Por qué no me atrevía a supervisar el trabajo
Hace dos años, cuando empecé a trabajar como líder de iglesia, varios de mis compañeros llevaban más tiempo que yo creyendo en Dios. Yo creía que ellos entendían la verdad mejor que yo y que tenían más experiencia laboral que yo, por lo que no me atrevía a preguntar demasiado sobre parte del trabajo de la iglesia. Temía que dijeran que recién me había convertido en líder, por lo que interfería en todo el trabajo e intentaba involucrarme a pesar de no saber nada. En algunos asuntos de principios, no me atrevía a defender mis propias visiones y opiniones. Temía que los demás dijeran que era demasiado arrogante y que no me conocía a mí misma, por lo que siempre me limitaba en mi deber.
En esa época, vi que parte de la obra de la iglesia avanzaba demasiado lentamente, los hermanos y hermanas cumplían sus deberes sin captar los principios, y el progreso se retrasaba porque se atascaban en asuntos triviales. La hermana Zhang había supervisado este trabajo durante casi dos años, pero aún no entendía la profesión y no podía solucionar los problemas prácticos. No era apta como líder. Como la hermana Li era responsable por la hermana Zhang, le informé del problema y le sugerí que destituyera a la hermana Zhang, pero ella dijo que, por el momento, la hermana Zhang aún podía hacer algo de trabajo, y que no podía hallar un remplazo adecuado para ella, por lo que, por el momento, quería retenerla. Cuando oí a la hermana Li, no estuve de acuerdo y pensé: “La hermana Zhang ha sido líder durante casi dos años, pero ni siquiera ha solucionado algunos problemas básicos, lo que ha afectado el progreso del trabajo. ¿Cómo puedes dejar que siga? Desde que la conocemos, nunca fue apta para el trabajo, deberíamos dejar de usarla aquí, y cultivar a alguien con aptitud”. Quería decirle a la hermana Li que debíamos actuar de acuerdo con los principios, pero después pensé: “Ya dijo que no puede hallar un remplazo adecuado por ahora, Si sigo pidiéndole que transfiera a la hermana Zhang, ¿sentirá que me estoy sobrepasando y que interfiero con su trabajo? Acabo de empezar a trabajar en la iglesia, si dejo esa impresión en la hermana Li, ¿cómo seremos compañeras después? Olvídalo, mejor me callo”.
Después descubrí que la hermana Chen, que supervisaba el trabajo de video, no hacía trabajo práctico. El proyecto de video a su cargo no producía videos que alcanzaran el estándar desde hacía tres meses. Ella no estaba al tanto del estado de los integrantes de su grupo ni de los problemas y dificultades que enfrentaban al hacer videos, y solían tener que rehacer los videos en esa época, lo que demoraba el progreso. Hablé de cómo solucionar este problema con mis colaboradores. Todos creían que la hermana Chen tenía una humanidad decente, que hacía tiempo que estaba a cargo del trabajo de video y que estaba familiarizada con la profesión, y como no había candidatos adecuados por el momento, ella podía permanecer a cargo. Cuando oí eso, no estuve de acuerdo y pensé: “No pueden mantenerla solo porque su humanidad no sea mala y porque conoce el trabajo. Lo que importa es si hace trabajo práctico y soluciona problemas prácticos. La hermana Chen no puede solucionar los problemas del trabajo de video para nada. No es adecuado mantenerla en su puesto. Debe ser remplazada”. Tengo preocupaciones: “La principal responsabilidad de la hermana Liu es el trabajo de video, y ellos también creen que la hermana Chen es apta, si no estoy de acuerdo, ¿pensarán que intento tomar demasiado control? Antes, quise transferir a la hermana Zhang, y ahora quiero destituir a la hermana Chen. ¿Pensarán mis colaboradores que soy demasiado arrogante, que quiero remplazar a cualquiera que no me parezca apto sin darle una oportunidad de arrepentirse, y que soy muy despiadada?”. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero me las tragué.
Después de más de un mes, la hermana Zhang y la hermana Chen fueron destituidas por no hacer trabajo práctico. Al mismo tiempo, mis líderes superiores decidieron que yo era una líder irresponsable, ya que no había remplazado a líderes que sabía que eran inadecuadas, lo que demoró el trabajo de la iglesia. Trataron conmigo con dureza por no hacer trabajo práctico, me analizaron, dijeron que obedecía la filosofía satánica de ser complaciente, no practicaba la verdad y no defendía la obra de la iglesia. Dijeron que no era apta para ser líder y me destituyeron. Que mis líderes me podaran y trataran conmigo fue como un golpe en la cabeza. No se me había ocurrido que mi problema fuera tan grave como para que me destituyeran. Me entristeció mucho. Sentí que, en mi deber, solo había dejado arrepentimiento y deuda hacia Dios. De verdad me odiaba. ¿Por qué no podía practicar la verdad y defender la obra de la iglesia? ¿Por qué siempre obedecía filosofías satánicas? Oré a Dios y le pedí que me guiara para entender mis problemas.
Durante mis devocionales espirituales, leí algunas palabras de Dios: “¿De qué carácter se trata cuando la gente no se responsabiliza de su deber, lo hace de una manera descuidada y superficial, dice que sí a todo y no defiende los intereses de la casa de Dios? Se trata de astucia, del carácter de Satanás. El elemento más notable de la filosofía de vida del hombre es la astucia. La gente cree que, si no es astuta, tenderá a ofender al prójimo y no será capaz de protegerse a sí misma; cree que debe ser lo suficientemente astuta como para no herir ni ofender a nadie, con lo que se mantiene a salvo, conserva su medio de vida y consigue un firme apoyo entre las masas. Todos los incrédulos viven según la filosofía de Satanás. Todos ellos son hombres que dicen sí a todo y no ofenden a nadie. Has venido a la casa de Dios, has leído la palabra de Dios y has escuchado los sermones de la casa de Dios. Entonces, ¿por qué siempre dices que sí a todo? La gente que dice sí a todo solo protege sus propios intereses, y no los de la iglesia. Cuando ven que alguien hace el mal y perjudica los intereses de la iglesia, lo ignoran. Les gusta decir que sí a todo y no ofender a nadie. Esto es irresponsable, y se trata de un tipo de persona demasiado astuta y poco fiable. Para proteger su propia vanidad y reputación, y mantener su buen nombre y estatus, algunas personas son felices ayudando a los demás y sacrificándose por sus amigos sin importar el precio. Pero cuando han de proteger los intereses de la casa de Dios, la verdad y la justicia, no albergan esas buenas intenciones, pues estas han desaparecido por completo. Cuando deberían practicar la verdad, no lo hacen. ¿Qué es lo que ocurre? Para proteger su propia dignidad y reputación, pagarán cualquier precio y sufrirán cualquier cosa. Pero, cuando tienen que hacer un trabajo real, proteger los aspectos positivos, y proteger y proveer al pueblo escogido de Dios, ¿por qué han perdido la fuerza para pagar cualquier precio y sufrir cualquier cosa? Resulta inconcebible. En realidad, tienen un tipo de carácter que está harto de la verdad. ¿Por qué se dice que su carácter está harto de la verdad? Porque cada vez que se trata de dar testimonio de Dios, de practicar la verdad, de proteger al pueblo escogido de Dios, de luchar contra los engaños de Satanás o de proteger las cosas positivas, huyen y se esconden, y no hacen lo que corresponde” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). “Cuando veáis un problema y no hagáis nada para interceptarlo, ni tampoco comuniquéis sobre él ni tratéis de limitarlo y, aparte de eso, no informéis sobre él a vuestros superiores, sino que hagáis el papel de una ‘persona agradable’, ¿es eso una señal de deslealtad? ¿Son estas personas agradables leales a Dios? Ni un poco. Tal persona no es solo desleal con Dios, también actúa como cómplice de Satanás, su asistente y seguidor. Son infieles respecto a su deber y responsabilidad, pero le son bastante leales a Satanás. Ahí radica la esencia del problema” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). La palabra de Dios revela que las personas maliciosas lo hacen todo para proteger sus propios intereses. Para mantener su propia reputación, cuando se llevan bien con los demás, practican filosofías mundanas y no ofenden a nadie. Si necesitan practicar la verdad para salvaguardar la obra de la iglesia, lo evitan. Yo era una persona muy maliciosa. Tras convertirme en líder, vi colaboradores que creían en Dios desde antes que yo y que tenían más experiencia en el trabajo, por lo que sentí que debía conocerme a mí misma. Si no era el trabajo por el que era responsable, no me preocupaba por él ni preguntaba más, para evitar que ellos creyeran que yo era una metida y dejar una mala impresión. Para mantener una buena relación con mis colaboradores, para tener una buena posición entre ellos, me volví maliciosa y astuta, y siempre era complaciente. Cuando vi falsas líderes en la iglesia, no las destituí a tiempo. Tampoco me atrevía a preguntar demasiado, incluso por temas que eran mi responsabilidad. Temía que hacer demasiado hiciera que los demás dijeran que me estaba excediendo. Vivía según “callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena”, “cuando sepas que algo está mal, más te vale callar”, “el silencio es oro, y quien mucho habla mucho yerra”, “protégete y trata solamente de librarte de la culpa” y otras filosofías satánicas. En todas las cosas, cuidaba mi relación con la gente y mi imagen a ojos de mis colaboradores. Seguí sus opiniones y me hice eco de ellas sin tener en cuenta si la obra de la iglesia sufriría. Veía problemas, pero no me animaba a mencionarlos. Sabía que debía practicar la verdad, pero me protegía y seguía la corriente. No solo era maliciosa y engañosa, estaba harta de la verdad. Pensé que quedarme en silencio ante las faltas ajenas era inteligente. Así, podía mantener mi relación con mis colaboradores y podía asegurar mi posición entre los líderes y los obreros. No esperaba ser revelada y expuesta tan pronto. Vi líderes inadecuadas, pero no me atreví a defender los principios y destituirlas a tiempo. En cambio, dejé que siguieran retrasando y dañando la obra de la iglesia. Protegía a falsas líderes y, en esencia, actuaba como cómplice de Satanás. Hacía el mal y me resistía a Dios. Cuando pensé esto, sentí remordimiento. Si hubiera defendido los principios y destituido a las dos falsas líderes más temprano, el trabajo de la iglesia no se habría retrasado por tanto tiempo.
También hice introspección. ¿Por qué siempre sentía que expresar más mis opiniones o hacer más trabajo era involucrarme de más? Al leer la palabra de Dios sobre qué es un deber, me di cuenta que esta forma de verlo era completamente absurda. Las palabras de Dios dicen: “¿Qué es el deber? Es un encargo que Dios les ha hecho a las personas, es parte de la obra de la casa de Dios, y es una responsabilidad y obligación que debería ser cargada por cada uno de los escogidos de Dios. ¿Es el deber una especie de iniciativa? ¿Es un asunto familiar personal? ¿Es acertado decir que una vez que te han encargado un deber, este se convierte en tu asunto personal? Este no es el caso en absoluto. Entonces, ¿cómo debes cumplir con tu deber? Actuando en concordancia con las exigencias, las palabras y los estándares de Dios, y basando tu comportamiento en los principios de la verdad en lugar de en unos deseos humanos subjetivos. Algunas personas dicen: ‘Una vez que se me ha encargado un deber, ¿acaso no es asunto mío? Mi deber es mi responsabilidad, ¿no es entonces asunto mío ese encargo? Si gestiono mi deber como un asunto propio, ¿no significa eso que lo haré bien? ¿Lo haría bien si no lo tratara como un asunto propio?’. ¿Son estas palabras acertadas o equivocadas? Son equivocadas, no están en consonancia con la verdad. El deber no es un asunto tuyo particular, es asunto de Dios, pertenece a Su obra, y debes hacer lo que Dios te pide; solo cumpliendo con tu deber con un corazón de obediencia a Dios puedes estar a la altura del estándar. Si siempre cumples con tu deber según tus propias nociones e imaginaciones, y según tus propias inclinaciones, así nunca vas a estar a la altura del estándar. Cumplir siempre con tu deber como te da la gana no es cumplir con tu deber, porque eso que haces no está en el ámbito de gestión de Dios, no es la obra de la casa de Dios. En vez de eso, vas por tu cuenta, haces tus propias tareas, y por tanto no es algo que Dios recuerde” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios de la verdad es posible cumplir bien con el deber). La palabra de Dios explica con claridad la definición de deber. Un deber es la confianza y la comisión de Dios a la gente. Cuando aceptamos un deber, aceptamos una responsabilidad y una obligación. En el proceso de cumplir nuestros deberes, deberíamos buscar la voluntad de Dios y cumplir nuestros deberes según los principios de la verdad. Solo así practicamos de acuerdo con la voluntad de Dios. Como líder de iglesia, todos los aspectos del trabajo de la iglesia, incluyendo la organización o la transferencia del personal, el seguimiento y la solución de los variados problemas en el trabajo, y la supervisión del trabajo de otros colaboradores, eran mi responsabilidad y cosas que debería haber hecho. Pero yo creí que hacer bien mi trabajo era sobrepasarme. Pensaba que ocuparme de mi trabajo y asumir más responsabilidad era hacer demasiado, ofendería a la gente y afectaría mi relación con mis colaboradores. No consideraba que cumplir me deber y practicar la verdad eran cosas positivas. Por el contrario, sentía que al practicar la verdad, dañaría mis propios intereses. Mi idea era muy ridícula. Estaba a merced de esta visión errónea, era incapaz de tratar mi deber de modo adecuado, y para nada consideraba la voluntad de Dios. Cuando vi a falsas líderes en la iglesia, no me atreví a decirlo ni mencionarlo, y no me animé a hacer seguimiento del trabajo como debería. Cuidaba mi relación con mis colaboradores y mi posición de líder. ¡No cumplía con mi deber en absoluto! Como mi intención en mi deber estaba equivocada, practicar la verdad se convirtió, en mi mente, en sobrepasarme, y usé esto como excusa para no hacer trabajo práctico. ¡Era muy maliciosa!
También me di cuenta de que cuando juzgaba si la hermana Chen era apta para ser supervisora, me preocupaba que, si proponía destituirla, mis colaboradores pensaran que yo era demasiado arrogante y que quería remplazar a cualquiera que creyera que no era apto, sin darle una oportunidad de arrepentirse. En este tema, no solo obedecía filosofías satánicas, no podía distinguir entre ser arrogante y adherirse a los principios de la verdad. Leí en la palabra de Dios: “Si, siempre que tienes una idea u opinión, afirmas ciegamente que es correcta y es lo que hay que hacer, eres arrogante y santurrón. Si tienes una idea u opinión que crees que es correcta, pero no tienes plena fe en ti mismo y puedes asegurarte mediante la búsqueda y la comunión, eso no es ser santurrón. Obtener el asentimiento y la aprobación de todos antes de llevarla a cabo es la forma racional de actuar” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él). “Si estás seguro de que algo que has descubierto es un problema, y que decir lo que piensas de ello sería beneficioso para el trabajo, pero no te atreves a atenerte a los principios, ¿de qué problema se trata? Si reparaste en que algo es un problema, ¿por qué temes atenerte a los principios? Se trata de una cuestión de carácter importante, y está relacionada con si amas la verdad y si tienes sentido de la justicia. Debes expresar tu opinión, aunque no sepas si es correcta. Si tienes una opinión o una idea, debes manifestarla y dejar que los demás la valoren. Esto te beneficiará y contribuirá a resolver el problema. Si piensas: ‘No me voy a involucrar. Si lo que digo es correcto, no recibiré el reconocimiento, y si es incorrecto, me tratarán. No merece la pena’. ¿Acaso no es eso egoísta y despreciable por tu parte? El hombre siempre está considerando sus propios intereses, y es incapaz de practicar la verdad. Eso es lo más difícil respecto a la gente. ¿No tenéis todos un gran número de tales filosofías de vida y argucias dentro de vosotros? Hay bastantes elementos de las filosofías de Satanás en todos vosotros, y hace tiempo que habéis sido invadidos por ellas. No es de extrañar, entonces, que la gente escuche sermones durante años sin entender la verdad, que su entrada en la realidad de la verdad sea lenta, y su estatura permanezca siempre tan baja. La razón es que esas cosas corruptas les estorban y perturban. ¿De qué vive el hombre cuando necesita practicar la verdad? Viven de estas actitudes corruptas, de nociones, imaginaciones y filosofías de vida, así como de dones. Al vivir según estas cosas, es muy difícil que el hombre se presente ante Dios, ya que su carga es demasiado grande y su yugo demasiado pesado. El hombre que vive según estas cosas está muy alejado de la verdad. Tales cosas te impiden entender la verdad y practicarla. Si no entiendes la verdad, no cabe duda de que tu fe en Dios no aumentará, y mucho menos tu conocimiento de Él. Esto es algo muy lamentable y aterrador” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?). Gracias a la palabra de Dios entendí que si tienes una idea o punto de vista, pero no buscas los principios de la verdad, no lo hablas o debates con todos, sino que decides a ciegas que tu idea es correcta, y quieres que los demás te obedezcan, eso es arrogancia. Si tus opiniones son erróneas, absurdas y no concuerdan con los principios de la verdad, pero siempre crees tener razón y no escuchas las opiniones de nadie más, eso también es arrogancia. Pero si buscas la verdad y decides que tus opiniones y acciones están de acuerdo con la verdad y que estás salvaguardando la obra de la iglesia, si puedes defender los principios sin que otros te limiten, eso es una manifestación del sentido de justicia y lealtad a Dios. Eso no es arrogancia. Además, si no estás segura de si lo que piensas es correcto, también hay un principio de práctica: di lo que piensas para que todos puedan hablar, discernir y descubrir cómo hacer las cosas adecuadamente. Las hermanas Zhang y Chen no eran líderes novatas con desviaciones menores en sus deberes que merecían oportunidades, ayuda y apoyo. Hacía mucho tiempo que eran líderes. Además, su aptitud era pobre, no hacían trabajo práctico y no podían solucionar ninguno de los problemas es su trabajo. Tales personas son falsas líderes. Identificar falsos líderes y remplazarlos a tiempo es defender la obra de la iglesia y actuar de acuerdo con los principios. No es arrogancia ni negarles una oportunidad groseramente. Vi con claridad que había problemas con las dos líderes, pero como temía que mis colaboradores dijeran que era arrogante, no me atreví a defender mis opiniones. Obedecía filosofías satánicas, era complaciente y no practicaba la verdad, miraba con impotencia mientras se retrasaba el trabajo y no hacía nada al respecto. Tenía el título de líder, pero no hacía trabajo real. Era una verdadera falsa líder. Dios odia y detesta lo que hice. Mi destitución fue, por completo, la justicia de Dios, y también fue Su salvación para mí. Le agradecí mucho a Dios en mi corazón, y lamenté profundamente lo que hice. Oré a Dios: “Dios, solía obedecer filosofías satánicas. Una y otra vez, traicioné la verdad y no cumplí Tu voluntad. Deseo arrepentirme. Por favor, guíame para que practique la verdad y proteja la obra de la iglesia”. De repente, cuando mi actitud hubo cambiado, mis hermanos y hermanas volvieron a elegirme líder y me animaron a cumplir bien mi deber. Estaba muy conmovida, y muy agradecida porque Dios me diera otra oportunidad.
Después, busqué una senda de práctica para mis propios problemas y leí un pasaje de las palabras de Dios: “Si tienes las motivaciones y la perspectiva de una ‘persona agradable’, entonces, en todos los asuntos, serás incapaz de practicar la verdad y acatar los principios, y fracasarás y caerás siempre. Si no despiertas y no buscas nunca la verdad, entonces eres un incrédulo, y nunca obtendrás la verdad y la vida. Así pues, ¿qué deberías hacer? Cuando te enfrentes con esas cosas, debes clamar a Dios en oración, suplicando salvación y pidiéndole que te otorgue más fe y fuerza para permitirte acatar los principios, que hagas lo que debas hacer, manejes las cosas de acuerdo con los principios, te mantengas firme, protejas los intereses de la casa de Dios y evites que entre algo perjudicial en la obra de la casa de Dios. Si puedes abandonar tus propios intereses, tu reputación y tu punto de vista de una ‘persona agradable’ y si haces lo que debes hacer con un corazón honesto e íntegro, entonces habrás derrotado a Satanás y habrás ganado este aspecto de la verdad. Si siempre vives según la filosofía de Satanás, manteniendo tus relaciones con los demás y nunca practicando la verdad, sin atreverte a acatar los principios, ¿podrás entonces practicar la verdad en otros asuntos? No tendrás fe ni fuerza. Si nunca eres capaz de buscar o aceptar la verdad, entonces ¿esa fe en Dios te permitirá obtener la verdad? (No). Y si no puedes obtener la verdad, ¿puedes ser salvado? No puedes. Si siempre vives según la filosofía de Satanás, totalmente desprovisto de la realidad de la verdad, entonces nunca podrás ser salvado. Debe quedarte claro que obtener la verdad es una condición indispensable para la salvación. ¿Cómo, entonces, puedes obtener la verdad? Si eres capaz de practicar la verdad, si puedes vivir según ella, y si esta se convierte en la base de tu vida, entonces obtendrás la verdad y tendrás vida, y así serás uno de los que se salven” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a buscar la verdad). Gracias a la palabra de Dios entendía que al ser complaciente, cuidar mi relación con otros y no atreverme a defender los principios de la verdad y salvaguardar la obra de la iglesia, la esencia de mis acciones era proteger mis intereses personales a costa de los intereses de la iglesia. Esto era una ofensa contra Dios y una traición a Él. Si no me arrepentía y buscaba la verdad para resolver mis problemas, al final, sin dudas sería rechazada y descartada por Dios. Al mismo tiempo, hallé una senda de práctica. Cuando suceden cosas y debemos empezar a proteger nuestros intereses, deberíamos orar y ampararnos en Dios, pedirle que nos dé fuerza, abandonar la carne, sostener los principios de la verdad y concentrarnos en los intereses de la iglesia. En el proceso de practicar así, con el esclarecimiento del Espíritu Santo, entendemos más de la verdad, crece nuestra decisión de practicar la verdad, y nuestras actitudes satánicas ya no pueden someternos, por lo que podemos vivir con un poco más de libertad. Decidí que, desde ahora, ya no mantendría mi relación con otros en mi deber, y en cuestiones de principios, debo practicar la verdad para salvaguardar la obra de la iglesia.
Después de un tiempo, descubrí que los resultados del riego en la iglesia que supervisaba la hermana Wang eran pobres, y que la asistencia a las reuniones de los recién llegados era irregular. Supe que la hermana Wang no hacía trabajo práctico, Rara vez solucionaba los problemas y dificultades de los recién llegados, y casi nunca hacía seguimiento y sabía del trabajo del personal de riego. También había miembros del personal de riego que tenían mala humanidad, que solían salir del paso, hacían trampas y eran maliciosos en sus deberes, y ella no los destituyó a tiempo. Sabía muy bien que la hermana Wang ya no podía ser la supervisora. Pero pensé: “La hermana Wang solía ser mi compañera. Si se entera de que la investigué y de que quiero destituirla, ¿qué pensará de mí? ¿Pensará que soy muy despiadada?”. Me di cuenta de que, otra vez, buscaba cuidar mi relación con la gente. Oré a Dios y le pedí que me diera fuerza para que pudiera defender los principios de la verdad y salvaguardar la obra de la iglesia. Después, hablé con los colaboradores sobre mi idea de destituir a la hermana Wang. La hermana Liu dijo: “La hermana Wang ha supervisado el trabajo de riego por un tiempo y tiene algo de experiencia en el trabajo. Si la destituyes, será difícil hallar un remplazo adecuado enseguida”. Pero esta vez, defendí mi opinión y no cedí. A la vez, informé de esta cuestión a los líderes superiores, y tras su enseñanza y análisis, destituyeron a la hermana Wang de su puesto. Gracias a mi experiencia, me di cuenta de que quienes obedecen filosofías satánicas solo pueden ser despreciables y crueles. Dañan la obra de la iglesia, y además hacen que Dios los odie y los deteste. Practicar la verdad y las palabras de Dios pueden aportarnos verdaderas liberación y libertad.