36. El regreso del hijo pródigo
Nací en un pequeño pueblo del sur de China, en el seno de una familia de creyentes que se remonta a la generación de mi bisabuela paterna. Las historias bíblicas, los himnos de alabanza y la música sagrada que se tocaba en la iglesia fueron compañía constante durante los días felices de mi infancia. Cuando empecé a cumplir años y aumentó la presión académica, mi corazón comenzó a alejarse lentamente del Señor. Sin embargo, Él nunca me abandonó; cada vez que se lo pedía, el Señor me ayudaba. La gracia y el santo nombre del Señor Jesús estaban arraigados profundamente en mi corazón. Me viene a la memoria el año en que hice el examen de acceso a la universidad, cuando nadie pensaba que aprobaría y accedería a una de las buenas, incluidos mis maestros. Tras sufrir un golpe tras otro, casi perdí toda esperanza, y pensé también que nunca sería capaz de acceder a la universidad que yo quería. Pero entonces me vino algo a la mente, una frase que oí en la iglesia cuando era pequeña: “Donde el hombre termina, Dios comienza”, y al instante sentí que había sido esclarecida. Sabía que era lo correcto: donde alcanzo mi límite, es donde Dios comienza. Las capacidades del Señor son grandiosas, y yo creía que mientras me apoyara de verdad en el Señor, sin duda Él me ayudaría. Y así, empecé a orar al Señor Jesús a menudo: “Oh, Señor, por favor, ayúdame. Si puedo acceder a la universidad de mis sueños sin apuros, de ahora en adelante prometo no distanciarme nunca de Ti y aceptarte como mi único Salvador en esta vida”. A la vez que oraba, también estaba pagando un precio inconcebible para la mayoría de la gente; pasé el último año de secundaria ensayando piano cuando no estaba comiendo o durmiendo. Ensayaba de 10 a 12 horas al día. No sabía de dónde venía esa fuerza que me sostenía, pero pensé que debía ser que el Señor escuchaba mis oraciones y me ayudaba en silencio. La gratitud al Señor creció en mi corazón. Al final, mi anhelado deseo se cumplió; pasé la prueba de acceso a uno de los mejores conservatorios del país, y por ese motivo creí firmemente que el Señor Jesús era mi único Salvador. El último año de universidad no sabía qué camino debía tomar después de graduarme, así que llamé al Señor Jesús y le pedí que me mostrara el camino, que me abriera uno. En 2004, poco después del ataque terrorista del 11 de septiembre en los Estados Unidos, prácticamente todos los visados de entrada estaban bloqueados, pero para mi sorpresa me concedieron una beca completa para una universidad en los Estados Unidos, tras presentarles un cedé que grabé yo misma profesionalmente. Conseguí un visado de estudiante sin ningún problema y me fui a Estados Unidos para continuar mis estudios. Estas dos experiencias, el acceso a la universidad y marcharme al extranjero, me demostraron que el Señor me había ayudado a hacer realidad sueños que nunca hubiera podido lograr por mi cuenta. Me convencí aún más firmemente de que el Señor Jesús es el verdadero Dios, Él es mi Salvador y he de practicar adecuadamente la fe en el Señor y seguirle.
Un día de 2007, llamé a mi madre a China para charlar, como hacía a menudo. Cuando contestó, me dijo sin rodeos: “¿Sabías que el Señor Jesucristo ya ha regresado?”. Al oírla decir esto me sobrevino una sensación de agradable sorpresa, pero inmediatamente pensé que en la Biblia dice que en los últimos días aparecerán falsos cristos, así que no sabía si esto de que el Señor había regresado era verdad o mentira. Era consciente de que tenía que abordarlo con precaución. Hoy en día, internet es muy rápido y práctico, así que pensé que debería conectarme para comprobarlo. Eso hice tras colgar el teléfono, sintiendo como si estuviera flotando en el aire, con la intención de encontrar una fuente de información fiable. Para mi sorpresa, lo único que encontré fueron voces de protesta blasfemando y condenando el regreso del Señor Jesús, Dios Todopoderoso. No entendía si aquello era cierto o falso, pero me causó temor e intranquilidad, me asustaba que mi madre no tuviera discernimiento sobre el bien y el mal y tomara el camino equivocado. La llamé enseguida para contarle todas las cosas malas que había leído en la red, pero mi madre permaneció muy tranquila y me consoló diciéndome: “Hija mía, no has leído las palabras de Dios Todopoderoso, así que no las entiendes y llevaría mucho tiempo explicártelas, pero no te preocupes, no voy por el camino equivocado. De hecho, estoy siguiendo las huellas del Cordero. No hablemos más de esto por teléfono”. Yo sabía que China está gobernada por una dictadura atea, y que el Gobierno del PCCh siempre anda persiguiendo y arrestando a los cristianos, así que no era bueno que mi madre discutiera nada relacionado con la fe por teléfono. No me atreví a hablar mucho del tema con ella, así que llamé a un pastor de China que conocía bien para pedirle ayuda, rogándole que fuera a “rescatar” a mi madre. Cuando el pastor me dio la noticia de que no había podido hacerla volver al redil, me enfadé tanto que prácticamente perdí la cabeza. Después de aquello, en un intento de interponerme en el camino de la fe de mi madre en Dios Todopoderoso, hasta le dije que debía elegir entre yo y su fe en Él. Después de decirle aquello, tuve el mismo sueño durante tres noches seguidas. Era una noche muy, muy oscura, llovía torrencialmente y yo llevaba un paraguas negro y caminaba a lo largo de una costa que una vez fue familiar. No había ni una sola persona alrededor, y de repente un relámpago tan brillante como el día impactaba en mi paraguas… Cada vez que tenía ese sueño me despertaba asustada y con sudores fríos, pero como era tan insensible, ignorante y terca, no hacía el más mínimo esfuerzo por buscar y orar, por averiguar por qué seguía teniendo ese sueño: ¿Me advertía el Señor que me alejara de un camino de oposición a Dios y, en cambio, regresara a Él? Más tarde me di cuenta de que no importaba que tratara de persuadir a mi madre, todo era inútil. Además, me encontraba en un lejano país extranjero y llevaba una vida muy ocupada, así que dejé de intentar obligarla.
En 2010, cuando regresé a China, mi madre me expuso su fe en Dios Todopoderoso. Parecía saber exactamente lo que estaba pensando, y me preguntó sin rodeos: “Sabes que llevo creyendo en Dios Todopoderoso varios años, ¿te parece que hay algo extraño en mí, alguna de esas cosas que dicen en internet?”. Su pregunta me dejó perpleja y no se me ocurrió una respuesta inmediata. Al pensarlo bien, me di cuenta de que las cosas que decían en internet y me causaban pavor no le habían sucedido a mi madre; ella era muy normal y estaba ilesa, delante de mí. De hecho, fui consciente de que había cambiado más desde que obtuvo la fe en Dios Todopoderoso que tras comenzar a creer en el Señor Jesús. No solo se había vuelto más racional en sus palabras y acciones, sino que también había adquirido una mayor comprensión en su enfoque de las cuestiones. Ante todo esto, pensé: parece que los rumores en la red no son ciertos, los hechos hablan más fuerte que las palabras. Mi madre me dijo: “¿Por qué no crees a tu madre y observas los hechos en vez de creer los rumores de internet? ¿Has investigado y recabado pruebas respecto a esas cosas?”. Avergonzada, le respondí: “No lo he hecho”. Ella continuó: “No has investigado para averiguar si son rumores, sino que te has creído todo lo que has leído y has llegado a una conclusión precipitada. Debería darte vergüenza ser tan culta pero tan poco razonable. Has de examinar atentamente los cuatro evangelios para darte cuenta de que cuando el Señor Jesús estaba llevando a cabo Su obra, los sacerdotes, escribas y fariseos judíos inventaron toda clase de rumores y falsos testimonios. Dijeron que el Señor Jesús era amigo de los pecadores, que era un hombre que abusaba de la comida y el alcohol, y lo acusaron falsamente de incitar al pueblo a dejar de pagar impuestos al César. Incluso sobornaron a los soldados para que dieran falso testimonio, les hicieron decir que los discípulos del Señor habían robado Su cuerpo y Él no había resucitado. ¿Seguro que conoces estos temas? Lo que los cuatro evangelios registran es solo una pequeña parte de la obra llevada a cabo por el Señor Jesús, y contienen testimonios escritos a partir de los muchos rumores que los líderes judíos difundieron sobre el Señor Jesús. ¿Has pensado en eso antes? Si internet hubiera existido en aquella época, los sacerdotes, escribas y fariseos judíos sin duda habrían difundido sus rumores y falsos testimonios en la red, y sus palabras que calumniaban, blasfemaban, incriminaban y condenaban al Señor Jesús habrían inundado internet, como hacen ahora las del mundo religioso que condenan a Dios Todopoderoso. ¿Sabes lo que esto significa? El Señor Jesús dijo: ‘Esta generación es una generación perversa’ (Lucas 11:29). ‘Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas.Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas’ (Juan 3:19-20). Dios Todopoderoso dijo: ‘La humanidad, después de que Satanás la corrompiera, perdió su corazón temeroso de Dios y la función propia de las criaturas de Dios, convirtiéndose en un enemigo desobediente a Dios. Entonces la humanidad vivió bajo el campo de acción de Satanás y siguió sus órdenes […]’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). ‘La creación que hizo Dios del mundo se remonta a miles de años. Él ha venido a la tierra a realizar una cantidad inconmensurable de obra y ha experimentado plenamente el rechazo y la difamación por parte del mundo humano. Nadie celebra la llegada de Dios; lo reciben con frialdad. A lo largo de estos varios miles de años de dificultades, la conducta del hombre ha lastimado a Dios muy profundamente’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (4)). La palabra de Dios revela muy claramente la naturaleza y esencia de la oposición de la humanidad corrupta a Dios y cómo esta lo trata como a un enemigo. La humanidad ha sido profundamente corrompida por Satanás, y toda ella se ha convertido en enemiga de Dios, nadie ama la verdad ni da la bienvenida a Su llegada. Cuando el Señor Jesús estaba en Judea obrando y expresando la verdad, Él obró muchos milagros, mucha gente corriente se sintió atraída a seguirlo, y a los líderes judíos les preocupó que todo el mundo fuera a seguir al Señor Jesús y los abandonara a ellos. Así que inventaron rumores y dieron falso testimonio sobre el Señor Jesús, se opusieron frenéticamente y lo condenaron, y finalmente lo crucificaron. Esta es una evidencia irrefutable de que la humanidad corrupta odia la verdad y ve a Dios como el enemigo. Ahora Dios se ha hecho carne una vez más, y de nuevo se encuentra con la frenética oposición y condena de los seres humanos corruptos. El Gobierno del PCCh teme que el pueblo siga a Dios Todopoderoso y obtenga discernimiento sobre su esencia malvada, que entonces lo rechace y pierda así su posición de poder. Los líderes del mundo religioso también temen que los creyentes sigan a Dios Todopoderoso y entonces pierdan su estatus y sustento. Así que, al igual que el régimen romano y los líderes judíos de aquella época, adoptan tácticas despreciables y maliciosas, se inventan toda clase de rumores y dan muchos testimonios falsos sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso, para calumniarlo y condenarlo y desacreditar a Su iglesia. Su meta es hacer que la gente se levante y condene y rechace las palabras y la obra de Dios Todopoderoso, e interponerse en el camino de las personas que reciben la salvación de Dios. ¡Debemos tener discernimiento respecto a los trucos de Satanás! El Gobierno del PCCh es un régimen ateo y satánico que siempre ha sido enemigo de Dios. Cuando llegó al poder, destruyó copias de la Santa Biblia, demolió iglesias, masacró a cristianos e incluso consideró la Santa Biblia, una obra reconocida en todo el mundo, como literatura de secta, y a los protestantes y católicos como miembros de una secta malvada, con el fin de reprimirlos y perseguirlos. Comete todas las fechorías imaginables, así que, ¿cómo no iban a inventar rumores de todo tipo? Los hechos muestran que tanto el Gobierno del PCCh como los líderes del mundo religioso son demonios satánicos que odian la verdad y son enemigos de Dios. Esto es algo que debemos ver claramente. Somos personas de fe: debemos creer en la palabra de Dios y en la verdad. En absoluto debemos creer los rumores y mentiras del Gobierno del PCCh y los líderes del mundo religioso. Si carecemos de discernimiento sobre los rumores difundidos por el Gobierno del PCCh y el mundo religioso, si no buscamos e investigamos la palabra y la obra de Dios Todopoderoso, entonces acabaremos siendo como el pueblo corriente judío, abandonaremos a Cristo y rechazaremos el camino verdadero, engañados por los rumores que oímos. De tal manera, no solo nos perderíamos la salvación de Dios, sino que al final también nos encontraríamos con Su justo castigo por oponernos a Él”.
Mientras escuchaba lo que mi madre decía, me sentía como si estuviera despertando de un sueño y debía reflexionar: “Tiene razón. ¿Por qué creí ciegamente en esas cosas negativas en la red sin leer la palabra de Dios Todopoderoso ni estudiar nada? Este mundo ha sido tan corrompido por Satanás que está lleno de mentiras y engaños; hay tanta perfidia por todas partes que en realidad no podemos protegernos de ella. No investigué de ninguna manera la información en la red, me limité a creerla ciegamente. Repetí lo que decían todos los demás y llegué a una conclusión arbitraria. ¿acaso no fue algo increíblemente descuidado e ignorante por mi parte? ¿No era eso seguir a los malvados y hacer juicios arbitrarios?”. Al ver que no decía ni una palabra, mi madre me dio una copia de La Palabra manifestada en carne y me dijo con calma: “Este libro contiene palabras pronunciadas por Dios en los últimos días. Espero que puedas dejar de lado tus nociones y las examines detenidamente. Hazme cualquier pregunta que se te ocurra para que podamos comunicar sobre ello juntas”. Acepté el libro y empecé a leerlo sin decir palabra. Pero no lo leía con la actitud de buscar la verdad. En cambio, tenía la mentalidad de un investigador, quería medir y verificar las palabras de Dios contra mi propio conocimiento personal, e incluso quería refutarlas. Precisamente a causa de mi actitud irreverente y contraria a las palabras de Dios, no pude alcanzar la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, hasta el punto de que durante ese tiempo no llegué a conocer la obra de Dios Todopoderoso. Pero incluso así, continué aferrándome a mis nociones erróneas y no quise aceptar la nueva obra de Dios. Lo hablé con mi madre: “Mamá, antes me creía todos los rumores que veía en la red, y trataba de impedir que creyeras en Dios Todopoderoso, pero en realidad yo era la ciega e ignorante. De ahora en adelante, no me opondré a tu fe en Dios Todopoderoso, pero de ninguna manera puedo orar contigo en nombre de Dios Todopoderoso, porque invoqué el nombre del Señor Jesús para acceder a la universidad de mis sueños y recibí una beca completa para continuar mis estudios en el extranjero. He recibido una gracia muy grande, ¿cómo iba a abandonar al Señor Jesús? ¿Acaso no sería una desagradecida, una traidora?”. Mi madre me dio a leer un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso que trataba sobre esta noción mía: “Desde la obra de Jehová a la de Jesús, y desde la de Jesús a la de la etapa actual, las tres etapas cubren la totalidad de la amplitud de la gestión de Dios, y todas ellas son la obra de un mismo Espíritu. Desde que creó el mundo, Dios siempre ha estado obrando para gestionar a la humanidad. Él es el principio y el fin, el primero y el último, y aquel que inicia una era y quien lleva la era a su fin. Las tres etapas de la obra, en diferentes eras y distintos lugares, han sido llevadas a cabo con seguridad por un solo Espíritu. Todos los que separan estas tres fases se oponen a Dios. Ahora, debes entender que toda la obra desde la primera etapa hasta hoy es la obra de un Dios, un Espíritu, y de esto no cabe la menor duda” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)). Posteriormente, compartió esta comunicación conmigo: “Piensas que aceptar el nombre de Dios Todopoderoso es traicionar al Señor Jesús, pero eso proviene enteramente de tus propias nociones e imaginaciones. De hecho, Jehová Dios, el Señor Jesús y Dios Todopoderoso son un solo Dios. En la Era de la Ley, a Dios se le llamaba por el nombre de Jehová; Él promulgó leyes para guiar la vida de la humanidad en la tierra e hizo que el hombre cumpliera Sus leyes y mandamientos con el fin de refrenar y guiar a la humanidad. Hacia el final de la Era de la Ley, la humanidad había sido corrompida por Satanás hasta el punto de que ya no podía cumplir con las leyes, y toda la humanidad vivía bajo la condena y maldición de la ley. Dios se hizo carne usando el nombre de Jesús para llevar a cabo la obra de la Era de la Gracia, y para redimir a la humanidad fue clavado en la cruz como una eterna ofrenda por el pecado del hombre. Desde entonces, mientras nos presentemos ante Dios para confesar nuestros pecados y arrepentirnos, Él nos absolverá de nuestros pecados y ya no seremos condenados o maldecidos por la ley. Además de eso, también recibimos las ilimitadas bendiciones y la misericordia del Señor. Sin embargo, aunque se nos pueden perdonar nuestros pecados y podemos disfrutar de la abundante gracia del Señor Jesús, nuestra naturaleza pecaminosa y carácter corrupto no han sido eliminados. Todavía vivimos en un círculo vicioso de cometer pecados y luego confesarlos, incapaces de liberarnos. En los últimos días, Dios ha vuelto a hacerse carne como Dios Todopoderoso para expresar las verdades que juzgarán y purificarán al hombre. Esto permite al hombre llegar a un entendimiento de la verdad y obtenerla a través del juicio de Dios, así nos despojamos de nuestro carácter satánico y corrupto, somos purificados completamente por Dios y vivimos una verdadera semejanza humana. De esta manera, al final el hombre puede llegar a ser apto para heredar la promesa de Dios y ser llevado a Su reino. Así que, el Señor Jesús y Dios Todopoderoso son las encarnaciones de Dios en diferentes eras, y son un solo Dios”.
Su comunicación era razonable y no podía refutarle nada, pero mis ideas seguían siendo diferentes, así que le contesté inmediatamente: “Ya que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado, entonces da igual si lo llamo por el nombre de Jesús o por el de Dios Todopoderoso. De cualquier manera, Él es el Dios que otorga la gracia”. Mi madre respondió: “Jehová Dios, Señor Jesús y Dios Todopoderoso son un solo Dios, eso es indudablemente cierto, pero debemos entender una verdad: Dios lleva a cabo diferentes tipos de obra según Su nombre en cada era. Es como cuando en la Era de la Ley Dios usaba el nombre Jehová para llevar a cabo la obra, la gente oraba en el nombre de Jehová y Dios escuchaba y bendecía al hombre. Entonces, en la Era de la Gracia Dios usó el nombre del Señor Jesús para llevar a cabo la obra, y entonces la gente debía orar en el nombre de Jesús, sino sus pecados no serían perdonados ni recibirían la gracia y las bendiciones del Señor. Como los israelitas que clamaron por Jehová Dios en el templo no tenían la presencia de Dios, no obtuvieron la salvación del Señor Jesús porque no aceptaron Su nombre. Ahora estamos en la Era del Reino y Dios está usando el nombre de Dios Todopoderoso para llevar a cabo nuevas obras. Solo orando en el nombre de Dios Todopoderoso puedes recibir la obra del Espíritu Santo y alcanzar la salvación de Dios. Si te aferras al nombre de Jesús y no aceptas el nombre de Dios Todopoderoso, entonces en realidad estás creyendo en la obra pasada de Dios y oponiéndote a Su obra actual, lo que básicamente implica oponerse y traicionar a Dios. La Santa Biblia dice: ‘Tienes nombre de que vives, pero estás muerto’ (Apocalipsis 3:1). Solo aceptando el nuevo nombre de Dios y sometiéndonos a Su palabra y obra actuales poseeremos la realidad de creer en Dios. ¿Entiendes lo que digo?”.
Todo lo que decía mi madre me parecía sensato y práctico, pero en mi corazón seguía sin poder dejar de lado el nombre de Jesús porque el Señor me había concedido una gracia muy grande. Todo lo que ahora poseo me ha sido concedido por el Señor Jesús, y no podía renunciar a mi promesa original: practicar adecuadamente mi fe en el Señor y seguirlo. Y a consecuencia de ello, continué rechazando el evangelio de Dios Todopoderoso.
Cuando terminaron las vacaciones de verano y regresé a los Estados Unidos, mis ocupados estudios y la vida acelerada me llevaron rápidamente de vuelta al mundo “real”. Cada vez que acudía a los servicios religiosos, me daba cuenta de que ninguno de los sermones contenía nada nuevo, daba igual que fuera un pastor de una iglesia china o de una de habla inglesa. Todo era la misma vieja retahíla de siempre. La vida en la iglesia era tediosa y me parecía que no estaba recibiendo ningún sustento en mi vida. En un esfuerzo por aferrarse a su rebaño, los colaboradores de la iglesia organizaban con frecuencia viajes, salidas, fiestas y otras actividades para que todos participáramos. Había todo tipo de gente dentro de la iglesia, incluidas muchas personas que no eran realmente devotos buscadores, sino más bien gente a la caza de un novio o novia, un compañero de cuarto, alguien con quien viajar o salir a comer, etc., y me di cuenta de que la iglesia ya no era un lugar donde podía hallar paz en mi mente. Aquello me llenó de dolor y tristeza. Más tarde dejé de participar en los servicios, pero me encontraba en un constante estado de ansiedad. Me sentía como una niña desesperada que había perdido el rumbo y solo vagaba aturdida por la vida.
Después de dar a luz a un hijo en 2014, el conflicto entre mi marido y yo se intensificó porque no tenía leche materna para alimentar a nuestro hijo. Cuando llegaba a casa del trabajo todos los días, lo primero que salía de su boca era: “¿Cómo es que no tienes todavía? Sin leche materna, la inmunidad de mi hijo se verá comprometida”. Esa fue la primera vez que tuve tal sensación de incompetencia; me sentía como si no fuera adecuada para ser madre. Acudí a médicos occidentales y chinos, e incluso busqué remedios caseros en internet, pero nada me ayudó a producir leche. Me sentía herida, triste y enfadada, como si estuviera al borde de un ataque de nervios, y me pareció que si aquello seguía así, perdería pronto la cabeza. Pasé toda mi convalecencia después del parto con el rostro humedecido por las lágrimas, y no entendía de ninguna manera por qué me estaba pasando aquello. A menudo me invadía un pánico indescriptible, y me bastaba con oír palabras como “leche materna” o “alimentación” para estallar de inmediato en sollozos, completamente incapaz de controlarme.
Cuando mi madre se enteró de la difícil situación en la que me encontraba, cruzó el océano para cuidarme. Al ver lo mucho que sufría, me dijo: “¿Has pensado alguna vez por qué hay cada vez más oscuridad en tu vida, por qué está cada vez más llena de sufrimiento? Es porque crees en Dios pero no buscas la verdad. El Señor ha regresado, pero no buscas ni investigas. En vez de eso, te aferras ciegamente a tus propias nociones e imaginaciones, te limitas a seguir lo que dicen los demás y juzgas arbitrariamente la nueva obra de Dios. ¡Eso es oponerse a Dios! No aceptas Su nueva obra, así que has perdido Su cuidado y protección. Vives bajo el dominio de Satanás, y eso solo puede causarte aflicción y permitir que Satanás juegue contigo, llenando tu vida de cada vez más sufrimiento”. Al oír a mi madre decir esas palabras, me sumí en el silencio. En los días siguientes, cada vez que mi madre dejaba dormido a mi hijo, me ponía algunos himnos de las palabras de Dios para que los escuchara. Sucedió algo maravilloso: mi mente, de manera inesperada, comenzó a encontrar lentamente la paz junto con la música de aquellos himnos. Una vez, escuché uno que decía: “[…] el corazón y el espíritu del hombre están muy alejados de Dios, al punto que el hombre sigue al servicio de Satanás, incluso al seguir a Dios, y aun así no lo sabe. Nadie busca activamente las huellas de Dios y Su aparición, ni nadie está dispuesto a existir bajo el cuidado y la custodia de Dios. En lugar de ello, desean depender de la corrosión de Satanás, el maligno, con el fin de adaptarse a este mundo y a las reglas de vida que sigue la malvada humanidad. A estas alturas, el corazón y el espíritu del hombre se han convertido en el tributo del hombre a Satanás y en su alimento. Además, el corazón y el espíritu humanos se han convertido en un lugar en el cual Satanás puede residir y en un patio de juegos apropiado. De esta manera, y sin darse cuenta, el hombre pierde su comprensión de los principios de ser humano y del valor y el significado de la existencia humana. Las leyes de Dios y el pacto entre Dios y el hombre gradualmente se desvanecen en el corazón del hombre y este no busca más a Dios ni le pone atención. Con el paso del tiempo, el hombre ya no entiende por qué Dios lo creó ni entiende tampoco las palabras que salen de la boca de Dios, ni todo lo que proviene de Él. Entonces, el hombre comienza a resistirse a las leyes y decretos de Dios, y su corazón y su espíritu se adormecen… Dios pierde al hombre que originalmente creó y el hombre pierde la raíz de su inicio. Este es la pena de esta raza humana” (‘El dolor de la humanidad corrupta’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Hasta el último verso de las palabras de Dios Todopoderoso se apoderó de mi corazón. Me di cuenta de que me hallaba precisamente en el estado descrito por las palabras de Dios, que había reconocido a Dios de palabra, pero en realidad mi corazón estaba completamente poseído por Satanás. Todos mis pensamientos y sentimientos trataban sobre asuntos de la carne, era lo único que buscaba, y el camino que seguía era el secular. En la Santa Biblia dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:6). “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4). Pensé que en ninguna de mis acciones había nada que se ajustara a la voluntad de Dios, sino que todas la contradecían por completo. Me presenté ante Dios y oré: “Oh, Dios, ahora estoy en esta situación porque aprecio mi carrera, mi identidad, mi matrimonio y otras cosas de este mundo, pues pienso que con ellas debe de ser suficiente. Simplemente no he buscado la verdad ni el conocimiento de Dios, hasta el punto de que cada vez que has llamado a la puerta de mi corazón y has expuesto la palabra de Dios y la verdad ante mis ojos, no la he atesorado. Cuando me enteré de que habías venido a llevar a cabo una nueva obra, me empeñé en ser obstinada y hacer juicios infundados. Era plenamente consciente de que había razón en las comunicaciones de mi madre, pero me aferré tercamente a mis propias nociones sin estudiar el verdadero camino. Oh, Dios, lo único que apreciaba era Tu gracia mientras rechazaba la verdad; ¡fui realmente terca y rebelde! Si todavía me concedes una oportunidad, estudiaré Tu obra lo mejor que pueda”. En ese momento no sabía si Dios escucharía ese tipo de oración, pero igualmente le seguí clamando a Dios de esta manera.
En abril de 2015 regresé a China con mi madre debido a un problema de salud, lo que me dio la oportunidad de ponerme en contacto con la Iglesia de Dios Todopoderoso. Pensé en cuánto me había esforzado y luchado en este mundo sin lograr la felicidad, y cómo dentro de la religión tampoco había podido encontrar la verdad que pudiera librarme de la oscuridad y el vacío en mi corazón. Tenía el fuerte sentimiento en mi corazón de que tal vez Dios Todopoderoso, a quien me había negado a aceptar una y otra vez, era el Jesús Salvador que me ayudó a pasar la prueba de acceso a la universidad y me llevó a los Estados Unidos. Cuando se me ocurrió esto, le dije a mi madre que quería participar en las actividades de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Al poco, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso vinieron a reunirse conmigo, y me di cuenta de que cuando se reunían lo que leían era la palabra de Dios, la verdad, y la verdad era lo que ponían en práctica. Daba igual lo que hicieran, las palabras de Dios servían como su norma y la verdad como su principio. No actuaban movidos por la carne ni tenían tratos seculares entre ellos. Me di cuenta de que la Iglesia de Dios Todopoderoso es la buena tierra de Canaán donde reina la verdad. Mi espíritu se llenó en aquel lugar, fui provista y mi corazón ya no estaba vacío; obtuve un sentimiento de plenitud.
Un día, en otra reunión con algunos hermanos y hermanas, la hermana Wang leyó este pasaje de las palabras de Dios: “El Todopoderoso tiene misericordia de estas personas que han sufrido profundamente. Al mismo tiempo, está harto de estas personas que carecen de conciencia, porque tuvo que esperar demasiado para obtener una respuesta por parte de los humanos. Él desea buscar, buscar tu corazón y tu espíritu, traerte alimento y agua para despertarte, de modo que ya no tengas sed ni hambre. Cuando estés cansado y cuando comiences a sentir algo de la lúgubre desolación de este mundo, no estés perdido, no llores. Dios Todopoderoso, el Vigilante, acogerá tu llegada en cualquier momento. Está vigilando junto a ti, esperando que des marcha atrás. Está esperando el día en el que recuperes la memoria de repente: cuando sean conscientes del hecho de que viniste de Dios, que, en un momento desconocido, te perdiste, en un momento desconocido, perdiste el conocimiento a un lado del camino y en un momento desconocido, adquiriste un ‘padre’. Además, te diste cuenta de que el Todopoderoso ha estado siempre vigilando en ese lugar, esperando durante mucho tiempo tu regreso” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El suspiro del Todopoderoso). Este pasaje de las palabras de Dios me conmovió profundamente. Sentí que Dios Todopoderoso era como una madre amorosa que llamaba a un niño perdido, expectante por que su hijo volviera algún día a su lado. Oí que esa era la voz del Señor. Me di cuenta de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que me ayudó una y otra vez a superar una crisis tras otra y no me abandonó en ningún momento del camino, sino que esperó paciente a que me diera la vuelta. Pensé en que creía en Dios pero no buscaba la verdad ni creía Sus palabras, sino lo que decían los rumores en la red y los pastores. Había entregado mi lealtad al enemigo, me había unido al Gobierno del PCCh y a los pastores de las comunidades religiosas para desacreditar y atacar a Dios, que había estado cuidando de mí día y noche. Había rechazado la salvación de Dios. Estaba realmente ciega, era una ignorante. Mi fe en Dios se seguía basando en mis propias nociones e imaginaciones; estaba convencida de que el Señor Jesús me había ayudado a acceder a la universidad y con Su guía hizo desaparecer los obstáculos para poder ir al extranjero a continuar mis estudios, por tanto debía permanecer siempre fiel al nombre del Señor Jesús, y solo aquello ya era devoción al Señor. Confié en mis nociones e imaginaciones, en mi visión de las cosas. Cuando Dios comenzó una nueva era y tomó un nuevo nombre, no reconocí la obra de Dios, y una y otra vez rechacé la salvación que me ofrecía. ¿Cómo iba a ser eso tener fe en Dios? ¿Acaso no era solo tener fe en uno mismo? Lo único que Dios me había dado era amor, pero yo le hice daño una y otra vez. Sabía que tenía una deuda muy grande con Él…
No cabía duda de que tenía que arrodillarme, y lloré amargas lágrimas mientras le oraba a Dios: “¡Oh, Dios Todopoderoso! He sido ciega e ignorante. Creí los rumores del Gobierno del PCCh y del mundo religioso; te abandoné y te condené, y me basé en mis propias nociones e imaginaciones para delimitarte. Rechacé Tu evangelio de los últimos días: soy un fariseo moderno. Según mi comportamiento y mis actos, debo ser destruida junto con Satanás pero, debido a Tu amor por mí, me has dado una oportunidad tras otra de arrepentirme. Oh, Dios, estoy dispuesta, al igual que el pueblo de Nínive, a acudir ante Ti “con cilicio y cenizas” para confesarte sinceramente mis pecados y arrepentirme, para rogarte que tengas misericordia de mí. Deseo cooperar contigo, y ser purificada y salvada mediante tu palabra”.
Después de aquello, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso se reunían conmigo tres veces a la semana. Así sucedió sin interrupciones durante más de cuatro meses. Durante ese tiempo leía varios pasajes de la palabra de Dios casi todos los días, y a medida que entendía cada vez más de la verdad, mi relación con Dios se fue tornando más apropiada y se restauró mi fe original. Sentía paz en mi corazón, ya no me sentía ansiosa o desolada. Leyendo las palabras de Dios Todopoderoso y reuniéndome para compartir la comunicación sobre la verdad, llegué a estar absolutamente segura de la obra de Dios en los últimos días, y de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús cuyo regreso había anhelado. Llegué a la determinación de seguir a Dios Todopoderoso hasta el final del camino, y de retribuir el amor de Dios siendo alguien que busca la verdad.
Regresé a los Estados Unidos en 2016, donde me puse en contacto con hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso a través de su sitio web y comencé a participar en actividades en su iglesia. ¡Demos gracias a Dios! Fue Dios quien me guio a cada paso del camino en el que estoy ahora. Para retribuirle a Dios Su amor, quiero ofrecer todas mis fuerzas para llevar a cabo la obra de difundir el Evangelio de Dios, para que más personas sedientas que buscan la verdad puedan saber que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado. También les diré que si siguen mi mal ejemplo, si creen ciegamente los rumores de Satanás y se oponen a Dios junto al maligno, al final los únicos que perderan son ellos.