Palabras diarias de Dios: Las tres etapas de la obra | Fragmento 7

19 Mar 2021

Las tres etapas de la obra son un registro de toda la obra de Dios, de Su salvación de la humanidad, y no son imaginarias. Si deseáis realmente buscar un conocimiento de todo el carácter de Dios, entonces debéis conocer las tres etapas de la obra llevada a cabo por Él, y, aún más, no debéis omitir ninguna de ellas. Esto es lo mínimo que deben conseguir los que buscan conocer a Dios. El hombre por sí mismo no puede inventarse un conocimiento verdadero de Él. No es algo que pueda imaginar por sí solo ni la consecuencia del favor especial del Espíritu Santo hacia alguien. En su lugar, es un conocimiento que viene después de que el hombre haya experimentado la obra de Dios, y un conocimiento de Él que sólo viene después de haber experimentado los hechos de la misma. Tal conocimiento no puede lograrse por capricho ni es algo que pueda enseñarse. Está totalmente relacionado con la experiencia personal. La salvación de la humanidad por parte de Dios está en el núcleo de estas tres etapas de la obra, pero en la obra de la salvación están incluidos varios métodos de trabajo y medios por los que se expresa el carácter de Dios. Esto es lo más difícil de identificar y entender para el hombre. La separación de las eras, los cambios en la obra de Dios, en la ubicación de la obra, en el destinatario de la misma, etc., todos estos están incluidos en las tres etapas de la obra. En particular, la diferencia en la forma de trabajar del Espíritu Santo, así como las alteraciones en el carácter, la imagen, el nombre, la identidad de Dios, u otros cambios, forman todos parte de las tres etapas de la obra. Una etapa de la misma sólo puede representar una parte, y está limitada a cierto ámbito. No tienen relación con la separación de las eras, o con los cambios en la obra de Dios, mucho menos a los demás aspectos. Esta es una realidad claramente obvia. Las tres etapas de la obra son la totalidad de la obra de Dios en la salvación de la humanidad. El hombre debe conocer Su obra y Su carácter en la obra de salvación, y sin este hecho, tu conocimiento de Él no es sino palabras huecas, nada más que palabras al viento. Tal conocimiento no puede convencer al hombre ni conquistarlo, no coincide con la realidad, y no es la verdad. Puede ser muy abundante, y agradable al oído, pero si entra en conflicto con el carácter inherente de Dios, Él no te librará. No sólo no elogiará tu conocimiento, sino que también tomará retribución de ti por ser un pecador que ha blasfemado. Las palabras acerca de conocer a Dios no se hablan a la ligera. Aunque puedas ser elocuente y tener labia, y tus palabras puedan revivir a los muertos y matar a los vivos, sigues estando fuera de tu medio cuando se trata de hablar del conocimiento de Dios. Él no es alguien a quien tú puedas juzgar precipitadamente, o alabar con indiferencia, o denigrar indolentemente. Alabas a cualquiera y a todos, pero te resulta difícil encontrar las palabras correctas para describir la virtud y la gracia de Dios, y esto es lo que cada perdedor aprende. Aunque existen muchos especialistas del lenguaje capaces de describir a Dios, la precisión de lo que describen no es sino una centésima parte de la verdad hablada por personas que le pertenecen a Él y tienen sólo un vocabulario limitado, pero poseen una experiencia rica. Así pues, puede verse que el conocimiento de Dios radica en la precisión y la realidad, y no en el uso ingenioso de palabras o de un vocabulario rico. El conocimiento del hombre y el de Dios no tienen relación en absoluto. La lección de conocer a Dios es más elevada que cualquiera de las ciencias naturales de la humanidad. Es una lección que sólo puede lograr un número extremadamente pequeño de aquellos que buscan conocer a Dios, y ninguna persona sólo con talento puede hacerlo. Por tanto, no debéis considerar el conocer a Dios y buscar la verdad como algo que un simple niño puede lograr. Quizás hayas sido completamente exitoso en tu vida familiar, en tu carrera, o en tu matrimonio, pero cuando se trata de la verdad, y de la lección de conocer a Dios, no tienes nada que mostrar por ti mismo, no has conseguido nada. Se puede decir que poner la verdad en práctica es de gran dificultad para vosotros, y conocer a Dios es un problema aún mayor. Esta es vuestra dificultad, y también la que afronta toda la humanidad. Entre aquellos que han conseguido algunos logros en la causa de conocer a Dios, no hay casi nadie que llegue al estándar. El hombre no sabe lo que significa conocerle ni por qué es necesario conocerle, ni en qué medida hay que conocer a Dios. Esto es lo que confunde tanto a la humanidad, y es simplemente el mayor acertijo al que se enfrenta; nadie es capaz de responder a esta pregunta ni está dispuesto a hacerlo porque, hasta la fecha, nadie de toda la humanidad ha tenido éxito en el estudio de esta obra. Quizás, cuando se le dé a la humanidad conocer el acertijo de estas tres etapas de la obra, aparecerá en sucesión un grupo de talentos que conozca a Dios. Por supuesto, espero que este sea el caso; además, me encuentro en el proceso de llevar a cabo esta obra, y espero ver la aparición de más talentos así en un futuro cercano. Pasarán a ser los que dan testimonio de la realidad de estas tres etapas de la obra y, por supuesto, también serán los primeros en dar testimonio de las mismas. Si no existieran dichos talentos el día en que la obra de Dios llegue a su fin, o si sólo existieran uno o dos y hubieran aceptado personalmente ser perfeccionados por el Dios encarnado, nada sería más angustioso y lamentable que esto, aunque sólo sea el peor de los casos. Cualquiera que sea el caso, sigo esperando que quienes buscan sinceramente puedan obtener esta bendición. Desde el principio del tiempo, nunca antes ha habido una obra como esta ni ha existido una empresa así en la historia del desarrollo humano. Si puedes llegar a ser de verdad uno de los primeros de los que conocen a Dios, ¿no sería el mayor honor entre todas las criaturas? ¿Elogiaría Dios más a cualquier criatura entre la humanidad? Semejante obra no es fácil de conseguir, pero seguirá cosechando recompensas en última instancia. Independientemente de su género o nacionalidad, todos aquellos capaces de lograr el conocimiento de Dios recibirán al final Su mayor honra, y serán los únicos que posean Su autoridad. Esta es la obra de hoy, y también la del futuro; es la última y más elevada que debe cumplirse en 6000 años de obra, y es una forma de trabajar que revela cada categoría de hombre. A través de la obra de hacer que el hombre conozca a Dios, se revelan las diferentes clases de hombre: los que conocen a Dios son aptos para recibir Sus bendiciones y aceptar Sus promesas, mientras que quienes no lo hacen no son aptos para ello. Los que conocen a Dios son Sus íntimos y los que no conocen a Dios no pueden ser llamados así; los íntimos de Dios pueden recibir cualquiera de Sus bendiciones, pero los que no lo son no son dignos de ninguna de Sus obras. Tribulaciones, refinamiento o juicio, todo se produce en aras de permitir al hombre obtener, en última instancia, un conocimiento de Dios y de que pueda someterse a Él. Este es el único efecto que se conseguirá finalmente. Nada de las tres etapas de la obra se esconde, y esto es ventajoso para que el hombre conozca a Dios, y le ayuda a obtener un conocimiento más completo y exhaustivo de Él. Toda esta obra es beneficiosa para el hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

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