Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios

Vamos a escuchar primero un himno de las palabras de Dios: “Sigue las palabras de Dios y no podrás perderte”.

1  Dios espera que podáis comer y beber solos, que siempre viváis en la luz de Su presencia y que, en vuestra vida, nunca os desviéis de Sus palabras; solo entonces podréis estar imbuidos de ellas. En toda palabra y acción, seguro que las palabras de Dios te guiarán hacia adelante. Si te acercas sinceramente a Dios hasta este punto y compartes constantemente con Él, nada de lo que hagas acabará siendo confuso ni te dejará desorientado. Desde luego, podrás tener a Dios a tu lado y actuar siempre de acuerdo con Su palabra.

2  Ante toda persona, acontecimiento o cosa a los que te enfrentes, la palabra de Dios se te aparecerá en cualquier momento y te guiará para que actúes con arreglo a Sus intenciones y sigas Su palabra en todo lo que hagas. La palabra de Dios te guiará para avanzar en cada uno de tus actos; nunca te descarriarás y podrás vivir en una nueva luz, con un esclarecimiento incluso mayor y más nuevo. No puedes reflexionar sobre lo que haces empleando conceptos humanos; debes someterte a la guía de las palabras de Dios, tener el corazón despejado, quedarte en silencio ante Dios y meditar más. No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero.

3  Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas.

La comunión de Dios  

Acabamos de reproducir el himno “Sigue las palabras de Dios y no podrás perderte”. Después de escucharlo, ¿habéis obtenido algo de luz o sendas de práctica? ¿De qué palabras recibisteis inspiración y luz? “Sigue las palabras de Dios y no podrás perderte”; ¿son correctas estas palabras? ¿Son la verdad? (Sí). ¿Qué líneas de este himno te parecen particularmente útiles para tus experiencias en la vida real? Empieza a leer desde la línea: “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero. Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas”). ¿Qué líneas de este fragmento ofrecen una senda de práctica? ¿Cuáles son principios de práctica para ocuparse de situaciones en la vida real que Dios ha transmitido al hombre? ¿Las encontráis? Todos los periódicos, revistas y libros varios que la gente lee tienen partes que consideran dignas de mención. ¿Qué partes son esas? Las que le importan a la gente, las que creen que son más relevantes y las que aportan información importante que necesitan conocer en sus vidas cotidianas. Por tanto, ¿qué partes de este pasaje de las palabras de Dios son dignas de destacar? ¿Qué partes presentan los requerimientos que Dios tiene de la gente? ¿Cuáles contienen los principios que Dios ha especificado para que las personas practiquen y se atengan a ellos cuando se enfrenten a situaciones en sus vidas cotidianas? ¿Podéis detectar cuáles son? (No muy bien). Volvedlo a leer. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero. Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas”). ¿Comprendéis el significado de todas las líneas de este pasaje? (Sí). Está escrito con palabras simples, fáciles de entender. No resulta abstracto. El significado literal de estas palabras es fácilmente comprensible, entonces ¿cuál es el principio que contienen? ¿Lo encontráis al leer estas palabras? ¿Qué es un principio? Siendo más generales, las palabras y las verdades de Dios son principios. Sin embargo, decirlo de esta manera suena bastante hueco e incluso un poco abstracto. Siendo más específicos, un principio es la senda y criterio de práctica que una persona debe tener cuando hace las cosas. Esto es lo que llamamos un principio. Así pues, ¿cuál es el principio en este pasaje? Para ser precisos, este pasaje contiene una senda de práctica. Dios ya les ha dicho a las personas cómo practicar y actuar cuando les suceden cosas. Lee este pasaje de nuevo y escucha atentamente las palabras. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero. Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas”). Todos habéis leído este pasaje tres veces. ¿Os ha causado alguna impresión? Tras leerlo tres veces, ¿sentís algo diferente a cuando escucháis esta canción sin prestar atención como soléis hacer? (Sí). En este pasaje, ¿qué principios de práctica encontráis y comprendéis? ¿Qué aspecto de la verdad presenta Dios aquí? Este aspecto de la verdad está relacionado con un principio de práctica, pero ¿cuál es aquí el principio exactamente? ¿De qué clase de problemas reales trata? La primera línea trata sobre un problema real, habla sobre cosas que no entendéis. Estas cosas que no entendéis incluyen problemas relacionados con la verdad, vuestra práctica, el cambio de carácter, problemas relacionados con vuestro ámbito de trabajo y los estados personales que experimentáis mientras cumplís con vuestro deber, además del problema de cómo discernir la esencia de las personas y asuntos semejantes. No cabe duda de que tales cosas ocurren a tu alrededor, y las has visto y oído. Sin embargo, no entiendes la esencia de estos problemas o la verdad sobre la que tratan, y menos aún conoces la senda de práctica y los principios que están involucrados. Naturalmente, tampoco sabéis las intenciones de Dios al respecto ni otras cosas del estilo. Cuando una persona no entiende, conoce o desentraña estas cosas, estas se convierten en sus mayores dificultades, y todas se han de resolver según las palabras de Dios. “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”. Hay muchas cosas que no entiendes, tanto en el mundo exterior como en la casa de Dios. Como no entiendes estas cosas, ¿qué debes hacer? Primero, debes buscar la verdad y ver qué se dice en la palabra de Dios y qué principios-verdad se pueden encontrar allí. Debes reflexionar a conciencia, leer las palabras de Dios varias veces. Primero, busca la realidad de la verdad, y luego entiende lo que Dios requiere de ti; luego, determina los principios para practicar la verdad; de ese modo, te resultará fácil entenderla. Este es el proceso de leer las palabras de Dios a fin de buscar la verdad. ¿Eres capaz de entender lo que acabo de decir? (Sí). Dios ha dispuesto tu entorno y a las personas, acontecimientos y cosas a tu alrededor. Por tanto, ¿cuál es la actitud de Dios hacia esto? La podéis ver en la palabra de Dios. Él dice que no te apures para hallar soluciones, que no te apresures a definir las cosas, a dictar veredictos ni emitir juicios. ¿Por qué lo dice? Porque aún no entiendes este acontecimiento que Dios ha dispuesto para ti. Cuando Dios te dice que no te apresures, ¿qué significa esto? Significa que este acontecimiento ha ocurrido, que Dios lo ha dispuesto ante ti y te ha colocado en este entorno, y la actitud de Dios está muy clara. Dios te dice: “No tengo prisa para que comprendas plenamente lo que ocurre en esta situación. No tengo prisa para que emitas inmediatamente un veredicto, saques tus conclusiones o propongas algún tipo de solución”. Este asunto no te resulta familiar y no lo entiendes, es algo que no te has encontrado antes, y una lección que no has aprendido aún. Además, no tienes conocimiento empírico ni formación al respecto, y no lo has experimentado antes en absoluto, así que Dios no tiene prisa en que elabores una respuesta. Alguna gente pregunta: “Ya que Dios dispuso este entorno, ¿por qué no tiene prisa para ver los resultados?”. En ello está también la intención de Dios. El objetivo de Dios al disponer los entornos no es que produzcas rápidamente un juicio teórico o saques una conclusión al respecto. Dios quiere que experimentes ese entorno y ese acontecimiento, y quiere que comprendas a las personas, los acontecimientos y las cosas que contiene, para que aprendas la lección de someterte a Dios. Una vez que hayas adquirido tal entendimiento y experiencia personal, este acontecimiento te resultará significativo, y tendrá una gran importancia y valor para ti. Al final, después de experimentar esto, lo que obtendrás no es una teoría, una noción, una figuración, un juicio o ni siquiera un conocimiento experimental o una lección resumida por el hombre, sino una experiencia personal, de primera mano, y un verdadero conocimiento de ello. Este conocimiento estará cerca de la verdad o concordará con ella. Al experimentar tales cosas, podrás ver que la actitud de Dios hacia el hombre es muy clara y se expresa de una manera fácil de comprender. Tal como Dios lo ve, no tiene ninguna prisa para que le proporciones o le des una rápida respuesta. Dios quiere que experimentes este entorno. Esta es Su actitud. Y ya que esta es la actitud de Dios, Él tiene un requerimiento y un estándar para el hombre. Este estándar es un principio que la gente debe practicar. ¿Qué es un principio de práctica? Es el enfoque, el método y los medios que empleas cuando te encuentras con un acontecimiento específico. Cuando entiendes la intención y la actitud de Dios respecto a un acontecimiento, debes poner en práctica los requerimientos de Dios. ¿Y qué exige Dios de ti? Dios dijo: “No te apures para hallar soluciones”. Esta frase tiene un trasfondo. Entonces, ¿por qué Dios le asigna tal requerimiento y estándar al hombre? ¿Tenéis claro este punto? Es porque eres una persona corriente. No eres un superhombre, tu pensamiento es el de una persona normal. Eres una persona común y corriente. No importa si vives cuarenta, cincuenta o incluso ochenta años, siempre seguirás creciendo. No te quedas para siempre tal y como naciste. Tus experiencias actuales, tu conocimiento empírico, tu comprensión, las cosas que ves y oyes, tus experiencias vitales, etc., todo ello, junto con todas las cosas que sabes y comprendes en tu corazón y en tu mente, son el resultado acumulado de años de perfeccionamiento. Esto se llama humanidad normal. Es el proceso de crecimiento humano normal establecido por Dios para el hombre y es una expresión de humanidad normal. Por eso, cuando te encuentras con algo que no entiendes, con algo que no te resulta familiar, Dios no te exige que le des enseguida una respuesta, y que respondas a ello muy rápido, como si fueras un robot. Dado que un robot introduce toda la información en su memoria a la vez, cuando le pides una respuesta, responde tras una única búsqueda, siempre que la respuesta pueda encontrarse en su memoria. No ocurre lo mismo con las personas normales. Aunque ya hayan experimentado algo, no necesariamente lo guardan en su memoria. En lo que respecta a las personas, solo las cosas relacionadas con la humanidad normal, como el conocimiento empírico, las vivencias, la experiencia vital y el verdadero conocimiento de primera mano, las distinguen de los superhombres, los robots y los seres humanos con poderes especiales.

Dios ha establecido requerimientos y estándares para las personas basados en lo que necesitan y deben poseer aquellos con humanidad normal, y ha indicado una senda de práctica. ¿Cuál es esta senda de práctica? No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas. Esto te indica que te será inútil darte prisa para hallar soluciones. ¿A qué se debe esto? No eres más que una persona corriente. Aunque tengas un poco de conocimiento empírico y comprensión de tus experiencias anteriores, si volviera a ocurrir lo mismo en el futuro, no necesariamente serías capaz de captar del todo las intenciones de Dios, practicar en todo de acuerdo con la verdad u obtener las máximas calificaciones. Esto es aún menos probable cuando se trata de cosas que no entiendes, así que en esas circunstancias, deberías tener aún menos prisa por encontrar una solución. ¿Qué le dice a la gente la instrucción de no apurarse para hallar soluciones? Se trata de que la gente comprenda la humanidad normal. La humanidad normal no es excepcional, extraordinaria ni especial. El entendimiento, el conocimiento empírico, el reconocimiento y la comprensión de las diversas cosas, así como sus puntos de vista sobre la esencia de los distintos tipos de personas, se logran todos mediante la experiencia de distintos entornos, personas, acontecimientos y cosas. Esto es la humanidad normal. No hay nada de trascendente en ello, y es un obstáculo que ninguna persona puede esquivar. Si deseas ir más allá de estas leyes que Dios ha dictado para el hombre, eso no sería normal. En un sentido, solo mostraría que no sabes lo que es la humanidad normal. En otro, revelaría tu excesiva arrogancia y falta de sentido práctico. Dios ha dicho a la gente que no se apuren para hallar soluciones a lo que no entienden. Como eres una persona normal, necesitas que Dios disponga más entornos para ti, para que puedas experimentar, comprender y reconocer la corrupción del hombre que se muestra en ellos, y también comprender las intenciones de Dios a través de estas personas, acontecimientos y cosas. Esto es lo que deben hacer las personas con humanidad normal. Ahora pues, ¿qué senda de práctica se puede encontrar en la frase: “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”? (No te apures para hallar soluciones). Cuando una persona encuentra una situación y no puede desentrañarla o entenderla, cuando nunca la ha encontrado antes ni la ha concebido, y cuando es imposible para ella siquiera imaginar cómo resolver este asunto basándose en las nociones humanas, ¿qué debe hacer? ¿Cuál es el principio que exige Dios? (No te apures para hallar soluciones). Es lo que Él te exige, así que ¿cómo debes practicar? ¿Con qué actitud has de abordar tales cosas? Cuando las personas que poseen una humanidad normal se encuentran con cosas que no pueden desentrañar, no pueden comprender y de las que no tienen experiencia, o incluso con situaciones en las que se sienten completamente impotentes, primero deben adoptar una actitud adecuada y decir: “No comprendo, no puedo desentrañar ni tengo experiencia en este tipo de cosas, y no sé qué hacer. No soy más que una persona corriente, así que lo que puedo conseguir es limitado. No es vergonzoso ser incapaz de desentrañar algunas cosas o de comprenderlas, y desde luego tampoco lo es carecer de experiencia en ellas”. Cuando llegas a la conclusión de que no has de sentir vergüenza, ¿se acaba el asunto? ¿Se habrá resuelto el problema? No preocuparse por avergonzarse a uno mismo es solo una comprensión y una actitud que la gente puede adoptar hacia tales cosas. No equivale a practicar según los requerimientos de Dios. Entonces, ¿cómo se puede practicar según los requerimientos de Dios? Digamos que piensas: “Nunca he experimentado este tipo de cosas antes, y no puedo desentrañarlas. No sé qué significa que Dios haya dispuesto un entorno así ni qué resultado se pretende conseguir. Tampoco conozco la actitud de Dios. Por tanto, no veo la necesidad de preocuparme por ello. Dejaré que siga su curso y lo pasaré por alto”, ¿qué opinas de esa actitud? ¿Es esa la actitud de buscar la verdad? ¿Es la actitud de practicar según las intenciones de Dios? ¿Es la de seguir la palabra de Dios? (No). Otras personas, al encontrarse con una situación así, piensan para sus adentros: “No puedo desentrañar ni comprender este asunto, y nunca antes lo había experimentado. Esto nunca se trató en mis clases universitarias. Tengo un máster, un doctorado e incluso he trabajado como profesor; si yo no puedo entenderlo, ¿quién va a poder? ¿No sería demasiado vergonzoso que todo el mundo supiera que no puedo entenderlo y que no tengo experiencia en ello? ¿Acaso no me despreciaría todo el mundo? No, no puedo decir que no soy capaz de desentrañarlo. Debo decir: ‘En lo que respecta a este tipo de cuestiones, consultad la palabra de Dios, buscad y encontraréis la respuesta’. Preferiría morir antes que admitir que no puedo desentrañar o entender este asunto”. ¿Qué opinas de esta actitud? (No es buena). ¿Quién se cree que es esta persona? Se cree un santo, una persona perfecta. Piensa: “¿De verdad puede haber cosas que yo, un respetable estudiante universitario, un erudito de renombre, un licenciado y un doctorado, una gran eminencia, no pueda entender o comprender? Imposible. E incluso si las hubiera, sería algo que ninguno de vosotros podría entender, así que no supone un problema. Incluso si no pudiera desentrañarlo, seguramente no permitiría que lo supierais. ‘No puedo desentrañarlo’, ‘No entiendo’, ‘No puedo’, tales palabras nunca deben salir de mi boca”. ¿Qué clase de persona es esta? (Una persona arrogante). Se trata de una persona arrogante y engreída que carece de razón. Si esta clase de persona leyera las palabras “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”, ¿obtendría una senda de práctica? ¿Recibiría una chispa de inspiración? Si no, la lectura de estas palabras por su parte habría sido en vano. Están escritas sin rodeos y son fáciles de comprender, así que ¿por qué no puede entenderlas? Todos esos años que pasaste estudiando y aprendiendo palabras no sirvieron de nada. Si ni siquiera puedes entender estas palabras sencillas y directas, no cabe duda de que eres un inútil.

Ahora echemos otro vistazo a qué senda de práctica está contenida en “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”. En primer lugar, debes adoptar una actitud de no apurarte para hallar soluciones y, en cambio, reconocer primero lo que tus capacidades intrínsecas pueden lograr, reconocer lo que es la humanidad normal y comprender lo que Dios quiere decir cuando habla de humanidad normal. Debes comprender lo que Dios quiere decir en realidad cuando dice que no quiere que las personas sean superhombres o individuos trascendentes, extraordinarios, y que solo quiere que sean personas normales. Primero has de comprender estas cosas. Es inútil fingir saber cosas que no entiendes. Por mucho que finjas lo contrario, seguirás sin conocerlas. Aunque puedas engañar a los demás, no podrás engañar a Dios. Cuando te sucedan cosas así, si no las entiendes, di simplemente que no las entiendes. Debes tener una actitud sincera y un corazón piadoso, y permitir que los que te rodean vean que hay cosas que no sabes y que no puedes desentrañar, cosas que no has experimentado antes, y que no eres más que una persona corriente, en nada diferente de los demás. No hay nada de vergonzoso en ello. Es una manifestación de humanidad normal, y debes aceptar este hecho. Después de aceptarlo, ¿entonces qué? Díselo a todo el mundo, así: “Nunca he experimentado esto antes, no puedo desentrañarlo, y no sé qué hacer. Soy igual que vosotros, aunque es posible que os supere en algún aspecto: he visto la luz y he encontrado la senda de práctica en las palabras de Dios, tengo esperanza y sé cómo practicar”. ¿Dónde reside esta esperanza? En las palabras de Dios: “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Esto significa tomarse el asunto a pecho, y presentarlo ante Dios de vez en cuando para buscarlo. Debes tomarte el asunto a pecho, transformarlo en una especie de carga sobre ti para comprender la verdad y la intención de Dios en él, y convertirlo en tu responsabilidad y en la dirección y meta de tu búsqueda. Si practicas así, llegarás ante Dios, podrás resolver tu problema y habrás entrado en la realidad de estas palabras. En concreto, ¿cómo debes practicar esto? Debes presentarte ante Dios para orar y buscar, y también debes encontrar oportunidades para compartir este asunto mientras hablas en las reuniones, y para compartir y reflexionar sobre ello con todo el mundo. “Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Tu corazón debe ser sincero y fiel. No debes solo actuar por inercia o de manera superficial, y has de tomarte en serio lo que dices. Debes asumir una carga respecto a este asunto, y llevar contigo un corazón con hambre y sed de justicia, que quiera entender la intención de Dios en este asunto y desentrañar su esencia, mientras que, al mismo tiempo, desea resolver los problemas y la confusión a los que las personas se enfrentan cuando se encuentran con este asunto, además de cuestiones como tu propio carácter corrupto o diversos estados anormales. “Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Esta es una senda completa de práctica que Dios le ha indicado al hombre. ¿Qué ves en esta frase? Que el objetivo de Dios al disponer entornos para el hombre es, en un sentido, permitir que la gente experimente diversas cosas de múltiples maneras, aprenda lecciones de ellas, entre en las diversas realidades-verdad contenidas en la palabra de Dios, enriquezca las experiencias de la gente y les ayude a obtener una comprensión más completa y polifacética de Dios, de sí mismos, de sus entornos y de la humanidad. Por otra parte, Dios quiere que la gente mantenga una relación normal con Él instrumentando algunos entornos especiales y organizando algunas lecciones especiales para ellos. De esta manera, las personas se presentan ante Él con más frecuencia, en lugar de vivir en un estado ateo, diciendo que creen en Dios, pero actuando de una manera que no tiene nada que ver con Él ni con la verdad, lo que les ocasionará problemas. Por tanto, en los entornos dispuestos por Dios, las personas son, de hecho, conducidas a regañadientes y pasivamente ante Él por Dios mismo. Esto demuestra Su meditada consideración. Cuanto más entendimiento te falte en una determinada materia, más debes tener un corazón piadoso y temeroso de Dios, y presentarte ante Dios con frecuencia para buscar Sus intenciones y la verdad. Cuando no entiendes las cosas, necesitas el esclarecimiento y la guía de Dios. Cuando te encuentras con cosas que no entiendes, necesitas pedirle a Dios que obre más en ti. Esta es la meditada consideración de Dios. Cuanto más te presentes ante Dios, más cerca estará tu corazón de Él. ¿Y no es cierto que, cuanto más cerca está tu corazón de Dios, más habitará Dios en él? Mientras más presente está Dios en el corazón de una persona, mejor se volverá su búsqueda, la senda que camine y el estado en su corazón. Cuanto más estrecha sea tu relación con Dios, más fácil te resultará presentarte a menudo ante Él para ofrecerle tu corazón sincero, y más auténtica se volverá tu fe en Dios. Al mismo tiempo, tu vida, tus acciones y tu conducta serán moderadas. ¿Cómo surge esta moderación? Surge cuando las personas oran a menudo a Dios, buscan la verdad y aceptan el escrutinio de Dios. Esto es lo más importante. Entonces, ¿en qué contexto y en qué condiciones puede una persona aceptar el escrutinio de Dios? (Cuando tiene una relación normal con Él). Así es, cuando tiene una relación normal con Dios. Si tienes una relación normal con Él, ¿no significará esto que está en tu corazón y te encuentras muy cerca de Él? Significará que Dios siempre tiene un lugar en tu corazón, y que Dios ocupa una posición muy prominente en él. En consecuencia, siempre pensarás en Él, pensarás en Su palabra, en Su identidad y esencia, pensarás en Su soberanía y en todo lo que es de Dios. Para usar una frase popular, tu corazón estará lleno a rebosar de Dios, y Él ocupará un lugar muy alto en tu corazón. Si tu corazón está lleno de Dios, entonces tendrás una relación normal con Él, serás capaz de aceptar Su escrutinio y, al mismo tiempo, también tendrás un corazón temeroso de Dios. Solo entonces serás capaz de actuar con moderación. “Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo” es una oración simple, pero contiene muchas capas de significado. Contiene los propósitos de Dios para la humanidad y la actitud con la que Dios exige que actúen las personas, al tiempo que transmite los requerimientos que Dios impone a la humanidad. Así pues, ¿cuáles son los requerimientos de Dios para la humanidad? Que no te rindas, huyas o adoptes una actitud indiferente ante las cosas que te suceden. ¿Qué debes hacer si te enfrentas a algo que no comprendes y no puedes desentrañar, que no puedes superar o que incluso te debilita? No te apures para hallar soluciones. Dios no empuja a las personas más allá de sus capacidades. Dios nunca requiere que la gente haga cosas que están más allá del alcance de las capacidades humanas. Lo que Dios quiere que hagas y lo que requiere de ti son todas acciones que pueden ser logradas, alcanzadas y llevadas a cabo por personas con una humanidad normal. Por tanto, los requerimientos y estándares de Dios para el hombre no son en absoluto vacíos o vagos. Los requerimientos de Dios para el hombre no son más que un estándar que cubre el alcance de lo que la gente con humanidad normal puede lograr. Si siempre sigues tus imaginaciones y quieres ser mejor, superior y más capaz que los demás, si siempre quieres superar al resto, entonces has malinterpretado la intención de Dios. Las personas arrogantes y sentenciosas suelen ser así. Dios dice que no nos apresuremos para hallar soluciones, dice que busquemos la verdad y actuemos con principios, pero la gente arrogante y santurrona no considera cuidadosamente estos requerimientos de Dios. En lugar de eso, insisten en tratar de lograr las cosas en un arranque de fuerza y energía, en realizarlas de una manera pulcra y hermosa, y superar a todos los demás en un abrir y cerrar de ojos. Quieren ser superhombres y se niegan a ser personas corrientes. ¿No va esto en contra de las leyes de la naturaleza que Dios ha establecido para el hombre? (Sí). Obviamente, no son personas normales. Carecen de humanidad normal y son demasiado arrogantes. Hacen caso omiso de los requisitos que están dentro del ámbito de la humanidad normal que Dios ha planteado para la humanidad. Ignoran los estándares que pueden alcanzar las personas con humanidad normal que Dios ha establecido para la humanidad. Por tanto, desdeñan los requerimientos de Dios y piensan: “Los requerimientos de Dios son demasiado bajos. ¿Cómo pueden Sus creyentes ser personas normales? Deben ser personas extraordinarias, individuos que trasciendan y superen a las personas normales. Deben ser figuras grandes y renombradas”. Hacen caso omiso de las palabras de Dios, pensando que aunque sean correctas y la verdad, son demasiado comunes y corrientes, por lo que las ignoran y las menosprecian. Pero es precisamente en estas palabras normales y corrientes, tan desdeñadas por los llamados superhombres y grandes figuras, donde Dios señala los principios y las sendas que la gente debe acatar y practicar. Las palabras de Dios son muy sinceras, objetivas y prácticas. No plantean grandes exigencias a la gente en absoluto. Son cosas que la gente puede y debe conseguir. Mientras la gente tenga un poco de razón normal, no debe tratar de flotar en el aire, sino que debe aceptar las palabras de Dios y la verdad con los pies firmemente plantados en la tierra, cumplir bien con sus deberes, vivir ante Dios y tratar la verdad como el principio de su conducta y sus actos. No deben ser excesivamente ambiciosos. En la frase “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”, la gente debe comprender aún más que las palabras de Dios son la verdad, y que las verdades son los principios que deben practicar. ¿A quién se refiere aquí “la gente”? Se refiere a personas normales que tienen una racionalidad y un juicio normales, que aman las cosas positivas y que comprenden lo que es objetivo, lo que es práctico, lo que es común y ordinario. Tómate tu tiempo para saborear las palabras “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”. Aunque se trata de palabras sencillas y corrientes, describen algo que las personas que poseen la razón de la humanidad normal deberían ser capaces de hacer y son también el principio-verdad que una persona con humanidad normal debería practicar más cuando se topa con dificultades en su vida real. Son la verdad que más necesitan las personas que poseen la razón de la humanidad normal. No son para nada palabras vacías. Vosotros habéis cantado y escuchado estas palabras ordinarias muchas veces, pero ninguno de vosotros las ha tratado como verdades sobre las que reflexionar cuidadosamente y con las que comunicar atentamente. De este modo, habéis dejado que estas preciosas palabras se os escaparan de las manos. De hecho, estas palabras contienen las intenciones de Dios, Sus recordatorios y amonestaciones hacia las personas, y Sus requerimientos hacia ellas. Tienen muchísimo contenido. La gente es despiadada e irracional, y trata estas palabras como si fueran ordinarias; no las atesoran, no reflexionan sobre ellas ni las practican, y ¿quiénes serán los que sufran y salgan perdiendo al final por esto? La propia gente. ¿Acaso no es esto una lección?

A las personas normales les resulta muy fácil practicar los requerimientos establecidos por Dios en este pasaje. Esta práctica no tiene nada de difícil o agotador, y es efectiva. En última instancia, te posibilita un crecimiento y progreso paulatino. Por supuesto, tras poner en práctica el principio de “no te apures para hallar soluciones; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”, harás progresos en lo que respecta a la verdad, al cambio de carácter, a la comprensión que obtienes al experimentar diversos entornos, etcétera. ¡Qué maravillosas son estas palabras! Si las personas poseen razón y ponen estas palabras en práctica, bajo la guía y dirección de las palabras de Dios, llegarán a conocer cuáles son Sus intenciones cuando dispone diversos entornos. Pasado un tiempo, acabarán siendo capaces de cosechar las recompensas, ganar experiencia y alcanzar a entender la verdad en esos entornos. Cuando coseches tales recompensas, sabrás por qué Dios ha dispuesto estos entornos, cuáles son Sus intenciones y qué desea que la gente obtenga de ellos. Además, los desvíos que toman las personas, los contratiempos que experimentan, las comprensiones distorsionadas que albergan, las ideas poco realistas que poseen, las nociones y la resistencia hacia Dios que han surgido en su interior, etc., todo ello quedará al descubierto y se revelará poco a poco mientras experimentan estos entornos. Con independencia de que estas cosas sean positivas o negativas, se necesita un periodo de experiencia para ver y comprender claramente lo que se expone y revela a través de estos entornos. De este modo, se cumple el verdadero significado de las palabras de Dios “no te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”. Es decir, cuando Dios dispone algo que no puedes desentrañar o entender, y que no has experimentado antes, las cosas que Dios quiere que entiendas, obtengas y experimentes personalmente de esa situación no se pueden lograr en apenas un par de días. Será solo después de algún tiempo y con la dirección, esclarecimiento y guía de Dios a cada paso que poco a poco obtendrás una comprensión y alcanzarás resultados. No es como la gente se imagina, no entiendes todo de repente en una ráfaga de esclarecimiento ni sabes lo que Dios quiere decir en un destello de inspiración. Dios no hace tales cosas por medios sobrenaturales, Él no actúa de esta manera. Esta es la forma en que obra Dios. Te permite experimentar las causas y consecuencias de una situación, y poco a poco te das cuenta: “Así que la esencia de este tipo de persona es así, y la realidad y la esencia de ese tipo de cosa es asá, y esto cumple tal o cual línea de la palabra de Dios. Por fin entiendo lo que Dios quiso decir cuando dijo aquello. Por fin entiendo por qué Dios dijo tales cosas sobre tal asunto o persona”. Dios te permite llegar a semejantes comprensiones a través de tus experiencias. ¿No lleva algún tiempo darse cuenta de estas cosas? (Sí). El conocimiento que alcanzas y las verdades que llegas a comprender mediante un período de experiencia no son doctrinas o cosas teóricas, sino tus experiencias personales y verdadero conocimiento. Esta es la realidad-verdad en la que entras. He aquí la causa y la fuente de estas palabras de Dios: “No te apures para hallar soluciones”. Cuando Dios te permite cosechar las recompensas de los acontecimientos que experimentas, Él no quiere que simplemente pases por un proceso o aprendas una teoría, sino que ganes comprensión, algo de conocimiento, un punto de vista positivo y un método correcto de práctica. Aunque este pasaje contiene solo unas pocas líneas y no abarca mucho contenido, los requerimientos que Dios plantea y los principios de práctica que da a la gente a través de él son muy importantes. Las personas no deben tratar las palabras de Dios con la misma actitud que adoptan hacia el conocimiento y las doctrinas humanos. Para practicar las palabras de Dios, has de tener principios. Esto significa que debes tener un principio, un método a poner en práctica cuando te encuentres con cierta clase de situación. Esto es lo que significa practicar la verdad. Es lo que llamamos un principio. Por tanto, esto no son unas pocas palabras sencillas. Aunque la manera en la que se expresan y se presentan es sencilla y accesible, y las palabras parecen muy directas, no están adornadas ni se trata de un lenguaje bonito, florido o en plan elegante, con giros refinados, y desde luego no se dicen en un tono condescendiente; más bien son sinceras amonestaciones y requerimientos que se expresan cara a cara, de corazón a corazón, que realmente les revelan a las personas los principios y sendas de práctica de mayor importancia.

Mucha gente nunca se toma en serio las palabras más corrientes que dice Dios. Solo consideran como Sus palabras las más profundas y misteriosas que dice. ¿Acaso no es esta la manifestación de una comprensión distorsionada? Cada frase de las palabras de Dios es la verdad. Con independencia de que sean palabras corrientes o profundas, todas Sus palabras contienen verdades y misterios, y se requieren años de experiencia y una cierta estatura para entenderlas y conocerlas. Igual que las buenas e importantes palabras de Dios contenidas en el himno que acabáis de cantar; nadie se toma esas palabras en serio. Aunque van ligadas a la música y todo el mundo las ha cantado durante años, nadie jamás ha hallado el principio de práctica más importante que contienen. Aunque algunas personas tienen en su conciencia la sensación de que las palabras de Dios parecen decirles: “No te apures para hallar soluciones; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”, y les parece que estos son requerimientos que Dios hace de la gente, ¿quién ha practicado, implementado y entrado en la realidad de estas palabras de Dios en la vida real alguna vez? ¿Lo ha hecho alguien? (No). Nadie ha hecho esto. Estas palabras de Dios son muy simples, pero nadie es capaz de seguirlas. ¿No contiene esto un problema esencial? (Sí, demuestra que las personas sienten aversión por la verdad). ¿Algo más? (Estas palabras que Dios nos ha dicho son muy prácticas. Son todas palabras de principios. Sin embargo, no nos hemos tomado en serio las palabras de Dios, no les hemos prestado atención ni las hemos puesto en práctica). Entonces, ¿cómo soléis leer las palabras de Dios? (Cuando leemos las palabras de Dios, solo las ojeamos. Tras entender el significado literal de las palabras, pasamos página. No entendemos cuáles son las intenciones de Dios en esas palabras o qué principios-verdad debemos practicar. No hemos reflexionado con cautela sobre ellas de ese modo). Habéis contestado con algunas ideas teóricas y lo que decís suena correcto, pero no habéis desentrañado la causa original de esto, que es que la gente no atesora la palabra de Dios. Si atesoras las palabras de Dios, podrás descubrir los tesoros, el oro y los diamantes que contienen y disfrutarás de ellos durante toda la vida. Si no atesoras las palabras de Dios, no podrás obtener estos tesoros. ¿Qué implica no atesorar las palabras de Dios? Significa que no aprecias Sus palabras. Te parece que hay muchas palabras de Dios, y que todas ellas son la verdad, y no sabes cuáles atesorar. Sientes que todas son ordinarias y eso da lugar a problemas. ¿Qué implica atesorar las palabras de Dios? Significa que sabes que las palabras de Dios son todas verdades, y que estas verdades son los tesoros más útiles, de un valor incalculable para la vida y la existencia de las personas. Significa que tratas las palabras de Dios como tesoros que amas demasiado como para separarte de ellos. Esta actitud hacia las palabras de Dios se llama atesorar. Atesorar las palabras de Dios significa que has descubierto que todas ellas son tesoros del mayor valor, que son cien o mil veces más preciosas que los lemas de vida de cualquier gran figura famosa. Significa que has obtenido la verdad de las palabras de Dios y que has descubierto los tesoros más grandes y valiosos de la vida. La obtención de estos tesoros puede ayudarte a aumentar tu valor y alcanzar la aprobación de Dios. Con lo cual, atesoras especialmente estas verdades. Voy a dar un ejemplo de la vida real. Supongamos que una mujer se compra un vestido precioso y, al volver a casa, se lo prueba ante el espejo. Mirando a derecha e izquierda, piensa: “Este vestido es muy bonito, el tejido es excelente, su confección exquisita, y es cómodo y agradable de llevar. Qué suerte tengo de poder comprar ropa tan bonita. Es mi prenda favorita, pero no puedo llevarla siempre. Me la pondré cuando asista a eventos de gran categoría y me reúna con la gente más distinguida”. Cuando tiene algo de tiempo libre, suele sacar el vestido para admirarlo y probárselo. Seis meses después, sigue igual de entusiasmada con el vestido y no soporta separarse de él. Esto es lo que significa atesorar algo. ¿Ha llegado vuestra actitud hacia las palabras de Dios a este nivel? (No). Es lamentable que aún no atesoréis las palabras de Dios tanto como una mujer atesora su vestido favorito. No es de extrañar que hayáis leído muchas palabras de Dios, pero no hayáis descubierto demasiadas verdades ni hayáis podido jamás entrar en la realidad. Siempre decís que todas las palabras de Dios son la verdad, pero se trata solo de afirmaciones teóricas y verbales. Si se extrajera uno de los pasajes más sencillos y de los primeros expresados de las palabras de Dios, y se os preguntara qué verdades hay en esas palabras, cuáles son las intenciones de Dios, o qué requerimientos y normas impone Dios al hombre, os quedaríais sin habla y no podríais pronunciar ni una sola palabra como respuesta. Habéis leído y escuchado mucho de las palabras de Dios, entonces ¿por qué no contáis con una verdadera comprensión sobre ellas? ¿Cuál es la raíz del problema? En realidad, lo que sucede es que la gente no atesora lo suficiente las palabras de Dios. En la medida actual en que atesoráis las palabras de Dios, estáis lejos de descubrir la verdad en Sus palabras y los requerimientos, principios y sendas de práctica que Dios otorga al hombre a través de ellas. Por eso siempre estáis confundidos cuando os sucede algo y sois incapaces de encontrar los principios. Por eso experimentáis muchas cosas, pero nunca conocéis las intenciones de Dios ni crecéis o cambiáis apenas, ni cosecháis más que pequeñas recompensas. ¿Acaso no son muy lamentables las personas así?

Leed de nuevo este pasaje: (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas; lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero. Cree que Dios es tu Todopoderoso. Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás. No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón. Coopera activamente con Dios y záfate de tus trabas internas”). Permitidme llamar vuestra atención respecto a los puntos importantes y explicaros los principios para leer las palabras de Dios y cómo encontrar una senda de práctica en ellas. Leed de nuevo el pasaje, línea a línea. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”). Esta línea contiene un principio que la gente debe entender, este: no te apresures, no te alarmes, no tengas prisa en ver resultados. Es una actitud. Esta primera línea contiene la actitud correcta que la gente debe adoptar ante las cosas. Esta actitud correcta entra dentro del ámbito de la razón de la humanidad normal; entra dentro del ámbito de la razón y las capacidades de las personas que poseen una humanidad normal. Ahora, leed la segunda línea. (“Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”). ¿Qué significa esto? (Esta es la senda de práctica que Dios le da al hombre). Cierto, es así de simple. Esta es la senda de práctica, aquí “más a menudo” significa que esto no se debe hacer cuando os dé la gana, y desde luego tampoco muy de vez en cuando; significa que en cuanto estos asuntos se os crucen por la mente, debéis llevarlos ante Dios y orar y buscar. Si sobrellevas una carga en estos asuntos, si tienes un corazón hambriento y sediento de justicia, si estás ansioso por comprender las intenciones y los requerimientos de Dios en estos asuntos, así como la esencia de los problemas que quieres desentrañar, entonces debes presentarte ante Dios a menudo, es decir, con una frecuencia muy alta. Dependiendo del entorno en el que te encuentres, cuando estés ocupado, busca un momento de tiempo libre para considerar estos asuntos, como si estuvieras pensando u orando a Dios y buscando respecto a ellos. ¿No resulta muy claro este modo de práctica? (Sí). Por ejemplo, cuando te tomas un descanso después de terminar de comer, reflexiona y ora diciendo: “Dios, he experimentado tal y cual ambiente. No comprendo Tu intención, y no alcanzo a ver por qué me ha sucedido esto. ¿Cuál es exactamente la intención de esta persona? ¿Cómo debo resolver este tipo de problema? ¿Qué quieres que entienda de este asunto?”. Con estas sencillas palabras, oras y buscas a Dios sobre los asuntos que deseas buscar y los problemas cuya esencia quieres comprender. ¿Cuál es el propósito de orar así? No solo expones el problema ante Dios, sino que buscas la verdad en Él, intentas que Dios te ofrezca una salida y te diga qué hacer al respecto, y le pides que te esclarezca y te guíe. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que puedas hacerlo? (No debo apurarme para hallar soluciones). No apurarse para hallar soluciones es solo una actitud. No es que no te preocupes por hallar soluciones, sino que, con la gran condición previa de no preocuparte por hallarlas, tienes un corazón hambriento y sediento de justicia, y sobrellevas una carga en ese asunto. Dicho de otro modo, este asunto ejerce una especie de presión sobre ti, y esa presión supone una carga sobre tus hombros, de modo que tienes un problema que quieres comprender y resolver. Esta es tu senda de práctica. En tu tiempo libre, durante el tiempo devocional regular, o cuando estés charlando con tus hermanos y hermanas, puedes plantear tus dificultades y problemas prácticos, y comunicar y buscar junto a ellos. Si aun así no puedes resolver los problemas, llévalos ante Dios para orar y buscar la verdad. Cuando hagas esto, di: “Dios, todavía no sé cómo debo experimentar el entorno que Tú has dispuesto para mí. Aún no lo comprendo y no sé por dónde empezar ni cómo practicarlo. Soy de escasa estatura y no comprendo muchas verdades. Por favor, esclaréceme y guíame. No sé lo que quieres que gane o entienda de este entorno, o lo que quieres revelar sobre mí a través de él. Por favor, esclaréceme y permíteme comprender Tu intención”. Esta es la senda de práctica que se encuentra en la línea “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”. Practica así, pensando a veces en tu corazón, a veces orándole en silencio a Dios y otras en voz alta, y compartiendo en ocasiones con tus hermanos y hermanas. Si posees estas manifestaciones, eso demuestra que ya estás viviendo ante Dios. Si a menudo te comunicas con Dios de esta manera en tu corazón, entonces mantienes una relación normal con Él. Después de varios años de tal experiencia, entrarás de manera natural en la realidad-verdad. ¿Existe alguna dificultad con respecto a esta práctica? (No). Eso está bien. Por ejemplo, cuando a veces lees las palabras de Dios, cuanto más lees, más se ilumina tu corazón; esto significa que has leído palabras de las que tienes experiencia, y tus nociones y figuraciones previas se desharán de golpe. En ese momento, debes orar a Dios y decirle: “Dios, la lectura de este pasaje me ha iluminado el corazón. Los problemas que tenía antes se me han clarificado de repente. Sé que este es Tu esclarecimiento, y Te agradezco permitirme entender este pasaje de Tus palabras”. ¿No es esto orar y presentarse de nuevo ante Dios? (Sí). ¿Es difícil hacerlo? ¿Puedes sacar tiempo para ello? (Sí). Desde el comienzo de tu búsqueda hasta esta oración habrás estado practicando constantemente el principio de las palabras de Dios: “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo”, ¿no es cierto? Cuando vives constantemente en la práctica de estas palabras, y siempre te aferras al principio de práctica que contienen y vives en este tipo de realidad, a eso se le llama acatar un principio de práctica. ¿Es difícil? (No lo es). Solo hace falta que uses el corazón, muevas la boca, dediques algo de tiempo y un poco de pensamiento, y de vez en cuando encuentres un momento para charlar con Dios y confiarle y compartir las palabras que hay en tu corazón. Esto es presentarse ante Dios más a menudo. Es así de simple, sencillo y fácil. No tiene nada de complicado. Llevas algo que consideras muy importante en tu corazón, y lo tratas como una carga, y nunca lo olvidas ni te desprendes de eso; tienes algo así en tu corazón, y te presentas ante Dios de vez en cuando para orarle, y para hablar y conversar con Él sobre ello. ¿Qué clase de corazón debes tener cuando hablas con Dios? (Un corazón sincero). Así es, debes tener un corazón sincero. Si sobrellevas una carga, entonces tu corazón será sincero. Mientras los demás charlan, tú orarás y comunicarás con Dios en tu corazón. A veces, cuando estés cansado del trabajo y te tomes un descanso, recordarás el asunto y dirás: “Esto no sirve de nada, sigo sin entenderlo. Todavía tengo que hablarlo con Dios”. ¿Por qué recordarás este asunto cada vez que tengas tiempo? Porque te lo tomas muy en serio en tu corazón, lo consideras una carga propia y una especie de responsabilidad, y quieres comprenderlo y resolverlo. Cuando te presentas ante Dios y hablas y conversas con Él íntimamente, tu corazón se vuelve sincero de forma natural. Cuando comuniques con Dios en este contexto y con esta mentalidad, te parecerá que tu relación con Dios ya no es tan fría y distante como antes, que, en cambio, te estás acercando más a Él. Así de eficaces son en las personas las sendas de práctica que Dios da al hombre. ¿Qué opinas, es difícil relacionarse así con Dios? Te tomas a pecho un asunto, hablas con Dios de él de vez en cuando, te presentas ante Dios y le saludas cada cierto tiempo, hablas con Dios de lo que hay en tu corazón y de tus dificultades, hablas de las cosas que quieres entender, de las cosas en las que piensas, de tus dudas, de tus dificultades y de tus responsabilidades; si hablas con Dios de todas estas cosas, ¿no estás viviendo ante Dios practicando de esta manera? Esto es practicar según los requerimientos de Dios. Si practicas así durante un tiempo, ¿acaso no lograrás ver resultados y cosechar recompensas muy rápidamente? (Sí). Pero no es tan sencillo, es un proceso. Si practicas de esta manera durante algún tiempo, tu relación con Dios será cada vez más estrecha, tu mentalidad mejorará, tu estado será cada vez más normal y tu interés por las palabras de Dios y la verdad será cada vez mayor. Esto es tener una relación normal con Dios. Si puedes comprender algunas verdades y ponerlas en práctica, habrás comenzado a entrar en la realidad de las palabras de Dios. Sin embargo, esto no puede lograrse en poco tiempo. Pueden pasar seis meses, un año, o incluso dos o tres antes de que veas resultados claros. ¿La gente estará libre de corrupción y rebeldía durante este periodo? No. Aunque hayas orado a Dios innumerables veces y hayas practicado de esta manera, ¿significa eso que sin duda obtendrás resultados? ¿Debe Dios mostrarte un resultado? ¿Ha de darte una respuesta? No necesariamente. Algunas personas dicen: “Si no es seguro que obtenga resultados y si estos no están garantizados, ¿por qué Dios sigue actuando así? ¿Por qué hace que la gente practique de esta manera?”. No te preocupes, sin duda practicar de esta manera no resultará infructuoso. Incluso si practicas así durante uno o dos años y crees que no has obtenido ningún resultado inmediato o a corto plazo, puede ser que, cinco o diez años más tarde, cuando Dios disponga de nuevo un entorno similar para ti, percibas enseguida un aspecto de la verdad que antes no eras capaz de comprender. Sin embargo, esta verdad que llegas a comprender y entender después de cinco o diez años requiere de los cimientos construidos por tus experiencias, conocimiento y comprensión actuales. Esta comprensión tardía debe basarse en estos cimientos. ¿Crees que es fácil para la gente comprender un aspecto de la verdad? (No lo es). Esta es la importancia y el valor de pagar un precio para practicar la verdad. Este es el principio de práctica contenido en la segunda línea. “Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Esta línea está escrita en un lenguaje llano y accesible, y es muy fácil de entender. Significa que debes orar más y poseer un corazón sincero, ya que este lleva las cosas a buen puerto. Así de sencillo. Sin embargo, estas palabras son una auténtica realidad-verdad en la que toda persona debe adentrarse, la única senda por la que puede presentarse ante Dios y, en última instancia, alcanzar la salvación. Aunque esta línea se dice con palabras sencillas y simples, todo el mundo tiene que experimentar y entrar de esta manera. Es lo mismo que construir un edificio. No importa si tiene treinta, cincuenta o incluso cien pisos, debe tener unos cimientos. Si los cimientos del edificio no son firmes, da igual lo alto que sea, no se mantendrá en pie mucho tiempo, se derrumbará en pocos años. Esto significa que mientras vivan en este mundo, las personas deben tener la verdad como base. Esta es la única manera de mantenerse firmes y ganarse la aprobación de Dios. Si quieren llegar a comprender verdades más profundas y elevadas, deben poseer las cosas más básicas, es decir, las que constituyen los cimientos. Lo más peligroso es tener unos cimientos poco firmes. No menosprecies estas verdades tan básicas, estos principios y sendas de práctica tan fundamentales. Mientras se trate de verdades, son cosas que la gente debe poseer y practicar. No importa que sean grandes o pequeñas, altas o bajas. Hay que empezar por lo básico. Solo así se pueden cimentar unas bases sólidas.

Ahora, leed la tercera línea. (“Cree que Dios es tu Todopoderoso”). ¿A qué se refiere eso de que “cree que Dios es tu Todopoderoso”? Se refiere a la fe y la visión. Cuando te apoyes y te guíes por esta visión, tendrás una senda ante ti. ¿Causará algún efecto practicar de esta manera? Algunas personas dicen: “Me he aburrido de tanto practicar, y Dios todavía no me ha esclarecido ni me ha dicho nada. No soy capaz de sentir Su presencia. ¿De verdad existe Dios?”. No puedes pensar así. Dios es todopoderoso, te hable o no te hable. Cuando quiere hablarte y te habla, es todopoderoso. Cuando Él no quiere hablar contigo y no te habla, Dios sigue siendo todopoderoso. Él es todopoderoso tanto si te permite entender las cosas como si no. La esencia y la identidad de Dios son inmutables. Es la visión que la gente debe entender. Esta es la tercera línea, es muy simple. Aunque sea así, la gente ha de experimentarla de un modo auténtico. Cuando lo hagan, les quedará confirmado que estas palabras son realmente la verdad y ya no se atreverán en ningún caso a dudar de ellas.

Leed la cuarta línea. (“Debes tener una tremenda aspiración por Dios”). “Debes tener una tremenda aspiración por Dios”, esto es lo que Dios requiere del hombre. Las personas han de entender lo que se quiere decir con “tremenda”. ¿Es “tremendo” pavonearse y presumir, tener el corazón lleno de ambición, ser arrogante y sentencioso, dominante y dictatorial, y no obedecer a nadie? ¿Cómo debe entenderse la frase “una tremenda aspiración por Dios”? ¿Cómo se tiene una “aspiración por Dios”? Has de hacer lo que decía la línea anterior, “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. Debes tener el deseo y la aspiración de perseguir una comprensión de la verdad, de buscar la salvación, y además debes tener el deseo de aceptar la soberanía de Dios y Sus instrumentaciones, lograr un entendimiento de las intenciones de Dios y sumisión a Su soberanía. A esto se le llama una tremenda aspiración por Dios. Aunque Dios usa el lenguaje humano para describir con viveza este asunto, la gente debe entender su significado de una manera pura, y no interpretarlo de un modo extremo. La palabra “tremenda” no se refiere aquí a usar artificialmente una cantidad excesiva de fuerza bruta para hacer las cosas de forma temeraria. No implica violencia, y mucho menos ignorancia o imprudencia. “Tremenda” se refiere principalmente a la aspiración de una persona. Es como cuando una persona atesora algo hasta tal punto que sencillamente debe tenerlo, está decidida a poseerlo y no desistirá hasta conseguirlo. Esta “tremenda aspiración por Dios” es algo completamente positivo y que solo puede producir resultados positivos. Entonces, ¿cuál es el significado exacto de “tremenda aspiración por Dios”? (Significa presentarse ante Dios más a menudo y tener el deseo y la determinación de comprender la verdad y las intenciones de Dios en las cosas con las que uno se encuentra). Así es, tan sencillo como eso. Solo significa abandonar los intereses y placeres de tu carne, y también renunciar a tu tiempo de ocio privado, y utilizar este tiempo para cosas positivas, como buscar a Dios, orarle, presentarte ante Él y buscar comprender la soberanía de Dios. Se trata de orar racionalmente por algo, y buscar, dedicar tu tiempo y energía, y pagar un cierto precio para comprender un aspecto de la verdad. A esto se le llama una tremenda aspiración por Dios. ¿Es esta una forma correcta de describirlo? ¿Concuerda con la razón de la humanidad normal? ¿Son estas palabras fáciles de entender? (Sí). Entonces, ¿implican estas manifestaciones enseñar los dientes y las garras y apoderarse violentamente de lo que uno quiere? ¿Se manifiesta en la grosería, la imprudencia y la falta de sabiduría? (No). Entonces, ¿qué se entiende por “tremenda”? Repetid lo que os acabo de decir. (Significa ser capaz de presentarse ante Dios más a menudo, tener la aspiración de comprender la verdad, ser capaz de renunciar a algunos de los placeres de la carne, dedicar más tiempo y energía a buscar la verdad, y poder gastar energía y pagar un precio por ello). Entonces, ¿cómo se pone esto en práctica concretamente? Voy a dar un ejemplo. A veces, de pronto te das cuenta de que hace mucho tiempo que no ves a tu actor favorito y te preguntas en qué películas sale. Querrás buscar noticias sobre él en el ordenador, pero entonces reflexionarás y pensarás: “Eso no está bien, ¿qué tienen que ver conmigo las películas que protagoniza? Ver películas todo el tiempo equivale a descuidar el propio trabajo. Tengo que presentarme ante Dios y orar”. Entonces, te calmarás y recordarás el problema para el que antes buscabas una respuesta en presencia de Dios. Aún careces de toda concepción sobre ese asunto y no lo comprendes en absoluto, así que simplemente calmarás tu corazón ante Dios, y le orarás. “Dios, estoy dispuesto a depositar mi corazón ante Ti. El ambiente que he vivido últimamente me ha afectado mucho. Sin embargo, sigo sin poder someterme, y sin ver claramente que se trata de Tu soberanía. Por favor, esclaréceme, guíame y revela mi corrupción y rebeldía en el entorno que dispones para mí, a fin de que pueda entender Tu intención y someterme”. Después de orar, reflexionarás y pensarás: “No, mi problema aún no se ha resuelto. Necesito leer más palabras de Dios para encontrar una solución”. Entonces, procederás de inmediato a leer las palabras de Dios durante un rato. Al mirar la hora, dirás: “¡Oh, ya ha pasado media hora! Las palabras de Dios son realmente buenas, pero el pasaje que he leído no tiene nada que ver con mi problema, así que mi asunto aún no se ha resuelto. No sé lo que Dios quiere que entienda al disponer este entorno para mí y desconozco Su intención. Debo ponerme a trabajar con rapidez cumpliendo con mi deber y no debo aplazar los asuntos importantes. Tal vez un día lea las palabras apropiadas de Dios y resuelva mi problema”. ¿Es esto dedicar tiempo y energía? (Sí). Es así de simple. Mientras te rebelas contra tus propias preferencias y renuncias a tu entretenimiento y tiempo libre, ganarás una pizca de sinceridad y practicarás un poco de la tremenda aspiración por Dios. En tu corazón, te sentirás increíblemente a gusto y en paz. Por primera vez en tu vida, experimentarás personalmente la enorme paz y el alimento de rebelarte contra tu propia carne y abandonar el disfrute de esta. También saborearás en tu persona el hecho de que calmarte ante Dios, leer Sus palabras, abrirle tu corazón y expresarle las palabras que albergas dentro te brinda paz y satisfacción, algo que no sucede al preocuparte por las modas y los asuntos sociales; y que además puedes ganar algo de ello y llegar a comprender la verdad y desentrañar muchas cosas. En consecuencia, sentirás que las palabras de Dios son realmente buenas, que no cabe duda de que Él es bueno y que alcanzar la verdad es, de hecho, obtener un tesoro. No solo serás capaz de desentrañar muchas cosas sin confusión alguna, sino que también podrás vivir ante Dios y según Sus palabras. Estos son los efectos que puede lograr una tremenda aspiración por Dios. Practicar de esta manera, dedicando tu tiempo y energía, y renunciando al disfrute de la carne, es una de las manifestaciones de una tremenda aspiración por Dios. Entonces, ¿qué decís? ¿Está vacía tal manifestación? (No lo está). ¿Es fácil de lograr? (Sí). Es muy fácil de lograr. Se trata de algo que las personas de humanidad normal pueden conseguir.

Cuando las personas tienen pensamientos, tienen elecciones. Si les ocurre algo y toman la decisión equivocada, deben rectificarse y tomar la decisión correcta; no deben aferrarse a su error en absoluto. La gente así es inteligente. Pero si saben que tomaron la decisión equivocada y no se rectifican, entonces se trata de alguien que no ama la verdad, y tal persona no quiere verdaderamente a Dios. Digamos, por ejemplo, que quieres ser superficial cuando cumples con tu deber. Tratas de holgazanear y de evitar el escrutinio de Dios. En tales momentos, apresúrate a ir ante Dios para orar, y reflexiona sobre si esa fue la forma correcta de actuar. Luego piensa en ello: “¿Por qué creo en Dios? Esa superficialidad puede pasar desapercibida para la gente, pero ¿pasará desapercibida para Dios? Es más, mi creencia en Dios no es para holgazanear, sino para ser salvado. Que yo actúe de esta manera no es la expresión de una humanidad normal ni es algo estimado por Dios. No, podría holgazanear y hacer lo que quisiera en el mundo exterior, pero ahora mismo estoy en la casa de Dios, estoy bajo Su soberanía, bajo el escrutinio de Sus ojos. Soy una persona, debo actuar en conciencia, no puedo hacer lo que me plazca. Debo actuar según las palabras de Dios, no debo ser superficial, no puedo holgazanear. Entonces, ¿cómo debo actuar para no holgazanear, para no ser superficial? Debo esforzarme un poco. En ese momento me parecía que era demasiado problemático hacerlo de ese modo, quería evitar las dificultades, pero ahora lo entiendo: puede que suponga mucha molestia hacerlo así, pero es eficaz, y por eso hay que hacerlo de esa manera”. Cuando estés trabajando y sigas sintiendo miedo de las dificultades, en esos momentos debes orar a Dios: “¡Oh, Dios! Soy una persona perezosa y taimada, te ruego que me disciplines, que me reproches, para que mi conciencia sienta algo y yo tenga sentido de la vergüenza. No quiero ser superficial. Te ruego que me guíes y esclarezcas, que me muestres mi rebeldía y mi fealdad”. Cuando ores así, reflexiones y trates de conocerte a ti mismo, esto hará surgir un sentimiento de arrepentimiento, serás capaz de odiar tu fealdad y tu estado incorrecto comenzará a cambiar, serás capaz de contemplar esto y decirte a ti mismo: “¿Por qué soy superficial? ¿Por qué trato siempre de holgazanear? Actuar de ese modo carece de toda conciencia y razón: ¿sigo siendo alguien que cree en Dios? ¿Por qué no me tomo las cosas en serio? ¿No será que me hace falta dedicar un poco más de tiempo y esfuerzo? No supone una gran carga. Esto es lo que debería hacer; si ni siquiera puedo hacer esto, ¿merezco que se me considere un ser humano?”. A consecuencia de ello, tomarás una determinación y harás un juramento: “¡Oh, Dios mío! Te he decepcionado, en verdad estoy muy hondamente corrompido, no tengo conciencia ni razón, no tengo humanidad, deseo arrepentirme. Te ruego que me perdones, sin duda cambiaré. Si no me arrepiento, quiero que me castigues”. Después, tu mentalidad dará un vuelco y empezarás a cambiar. Te comportarás y cumplirás con tu deber con esmero, con menos superficialidad, y serás capaz de sufrir y pagar un precio. Cumplir con tu deber de esta manera te parecerá maravilloso, y tu corazón permanecerá tranquilo y gozoso. Cuando las personas saben aceptar el escrutinio de Dios, cuando son capaces de orarle y de ampararse en Él, sus estados pronto terminan cambiando. Cuando el estado negativo de tu corazón se haya revertido y te hayas rebelado contra tus propios propósitos y contra los deseos egoístas de la carne, cuando seas capaz de desprenderte de la comodidad y el gozo de la carne, actuando según los requerimientos de Dios, y ya no seas ni arbitrario ni imprudente, entonces tendrás paz en tu corazón y tu conciencia no te hará reproches. ¿Resulta fácil rebelarte contra la carne y actuar según los requerimientos de Dios de esta manera? Mientras las personas tengan una tremenda aspiración por Dios, pueden rebelarse contra la carne y practicar la verdad. Y mientras seas capaz de practicar de este modo, antes de darte cuenta estarás entrando en la realidad-verdad. No será difícil en absoluto. Por supuesto, cuando practiques la verdad, debes pasar por un proceso de lucha y de cambiar tu manera de pensar, y esto se debe resolver buscando la verdad. Si eres una persona que no ama la verdad, te resultará difícil resolver tu estado negativo, y no podrás entenderla ni practicarla. El grado de dificultad al que una persona se enfrenta en el proceso de cambiar su manera de pensar depende de si es capaz de aceptar la verdad. Si no puede aceptarla, entonces le resultará demasiado difícil cambiar su manera de pensar. A aquellos capaces de aceptar la verdad, por otra parte, no les parecerá difícil en absoluto. Podrán practicar y someterse a ella de un modo natural. Las personas que realmente aman la verdad pueden confiar en Dios para superar las dificultades de cualquier grado. De esta manera, tendrán testimonio vivencial, y se trata de un corazón que tiene un tremendo deseo por Dios. Ya que tu corazón tiene un tremendo deseo por Dios, ¿significa eso que no se te permite tener corrupción y rebeldía? No. Significa que, al tener tu corazón un tremendo deseo por Dios, al menos puedes actuar según tu conciencia y razón, y puedes buscar la verdad. De esta manera, puedes hacer la elección correcta en cualquier situación, y practicar y entrar en la dirección correcta. A esto se le llama un corazón con un tremendo deseo por Dios. ¿Son huecas estas manifestaciones? (No lo son). No son huecas ni vagas, son muy prácticas y concretas, y no tienen nada de abstractas. Hay quien dice: “Oh, llevo muchos años creyendo en Dios, pero siempre que llega el momento de practicar la verdad me topo con dificultades. Me pongo tan nervioso que me chorrea el sudor, pero sigo sin tener una senda. Siempre quiero practicar la verdad sin enfrentarme a ningún sufrimiento físico o sin que se perjudiquen mis intereses y, en consecuencia, no logro encontrar una senda. Recién ahora me doy cuenta de que tener un corazón con un tremendo deseo por Dios es muy sencillo. Ojalá lo hubiera sabido para así poner antes en práctica estas palabras”. ¿A quién tienes que culpar por no poner en práctica las palabras de Dios? ¿Quién te obligó a no atesorar las palabras de Dios durante todos estos años y a, en su lugar, vagar ciegamente por ahí? Ahora podemos resumirlo en una frase: cuando crees en Dios, debes practicar y experimentar Sus palabras para comprender la verdad; solo alcanzando el punto en el que gestionas los asuntos de acuerdo con los principios-verdad puedes obtener la aprobación de Dios. En absoluto debes hacer las cosas según tu propia voluntad, ni buscar fama y beneficio, y no debes formar camarillas ni buscar apoyos en la iglesia. Nada bueno les sucederá a quienes lo hagan. Aquellos que no se concentran en realizar bien sus deberes, aquellos que no buscan la verdad, aquellos que siempre admiran y se apoyan en otras personas, y aquellos a los que les encanta seguir a falsos líderes y anticristos a la hora de montar alborotos sin sentido, todos se conducen a sí mismos a la ruina vagando de un lado a otro, con lo que pierden su oportunidad de salvación. Esto los dejará anonadados. Si quieres dejar de seguir tu propio camino, debes presentarte más ante Dios, y orarle y buscar la verdad en todas las cosas. Así es como puedes alcanzar el resultado de comprender la verdad, emprender la senda de practicarla y entrar en la realidad de la verdad. La cuestión fundamental de esto es que jamás debes seguir ni ir de la mano de nadie, un día siguiendo a esta persona porque piensas que es genial, y al día siguiente siguiendo a esa otra porque te parece que tiene razón, con lo que pasas así un montón de tiempo vagando de aquí para allá sin obtener la verdad. No importa con qué problemas te encuentres, has de buscar la verdad y resolverlos de acuerdo con las palabras de Dios. Si sigues ciegamente a otras personas, a cualquiera que hable bien y use palabras altisonantes, es probable que te engañen. Aquellos que tienen fe en Dios deben creer que solo Sus palabras son la verdad, deben escuchar solo las palabras de Dios y practicar de acuerdo con ellas. Hacer esto evitará que sigas a otras personas y las acompañes por la senda equivocada.

Adelante, leed la siguiente línea. (“Buscar vorazmente mientras rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás”). Esto también está relacionado con la práctica. “Buscar vorazmente” se refiere a querer practicar la verdad cuando se carece de senda, y querer satisfacer a Dios sin saber cómo practicar; cuando te pongas así de voraz, vas a buscar y orar. Tendrás la constante sensación de que te falta demasiado, en concreto, te darás cuenta de que careces de una senda cuando te ocurren cosas, sin saber qué hacer para satisfacer a Dios, rebelándote siempre y haciendo las cosas como tú quieres, con un corazón intranquilo, queriendo practicar la verdad aunque no sepas cómo hacerlo; ese es el sentimiento de ser voraz. Si eres voraz, debes buscar. Si no buscas, no tendrás una senda. Si no buscas, caerás en la oscuridad. Si nunca buscas, estarás acabado. Serás un incrédulo. ¿Qué significa “rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás”? Significa que cuando las personas se enfrentan a ciertas situaciones, siempre se atienen a su propia voluntad, piensan en los intereses de su propia carne y buscan una salida para esta. En momentos como esos, tu conciencia te hará reproches, instándote a practicar la verdad y someterte a Dios. En tales situaciones, se producirá una lucha en tu corazón y debes rechazar las excusas de Satanás y las diversas razones de la carne. “Rechazar” significa ser capaz de penetrar y desentrañar las varias excusas y razones que las personas tienen para no practicar la verdad, es decir, las intenciones y trampas de Satanás, y luego rebelarte contra ellas. Este es el proceso del rechazo. A veces surgen en las personas ciertas ideas, intenciones y objetivos corruptos, determinados conocimientos, filosofías y teorías humanos, además de modos, medios, trampas y argucias en las relaciones con los demás. Cuando esto sucede, deben darse cuenta de inmediato de que lo que se revela en ellos son cosas corruptas, y deben aferrarse a estas, buscar la verdad, diseccionarlas a fondo, percibir claramente su realidad, y rechazarlas y rebelarse contra ellas por completo, cortándolas de raíz. Da igual cuándo ocurra esto, siempre que en una persona hayan surgido ideas, pensamientos, intenciones o nociones corruptos, debe aferrarse inmediatamente a esas cosas, penetrar en ellas y desentrañarlas, rebelarse contra ellas y llegar al punto de rectificarlas. Ese es el proceso. Así es como se practica el rechazo a Satanás y la rebeldía contra la carne. ¿Acaso no es muy sencillo? De hecho, ya se habló de este proceso en los dos ejemplos que hemos dado hace un momento. Este es un principio de práctica para abordar los estados indebidos que surgen en las personas cuando les suceden cosas.

Continuad leyendo. (“No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”). Esto significa buscar y esperar con todo tu corazón y tu mente. Estas simples cuatro frases: “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón” tienen dos significados. ¿Cuáles son? (El primero es no desesperes y no seas débil. Esto es, no te desanimes ni te desalientes cuando te topes con dificultades o no puedas entender las cosas temporalmente en tu proceso de búsqueda. El segundo es que debes buscar y esperar con todo tu corazón. Es decir, debes tener perseverancia en el proceso de búsqueda, debes continuar buscando y orando cuando no entiendes, y esperar a que se revelen las intenciones de Dios. Este es el segundo significado). “No desesperes. No seas débil”, significa que las personas deben mantener una fe auténtica en Dios, creer que es todopoderoso, que puede esclarecerlas y permitirles comprender la verdad. Entonces, ¿por qué ahora no puedes comprender la verdad? ¿Por qué ahora no te esclarece Dios? Debe haber alguna razón para ello. ¿Cuál es una razón básica? Simplemente, que el momento de Dios no ha llegado. Dios está poniendo a prueba tu fe y, al mismo tiempo, quiere usar este método para fortalecerla. Esto es lo básico que la gente debe entender y saber. Supongamos que has actuado de acuerdo con los principios requeridos por Dios, has orado, has buscado, tienes un corazón con un tremendo deseo por Dios, has comenzado a atesorar Sus palabras, te interesan, y a menudo te recuerdas a ti mismo practicarlas y experimentarlas, presentarte ante Dios y no alejarte de Él, y buscar cuando haces cosas. Sin embargo, piensas para tus adentros: “No creo haber sentido con claridad que Dios me haya concedido ningún esclarecimiento, iluminación o guía especial, y ni siquiera tengo una sensación evidente de que Dios me haya otorgado dones, talentos o habilidades especiales para el deber que realizo. En cambio, tengo la sensación de que las personas que no están a mi altura entienden más que yo, cumplen mejor con sus deberes y son más elocuentes a la hora de difundir el evangelio. ¿Por qué no soy tan bueno como los demás? ¿Por qué sigo en el mismo sitio y avanzo poco?”. Esto se debe a dos razones: una es que las personas mismas tienen muchos problemas, por ejemplo, sus métodos, intenciones y objetivos individuales de búsqueda, así como sus intenciones y motivos al orarle y hacerle peticiones a Dios, etcétera. En cuanto a todas estas cuestiones, necesitas reflexionar, adquirir conocimiento, descubrir los problemas que hay en tu interior y revertir el rumbo lo antes posible. No es necesario entrar en detalles al respecto. La segunda razón es que, en lo que respecta a cuánto les da Dios a las distintas personas, y a cómo se lo concede, Él tiene Su propio método. Dios ha dicho las palabras: “Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión” (Éxodo 33:19). Tal vez seas objeto de la misericordia de Dios, tal vez seas objeto de Su compasión, o tal vez no perteneces a ninguno de los dos tipos de personas de los que Él ha hablado. Tal vez Dios piensa que eres más fuerte que otros, o que requieres de más tiempo que los demás para ponerte a prueba y templarte. Existen muchas razones, pero sean cuales sean, cualquier cosa que hace Dios es correcta. Las personas no deberían hacerle exigencias extravagantes a Dios. Lo único que debes hacer es buscar de todo corazón y esperar de todo corazón. Antes de que Dios permita que comprendas y te dé respuestas, lo único que debes hacer es buscar, mientras esperas el momento en que Dios te dará algo, el momento en que Dios te mostrará su gracia y en el que te esclarecerá y guiará. En oposición a las nociones humanas, Dios no distribuye las cosas de manera igualitaria entre las personas, por lo que no puedes hacerle exigencias a Dios con la palabra “igual”. Cuando Dios te da algo, ese es el momento en el que debes recibirlo. Cuando Dios no te da algo, obviamente no es el momento apropiado o correcto a Sus ojos y, por tanto, no debes recibirlo en ese momento. ¿Qué debes hacer cuando Dios dice que no debes recibir algo y Él no desea dártelo? Una persona con razón diría: “Si Dios no me lo da, entonces me someteré y esperaré. Actualmente no soy digno de recibirlo, tal vez porque mi estatura no puede soportarlo, sin embargo, mi corazón puede someterse a Dios sin quejarse, sin sospechar y desde luego sin dudar”. Nadie debe perder la razón en un momento así. No importa cómo te trate Dios, debes elegir, con razón, someterte a Él. Solo hay una actitud que los seres creados deben tener hacia Dios: escuchar y someterse, no hay otras opciones. Sin embargo, Dios puede tener diferentes actitudes hacia ti. Existe un fundamento para esto. Dios tiene Sus propias intenciones. Él toma Sus propias decisiones y cuenta con Sus propios métodos en cuanto a cómo hace estas cosas y la actitud que adopta hacia cada persona. Por supuesto, estas decisiones y métodos se basan en los propósitos de Dios. Antes de que las personas tengan una comprensión de los propósitos de Dios, lo único que deben y pueden hacer es buscar y esperar, evitando hacer cualquier cosa que se rebele contra Él. Lo último que deben hacer en esos momentos, es decir, cuando no sienten el esclarecimiento, guía, gracia y misericordia de Dios, es apartarse de Él y afirmar que no es justo, o gritarle o incluso negarlo cuando no pueden sentir Su esclarecimiento y guía. Esto es lo que Dios menos desea ver. Por supuesto, si acabas por llegar al punto de negar a Dios, de negar Su justicia, Su identidad y Su esencia, y de gritarle a Dios, eso confirmará que Él tenía razón en Su actitud de no haberte prestado atención desde el principio. Si ni siquiera puedes resistir esta pequeña prueba y examen, entonces careces de la más mínima fe en Dios y tu creencia es muy hueca. Cuando una persona no siente el esclarecimiento y la guía de Dios, lo más importante que debe hacer es buscar y esperar de todo corazón. Buscar y esperar son responsabilidades del hombre, y también son la razón, la actitud y el principio de práctica que las personas deben tener hacia Dios. Cuando busques y esperes, no albergues una mentalidad basada en la casualidad. No pienses siempre: “Tal vez si espero, Dios me concederá palabras claras. Solo necesito ser un poco más sincero y ver si Dios me esclarece o no. Tal vez me esclarezca. Si no lo hace, pensaré en alguna otra forma”. No albergues una mentalidad semejante, basada en la casualidad. Dios detesta este tipo de actitud en las personas. ¿Qué tipo de actitud es esta? Es una actitud de casualidad que conlleva una tentación. Esto es lo que más detesta Dios. Si vas a esperar, hazlo con sinceridad. Mantén una mentalidad de hambre y sed de justicia mientras oras a Dios y buscas la verdad, mientras resuelves tus problemas prácticos y le imploras a Dios esclarecimiento y guía. Sin importar cómo te trate Dios o si finalmente te permite llegar a un pleno entendimiento, debes atenerte al principio de sumisión sin desviarte. De esta manera, mantendrás firme tu estatus y deber como ser creado. Con independencia de si Dios finalmente te oculta Su rostro, de si solo te muestra Su espalda o aparece ante ti, siempre y cuando mantengas firmemente tu deber y tu posición original como ser creado, habrás dado testimonio y serás un vencedor. “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Estos cuatro cortos enunciados son muy importantes. Abarcan la razón que el hombre debe poseer, el puesto original en el que debe colocarse y la senda de práctica que debe seguir. Algunas personas dicen: “Todos buscamos y esperamos con todo nuestro corazón y nuestra mente, ¿por qué Dios no nos esclarece? ¿Por qué no me concede ninguna inspiración?”. Dios tiene Sus propias intenciones. No le exijas nada. Esta es la razón de la humanidad normal, la razón que más deben poseer los seres creados. Según las mentes, pensamientos y nociones humanas, hay demasiadas cosas que las personas no comprenden, y Dios debe contárselas. Sin embargo, Dios dice: “No es Mi responsabilidad ni obligación decirte esas cosas. Si quiero que sepas algo, sabrás un poco, y eso implicará que Yo te favorezco. Cuando no quiera que sepas algo, no diré ni una palabra al respecto, y ni se te ocurra pensar que entonces vas a poder entenderlo”. Algunas personas dicen: “¿Por qué te estás oponiendo a nosotros en esto?”. Dios no se está oponiendo a ti. El Creador siempre será el Creador, y Él tiene sus propias formas y métodos de hacer las cosas. Aunque Sus formas y métodos no se ajustan a los gustos, ideas y nociones del hombre, y desde luego tampoco a su cultura tradicional, con independencia de los aspectos del hombre con los que no estén de acuerdo, dicho con sencillez, con independencia del hecho de que no se ajusten a los requisitos y estándares del hombre, sin importar lo que haga el Creador, y sin importar si las personas pueden entenderlo o no, la identidad y esencia del Creador nunca cambiarán. Las personas nunca deben utilizar el lenguaje, las nociones o cualquier método humano para medir al Creador. Tal es la razón que deben poseer. Si careces incluso de este poco de razón, voy a serte honesto: no eres capaz de comportarte como un ser creado. Un día, tarde o temprano, te sucederá algo malo. Si careces incluso de este poco de razón, un día, tarde o temprano, estallará tu carácter corrupto. En ese momento, dudarás de Dios, lo insultarás verbalmente, lo negarás y lo traicionarás. Entonces, estarás completamente acabado, y se te deberá descartar. Por tanto, la razón que los seres creados deben poseer es muy importante. “No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Estos cuatro enunciados son la razón y los principios a los que los seres creados deben atenerse al abordar los diversos entornos a los que a menudo se enfrentan en su vida real, y a fin de mejorar su relación con Dios.

La primera parte de este pasaje dice: “No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”, y la penúltima línea dice: “Busca de todo corazón; espera de todo corazón”. Hay quien dice: “¿El significado tácito de las palabras ‘No te apures para hallar soluciones’ es que el desenlace final es inevitable? Si buscamos y esperamos de todo corazón, tenemos un corazón con un tremendo deseo por Dios y anhelamos Sus palabras, ¿tiene Dios la necesidad de darnos la respuesta para permitirnos entender la verdad de la cuestión?”. Esta es la respuesta que te doy: es incierto y no es necesariamente así. Cada palabra de este pasaje es un requerimiento que Dios le propone al hombre, un principio de práctica que los seres creados deben acatar. Dios ofrece una senda de práctica al hombre, principios que las personas deben poner en práctica y observar en las situaciones en las que se encuentran en la vida cotidiana. Sin embargo, Dios no le dijo a nadie: “No importa hasta qué punto entendáis estas palabras, mientras os atengáis a estos principios, debo contaros los hechos, debo daros la respuesta y una explicación al final”. Dios no tiene esta responsabilidad, no tiene tal “deber”. La gente no debe hacerle semejantes demandas irrazonables a Dios. Todos debéis entender esto. Este “no es necesariamente así” le indica a la gente un hecho: Dios nunca acatará las reglas del juego establecidas por los seres humanos de acuerdo con sus nociones, filosofías, experiencias y lecciones humanas, ni siquiera acatará la ley humana. Más bien, los seres humanos deben acatar los principios de los requerimientos de Dios y entrar en la realidad de cada verdad que Dios ha planteado. ¿Habéis comprendido esto? (Sí). Los principios que las personas deben acatar se explican claramente en este pasaje. Empezad por la primera línea. (“No te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas”). Este es un principio fácil de poner en práctica y entender. Ponerlo en práctica no te crea una carga ni ninguna presión. Es excepcionalmente fácil. ¿Y la segunda línea? (“Lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”). Eres una persona normal que vive en el mundo. Eso es lo único que necesitas para lograr “llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrecerle un corazón sincero”. Mientras no te falte corazón, puedes hacerlo. Tienes veinticuatro horas al día. Además de tu trabajo normal, el tiempo de descanso, las comidas y las devociones espirituales personales, ¿resulta fácil “llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrecerle un corazón sincero”? (Es fácil). Se puede hacer mientras se camina, se charla o se descansa, no interferirá con tus asuntos habituales, con el cumplimiento de tu deber o con el trabajo que tengas entre manos. Se trata sin duda de algo simple. Con independencia del calibre de una persona, mientras ofrezca un corazón sincero y se esfuerce por la verdad, llegará poco a poco a comprenderla y entrará en esta realidad con facilidad.

¿Cuál es la siguiente línea? (“Cree que Dios es tu Todopoderoso”). Ahora le voy a dar la vuelta y preguntaros: ¿Creéis que “Dios es tu Todopoderoso”? ¿Cuándo empezaste a creerlo? ¿En qué cuestiones llegaste a creerlo? ¿Has dado testimonio de ello? ¿Has tenido esta experiencia? Y si alguien te pregunta: “¿Crees que Dios es tu Todopoderoso?”, quizás, teóricamente, dirías sin dudar: “¡Dios es mi Todopoderoso! ¿Cómo no va a ser Dios mi Todopoderoso?”. Y si te preguntaran de nuevo: “¿Es Dios tu Todopoderoso? ¿En qué asuntos has confiado en Dios y has sido testigo de Sus obras? ¿En qué medida se ha revelado la omnipotencia de Dios en ti personalmente? ¿Cuándo descubriste que Dios es tu Todopoderoso? ¿En qué asuntos sientes que Dios es tu Todopoderoso? Si reconoces que Dios es todopoderoso y que para Él nada es imposible, ¿por qué a veces eres tan débil? ¿Por qué sigues siendo negativo? ¿Por qué no puedes rebelarte contra la carne y practicar la verdad cuando te sucede algo? ¿Por qué siempre vives según la filosofía satánica en tus tratos con los demás? ¿Por qué sigues diciendo mentiras a menudo sin sentir la reprimenda de Dios? ¿Es Dios realmente tu Todopoderoso? ¿A qué crees que se refiere exactamente la omnipotencia de Dios? ¿Concuerda con la esencia de Dios?”. Si te hicieran estas preguntas, ¿te atreverías a responder con tanta certeza? Cuando pregunto de este modo, la gente se queda muda. No tienes esa experiencia, no has establecido una relación con Dios a ese nivel. En todos los años que llevas creyendo en Él, nunca has experimentado Su soberanía, nunca has visto Su mano, la soberanía sobre las personas, los acontecimientos y las cosas que ejerce la mano todopoderosa de Dios. Esto nunca lo has visto, nunca has oído hablar de ello, y mucho menos lo has experimentado o sentido en persona. Por tanto, en cuanto a la pregunta “¿Es Dios mi Todopoderoso?” no sabes y no te atreves a hablar. Esto prueba que careces de semejante fe. Para ti, esta línea debe convertirse en tu visión. Debe ser la evidencia más poderosa de que crees en Dios y le sigues. También es uno de los aspectos de la visión que te sostiene mientras continúas adelante. Sin embargo, no te atreves a responder con certeza. ¿Por qué? Porque tu fe en Dios no es más que la creencia de que Dios existe. Todavía no has seguido realmente a Dios, no has establecido una verdadera relación con Él, aún no has entrado en la realidad de las palabras de Dios, aún no has participado en la experiencia de someterte a la soberanía de Dios, y aún no te has dado cuenta de primera mano del hecho de Su soberanía sobre todas las cosas. No has visto ni experimentado nada de esto, y ni mucho menos lo entiendes. Si simplemente te preguntaran: “¿Es Dios tu Todopoderoso?”, con toda seguridad, responderías “sí”. Si a continuación te preguntaran cómo experimentaste esto y cómo llegaste a esta comprensión, seguramente agacharías la cabeza en silencio, sin atreverte a responder. ¿Cuál es la razón de este hecho? (No tenemos experiencia al respecto). Hablas desde un punto de vista teórico. De hecho, declaras verbalmente ser un seguidor de Dios y un ser creado. Sin embargo, desde el día en que empezaste a seguir a Dios, nunca has cumplido con la responsabilidad de un ser creado. Aceptar la palabra de Dios como el fundamento de tu existencia, tomar Su palabra como el principio y la senda de práctica para cumplir con tu deber, y entrar en la realidad de la palabra de Dios: esta es tu responsabilidad. Si aún no has entrado en estas realidades-verdad, ¿qué implica esto? Que aunque sigas a Dios, aunque hayas renunciado a la familia, el trabajo y la carrera y hayas podido seguir a Dios hasta hoy, tu corazón no ha aceptado la verdad y la vida que Dios le otorga a la humanidad, sino que en vez de eso buscas las cosas que tú mismo amas y de las que nunca te has desprendido. ¿Es esto seguir a Dios y someterse a Su obra? Si, en tu corazón, no aceptas los objetivos de la vida, las direcciones y los criterios de vida y existencia que Dios ha establecido para el hombre, sino que solo repites como un loro las palabras que oyes y sueltas algunas doctrinas, ¿se considera esto aceptar la verdad? Aunque sigas a Dios y, de puertas para afuera, puedas cumplir con tu deber, tu corazón no ha aceptado la verdad. Aunque hayas creído en Dios durante muchos años, los principios y métodos según los que vives y la senda que sigue tu vida siguen siendo los de Satanás. Sigues siendo la misma persona de siempre, sigues viviendo según tu carácter satánico y el camino del hombre corrupto, y no has aceptado los requerimientos y principios que vienen de Dios. Desde esta perspectiva esencial, lo que haces no es seguir realmente a Dios. Solo estás admitiendo que eres un ser creado y que el Creador es tu Dios. Sobre esta base teórica, haces un poco por Dios y le haces algunas pequeñas ofrendas. Considerando esta premisa, admites con reticencia que Él es tu Dios y que eres Su seguidor, pero tu corazón nunca lo ha aceptado de verdad como tu vida, tu Señor y tu Dios. Esto nos lleva de nuevo a la pregunta que acabo de hacer: “¿Es Dios tu Todopoderoso?”. Por las razones anteriores, no te atreves a responder con certeza. Para todas las cosas y para todo el universo, Dios es todopoderoso, pero para ti, puedes admitir que Dios es todopoderoso como una cuestión teórica, pero de hecho no se trata de algo que hayas visto o experimentado. Sobre la cuestión de la omnipotencia de Dios, tienes un signo de interrogación dibujado en el corazón. ¿Cuándo podrá la gente confirmar realmente las palabras “Dios es tu Todopoderoso” y hacer de esta visión el fundamento de su fe en Él? Solo cuando acepten la identidad, la esencia y el estatus de Dios en sus corazones, entren en la realidad de las palabras de Dios y las conviertan en el fundamento de su existencia, podrán reconocer realmente que “Dios es tu Todopoderoso”. En realidad, estas palabras son las más difíciles de alcanzar, pero Dios las ha hecho surgir, mostrando la importancia que tienen para el hombre. Quien quiera experimentar y comprender estas palabras debe dedicar toda una vida a hacerlo. Para dar una respuesta verdadera y cierta a la pregunta que plantean estas palabras desde lo más profundo de su corazón, necesita pasar toda una vida trabajando para establecer una relación normal entre él y Dios, es decir, la relación de un ser creado con su Creador. Todo esto puede lograrse sobre la base de poner en práctica el principio de “lleva esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrécele un corazón sincero”. En realidad, es bastante sencillo ponerlo en práctica, pero no resulta fácil alcanzar realmente el objetivo exigido por Dios. Hay que dedicar tiempo y esfuerzo y pagar un precio por ello.

¿Cuál es la siguiente línea? (“Debes tener una tremenda aspiración por Dios, buscar vorazmente”). Todos estos son requerimientos que Dios hace del hombre. Si las personas quieren entender la verdad y obtener la salvación, sus corazones deben anhelar esto, deben tener la voluntad de buscarlo, y deben contar con un anhelo real. Entonces, deben practicar y entrar de acuerdo con la senda de práctica establecida por Dios. Paulatinamente, Dios llevará a estas personas a la realidad-verdad y a un estado correcto y normal. Tales personas comprenderán cada vez más las verdades de las palabras de Dios de una manera cada vez más práctica. Al final, los muchos estados anormales que poseen, la corrupción revelada en ellas y su rebeldía se resolverán poco a poco por los diversos métodos de la obra de Dios en los muchos y diversos ambientes que Él dispone. Entonces pues, ¿qué es lo que debéis entender? Esto: las cosas que la gente debe hacer, las que debe poner en práctica, deben cumplirse de acuerdo con los requerimientos de Dios. Cuando las personas practiquen y actúen de acuerdo con los requerimientos de Dios, caminarán por la senda correcta que Él les ha señalado. Cuando caminen por esta senda correcta, Dios, a Su manera y según Sus requerimientos y principios, les concederá una porción apropiada a su debido tiempo. ¿Qué deben entender al respecto? La cooperación de las personas, el precio que pagan y sus esfuerzos son indispensables. La gente debe actuar y practicar de acuerdo con los requerimientos de Dios. No deben actuar de acuerdo con los deseos humanos o sobre la base de figuraciones y nociones humanas. Qué resultado final se logra, cuánto puede cambiar alguien, cuánto puede ganar: ¿vienen estas cosas determinadas por los deseos de la persona individual? No, eso es asunto de Dios, y no tiene nada que ver contigo. Al final, qué te da Dios, cuánto y cuándo te lo da, a qué edad recibes lo que te da: eso es asunto de Dios y no tiene nada que ver contigo. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo único que tienes que hacer es concentrarte en practicar la verdad, entrar de acuerdo con la senda que Dios te da, actuar como corresponde a un ser creado y prestar la colaboración que te corresponde. En cuanto a qué y cuánto recibirás, cuándo lo recibirás, y cómo Dios dispondrá de estas cuestiones, eso es asunto Suyo y tendrá lugar en el momento que Él quiera. Hay quien dice: “Si pongo esto en práctica, ¿me salvaré al final?”. Decidme, ¿creéis que podrá salvarse? Estas palabras y verdades que Dios ha otorgado y proporcionado al hombre son la senda de este hacia la salvación. Si practicas de acuerdo con estas palabras y verdades de Dios y entras en la realidad de Su palabra, ¿todavía tienes que preocuparte de que no puedas salvarte? ¿Te sigues pasando los días preocupado y ansioso por miedo a que Dios te abandone? ¿No obedece esto a la falta de fe y a la incomprensión de las intenciones de Dios? Si has entrado realmente en la realidad-verdad, si tu corazón tiene paz y gozo, si puedes dar testimonio vivencial real y tienes una relación normal con Dios en tu corazón, ¿seguirás preocupado porque no te vas a salvar? No te preocupes, no es asunto tuyo. Solo debes practicar y entrar en la palabra de Dios. En la palabra de Dios, ninguna línea carece de importancia. Toda la palabra de Dios es la verdad, y la verdad es la vida que el hombre debe tener. El conjunto de las palabras de Dios es lo que la gente necesita y debe poseer para alcanzar la salvación. Si sigues estas palabras de Dios en la práctica, pero sigues preocupado por no salvarte, ¿acaso eres un necio y un ignorante? ¿Son tus nervios hipersensibles? Disfrutarías más si, en lugar de albergar esos pensamientos ociosos, mostraras consideración por las intenciones de Dios. Si caminas por la senda correcta, el destino final al que llegues será sin duda el correcto: el destino que Dios ha especificado para ti. No te equivocarás. Por tanto, si practicas y cumples los requerimientos de Dios, no necesitas preocuparte de si te puedes salvar o no. Basta con practicar y buscar la senda de la salvación señalada por Dios, ese es el camino correcto. Algunas personas dicen: “¿Qué se siente al alcanzar la salvación? ¿Sentiremos que flotamos en el aire? ¿Nos sentiremos diferentes a como nos sentimos ahora?”. Esta pregunta es un poco prematura. No es algo que necesites saber ahora mismo. Lo averiguarás cuando estés realmente salvado. Algunas personas dicen: “Cuando me salve, ¿se me aparecerá Dios como se le apareció a Job?”. ¿Es esta una petición razonable? No pidas esto. Todavía no sabes si te puedes salvar, así que ¿de qué sirve hacer esta petición? De nada. Por ejemplo, digamos que actualmente estás en la escuela primaria. Deberías centrarte en rendir bien en todas tus clases y satisfacer las exigencias de tu profesor. No pienses siempre en “¿A qué universidad iré en el futuro? ¿Qué tipo de trabajo tendré más adelante?”. Pensar en esas cosas es inútil. Queda demasiado lejos y es poco realista. Mientras practiques y entres en métodos y sendas correctos, sin duda podrás alcanzar el objetivo final. Además, con la guía de Dios, ¿de qué seguís teniendo miedo? ¿Crees que Dios es tu Todopoderoso? (Sí). Dios es todopoderoso, entonces ¿le supone alguna dificultad salvar a una persona pequeña como tú? Para Dios, no sería difícil hacerse con el mundo entero y entregártelo, así que ¿cómo iba a resultarle difícil salvar a un pequeño ser humano corrupto? Entonces, ¿sigue haciendo falta que estés ansioso? No te preocupes de si Dios puede salvarte, no te preocupes de si Sus palabras pueden salvarte. En su lugar, debes preocuparte de si puedes entender las palabras de Dios y puedes encontrar una senda de práctica en ellas. Debes preocuparte de si has entrado ahora en la realidad de las palabras de Dios y si, en tus acciones, estás caminando por la senda que Dios ha indicado. Eso es mucho mejor. Pensar sobre estas cosas es práctico y realista. Resulta inútil preocuparse por nada más.

¿Cuál es la línea siguiente? (“Rechazas las excusas, intenciones y trampas de Satanás”). Acabamos de hablar sobre esta línea, así que este problema debe ser fácil de resolver. Solo hace falta que el hombre entienda que, la mayor parte del tiempo, “las excusas, intenciones y trampas de Satanás” surgen de las diversas razones, excusas, intenciones y trampas producidas por el carácter corrupto del hombre, además de a partir de los métodos que usan diversas personas malvadas y los incrédulos con los que entras en contacto. Respecto a cómo puedes distinguir y rechazar tales cosas y las decisiones que debes tomar, esa es tu búsqueda personal. Leed la siguiente línea. (“No desesperes. No seas débil. Busca de todo corazón; espera de todo corazón”). Acabamos de hablar también en detalle sobre esta línea. Para el hombre, cada línea es una advertencia y un recordatorio y, al mismo tiempo, una especie de apoyo, ayuda y provisión. Por supuesto, estas palabras contienen la intención de Dios para la humanidad y acarrean Su esperanza desbordante para esta. Cuando las personas se topan con debilidades y dificultades, Dios no quiere que pierdan la esperanza, la fe, su aspiración a buscar la verdad y la salvación, ni que tampoco pierdan la oportunidad de obtener la verdad y ser perfeccionadas por Él. Dios no quiere que la gente sea cobarde. En cambio, sin que importe con cuántas dificultades se topen, lo débiles que sean y cuánta corrupción revelen, Dios espera que las personas nunca se den por vencidas, que perseveren a pesar de todo, continúen buscando la verdad, sigan las sendas de práctica que Dios les ha indicado en su búsqueda, y conserven aún un corazón con un tremendo deseo por Dios. La fe de las personas en Dios debe crecer cada vez más con la experiencia y con la comprensión de las palabras de Dios, y no deben encogerse ante la debilidad, volverse negativas ante las dificultades, sollozar cuando se revela un poco de corrupción y retroceder en lugar de avanzar. Dios no quiere ver manifestaciones como estas. Dios espera que las personas se dirijan a Él de todo corazón, sin que esto cambie nunca por cuestiones de tiempo, entorno, ubicación física o cualquier otra situación que surja. Si no cambia tu deseo de buscar a Dios y tu determinación de hacerlo no decae, Él verá y conocerá tu corazón sincero. Al final, lo que Dios te conceda superará todo lo que puedas desear. Durante las décadas en que Job experimentó la soberanía de Dios, nunca se atrevió a imaginar que Dios le hablaría o se le aparecería en persona. Nunca se atrevió a imaginarlo, pero Dios se le apareció después de su última prueba, hablándole en persona desde un torbellino. ¿No va eso más allá de cualquier cosa que el hombre podría pedir? (Sí). Esto va más allá de cualquier cosa que alguien pudiera pedir, y nadie se atreve siquiera a contemplar la idea. Haga lo que haga Dios, el hombre debe permanecer en su lugar correspondiente, hacer lo que debe, caminar por la senda que debe caminar, cumplir con los deberes que se le han encomendado sin ir más allá de lo que se le pide, y abstenerse de hacer cosas que Dios detesta. Siempre que sientas que estás pidiendo demasiado a Dios, que tus peticiones son producto de ambiciones y deseos y de falta de razón, debes presentarte inmediatamente ante Él, postrarte y confesar tus pecados. Debes arrepentirte de verdad y rectificarte de todo corazón. Esto es lo que Dios exige de la humanidad y lo que espera de todo aquel que le sigue y ama la verdad.

Terminamos aquí nuestra charla sobre este pasaje. Tras tanta enseñanza, he ordenado lo que se debe ordenar y os he hecho comprender lo que es adecuado que el hombre comprenda. Esta clase de charla tiene por objeto indicaros cómo leer las palabras de Dios, enseñaros la manera de hacerlo y haceros saber a todos que ningún pasaje de Su palabra se pronuncia en vano. Todos ellos rebosan de las intenciones de Dios y acarrean Sus esperanzas. Vistas así, todas las palabras de Dios son cosas que, sean profundas o sencillas, el hombre debe poseer y acatar. Unas pocas palabras sencillas contienen los principios de práctica a los que el hombre más debería atenerse, si bien nadie lo logra. Nadie da importancia a esas pocas palabras de Dios ni las tiene en cuenta. Decidme, ¿hasta qué punto está adormecido el hombre? En realidad, adormecido es una buena manera de definirlo. De hecho, la arrogancia sin límites del hombre es la causa de que todos desdeñen esas palabras y no deseen verlas ni leerlas. ¿Qué quieren leer? Quieren leer palabras profundas, elevadas, filosóficas y metódicas. No habléis sobre semejantes palabras elevadas y profundas, basta con que la gente pueda entender esas otras pocas sencillas. Estas palabras pueden parecer sencillas y cualquiera que las lea es capaz de entenderlas, pero ¿quién las pone realmente en práctica? En realidad, ¿quién presenta ante Dios las cosas que le suceden y ora? ¿Quién espera la hora de Dios sin preocuparse por hallar soluciones? ¿Cuántas personas pueden practicar así? Hasta ahora, no he encontrado a nadie que haya acatado y practicado esas palabras de Dios ni tampoco que se haya sentido atraído por ellas y las haya valorado después de comprobar lo sentidas, sinceras y preciosas que son. Al oíros reproducir ese himno hace un momento, os he preguntado cómo comíais y bebíais este pasaje de la palabra de Dios. ¿Alguien ha descubierto la intención de Dios a partir de esas pocas palabras simples, sencillas y directas al orar-leerlas? ¿Alguien las ha orado-leído para encontrar la senda de práctica que el hombre debe comprender y en la que debe entrar? ¿Alguien ha comprendido alguna verdad a partir de ellas? Mi pregunta es si las verdades que esas palabras contienen han rendido frutos en las personas. ¿Han surtido efecto? Nuestra charla ha demostrado que en realidad no. Vuestra estatura es demasiado pequeña. Parece que la mayoría de las palabras pronunciadas por Dios a lo largo de estos años aún no han echado raíces en vuestro corazón. No habéis llegado al nivel en el que las atesoráis como verdades. Eso no es un buen augurio. No es una buena señal. Algunas personas dicen: “Estamos demasiado ocupados cumpliendo con nuestros deberes diarios. No tenemos tiempo para reflexionar sobre las palabras de Dios”. En realidad, no es que no tengan tiempo, es que no se esfuerzan ni prestan atención. Sea cual sea el deber que alguien realiza, ¿puede este afectar a la forma en que reflexiona sobre las palabras de Dios en su corazón? ¿Acaso no puede reflexionar sobre las palabras de Dios mientras come y descansa? Todo depende de si se tiene el deseo de hacerlo. La gente piensa que estar tan ocupado significa que uno está satisfecho. En realidad, cuando tengas tiempo libre para pensar, te darás cuenta de que nunca has reflexionado verdaderamente sobre ninguna de las palabras de Dios en tu corazón. No has retenido nada y dichas palabras no se han convertido en tu guía de vida ni en tu criterio de práctica. Cuando consideres eso, te avergonzarás. Tus ocupaciones no son más que una ilusión que te lleva a engaño. Te hace sentir que, gracias a tu fe en Dios, tu vida está llena en lugar de vacía, que eres diferente de la gente del mundo y que no persigues las tendencias mundanales, sino que te encuentras entre las personas más rectas, cooperas en la obra de Dios y llevas a cabo acciones rectas. Te parece que ya estás salvado, o que ya has emprendido el camino de la salvación. Algunas personas llegan a pensar que ya son vencedores. Teniendo en cuenta todo eso, incluso adoptáis ese tipo de actitud ante un himno tan sencillo y unas cuantas palabras simples de Dios, las primeras que expresó. Nadie ha ganado nada ni ha encontrado ningún esclarecimiento en esas palabras, así como tampoco las ha puesto en práctica de ninguna manera. No veo a nadie que haya obtenido ningún beneficio o resultado para sí mismo. ¿Es eso bueno o malo? (Malo). Durante estos años, habéis estado cumpliendo afanosamente vuestros deberes y os habéis mantenido especialmente ocupados con la obra del evangelio. Habéis alcanzado cierto éxito y vuestro corazón se siente de maravilla. De un modo u otro, se ha difundido la palabra de Dios y la obra del evangelio. La palabra de Dios ha llegado a gente de todos los países y regiones, y la están comiendo y bebiendo más personas. En apariencia, parece que habéis alcanzado el éxito, pero ¿tenéis alguna pista sobre ese gran asunto de la vida que es vuestra salvación? A juzgar por la actitud de la gente ante este pasaje de la palabra de Dios, no tienen ni idea. En pocas palabras: no saben ni por dónde empezar. Decidme, ¿cómo me siento al veros a todos así? Se trata simplemente de unas pocas palabras sencillas, pero tengo que seguir desarrollándolas y discutiéndolas en detalle con vosotros. Mis palabras son demasiado exhaustivas y detalladas. ¿Estáis dispuestos a escuchar? ¿Diríais que insisto demasiado? Tampoco quiero ser tan insistente. Todos parecéis rectos. Todos tenéis un poco de cerebro y conocimiento, y la mayoría poseéis alguna destreza. Aun así, no prestáis atención a las escasas palabras de este himno y no las habéis guardado en vuestro corazón. Hasta ahora, ni una sola persona ha entrado en la realidad de esas palabras. ¡Eso sí que es un quebradero de cabeza y un fastidio! Entonces, ¿cuál es el objetivo de todo el trabajo que hacéis en la iglesia? Pablo dijo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia”, ¿acaso este objetivo al que se refiere es el mismo que el vuestro? Si es así, entonces todos sois como Pablo y las consecuencias no pueden ser buenas. ¿Verdad? (Sí). Si no trabajas duro al comer y beber las palabras de Dios, tarde o temprano serás descartado, y no obtendrás nada. El día que te descarten, dirás: “¿Qué he ganado?”. Nada de nada, así que te avergonzarás por completo e incluso desearás estar muerto. Es demasiado patético. Las palabras de Dios son amplias y abundantes, y versan sobre todas las cuestiones. Qué pena que nunca hayas puesto tu corazón en ese afán, que nunca hayas leído sinceramente las palabras de Dios. De entre todas las muchas que hay, ni una sola frase ocupa un lugar en tu corazón. ¿Quién, sino tú, acabará siendo descartado? ¿Así están las cosas? (Sí). Comer y beber las palabras de Dios y convertirlas en tu realidad constituyen un acontecimiento importante. Es más importante que cualquier otra cosa, más que dar a luz a la siguiente generación, que cumplir el deber, que aprender una destreza profesional, que trabajar para difundir el evangelio y que todo lo demás. Si no has entrado en la realidad de las palabras de Dios, no importa qué deberes realices ni lo lejos que corras, todo será inútil. Al final, no obtendrás ningún resultado y todo lo que hagas quedará en nada. No importa lo mucho que corras ahora, tu posición actual, el trabajo que desempeñes o los grandes logros que hayas conseguido, todo eso no es más que un hilillo de humo que acabará perdiéndose de vista. Solo cuando una persona entre en la realidad de las palabras de Dios, obtenga la verdad que estas contienen y encuentre los principios, las sendas y las indicaciones de práctica en dichas palabras, nadie podrá arrebatarle tales cosas. Solo cuando hayan entrado en estas realidades-verdad, tendrá sentido y valor el cumplimiento de sus deberes y todo el precio que han pagado. Solo entonces será aceptado por Dios. Después de que hayas entrado en la realidad de la palabra de Dios y hayas practicado los principios y normas que Él exige en todo lo que haces, tu deber no se habrá desempeñado en vano y una parte de él será aceptado por Dios. ¿Comprendes? (Sí). Si solo confías en tu propio autocontrol, perseverancia, cerebro y dones humanos, y en formas y métodos igualmente humanos para soportar el sufrimiento y pagar el precio, nada de lo que hagas tendrá que ver con las palabras de Dios. Deberías tener claro cuál será tu desenlace. Posiblemente sean muchas las personas que llevan un recuento de sus finanzas, costes y beneficios, y sin embargo no hay nadie que gestione esa otra cuenta. Parecéis bastante inteligentes en la gestión de los asuntos externos, contáis con vuestros medios y métodos, y sois bastante astutos, pero habéis descuidado el asunto de vuestra fe en Dios y la salvación, así como la cuestión de cómo tratar las palabras de Dios; nunca le habéis prestado atención a tales cosas. ¿Creías que tu falta de atención te permitiría eludir la ley que exige Dios? ¿Pensabas que, con un poco de esfuerzo, tendrías suerte y escaparías del justo juicio de Dios? No te engañes. Las leyes que ha confeccionado el hombre son todas producto del conocimiento y la perspectiva humanos. Todas provienen del ingenio humano. No son leyes producidas por el carácter justo de Dios. No adoptes la mentalidad del azar cuando se trate de tu salvación. Solo te engañas a ti mismo, no puedes engañar a Dios.

¿Cuál es la primera cosa importante que debes hacer en la búsqueda de la salvación? Come y bebe las palabras de Dios para que puedas entender la verdad y entrar en la realidad. Esa es la primera cosa importante. Da igual lo ocupado que estés cumpliendo tu deber o la cantidad de trabajo que hayas acumulado, aun así tienes que tomarte tiempo para comer y beber las palabras de Dios, para encontrar en ellas los principios y sendas para practicar la verdad en todas las cosas, y para entrar en la realidad-verdad. Ese es el único objetivo de la fe en Dios. Una vez que hayas entrado en la realidad-verdad y hayas obtenido los principios de práctica, todo lo que hagas será un desempeño satisfactorio de tu deber y se convertirá en valioso y significativo. De otro modo, lo único que harás será contribuir con mano de obra y no estarás cumpliendo tu deber. Esa mano de obra tampoco ayudará a que te salves. Si no comes y bebes las palabras de Dios, ni las practicas y experimentas, si no te tomas en serio entrar en la realidad-verdad y estás satisfecho con simplemente esforzarte y hacer cosas sin preocuparte por poner la verdad en práctica, ¿acaso no serías un necio? Todo el mundo piensa que es inteligente y fiable en su trabajo. “Ahora que estoy aquí, seguro que este trabajo se hace bien. Mientras esté yo para echar un ojo, nada perturbará el trabajo de la iglesia. Siempre y cuando no esté ocioso y siga realizando mi deber en la casa de Dios, seré salvado”. No te engañes. Dios nunca ha dicho que nadie se vaya a salvar con solo realizar su deber de manera constante. Esto proviene de la propia imaginación y los deseos ilusos del hombre. Aquellos que dicen esto no se conocen a sí mismos en absoluto, y no entienden la esencia ni la verdad de la intensidad con la que Satanás corrompe al hombre, por eso pueden decir esas palabras tan tontas. ¿Acaso, a lo largo de los tiempos, no cumplían todos los seguidores de Dios sus deberes? ¿Y se salvaron? No. ¿Son merecedores de entrar en el reino de los cielos? No. La obra de juicio de Dios en los últimos días ha puesto al descubierto claramente la verdad de la corrupción del hombre. Esto permite que todo el mundo entienda, cambie de rumbo, obtenga la verdad y entre en la realidad, experimentando así cambios reales. Eso es lo que Dios le exige al hombre. ¿Puedes lograr un cambio real si solo te centras en cumplir constantemente tu deber? ¿Puedes obtener la verdad? ¿Puedes lograr sumisión a Dios? De ninguna manera. Lo fundamental es perseguir la verdad, someterse al juicio y castigo de Dios y obtener la verdad para ajustarse a Sus intenciones. Al decir estas palabras, Dios paga el precio de la sangre de Su propio corazón y ofrece Su vida por el hombre. Si no las valoras, sino que siempre las ignoras y desprecias en tu corazón, si nunca te tomas en serio las palabras de Dios, ¿podrás salvarte? ¿Puede el resultado final ser bueno? Ni siquiera hace falta que pienses en ello. ¿Qué es la primera cosa importante que debes hacer cuando creas en Dios? Que comas y bebas las palabras de Dios para entender la verdad y que, gracias a eso, entres en la realidad-verdad sin demora. Empieza por las cosas que suceden a tu alrededor, lo que puedes ver y sentir. Utiliza la palabra de Dios para reflexionar sobre ti mismo, buscar la verdad, resolver todos los problemas y lograr cambios reales. Si no comes y bebes la palabra de Dios y no entras en la realidad de esta, tus posibilidades de salvación serán nulas. Habrás perdido completamente cualquier oportunidad de salvación. Cuando la obra de Dios haya terminado, dirás: “En el pasado, durante la obra de difusión del evangelio de Dios, cumplí con mi parte. Durante el trabajo de divulgación del evangelio, pagué el precio y dediqué mi tiempo y esfuerzo a tal o cual paso importante”. Sin embargo, llegado ese día, todavía no has obtenido la verdad, no puedes comer y beber las palabras de Dios con normalidad ni realizar tu trabajo de manera normal. En el fondo, no eres una persona que se somete a Dios. Solo entonces sabrás que ya has perdido tu oportunidad de salvación. ¿Es ya demasiado tarde? No tienes ninguna oportunidad, ya te has precipitado al desastre, así que tu muerte es inminente. Por tanto, las posibilidades de salvación son muy escasas, y debes apreciar cada día y cada minuto. Empieza primero por las pequeñas cosas que te rodean y luego, poco a poco, pasa a otras, a las más grandes. Busca las palabras de Dios y la verdad, y entra en las palabras de Dios y en la realidad-verdad. Debes orar a menudo a Dios en tu corazón y acercarte a Él. No permitas nunca que los deseos de la carne, las tendencias mundanas y otras cosas satánicas ocupen tu corazón. En lugar de eso, deja que las palabras de Dios y la verdad ejerzan poder en tu corazón, y así este comenzará a valorar dichas palabras. Mientras las palabras de Dios y la verdad ocupen un lugar en tu corazón y dirijan tu vida, esta tendrá una meta y una luz que la guíe, y tu corazón estará lleno de gozo. Si entiendes tres palabras de Dios, luego cinco, luego diez y luego incluso cien, estas palabras se irán acumulando y, poco a poco, ocuparán un lugar mayor en tu corazón, guiarán tus pensamientos, tus acciones y tu vida. Irás entrando progresivamente en la realidad de las palabras de Dios y captando cada vez más principios-verdad. Tus acciones ya no se basarán en tu propia voluntad y deseos individuales. Cada vez serán menos las impurezas que intervengan en el cumplimiento de tu deber, y tratarás a Dios con un corazón cada vez más sincero. Poco a poco, las doctrinas que entiendas se transformarán en la realidad-verdad. De ese modo, se producirá un verdadero cambio en tu carácter-vida. Tus esperanzas de salvación dejarán de ser escasas o invisibles, y se volverán cada vez más perceptibles y grandes. Cuando puedas ver esa luz, será el momento en el que empezarás a interesarte por las palabras de Dios y a depositar una gran esperanza en la cuestión de la salvación. En ese momento, Dios te permitirá, cada vez más, entender Sus palabras y entrar en ellas, te guardará de caer en la tentación, de precipitarte en las trampas y la influencia oscura de Satanás, y te protegerá de enredos, conflictos, celos y disputas, entre otras cosas. De esa manera, Dios hará que vivas en la luz y bajo la guía de Sus palabras. Eso es felicidad, gozo y paz. Para lograr todo eso, es necesario comenzar por valorar las palabras de Dios, practicarlas y experimentarlas para entender la verdad. De hecho, no es difícil. Si a menudo escuchas sermones y puedes practicar y experimentar las palabras de Dios, progresivamente llegarás a entender la verdad. De ese modo, haciendo una transición paulatina y avanzando poco a poco, no te resultará difícil. La clave está en si amas o no la verdad. Si amas la verdad, entonces, con fe en Dios, serás capaz de atender los asuntos apropiados, esforzarte por la verdad, centrarte en leer las palabras de Dios y reflexionar sobre ellas. Aprende a orar-leer las palabras de Dios y a reflexionar sobre ellas. Entonces podrás entender el significado de las palabras de Dios, encontrar sendas de práctica en ellas y comprender las intenciones de Dios, y empezarás a entender la verdad. A continuación, reflexiona sobre tu propio carácter corrupto y reconócelo basándote en tu comprensión de la verdad, disecciona la esencia de tu carácter corrupto y luego utiliza la verdad para resolverlo. Si practicas y entras de esta manera, podrás conocerte de verdad, y te será fácil despojarte de tu carácter corrupto. Poco a poco, a medida que vayan adquiriendo conocimientos y experiencia, comprendiendo las intenciones de Dios y despojándose de su corrupción, las personas empezarán a cambiar sin siquiera darse cuenta. Este es el proceso de la experiencia vital. Comprender la verdad es lo más importante. Una vez que las personas entiendan la verdad, conocerán las normas que Dios exige que el hombre siga. Sabrán también el motivo por el que Dios quiere decir esto y el efecto que busca lograr. Además, conocerán que, en realidad, todas las normas que Dios exige al hombre están al alcance de los seres humanos. Se trata de cosas a las que pueden llegar la conciencia y la razón humanas. Todos estos procesos están relacionados con la entrada en la vida. Para lograr la entrada en la vida, tienes que cumplir tus deberes con diligencia, buscar la verdad y practicarla de manera diligente, así como orar a Dios y confiar en Él para cumplir bien tus deberes. A través de tal experiencia y práctica, obtendrás cada vez mejores resultados. Las personas que no aman la verdad no mostrarán interés en tales cosas. No sienten ninguna carga en relación con la entrada en la vida y no tienen ningún interés en entrar en ella. Por tanto, aunque lleven creyendo muchos años en Dios, no pueden hablar de su testimonio vivencial. Las personas que aman la verdad no son así. Son capaces de escribir testimonios de todo lo que han experimentado y de cada periodo de sus experiencias. Ganan mucho con todas sus experiencias, y esos beneficios se acumulan a lo largo de los días y los meses. Al cabo de diez o veinte años, habrán experimentado grandes cambios. En ese momento, pueden plasmar los testimonios vivenciales sin esfuerzo, y no les resulta difícil embarcarse en la enseñanza de la verdad. Al cumplir su deber, lo hacen todo correctamente.

¿Sois personas que aman la verdad? ¿Tenéis un corazón con un tremendo deseo por Dios? ¿Tenéis un corazón sincero? Es difícil responder, ¿verdad? En realidad, en vuestro corazón tenéis muy clara esta cuestión. ¿Eres capaz de reconocer cuando quieres cumplir tu deber de manera superficial, cuando quieres ser esquivo o perezoso, cuando quieres ser obstinado e imprudente? ¿Eres capaz de rebelarte contra la carne? ¿Cuál es tu elección? ¿Eliges practicar la verdad o eliges los deseos de la carne? ¿Eliges lo positivo o lo negativo? ¿Eliges sufrir y pagar el precio para obtener la verdad, o eliges buscar la comodidad de la carne? Estas son las preguntas que se usarán para medir si tienes un corazón que realmente ama y se somete a Dios, y si te esfuerzas por Él con sinceridad. Si no tienes un corazón sincero hacia Dios, te gusta hacer las cosas de manera obstinada e imprudente, eres feliz siempre y cuando estés satisfecho, mientras que te enfadas y montas una escena cuando no lo estás, y te das media vuelta cuando las cosas no te salen como deseas, ¿acaso es ese el estado mental apropiado? ¿Es eso lo que significa tener un corazón de sumisión a Dios? ¿Es eso cumplir lealmente tu deber? ¿Por qué no practicas la verdad? ¿Es que no entiendes las palabras de Dios? ¿O es que no amas la verdad? Algunas personas piensan: “Las palabras de Dios son sencillas, pero es difícil ponerlas en práctica. La casa de Dios siempre exige que las personas practiquen la verdad, pero a estas les resulta difícil y les causa muchos problemas. Si siento incomodidad en el corazón, no practico la verdad. Mientras la iglesia no se deshaga de mí ni me descarte, elegiré ser libre, estar a gusto y hacer lo que me plazca”. ¿Alguien así cree de verdad en Dios? ¿Acaso no es un incrédulo? Esa es la actitud que adoptan los incrédulos cuando cumplen sus deberes. Como no aceptan la verdad, aman la libertad y el libertinaje, y les encanta ser superficiales. No importa cómo se les pode, es inútil. Harán oídos sordos a la enseñanza sobre la verdad. Lo único que queda es desecharlos y descartarlos. Debido a que no aceptan la verdad, sino que son personas que sienten aversión por ella, son no creyentes y Dios no los salvará. Respecto a los que aman la verdad, incluso cuando se revela su carácter corrupto, pueden aceptar ser podados, buscar la verdad, reflexionar sobre sí mismos, llegar a conocerse a sí mismos y aprender a arrepentirse. Estas son las personas a las que Dios quiere salvar. Cuando alguien no ama la verdad, le resulta difícil aceptarla. ¿Cuál es el mayor peligro que supone esta incapacidad para aceptar la verdad? La traición a Dios. Aquellos que no aceptan la verdad son los más propensos a traicionar a Dios, y pueden hacerlo en cualquier momento o lugar. Pueden traicionar a Dios cuando algo sin importancia no sale como ellos quieren. Pueden llegar a traicionarlo al ser incapaces de aceptar que los poden una sola vez. Cuando se enfrentan a un desastre, son aún más propensos a quejarse y traicionar a Dios. Pase lo que pase, los que no aman ni aceptan la verdad son los que corren más peligro. Que alguien pueda salvarse o no depende del grado en que ame la verdad y las cosas positivas, así como de si puede aceptar la verdad y practicarla. Utiliza las exigencias de la verdad para medir tu verdadera estatura, para discernirte a ti mismo y para conocer la verdad de tu propia corrupción y reconocer cuál es realmente tu naturaleza. Por una parte, tal discernimiento te ayuda a conocerte a ti mismo y a ser capaz de alcanzar el verdadero arrepentimiento. Por otra, te permite conocer a Dios y comprender Sus intenciones. La incapacidad de aceptar la verdad es una manifestación de rebelión y resistencia a Dios. Una clara comprensión de este problema te ayudará a recorrer la senda de la salvación. Cuando alguien ama realmente la verdad, puede tener un corazón sincero con un tremendo deseo por Dios, además del impulso para practicar la verdad y someterse a Dios. Al estar en posesión de una fortaleza real, estas personas son capaces de pagar el precio, dedicar su energía y tiempo, renunciar a sus beneficios personales, y desprenderse de todos los enredos de la carne, despejando así el camino para la práctica de las palabras de Dios y de la verdad, así como para la entrada en la realidad de la palabra de Dios. Si, para entrar en la realidad de la palabra de Dios, puedes desprenderte de tus propias nociones, de los intereses de tu propia carne, reputación, estatus, fama y de los placeres de la carne, si puedes desprenderte de todas esas cosas, entonces entrarás cada vez más en la realidad-verdad. Cualesquiera que sean las dificultades y los problemas que tengas, dejarán de ser tales, se resolverán fácilmente y accederás sin dificultad a la realidad de las palabras de Dios. Para entrar en la realidad-verdad, las dos condiciones indispensables son poseer un corazón sincero y que este tenga un tremendo deseo por Dios. Si solo posees un corazón sincero, pero siempre eres cobarde, careces de un tremendo deseo por Dios y retrocedes ante las dificultades, con eso no es suficiente. Si solo tienes un tremendo deseo por Dios en tu corazón y eres un poco impulsivo, si simplemente tienes esa aspiración, pero te falta un corazón sincero cuando te encuentras con dificultades, y retrocedes y escoges tus propios intereses, con eso tampoco es suficiente. Necesitas tanto un corazón sincero como que este tenga un tremendo deseo por Dios. El nivel de sinceridad de tu corazón y la intensidad de tu tremendo deseo por Dios determinan el poder de tu impulso para practicar la verdad. Si no tienes un corazón sincero y careces de un gran deseo por Dios, no serás capaz de entender Sus palabras y no tendrás el impulso para practicar la verdad. Así, no podrás entrar en la realidad-verdad y te resultará difícil alcanzar la salvación.

Muchos no tienen claro lo que significa salvarse. Algunas personas creen que, si llevan creyendo en Dios mucho tiempo, entonces es probable que se salven. Hay quienes piensan que si entienden muchas doctrinas espirituales, entonces es probable que se salven, y los hay que creen que, desde luego, los líderes y obreros se salvarán. Todas estas son nociones y figuraciones humanas. Lo fundamental es que la gente debe entender lo que significa la salvación. Salvarse significa, principalmente, librarse del pecado, librarse de la influencia de Satanás, y volverse a Dios y someterse a Él sinceramente. ¿Qué debéis tener para ser libres de pecado y de la influencia de Satanás? La verdad. Si la gente espera recibir la verdad, debe dotarse de muchas palabras de Dios, ser capaz de experimentarlas y practicarlas, para que pueda comprender la verdad y entrar en la realidad. Será entonces cuando podrá salvarse. No tiene nada que ver que uno pueda salvarse o no con cuánto tiempo lleve creyendo en Dios, con cuánto conocimiento tenga, con si posee dones o fortalezas, o con cuánto sufra. Lo único que guarda relación directa con la salvación es si una persona es capaz o no de recibir la verdad. Así pues, el día de hoy, ¿cuántas verdades has comprendido realmente? ¿Y cuántas palabras de Dios se han convertido en tu vida? De todas las exigencias de Dios, ¿en cuáles has logrado entrar? En tus años de fe en Dios, ¿hasta qué punto has entrado en la realidad de Su palabra? Si no lo sabes o no has logrado entrar en la realidad de ninguna de las palabras de Dios, francamente, no tienes esperanza de salvación. Es imposible que te salves. Da igual que tengas un alto grado de conocimiento o que lleves mucho tiempo creyendo en Dios, tengas buena presencia, hables bien y lleves varios años de líder u obrero. Si no persigues la verdad y no practicas ni experimentas adecuadamente las palabras de Dios, y además careces de un testimonio vivencial real, no hay esperanza de que te salves. No me importa qué aspecto tengas, cuánto conocimiento científico poseas, cuánto hayas sufrido o cuán alto sea el precio que hayas pagado. Esto te digo: si no aceptas la verdad y nunca entras en la realidad de las palabras de Dios, no te puedes salvar. Eso es seguro. Si me dices hasta qué punto has entrado en la realidad de las palabras de Dios, entonces te diré cuánta esperanza de salvación tienes. Ahora que os he hablado sobre los criterios para medir esto, deberíais ser capaces de hacerlo por vuestra cuenta. ¿Qué hecho os revelan estas palabras? Dios se sirvió de palabras para crear el mundo. Utilizó palabras para llevar a cabo todo tipo de hechos, todos los que Dios deseaba realizar, y se sirvió de palabras para consumar dos etapas de Su obra. En la actualidad, Dios está realizando la tercera etapa de Su obra, y en esta ha dicho más palabras que en cualquier otra. Esta es la vez que Dios más ha hablado en Su obra a lo largo de la historia de la humanidad. Que Dios pudiera usar palabras para crear el mundo, para llevar a cabo todos los hechos, para traerlos de la nada a la existencia y de la existencia a la nada; esa es la autoridad de las palabras de Dios, y en última instancia, Dios también se servirá de palabras para llevar a cabo el hecho de la salvación de la humanidad. Ahora todos podéis observar ese hecho. Durante los últimos días, Dios no ha realizado ninguna obra que no esté conectada a Sus palabras. Ha hablado todo ese tiempo y ha usado palabras para guiar al hombre hasta hoy. Por supuesto, mientras hablaba, Dios también ha hecho uso de palabras para preservar Su relación con aquellos que le siguen. Se ha servido de palabras para guiarlos, y estas son de enorme importancia para aquellos que desean salvarse o para los que Dios desea salvar. Dios usará esas palabras para llevar a cabo el hecho de la salvación de la humanidad. Evidentemente, ya sea en términos de contenido o número, e independientemente de qué clase sean y a qué fragmento de las palabras de Dios pertenezcan, dichas palabras tienen una enorme importancia para cada uno de aquellos que desean ser salvados. Dios está usando estas palabras para lograr el efecto definitivo de Su plan de gestión de seis mil años. Para la humanidad, ya sea la de ahora o la del futuro, tienen una enorme importancia. Esa es la actitud de Dios y ese es el objetivo y significado de Sus palabras. Entonces, ¿qué debe hacer la humanidad? Debe cooperar en las palabras y la obra de Dios, no ignorarlas. Sin embargo, ese no es el camino de la fe en Dios de algunas personas. Diga lo que diga, es como si Sus palabras no tuvieran nada que ver con ellas. Siguen persiguiendo y haciendo lo que quieren, y no buscan la verdad conforme a las palabras de Dios. Eso no es experimentar la obra de Dios. Hay otros que no prestan atención diga Él lo que diga, que tienen una única convicción en su corazón: “Haré cualquier cosa que me pida Dios. Si me dice que vaya al oeste, yo iré al oeste; si me dice que vaya al este, iré al este; si me dice que muera, dejaré que me vea morir”. Sin embargo, por otro lado, no asimilan las palabras de Dios. Piensan para sus adentros: “Hay muchas palabras de Dios. Deberían ser un poco más directas y decirme exactamente lo que tengo que hacer. Puedo someterme a Dios en mi corazón”. No importa cuántas palabras diga Dios, al final las personas así siguen siendo incapaces de entender la verdad y no pueden hablar de sus experiencias ni de sus conocimientos. Son como laicos que carecen de comprensión espiritual. ¿Creéis que Dios ama a tales personas? ¿Desea ser misericordioso con ellas? (No). Desde luego que no. A Dios no le gustan esas personas. Él afirma: “He pronunciado incontables miles de palabras. ¿Cómo es que no las has visto u oído? ¿Es que eres ciego o sordo? ¿Qué piensas exactamente en tu corazón? Para mí no eres más que alguien que está obsesionado con conseguir las bendiciones y el hermoso destino. Persigues los mismos objetivos que Pablo. Si no quieres escuchar Mis palabras, si no deseas seguir Mi camino, ¿por qué crees en Dios? No buscas la salvación, persigues el hermoso destino y el deseo de bendiciones. Y puesto que eso es lo que estás tramando, lo más adecuado para ti es ser un contribuyente de mano de obra”. De hecho, ser un leal contribuyente de mano de obra es también una manifestación de sumisión a Dios, pero constituye el estándar mínimo. Seguir siendo un leal contribuyente de mano de obra es mucho mejor que hundirse en la perdición y la destrucción como un no creyente. En particular, la casa de Dios tiene necesidad de contribuyentes de mano de obra, y ser capaz de ser mano de obra para Dios también cuenta como bendición. Eso es mucho mejor, incomparablemente mejor, que ser lacayos de los reyes diablos. Sin embargo, a Dios no le satisface del todo que seas mano de obra para Él, porque Su obra de juicio es para salvar, purificar y perfeccionar a las personas. Si la gente se contenta con simplemente contribuir con mano de obra para Dios, ese no es el objetivo que Él desea alcanzar al obrar en la gente ni el efecto que desea ver. Sin embargo, a las personas les carcome el deseo, son necias y ciegas, están hechizadas, consumidas por algún mezquino beneficio, y desechan las preciosas palabras de vida pronunciadas por Dios. Ni siquiera pueden tratarlas con seriedad, y mucho menos apreciarlas. No leer las palabras de Dios y tampoco apreciar la verdad: ¿es eso inteligente o es una estupidez? ¿Puede la gente alcanzar la salvación de esa manera? Todo eso es algo que las personas deben comprender. Solo tendrán esperanza de salvación si dejan de lado sus nociones y figuraciones y se centran en perseguir la verdad.

Hay quien pregunta: “Las palabras de Dios requieren del hombre que este asuma la posición de un ser creado y desempeñe su deber como tal. No se nos exige que seamos un superhombre o un gran hombre, pero yo siempre siento esas ambiciones y deseos. No me basta con ser una persona corriente. ¿Qué debería hacer entonces?”. Este problema es muy simple. ¿Por qué no estás dispuesto a ser una persona corriente? Si primero indagas hasta la raíz de esta pregunta, tu problema se resolverá fácilmente. Dios exige al hombre que sea una persona honesta. Eso es lo más importante. Si entiendes la verdad de lo que significa ser una persona honesta, sabrás que serlo implica poseer una humanidad normal, ser una persona verdadera. ¿Cuáles son las señales externas de una persona honesta? Equivale a ser una persona normal. ¿Cuáles son los instintos naturales, los pensamientos y la razón de una persona normal? ¿Qué apariencia tienen las palabras y los actos de las personas normales? Una persona normal puede hablar desde el corazón. Dirá lo que tiene en su corazón sin un ápice de falsedad o engaño. Si es capaz de entender un asunto al que deba enfrentarse, actuará conforme a su conciencia y razón. Si no puede dilucidarlo con claridad, cometerá errores y fallos, albergará conceptos equivocados, nociones y figuraciones personales, y le cegarán las ilusiones que tenga ante sí. Esas son las señales externas de la humanidad normal. ¿Satisfacen dichas señales las exigencias de Dios? No. Las personas no pueden satisfacer las exigencias de Dios si no poseen la verdad. Esas señales externas de humanidad normal son las posesiones de un hombre corriente y corrupto. Son las cosas con las que el hombre nace, las que le son propias. Tienes que permitirte mostrar esas señales y revelaciones externas. Al mismo tiempo que te permites mostrarlas, debes comprender que se trata de los instintos naturales, el calibre y la naturaleza innata del hombre. ¿Qué debes hacer una vez que comprendas esto? Debes concederle la consideración correcta. Pero ¿cómo se pone en práctica esta consideración correcta? Se consigue leyendo más de las palabras de Dios, dotándote en mayor medida de la verdad, llevando más frecuentemente ante Dios las cosas que no entiendes, las cosas sobre las que tienes nociones y aquellas sobre las que puedes emitir juicios erróneos, a fin de reflexionar sobre ellas y buscar la verdad para resolver todos tus problemas. Si experimentas así durante un tiempo, no importa si fracasas y tropiezas unas cuantas veces. Lo más importante es que puedas ver claramente esos asuntos en las palabras de Dios y sepas cómo practicar de acuerdo con los principios y las intenciones de Dios. Eso demuestra que has aprendido la lección. Después de pasar por varios años de fracasos y tropiezos, si entiendes claramente la esencia del hombre corrupto, ves la raíz de la oscuridad y el mal del mundo, y disciernes los diversos tipos de personas, acontecimientos y cosas, serás capaz de actuar de acuerdo con los principios-verdad. Dado que no eres un superhombre ni un gran hombre, no puedes captar y comprender todas las cosas. Es imposible que desentrañes el mundo y a la humanidad de un vistazo, y que comprendas de inmediato todo lo que sucede a tu alrededor. Eres una persona corriente. Has de pasar por muchos fracasos, muchos periodos de desconcierto, muchos errores de juicio y muchas desviaciones. Esto puede revelar completamente tu carácter corrupto, tus debilidades y deficiencias, tu ignorancia e insensatez, permitiéndote reexaminar y conocerte a ti mismo, así como tener conocimiento de la omnipotencia de Dios, Su plena sabiduría y Su carácter. Obtendrás cosas positivas de Él, y llegarás a comprender la verdad y a entrar en la realidad. En medio de tu experiencia habrá muchas cosas que no salgan como deseas, ante las que te sentirás impotente. En este caso, debes buscar y esperar; debes obtener de Dios la respuesta a cada asunto, y comprender de Sus palabras la esencia que subyace en cada uno y en cada tipo de persona. Así es como se comporta una persona normal y corriente. Debes aprender a decir: “No puedo”, “Me supera”, “No logro entenderlo”, “No lo he experimentado”, “No sé nada en absoluto”, “¿Por qué soy tan débil?”, “¿Por qué soy tan inútil?”, “Tengo muy poco calibre”, “Estoy tan adormecido y soy tan lerdo”, “Soy tan ignorante que me llevará varios días entender esto y ocuparme de ello”, y “Tengo que discutir esto con alguien”. Debes aprender a practicar de esa manera. Esta es la señal externa de que admites y deseas ser una persona normal. Aquellos que se ven a sí mismos grandes y poderosos, que piensan que no son corrientes, sino superiores y superhombres, nunca dicen “No puedo”, “Me supera”, “No logro entenderlo”, “No lo sé, tengo que aprender, tengo que mirarlo, tengo que encontrar personas con las que hablar de ello, tengo que consultarlo con lo Alto”. Nunca dicen tales palabras. En especial, cuando alguien así ha adquirido cierto estatus, no quiere que la gente piense que es una persona corriente y que, como todo el mundo, hay cosas que no es capaz de dilucidar o entender. En lugar de eso, siempre desea que la gente lo tenga por un superhombre. Por tanto, cuando le suceden cosas, no necesita llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo y ofrecerle un corazón sincero. No le hace falta buscar. Entiende, aprende y desentraña todo lo que le sucede en cuestión de minutos. No tiene un ápice de corrupción ni de debilidad. No hay nada que no pueda dilucidar, nada que no haya experimentado. Incluso si existiera algo que todavía no hubiera experimentado, lo comprendería de un vistazo. Es, sencillamente, un superhombre perfecto. ¿Es esa la manifestación de la humanidad normal? (No). Entonces, ¿se trata de una persona normal? Desde luego que no. Ese tipo de persona no admite que es una persona normal, que tiene debilidades, defectos y un carácter corrupto. Entonces, ¿puede alguien así presentarse ante Dios con un corazón sincero más a menudo para buscar y orar? De ninguna manera. Eso demuestra que todavía carece de la conciencia y la razón de la humanidad normal y que no vive conforme a esta.

Decidme, ¿cómo podéis ser personas normales y ordinarias? ¿Cómo puedes, como dice Dios, asumir el lugar propio de un ser creado, cómo puedes no intentar ser un superhombre o una gran figura? ¿Cómo deberías practicar para ser una persona normal y corriente? ¿Cómo se puede lograr eso? ¿Quién va a responder? (Antes que nada, tenemos que admitir que somos personas corrientes, muy comunes. Hay muchas cosas que no entendemos, no comprendemos y no podemos dilucidar. Hemos de admitir que somos corruptos y tenemos defectos. Después de eso, debemos tener un corazón sincero y acudir a menudo ante Dios para buscar). En primer lugar, no te otorgues a ti mismo un título y le cojas apego, y digas: “Soy el líder, soy el jefe del equipo, soy el supervisor, nadie conoce este tema mejor que yo, nadie entiende las habilidades más que yo”. No te dejes llevar por tu autoproclamado título. En cuanto lo hagas, te atará de pies y manos, y lo que digas y hagas se verá afectado. Tu pensamiento y juicio normales, también. Debes liberarte de las limitaciones de este estatus. Primero bájate de este título y esta posición oficial y ponte en el lugar de una persona corriente. Si lo haces, tu mentalidad se volverá más o menos normal. También debes admitirlo y decir: “No sé cómo hacer esto, y tampoco entiendo aquello; voy a tener que investigar y estudiar”, o “Nunca he experimentado esto, así que no sé qué hacer”. Cuando seas capaz de decir lo que realmente piensas y de hablar con honestidad, estarás en posesión de una razón normal. Los demás conocerán tu verdadero yo, y por tanto tendrán una visión normal de ti y no tendrás que fingir, ni existirá una gran presión sobre ti, por lo que podrás comunicarte con la gente con normalidad. Vivir así es libre y fácil; quien considera que vivir es agotador es porque lo ha provocado él mismo. No finjas ni coloques una fachada. Primero, muéstrate abierto sobre lo que piensas en tu corazón, tus verdaderos pensamientos, para que todos los conozcan y los comprendan. De este modo, se eliminarán tus preocupaciones, y las barreras y sospechas entre ti y los demás. Además, cuentas con otra dificultad. Siempre te consideras el jefe del equipo, un líder, un obrero o alguien con título, estatus y posición: Si dices que no entiendes algo, o que no puedes hacer algo, ¿acaso no te estás denigrando a ti mismo? Cuando dejas de lado estos grilletes en tu corazón, cuando dejas de pensar en ti mismo como un líder o un obrero, y cuando dejas de pensar que eres mejor que otras personas y sientes que eres una persona corriente igual a cualquier otra, y que hay algunos ámbitos en los que eres inferior a los demás; cuando compartes la verdad y los asuntos relacionados con el trabajo con esta actitud, el efecto es diferente, como lo es la atmósfera. Si en tu corazón siempre tienes recelos, si siempre te sientes estresado y atado, y si quieres librarte de estas cosas pero no eres capaz, entonces debes orar seriamente a Dios, reflexionar sobre ti mismo, percibir tus defectos, y esforzarte hacia la verdad. Si puedes poner la verdad en práctica, obtendrás resultados. Hagas lo que hagas, no hables ni actúes desde una determinada posición o usando un determinado título. Primero deja todo esto a un lado, y ponte en el lugar de una persona corriente. Cuando alguien dice: “¿No eres tú el líder? ¿Acaso no estás a cargo del equipo? Deberías entender esto”. Respondes diciendo: “¿En qué parte de la palabra de Dios dice que si eres el líder o un líder de equipo seas capaz de entenderlo todo? Esto no lo entiendo. No me juzgues según tus ojos. Exiges demasiado. Es cierto que soy líder, pero mi entendimiento de la verdad es todavía demasiado superficial y no sé qué decisión tomar porque no he experimentado este tema y sigo sin poder dilucidarlo. Necesito orar y buscar. Dios ha dicho no te apures para hallar soluciones a lo que no entiendas. Tú siempre quieres que enseguida entienda y tome una decisión. ¿Y si tomo la decisión equivocada? ¿Quién será responsable de ello? ¿Puedes tú hacerte responsable? ¿Quieres que cometa un error? Si lo cometo, ¿te responsabilizarás tú de mí? Debemos trabajar, orar y buscar juntos, y gestionar bien este asunto”. ¿Puedes hacer esto? ¿Es fácil de hacer? Si puedes hablar con los demás de corazón, entonces puedes decir: “En realidad, mi estatura también es muy pequeña. Si no busco y oro, puedo cometer un error en cualquier momento. A veces no puedo evitar cometer errores. ¿Cómo de grande pensabas que era mi estatura? Me tenías en demasiada alta estima”. Cuando la otra persona oiga lo que dices, sentirá en su corazón que eres una persona muy honesta que puede hablar de corazón. Luego, ya no te pedirá demasiado, sino que trabajará junto a ti. Si pones esto en práctica, te volverás más racional en las cosas que hagas, no estarás limitado ni atado por la fama, el beneficio y el estatus, y tu corazón se liberará. Podrás hablar y actuar con un corazón transparente, y serás capaz de cooperar en armonía con los demás y de tratar a los hermanos y hermanas de manera correcta. En ese momento, tu estado irá adquiriendo normalidad progresivamente y tus acciones serán cada vez más razonables. Todo el mundo lo percibirá y dirá: “Este líder ha cambiado de verdad. No cabe duda de que posee conciencia y razón, y de que vive una humanidad normal. Con una persona así como nuestro líder, nosotros también obtendremos muchos beneficios”. Llegado ese momento, cuando participas de nuevo en el trabajo, ya sea buscando u orando o visitando a otras personas para compartir con ellas, lo que haces resulta acertado y adecuado, y no albergas dudas. En todo lo que haces, avanzas con solidez y firmeza. No te apuras para hallar soluciones, sino que dejas que las cosas se desarrollen. Da igual a lo que te enfrentes, puedes llevarlo ante Dios y ofrecerle tu corazón sincero. Este es un principio que puedes practicar en todas las cosas. Todo el mundo, ya sea líder u obrero, hermano o hermana, es una persona corriente. Todos deben practicar este principio. Todos tienen parte y responsabilidad en la práctica de la palabra de Dios. Puede que seas líder, obrero, el jefe de un equipo, una persona a cargo o un miembro muy apreciado del grupo. No importa quién seas, debes aprender a practicar de esta manera. Quítate la aureola y el título que llevas en la cabeza, quítate las coronas que otros te han otorgado. Entonces, te resultará fácil convertirte en una persona normal y, con calma, actuarás basándote en la conciencia y la razón. Por supuesto, después de eso, no basta con admitir simplemente que no entiendes y no sabes. Esa no es la solución definitiva que resuelve el problema. ¿Cuál es la solución definitiva? Presentar los asuntos y las dificultades ante Dios para orar y buscar. No basta con que una persona ore sola, sino que debe ofrecer, junto al resto, oraciones relacionadas con el asunto en cuestión y asumir la responsabilidad y obligación correspondientes. Se trata de una manera maravillosa de hacer las cosas. Evitarás tomar la senda de intentar ser una gran figura y un superhombre. Si puedes hacerlo, asumirás inconscientemente el lugar que te corresponde como ser creado y te liberarás de las limitaciones de la ambición y del deseo de ser un superhombre y una gran figura.

Ocupar el lugar que le corresponde a un ser creado y ser una persona corriente, ¿es eso fácil de hacer? (No es fácil). ¿Dónde radica la dificultad? En que a las personas siempre les parece que tienen la cabeza coronada con muchas aureolas y títulos. Además, se otorgan a sí mismas la identidad y estatus de grandes figuras y superhombres, y participan en todas esas prácticas fingidas y falsas y espectáculos simulados. Si no te desprendes de esas cosas, si tus palabras y actos están siempre limitados y controlados por ellas, te resultará difícil entrar en la realidad de la palabra de Dios. Te costará no apresurarte en buscar soluciones para lo que no entiendes y llevar esas cuestiones ante Dios más a menudo, así como ofrecerle un corazón sincero. No serás capaz de hacerlo. La razón exacta es que tu estatus, tus títulos, tu identidad y todo lo demás son falsos e inciertos, ya que se oponen y contradicen las palabras de Dios; son cosas que te atan de tal manera que no puedes presentarte ante Él. ¿Qué te aportan? Hacen que se te dé bien disfrazarte, fingir que entiendes, que eres inteligente, una gran figura, una celebridad, alguien capaz, sabio y que incluso lo sabe todo, que es capaz de todo y que puede hacer cualquier cosa. Eso hace que los demás te adoren y te admiren. Acudirán a ti con todos sus problemas, confiarán en ti y te admirarán. Por lo tanto, es como ponerte al fuego para que te asen. Decidme, ¿es agradable estar asándote al fuego? (No). No lo entiendes, pero no te atreves a confesarlo. No puedes desentrañarlo, pero no te atreves a decirlo. Es obvio que cometiste un error, pero no te atreves a admitirlo. Tu corazón está angustiado, pero no te atreves a decir: “Esta vez es de verdad mi culpa. Tengo una deuda con Dios y con mis hermanos y hermanas. He causado un enorme agravio a la casa de Dios, pero carezco de valor para ponerme delante de todos y admitirlo”. ¿Por qué no te atreves a hablar? Tu creencia es que: “Tengo que vivir conforme a la reputación y la aureola que me han concedido mis hermanos y hermanas. No puedo traicionar la alta estima y confianza que tienen en mí, mucho menos las ansiosas expectativas que han depositado en mí a lo largo de tantos años. Por tanto, he de seguir fingiendo”. ¿Cómo es ese disfraz? Te has convertido a ti mismo en una gran figura y un superhombre. Los hermanos y hermanas quieren acudir a ti para preguntarte, consultarte e incluso buscar tu consejo sobre cualquier problema al que se enfrentan. Parece que ni siquiera pueden vivir sin ti. Sin embargo, ¿no sientes angustia en el corazón? Evidentemente, algunas personas no sienten esa angustia. Un anticristo no la siente, sino que se deleita con ella, pensando que su estatus está por encima de todo lo demás. En cambio, una persona dentro de la media y normal siente angustia cuando la están asando al fuego. Piensa que no es nada en absoluto, solo una persona corriente. No cree que sea más fuerte que los demás. No solo es que piense que no es capaz de llevar a cabo ningún trabajo práctico, sino que además retrasará la obra de la iglesia y al pueblo escogido de Dios, así que asumirá la culpa y dimitirá. Se trata de alguien con razón. ¿Es un problema fácil de resolver? Lo es para las personas con razón, pero resulta difícil para aquellos que carecen de ella. Si, una vez que obtienes estatus, disfrutas con desvergüenza de los beneficios de este y, como resultado, quedas en evidencia y eres descartado por tu fracaso a la hora de hacer un trabajo real, tú mismo te lo habrás buscado y merecido. No te mereces ni una pizca de lástima o compasión. ¿Por qué digo esto? Porque insistes en ocupar un lugar elevado. Te colocas tú mismo en el fuego para que te asen. Tu herida es autoinfligida. Si no quieres colocarte en el fuego y asarte, deberías renunciar a todos esos títulos y aureolas y contarles a tus hermanos y hermanas los verdaderos estados y pensamientos que alberga tu corazón. De ese modo, podrán tratarte adecuadamente y no tendrás que usar un disfraz. Ahora que te has abierto y has arrojado luz sobre tu verdadero estado, ¿no sientes el corazón más tranquilo y relajado? ¿Por qué caminar con tan pesada carga sobre tu espalda? Si expresas tu verdadero estado, ¿de verdad te mirarán mal tus hermanos y hermanas? ¿De verdad te abandonarán? Por supuesto que no. Al contrario, te darán su aprobación y te admirarán por atreverte a hablar de corazón. Dirán que eres una persona honesta. Eso no entorpecerá tu trabajo en la iglesia, ni tendrá el menor efecto negativo en él. Si los hermanos y hermanas notan que tienes dificultades, te ayudarán voluntariamente y trabajarán junto a ti. ¿Qué decís? ¿No es así como debería ser? (Sí). Ponerte siempre un disfraz para que los demás te admiren es una estupidez. El mejor enfoque es ser una persona corriente con un corazón normal, ser capaz de abrirte al pueblo escogido de Dios de manera pura y simple, y participar a menudo en charlas sinceras. Nunca aceptes que los demás te enaltezcan, te admiren, te elogien en demasía o te digan palabras halagadoras. Se han de rechazar esas cosas. Por ejemplo, algunas personas pueden decir: “¿No eres profesor universitario? Dado que posees tantos conocimientos, tu comprensión de la verdad debe ser grande”. Diles: “¿Qué clase de profesor universitario soy? Ningún grado de conocimiento puede ocupar el lugar de la verdad. Esos conocimientos me han causado un gran sufrimiento. Son totalmente inútiles. No me tengas en alta estima; soy solo una persona corriente”. Por supuesto, a algunas personas les cuesta desprenderse de su estatus. Quieren ser personas normales y corrientes y ocupar el lugar que le corresponde a un ser creado. No quieren sufrir así, pero no pueden evitarlo. Siempre se consideran superiores y no pueden bajarse de su alto pedestal. Eso es problemático. Les gusta que la gente revolotee a su alrededor y que los miren con ojos de admiración. Les gusta que acudan a ellos con sus problemas, confíen en ellos, los escuchen y los enaltezcan. Les gusta que los tengan por personas superiores, por expertos en todo, que crean que son omniscientes y que no hay nada que no entiendan, e incluso piensan que estaría muy bien y sería maravilloso que los consideraran vencedores. Para esto ya no hay remedio. Algunos aceptan los cumplidos y las coronas que les conceden los demás, y desempeñan el papel de superhombre y gran figura durante un tiempo. Sin embargo, no se sienten cómodos y sufren angustia. ¿Qué deberían hacer? Cualquiera que desee adularte en realidad te está echando al fuego para asarte, y deberías apartarte de él. O como alternativa, busca la ocasión para revelarles la verdad de tu corrupción, háblales de tu verdadero estado y expón tus defectos y fallos. De esa manera, no te adorarán ni admirarán. ¿Es eso fácil de hacer? En realidad, sí. El hecho de no poder hacerlo demuestra que eres demasiado arrogante y vanidoso. Es cierto que te consideras a ti mismo un superhombre, una gran figura, y en absoluto odias y detestas ese tipo de carácter en tu corazón. Siendo esto así, no puedes más que esperar el tropiezo que te deshonre a ojos de los demás. Si eres alguien que realmente posee razón, aborrecerás y te repugnará el carácter corrupto que siempre quiere hacer el papel de superhombre y gran figura. Cuanto menos, debes tener ese sentimiento. Solo entonces podrás odiarte a ti mismo y rebelarte contra la carne. ¿Cómo debes practicar para ser una persona ordinaria, normal y corriente? Primero, debes rechazar y desprenderte de esas cosas a las que te aferras y te parecen tan buenas y valiosas, además de esas palabras bonitas y superficiales con las que los demás te admiran y elogian. Si, en tu corazón, tienes claro qué tipo de persona eres, cuál es tu esencia, cuáles son tus fallos y qué corrupción revelas, deberías comunicar esto abiertamente con otras personas, para que puedan ver cuál es tu verdadero estado, cuáles son tus pensamientos y opiniones, para que sepan qué conocimiento tienes de esas cosas. Hagas lo que hagas, no finjas ni coloques una fachada, no ocultes a los demás tu propia corrupción y tus defectos para que nadie los conozca. Este tipo de falso comportamiento es un obstáculo en tu corazón, y se trata también de un carácter corrupto, y puede impedir que la gente se arrepienta y cambie. Debes orar a Dios y someter a reflexión y análisis las cosas falsas, como los elogios que te hacen los demás, la gloria con la que te colman y las coronas que te otorgan. Debes darte cuenta del daño que te hacen estas cosas. Y al hacerlo conocerás tu propia medida, alcanzarás el autoconocimiento y dejarás de verte como un superhombre o una gran figura. Una vez que tengas ese autoconocimiento, te resultará fácil aceptar en tu corazón la verdad, las palabras de Dios y lo que Dios pide al hombre, aceptar la salvación del Creador para ti, ser una persona corriente con los pies en la tierra, alguien honesto y fiable, y establecer una relación normal entre tú mismo, un ser creado, y Dios, el Creador. Esto es precisamente lo que Dios pide a las personas, y se trata de algo totalmente alcanzable para ellas. Dios solo permite que se presenten ante Él personas normales y corrientes. No acepta la adoración de celebridades fingidas y falsas, grandes figuras y superhombres. Cuando te desprendas de esas falsas aureolas, admitas que eres una persona normal y corriente, y acudas a Dios para buscar la verdad y orarle, el corazón que le ofrezcas será mucho más auténtico, y te sentirás mucho más tranquilo. En ese momento, sentirás que necesitas a Dios para que te apoye y te ayude, y podrás presentarte ante Él más a menudo para buscar y orarle. Decidme, ¿creéis que es más fácil ser una gran figura, un superhombre, o una persona corriente? (Una persona corriente). En teoría, es fácil ser una persona corriente, mientras que ser una gran figura o un superhombre es difícil, lo que siempre provoca angustia. Sin embargo, cuando las personas toman sus propias decisiones y las ponen en práctica, no pueden evitar querer ser un superhombre o una gran figura. No pueden evitarlo. Esto se debe a su esencia-naturaleza. Por eso, el hombre necesita la salvación de Dios. En el futuro, cuando alguien os pregunte: “¿Cómo puede uno dejar de intentar ser un superhombre y una gran figura?”, ¿seréis capaces de responder a esa pregunta? Lo único que tenéis que hacer es practicar el método que he expuesto. Sé una persona corriente, no te disfraces, ora a Dios y aprende a abrirte de forma sencilla y a hablar con los demás desde el corazón. Esta práctica dará sus frutos de forma natural. Poco a poco, aprenderás a ser una persona normal, dejarás de estar cansado de la vida, de angustiarte y de sufrir. Todas las personas son corrientes. No hay diferencia entre ellas, excepto que sus dones personales son diferentes y su calibre puede variar en cierto modo. Si no fuera por la salvación y protección de Dios, todos harían el mal y sufrirían el castigo. Si puedes admitir que eres una persona corriente, si puedes alejarte de las figuraciones e ilusiones vacías del hombre y tratar de ser una persona honesta y realizar acciones honestas, si puedes someterte concienzudamente a Dios, no tendrás problemas y vivirás en plenitud la semejanza humana. Es tan simple como eso. Entonces, ¿por qué no hay senda? Lo que acabo de decir es muy sencillo. De hecho, es exactamente así. Los que aman la verdad pueden aceptarlo completamente, y también dirán: “En realidad, Dios no exige demasiado del hombre. Todas Sus exigencias pueden cumplirse con la conciencia y la razón humanas. No es difícil para una persona cumplir bien su deber. Si una persona actúa de corazón y tiene la voluntad y el deseo de ponerlo en práctica, resulta fácil lograrlo”. Pero algunos no lo consiguen. A aquellos que siempre tienen ambiciones y deseos, que siempre quieren ser superhombres y grandes figuras, aunque quieran ser personas corrientes, no les resulta fácil. Siempre se sienten superiores y mejores que los demás, por lo que todo su corazón y toda su mente están consumidos por el deseo de ser un superhombre o una gran figura. No solo no están dispuestos a ser personas corrientes y mantenerse en su estatus de seres creados, sino que juran que nunca renunciarán a su empeño de ser superhombres y grandes figuras. Esto no tiene remedio.

Algunas personas no buscan la verdad ni oran a Dios a pesar de lo que se encuentren. Solo actúan en función de sus propios deseos, dones y calibre. Incluso cuando oran a Dios, se limitan a actuar por inercia y en su corazón piensan: “Que Dios me esclarezca o no es asunto Suyo. Yo me limitaré a actuar como mejor me parezca”. Se sienten completamente capaces de manejar estos asuntos por su cuenta y plenamente competentes para el trabajo que realizan. Para ellos, orar a Dios no es más que actuar por inercia. ¿Cómo son estas personas? ¿Pueden admitir que son personas normales y corrientes? ¿Pueden entrar en la realidad de la palabra de Dios? (En absoluto). ¿Se creen capaces de todo? (Sí). Creen que, aunque no actúen de acuerdo con las palabras de Dios, pueden ocuparse de cualquier cosa, y hacerlo sin problemas ni dificultades y sin buscar las palabras de Dios. ¿Por qué senda caminan estas personas? ¿Es la senda en busca de convertirse en un superhombre y una gran figura? (Sí). No importa cuánto alboroto monten o cuántas transgresiones cometan, para ellos no es nada. Mientras hayan hecho muchas cosas, acumulado algunos logros y sentido cierta superioridad, les parece que poseen recursos y capacidades. Se creen personas que han trabajado duro y conseguido mucho para la casa de Dios. No necesitan las palabras de Dios. No necesitan la obra de Dios. Ellos mismos pueden hacer cualquier cosa. Tales personas nunca se presentarán ante Dios. Se jactan de que no hay nada que no puedan hacer. Cuando se encuentran con algo, nunca oran a Dios ni buscan los principios-verdad, y ni mucho menos hablan con sus hermanos y hermanas. Tampoco consultan nunca con lo Alto, y aún menos buscan la verdad en las palabras de Dios. Piensan que hay muchas cosas que las palabras de Dios no abarcan y para las cuales no tienen una explicación concreta, por lo que les parece bien resolverlas por su cuenta. Sin saberlo, han dejado de lado a Dios. Sin saberlo, desprecian a los demás y pisotean a todo el mundo. El camino que recorren es el de convertirse en una celebridad, una gran figura y un superhombre. Al final, este tipo de personas no pueden mantenerse firmes. Si les pidieras que aprendieran a admitir que son personas normales, que son capaces de cometer errores, transgresiones y fracasos, y que tienen muchos fallos y defectos, ¿podrían hacerlo? (No). Si les dijeras que se quitaran esas aureolas y coronas, que se desprendieran de la alta estima que les han concedido sus hermanos y hermanas, y que renunciaran a su prestigio y estatus en la iglesia, ¿accederían? (No). Dirían: “¿Cómo voy a renunciar así a la fama y a las coronas que tanto me ha costado ganar? No soy tan estúpido”. Ansían que más gente les trate como superhombres y grandes figuras. No les gusta que los demás perciban sus fallos y defectos y los traten como personas normales. Les disgusta incluso más que la gente ponga al descubierto sus errores, fracasos y conducta. ¿Pueden estas personas presentarse ante Dios a menudo para orar y buscar la verdad? (No pueden). Aunque se presenten ante Dios para orar, ¿tendrán un corazón sincero? No. Todo lo que dicen y hacen es por la corona que llevan en la cabeza y por su propio prestigio. Hacen cosas para que todo el mundo las vea, pero no aceptan el escrutinio de Dios y no pueden ofrecerle un corazón sincero, el cual no tienen. De ninguna manera pueden comprender las intenciones de Dios en Su palabra ni actuar de acuerdo con lo que Él requiere. Por tanto, aunque este tipo de personas quieran buscar la verdad y deshacerse del deseo de ser una celebridad o una gran figura, no son sinceras. No pueden rebelarse contra la carne ni practicar la verdad. ¿Qué clase de persona son? Son incrédulos. Son anticristos. Una vez que los anticristos tengan estatus, influencia y un poco de prestigio entre la gente, se dedicarán de lleno a establecer un reino independiente, iniciando así una senda de la que no hay retorno. No importa cuántas veces hables con ellos sobre la verdad o los podes, no servirá de nada. En la casa de Dios, la enseñanza sobre la verdad, las charlas sobre testimonios vivenciales, el afán por amar a Dios y dar testimonio de Él, y las reuniones para hablar sobre la comprensión pura y los principios de la verdad constituyen cosas positivas que solo son efectivas para aquellos que aman la verdad y tienen una tremenda aspiración por Dios. Para los que no aman la verdad, los que solo persiguen bendiciones y los que quieren desempeñar el papel de superhombre y gran figura, esas cosas positivas no sirven de nada. Cualesquiera verdades, palabras correctas y cosas positivas son únicamente para los que aman la verdad y la palabra de Dios y tienen una tremenda aspiración por Dios. Después de escuchar la verdad, los que no poseen estas cualidades también dirán que la verdad es correcta y buena, pero reflexionarán y pensarán: “¿Para qué vivo? Vivo para el prestigio, el estatus, las coronas, las aureolas y las recompensas de Dios. Sin eso, ¿sigo teniendo dignidad? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Acaso la fe en Dios no es solo un medio para buscar recompensas y coronas? Ahora que he pagado el precio con una gran parte de mi corazón y sangre, y después de tanta espera, por fin ha llegado el momento de que Dios recompense a los buenos y castigue a los malvados. Ahora es cuando debo ser coronado y recibir mi recompensa. ¿Cómo voy a poder cedérselo a otra persona? Ser una persona normal, corriente, igual que el resto, ¿qué sentido tiene vivir así? No soy tan estúpido”. ¿Acaso una persona así tiene remedio? (No). No intentes persuadirlos. La verdad no es para ellos, y lo que quieren no es la verdad. Esta clase de personas solo buscan bendiciones y coronas. Sus deseos y ambiciones sobrepasan los límites de lo que es necesario para la gente normal. Algunos no pueden imaginar por qué este tipo de personas se aferran al estatus y al poder y no quieren desprenderse de ellos. Esa es su esencia y su naturaleza innata. No puedes entenderlo porque tu esencia es diferente a la suya, y ellos tampoco pueden comprenderte. No saben por qué eres tan estúpido. No quieres coronas, aureolas ni prestigio preconcebidos, sino ser una persona corriente. Te consideran inconcebible. Ese tipo de persona piensa: “Persigues la verdad a conciencia, practicas lo que Dios te dice, haces lo que Él te manda y te sometes a todo lo que te pide. ¿Cómo puedes ser tan estúpido?”. Piensan que ser una persona honesta y practicar la verdad es estúpido, ignorante y torpe. Creen que son inteligentes al perseguir el conocimiento y representar el papel de una persona superior. Como se piensan que lo entienden todo, llegan a la conclusión de que “la vida de una persona que carece de estatus y prestigio, que no lleva coronas en la cabeza y que no tiene valor entre los hombres ni autoridad para hablar, no vale nada. Si uno no vive para la fama, debe vivir para el beneficio. Si no se vive para el beneficio, se debe vivir para la fama”. ¿No es esa la lógica de Satanás? Dado que viven conforme a la lógica de Satanás, no tienen remedio. Nunca podrían aceptar ninguna de las palabras de Dios, las cosas positivas o los consejos correctos. Si no pueden aceptarlos, ¿qué más se puede hacer? Estas palabras que pronunciamos no son para ellos. Estas palabras están dirigidas solo a personas con una humanidad normal, solo a personas con una tremenda aspiración por Dios. Son solo para esas personas. Únicamente esas personas pueden escuchar las palabras de Dios y meditar sobre ellas de manera sincera, alcanzar una comprensión de la verdad, actuar de acuerdo con los principios-verdad, realizar sus deberes como Dios exige, practicar y experimentar Sus palabras en los entornos que Él ha dispuesto, y entrar poco a poco en la realidad-verdad. En cuanto a los que albergan en su corazón desprecio y hostilidad hacia las cosas positivas y la palabra de Dios, no pueden conformarse con vivir una vida anodina y mediocre, con ser personas corrientes, con presentarse ante Dios a conciencia y con buscar y esperar de todo corazón respecto a asuntos que no comprenden. No se contentan con ser personas así. Por tanto, es imposible que alguien así se salve. El reino de los cielos no se preparó para estas personas. ¿Lo entendéis? (Lo entendemos). Quienquiera que sea capaz de ser el ser creado normal y corriente del que Dios habla y de ocupar el lugar que le corresponde a un ser creado, quienquiera que esté dispuesto a ser esa persona necia menospreciada por los demás y pueda aceptar y someterse a las palabras de Dios, sin importar cuáles sean estas, presentándose con frecuencia ante Él, buscando a menudo y poseyendo un corazón sincero, puede llegar a ser uno de los vencedores de los que Dios habla. Quien se convierta en uno de los vencedores de los que Dios habla, recibirá finalmente lo que Él le ha prometido a la humanidad. De eso no cabe duda.

Cuando Dios sopesa si una persona es buena o mala, si persigue la verdad y si puede alcanzar Su salvación, tiene en cuenta la comprensión que dicha persona posee de Sus palabras y su actitud hacia ellas. Considera si puede practicar las verdades que entiende. Considera si puede aceptar la verdad cuando se la poda y cuando experimenta pruebas. Considera si esa persona desea y acepta a Dios con un corazón sincero. Él no juzga su nivel de educación, su calibre, cuántos dones posee, lo lejos que ha viajado o cuánto trabajo ha realizado. Dios no tiene en cuenta ni desea esas cosas. Digamos que siempre quieres presentar tus deseos y ambiciones ante Dios y cambiarlos por recompensas y coronas, pero que siempre has desestimado e ignorado Sus palabras. Aunque Dios ha dicho miles y miles de palabras, ni una sola de ellas permanece en tu corazón. Ni siquiera una sola palabra de las exhortaciones de Dios, de Sus advertencias o de Sus recordatorios, o incluso de Sus juicios, castigos o enseñanzas; no albergas ni una sola de esas palabras en tu corazón. No conservas ni una sola de las palabras pronunciadas por Dios como lema en tu corazón. Tu corazón no recuerda ni una sola palabra de Dios y, al mismo tiempo, no pagas ningún precio por practicar y entrar en las palabras de Dios. Si todo esto es cierto, entonces, desde la perspectiva de Dios, tu final y destino ya están decididos. Si, en presencia de Dios, del Creador, no te conformas con ser una persona corriente o normal; si, en presencia del Creador, te atreves a actuar con insolencia; si siempre quieres hacer el papel de la gran figura, el superhombre, el individuo extraordinario, y no te mantienes en la posición que Dios te ha dado, ¿qué pretendes obtener de Dios? ¿Acaso Él te lo dará? Si las personas quieren obtener lo que Dios ha prometido al hombre, primero deben seguir el camino de Dios. Esa es la instrucción general. Para conocer instrucciones específicas, deben escuchar y practicar las palabras de Dios. Esta senda nunca les llevará por mal camino. Escucha y practica las palabras de Dios, convierte las palabras de Dios en la realidad de tu vida, en la base, los principios, la dirección y el objetivo de lo que dices, de cómo te comportas, de cómo ves las cosas y de cómo las haces. Es decir, lo que dices y los juicios que emites deben tener como base las palabras de Dios. Siempre que elijas relacionarte con un tipo de persona y evitar o rechazar a otro, debes tener como base las palabras de Dios. Aun cuando te enfades y maldigas a los demás, tus acciones deben tener principios y contexto, y básicamente ajustarse a la verdad. De esa manera, vivirás la realidad de la palabra de Dios y recibirás Su aprobación. La búsqueda de la entrada en la realidad-verdad es un proceso que consiste en perseguir la verdad y vivir la humanidad normal para llegar a ser un ser creado apto. También es un proceso para liberarse de intentar ser un superhombre, una persona excepcional y una celebridad o gran figura. Si quieres escapar de la senda del afán por convertirte en un superhombre, una celebridad y una gran figura, o de ese tipo de método de búsqueda, primero debes rebajar tu actitud, humillarte, admitir que eres una persona, alguien insignificante y que no puedes hacer nada sin la guía de Dios, que solo eres una persona corriente. Debes admitir que no eres nada sin Dios y sin Sus palabras. Eres una persona dispuesta a aceptar la soberanía y la instrumentación del Creador. Sin el aliento que Dios te dio, sin todo lo que Él te ha dado, eres un cadáver y un inútil. Por supuesto, al tiempo que reconoces estas cosas, debes presentarte ante Dios y aceptar todas las palabras de vida que Él ha pronunciado. Y lo que es más importante, debes entrar en la realidad de esas palabras pronunciadas por Dios, transformarlas en tu vida, hacer que se conviertan en el fundamento y la base de tu vida y existencia, así como en una fuente y un apoyo de tu supervivencia a lo largo de toda tu vida. Esa es la intención de Dios y Su más alta exigencia para el hombre.

El tema principal de nuestra enseñanza de hoy ha sido cómo tratar las palabras de Dios, cómo comerlas y beberlas, cómo atesorarlas y cómo practicarlas a fin de entrar en la realidad-verdad y alcanzar la salvación. Principalmente, hemos hablado sobre la importancia de la palabra de Dios. Esas cosas son precisamente las que os faltan y las que el hombre debe poseer. Si no compartiera de este modo, no seríais capaces de ver con claridad tales cosas. Parece que tenéis cierto conocimiento subconsciente, pero que no sois capaces de explicar con claridad lo que sabéis. Es como cuando escribes un artículo, que el hilo general está definido pero sigues sin poder desarrollar el contenido. Esa es vuestra situación actual. La charla de hoy sobre estas cosas os sirve como recordatorio y advertencia. Para cada persona, las palabras de Dios son lo más importante, y no hay sustituto para la verdad. Una vez que entendáis este punto, deberíais tener una senda de práctica. Debéis esforzaros más por comer y beber las palabras de Dios y practicarlas con el fin de entrar en la realidad de tales palabras. ¿Qué debes hacer si piensas que tu estatura es demasiado pequeña, que tu capacidad de comprensión es escasa y que no puedes entender o alcanzar las profundas palabras de Dios ni aplicarlas a tu persona? Empieza por comer y beber de lo superficial. Memoriza en tu corazón las palabras sencillas y fáciles de entender que puedas practicar tú mismo, conviértelas en los principios que sigas en la práctica y actúa de acuerdo con las palabras de Dios. Si Dios dice que vayas al este, ve al este; si dice que vayas al oeste, ve al oeste; si dice que ores más, ora más. Haz lo que Dios te diga. Es mejor que los demás te consideren un necio que ser lo que Satanás consideraría una persona inteligente y astuta. Solo aquellos que eligen practicar la verdad con el único objetivo de obtener la aprobación de Dios son los auténticamente inteligentes y sabios.

25 de septiembre de 2021

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Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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