Lo que se esconde detrás de la apariencia de estar ocupado
En diciembre del año pasado, me enfrenté a la poda por no cumplir de manera responsable con mis deberes. Después de reflexionar, me di cuenta de que, durante ese tiempo, mi desempeño en mis funciones fue realmente irresponsable. Como líder de la iglesia, solo di seguimiento al trabajo textual e ignoré todas las demás tareas que no estaban directamente bajo mi responsabilidad o que no afectaban mi reputación y estatus. Aunque podría haber usado mi tiempo de manera más eficiente para dar seguimiento a más tareas, me resultaba problemático y agotador, así que no estuve dispuesta a hacer un esfuerzo adicional. En consecuencia, no estaba al tanto de los retrasos en las tareas audiovisuales. En verdad no había hecho un trabajo real. Al ver que la casa de Dios no me destituyó y me dio una oportunidad para continuar con mis deberes, pensé: “Debo arrepentirme de verdad y compensar mi deuda”.
Posteriormente, durante el día me dedicaba a la grabación de videos de testimonios vivenciales y por la noche revisaba documentos. Mi agenda estaba llena todos los días. Aunque tenía menos tiempo libre, cada día era muy gratificante. Más adelante, me quedaba despierta hasta las dos o tres de la madrugada y me despertaba alrededor de las siete de la mañana. En ese momento, no me sentía cansada. Pensaba que trasnochar me permitiría completar más trabajo, lo cual era mejor que entregarme a la comodidad como antes. Después, las hermanas cercanas a mí notaron mis frecuentes trasnoches y mi tez pálida, y me advirtieron que fuera a descansar más temprano. Otra hermana me preguntó: “Te quedas despierta tan tarde y rara vez descansas al mediodía. ¿Puedes aguantar eso día tras día?”. Pensé: “Mis hermanos y hermanas han visto mi sufrimiento. Por lo tanto, soportar esta dificultad vale la pena, pues al menos todos pueden ver mi actitud de arrepentimiento y que soy alguien que puede soportar el sufrimiento en el cumplimiento de sus deberes, en lugar de buscar la comodidad”. Durante ese período, cuando veía a algunas hermanas irse a la cama a las once, las menospreciaba en mi corazón, pensando: “Eso es demasiado cómodo. No parecen ansiosas ni apuradas por cumplir con sus deberes, ni son consideradas con las intenciones de Dios”. Para demostrar que mi actitud hacia el cumplimiento de los deberes era diferente, seguía trasnochando y levantándome temprano. Sin embargo, a medida que las noches en vela continuaban, mi cuerpo empezó a mostrar reacciones adversas. Alrededor de las once o doce de la noche, mi corazón empezaba a latir con fuerza. Aunque sabía que trasnochar era perjudicial para la salud y en múltiples ocasiones Dios había hablado sobre la importancia de mantener un horario de sueño regular, empecé a preguntarme: “¿Qué pasaría si me acostara temprano? ¿Qué pensarían los hermanos y hermanas de mí? ¿Dirían: ‘Cuando llegó el momento de enfrentar la poda, pudiste soportar un poco de sufrimiento y pagar un pequeño precio, pero con el tiempo, se ha revelado cómo eres realmente y nada ha cambiado’?”. No quería que los hermanos y hermanas tuvieran esa impresión de mí. Para mantener la imagen de alguien que llevaba una gran carga, incluso cuando estaba muy cansada por la noche, perseveraba a pesar de las dificultades. A mediodía, no me atrevía a tomar una siesta demasiado larga, pues temía que los hermanos y hermanas pensaran que me estaba entregando a la comodidad. A veces, cuando no me permitía descansar al mediodía y me sentía realmente cansada, tomaba una taza de café para mantenerme alerta. También, cuando trabajaba hasta tarde en la noche y veía a otros hermanos y hermanas todavía en la oficina, hacía intencionadamente un poco de ruido para que supieran que yo también estaba trabajando hasta altas horas de la noche. Para algunos hermanos y hermanas en diferentes zonas horarias, cuando me enviaban mensajes, incluso si estaba acostada, les respondía. Cada vez que decían: “¡Es tan tarde y aún no te has ido a dormir! Descansa un poco”, por dentro me sentía satisfecha, pensando que los hermanos y hermanas podían ver mis esfuerzos. Cuando el líder superior finalmente preguntara por mi desempeño, independientemente de los resultados de mi trabajo, mi actitud en el cumplimiento de los deberes se consideraría adecuada. Aunque no hubiera ningún logro, sin duda había esfuerzo. Seguramente, los hermanos y hermanas elogiarían mi actitud penitente y me verían como una líder que hace trabajo real. Pensar en esto siempre me hacía sentir bastante segura.
Pero debido a que me había estado quedando despierta hasta tarde durante mucho tiempo, me despertaba con palpitaciones cada mañana. Como mi cerebro estaba cansado, no podía concentrarme bien mientras revisaba documentos durante el día. Mi eficiencia laboral diurna era baja, así que tenía que quedarme hasta tarde por la noche para hacer más cosas. Como me acosté tarde la noche anterior, cuando terminé de desayunar a la mañana siguiente, ya eran casi las ocho. Quería hacer mi práctica devocional espiritual, pero sentía que no tenía suficiente tiempo. Así que leí rápidamente algunas palabras de Dios y, sin reflexionar a fondo, comencé a trabajar. Escribir artículos se volvió aún más difícil; me sentía tan ocupada con mis deberes que no tenía tiempo para nada más. Con el tiempo, empezaron a surgir problemas uno tras otro en mis deberes, y fue entonces cuando empecé a reflexionar: Tenía la intención de cumplir bien mis deberes, entonces, ¿por qué surgían cada vez más problemas? ¿Por qué estaba disminuyendo la eficacia de mi trabajo? Me di cuenta de que si continuaba en este ciclo vicioso, no solo acabaría agotada físicamente, sino que también mi trabajo carecería de resultados. Necesitaba revertir esta situación rápidamente.
Luego reflexioné: sabía que trasnochar era perjudicial para mi salud y reducía la eficacia de mis deberes, entonces, ¿por qué persistía en hacerlo? Al hacer memoria, me di cuenta de que durante este periodo estaba haciendo cosas para proyectar una imagen determinada ante los demás. Pensé en cómo Dios había diseccionado a los anticristos por comportamientos similares, así que busqué las palabras de Dios sobre este tema para leerlas. Dios Todopoderoso dice: “Ciertas personas dan testimonio de sí mismas sirviéndose del lenguaje y pronuncian palabras que las ensalzan, mientras que otras recurren a comportamientos diversos. ¿Cuáles son las manifestaciones de una persona que se sirve del comportamiento para dar testimonio de sí misma? A primera vista, adopta ciertos comportamientos que encajan bastante bien con las nociones de la gente, que atraen su atención y que son vistos como muy nobles y en consonancia con los estándares morales. Estos comportamientos consiguen que la gente piense que se trata de una persona honorable, con integridad, que ama de verdad a Dios, que es muy piadosa y que realmente posee un corazón temeroso de Dios, y que se trata de una persona que persigue la verdad. A menudo exhiben en la superficie buenos comportamientos para desorientar a la gente; ¿esto no huele a caso de enaltecimiento y testimonio de uno mismo? Por lo general, las personas que se enaltecen y dan testimonio de sí mismas por medio de las palabras, usando discursos claros para expresar en qué se diferencian de las masas y por qué sus opiniones valen más que las del resto, a fin de que la gente las tenga en alta estima y las admire. Sin embargo, hay diversos métodos, que no implican discursos explícitos, en los cuales las personas recurren a prácticas externas para declararse mejores que los demás. […] Pondré un ejemplo sencillo. Algunas personas, a simple vista, parecen afanarse sobremanera en cumplir con los deberes; continúan trabajando a propósito a horas en las que el resto de la gente está comiendo o durmiendo, y cuando los demás empiezan a hacer sus deberes, ellas se van a comer o a dormir. ¿Cuál es su objetivo? Quieren llamar la atención y mostrar a todo el mundo que se afanan tanto en cumplir con los deberes que no les queda tiempo ni para comer ni para dormir. Piensan: ‘Vosotros en realidad no soportáis ninguna carga. ¿Cómo sois tan proactivos en cuanto a comer y dormir? ¡No valéis para nada! Miradme a mí, que trabajo mientras vosotros coméis, y por las noches, mientras vosotros estáis durmiendo, yo sigo con mis tareas. ¿Seríais capaces de sufrir de esta manera? Yo sí puedo aguantar este sufrimiento; estoy dando ejemplo con mi comportamiento’. ¿Qué opináis de este tipo de comportamiento y manifestación? ¿Acaso estas personas no actúan así deliberadamente? Algunas lo hacen a propósito, ¿y qué clase de comportamiento es este? Estos individuos quieren ser inconformistas; quieren diferenciarse de las masas y mostrar a la gente que se pasan toda la noche afanados en los deberes, que son especialmente capaces de soportar el sufrimiento. De este modo, todos sentirán una particular lástima de ellos y les mostrarán una particular simpatía, ya que pensarán que llevan sobre sus hombros una pesada carga, al extremo de estar hasta el cuello de trabajo y demasiado preocupados como para comer o dormir. Y si no pueden ser salvados, implorarán a Dios por ellos, intercederán ante Él y rezarán por ellos. Al actuar así, estos individuos se sirven de buenos comportamientos y prácticas que son conformes a las nociones del hombre, como soportar penurias y pagar un precio, para embaucar a otras personas y ganarse por medios fraudulentos su compasión y sus alabanzas. ¿Y cuál es el resultado último? Todos quienes hayan estado en contacto con ellos y los hayan visto pagar un precio dirán a una voz: ‘¡Nuestro líder es el más competente, el más capacitado para soportar el sufrimiento y pagar un precio!’. ¿No habrán logrado entonces su objetivo de desorientar a la gente? Luego, un día, la casa de Dios dice: ‘Vuestro líder no realiza ningún trabajo real. Se afana y trabaja en vano; actúa de forma imprudente y es arbitrario y dictatorial. Ha arruinado la obra de la iglesia, no ha hecho nada de lo que debía, no se ha dedicado a la obra evangélica ni a la producción audiovisual, y la vida de la iglesia está sumida en el caos. Los hermanos y hermanas no comprenden la verdad, no poseen entrada en la vida ni pueden escribir artículos testimoniales. Lo más lamentable es que ni siquiera saben discernir falsos líderes y anticristos. Este líder es un incompetente; ¡es un falso líder que debería ser destituido!’. En estas circunstancias, ¿será fácil destituirlo? Quizá cueste. Si alguien lo intenta, los hermanos y hermanas, como aprueban y apoyan al líder, protestarán y solicitarán a lo Alto que lo mantenga. ¿Por qué se produce esto? Porque este falso líder y anticristo se sirve de comportamientos que, a primera vista, son buenos, como soportar el sufrimiento y pagar el precio, así como de palabras bonitas, para conmover, sobornar y desorientar a la gente. Una vez que consigue, mediante falsas apariencias, desorientar a la gente, todos hablarán por él y nadie será capaz de abandonarlo. Saben perfectamente que el líder no ha llevado a cabo mucha obra real y que no ha guiado al pueblo escogido de Dios a comprender la verdad y ganar la entrada en la vida, pero estas personas lo siguen apoyando, aprobando y siguiendo, sin importarles siquiera que eso implique que no ganarán la verdad y la vida” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Vi que lo que Dios estaba exponiendo era mi comportamiento. Desde que el líder superior me podó por desempeñar mis funciones irresponsablemente y no hacer un trabajo real, decidí en secreto arrepentirme y cambiar. Inicialmente, realicé algunas prácticas positivas con la intención de compensar mi deuda mediante acciones concretas. Pero gradualmente, la naturaleza de mi comportamiento empezó a cambiar. Cuando trasnochaba y recibía atención y cuidado de los hermanos y hermanas, quería demostrar a todos con mi comportamiento real que me había arrepentido durante este tiempo y estaba dispuesta a pagar el precio por mis deberes. Si algún día el líder superior preguntara a todos sobre cómo me evaluaban, seguramente los hermanos y hermanas hablarían positivamente de mí, lo que demostraría que no era una holgazana ni una líder irresponsable. Por ello, soportaba el sufrimiento incansablemente y me quedaba despierta hasta tarde para mostrar esto como una prueba de mi leal desempeño de los deberes, e incluso me exhibía intencionalmente frente a los hermanos y hermanas. A veces, cuando estaba claramente muy cansada y quería dormir, aun así intentaba ser la última en irme a la cama para destacar mi “ocupada agenda” como líder. A veces, debido a que me quedaba despierta hasta tarde, me sentía mentalmente agotada y desconcentrada durante el día; en este caso, tomar una siesta hubiera sido lo normal. Sin embargo, para mantener mi imagen de que llevaba una gran carga, a veces no descansaba al mediodía, solo cuando no podía soportarlo más, y aun así, no me atrevía a dormir demasiado tiempo, pues temía que todos pensaran que estaba entregándome a la comodidad. Si me quedaba despierta hasta altas horas de la noche, mientras algunos hermanos y hermanas seguían despiertos, quería que supieran que seguía perseverando. Incluso enviaba mensajes a hermanos y hermanas en otros países para que más personas supieran que era alguien dispuesta a soportar sufrimientos por mis deberes, con el objetivo de construir una imagen de persona que trabajaba duro. Al ver que Dios expone que algunas personas usan un lenguaje ostentoso para testimoniar sobre sí mismas y ganar alta estima, y que otras usan comportamientos alineados con las nociones humanas, considerados nobles y relativamente de acuerdo con los estándares morales, para desorientar a los demás y hacer que esas personas las admiren y reverencien, me di cuenta de que, al quedarme despierta hasta tarde y sufrir, estaba intentando construir una imagen favorable de mí misma. Deseaba ganarme el favor de todos, y estaba usando este buen comportamiento de soportar sufrimientos y pagar el precio para exhibirme y desorientar a los demás, lo cual es una manifestación de anticristos. Pensé en cómo los fariseos eran hipócritas, que deliberadamente oraban en las sinagogas y en las esquinas de las calles, y mostraban caras tristes cuando ayunaban. También ensanchaban sus filacterias y hacían alarde de dar limosnas, todo para exhibirse y dar testimonio de sí mismos a través de estos actos externos de buena conducta. Todo lo que hacían los fariseos era para desorientar y embaucar a las personas, afirmarse y hacer que los demás los reverenciaran; los fariseos seguían la senda de resistir a Dios. En lugar de centrarme en los principios-verdad al cumplir con mis deberes, estaba siguiendo una senda equivocada, ya que manipulaba las apariencias externas para desorientar y ganar la admiración de los demás. ¡Qué vil era esto!
Continué reflexionando: ¿Qué aspectos de un carácter corrupto se ocultaban tras mi sufrimiento por desvelos? Leí un pasaje en las palabras de Dios: “Los anticristos sienten aversión por la verdad, no la aceptan en absoluto, lo que indica manifiestamente una realidad: los anticristos jamás actúan de acuerdo con los principios-verdad, jamás practican la verdad, lo cual es la manifestación más flagrante de un anticristo. Además de la reputación y el estatus, y de ser bendecidos y recompensados, lo otro que persiguen es gozar de las comodidades de la carne y de los beneficios del estatus; y, siendo así, por supuesto que trastornan y perturban. Estos hechos demuestran que Dios no ama lo que persiguen ni su conducta, así como tampoco sus manifestaciones. Y esto de ninguna manera constituyen el proceder ni los comportamientos de las personas que persiguen la verdad. Por ejemplo, algunos anticristos que son como Pablo tienen la determinación de sufrir cuando cumplen con su deber, pueden mantenerse en vela toda la noche y estar sin comer mientras hacen su trabajo, pueden someter su cuerpo, superar cualquier enfermedad y la incomodidad. ¿Y cuál es su objetivo al hacer todo eso? Es demostrarles a todos que ellos son capaces de dejarse de lado, de ser abnegados, cuando se trata de la comisión de Dios, que para ellos solo existe el deber. Muestran todo esto delante de los demás. Cuando hay gente alrededor, no descansan lo que deberían, incluso extendiendo adrede su horario de trabajo, levantándose temprano y acostándose tarde. ¿Pero qué pasa con la eficiencia laboral y la efectividad de su deber cuando los anticristos se esfuerzan así día y noche? Estas cosas están más allá del alcance de sus consideraciones. Ellos solo intentan hacer todo esto frente a los demás, para que los vean sufrir y vean cómo se gastan para Dios sin pensar en sí mismos. En cuanto a si el deber que cumplen y el trabajo que hacen se llevan a cabo conforme a los principios-verdad, no piensan en eso para nada. En lo único que piensan es en si todos han visto su aparente buen comportamiento, si todos están al tanto de él, si han impresionado a todos, y si tal impresión generará admiración y aprobación en ellos, si esas personas les darán el visto bueno a sus espaldas y los elogiarán diciendo: ‘De veras que soporta la adversidad, su espíritu de resistencia y su perseverancia extraordinaria superan a los de cualquiera de nosotros. Es alguien que persigue la verdad, que es capaz de sufrir y soportar una pesada carga, es un pilar de la iglesia’. Al escuchar esto, los anticristos están satisfechos. Por dentro piensan: ‘Qué listo fui al fingir así, ¡fui muy inteligente al hacerlo! Sabía que todos se fijarían solo en la apariencia, y les gustan estas buenas conductas. Sabía que si actuaba así, recibiría la aprobación ajena, haría que me dieran su visto bueno, haría que me admiraran en lo profundo de su corazón, que me vieran bajo una luz completamente nueva, y que nadie volviera a menospreciarme jamás. Y si llega el día en que lo alto descubra que no he estado haciendo un trabajo real y me destituye, sin duda habrá muchos que me defenderán, llorarán por mí y me instarán a quedarme, y que hablarán por mí’. En secreto, se regocijan de su falso comportamiento, y ¿acaso este regocijo no revela asimismo la esencia-naturaleza de un anticristo? ¿Qué esencia es esa? (Perversidad). Así es, es la esencia de la perversidad. Dominados por la esencia de la perversidad, los anticristos engendran un estado de complacencia y admiración por sí mismos que provoca que, en su corazón, clamen en secreto contra Dios y se opongan a Él. A primera vista, dan la impresión de que pagan un gran precio y que su carne soporta mucho sufrimiento, pero ¿son realmente considerados con la carga de Dios? ¿Se gastan de verdad para Dios? ¿Pueden cumplir con lealtad su deber? La respuesta es no. […] ¿No tienen los anticristos un carácter perverso? Detrás de su sufrimiento, albergan este tipo de ambiciones y adulteraciones, y por esta razón Dios detesta a semejantes individuos y semejante carácter. Sin embargo, los anticristos nunca perciben ni reconocen este hecho. Dios escruta lo más íntimo del corazón humano, mientras que el hombre solo percibe la apariencia externa; lo más estúpido de los anticristos es que no reconocen este hecho ni pueden percibirlo. Y por eso se empeñan en envolverse y engalanarse con buenas conductas a fin de que los demás piensen que saben sufrir y soportar penurias, soportar sufrimientos que la gente común no puede soportar, realizar trabajos que la gente común no puede realizar, a fin de que los demás piensen que tienen aguante, que pueden dominar su propio cuerpo y que no tienen en cuenta su propio disfrute o intereses carnales. A veces, incluso llevan deliberadamente la misma ropa hasta que se ensucia un poco, pero no la lavan ni siquiera cuando empieza a oler; hacen lo que sea necesario para que otras personas los idolatren. Cuanto más están delante de otros, más se empeñan en dejarse ver para que los perciban como diferentes a la gente corriente, para que perciban que, respecto a las personas ordinarias, su voluntad de gastarse para Dios es mayor, que su determinación para sufrir también es mayor, al igual que su aguante para soportar sufrimiento. En este tipo de circunstancias, los anticristos engendran dichas conductas, detrás de las cuales esconden, en lo más profundo del corazón, el deseo de que la gente los idolatre y los tenga en alta estima. Y cuando logran su objetivo, cuando oyen las alabanzas de la gente y cuando observan que les lanzan miradas de envidia, admiración y aprecio, es cuando se sienten felices y satisfechos en su corazón” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)). Por medio de las palabras de Dios, vi que el carácter de los anticristos es perverso. Cuando enfrentan situaciones, no buscan los principios-verdad ni cómo actuar conforme a las intenciones de Dios. En cambio, se enfocan en comportamientos externos, en disciplinar sus propios cuerpos y rebelarse contra su carne. Usan una buena conducta externa para desorientar a los demás. Yo me comportaba de manera similar. Después de quedarme hasta tarde durante un tiempo y recibir comentarios positivos de los hermanos y hermanas, que mostraban preocupación e incluso admiración hacia mí, empecé a creer que mi sufrimiento y el precio que pagaba valían la pena. Para mantener mi imagen de llevar una gran carga, extendí deliberadamente mis horas de trabajo. Incluso cuando podía haber descansado más temprano, retrasaba el sueño hasta muy tarde. Dios dijo que los anticristos solo actúan frente a otras personas, preocupados únicamente de si sus acciones son vistas y dejan una buena impresión. En cuanto a aspectos positivos, como la efectividad de su trabajo o la eficiencia en el mismo, no consideran estas cosas en absoluto. Así era exactamente como me comportaba. Recientemente, debido a la falta de dedicación en el desempeño de mi deber y la incapacidad de realizar un trabajo real, fui podada. Si realmente quería arrepentirme, debería haber reflexionado sobre mi carácter corrupto, contemplado cómo mejorar la eficiencia del trabajo y esforzarme más en los principios-verdad. En lugar de eso, prolongaba mis horas de trabajo y me quedaba despierta hasta tarde para mantener las apariencias. Mi mente no estaba clara mientras realizaba mi deber a altas horas de la noche, y me sentía confundida durante el día, con poca concentración. En general, mi eficiencia en el trabajo era baja. Sin embargo, no consideraba si el trabajo de la casa de Dios se retrasaría. Mientras pudiera establecer una buena imagen en los corazones de los hermanos y hermanas, era suficiente para mí. Aprovechaba las oportunidades de cumplir con mi deber para destacar y ganar admiración. Trabajaba por estatus, no para cumplir con mis deberes y satisfacer a Dios. Mis pensamientos eran demasiado viles y perversos. Además, tenía una idea aún más despreciable en mi interior. Cuando me estaban podando, sabía que los hermanos y hermanas, así como el líder superior, observaban si yo había cambiado. Pero pensé que hacer un trabajo real y resolver problemas reales era demasiado agotador y podría no tener resultados inmediatos, mientras que rebelarme contra la carne al quedarme despierta hasta tarde era relativamente sencillo. Incluso si no hacía bien mi trabajo un día, los hermanos y hermanas seguirían hablando a mi favor porque veían mi esfuerzo, aunque no mis logros. Así, incluso si me destituían, no sería demasiado embarazoso. Al menos todos verían que podía soportar sufrimientos y estaba dispuesta a hacer un buen trabajo. Al reflexionar sobre estos pensamientos e intenciones, me sentí asqueada de mí misma. Mi falta anterior de trabajo real ya había retrasado las tareas, y deberían haberme reemplazado. La casa de Dios me había dado una oportunidad para seguir practicando, pero no me arrepentí ni cambié. En cambio, intenté desorientar a los demás con un sufrimiento superficial, lo que solo agravó mis errores. Aunque quedarme despierta hasta tarde pudiera desorientar a los demás temporalmente, Dios examina las profundidades del corazón humano. Disfrazarme y adornarme de esta manera le provocaría repugnancia y aversión. Además, Dios mide a los líderes por su capacidad para realizar un trabajo real, no por su habilidad para trasnochar o trabajar muchas horas. No importa cuánto tiempo trabajen; si no pueden identificar y resolver problemas en el trabajo, comunicar la verdad para ayudar a los hermanos y hermanas a resolver dificultades en la entrada en la vida, o lograr una verdadera eficacia en sus responsabilidades, entonces no se considera un trabajo real.
Más tarde, volví a reflexionar. Dios siempre nos exige mantener horarios de sueño normales y respetar los ritmos naturales del cuerpo. Sin embargo, yo no seguí Sus palabras. Incluso creía que la idea de “Morir con las botas puestas” era algo admirable. Me aferré incansablemente a cumplir con mi deber de esta manera. ¿Dónde estaba exactamente el error en este punto de vista? Busqué en las palabras de Dios sobre este asunto. Dios Todopoderoso dice: “Dios te ha dado libre albedrío, el intelecto de la humanidad normal y la conciencia y la razón que debe tener un ser humano. Si aprovechas estas cosas bien y correctamente, obedeces las leyes de supervivencia del cuerpo físico, cuidas adecuadamente de tu salud, haces a rajatabla lo que Dios te pide y consigues lo que Dios te exige que consigas, con eso basta, y además es muy sencillo. ¿Te ha pedido Dios que mueras con las botas puestas? ¿Te ha pedido que te atormentes? (No). Dios no exige semejantes cosas. La gente no debe atormentarse, sino tener algo de sentido común y atender adecuadamente las diversas necesidades del cuerpo. Bebe agua cuando tengas sed, complementa tu dieta cuando tengas hambre, descansa cuando estés cansado, haz ejercicio después de estar sentado mucho tiempo, ve al médico cuando estés enfermo, cíñete a tus tres comidas al día y mantén una vida de humanidad normal. Por supuesto, también debes continuar con tus deberes normales. Si tus deberes implican algún conocimiento especializado que no entiendes, debes estudiarlo y practicarlo. Esto es la vida normal. Los diversos principios de práctica que Dios postula para la gente son cosas que el intelecto de la humanidad normal puede captar, cosas que la gente puede comprender y aceptar y que no sobrepasan lo más mínimo el alcance de la humanidad normal. Todos ellos están al alcance de los seres humanos y no exceden en absoluto los límites de lo correcto. Dios no exige a las personas que sean superhombres ni eminencias, mientras que los dichos sobre la conducta moral obligan a las personas a aspirar a serlo. No solo deben asumir la gran causa de su país y su nación, sino que también se les exige que mueran con las botas puestas. Esto las obliga a renunciar a su vida, lo que va totalmente en contra de las exigencias de Dios. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia la vida de las personas? Dios mantiene a salvo a las personas en cualquier situación, las protege de caer en la tentación y de otros apuros peligrosos y protege sus vidas. ¿Cuál es el objetivo de Dios al hacer esto? Que la gente viva de manera apropiada. ¿Cuál es el propósito de que la gente viva de manera apropiada? Él no te obliga a ser un superhombre, a guardar en tu corazón todo lo que hay bajo el cielo, a preocuparte por el país y el pueblo, y ni mucho menos a sustituirlo a Él en el gobierno y la instrumentación de todas las cosas y en la regencia del género humano. Más bien, te exige que asumas el lugar y cumplas los deberes propios de un ser creado, que cumplas los deberes que la gente debe cumplir y hagas lo que esta debe hacer. Hay muchas cosas que debes hacer, y no son regir el destino del género humano, guardar en tu corazón todo lo que hay bajo el cielo, ni tampoco al género humano, tu tierra, la iglesia, la voluntad de Dios ni Su gran empeño en salvar a los seres humanos. Estas cosas no se encuentran entre las que debes hacer. ¿Y cuáles son las cosas que debes hacer? Entre ellas se encuentran la comisión que Dios te confía, los deberes que Él te da y toda exigencia que te otorga la casa de Dios en cada época. ¿No es sencillo? ¿No es fácil de hacer? Es muy sencillo y fácil de hacer. Sin embargo, la gente siempre malinterpreta a Dios y piensa que Él no se la toma en serio. Hay quienes piensan: ‘Aquellos que llegan a creer en Dios no deberían considerarse tan importantes, no deberían preocuparse por su cuerpo físico, deberían sufrir más y no acostarse demasiado temprano por la noche, pues puede que a Dios no le haga gracia que se acuesten demasiado temprano. Deben madrugar y trasnochar, y trabajar duro toda la noche cumpliendo su deber. Aunque no produzcan resultados, deben trasnochar hasta las 2 o las 3 de la mañana’. En consecuencia, esas personas trabajan hasta caer tan rendidas que incluso caminar les supone un esfuerzo supremo, pero alegan que lo que las agota es el cumplimiento del deber. ¿Esto no es fruto de la necedad e ignorancia de la gente? Hay otros que piensan: ‘A Dios no le agrada que llevemos ropa un poco singular y bonita ni que comamos carne y buena comida todos los días. En la casa de Dios solamente podemos morir con las botas puestas’; y piensan que, como creyentes en Dios, deben cumplir su deber hasta la muerte, pues, si no, Dios no los perdonará. ¿Es realmente así? (No). Dios exige que la gente cumpla su deber con responsabilidad y lealtad, pero no la obliga a tratar su cuerpo con severidad, y ni mucho menos le pide que sea superficial ni que mate el tiempo. Veo que algunos líderes y obreros disponen que la gente cumpla con el deber de esta forma, sin exigir eficacia, sino únicamente malgastando su tiempo y energía. El hecho es que están malgastando la vida de la gente. Al final, a la larga, algunas personas empiezan a desarrollar problemas de salud, problemas de espalda, les duelen las rodillas y se marean cada vez que miran la pantalla de una computadora. ¿Cómo es posible? ¿Quién lo ha provocado? (Ellas mismas). La casa de Dios exige que todo el mundo ya descanse, como muy tarde, a las 10 de la noche, pero hay gente que no se acuesta hasta las 11 o las 12, lo que repercute en el descanso de los demás. Algunas personas incluso les reprochan a quienes descansan con normalidad que codician las comodidades de la vida. Esto es un error. ¿Cómo puedes hacer un buen trabajo si tu cuerpo no ha descansado bien? ¿Qué dice Dios al respecto? ¿Cómo lo regula la casa de Dios? Todo debe hacerse según las palabras de Dios y las estipulaciones de la casa de Dios, eso es lo único correcto. Algunas personas tienen interpretaciones absurdas y siempre se van a los extremos, e incluso limitan a los demás. Esto no se ajusta a los principios-verdad. Algunos son, simplemente, unos necios absurdos sin discernimiento alguno, y piensan que para cumplir su deber deben trasnochar hasta cuando no tengan trabajo, sin permitirse dormir cuando están cansados, decírselo a nadie si están enfermos y, peor aún, ver a un médico, lo que consideran una pérdida de tiempo que demora su cumplimiento del deber. ¿Es correcto este punto de vista? ¿Por qué los creyentes siguen teniendo unos puntos de vista así de absurdos tras oír tantos sermones? ¿Cómo se regula la organización del trabajo en la casa de Dios? Debes irte a descansar puntualmente antes de las 10 de la noche, levantarte a las 6 de la mañana y asegurarte de dormir ocho horas. Además, se recalca una y otra vez que debes cuidar de tu salud haciendo ejercicio después del trabajo y mantener una dieta y una rutina sanas para evitar problemas de salud mientras cumples tu deber. Sin embargo, hay gente que no lo entiende, que no se atiene a principios ni a reglas, que trasnocha innecesariamente y come lo que no debe. Cuando enferma, no puede cumplir con su deber, y para entonces ya no tiene sentido lamentarse” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (12)). Por medio de las palabras de Dios, vi que los requisitos de Dios para las personas son muy prácticos: si tienes hambre, come; si estás cansado, descansa; si estás enfermo, busca atención médica. Dios no exige que las personas sean sobrehumanas ni que vulneren los ritmos naturales del cuerpo para cumplir con sus deberes. Sin embargo, debido a mi comprensión falaz, solía pensar que irse a dormir temprano era pereza, mientras que desvelarse y descuidar el sueño representaba un desempeño leal del deber. Especialmente cuando vi que incluso los no creyentes perseguían la diligencia de esta manera, seguí esta búsqueda. Desde la infancia, las escuelas y la sociedad nos habían enseñado a aprender de los modelos de trabajo arduo. Algunos se mantenían en sus puestos firmemente durante horas interminables, hasta colapsar por exceso de trabajo, e incluso algunos morían repentinamente en sus puestos. Su espíritu de dedicación era alabado y admirado por generaciones posteriores. Yo había aceptado esta opinión errónea y quería demostrar que tenía una gran carga por mi deber quedándome despierta hasta tarde. Pero, en realidad, alrededor de las once o doce de la noche, mi corazón comenzaba a acelerarse. A la mañana siguiente, me despertaba con sensación de pesadez en la cabeza y un cuerpo que se sentía lento. Me llevaba un tiempo considerable adaptarme antes de poder trabajar. Como mi concentración no era aguda, aumentaba la tasa de errores en mis tareas y mi eficiencia laboral no era alta. Además, al despertarme tarde, me saltaba la práctica devocional espiritual y me iba directamente a trabajar. Cada día fallaba en reflexionar sobre la corrupción que revelaba o en analizar las desviaciones en el cumplimiento de mi deber. Cumplía con mi deber en un estado de trabajo, sin entrada en la vida, y la eficacia de mi desempeño empeoraba. Para ganarme la admiración de los demás, pasaba esas dos o tres horas adicionales desvelándome. Sin embargo, mi eficiencia laboral no mejoraba mucho, y a largo plazo, mi salud se deterioró. Me di cuenta de que desvelarme para demostrar mi leal cumplimiento del deber era el camino más insensato y absurdo. También comprendí que los pensamientos inculcados en las personas por Satanás, como “Muere con las botas puestas” o “Los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse”, son todos dañinos para las personas y perjudiciales para sus vidas. Solo Dios valora y aprecia la vida humana, por lo que establece horas normales para trabajar y descansar, y permite que las personas vivan y trabajen de acuerdo con reglas normales. En esto se encuentra el amor de Dios. Dios requiere que las personas cumplan con lealtad el deber de un ser creado. Esta lealtad no consiste en forzar nuestros cuerpos hasta la enfermedad y el agotamiento, sino en cumplir con nuestros deberes lo mejor que podamos, prestar atención a la introspección de nuestro carácter corrupto, y buscar la verdad y actuar según los principios. Sin embargo, lo que yo manifestaba era una lealtad insensata, simplemente un buen comportamiento disfrazado para desorientar a las personas. Cuando entendí esto, me sentí más arrepentida y en deuda. No podía seguir llevando esta motivación incorrecta en el cumplimiento de mi deber.
Al día siguiente, volví a organizar mi horario de trabajo, me acosté y me levanté temprano, y comencé a hacer ejercicio por la mañana y por la tarde. Después de intentarlo durante un tiempo, mis palpitaciones y el ritmo cardíaco acelerado prácticamente desaparecieron. Además, al levantarme temprano, pude dedicar tiempo a la práctica devocional espiritual y a escribir artículos de testimonios vivenciales; mi corazón también estaba relativamente tranquilo. Al planificar mi tiempo de manera razonable, mejoró mi eficiencia en el trabajo, y mi estado mental también experimentó una gran mejoría.
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