puerta, todo estaba tranquilo. Una gran nevada había cerrado todas las carreteras y había helado. Todo el clero vivía al pie de la montaña y no podían subirla por mucha gente que consiguieran. Nosotros pudimos seguir predicando el evangelio sin preocupación. Descubrí lo milagrosos que realmente son los actos de Dios. Todos estaban locos de contentos y daban gracias a Dios sin cesar.
Al día siguiente, por la tarde, reunidos siete de nosotros en casa de la hermana Jiang, Inesperadamente volvieron su hijo y la novia de este. Su casa era demasiado pequeña para todos nosotros, por lo que tuvimos que trasladar la reunión a una casa vecina. Poco después de que nos trasladáramos, la hermana Jiang recibió una llamada y oímos que un policía gritaba: “¡Policía al habla! ¿Dónde estás? Tenemos rodeada tu casa”. La policía rodeaba la casa en la que nos habíamos reunido. De no haber sido por aquel cambio de última hora, nos habrían detenido a todos. Alguien denunció que la hermana Jiang había secuestrado a Liu Jing. Una nueva creyente que nos ayudaba a difundir el evangelio. La hermana Jiang le pasó el teléfono a Liu Jing, la policía le hizo unas preguntas, confirmó que no estaba secuestrada y colgó. Cuando preguntó la hermana Jiang, la policía respondió que lo había denunciado otro creyente. Estaba muy enfadada cuando colgó, y dijo: “¡El clero se ha pasado mucho de la raya! ¿Cómo se pueden denominar creyentes? ¿Cómo pudieron inventarse mentiras para que nos detuvieran?”. Le enseñé que hace 2000 años, cuando vino el Señor Jesús, como los fariseos querían preservar su estatus, se inventaron mentiras sobre el Señor Jesús, lo acusaron falsamente e hicieron que lo arrestaran. Lo dejaron en manos del gobernador romano y lograron que lo crucificaran. La obra de Dios los delató como anticristos. Los pastores y ancianos religiosos son sus equivalentes actuales. Pese a que Dios Todopoderoso expresa verdades para salvar a la gente, no solo se niegan a entregarle a Dios Sus ovejas, sino que, dado que tanta gente sigue a Dios Todopoderoso, temen perder su posición, por lo que montan en cólera y denuncian a los hermanos y hermanas a la policía para que los detenga. ¿En qué se diferencian de los fariseos? ¿No son siervos infieles, anticristos delatados por la obra de Dios de los últimos días? Por la urgencia de la situación, no me dio tiempo a enseñarle más cosas. En aquella aldea de montaña había muchísimos otros nuevos creyentes que aún no tenían una base sólida. Si el clero de la iglesia los interrumpía o se enfrentaban a una detención, les costaría mantenerse firmes, así que nos pusimos a hacer planes para brindarles ayuda cuanto antes. Nos dividimos en equipos de tres y anduvimos de las 7 de aquella tarde a las 9 de la mañana del día siguiente. Las carreteras estaban tan heladas que era casi imposible caminar por ellas. Nos habíamos atado correas a los pies para tener adherencia, pero cada paso suponía un esfuerzo. Nos caímos infinidad de veces y un hermano se hizo daño en un brazo, que se le hinchó mucho. Una hermana subió una cuesta hasta la mitad y resbaló hacia abajo; estuvo a punto de caer por un precipicio. En vista del esfuerzo de todos nosotros, los hermanos y hermanas, por brindarles ayuda, los nuevos estaban muy conmovidos y decían que eso solo pudo hacerse con la obra del Espíritu Santo. Estaban todavía más seguros de que este es el camino verdadero.
Las heladas provocaron un accidente de tráfico tras otro. La caravana de una novia se salió de la carretera y varios vehículos cayeron por un precipicio. No sobrevivió nadie. Como los líderes religiosos y la policía no se atrevían a subir la montaña, aprovechamos la ocasión para predicar más el evangelio. Enseguida, más de 200 hermanos y hermanas habían aceptado la obra de Dios de los últimos días y poco a poco adquirieron una base del camino verdadero. Cuando empezó a derretirse el hielo, el clero de la iglesia tomó a un grupo de personas para que parara a estos hermanos y hermanas, pero todas ellas habían adquirido discernimiento y no hicieron caso. Esto los enfadó tanto que denunciaron a los nuevos creyentes dando sus nombres a la policía. La policía fue a sus casas a amenazarlos con detenerlos y enviarlos a la cárcel y a decirles que denunciaran a otros que hubieran aceptado a Dios Todopoderoso, que perderían su empleo si no contaban lo que sabían. Una maestra renunció a su fe por las amenazas de la policía, pero la mayoría se mantuvieron firmes con aquella ayuda. Tenían fe para pasar por ello sin echarse atrás. Esto también los ayudó a ver con mayor nitidez al clero de su iglesia. Emocionada, la hermana Jiang afirmó: “Yo siempre solía adular mucho a los líderes superiores de la iglesia y los recibía con lo mejor que tenía siempre que nos visitaban. Sin embargo, ahora, solo por haber aceptado a Dios Todopoderoso, haber recibido el regreso del Señor y haber dejado de seguirlos e idolatrarlos, me denunciaron en falso a la policía por secuestro. ¡Qué maldad! No son auténticos creyentes que recibirán al Señor, sino una panda de anticristos que se pelean con Dios por el estatus y por Su pueblo. Son los fariseos actuales”. Le leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a la voluntad de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para enseñar a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonios jefes que estorban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos en el camino de quienes buscan a Dios. Pueden parecer de ‘buena constitución’, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él). La combinación de los hechos y de las palabras de Dios indicaba que los líderes religiosos sirven al nombre de Dios, pero en realidad codician los beneficios del estatus. Tienen a los creyentes fuertemente controlados en sus manos, sin molestarse en buscar o estudiar cuando oyen que el Señor ha regresado. Les asusta perder su estatus y los beneficios de este. Prueban todos los trucos posibles para impedir que los creyentes acepten el camino verdadero: mentiras inventadas para extraviar y asustar a la gente y hasta denuncias ante la policía para que detenga a los de la Iglesia de Dios Todopoderoso. ¿No son unos “diablos que devoran el alma del hombre” y unos “demonios jefes que estorban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta”? Si Dios no hubiera dispuesto dejarlos en evidencia, ¿quién habría detectado su naturaleza y esencia de anticristos? Aunque los miembros de su clero se volvieran locos tratando de interponerse, todos permanecieron firmes y vieron la clase de gente que aquellos eran realmente. Eso fue la sabiduría y la omnipotencia de Dios.
En todos estos años, no solo he adquirido sabiduría y perspicacia, sino que se ha fortalecido mi fe y me resulta más evidente cómo trabaja contra Dios el mundo religioso, el clero. He experimentado personalmente que Dios es omnipotente y lo gobierna todo. Por muy enloquecidas que estén las malvadas fuerzas satánicas, no pararán la expansión de la obra de Dios. Como manifiesta Dios, “Hoy, Dios ha regresado al mundo para realizar Su obra. Su primera parada es el parangón de régimen dictatorial: China, el acérrimo bastión del ateísmo. Dios ha ganado un grupo de personas con Su sabiduría y poder. Durante este período, el partido gobernante en China lo ha perseguido por todos los medios y lo ha sometido a un gran sufrimiento, sin un lugar donde poder apoyar la cabeza, incapaz de encontrar refugio. A pesar de esto, Dios aún continúa la obra que pretende hacer: alza Su voz y difunde el evangelio. Nadie puede desentrañar la omnipotencia de Dios. En China, un país que considera a Dios como enemigo, Él no ha cesado nunca Su obra. Por el contrario, más personas han aceptado Su obra y Su palabra, porque Dios salva a todos y cada uno de los miembros de la humanidad en la medida de lo posible. Confiamos en que ningún país ni ningún poder pueda interponerse en el camino de lo que Dios quiere lograr. Aquellos que obstruyen Su obra, se resisten a Su palabra e interrumpen y perjudican Su plan terminarán castigados por Él” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad). Durante todos estos años en esta senda, en verdad he presenciado la omnipotencia, la sabiduría y las maravillas de Dios. ¡Qué agradecido le estoy!