Lo que coseché al ser tratada
Un día, a finales de 2020, un líder superior encontró una iglesia en la zona bajo mi responsabilidad en la que decenas de recién llegados no asistían con regularidad a las reuniones. Me trató diciendo: “Estos recién llegados acaban de aceptar el camino verdadero y se enfrentan a muchas perturbaciones y tentaciones. Si no tienen a nadie que los riegue o apoye y no asisten a las reuniones, están en peligro constante de que Satanás los haga prisioneros. Como líder de la iglesia, debes hacer todo lo que puedas por regarlos, para que puedan sentar una base en el camino verdadero. Este es el trabajo más crucial. Hay muchos recién llegados que no asisten a las reuniones con regularidad en una de las iglesias de las que eres responsable. Esto demuestra que, como líder, no has hecho bien el trabajo de riego, no has cumplido bien con tu deber, eres irresponsable, sales del paso, engañas a Dios, y eres alguien que se opone a Dios mientras lo sirves”. Fue difícil aceptar ser podada y tratada de esta manera. No había sido la que había regado directamente a estos recién llegados, y había compartido claramente los principios de riego con el personal de riego en esa iglesia. Ahora no habían hecho bien el trabajo de riego, haciendo que muchos recién llegados se reuniesen con irregularidad. ¿Por qué era esta mi responsabilidad? Era la falta de responsabilidad en el trabajo de riego lo que hizo que los recién llegados se fueran, lo que era una interrupción y perturbación. Si me responsabilizaba de esto, ¿no sería una transgresión y una mancha en mi creencia en Dios? Así que negué completamente el problema que el líder me había otorgado, continué discutiendo y justificándome, e hice hincapié en que no había sido la que había regado directamente a los recién llegados para evitar la responsabilidad. Al ver que no reflexionaba sobre mí misma en absoluto, el líder me interrumpió y me trató por no aceptar la verdad. Me sorprendió oír al líder decir esto y pensé: “¿Acaso no son incrédulos los que no aceptan la verdad? Los incrédulos siempre discuten cuando suceden las cosas y no aceptan la verdad en absoluto”. Mi razonamiento y excusas me asustaron, así que no me atrevía a hablar más. Oré a Dios, piediéndole que me guiase, cuidase mi corazón y me permitiese obedecer.
Durante los días siguientes, seguí pensando en este asunto. Había sido tratada por ser irresponsable en mi deber y no hacer el trabajo de riego bien. ¿Por qué no podía aceptarlo? Al reflexionar, me di cuenta de que había pensado que, siempre que no regase directamente a los recién llegados, si no se reunían con regularidad, sería responsabilidad del personal de riego, no mía. Pero la iglesia había dispuesto que yo fuera responsable del trabajo de varias iglesias, y cuando había problemas y dificultades en el trabajo de la iglesia, tenía que hacer seguimiento y resolverlos rápidamente. Pero no había supervisado ni hecho seguimiento del personal de riego durante mi deber, y como resultado, decenas de recién llegados no asistían con regularidad a las reuniones. ¿No era esta la consecuencia de mi irresponsabilidad y negligencia en mi deber? Recordé que hacía algún tiempo había escuchado que el personal de riego en esta iglesia solía tener dificultades. Enfrentados con las dificultades reales de los recién llegados, cuando unas pocas sesiones de comunión no lograban resultados, afirmaban que era demasiado díficil y no querían hacer el esfuerzo de regar a los recién llegados. Pero no había compartido con ellos para resolver estos problemas de manera oportuna, y como resultado, el número de recién llegados que asistían a las reuniones con regularidad siguió descendiendo. Mi líder me había tratado por ser irresponsable en mi deber y tenía razón. ¿Por qué no tenía ni la más mínima aceptación u obediencia? ¿Y por qué seguía discutiendo y justificándome? ¿No era esto ser irracional? Al pensar en esto, me sentí un poco triste. Sentí que había cometido un grave error, pero todavía seguía sin estar dispuesta a asumir la responsabilidad. Como una idiota, intentaba poner excusas, justificarme y eludir la responsabilidad. Al pensar en mi estado feo de discutir y justificarme a mí misma descaradamente, me sentí avergonzada, la cara roja de vergüenza, y no deseaba otra cosa que meterme en un agujero. Oré a Dios: “Dios, fue irresponsable en mi deber y obstaculicé el riego de decenas de recién llegados. He cometido una grave transgresión y aun así, cuando me trataron y podaron, me faltaron incluso la aceptación y obediencia más básicas. Dios, por favor, guíame para conocerme a mí misma”.
Más adelante, tras leer un pasaje de la palabra de Dios, finalmente obtuve un poco de entendimiento de la raíz de mi rechazo a aceptar ser tratada y podada. Las palabras de Dios dicen: “La actitud arquetípica de los anticristos hacia el trato y la poda consiste en negarse vehementemente a aceptarlos o admitirlos. Por más maldad que cometan o por mucho daño que causen a la obra de la casa de Dios y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, no sienten el menor remordimiento ni que deban algo. Desde este punto de vista, ¿tienen humanidad los anticristos? De ninguna manera. Causan toda clase de daño al pueblo escogido de Dios y perjudican la obra de la iglesia; esto es sumamente evidente para el pueblo escogido de Dios, y este puede ver la sucesión de actos malvados de los anticristos. Y sin embargo los anticristos no aceptan ni reconocen este hecho; con obstinación, se niegan a reconocer que están equivocados o que son responsables. ¿Acaso no es esto un indicio de que están hartos de la verdad? Este es el extremo hasta el cual los anticristos están hartos de la verdad. Por mucha maldad que cometan, se niegan a admitirlo y permanecen inflexibles hasta el final. Esto demuestra que ellos jamás toman en serio la obra de la casa de Dios ni aceptan la verdad. No han venido por creer en Dios; son esbirros de Satanás que vinieron a perturbar e interrumpir la obra de la casa de Dios. Solo hay reputación y estatus en el corazón de los anticristos. Creen que si llegaran a reconocer su error, tendrían que asumir la responsabilidad y, entonces, su estatus y reputación se verían gravemente comprometidos. Como consecuencia, se resisten con la actitud de ‘negar a muerte’. Por muchas revelaciones o análisis que haga la gente, hacen todo lo posible por negarlo. En resumidas cuentas, sea su negación intencional o no, esto expone, por un lado, la naturaleza y esencia de hartazgo y odio hacia la verdad de los anticristos. Por el otro, muestra lo mucho que valoran los anticristos su propio estatus, su reputación y sus intereses. ¿Cuál es, entretanto, su actitud hacia la obra y los intereses de la iglesia? Es una actitud de desprecio y negación de la responsabilidad. Carecen de toda conciencia y razón. ¿Acaso que los anticristos eludan su responsabilidad no demuestra estos problemas? Por una parte, eludir la responsabilidad prueba su esencia y naturaleza de estar hartos de la verdad y detestarla, mientras que por otra, muestra su falta de conciencia, razón y humanidad. Por mucho que se perjudique la entrada a la vida de los hermanos y las hermanas por su interferencia y actos malvados, no se lo recriminan a sí mismos y nunca se inquietarían por ello. ¿Qué clase de criaturas son estas? Incluso admitir su parte de culpa en el error contaría como tener un poco de conciencia y sentido, pero los anticristos ni siquiera tienen ese pequeño grado de humanidad. Entonces, ¿qué os parece a vosotros que son? La esencia de los anticristos es el diablo. Por mucho daño que hagan a los intereses de la casa de Dios, no se dan cuenta. No se inquietan ni remotamente por dentro por eso ni se hacen reproches, y ni mucho menos se sienten en deuda. Esto no es para nada lo que se debería atisbar en la gente normal. Esto es el diablo y este carece de toda conciencia y sentido. No importa cuántas cosas malas hayan hecho los anticristos, que hayan provocado grandes pérdidas a la obra de la iglesia, ellos siguen empeñados en no admitirlas. Creen que si admiten los errores, serán condenados, sentenciados a muerte, obligados a ir al infierno, al lago de fuego y azufre. ¿Creéis que estas personas pueden aceptar la verdad? ¿Se puede esperar de ellos un verdadero arrepentimiento?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). La palabra de Dios revela que los anticristos nunca aceptan la verdad, están hartos de ella por naturaleza, y por muy graves que sean los errores que cometen, o cuánto daño hagan a la obra de la iglesia, cuando son podados y tratados, nunca admiten sus errores e intentan discutir y justificarse constantemente. Los anticristos son también egoístas y despreciables y solo valoran sus propios intereses y estatus. Por tanto, por mucho daño que los anticristos causen a la obra de la iglesia, no se sienten para nada culpables ni quieren tomar ninguna responsabilidad. Al reflexionar sobre mi actitud hacia ser podada y tratada, vi que mi comportamiento había sido como el de un anticristo. Era una líder de la iglesia y era responsable de cualquier problema en el trabajo de la misma. Sabía que había un problema con el personal de riego de la iglesia, pero no hice seguimiento ni resolví el problema. Como resultado, el personal de riego no aseguró a los recién llegados, pero yo no admití mi error y seguí poniendo excusas. Les eché toda la culpa a mis hermanos y hermanas por miedo a aceptarla yo. No acepté ser podada ni tratada, e insistí delante de mi líder que yo no regaba directamente a estos recién llegados para absolverme a mí misma de mi transgresión. Muchos recién llegados no venían a las reuniones regularmente, pero yo no sentí ningún remordimiento ni endeudamiento en absoluto, y no me odié a mí misma por desatender mi deber y hacer daño a la obra de riego de la iglesia. Con estos hechos delante de mí, el que todavía pudiese justificarme mostraba que no aceptaba la verdad en lo más mínimo. Al pensar en ello ahora, por mucho que discutiera, no podía negar el hecho de que no había sido responsable en mi deber. Por el contrario, mis justificaciones y argumentos expusieron mi naturaleza satánica de estar harta de la verdad y no aceptarla. En el acto de tratar de proteger mis propios intereses, revelé el hecho feo de eludir mi responsabilidad y ser egoísta y despreciable.
Leí la palabra de Dios una y otra vez, y cuanto más comparaba cómo los anticristos llevaban ser tratados con mi propio comportamiento, más sentía que la palabra de Dios me estaba exponiendo. Había sido irresponsable en mi deber, causando grave daño al trabajo de riego, y así trasgredí, pero, cuando era tratada y podada, no lo aceptaba y estaba harta de la verdad. No era alguien que buscase la verdad. Al pensar en esto, sentí que Dios debía estar especialmente asqueado con mi comportamiento. Además, al discutir, el líder debió ver claramente quién era yo, y debió saber que no era de fiar y no era digna de ser cultivada. Comencé a preguntarme: “¿Me está observando el líder? Esta vez no hice bien el trabajo de riego y he trasgredido. Si un día causo otra perturbación o interrupción y soy tratada y podada de nuevo, ¿seré revelada y descartada? Si es así, no tendré esperanza de salvación por mi creencia en Dios”. Entonces pensé en cómo había abandonado a mi familia y mi carrera para cumplir mi deber, y me di cuenta que, al final, sería descartada. Cuanto más lo pensaba, más negativa me sentía. Incluso sentía que, como había sido irresponsable y había descuidado mi deber, y como no había aceptado la verdad y estaba harta de ella, no era apta para ser líder, así que debía tener algo de conciencia de mí misma, dimitir rápidamente y encontrar un deber simple que pudiera cumplir de manera honesta. De esa manera, revelaría menos problemas y sería podada y tratada menos, y seguiría tendiendo la esperanza de sobrevivir cuando concluya la obra de Dios. Durante ese tiempo no buscaba la voluntad de Dios en absoluto, ni buscaba resolver mis problemas de salir del paso y ser irresponsable en mi deber. Vivía en un estado defensivo y de maltentendido, pensaba solo cómo dimitir y no me centraba en mi deber en absoluto. Era completamente miserable. Más tarde, le hablé a mi hermana compañera de mi estado y ella me leyó algunas palabras de Dios que me dieron algún entendimiento de la voluntad de Dios.
Las palabras de Dios dicen: “Frente al estado del hombre y la actitud de este hacia Dios, Él ha hecho una nueva obra permitiéndole al hombre poseer tanto el conocimiento de Dios como la obediencia hacia Él, y tanto el amor como el testimonio. Por tanto, el hombre debe experimentar el refinamiento que Dios realiza en él, así como Su juicio, trato y poda, sin los cuales el hombre nunca conocería a Dios y no podría amarlo realmente ni dar testimonio de Él. El refinamiento que Dios realiza en el hombre no es solo en aras de un efecto unilateral sino de un efecto polifacético. Solo de esta manera Dios hace la obra de refinamiento en los que están dispuestos a buscar la verdad, con el fin de perfeccionar su determinación y su amor. A los que están dispuestos a buscar la verdad, que anhelan a Dios, nada les es más significativo o de mayor ayuda que un refinamiento como este. El hombre no conoce ni entiende fácilmente el carácter de Dios, porque Dios, a fin de cuentas, es Dios. En última instancia, es imposible que Dios tenga el mismo carácter que el hombre y por eso al hombre no le es fácil conocer Su carácter. El hombre no posee por naturaleza la verdad y aquellos a los que Satanás ha corrompido no la pueden entender con facilidad; el hombre carece de la verdad y de la determinación de ponerla en práctica y, si no sufre y no es refinado ni juzgado, entonces su determinación nunca será hecha perfecta. Para todas las personas, el refinamiento es penosísimo y muy difícil de aceptar, sin embargo, es durante el refinamiento cuando Dios deja claro el carácter justo que tiene hacia el hombre y hace público lo que le exige y le provee mayor esclarecimiento, además de una poda y un trato más reales. Por medio de la comparación entre los hechos y la verdad, le da al hombre un mayor conocimiento de sí mismo y de la verdad y le otorga una mayor comprensión de la voluntad de Dios, permitiéndole así tener un amor más sincero y puro por Dios. Esas son las metas que tiene Dios cuando lleva a cabo el refinamiento. Toda la obra que Dios realiza en el hombre tiene sus propias metas e importancia; Él no obra sin sentido ni tampoco hace una obra que no sea beneficiosa para el hombre. El refinamiento no implica quitar a las personas de delante de Dios ni tampoco destruirlas en el infierno. En cambio, consiste en cambiar el carácter del hombre durante el refinamiento, cambiar sus intenciones y sus antiguos puntos de vista, cambiar su amor por Dios y toda su vida. El refinamiento es una prueba real del hombre y un tipo de formación real; solo durante el refinamiento puede el amor del hombre cumplir su función inherente” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor). Tras contemplar las palabras de Dios, comprendí que, cuando Dios dispone situaciones para que la gente experimente sufrimiento y refinamiento, juicio y castigo, ser tratada o podada, está todo dirigido a la corrupción y los defectos de la gente, y estas son las cosas que la gente debe experimentar y encarar en el proceso de entrada en la vida. Aunque debemos sufrir un poco en el proceso de pasar por estas cosas, son muy útiles para conocer la obra de Dios y nuestro propio carácter corrupto. Recordé que, en mi último año como líder, básicamente no experimenté contratiempos y no había sido tratada ni podada con seriedad. A veces, algunas cosas no se hacían en línea con los principios, pero el líder proporcionó comunión adecuada a mi estatura, me ayudó a invertir las desviaciones en mi deber y me señaló la senda de práctica. Cuando mis hermanos y hermanas vieron los problemas en mi deber, a menudo me proporcionaban ayuda con amor y rara vez me exponían o trataban. Así que, cuando me enfrenté a mis actitudes corruptas y a los problemas que surgían en mi deber, siempre pensaba que no eran muy graves, que simplemente podía evitar hacerlo de nuevo, y por eso nunca reflexioné de verdad para entender la raíz de mi fracaso. Solo tras ser tratada y podada en esta ocasión pude ver mi verdadera estatura. Era negligente en mi deber, y como resultado, no se regaba ni proveía a tiempo a muchos recién llegados, pero, para proteger mis propios intereses, eludí mi responsabilidad y me absolví de la culpa. Incluso me preocupaba perder mi futuro y destino y me volví negativa, albergué malentendidos y quise abandonar mi deber. Cuando la gente hablaba suavemente sobre mis problemas en el pasado, podía aceptarlo, pero, cuando fui tratada y podada esta vez y me dijeron las consecuencias de salir del paso, no lo pude aceptar en absoluto. Cuando era tratada por asuntos pequeños, lo podía aceptar. Pero, cuando era tratada por asuntos mayores, donde la esencia y las consecuencias eran más graves, y donde tenía que responsabilizarme, no podía aceptarlo. Veía que era selectiva en mi aceptación de ser podada y tratada, lo que no era una manifestación de obediencia a Dios en absoluto. Si no hubiera sido podada y tratada por mi líder, no me habría conocido a mí misma, todavía me consideraría alguien que busca la verdad, habría sido cegada por mi propia fachada. Mi vida entera no iría a ninguna parte, no aprendería lecciones de la situación que Dios había dispuesto, no me entendería en la palabra de Dios ni resolvería mi propia corrupción. Al pensar en esto, estaba muy agradecida a Dios, y estaba dispuesta a buscar la voluntad y aprender lecciones de esta situación.
Durante mis devociones buscaba las partes relevantes de la palabra de Dios para comer y beber. Leí un pasaje de la palabra de Dios que me dio algo de entendimiento sobre mi deseo de dimitir tras ser podada y tratada. La palabra de Dios dice: “Cuando se poda y trata a los anticristos, siempre lo perciben como algo conectado a sus esperanzas de obtener bendiciones. Su actitud y su punto de vista son incorrectos, además de peligrosos. Cuando alguien señala los defectos o problemas de un anticristo, a ellos les parece que han perdido su esperanza de obtener bendiciones, y cuando se les poda y trata, o se les disciplina o se les reprocha, sienten exactamente lo mismo. En cuanto algo no funciona a su manera o no se ajusta a sus nociones, en cuanto son expuestos y tratados, sienten que su autoestima ha sufrido un golpe, dedican enseguida sus pensamientos a si les queda esperanza de obtener bendiciones. ¿No son un poco demasiado sensibles? ¿No desean demasiado obtener bendiciones? Dime, ¿acaso no son lamentables tales personas? (Lo son). ¡Por supuesto que son lamentables! ¿Y de qué manera son lamentables? ¿Que obtengan bendiciones o no está relacionado con que se les trate y pode? (No). No tiene nada que ver. Entonces, ¿por qué les parece a los anticristos que han perdido la esperanza de obtener bendiciones cuando se les trata y poda? ¿No tiene esto que ver con su búsqueda? ¿Qué buscan? (Obtener bendiciones). Nunca abandonan su deseo y su intención de obtener bendiciones. Han pretendido obtener bendiciones desde que empezaron a creer en Dios, y aunque han escuchado bastantes sermones, nunca han aceptado la verdad. No han renunciado a su deseo e intención de obtener bendiciones en todo ese tiempo. No han rectificado ni cambiado sus puntos de vista sobre la fe en Dios, y no han purificado su intención de cumplir con su deber. Lo hacen todo aferrándose a su esperanza y a su intención de obtener bendiciones, y al final, cuando sus esperanzas de obtener bendiciones están a punto de ser frustradas, montan en cólera, y protestan amargamente, dejando finalmente al descubierto los hechos vergonzosos de sus dudas sobre Dios y su negación de la verdad. ¿Acaso no van camino de la ruina? Tal es la consecuencia inevitable de que los anticristos no acepten la verdad en lo más mínimo, ni acepten el trato y la poda. En su experiencia de la obra de Dios, todo el pueblo escogido de Dios puede saber que Su juicio y castigo, Su trato y poda son Su amor y Sus bendiciones; sin embargo, los anticristos creen que esto es solo algo que la gente dice, y no creen que sea la verdad. Por tanto, no ven el trato y la poda como lecciones de las que aprender, ni buscan la verdad ni reflexionan sobre sí mismos. Por el contrario, creen que el trato y la poda nacen de la voluntad humana, que son asedios y castigos intencionados, cargados de intenciones personales, y ciertamente no de Dios. Optan por resistirse y hacer caso omiso de estas cosas, e incluso investigan por qué alguien los trataría así. No se someten en absoluto. Vinculan todo lo que hacen en el cumplimiento de su deber a la obtención de bendiciones y recompensas, y consideran que la obtención de bendiciones es la búsqueda más importante en la vida, así como el objetivo último y más elevado de la fe en Dios. Se aferran de por vida a su intención de obtener bendiciones, más allá de cómo comunique sobre la verdad la familia de Dios, y no la deja escapar, pues creen que la fe en Dios que no sirve para obtener bendiciones es una idiotez y una locura, que es una gran pérdida. Piensan que cualquiera que renuncie a su intención de ganar bendiciones ha sido engañado, que solo un necio renunciaría a la esperanza de obtener bendiciones, y que aceptar el trato y la poda es una muestra de idiotez e incompetencia, algo que no haría una persona inteligente. Esta es la lógica de la mente de un anticristo. Por lo tanto, cuando se trata y poda a un anticristo, en el fondo se muestra desafiante, y es hábil en sofismas y farsas; no acepta la verdad en lo más mínimo ni se somete. Por el contrario, rebosa desobediencia y rebeldía. Esto puede conducir a resistirse a Dios, a juzgarlo y a rebelarse contra Él, y al final, a ser expuesto y descartado” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12). La palabra de Dios reveló el entendimiento erróneo de los anticristos de ser podado y tratado. Conectan ser tratado y podado con sus bendiciones, futuro y destino. Piensan que, cuando alguien señala sus defectos y deficiencias, y los expone, poda y trata seriamente, sus esperanzas de ganar bendiciones quedan arruinadas. Cuando los anticristos se comportan de esta forma, esto expone que su objetivo al creer en Dios es recibir bendiciones. Los anticristos tienen un amor especial por su futuro, sino y destino final, así que están especialmente hartos de ser tratados y podados y se oponen a ello, y al ser tratados y podados, discuten y se justifican a sí mismos y se niegan a admitir sus problemas. Pensé de nuevo en cómo me había comportado cuando fui podada y tratada. Seguí intentando defenderme y me negué a admitir que había cometido errores por ser irresponsable en mi deber. Sentí que, si lo admitía, tendría que cargar con las consecuencias, así que me aferré a mi razonamiento retorcido y no acepté ser podada y tratada. No seguí buscando la verdad en el asunto ni entender que había sido irresponsable en mi deber, y que había dañado el trabajo de riego. Además, me volví defensiva y tuve malentendidos después de ser tratada y podada, porque pensaba que ya había trasgredido, y que, si cometía otro error y era tratada y podada de nuevo, seguramente sería descartada. Así que abandoné y no quise ser líder en absoluto. A través de lo que revela la palabra de Dios, reflexioné lo que manifesté, y vi que mi intención al creer en Dios había sido siempre ganar bendiciones. Consulté la palabra de Dios una vez más: “Cuando sus esperanzas de obtener bendiciones están a punto de ser frustradas, montan en cólera, y protestan amargamente, dejando finalmente al descubierto los hechos vergonzosos de sus dudas sobre Dios y su negación de la verdad. ¿Acaso no van camino de la ruina? Tal es la consecuencia inevitable de que los anticristos no acepten la verdad en lo más mínimo, ni acepten el trato y la poda”. Vivía en un estado negativo y quería dimitir. Esta era una manifestación de luchar contra Dios, negarse a aceptar ser podada o tratada y evitarlo. Sabía claramente que necesitaba ser podada y tratada para madurar en la vida, y que Dios había dispuesto situaciones para que experimentara según mis necesidades y deficiencias, pero consideraba creen en Dios por bendiciones como mi mayor y más legítima meta, así que dejé de lado buscar la verdad y resolver mi carácter corrupto. Para proteger mi futuro y destino, y para satisfacer mi ambición y deseo por recibir bendiciones, quería evitar ser podada y tratada, e incluso quería dejar de ser líder. Mi naturaleza era tan deshonesta y malvada.
Leí esto en la palabra de Dios. “Dado que recibir bendiciones no es una meta legítima a la que la gente deba aspirar, ¿cuál es una meta legítima? La búsqueda de la verdad, la búsqueda de la transformación del carácter y la capacidad de obedecer todas las instrumentaciones y disposiciones de Dios: estas son las metas a las que la gente debe aspirar. Supongamos, por ejemplo, que ser podado y tratado suscita en ti nociones y conceptos erróneos y que te vuelves incapaz de obedecer. ¿Por qué no puedes obedecer? Porque crees cuestionado tu destino o tu sueño de recibir bendiciones. Te vuelves negativo, te acongojas y tratas de evitar cumplir con el deber. ¿Por qué? Porque hay un problema en tu búsqueda. ¿Y cómo se debe resolver? Es imprescindible que, de inmediato, abandones estas ideas erróneas y busques la verdad para resolver el problema de tu carácter corrupto. Debes decirte: ‘No debo desistir, he de seguir cumpliendo con el deber de una criatura de Dios y hacer a un lado el deseo de recibir bendiciones’. Cuando renuncias al deseo de recibir bendiciones, se te quita un peso de encima. ¿Y puedes estar negativo todavía? Aunque aún haya momentos en que lo estés, no dejas que esto te controle, en el fondo sigues orando y luchando, cambiando tu meta de búsqueda ─de recibir bendiciones y tener un destino, a la búsqueda de la verdad─, y piensas para tus adentros: ‘La búsqueda de la verdad es el deber de una criatura de Dios. No hay mayor cosecha que comprender ciertas verdades hoy día, esta es la mayor bendición de todas. Aunque Dios no me quiera, yo no tenga un buen destino y mis esperanzas de recibir bendiciones se hagan añicos, continuaré cumpliendo adecuadamente con el deber, tengo esa obligación. Sea cual sea el motivo, no afectará a mi cumplimiento del deber ni a mi cumplimiento de la comisión de Dios; este es mi principio de conducta’. Con esto, ¿no has trascendido los grilletes de la carne? Algunos pueden decir: ‘Bueno, ¿y qué si sigo siendo negativo?’. Entonces busca de nuevo la verdad para resolverlo. Por muchas veces que caigas en la negatividad, si sigues buscando la verdad para resolverla, y sigues esforzándote por ella, poco a poco saldrás de tu negatividad. Y un día, sentirás que no sientes el deseo de obtener bendiciones y que no estás gobernado por tu destino y desenlace, y que eres más fácil y libre viviendo sin estas cosas. Sentirás que la vida que tenías antes, en la que cada día vivías con el propósito de obtener bendiciones y tu destino, era agotadora. Todos los días, hablando, trabajando y devanándote los sesos con el fin de ganar bendiciones… ¿y al final qué te habrá conseguido eso? ¿Qué valor tiene una vida así? No buscaste la verdad, sino que desperdiciaste los mejores días en cosas insignificantes. Al final, no obtuviste ninguna verdad, y no pudiste ofrecer ningún testimonio de experiencia. Hiciste el ridículo, te avergonzaste y fracasaste por completo. ¿Y cuál es realmente la causa de esto? Tu intención de obtener bendiciones era demasiado fuerte, tu desenlace y tu destino ocupaban tu corazón y te limitaban demasiado. Sin embargo, cuando llegue el día en que salgas de la esclavitud de tus perspectivas y tu destino, podrás dejarlo todo atrás y seguir a Dios. ¿Cuándo serás capaz de abandonar por completo esa esclavitud? A medida que tu entrada en la vida se vaya profundizando sin cesar, lograrás un cambio en tu carácter, y será entonces cuando podrás abandonarla por completo. Algunos dirán: ‘Puedo liberarme de esas cosas cuando quiera’. ¿Es esto coherente con la ley natural? (No). Otros dirán: ‘Me he dado cuenta de todo esto de la noche a la mañana. Soy una persona sencilla, no soy complicada ni frágil como los demás. Tú eres muy ambicioso, lo que demuestra que estás más profundamente corrompido que yo’. ¿Es esa la situación? No. Toda la humanidad tiene la misma naturaleza corrupta, sin diferencia de profundidad. La única diferencia entre ellos radica en si tienen o no humanidad, y en qué tipo de persona son. Aquellos que aman y aceptan la verdad son capaces de tener un conocimiento relativamente profundo y claro de su propio carácter corrupto, y otros piensan erróneamente que tales personas son excesivamente corruptas. Los que no aman ni aceptan la verdad siempre piensan que no tienen corrupción, que con unos cuantos comportamientos buenos más, serán personas santas. Este punto de vista es evidentemente inválido: no es, de hecho, que su corrupción sea superficial, sino que no entienden la verdad y no tienen un conocimiento claro de la esencia y la verdad de su corrupción. En resumen, para creer en Dios, uno debe aceptar la verdad, y practicarla y entrar en su realidad. Uno debe lograr cambios en su carácter vital antes de poder alterar la dirección y la senda incorrectas de su búsqueda, antes de poder resolver por completo el problema de buscar las bendiciones y caminar por la senda de los anticristos. De esta manera, uno puede ser salvado y perfeccionado por Dios. Todas las verdades que Dios expresa para juzgar y purificar al hombre obran con este fin” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad). En la palabra de Dios encontré una senda de práctica, que era para soltar mi deseo por las bendiciones, cambiar mi meta equivocada en mi creencia en Dios, y cambiar mi búsqueda de bendiciones por una búsqueda de la verdad y una transformación de carácter. Solo esta es la búsqueda adecuada para un ser creado. Pensé en mi comportamiento y vi que, cuando era revelada, quería deshacerme de mi deber, lo que no era la manera adecuada de practicar. Aunque dejase de ser un líder, como no resolvía mi carácter de estar harta de la verdad o mi deseo de ganar bendiciones, por mucho deber que cumpliese, todavía podía hacer cosas que interrumpiesen y perturbasen la obra de la iglesia. Durante este período, vivía en un estado negativo. Tramaba y conspiraba por mis propios intereses, era miserable, perdí entusiasmo por mi deber y mi relación con Dios era distante. Hice un juramento de nunca más estar atada o restringida por mi deseo de bendiciones. Ya fuese bendecida o no, primero tenía que cumplir mi deber bien. La iglesia me dio la oportunidad de cumplir mi deber, así que hice todo lo posible por cumplir mis responsabilidades. Después de esto, mi estado cambió un poco y, debido a mi problema con salir del paso y ser irresponsable en mi deber, comí y bebí de las palabras relevantes de Dios, y comprendí que la esencia de salir del paso es engañar y tomar el pelo a Dios. Si siempre trataba mi deber con una actitud superficial e irreverente, nunca cumpliría mi deber de manera apta y al final perdería la oportunidad de cumplir un deber. Al pensar en que mi irresponsabilidad había causado que muchos recién llegados dejasen de asistir a las reuniones con regularidad, sentí remordimientos y endeudamiento, y odié mi comportamiento irresponsable desde el fondo de mi corazón.
Después, leí otro pasaje de las palabras de Dios que me hizo entender el significado de ser podado y tratado con más claridad. Las palabras de Dios dicen: “Cuando se trata de ser podado y tratado, ¿qué es lo mínimo que la gente debería saber? Se deben experimentar la poda y el trato para cumplir adecuadamente con el deber. Es indispensable. Es algo que las personas deben afrontar a diario y que a menudo experimentan en su fe en Dios y en el logro de la salvación. Nadie puede apartarse de la poda y el trato. ¿Podar y tratar a alguien tiene que ver con su futuro y su destino? (No). Entonces, ¿para qué es tratar y podar a alguien? ¿Para condenar a las personas? (No, para ayudar a la gente a entender la verdad y cumplir con el deber según los principios). Así es. Ese es el entendimiento más correcto. Podar y tratar a alguien es un tipo de disciplina, un tipo de reprensión, pero también es una forma de ayudar a la gente. Ser podado y tratado te permite alterar tu búsqueda incorrecta a tiempo. Te permite reconocer de inmediato los problemas que actualmente tienes, a la vez que reconocer a tiempo las actitudes corruptas que expones. En cualquier caso, la poda y el trato te ayudan a cumplir con tus deberes según los principios; te salvan de cometer errores y extraviarte, y te impiden causar catástrofes. ¿No es esta la mayor ayuda para las personas, su mayor remedio? Los que tienen conciencia y razón deberían poder abordar el trato y la poda correctamente” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). Tras leer la palabra de Dios, me di cuenta de que tenía otra idea absurda sobre ser tratada y podada. Cuando apliqué las palabras de Dios a mí misma, averigué que tenía la actitud satánica de estar harta de la verdad, sentía como si estuviese perdida, que mi corrupción era demasiado profunda, y que Dios debía odiarme y no me salvaría. En realidad, este era un tipo de actitud negativa y hostil. Al leer la palabra de Dios, comprendí que ser podado y tratado no es lo mismo que ser revelado y descartado, y no significa que seas privado de tu futuro y destino. Por el contrario, se hace para ayudar a la gente a conocer las deficiencias en su deber, comprender su carácter corrupto, invertir de manera oportuna las desviaciones en su deber, y buscar la verdad para que puedan actuar según los principios. Sin esta ocasión de ser tratada y podada, no me habría dado cuenta de que tenía un carácter de estar harta de la verdad, y de que, en lo concerniente a mis intereses, eludía la responsabilidad, poniendo excusas constantemente por mí misma, y no aceptaba la verdad en absoluto. Pensaba que era bueno que lo reconociera. Me permitió centrarme en buscar la verdad cuando ocurrieron cosas después de eso y no ser cegada por mi propio buen comportamiento. Esto era muy importante para mi habilidad de buscar la verdad en mi creencia en Dios.
Después de esto, cuando era tratada y podada por desviaciones en mi deber, me presentaba ante Dios conscientemente para orar, practicaba obediencia ante todo y buscaba las partes relevantes de las palabras de Dios para leer basándome en mi corrupción y los problemas que los hermanos y hermanas señalaban en mi deber. Tras ser podada y tratada varias veces, comprendí su importancia un poco mejor. A través de la experiencia de ser podada y tratada y con la guía de las palabras de Dios, fui capaz de ver mi verdadera estatura y los muchos problemas y desviaciones en mi deber. También gané algún conocimiento de mi carácter corrupto y el deseo de Dios de salvar a la gente. Ser podada y tratada ha sido muy útil y beneficioso para mi búsqueda de la entrada en la vida. Siento que conocerme y cumplir bien con mi deber no se puede separar de ser juzgado, revelado, podado y tratado por Dios.