¿Cuál es el problema de tener miedo de asumir responsabilidades en mi deber?

27 Mar 2025

Por Chen Na, China

En julio de 2014, me eligieron predicadora. En ese momento, me faltaba discernimiento y secundé a la hermana que era mi compañera en su informe contra un líder del distrito, lo cual provocó el caos en el trabajo. Más tarde, tras la investigación, quedó claro que el líder del distrito era capaz de hacer algunos trabajos reales y que fue mi compañera quien buscó errores a propósito para atacarlo y perturbar la obra de la iglesia. Entonces, comprendí que la hermana me había desorientado y sentí que había cometido un mal inmenso y una transgresión seria. Aunque la iglesia me dio la oportunidad de arrepentirme, me daba miedo cometer más transgresiones y que me descartasen. Este miedo me hacía vivir en un constante estado de alerta, incapaz de cambiar de rumbo. Como resultado, me destituyeron por ser ineficaz en el cumplimiento de mis deberes. En ese momento, sentí que mi entendimiento de la verdad era superficial y que sería mejor no volver a ser líder u obrera en el futuro porque, si cometiera transgresiones graves y me expulsaran, mi oportunidad de salvación desaparecería. Pensé que aceptar deberes corrientes sería un poco más seguro, ya que, en caso de que hubiese cualquier problema, los líderes y obreros de la iglesia serían los responsables y mi salvación no estaría en peligro. En ese momento, no busqué la verdad para abordar este problema.

En octubre de 2023, me eligieron líder del distrito. Me sentí un tanto inquieta y pensé: “Estaré supervisando el trabajo de varias iglesias. ¿Qué pasará si algo va mal de verdad? ¿Cómo podré soportar esa responsabilidad? Si acumulo más transgresiones, ¿no destruiré mi esperanza de salvación?”. Sin embargo, mi conciencia me decía que, en este periodo de tribulaciones, en el que muchos líderes y obreros estaban siendo detenidos, como miembro de la iglesia no podía ser tan egoísta y evadir mi deber solo para proteger mis propios intereses. De modo que decidí cooperar por el momento, y esperaba poder dejar este puesto más adelante, cuando eligieran a una persona más adecuada. Poco después, un judas vendió a la hermana Li Yun, que había trabajado conmigo, y ya no podía venir a cumplir sus deberes. Así que yo tenía que ocuparme sola de muchas tareas. Me preocupaba que hacer un mal trabajo dañara la obra de la iglesia y yo terminara cometiendo transgresiones. En ese momento, había que encargarse de una carta de denuncia, pero me daba miedo cometer errores y cargar con la posible responsabilidad, ya que temía que esto afectara negativamente a mis perspectivas y mi destino. Así que le dije a Li Yun que no sabía cómo gestionar el tema de la carta y le pedí que la escribiese ella para resolverlo. Aunque me animó a probar a encargarme yo misma de la tarea, seguía sin atreverme a hacerlo y le pasé a ella el testigo. Durante la siguiente colaboración con Li Yun, yo solo aceptaba tareas para las que me sentía competente, y el trabajo más importante y complicado se lo pasaba a ella. Esto la puso bajo presión y su trabajo no produjo buenos resultados. En noviembre de 2023, la iglesia necesitaba elegir a dos nuevos líderes y me pidieron encargarme de la elección. Pensé que elegir y utilizar a las personas requiere discernirlas. ¿Qué ocurriría si no era capaz de verlas con claridad y no elegía a las personas correctas? Cuando era predicadora, elegí a un líder de iglesia inadecuado, lo cual retrasó la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. Ya había cometido una transgresión y me preocupaba mucho elegir mal de nuevo. Pensé: “Cumplo mi deber para preparar buenas obras. No puedo terminar con un historial lleno de transgresiones”. Con solo pensar en eso, sentía una gran presión y no podía dormir por la noche. Me dije: “Quizás le puedo pedir a Li Yun que se disfrace y se encargue ella de la elección. Así, si algo va mal, será su responsabilidad y no la mía”. No obstante, sabía que la seguridad de Li Yun estaba en peligro. Si se presentaba allí podrían detenerla, lo cual tendría consecuencias aún peores. Me di cuenta de que no podía hacer eso, así que tenía que encargarme yo de la elección.

Más tarde, percibí que mi estado no era el correcto y comencé a hacer autorreflexión. ¿Por qué me daba tanto miedo asumir responsabilidades? Oré a Dios y le pedí que me esclareciera a fin de comprender mis problemas. Luego, me encontré con estas palabras de Dios: “Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no pueden practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreven a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no pueden obtenerla, y no importa cuántos años crean en Dios, no pueden alcanzar Su salvación(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Cuando leí las palabras de Dios “egoístas”, “traicioneras” y “es un problema de su humanidad”, me sentí muy angustiada y molesta. Caí en la cuenta de que realmente poseía estas características. Aunque había asumido el puesto de líder, no tenía una carga verdadera. Siempre me preocupaba no hacer las cosas bien y asumir responsabilidades, y temía que, si cometía transgresiones, perdería la oportunidad de salvación. Por tanto, prefería hacer tareas que no implicasen asumir responsabilidad y le endosaba el trabajo difícil a Li Yun. La principal responsable de gestionar las cartas de denuncia era yo. Aunque no estaba familiarizada con los principios, era capaz de trabajar en algunas tareas con la orientación y la ayuda de Li Yun. Sin embargo, me daba miedo cargar con la responsabilidad de cualquier error que pudiese surgir. Así que utilicé mi falta de entendimiento como excusa para pasarle el trabajo a Li Yun. Sobre todo, durante la elección en la iglesia, cuando Li Yun no podía gestionarla en persona por razones de seguridad, yo temía elegir a las personas incorrectas, cometer transgresiones y poner en jaque mis propias perspectivas. Así que quería que fuese ella la que se encargase de la elección, y no consideré ni su seguridad ni la obra global de la iglesia. Siempre que surgía alguna cuestión que implicase asumir responsabilidad, le daba el trabajo a otros porque temía que, si no lo hacía bien, se produjeran transgresiones que influyeran negativamente en mis perspectivas y destino. Carecía de lealtad a Dios y de responsabilidad en mis deberes. ¡Qué egoísta y despreciable era! Tal como Dios expone: “No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así?”. Exactamente, era este tipo de persona. Toda persona que sea leal a Dios y tenga humanidad, siempre que vea que la obra de la iglesia necesita la cooperación de la gente, está obligada a asumir la responsabilidad y a buscar los principios-verdad para cumplir su deber. Pero yo, como miembro de la casa de Dios, no había considerado Sus intenciones en mi deber. En vez de eso, consideraba en primer lugar la gravedad de la responsabilidad que yo tendría que asumir y era demasiado prudente y cautelosa. Para protegerme, le pasé muchas tareas a Li Yun. ¡Qué egoísta y despreciable había sido! Si no cambiaba las cosas, no podría cumplir bien ningún deber y terminaría siendo una inútil. Me dije que no podía eludir más mis deberes. Independientemente de si comprendía o no, primero debía aceptarlos, buscar principios y esforzarme al máximo para cumplir mis deberes.

A finales de diciembre de 2023, la iglesia necesitaba elegir supervisores para que se encargasen del trabajo evangélico y del trabajo de riego. Estaba preocupada otra vez y pensaba: “Tanto predicar el evangelio como el riego de los recién llegados son tareas importantes en la iglesia. No conozco mucho a los miembros de esta iglesia. ¿Qué pasaría si elijo a las personas inadecuadas y retraso el trabajo? ¿Cómo puedo cargar con esa responsabilidad?”. Me di cuenta de que estaba otra vez viviendo en un estado de recelo e incomprensión. Así que oré a Dios y le pedí que me guiase para comprender mis problemas. Una mañana, leí estas palabras de Dios: “Los anticristos albergan estas cosas en su corazón, que son malentendidos, oposición, juicio y resistencia contra Dios. No tienen ningún conocimiento de la obra de Dios en absoluto. Mientras indagan en las palabras de Dios, en Su carácter, identidad y esencia, llegan a tales conclusiones. Entierran estas cosas profundamente en su corazón y se advierten a sí mismos: ‘La precaución es la madre de la seguridad; es mejor pasar inadvertido; las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen; y ¡la cima es un lugar solitario! No importa cuándo, nunca seas esa espiga que sobresale, nunca escales demasiado alto; cuanto más alto trepes, más fuerte caerás’. No creen que las palabras de Dios sean la verdad ni que Su carácter es justo y santo. Consideran todo esto mediante las nociones e imaginaciones humanas, y abordan la obra de Dios con perspectivas, ideas y astucia humanas, empleando la lógica y el pensamiento de Satanás para delimitar el carácter, la identidad y la esencia de Dios. Obviamente, los anticristos no solo no aceptan ni reconocen el carácter, la identidad y la esencia de Dios, sino que, por el contrario, albergan multitud de nociones, oposición y rebeldía hacia Dios y no tienen ni el más mínimo conocimiento verdadero de Él. Para los anticristos, la definición de la obra, el carácter y el amor de Dios es un interrogante, una duda, y rebosan escepticismo, rechazo y calumnia hacia tal definición; y entonces, ¿qué pasa con Su identidad? El carácter de Dios representa Su identidad; tal como consideran ellos el carácter de Dios, es evidente su consideración de la identidad de Dios: de rechazo directo. Esta es la esencia de los anticristos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (VI)). “Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios-verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia-naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y revelaciones de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, incrédulos y solo pueden ser descartados. […] Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser revelado y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). A partir de las palabras de Dios, descubrí que los anticristos no creen en la justicia de Dios ni en el hecho de que la verdad rige la casa de Dios. Creen que, cuanto mayor sea la responsabilidad que asuman, más transgresiones cometerán y menor esperanza tendrán de salvación. Por tanto, malinterpretan constantemente las cosas y se protegen de Dios, y nunca se esfuerzan al máximo en sus deberes. Se protegen mediante filosofías para los asuntos mundanos y son extremadamente egoístas y falsos. Me percaté de que yo también tenía el carácter de los anticristos. Creía cosas como: “Cuanto más alto se suba, más dura será la caída” y “La precaución es la madre de la seguridad”. Siempre que me elegían líder, quería rechazar la oferta. Creía que, si no era líder, no cometería grandes males y que así no me revelarían y descartarían fácilmente. Incluso ahora, siendo líder, estaba cumpliendo mi deber con cautela y con la máxima precaución, ya que me asustaba que cualquier transgresión que pudiese cometer afectase a mi desenlace y destino. No estaba pensando en cómo cumplir bien mi deber; más bien, mi mente estaba repleta de pensamientos retorcidos. Siempre que las tareas implicaban asumir responsabilidad, se las pasaba a Li Yun. Nunca le había entregado verdaderamente mi corazón a Dios en mis deberes, Dios estaba separado de mí por un profundo abismo en mi corazón que me mantenía constantemente aislado de él. Carecía de todo entendimiento del carácter justo de Dios. En realidad, Dios trata a cada persona con justicia. La casa de Dios trata a todo el mundo basándose en los principios. No se despide ni se descarta a nadie por una transgresión momentánea. Dios observa la esencia de una persona, las intenciones que hay detrás de sus acciones y su actitud hacia la verdad. Si alguien trastorna y perturba la obra actuando contra los principios y sigue sin aceptar la verdad cuando otras personas comparten con él o ella, lo cual daña una y otra vez la obra de la casa de Dios, entonces se le despedirá. Pensé en algunos anticristos y personas malvadas a los que se expulsó de la iglesia. Cuando cumplían sus deberes, siempre perseguían la fama, las ganancias y el estatus, vulneraban los arreglos del trabajo y hacían las cosas a su manera. Incluso intentaban competir con Dios por las personas y controlar a los pueblos escogidos de Él. Aun después de que otras personas compartiesen con ellos y los expusiesen, no se arrepentían. En última instancia, la iglesia los expulsó basándose en los principios: esta era la justicia de Dios. Si alguien comete transgresiones cumpliendo sus deberes porque no comprende la verdad o por su carácter corrupto, pero es capaz de aceptar la verdad y puede reflexionar para conocerse a sí mismo después de haber compartido con otras personas, la casa de Dios le dará la oportunidad de arrepentirse. Por ejemplo, cuando era predicadora, secundé a otra persona y cometí un hecho malvado por falta de entendimiento de la verdad. Mediante las enseñanzas y la ayuda de otras hermanas, reconocí mis errores. Luego, lamenté profundamente mis acciones y me dispuse a arrepentirme. La iglesia no me expulsó e incluso me permitió continuar cumpliendo mi deber, lo cual me demostró que la casa de Dios está regida por la verdad y la justicia. No obstante, había contemplado incorrectamente a Dios como un rey mundano que es injusto e inicuo y que condena y castiga a las personas cuando las atrapa haciendo algo malo. Yo especulaba constantemente sobre Dios y me protegía de Él, lo cual era una blasfemia. ¡Mi carácter era realmente perverso!

Recordé la verdad que Dios compartió con nosotros acerca de ser personas honestas. Así que busqué palabras pertinentes de Él para leerlas. Dios Todopoderoso dice: “Me regocijo en aquellos que no sospechan de los demás y me gustan los que aceptan de buena gana la verdad; a estas dos clases de personas les muestro gran cuidado, porque ante Mis ojos, son personas honestas. Si eres muy deshonesto, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra). “Que el hombre lleve a cabo su deber es, de hecho, el cumplimiento de todo lo que es inherente a él; es decir, lo que es posible para él. Es entonces cuando su deber se cumple adecuadamente. Los defectos del hombre durante su servicio se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de pasar por el juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a que puedan existir defectos en su servicio son los más cobardes de todos. […] No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Recibir bendiciones se refiere a cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere a cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a actuar por temor a sufrir desgracias. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre). Estas palabras de Dios me inundaron de pensamientos profundos. Sí, Dios repite constantemente que le gusta la gente honesta que puede aceptar la verdad y que detesta a las personas falsas. Dios nos puso a Noé como ejemplo a seguir. Cuando Dios le encomendó a Noé construir un arca, este ciertamente se enfrentó a dificultades en aquel momento, ya que nunca antes había construido un arca. No obstante, estos desafíos no lo limitaron ni se preocupó por el posible castigo que recibiría si no hacía un buen trabajo. Simplemente aceptó la comisión de Dios, salía a buscar materiales y, siempre que se topaba con dificultades, oraba. Si construía mal alguna parte, la deshacía y la reconstruía. Construyó el arca exactamente como Dios se lo exigió. Por su fe auténtica y su sumisión a Dios, terminó recibiendo Sus bendiciones. Al reflexionar sobre mí misma, me di cuenta de que había sido muy falsa. Cuando cumplía mis deberes, siempre temía asumir responsabilidades y me preocupaba cometer transgresiones y perder la esperanza de la salvación. Me faltaba una actitud de honestidad. De hecho, al pensar en ello, dadas mis actitudes corruptas y mi falta de entendimiento de la verdad, las desviaciones en mis deberes eran inevitables. Debía aprender a abordar todo esto correctamente, resumir dónde había hecho las cosas mal, hacer autorreflexión y llegar a comprender mis actitudes corruptas. Si lo hacía, seguiría progresando y mis deberes también mejorarían. Cuando me encontrase con cuestiones en mis deberes que no pudiese ver con claridad, debía orar y buscar más, hablar con mi compañera o buscar ayuda de los líderes superiores. No debía cumplir mis deberes de manera superficial ni eludirlos o evitarlos por miedo a asumir responsabilidades. Por ejemplo, a la hora de elegir y utilizar a las personas, si de entrada elegía a alguien según los principios y finalmente la persona resultaba no ser la adecuada, eso tenía que ver con la senda que esta persona estuviese recorriendo y la casa de Dios no me haría responsable.

Más adelante, me di cuenta de que tenía otro punto de vista equivocado. Solía creer que, como líder, cuanto mayor fuese la responsabilidad, más transgresiones acumularía y que, finalmente, mi oportunidad de salvación se vería arruinada. Pensaba que sería más seguro ser una creyente más. Pero, en realidad, tanto si una persona es líder como si no, si no persigue la verdad y sus actitudes corruptas siguen igual, con el tiempo, está condenada a la destrucción. Tal y como dice Dios Todopoderoso: “Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios). Entre todas esas personas descartadas de la iglesia, muchas eran creyentes comunes. Algunas fueron reveladas como personas malvadas o anticristos, mientras que otras eran incrédulas. Aunque no estaban en posiciones altas, ¿no se las descartó igual por trastornar y perturbar la obra de la iglesia? Estos hechos demuestran que ser revelada y descartada no tiene nada que ver con el deber que cumpla una persona, sino que se relaciona con el hecho de si esta persona persigue la verdad y experimenta cambios en sus actitudes. Al darme cuenta de todo esto, estaba dispuesta a corregir mi punto de vista equivocado y adoptar la actitud mental adecuada para cumplir bien mi deber como líder. Más adelante, procedí a elegir a las personas que iban a supervisar el trabajo evangélico y el trabajo de riego. Con respecto a las personas a las que no pude discernir, hablé con Li Yun y busqué ayuda de los líderes superiores. Finalmente, elegimos a las personas adecuadas. Cuando me desprendí de mi cautela, confié en Dios y cumplí mi deber de acuerdo a los principios, me sentí mucho más aliviada.

A través de esta experiencia, me percaté de que filosofías satánicas como: “Cuanto más alto se suba, más dura será la caída” y “La precaución es la madre de la seguridad” son falacias y herejías que corrompen a las personas. Vivir según estas creencias solo me hizo ser cada vez más egoísta y falsa, estar constantemente en guardia contra Dios y ser incapaz de asumir mi deber con franqueza. Esto no solo me provocó represión espiritual y dolor, sino también la pérdida de oportunidades de alcanzar la verdad. Las palabras de Dios me han esclarecido y guiado hasta comprender mi carácter corrupto y me han dado un entendimiento real del carácter justo de Dios. Por fin me he dado cuenta de que todo lo que hace Dios, sea lo que sea, es por nuestra salvación.

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