Qué significa perseguir la verdad (11)
En todo período y etapa suceden en la iglesia ciertas cosas concretas que contradicen las nociones de la gente. Por ejemplo, algunas personas enferman, se releva a líderes y obreros, otras personas son reveladas y descartadas, algunas se enfrentan a la prueba de la vida y la muerte, hay iglesias que incluso albergan personas malvadas y anticristos que perturban, etc. Estas cosas suceden de vez en cuando, pero en modo alguno son casuales. Todas ellas son fruto de la soberanía y las disposiciones de Dios. Un período muy pacífico puede verse interrumpido repentinamente por varios incidentes o acontecimientos inusuales que ocurren a vuestro alrededor, o a vosotros personalmente, y dichos sucesos rompen con el orden normal y con la normalidad de la vida de la gente. Desde fuera, estas cosas no se ajustan a las nociones y figuraciones de la gente, y las personas no quieren experimentarlas ni presenciarlas. Entonces, ¿beneficia a la gente que acontezcan? ¿Cómo debe lidiar la gente con ellas, vivirlas y entenderlas? ¿Alguno de vosotros lo ha pensado? (Debemos entender que es fruto de la soberanía de Dios). ¿Es una mera cuestión de entender que es fruto de la soberanía de Dios? ¿Habéis aprendido algo de ello? ¿Podéis entender mejor de qué manera es Dios soberano de todas estas cosas? ¿Qué implica concretamente la soberanía de Dios? ¿Qué cosas concretas se manifiestan en las personas que estas deberían conocer y comprender? ¿Habéis aprendido algo de las cosas que han sucedido a vuestro alrededor? ¿Sois capaces de aceptarlas de parte de Dios y obtener algo de ello? ¿O acaso andáis perdidos pensando “todo es fruto de la soberanía de Dios; simplemente sométete a Dios, no hay nada que pensar al respecto”, y lo dejáis pasar adoptando una visión tan simplista? ¿Cuál de estas situaciones es aplicable en vuestro caso? A veces ocurren sucesos importantes en la iglesia, como cuando en la predicación del evangelio se logran resultados sorprendentemente buenos, o se presentan dificultades inesperadas, adversidad, obstáculos, incluso perturbaciones y destrucción a cargo de fuerzas externas. En ocasiones ocurre algo inusual en determinada iglesia o entre personas que cumplen su deber. Sea en momentos normales o inusuales, ¿alguna vez habéis reflexionado sobre estas cosas extraordinarias que suceden? ¿Qué conclusión sacasteis? ¿O acaso la mayoría de las veces no entendéis nada de nada? Algunas personas solo piensan en ello para sus adentros y luego simplemente rezan una breve oración sin tan siquiera buscar la verdad para llegar a comprender un poco estas cosas. Admiten que estas cosas provienen de Dios, y ya. ¿Esto no es actuar por inercia? La mayoría de la gente simplemente sale del paso. Y cuando la gente de poquísima aptitud se topa con estas cosas, desarrolla una gran incomprensión y confusión y es fácil que llegue a poseer nociones y malentendidos sobre Dios, así como dudar sobre Su soberanía y Sus orquestaciones. De entrada, esas personas no tenían entendimiento de Dios y, cuando se topan con cosas que contradicen sus nociones, no buscan la verdad ni a nadie con quien hablar, sino que abordan dichas cuestiones según sus nociones y figuraciones para finalmente llegar a la conclusión de que “aún no está muy claro si estas cosas provienen de Dios o no”, y comienzan a recelar de Dios y hasta dudan de Sus palabras. En consecuencia, sus dudas, especulaciones y recelos hacia Dios se agravan y pierden la motivación para cumplir sus deberes. No están dispuestas a sufrir ni a sacrificarse; holgazanean y van apañándoselas día a día. Tras haber vivido algunos sucesos concretos, el poco entusiasmo, la poca determinación y el poco deseo que tenían de antemano las han abandonado sin dejar rastro, y no les quedan sino pensamientos acerca de cómo planificar su futuro y buscar una salida. Estas personas no son una minoría. Como la gente no ama la verdad y no la busca, siempre que le ocurre algo lo contempla desde su propia perspectiva sin aprender a aceptarlo de parte de Dios. No busca la verdad en las palabras de Dios para hallar las respuestas y no busca a nadie que comprenda la verdad para hablar con él y resolver estas cuestiones. En cambio, siempre aplica su conocimiento y su experiencia del mundo para analizar y juzgar las cosas que le suceden. ¿Y cuál es el resultado final? Que se queda atrapada en un incómodo estado sin salida: esa es la consecuencia de no buscar la verdad. Nada sucede por casualidad, todo lo rige Dios. Aunque la gente lo entienda y acepte en teoría, ¿cómo deben considerar las personas la soberanía de Dios? Esta es la verdad que la gente debe perseguir y comprender, y debe practicarla específicamente. Si la gente solamente reconoce la soberanía de Dios en teoría, pero no la comprende realmente y no ha corregido sus nociones y figuraciones, por muchos años que crea en Dios y muchas cosas que experimente, al final aún no podrá alcanzar la verdad. Si la gente no persigue la verdad, no puede conocer la obra de Dios. Cuantas más cosas experimente, más nociones tendrá sobre Dios, más lo cuestionará y, por supuesto, sus especulaciones, malentendidos y recelos hacia Él se agravarán. La realidad es que todo lo que sucede es fruto de la soberanía de Dios y de lo dispuesto por Él. El propósito y la trascendencia de que Dios haga todas estas cosas no es aumentar tus malentendidos y dudas acerca de Él, sino aclarar y corregir tus nociones y figuraciones internas, así como tus dudas, malentendidos y recelos hacia Él, aparte de otras cosas negativas por el estilo. Si no resuelves los problemas a tiempo cuando ocurren, una vez que estos problemas que llevas dentro se acumulen y agraven y tu entusiasmo o tu determinación ya no basten para sustentarte en el cumplimiento del deber, te hundirás en la negatividad, incluso hasta el punto de que haya riesgo de que abandones a Dios, y, desde luego, no podrás mantenerte firme. Ahora bien, algunas personas hacen a regañadientes un esfuerzo simbólico en el cumplimiento de su deber, pero únicamente para recibir bendiciones sin perseguir para nada la verdad, y se vuelven negativas cada vez que les sobreviene alguna dificultad. Así son las personas que no persiguen la verdad. Como no tienen del todo clara la verdad de las visiones ni comprenden realmente la obra de Dios, aunque cumplan su deber y se esfuercen por Dios, no tienen fortaleza interior, y la poca doctrina que entienden no puede sustentarlas mucho tiempo sin que se hundan. Si la gente no se reúne, no escucha sermones ni busca la verdad con regularidad para resolver sus problemas, no puede mantenerse firme. Por tanto, quienes cumplen sus deberes han de hablar con regularidad de la verdad, y siempre que les ocurran ciertos asuntos y empiecen a desarrollar nociones, deben solucionarlo buscando la verdad a tiempo. Solo así se asegurarán de permanecer leales en el cumplimiento de su deber y de ser capaces de seguir a Dios hasta el final.
El camino de la fe en Dios es pedregoso e irregular. Así lo dispone Dios. Pase lo que pase, independientemente de que sea como lo desea la gente, de que concuerde con sus nociones y fantasías o le resulte previsible, su acaecimiento no puede separarse de la soberanía de Dios y Sus instrumentaciones. Que Dios haga todo lo que hace es trascendental, ya que le permite a la gente aprender de ello y conocer Su soberanía. El objetivo de conocer la soberanía de Dios no es que la gente se oponga a Él ni que, tras comprenderlo, esta tenga más poder y capital con los cuales competir con Él. Más bien, se trata de que, cuando le sucedan las cosas, la gente debe aprender a aceptarlas de parte de Dios, buscar la verdad para comprenderla, practicarla para alcanzar la auténtica sumisión y tener fe sincera en Él. ¿Lo comprendéis? (Sí). Pues entonces, ¿cómo lo ponéis en práctica? ¿Es correcta vuestra senda de práctica en relación con tales cosas? ¿Consideráis cada cosa que os sucede con un corazón sumiso y una actitud de búsqueda de la verdad? Si eres alguien que persigue la verdad, poseerás esa mentalidad. Cualquier cosa que te suceda la aceptarás de parte de Dios, seguirás buscando la verdad, captarás Sus intenciones y contemplarás a las personas y las cosas en función de Sus palabras. En todas las cosas que te sucedan, serás capaz de experimentar y conocer la obra de Dios, y podrás someterte a Él. Si no eres una persona que persigue la verdad, te suceda lo que te suceda, no lo considerarás según las palabras de Dios ni buscarás la verdad. Saldrás del paso y, en consecuencia, no alcanzarás verdad alguna. Dios hace perfectas a las personas disponiendo muchas cosas que no se ajustan a sus nociones, a fin de instruirlas para que busquen la verdad, comprendan Sus actos y contemplen Su omnipotencia y sabiduría, de modo que su vida madure poco a poco. ¿Por qué aquellos que persiguen la verdad experimentan la obra de Dios, alcanzan la verdad y son perfeccionados por Dios, mientras que los que no lo hacen son descartados? Porque aquellos que persiguen la verdad son capaces de buscarla sin importar lo que les suceda, con lo cual tienen la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo y, por consiguiente, pueden practicar la verdad, entrar en la realidad de las palabras de Dios y ser perfeccionados por Él; en cambio, aquellos que no aman la verdad ven que la obra de Dios no se ajusta a sus nociones y, aun así, no lo solucionan buscando la verdad; hasta puede que se vuelvan negativos y se quejen. Con el tiempo, sus nociones sobre Dios van en aumento y empiezan a dudar de Él y a negarlo. En consecuencia, son abandonados y descartados por la obra de Dios. Por eso la actitud de la gente hacia la verdad debe ser la de buscarla, practicarla y esforzarse por cumplir las exigencias de Dios, en vez de ser negativa y pasiva. Para experimentar la obra de Dios, las personas deben enfrentarse a muchas cosas y contemplar todas ellas según las palabras de Dios, además de dedicar más tiempo a reflexionar, buscar la verdad y hablar de ella para poder conocer la obra de Dios e ir a su ritmo. Es la única forma de que comprendan la verdad y ahonden en ella día a día, y solo así podrán arraigar en las personas las palabras de Dios y todos los aspectos de la verdad. No puede disociarse la vivencia de la obra de Dios de la vida real, y mucho menos de los entornos de las diversas personas, circunstancias y cosas que dispone Dios; si no, la gente no podrá comprender ni alcanzar la verdad. La mayoría de la gente no sabe cómo experimentar la obra de Dios cuando se le presenta un problema. No sabe cómo buscar la verdad para resolver sus nociones y figuraciones ni corregir sus interpretaciones erradas y sus ideas absurdas. Por ello, a pesar de experimentar muchas cosas, no comprende la verdad y no obtiene nada a cambio; es una pérdida de tiempo. Le suceda lo que le suceda a la gente, lo que a la larga debe practicar es la sumisión a las orquestaciones y disposiciones de Dios. Esta sumisión no quiere decir que la gente deba someterse de forma negativa, pasiva o como última opción, sino que debe tener una intención positiva y proactiva y una senda de práctica de la verdad. ¿Qué significa someterse a las orquestaciones y disposiciones de Dios? Significa que, disponga lo que disponga Dios, te suceda lo que te suceda, deja que Dios lo haga y aprende a someterte a Él. No tengas deseos ni planes personales y no trates de hacer las cosas a tu manera. Todo aquello que a la gente le gusta, por lo que se afana y que anhela es absurdo y descabellado. La gente se rebela contra Dios en exceso. Él le pide a la gente que vaya hacia el este, pero la gente no quiere ir hacia el este. Aunque se someta a regañadientes, para sus adentros sigue pensando en ir hacia el oeste. Esto no es auténtica sumisión. La auténtica sumisión implica que cuando Dios te diga que vayas hacia el este, tú debes ir hacia el este y abandonar y rechazar todo pensamiento de ir hacia el norte, el sur o el oeste, ser capaz de rebelarse contra la voluntad de la carne y luego practicar siguiendo la senda y el rumbo que Dios te ha señalado. Esto es lo que implica la sumisión. ¿Cuáles son los principios de práctica de la sumisión? Escuchar las palabras de Dios y someterse y practicar de acuerdo con lo que dice Dios. No albergues intenciones propias ni seas caprichoso. Tanto si comprendes claramente las palabras de Dios como si no, debes ponerlas en práctica con resignación y hacer las cosas según Sus exigencias. Con el proceso de práctica y vivencia llegarás a comprender inconscientemente la verdad. Si afirmas de boquilla que te sometes a Dios, pero nunca te desprendes de tus planes y deseos internos ni te rebelas contra ellos, ¿no es eso decir una cosa y pensar otra? (Sí). No es auténtica sumisión. Si no te sometes sinceramente, tendrás muchas exigencias hacia Dios cada vez que te sucedan cosas, y para tus adentros estarás impaciente por que Dios cumpla tus exigencias. Si Dios no hace lo que deseas, te sentirás muy angustiado y disgustado, sufrirás mucho y no serás capaz de someterte a la soberanía y las disposiciones de Dios ni a los entornos que Él ha dispuesto para ti. ¿Por qué? Porque siempre tienes exigencias y deseos, no puedes desprenderte de tus ideas personales y quieres ser el que lleve la voz cantante. Por tanto, cada vez que te topas con cosas que contradicen tus nociones, no puedes someterte y te cuesta someterte a Dios. Aunque la gente sabe en teoría que debe someterse a Dios y desprenderse de sus ideas, simplemente no puede, pues teme constantemente que se verá desfavorecida y perjudicada. Dime, ¿esto no le ocasiona grandes dificultades? ¿No aumenta entonces su angustia? (Sí). Si puedes renunciar a todo y desprenderte de las cosas que te gustan y exiges, pero que son contrarias a las intenciones de Dios, si puedes desprenderte de ellas activa y voluntariamente y no ponerle condiciones a Dios, sino estar dispuesto a hacer lo que Él exija, entonces tu dificultad interior será mucho menor y los obstáculos también. Si se diluyen los obstáculos para que una persona se someta a Dios, ¿no se diluye su angustia? A medida que se diluye su angustia, se diluye drásticamente el sufrimiento al que está sometida innecesariamente. ¿Vais a experimentar vosotros de este modo? Es probable que todavía no. Hay personas que cuando ven que alguien se topa con dificultades, inmediatamente se protegen poniéndose en el lugar de esa persona. Cada vez que ven que alguien padece algún tipo de angustia, enfermedad, tribulación o calamidad, piensan inmediatamente en sí mismos y se preguntan: “Si esto me ocurriera a mí, ¿qué haría? Parece que los creyentes pueden toparse igualmente con estas cosas y padecer estos tormentos. Entonces, ¿qué clase de Dios es Él exactamente? Si Dios es tan desconsiderado con los sentimientos de ese individuo, ¿me tratará igual a mí? Esto demuestra que Dios no es confiable. En cualquier lugar y momento, dispone un entorno inesperado para la gente, y puede ponerla constantemente en situaciones bochornosas y en cualquier circunstancia”. Temen que, si no creen, no recibirán bendiciones, pero que si siguen creyendo conocerán el desastre. Así, cuando la gente ora ante Dios, se limita a decir: “Dios mío, te ruego que me bendigas”, y no se atreve a decir: “Dios mío, te pido que me pruebes, me disciplines y hagas Tu voluntad; estoy dispuesto a aceptarla”; no se atreve a orar de esa forma. Tras algunos reveses y fracasos, la determinación y la valentía de las personas menguan, y estas adquieren otro “entendimiento” del carácter justo de Dios, de Su castigo y juicio y de Su soberanía y, asimismo, empiezan a sentir recelo hacia Él. De este modo, hay un muro, un distanciamiento, entre las personas y Dios. ¿Está bien que la gente tenga estos estados? (No). Y vosotros, ¿tendéis a tener estos estados? ¿Vivís inmersos en dichos estados? (Sí). ¿Cómo deben resolverse estos problemas? ¿Está bien no buscar la verdad? Si no comprendéis la verdad y no tenéis fe, os costará seguir a Dios hasta el final y os hundiréis cada vez que os topéis con desastres y calamidades, ya sean naturales o provocados por el hombre.
Tras pasar por una prueba, Job pronunció estas palabras: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Hoy en día, muchos aprenden a recitar esta frase y lo hacen elocuentemente. No obstante, cada vez que la recitan, solo piensan en que es Jehová quien da, pero nunca en qué pasará cuando Jehová quite y qué angustia, dificultad y situación incómoda experimentará entonces la gente, ni en cómo se transformará el corazón de las personas con el entorno. Nunca han reflexionado sobre ello y simplemente siguen recitando “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”*, hasta el punto de utilizar esta frase a modo de consigna y doctrina que sacan a relucir en toda ocasión. En su cabeza, lo único en lo que pueden pensar es en todas las gracias, bendiciones y promesas que Jehová otorga a las personas, pero nunca piensan, o no pueden imaginar, qué ocurrirá cuando Jehová les quite todas estas cosas. Todo aquel que llega a creer en Dios solamente está preparado para aceptar la gracia, las bendiciones y las promesas de Dios, y solo está dispuesto a aceptar Su bondad y compasión. Sin embargo, nadie espera ni se prepara para aceptar el castigo y juicio de Dios, Sus pruebas, Su refinación ni Su desposeimiento, y ni una sola persona se prepara para aceptar el juicio y castigo de Dios, Su desposeimiento ni Sus maldiciones. ¿Es normal o anormal esta relación entre las personas y Dios? (Anormal). ¿Por qué respondes que anormal? ¿En qué falla? Falla en que la gente no tiene la verdad. La gente tiene demasiadas nociones y figuraciones, malinterpreta constantemente a Dios y no soluciona estas cosas buscando la verdad, lo que hace más probable que surjan problemas. En concreto, la gente solo cree en Dios para que la bendiga. Solo quiere hacer un trato con Dios y exigirle cosas, pero no persigue la verdad. Esto es muy peligroso. En cuanto se encuentra con algo que contradice sus nociones, inmediatamente empieza a tener nociones, quejas y malentendidos con respecto a Dios, y hasta puede llegar al punto de traicionarlo. ¿Son graves las consecuencias de esto? ¿Qué senda sigue la mayoría de la gente en su fe en Dios? Aunque hayáis escuchado muchísimos sermones y creáis haber llegado a comprender bastantes verdades, lo cierto es que aún transitáis la senda de la fe en Dios tan solo para saciaros de pan. Si tu mente ya está preparada para aceptar el juicio y el castigo, las pruebas y la refinación; te has preparado mentalmente para padecer el desastre y si, por mucho que te esfuerces por Dios y te sacrifiques en el cumplimiento de tu deber, efectivamente, te enfrentaras a las pruebas de Job y Dios te desposeyera de todos tus bienes hasta el extremo de que tu vida estuviera a punto de terminar, ¿qué harías? ¿Cómo asumirías la soberanía y las disposiciones de Dios? ¿Cómo deberías asumir tu deber? ¿Cómo deberías asumir lo que Dios te ha confiado? ¿Tienes la comprensión y la actitud correctas? ¿Es fácil responder a estas cuestiones? Este es un gran obstáculo que debéis afrontar. Dado que es un obstáculo y un problema, ¿no habría que resolverlo? (Sí). ¿Cómo? ¿Es fácil de resolver? Supongamos que, tras haber creído en Dios tantos años, haber leído tantas palabras de Dios, haber escuchado tantos sermones y haber comprendido tantas verdades, ya estás preparado para que Dios lo orqueste todo, sean bendiciones o desastres. Y supongamos que, a pesar de tu renuncia y esfuerzo, de los sacrificios que has hecho y de toda una vida de empeño, lo único que obtienes a cambio es que Dios te maldiga o te desposea. Si aun así no tienes quejas, deseos ni exigencias propios, sino que únicamente aspiras a someterte a Dios y a ponerte a merced de Sus instrumentaciones, y crees que poder tener, aunque sea, algo de comprensión y sumisión a la soberanía de Dios hace que tu vida aún valga la pena; si tienes una actitud así de correcta, ¿no es fácil resolver algunas dificultades? ¿Ya tenéis verdadero conocimiento de la soberanía y las disposiciones de Dios? ¿Seguís albergando planes para vuestro futuro y vuestro destino personales en lo más hondo del corazón? ¿Podéis dejarlo todo atrás y esforzaros sinceramente por Dios? ¿Habéis dedicado tiempo y energía a considerar estas cuestiones y a pensar detenidamente en ellas? ¿Habéis vivido ciertas cosas para lograr comprender las verdades y conocer la soberanía de Dios? Si nunca habéis pensado siquiera en un problema tan práctico como de qué manera ha de asumir la gente que sigue a Dios Su soberanía y las instrumentaciones y disposiciones del Creador, el cual es también el mayor problema que tenéis ante vosotros, y no os dais cuenta de que esta es la mayor verdad de las visiones, entonces, si un día ocurriera un gran acontecimiento o desastre, ¿sabríais manteneros firmes en el testimonio? Es difícil saberlo y continúa siendo una incógnita, ¿no? (Sí). ¿No habría que reflexionar a fondo sobre esta cuestión? (Sí). ¿Y cómo puedes tener tú estatura suficiente para enfrentarte a un futuro que no puedes prever? ¿Cómo puedes mantenerte firme en el testimonio en los entornos que dispone Dios? ¿No es este un asunto sobre el que habría que reflexionar y meditar seriamente? Quizá pienses constantemente: “Soy buena persona por naturaleza y he gozado enormemente de la gracia, las bendiciones y la protección de Dios. Cuando otros afrontan dificultades, están en una posición de indefensión, pero cuando yo las afronto, tengo la provisión, guía y ayuda de Dios. Ahora soy capaz de soportar las adversidades y de sacrificarme en el cumplimiento de mi deber; mi fe en Dios se ha fortalecido y, además, cumplo un deber importante. Veo que Dios es especialmente misericordioso conmigo y tengo Su protección y bendición. Si sigo así, aunque en un futuro sufra castigos, juicios, pruebas y refinaciones, debería ser capaz de superarlos. Al final, sin duda estaré entre los bendecidos, sin duda Dios me introducirá en el reino, ¡y sin duda veré el día en que Dios sea glorificado!”. ¿Qué tal está pensar de esta manera? Crees que eres diferente, que Dios te muestra un favor especial y que si Dios descarta o abandona a alguien, no será a ti. ¿Son correctas estas ideas? (No). ¿Por qué no lo son? (Porque no es objetivo pensar así). ¿Suponen estas palabras un auténtico conocimiento de Dios? ¿O acaso se trata de algo demasiado subjetivo y especulativo? Los que tienen estas ideas, ¿son personas que persiguen la verdad? (No). ¿Y pueden someterse sinceramente a Dios? (No). ¿Están preparados para aceptar el castigo, el juicio, las pruebas y la refinación de Dios, y hasta Sus maldiciones? (No). ¿Qué harán cuando el castigo y el juicio, las pruebas y la refinación de Dios les ocurran realmente? ¿Empezarán a tener nociones o a quejarse de Dios? ¿Sabrán aceptar estas cosas de parte de Dios y someterse sinceramente? (No). Como mínimo, les costaría, pues creen en Dios nada más que para aspirar a la gracia o para saciarse de pan. No saben que Dios también tiene ira y majestad y que el carácter de Dios no puede ofenderse. Dios trata a todos con justicia, y Su carácter respecto a todo ser creado es de compasión y amor, pero también de majestad e ira. En la forma que Dios trata a cada persona, la compasión, el amor, la majestad y la ira de Su carácter justo son inmutables. Dios nunca mostrará compasión y amor exclusivamente a algunas personas y solo majestad e ira a otras. Dios jamás lo hará porque es un Dios justo e imparcial con todos. Dios tiene compasión, amor, majestad e ira para todas las personas. Puede otorgarle gracia y bendiciones a la gente y darle protección. Al mismo tiempo, Dios también puede juzgarla y castigarla, maldecirla y quitarle todo lo que le ha dado. Dios puede darle a la gente, pero también puede quitarle todo. Este es el carácter de Dios y lo que Él debe hacer con todas las personas. Por tanto, si piensas: “Soy valioso a ojos de Dios, como la niña de Sus ojos. Él no soporta de ninguna manera la idea de castigarme y juzgarme, y no tendrá en absoluto el valor de quitarme todo lo que me ha dado para que no me apure y me aflija”, ¿no es una idea equivocada? ¿No es una noción acerca de Dios? (Sí). Así pues, antes de llegar a comprender estas verdades, ¿no piensas únicamente en gozar de la gracia, la compasión y el amor de Dios? En consecuencia, olvidas que Dios también tiene majestad e ira. Aunque digas de boquilla que Dios es justo y seas capaz de darle gracias y alabarlo cuando te muestra compasión y amor, siempre que Dios muestra majestad e ira al castigarte y juzgarte, te sientes muy molesto. “Ojalá no existiera un Dios así”, piensas. “Ojalá no fuera Dios quien hiciera esto; ojalá no fuera yo el objetivo de Dios; ojalá no fuera esta la intención de Dios; ojalá estas cosas se las hiciera a los demás. Ya que soy una persona bondadosa, no he hecho nada malo y he pagado un alto precio por creer en Dios muchos años, Dios no debería ser tan inmisericorde. Yo debería tener derecho y ser apto para gozar de la compasión y el amor de Dios, así como de Su gracia y Sus bendiciones abundantes. Dios no me juzgará ni me castigará, y tampoco tiene el valor de hacerlo”. ¿Es esta una ilusión equivocada? (Sí). ¿En qué sentido está equivocada? El error aquí es que tú no te consideras un ser creado, un integrante de la humanidad creada. Te equivocas al abstraerte de la humanidad creada y considerarte perteneciente a un grupo o clase especial de seres creados, lo que te otorga un estatus especial. ¿No es esto arrogante y sentencioso? ¿No es irracional? ¿Esto es ser una persona que se somete sinceramente a Dios? (No). En absoluto.
En la familia de Dios, entre los hermanos y hermanas, sin importar cuál sea tu estatus o tu posición, la importancia de tu deber, la grandeza de tu talento y tus aportaciones o el tiempo que lleves creyendo en Dios, a ojos de Dios eres un ser creado, un ser creado normal, y no existen los títulos de nobleza y los tratamientos que te has otorgado a ti mismo. Si los consideras siempre coronas o un capital que te permite pertenecer a un grupo especial o ser un personaje único, con esto te resistes a las ideas de Dios, chocas con ellas y eres incompatible con Dios. ¿Cuáles serán las consecuencias? ¿Eso hará que te resistas a los deberes que ha de cumplir todo ser creado? A ojos de Dios no eres más que un ser creado, pero tú no te consideras como tal. ¿Puedes someterte sinceramente a Dios con semejante mentalidad? Siempre piensas ilusoriamente: “Dios no debería tratarme así, jamás podría tratarme así”. ¿No genera esto un conflicto con Dios? Cuando Dios actúe en contra de tus nociones, tu mentalidad y tus necesidades, ¿qué pensarás para tus adentros? ¿Cómo te enfrentarás a los entornos dispuestos por Dios para ti? ¿Te someterás? (No). No te someterás y, sin duda, te resistirás, te opondrás, refunfuñarás y te quejarás mientras le das vueltas una y otra vez para tus adentros, pensando: “Pero, antes, Dios me protegía y me trataba bondadosamente. ¿Por qué ha cambiado ahora? ¡Ya no puedo vivir más!”. Así, empiezas a ser petulante y a comportarte mal. Si, en casa, te comportaras de este modo con tus padres, sería excusable y no te harían nada. Sin embargo, eso no es aceptable en la casa de Dios. Como eres adulto y creyente, ni siquiera otras personas soportarían tus tonterías; ¿crees que Dios toleraría esa conducta? ¿Consentiría que le hicieras esto? No. ¿Por qué no? Porque Dios no es tu progenitor; es Dios, el Creador, y el Creador nunca permitiría que un ser creado fuera petulante e irracional ni que se agarrara una rabieta delante de Él. Cuando Dios te castiga y juzga, te prueba o te quita algo, cuando te enfrenta a la adversidad, quiere ver la actitud de un ser creado en su forma de tratar al Creador, quiere ver qué tipo de senda escoge un ser creado, y nunca permitirá que seas petulante e irracional ni que lances justificaciones absurdas. Una vez entendidas estas cosas, ¿no debería pensar la gente en cómo debería asumir todo aquello que hace el Creador? En primer lugar, las personas deberían asumir el lugar que les corresponde como seres creados y reconocer su identidad como tales. ¿Reconoces que eres un ser creado? Si lo reconoces, debes asumir el lugar que te corresponde como tal y someterte a las disposiciones del Creador y, aunque sufras un poco, hacerlo sin quejarte. Esto es lo que significa ser una persona con sentido. Si no crees que eres un ser creado, sino que imaginas que tienes títulos y una aureola sobre la cabeza y que eres una persona con estatus, un gran líder, jefe, editor o director en la familia de Dios, alguien que ha hecho valiosas aportaciones a la obra de la familia de Dios, si eso es lo que piensas, eres una persona de lo más irracional y descaradamente desvergonzada. ¿Sois vosotros personas con un estatus, una posición y valía? (No). Entonces, ¿qué eres tú? (Un ser creado). Exacto, no eres más que un ser creado normal. En medio de la gente puedes alardear de cualificaciones, jugar la baza de la antigüedad, presumir de tus aportaciones o hablar de tus hazañas heroicas. Sin embargo, ante Dios, estas cosas no existen y nunca debes hablar ni alardear de ellas ni darte aires de veterano. Las cosas te saldrán mal si haces alarde de tus cualificaciones. Dios te considerará totalmente irracional y arrogante en extremo. Sentirá asco y repugnancia por ti y te marginará, y entonces tendrás problemas. Primero debes reconocer tu identidad y tu posición de ser creado. Sin importar cuál sea tu estatus entre los demás, lo distinguido que sea, qué prerrogativas tengas ni si Dios te ha dado algún talento especial, de manera que disfrutas de un sentido amplio de superioridad entre la gente; cuando te presentas ante Dios, estas cosas no tienen valor ni trascendencia. Por tanto, no debes alardear, sino ser un ser creado con resignación ante Dios. Ante Dios no eres más que un integrante de la humanidad creada. No importa lo famoso que seas, los dones y talentos que tengas ni lo grandes que sean tus esfuerzos en medio de la gente, ante Dios estas cosas no son dignas de mención, y ni mucho menos de alarde, y solamente debes asumir el lugar que te corresponde como ser creado. Esto es lo primero. Lo segundo es no aspirar únicamente a gozar de la gracia y las bendiciones de Dios mientras para tus adentros te resistes y rechazas Su castigo y juicio, o temes Sus pruebas y Su refinación para contigo. Estos temores y esta resistencia son vanos. Algunos preguntan: “Si estoy dispuesto a aceptar el juicio, el castigo, las pruebas y la refinación de Dios, ¿puedo librarme de estos sufrimientos?”. Dios no hace todas estas cosas en función de que te gusten o no ni en función de tu deseo subjetivo o tu preferencia, sino según Sus deseos, Sus pensamientos y Sus planes. Por consiguiente, como ser creado, además de aceptar la gracia y las bendiciones de Dios, también debes ser capaz de aceptar y experimentar sinceramente en tu interior el castigo, el juicio, las pruebas y la refinación de las palabras de Dios. Los hay que dirán: “¿Quieres decir que la gracia de Dios puede otorgarse a las personas en cualquier lugar y momento, pero que el castigo, el juicio, las pruebas, la refinación y las calamidades de Dios también pueden recaer sobre la gente en cualquier lugar y momento?”. ¿Creéis que el castigo, el juicio, las pruebas y la refinación de Dios podrían recaer sobre la gente arbitrariamente, con lo que le resultaría imposible protegerse? (No). De ninguna manera, no es para nada así. Los seres humanos corruptos no son dignos del juicio y castigo de Dios, debéis ser conscientes de esto. No obstante, has de entender que en función de tu estatura, de tus circunstancias y, naturalmente, de tus búsquedas personales, Dios te revela y te deja en evidencia, te disciplina, te reprende y te castiga, y que también Su juicio, Sus pruebas y Su refinación, incluso Su maldición sobre ti, se basan en lo mismo. Si Dios te da Su visto bueno, te sobrevendrán Su juicio, Su castigo, Sus pruebas y Su refinación en el momento apropiado. En el transcurso de tu fe en Dios, Sus bendiciones y Su gracia te acompañan en todo momento y lugar, al igual que Sus revelaciones, Su reprensión, Su disciplina, Su castigo y juicio, Sus pruebas y Su refinación, etc. Por supuesto, “en todo tiempo y lugar” quiere decir en su justa medida, en el momento correcto y según el plan de Dios. Esto no le sucede a la gente arbitrariamente, y no significa que de pronto le sobrevendrá una gran calamidad en cuanto deje de andarse con ojo. No es así en absoluto. Si no tienes cierta estatura y Dios aún no ha planeado hacer nada contigo, no te preocupes, puede que tan solo te acompañen la gracia, la bendición y la presencia de Dios en tu vida. Si no tienes suficiente estatura o eres especialmente reacio y temeroso del castigo, el juicio, las pruebas y la refinación de Dios, Él no te impondrá nada en contra de tu voluntad, así que no has de preocuparte por eso. Sucedan o no estas cosas, la gente debe conocer la obra de Dios y comprender Sus intenciones. Solo con un conocimiento preciso de las palabras de Dios puede tener la gente una actitud correcta y un estado normal y ser capaz de afrontar adecuadamente lo que le suceda. ¿Ya estáis listos para aceptar el castigo, el juicio, las pruebas y la refinación de Dios? ¿Estáis dispuestos a aceptarlos? (Sí). Decís que sí de boquilla, pero en el fondo todavía tenéis mucho miedo. Si, justo después de responder que sí, cayera de repente una calamidad sobre ti, ¿cómo la afrontarías? ¿Te echarías a llorar? ¿Tendrías miedo a la muerte? ¿Te preocuparía no ser bendecido? ¿Te preocuparía no llegar al día en que Dios será glorificado? Todos estos son problemas a los que se enfrenta la gente cuando le suceden las cosas. En resumen, si uno desea mantenerse firme entre las pruebas y las tribulaciones, debe cumplir dos condiciones. En primer lugar, asumir el lugar que le corresponde como ser creado. Debes tener claro en tu corazón que eres un ser creado normal, una persona normal en medio de la humanidad corrupta, nada extraordinario ni especial, y debes asumir el lugar que te corresponde como ser creado. En segundo lugar, tener un corazón sincero que se someta a Dios y estar preparado en todo momento para aceptar las bendiciones y la gracia de Dios, así como Su castigo, Su juicio, Sus pruebas y Su refinación. Como dijo Job: “¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (Job 2:10), y “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21).* Esto es una realidad, una realidad que nunca cambiará. Lo entiendes, ¿no? (Sí). Si cumples estas dos condiciones, básicamente serás capaz de mantenerte firme y de superar las calamidades y tribulaciones comunes. Aunque quizá no seas capaz de dar un testimonio firme y rotundo, al menos será improbable que te descarríes, tropieces o cometas alguna traición. ¿No estás entonces a salvo? (Sí). Por eso debéis practicar de acuerdo con estas dos condiciones y comprobar si es fácil conseguirlo y si sois capaces de aceptarlas en lo más hondo de vuestro corazón. Una vez que sepas estas cosas, cuando afrontes alguna prueba, de ti dependerá lo distinto que las contemples y entiendas. Aquí concluye nuestra charla sobre este tema.
En cuanto a los dichos de conducta moral de la cultura tradicional, ¿de cuáles hablamos la última vez? (Hablamos de tres: “La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” y “Daría la vida por un amigo”). La última vez hablamos de estos tres requisitos y enunciados de conducta moral, y también sobre su esencia. ¿Qué dijimos sobre dicha esencia? (Dios habló de las diferencias entre los dichos de conducta moral y la verdad. Los enunciados de conducta moral solamente limitan la conducta de las personas y hacen que estas obedezcan exclusivamente los preceptos, mientras que la verdad de las palabras de Dios le indica a la gente los principios-verdad que debe comprender y le señala algunas sendas de práctica para que su práctica tenga unos principios y un sentido cuando le sucedan las cosas. Estos son los aspectos en que difieren los enunciados de conducta moral de la verdad). La última vez hablamos de que los enunciados de conducta moral exigen, principalmente, que la gente obedezca ciertas prácticas y preceptos y hacen un mayor hincapié en limitar la conducta de las personas por medio de preceptos. En cambio, las exigencias que Dios impone a las personas les señalan, fundamentalmente, unas sendas de práctica basadas en lo que la humanidad normal puede alcanzar, y estas sendas variadas de práctica se denominan principios. Esto quiere decir que, siempre que te sobrevenga un problema, Dios te indicará la senda precisa y positiva de práctica, así como los principios, los objetivos y el sentido de tu práctica. No quiere que obedezcas preceptos, sino estos principios. Así la gente vivirá la realidad-verdad, y la senda que siga será la correcta. Veamos hoy qué otros problemas de naturaleza esencial plantean los dichos de conducta moral. Muchos dichos de conducta moral no solo encorsetan el pensamiento de las personas, sino que, asimismo, desorientan y entumecen su mentalidad. A su vez, hay dichos más radicales que le cuestan la vida a la gente. Por ejemplo, el escabroso dicho del que hablamos la última vez, “Daría la vida por un amigo”, no solo controla y encorseta el pensamiento de las personas, sino que, aparte, les cuesta la vida al hacer que sean incapaces de valorarla y proclives a renunciar impetuosamente a ella por motivos arbitrarios, de forma impulsiva y despreocupada. ¿Esto no le cuesta la vida a la gente? (Sí). Antes de que la gente haya comprendido siquiera en qué consiste la vida y hallado la senda correcta en ella, renuncia a ella arbitrariamente por un supuesto amigo a cambio del menor ápice de amabilidad, y considera su propia vida muy indigna y despreciable. Es la consecuencia de cierta mentalidad que la cultura tradicional le enseña a la gente. Si observamos de qué forma pueden encorsetar los enunciados de conducta moral el pensamiento de la gente, no tienen nada de positivos, y si observamos cómo le cuestan arbitrariamente la vida a la gente, desde luego no tienen ningún efecto positivo ni beneficio para ella. Además, estas ideas desorientan y entumecen a las personas. Por vanidad y orgullo, y para no ser condenadas por la opinión pública, se ven obligadas a actuar según las exigencias de conducta moral. La gente ya está totalmente obligada, limitada y coartada por estos variados dichos e ideas de conducta moral, lo que no le deja otra opción. La humanidad está dispuesta a vivir coartada por los enunciados de conducta moral y no tiene libertad de elección con el único propósito de llevar una vida más respetable, quedar bien ante los demás, ser muy valorada y recibir comentarios favorables de otras personas, además de evitar ser objeto de murmuración y honrar a su familia. Si observamos estas ideas y perspectivas de la gente, así como estos fenómenos mediante los cuales se ve controlada por los enunciados de conducta moral, aunque hasta cierto punto dichos enunciados limitan y cohíben la conducta humana, en gran medida ocultan el hecho de que Satanás corrompe a la gente y esta tiene un carácter corrupto y una naturaleza satánica. Aprovechan la conducta externa para camuflar a la gente de modo que aparente llevar una vida respetable, culta, elegante, bondadosa, distinguida y honorable. Por tanto, los demás solamente pueden determinar qué clase de persona es —honorable o despreciable, buena o mala— por su conducta externa. En semejantes circunstancias, todo el mundo aprecia y juzga si alguien es bueno o malo en función de las diversas exigencias de conducta moral, pero nadie es capaz de descubrir, a través de la conducta moral superficial de la gente, su esencia corrupta, ni de ver con nitidez toda la insidia y malicia ocultas bajo el barniz de la conducta moral. De esta forma, la gente emplea la conducta moral a modo de manto para ocultar en mayor medida su esencia corrupta. Por ejemplo, una mujer es aparentemente virtuosa, amable, dulce y moral, y recibe el elogio y la admiración de su entorno. Se comporta correctamente, tiene buenos modales, es especialmente indulgente en su relación con los demás, no guarda rencor, es obediente a sus padres, se ocupa de su marido y cría a sus hijos, soporta las dificultades y es considerada un ejemplo para otras mujeres. No aparenta tener problemas, pero no se sabe qué ni cómo piensa en el fondo. Nunca comenta sus deseos y ambiciones ni se atreve a ello. ¿Por qué no se atreve? Porque quiere comportarse como una mujer virtuosa, amable, dulce y moral. Si se abre y muestra sinceramente su interior y su fealdad, no podrá ser una mujer virtuosa, amable, dulce y moral, e incluso la criticarán y despreciarán, por lo que únicamente puede ocultarse y fingir. Oculta tras esta conducta externa de ser virtuosa, amable, dulce y moral, la gente solo ve sus buenas acciones y la elogia, con lo que ella ha logrado su objetivo. Sin embargo, por mucho que disimule y engañe a los demás, ¿es realmente tan buena como la pintan? En absoluto. ¿Tiene un carácter corrupto en realidad? ¿Tiene la esencia de la corrupción? ¿Es taimada? ¿Arrogante? ¿Intransigente? ¿Perversa? (Sí). Sin duda, pero todo ello está oculto, esto es así. Algunos personajes históricos chinos son venerados como santos y sabios milenarios. ¿En qué se basa la gente para hacer esta afirmación? Son alabados como santos y sabios exclusivamente a tenor de documentos y leyendas limitados y no corroborados. El caso es que nadie sabe cuáles fueron exactamente sus actos y conductas subyacentes. ¿Ya comprendéis a fondo estos problemas? Algunos deberíais comprenderlos bastante a fondo porque habéis escuchado muchos sermones y apreciado de manera muy clara la esencia y la verdad de la corrupción humana. En la medida en que la gente comprenda algunas verdades, puede alcanzar una comprensión profunda de ciertas personas, circunstancias y cosas. Una mujer virtuosa, amable, dulce y moral, sin importar lo ejemplares que sean su conducta externa y su conducta moral ni lo bien que disimule y finja, ¿revela su carácter arrogante? (Sí). Por supuesto que sí. ¿Y tiene un carácter intransigente? (Sí). Cree que está en lo correcto y que es virtuosa, amable, dulce, moral y buena persona, lo que demuestra que es muy sentenciosa y, además, muy intransigente. Lo cierto es que en el fondo reconoce su verdadero yo y los defectos que tiene, pese a lo cual es capaz de pregonar sus virtudes. ¿Esto no es intransigencia? ¿No es arrogancia? Por otro lado, se proclama una persona virtuosa, amable, dulce y moral exclusivamente para dejar tras de sí una buena reputación y honrar a su familia. ¿No son absurdos y perversos semejantes pensamientos y propósitos? Recibe elogios de la gente y se gana una buena reputación, pero en el fondo oculta constantemente sus intenciones, sus pensamientos y las cosas vergonzosas que ha hecho, y no le habla de ellas a nadie. Tiene miedo de que, cuando la gente descubra cómo es, haga comentarios sobre ella, la juzgue y la rechace. ¿Qué carácter es este? ¿No es un carácter falso? (Sí). Por consiguiente, por muy apropiada y respetable que sea su conducta externa o por muy honorable que sea su conducta moral, su carácter corrupto sí está presente, solo que los no creyentes que nunca han oído las palabras de Dios y no comprenden la verdad no lo perciben ni lo conocen. Quizá pueda engañar a los no creyentes, pero no a quienes creen en Dios y comprenden la verdad, ¿no es cierto? (Sí). Esto ocurre porque está sometida a la corrupción de Satanás y tiene un carácter y una esencia corruptos. Es así. Por muy ejemplar que sea su conducta moral o muy elevado el nivel que alcance, es innegable e inmutable que tiene un carácter corrupto. Una vez que la gente comprenda la verdad, sabrá discernir cómo es ella. No obstante, Satanás aprovecha estos dichos de conducta moral para desorientar a los seres humanos y, claro está, también para entumecer y encorsetar su pensamiento, con lo que creen equivocadamente que, si cumplen estas exigencias y normas de conducta moral, son buenas personas y van por la senda correcta. En realidad es todo lo contrario. Aunque algunas personas exhiban ciertas buenas conductas en consonancia con los dichos de conducta moral, no han emprendido la senda correcta en la vida. Más bien han emprendido la senda equivocada y viven en pecado. Han emprendido la senda de la hipocresía y caído en las redes de Satanás. Esto sucede porque el carácter y la esencia corruptos de los seres humanos no se transforman lo más mínimo por el mero hecho de que tengan alguna buena conducta moral. La conducta moral externa es puro oropel, nada más que para aparentar, y su auténtica naturaleza y su auténtico carácter se revelarán igualmente. Satanás se propone cohibir y controlar a la gente a través de su conducta y su apariencia externa, y hace que la gente disimule y finja mediante la buena conducta, mientras que, al mismo tiempo, aprovecha la buena conducta de la gente para ocultar el hecho de que ha corrompido a la humanidad y, por supuesto, para ocultar también el hecho de que la gente tiene un carácter corrupto. El objetivo de Satanás es, por un lado, someter a la gente al control de estos dichos de conducta moral para que haga más acciones buenas y menos malas y, desde luego, no haga nada en contra de la clase dirigente. Esto favorece aún más el dominio y control de la clase dirigente sobre la humanidad. Por otro lado, después de aceptar estos dichos de conducta moral como base teórica de su comportamiento y sus actos, los seres humanos tienden a alejarse de la verdad y de las cosas positivas y a resistirse a ellas. Naturalmente, les cuesta entender y comprender las palabras pronunciadas por Dios y las cosas positivas o verdades que Dios enseña a la gente, o puede que comiencen a albergar toda clase de resistencias y nociones respecto a ellas. Una vez que la gente tiene estas ideas de conducta moral, tiende a resultarle más difícil aceptar las palabras de Dios y la verdad y, obviamente, también le resulta más difícil comprender las actitudes corruptas y cambiarlas. Por tanto, los diversos dichos e ideas de conducta moral han impedido en gran medida que la gente acepte y comprenda las palabras de Dios y, por supuesto, también han repercutido en hasta qué punto la gente acepta la verdad. Satanás aplica el método de adoctrinar a las personas con los dichos de conducta moral para hacerles concebir todo tipo de ideas y opiniones incorrectas y negativas, de modo que contemplen a las personas y las cosas, se comporten y actúen según dichas ideas y opiniones. Cuando la gente adopta las ideas que subyacen a estos dichos de conducta moral como fundamento teórico y criterio de sus opiniones sobre las personas y las cosas y de sus conductas y actos, su carácter corrupto no solo no puede atenuarse ni transformarse, sino que, por el contrario, hasta cierto punto se agravará y su rebeldía y resistencia a Dios irán incluso a peor. Por ello, cuando Dios salva a la gente, cuando a esta se le proveen Sus palabras, el mayor obstáculo no es su carácter corrupto, sino la variedad de filosofías satánicas, dichos de conducta moral e ideas y opiniones satánicas que provienen de Satanás. Esto es consecuencia de la corrupción de la humanidad por parte de Satanás, y es también la repercusión negativa que los diversos enunciados de conducta moral tienen sobre los seres humanos corruptos. Este es el auténtico objetivo que Satanás quiere alcanzar predicando y defendiendo los enunciados de conducta moral.
En la última reunión hablamos, principalmente, de tres dichos de conducta moral: “La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” y “Daría la vida por un amigo”. Hoy hablaremos de “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”. Este dicho de conducta moral también ha surgido entre la humanidad a partir de las ideas y opiniones de los seres humanos corruptos. Naturalmente, tiene su origen, para ser más precisos, en la corrupción y la desorientación de la humanidad por parte de Satanás. Tiene la misma repercusión y naturaleza que los enunciados de conducta moral de los que hemos hablado anteriormente, aunque con un enfoque distinto. Son unos enunciados igualmente atrevidos y pomposos, muy fervientes, exaltados y heroicos. Si la gente nunca hubiera oído las palabras de Dios y no comprendiera la verdad, estos enunciados le parecerían muy conmovedores y emocionantes. Tras oír estas palabras, se sentiría empoderada y apretaría los puños al instante. No podría quedarse quieta ni contener su excitación interior, y creería que de eso se tratan la cultura china y el espíritu de los dragones. ¿Todavía os sentís así vosotros ahora? (No). ¿Cómo os sentís ahora, después de oír estas palabras? (A mí me parece que estas palabras no son buenas ni positivas). ¿Por qué te sientes ahora distinto de antes? ¿Porque una vez que la gente se hace mayor y ha pasado por tanto sufrimiento pierde el descarado vigor juvenil? ¿O porque una vez que la gente ha llegado a comprender algunas verdades es capaz de discernir que esos dichos de conducta moral son demasiado huecos, irrealizables e inútiles? (Principalmente, porque estos dichos no concuerdan con la verdad y son poco prácticos). Efectivamente, estos dichos de conducta moral son demasiado huecos e irrealizables. Por eso, vamos a analizar y diseccionar lo que tiene de malo el enunciado de conducta moral “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” teniendo en cuenta los principios que hemos compartido anteriormente, a fin de exponer de forma concreta lo absurdo de este dicho y las astutas tramas de Satanás ocultas en él. ¿Sabéis cómo examinarlo minuciosamente? Decidme cuál es exactamente el significado de esta frase. (Estos son los tres criterios propuestos por Mencio para llegar a ser un hombre viril y varonil. La interpretación moderna es que la gloria y la riqueza no pueden alterar la determinación de uno, la pobreza y las circunstancias humildes no pueden cambiar su firme voluntad y la amenaza del poder y la violencia no pueden hacer que se someta). El dicho de conducta moral que citamos anteriormente, “La mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral”, está dirigido a las mujeres, pero este otro, obviamente, está dirigido a los hombres. Ya se trate de una vida de gloria y riqueza, de circunstancias depauperadas o de enfrentarse al poder y a la violencia, en toda clase de ambientes se imponen exigencias a los hombres. ¿Cuántas exigencias se les imponen a los hombres en total? A los hombres se les exige una voluntad firme, una determinación inexorable e inflexibilidad ante el poder y la violencia. Pensad si estas exigencias que se plantean tienen en cuenta a la humanidad normal y los ambientes reales en que vive la gente. En pocas palabras, pensad si estas exigencias impuestas a los hombres son huecas e irrealizables. Las exigencias impuestas a la conducta moral de las mujeres por parte de la cultura tradicional son que la mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral; “virtuosa” implica tener virtudes femeninas, “amable” implica ser bondadosa, “dulce” implica ser una dama y “moral” implica ser una persona moral y tener una buena conducta moral. Cada una de estas exigencias es muy moderada. Los hombres no necesitan ser virtuosos, amables, dulces ni morales, mientras que las mujeres no necesitan tener una voluntad firme y una determinación inexorable y pueden ceder siempre que se enfrenten al poder y a la violencia. Es decir, esta exigencia de conducta moral, “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”, da suficiente margen de maniobra a las mujeres, en tanto que es especialmente tolerante y considerada hacia ellas. ¿Qué significan esta tolerancia y esta consideración? ¿Pueden entenderse de otro modo? (Son una forma de discriminación). Yo también lo creo. La realidad es que en esto consiste discriminar a las mujeres, en creer que no tienen mucha fuerza de voluntad, que son cobardes, tímidas, y que basta con esperar de ellas que tengan hijos, que se ocupen de sus maridos y críen a los hijos, que se encarguen de las tareas domésticas y que no peleen con nadie ni chismorreen. Sería imposible exigirles que se labraran una carrera y tuvieran una voluntad firme, son incapaces de eso. Así pues, desde otra perspectiva, estas exigencias impuestas a las mujeres son francamente discriminatorias y degradantes. El dicho de conducta moral “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” está dirigido a los hombres. Exige que los hombres tengan una voluntad firme y una determinación irrefrenable, además de un espíritu viril y varonil que no ceda al poder ni a la violencia. ¿Es correcta esta exigencia? ¿Es razonable? Imponer estas exigencias a los hombres demuestra que la persona que propuso este dicho de conducta moral los tiene en muy alta estima, pues sus exigencias hacia los hombres son mayores que las que impone a las mujeres. Esto puede entenderse como que los hombres, en vista tanto de la esencia de su sexo como de su estatus social y sus instintos masculinos, deberían estar por encima de las mujeres. ¿Se formuló este enunciado de conducta moral desde esta perspectiva? (Sí). Evidentemente, es fruto de una sociedad en la que hombres y mujeres no son considerados iguales. En esta sociedad, los hombres siguen discriminando y degradando a las mujeres, limitando su ámbito de vida, ignorando el valor de su existencia, exagerando constantemente su propia valía, reforzando su propio estatus social y dejando que sus derechos prevalezcan sobre los de las mujeres. ¿Qué efectos y consecuencias tiene esto en la sociedad? Esta sociedad está regida y dominada por hombres. Es una sociedad patriarcal en la que las mujeres deben vivir bajo el liderazgo, la represión y el control de los hombres. Al mismo tiempo, los hombres pueden dedicarse a cualquier ámbito profesional, mientras que la gama de ocupaciones que pueden asumir las mujeres debe ser reducida y limitada. Los hombres deben disfrutar plenamente de todos los derechos en la sociedad, mientras que el alcance de los derechos de que disfrutan las mujeres es claramente limitado. Los trabajos que los hombres no quieren o no eligen, o que les supondrían discriminación, se les pueden dejar a las mujeres. Por ejemplo, a las mujeres se les reservan tareas de lavandería y cocina, trabajos del sector servicios y algunas ocupaciones con unos ingresos y un estatus social bastante bajos u objeto de discriminación. En otras palabras, los hombres pueden disfrutar plenamente de sus derechos como hombres en cuanto a elección de ocupación y estatus social y de los derechos especiales que la sociedad les otorga. En una sociedad así priman los hombres, mientras que las mujeres son tan de segunda clase que no tienen ningún margen de elección, ni siquiera derecho a elegir. Solo pueden esperar pasivamente a ser elegidas, y al final son marginadas y descartadas por esta sociedad. Por tanto, las exigencias que esta sociedad impone a las mujeres son relativamente moderadas, mientras que las exigencias a los hombres son relativamente estrictas y rígidas. Sin embargo, estén dirigidas a los hombres o a las mujeres, la motivación y el objetivo al proponer estas exigencias de conducta moral es que las personas sirvan mejor a la sociedad, a la nación, al país y, por supuesto, en definitiva, que sirvan a la clase dirigente y a los gobernantes. Del dicho “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” se deduce fácilmente que la persona que propuso esta exigencia de conducta moral tiene prejuicios contra los hombres. A ojos de esa persona, los hombres deben tener una voluntad firme, una determinación inexorable y un espíritu que no ceda al poder ni a la violencia. Con estas exigencias, ¿veis cuál era el objetivo de la persona que propuso este dicho? Que los hombres útiles y resueltos de esta sociedad fueran más capaces de servir a la sociedad, a la nación y al país y, en definitiva, a quienes están en el poder, y que aplicaran el valor y la función de los hombres en esta sociedad. Estos hombres son los únicos que pueden calificarse de viriles y varoniles. Si los hombres no cumplen estas exigencias, entonces, a ojos de dichos moralistas y gobernantes, no se les califica de varoniles y viriles, sino que únicamente se les puede calificar de personas mediocres y parias y se les discrimina. Es decir, si un hombre no tiene una voluntad firme, una determinación inexorable y un espíritu que no ceda ante el poder y la violencia como exigen ellos, sino que es una simple persona normal y gris sin logros, no puede vivir sino su propia vida, no puede aportar valor a la sociedad, a la nación y al país y no puede ser asignado a ningún puesto importante por los gobernantes, el país o la nación, entonces dicha persona no es aceptada ni valorada por la sociedad ni valorada por quienes están en el poder, y es considerada por los gobernantes o por estos moralistas una persona mediocre, un paria, y un degenerado entre los hombres, ¿no es así? (Sí). ¿Estáis de acuerdo con este dicho? ¿Es apropiado? ¿Es justo con los hombres? (No, es injusto). ¿Deben los hombres poner sus miras en el mundo entero, en el país y en grandes empeños para la nación? ¿No pueden ser hombres normales y obedientes? ¿No pueden llorar, tener mal de amores, albergar motivaciones egoístas en pequeñas cosas ni llevar una vida sencilla en compañía de sus seres queridos? ¿Deben tener el mundo en el punto de mira para que se les califique de varoniles y viriles? ¿Deben ser calificados de varoniles y viriles para ser considerados hombres? ¿La definición de hombre es ser varonil y viril? (No). Estas ideas son un insulto a los hombres, equivalen a un ataque personal hacia ellos. ¿Alguno de vosotros piensa lo mismo? (Sí). ¿Está bien que los hombres no tengan una voluntad firme? ¿Está bien que los hombres no tengan una determinación inexorable? Cuando los hombres se enfrentan al poder y la violencia, ¿está bien que cedan y se avengan a una solución para sobrevivir? (Sí). ¿Está bien también que los hombres no tengan lo que no tienen las mujeres? ¿Está bien que los hombres se den un respiro dejando de ser varoniles y viriles para ser simples hombres normales? (Sí). De ese modo, la gente se liberará, la senda para ser hombre se ensanchará y los hombres no estarán tan cansados en la vida, sino que podrán vivir con normalidad.
Aún hay bastantes países en los que ideas de la cultura tradicional como “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” limitan a los hombres. Estos países siguen siendo sociedades patriarcales en las que los hombres mandan, imperan desde la familia hasta la sociedad y el país en general, tienen prioridad en todos los ámbitos, se imponen en toda situación y tienen una sensación general de superioridad. A su vez, dichas sociedades, naciones y países exigen mucho a los hombres, lo que ejerce una gran presión sobre ellos y da lugar a muchas consecuencias adversas. Algunos hombres que pierden su empleo ni siquiera se atreven a contárselo a su familia. Día tras día se echan el maletín al hombro y fingen ir a trabajar, pero en realidad salen a deambular por la calle. A veces vuelven a casa a altas horas de la noche e incluso mienten a su familia diciendo que han hecho horas extra en la oficina. Al día siguiente, siguen fingiendo y salen otra vez a pasear por la calle. Estas ideas de la cultura tradicional, así como las responsabilidades sociales de los hombres y su posición en la sociedad, son fuente de presión, incluso de humillación, y, además, desvirtúan la humanidad de los hombres, con lo que muchos se sienten irritados, deprimidos y, a menudo, al borde de un ataque de nervios cada vez que son asediados por las dificultades. ¿Por qué? Porque piensan que son hombres, que los hombres deben ganar dinero para mantener a su familia, que deben cumplir con sus responsabilidades como hombres, que los hombres no deben llorar ni estar tristes y que no deben estar desempleados, sino ser pilares de la sociedad y columna vertebral de la familia. Así como los no creyentes dicen: “Los hombres no lloran fácilmente”, un hombre no debe tener debilidades ni defectos. Estas ideas y opiniones surgen porque los moralistas encasillan equivocadamente a los hombres y engrandecen continuamente su estatus. Dichas ideas y opiniones no solo someten a los hombres a todo tipo de problemas, vejaciones y tormentos, sino que también se convierten para ellos en ataduras mentales, lo que hace que su posición, su situación y sus desafíos en la sociedad sean cada vez más incómodos. Conforme aumenta la presión sobre los hombres, también aumentan las repercusiones negativas de estas ideas y opiniones sobre ellos. Algunos hombres incluso se encasillan a sí mismos como grandes hombres por una mala interpretación de la posición del sexo masculino en la sociedad, pues creen que los hombres son grandes hombres y las mujeres, mujercitas, que por eso los hombres deben tomar la iniciativa en todo y ser los amos de la casa y que, cuando las cosas no funcionen, pueden ejercer la violencia doméstica contra las mujeres. Todos estos problemas guardan relación con la forma equivocada en que la humanidad encasilla al sexo masculino, ¿no es así? (Sí). Ya ves que, en la mayoría de los países del mundo, el estatus social de los hombres es superior al de las mujeres, especialmente en la familia. Los hombres no tienen más que ir a trabajar y ganar dinero, mientras que las mujeres hacen todas las tareas domésticas y no pueden discutir ni quejarse, ni se les puede ocurrir contárselo a los demás, por muy agotador o arduo que eso sea. ¿Cuán bajo es el estatus de la mujer? Por ejemplo, los hombres son los primeros en elegir el bocado más sabroso en la mesa, mientras que las mujeres van después, y en el libro de familia se señala al hombre como cabeza de familia y a la mujer como miembro de la familia. Solo con estas cuestiones triviales podemos ver la disparidad de estatus entre hombres y mujeres. La división del trabajo entre hombres y mujeres es distinta por las diferencias entre sexos, pero ¿no es injusto que sea tan enorme la disparidad de estatus entre hombres y mujeres en la familia? ¿No es fruto de la educación en la cultura tradicional? En la sociedad, no solo las mujeres piensan que los hombres son más distinguidos y nobles, sino que hasta los hombres piensan que son nobles y de alto rango en comparación con las mujeres, pues los hombres pueden generar más valor y poner sus capacidades más al servicio de la sociedad, de la nación y del país, mientras que las mujeres no. ¿Acaso no es una tergiversación de la realidad? ¿Cómo llegó a producirse? ¿Está directamente relacionada con la inculcación e influencia de la educación social y la cultura tradicional? (Sí). Está directamente relacionada con la educación de la cultura tradicional. Entre los seres humanos, sea en la sociedad real o en una nación o un país, surjan los problemas anómalos que surjan, todos ellos son resultado de algunas ideas incorrectas defendidas por un puñado de sociólogos o gobernantes, y guardan relación directa con las ideas incorrectas defendidas por los líderes de una sociedad, una nación o un país. Si las ideas y opiniones que defienden son más positivas y cercanas a la verdad, hay relativamente menos problemas entre los seres humanos; si las ideas que defienden están distorsionadas y tergiversan a la humanidad, suceden muchas cosas anómalas dentro de la sociedad, de un grupo étnico o de un país. Si los sociólogos defienden los derechos de los hombres, engrandecen el valor de estos y restan importancia al valor y dignidad de las mujeres, en esta sociedad, obviamente, hay una enorme disparidad de estatus social entre hombres y mujeres, acompañada de desigualdades diversas, como la desigualdad ocupacional y la de estatus y bienestar social, así como una enorme disparidad de estatus entre los sexos en la familia y una división del trabajo completamente distinta, todo lo cual es anómalo. La aparición de estos problemas anómalos está relacionada con la gente que defiende estas ideas y opiniones y ocasionada por los citados políticos y sociólogos. Si la humanidad tuviera desde el principio unos puntos de vista y unos dichos correctos acerca de estas cuestiones, se reducirían relativamente estos problemas anómalos en los diversos países o naciones.
A la luz de lo que acabamos de hablar, ¿cuál debería ser el punto de vista correcto a la hora de tratar a los hombres? ¿Qué tipo de conductas, humanidad, propósitos y estatus social deberían tener los hombres para ser normales? ¿Cómo deben abordar los hombres sus responsabilidades sociales? Aparte de las diferencias de género, ¿debería haber diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a responsabilidad y estatus sociales? (No). ¿Y cómo se debería tratar a los hombres de forma correcta, objetiva, humana y en consonancia con los principios-verdad? Esto es precisamente lo que debemos comprender ahora. Hablemos, pues, de cómo debería tratarse exactamente a los hombres. ¿Deben diferenciarse las responsabilidades sociales de hombres y mujeres? ¿Deben tener hombres y mujeres el mismo estatus social? ¿Es justo engrandecer en exceso el estatus de los hombres y restar importancia a las mujeres? (No, es injusto). Entonces, ¿cómo debe abordarse exactamente el estatus social de hombres y mujeres de forma justa y racional? ¿Cuál es el principio para ello? (Que hombres y mujeres son iguales y deben recibir un trato justo). El trato justo es el fundamento teórico, pero ¿cómo debe llevarse a la práctica de forma que refleje equidad y racionalidad? ¿No guarda esto relación con los problemas prácticos? En primer lugar, debemos determinar que el estatus de hombres y mujeres es igual, esto es indiscutible. Por tanto, la división social del trabajo entre hombres y mujeres también debe ser igualitaria, y debe contemplarse y organizarse en función de su aptitud y capacidad para el trabajo. Debe haber igualdad, sobre todo en lo que se refiere a los derechos humanos, por cuanto las mujeres también deben disfrutar de aquello de lo que pueden disfrutar los hombres para garantizar la igualdad de estatus entre hombres y mujeres en la sociedad. Quien sepa hacer el trabajo, o quien sea competente para ser líder, debe poder hacerlo sea hombre o mujer. ¿Qué te parece este principio? (Bien). Refleja la igualdad entre hombres y mujeres. Por ejemplo, si hay dos hombres y dos mujeres que solicitan un puesto de bombero, ¿a quién se debe contratar? El trato justo es el fundamento teórico y el principio. Entonces, para ser exactos, ¿cómo hay que proceder? Como acabo de decir, que haga el trabajo quien por capacidad y aptitud sirva para desempeñarlo. Basta con elegir de acuerdo con este principio comprobando cuál de estos candidatos está en buena forma física y no es torpe. La lucha contraincendios consiste en actuar con rapidez en una emergencia. Si eres demasiado torpe, lento y flojo, como una tortuga o una vaca vieja, demorarás las cosas. Tras determinar las características de cada candidato en cuanto a aptitud, habilidades, experiencia, grado de competencia en labores de extinción de incendios, etc., se llega a la conclusión de que hay un hombre y una mujer bastante adecuados: el hombre es alto y físicamente fuerte, tiene experiencia en extinción de incendios y ha participado en varias operaciones contraincendios y de rescate; la mujer es ágil, se ha sometido a un entrenamiento riguroso, tiene conocimientos de extinción de incendios y procedimientos de trabajo relacionados, tiene aptitud y se ha distinguido en otros trabajos y ha recibido premios. Así, al final ambos son elegidos. ¿Está bien eso? (Sí). Se denomina elegir lo mejor de lo mejor sin mostrar favoritismo por nadie. Al seleccionar a este tipo de personas, esto implica no tener en mente la regla de que deben ser hombres o mujeres: hombres y mujeres son iguales, y quien esté a la altura del trabajo sirve. Por consiguiente, a la hora de decidir si se selecciona a un hombre o a una mujer para algo, además del principio fundamental del trato justo, el principio concreto que hay que poner en práctica es que haga el trabajo quien sepa y sirva, sea hombre o mujer. Así ya no te dejarás cohibir ni obligar por la idea de que “Los hombres son superiores a las mujeres”, y ninguna idea anticuada afectará a tu juicio ni a tu decisión sobre este asunto. Desde tu punto de vista, quienquiera que sirva para el trabajo debería poder hacerlo, sea hombre o mujer; ¿eso no es ser justo? Ante todo, al abordar un asunto no tienes prejuicios ni hacia hombres ni hacia mujeres. Crees que hay muchas mujeres sobresalientes y con talento y conoces a bastantes. Por ello, tu conocimiento te convence de que la capacidad de trabajo de las mujeres no es inferior a la de los hombres y de que el valor que las mujeres aportan a la sociedad no es inferior al de los hombres. Ya con este conocimiento y esta comprensión, juzgarás y decidirás acertadamente en función de este hecho en toda actuación futura. En pocas palabras, si no muestras favoritismo por nadie ni tienes prejuicios sexistas, tu humanidad será relativamente normal en este aspecto y sabrás actuar con justicia. Se disiparán las prohibiciones de la cultura tradicional en el sentido de que los hombres son considerados superiores a las mujeres, tu pensamiento dejará de estar encorsetado y ya no te verás influido por este aspecto de la cultura tradicional. En resumen, sean cuales sean las tendencias de pensamiento o las convenciones dominantes en la sociedad, ya las habrás trascendido, ya no te verás encorsetado e influido por ellas y podrás afrontar la realidad y la verdad. Todavía mejor, por supuesto, es que eres capaz de contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios y los principios-verdad, con lo que ideas y opiniones como “los hombres deben ser varoniles y viriles, mientras que las mujeres son tímidas” no existen para ti. Entonces, ¿son tus pensamientos y opiniones relativamente progresistas entre los seres humanos? (Sí). Esto es progreso, relativamente hablando. Sea hombre o mujer, mayor o joven, todo el mundo puede recibir un trato justo cuando acude a ti. Esto es, de hecho, edificar a la gente en vez de perjudicarla. Si sigues aferrado a los puntos de vista de la cultura tradicional y afirmas que “desde la Antigüedad, los hombres han tenido un estatus superior al de las mujeres, y en todos los ámbitos de la vida hay más hombres sobresalientes y con talento que mujeres. Por tanto, se puede afirmar que los hombres son más fuertes que las mujeres y que el valor de los hombres para la sociedad es mayor que el de las mujeres. Si su valor para la sociedad es mayor, ¿no debe ser superior su estatus social? Por este motivo, en esta sociedad, los hombres deben tener la última palabra y asumir la posición de dominio, mientras que las mujeres deben hacer caso a los hombres y dejarse mandar y gobernar por ellos”, entonces, esta mentalidad es excesivamente retrógrada y decadente y no se ajusta lo más mínimo a los principios-verdad. Si tienes unas ideas y opiniones como estas, solo sabes discriminar y reprimir a las mujeres, y las tendencias sociales te condenarán y descartarán. La igualdad entre hombres y mujeres es una perspectiva correcta que ya goza de reconocimiento universal y está en plena consonancia con las intenciones de Dios. Las personas deben ser tratadas con justicia, los hombres no deben ser reverenciados, las mujeres no deben ser menospreciadas y el valor de las mujeres no debe ser ignorado, como tampoco su capacidad y aptitud para el trabajo. Este es ya el consenso básico entre la población informada de todos los países. Si tus ideas dominantes siguen estando influidas por la cultura tradicional y continúas pensando que los hombres son distinguidos y las mujeres despreciables, en toda actuación, tu visión y tus decisiones estarán predispuestas hacia el sexo masculino y darás relativamente más oportunidades a los hombres. Pensarás que, aunque algunos hombres sean un poco menos competentes, siguen siendo más fuertes que las mujeres, y que las mujeres no pueden igualar ni lograr lo que los hombres. Si piensas así, tu punto de vista estará sesgado, y tu juicio y tus decisiones finales estarán, por tanto, sesgados por tu forma de pensar. Por ejemplo, en cuanto a la selección de bomberos que acabamos de comentar, le darás vueltas a la cabeza: “¿Las mujeres pueden trepar por una escalera? ¿Cuánto fuerza pueden ejercer las mujeres? ¿De qué sirve la agilidad en una mujer? Aunque se haya sometido a un entrenamiento riguroso, eso no sirve de nada”. Sin embargo, luego piensas en tratar a la gente de forma justa, por lo que finalmente seleccionas a dos hombres y a una mujer. Lo cierto es que, al elegir a una mujer en este caso, estás haciendo sin convicción un gesto simbólico para complacer a la mujer y salvaguardar su orgullo. ¿Qué te parece esta manera de hacer las cosas? No solo seleccionas así a las personas, sino que al asignar el trabajo adoptas un punto de vista que subestima a la mujer y terminas asignándole tareas serviles y fáciles. Sigues creyendo que tienes calidad humana y que cuidas de la mujer dándole un trato preferente y protegiéndola. La realidad es que, desde el punto de vista de la mujer, le has hecho un gran daño a su autoestima. ¿Por qué? Porque piensas que las mujeres son débiles y vulnerables, que las mujeres son tímidas y los hombres varoniles, por lo que hay que proteger a las mujeres. ¿Cómo surgieron estas ideas? ¿Son fruto de la influencia de la cultura tradicional? (Sí). Esa es la causa fundamental. Digas lo que digas sobre el trato justo hacia las personas, a tenor de tus actuaciones es innegable que sigues encadenado y encorsetado por esta idea de la cultura tradicional de que “Los hombres son superiores a las mujeres”. De tus actuaciones se desprende claramente que no te has despojado de esta idea. ¿Es así? (Sí). Si quieres liberarte de estas cadenas, debes buscar la verdad, comprender plenamente la esencia de estas ideas de la cultura tradicional y no actuar bajo su influencia o su control. Debes abandonarlas y rebelarte contra ellas de una vez por todas, y dejar de contemplar a las personas y las cosas, de comportarte y de actuar según las ideas y opiniones de la cultura tradicional, y de juzgar y decidir en función de la cultura tradicional. En cambio, debes contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios y los principios-verdad. Así caminarás por la senda correcta y serás un auténtico ser creado al que Dios mirará con buenos ojos. Si no, seguirás siendo controlado por Satanás y viviendo bajo su poder, y no podrás vivir en las palabras de Dios. Esta es la realidad.
¿Ya comprendéis la esencia del dicho de conducta moral “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”? ¿Y comprendéis también el contexto social en que se enunció este dicho? (Sí). Para mejorar el estatus social de los hombres y concederles mayores derechos, es preciso imponerles mayores exigencias, fijar la imagen del hombre en la mente de la gente y conformarla como una imagen de hombría y virilidad. Es la imagen que transmite el dicho popular “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” del que la gente habla. Por un lado, lo que le dicen a la gente los moralistas que enunciaron este dicho de conducta moral es que los que viven de acuerdo con él son auténticos hombres varoniles; es decir, le están dando a la gente la definición de hombre. Por otro lado, defienden que los hombres deben opinar públicamente en sociedad, hacer gala de ser poco convencionales, afianzarse en su estatus social y ejercer su poder sobre la corriente social dominante. Esta mentalidad de que “Los hombres son superiores a las mujeres” ha perdurado hasta la actualidad. Aunque algunos países o etnias han mejorado en este sentido, dicha mentalidad sigue ocupando una posición dominante en muchos otros países y naciones, donde todavía controla y domina las tendencias nacionales y sociales, la división del trabajo entre hombres y mujeres en la sociedad y, asimismo, su estatus y valor social, y ni siquiera a día de hoy ha cambiado mucho. En pocas palabras, en muchos países y naciones, las mujeres siguen siendo discriminadas y excluidas. Esto es muy lamentable, y la mayor desigualdad del mundo. Que las mujeres sean o no discriminadas y excluidas o, por el contrario, iguales a los hombres, es un claro indicador de si un país o nación es progresista o atrasado.
Acabamos de hablar de cómo se ha de considerar a los hombres y mujeres que Dios ha creado y de las opiniones correctas que se han de tener sobre ellos. Tanto el hombre como la mujer tienen una humanidad normal y una conciencia y una razón humanas normales; estas cosas las comparten hombres y mujeres. Salvo por las diferencias entre los sexos, hombres y mujeres son, en esencia, iguales en cuanto a mentalidad, instintos, respuesta a diversos asuntos, aptitud, capacidad y otros aspectos. No puede afirmarse que sean exactamente iguales, pero en esencia son más o menos parecidos. Sus hábitos y normas de vida, así como sus ideas, puntos de vista y actitudes hacia la sociedad, las tendencias mundanas, la gente, los acontecimientos, las cosas y todas las creaciones de Dios, además de sus respuestas a ciertos asuntos particulares, incluidas sus respuestas físicas y mentales, son idénticos. ¿Por qué son idénticos? Porque tanto hombres como mujeres fueron creados por el único Creador y de Él provienen su aliento de vida, su libre albedrío, las diversas actividades que pueden acometer, sus rutinas de vida, etc. A la luz de estos fenómenos, no hay diferencias entre hombres y mujeres, salvo las diferencias entre los sexos y en algunas cosas o competencias profesionales en que destacan. Por ejemplo, muchos trabajos que pueden hacer los hombres también los pueden hacer las mujeres. Hay mujeres científicas, pilotos y astronautas, y también presidentas y funcionarias, lo que demuestra que los trabajos que pueden hacer hombres y mujeres son más o menos los mismos pese a las diferencias entre los sexos. En cuanto a resistencia física y expresión de emociones, hombres y mujeres son más o menos iguales. Cuando a una mujer se le muere un pariente, llora hasta casi morir de dolor, en un duelo lacerante; cuando a un hombre se le mueren los padres o la pareja, también él gime tan alto que tiembla la tierra; cuando las mujeres se enfrentan al divorcio, se sienten abatidas, deprimidas y tristes, y hasta puede que se suiciden, mientras que los hombres también se deprimen si su mujer los abandona, y algunos incluso lloran a escondidas bajo las sábanas. Como son hombres, no se atreven a quejarse de este sufrimiento delante de los demás y deben fingir de puertas afuera que son fuertes, pero, cuando no hay nadie cerca, lloran como una persona normal. Cuando ocurren ciertas cosas concretas, tanto hombres como mujeres se emocionan como es de esperar, sea llorando o riendo. Por otra parte, entre el personal que desempeña diversos deberes y trabajos en la casa de Dios, las mujeres tienen oportunidades de ser ascendidas, formadas y asignadas a puestos importantes, mientras que los hombres también tienen las mismas oportunidades de ser ascendidos, formados y asignados a puestos importantes: las oportunidades son las mismas e iguales. Las diversas corrupciones reveladas por las mujeres en la vida cotidiana y en el cumplimiento de sus deberes no difieren de las reveladas por los hombres. Incluso entre las mujeres hay personas malvadas y anticristos que perturban y trastornan la obra de la iglesia; ¿no sucede lo mismo con los hombres? Esto se produce porque las actitudes corruptas de las personas son las mismas. Si se trata personas malvadas que hacen el mal, trastornan y perturban la obra de la iglesia e intentan fundar un reino independiente, entonces, cuando se les echa, ¿se hace alguna distinción entre hombres y mujeres? No, se echa a todos de igual modo. ¿Creéis que entre ellos hay más hombres que mujeres? Hay más o menos los mismos de cada sexo. Debe echarse a todos aquellos que hagan el mal, trastornen, perturben y sean considerados anticristos y personas malvadas, sean hombres o mujeres. Algunas personas señalan: “Las mujeres no pueden hacer cosas que trastornen y perturben. Menuda vergüenza si las mujeres hicieran cosas así; ¡las mujeres deben preocuparse más por preservar su dignidad! ¿Cómo unas mujercitas iban a cometer unas maldades tan grandes? No pueden, habría que darles la oportunidad de arrepentirse. Los hombres son osados, han nacido para hacer cosas malas, han nacido para ser anticristos y malhechores. Aunque solo cometan una pequeña maldad, y aunque no tengamos claras las circunstancias, deben ser expulsados igualmente”. ¿Hace esto la casa de Dios? (No). La casa de Dios no hace esto. La casa de Dios expulsa a las personas según los principios. No distingue entre hombres y mujeres y no se preocupa por preservar la dignidad de las mujeres ni la de los hombres, sino que los trata con justicia. Si eres un hombre que ha hecho el mal y cumples los principios para que te echen y seas expulsado, la casa de Dios te apartará de acuerdo con ellos; si eres una mujer que ha trastornado y perturbado y una persona malvada o un anticristo, también te echarán y serás expulsada y no te librarás solo por ser mujer y porque llores o derrames una lágrima. La casa de Dios debe abordar las cosas según los principios. Las creyentes buscan bendiciones y tienen el deseo y la intención de ser bendecidas. ¿Y los hombres también los tienen? Sí, de la misma manera; los hombres no tienen menos ambición y deseo de bendiciones que las mujeres. ¿Qué resistencia a Dios es más grave, la de los hombres o la de las mujeres? Todo es lo mismo. Hay quienes dirán: “Por fin comprendo la verdad: ¡hombres y mujeres son igual de corruptos! Creía que los hombres eran varoniles y viriles, que debían comportarse como caballeros y hacer todo con justicia, honor y franqueza, a diferencia de las mujeres, muchas de las cuales son estrechas de miras, se preocupan sin cesar por asuntos triviales, chismorrean constantemente a espaldas de los demás y no actúan con franqueza. Pero no había tenido en cuenta que más de una mala persona es hombre y que las cosas malas que hacen ellos son aún más grandes y numerosas”. Ahora entiendes estas cuestiones. En resumen, sea hombre o mujer, todo el mundo tiene el mismo carácter corrupto, únicamente difiere la humanidad de la persona: esta es la única forma justa de contemplar a hombres y mujeres. ¿Hay sesgos en este punto de vista? (No). ¿Está influido por la idea de que los hombres son superiores a las mujeres? (No). No está influido por estas cosas en absoluto. Para determinar si una persona es buena o mala no hay que fijarse primero en si es hombre o mujer, sino en su humanidad, y luego juzgar su esencia en función de las manifestaciones de su carácter corrupto en todos sus aspectos; así se contempla acertadamente a las personas.
Si se observa desde el punto de vista de los fenómenos de los que hemos hablado antes, aparte de las diferencias entre los sexos, no hay diferencia alguna entre hombres y mujeres, ni en la manifestación de sus instintos, ni en la revelación de sus diversas actitudes corruptas ni en su esencia-naturaleza. En lo que se refiere a la esencia corpórea de las personas y a su carácter, así como al instinto, la fuerza de voluntad y el libre albedrío de los que Dios les dotó cuando las creó, no hay diferencia entre ellas. Por tanto, cuando las personas contemplen a los hombres y las mujeres, no deben hacerlo en función de su apariencia, y mucho menos de las ideas de la cultura tradicional que este mundo le enseña a la gente, sino en función de las palabras de Dios. ¿Por qué hay que contemplarlos en función de las palabras de Dios? ¿Por qué no contemplarlos en función de las ideas y opiniones de la cultura tradicional? Hay quien alega: “A lo largo de toda la historia de la humanidad se han hecho numerosas afirmaciones y se ha escrito mucho sobre ellas en los libros. ¿Ninguno de los dichos y opiniones de la humanidad es correcto? ¿No hay nada de verdad en ellos?”. ¿Qué tienen de absurdas estas palabras? A los seres humanos se les considera seres creados, Satanás los ha corrompido durante milenios y rebosan actitudes satánicas, que es lo que provoca tantas tinieblas y tanta maldad en la sociedad humana. Nadie tiene claro el origen, ni es capaz de discernir cómo es Satanás ni puede conocer realmente a Dios. Por ello, los puntos de vista de la humanidad corrupta no concuerdan con la verdad y solo el Creador conoce todo esto. Este es un hecho verdadero. La verdad solamente puede alcanzarse a partir de las palabras de Dios, mientras que la cultura del mundo humano es fruto de la corrupción de Satanás. La gente nunca ha experimentado la obra de Dios y nadie puede conocer a Dios, por lo que es imposible elaborar la verdad en la cultura tradicional de la humanidad, pues toda verdad viene de Dios y es expresada por Cristo. Corrompidos por Satanás, todos los seres humanos tienen una naturaleza y un carácter satánicos. Todos idolatran a famosos y a grandes figuras y siguen a Satanás. Los seres humanos tienen sus propias motivaciones y objetivos ocultos a la hora de contemplar o definir algunas cosas. Sin importar a quién sirvan estas motivaciones y estos objetivos ni cuál sea el propósito pretendido, todos se rigen por un carácter corrupto. Por consiguiente, las cosas definidas por los seres humanos corruptos y los pensamientos que defienden deben de estar influidos por las astutas tramas de Satanás. Esto, por un lado. Por otro, desde un punto de vista objetivo, por muy capaces que sean los seres humanos, nadie comprende el funcionamiento, los instintos y la esencia de los seres humanos creados. Como los seres humanos no son creación de ninguna persona, ni de ningún personaje presuntamente importante, ni de los reyes de los diablos, ni de Satanás ni de los espíritus malignos, no comprenden en absoluto los instintos, el funcionamiento y la esencia de las personas. ¿Y quién conoce mejor los instintos, el funcionamiento y la esencia de las personas? El Creador es quien mejor los conoce. Aquel que creó a los seres humanos es quien mejor conoce su funcionamiento, sus instintos y su esencia y, por supuesto, el más cualificado para definir a los seres humanos y determinar el valor, la identidad y la esencia de hombres y mujeres. ¿No es este un hecho objetivo? (Sí). Aquello que Dios utiliza para crear a los seres humanos, los instintos que les da a las personas cuando las crea, el funcionamiento y las leyes de su cuerpo, aquello para lo cual son aptas o no, incluso la duración de su vida, todo esto lo predestina Dios. Dios es quien mejor comprende a los seres humanos que crea y nadie más comprende mejor a la humanidad creada, ¿no es así? (Sí). Por tanto, Dios es el más cualificado para definir a los seres humanos y determinar la identidad, el estatus, el valor y la función de los hombres o las mujeres, así como la senda correcta que debe seguir la gente. Dios sabe mejor que nadie lo que necesitan los seres humanos que ha creado, lo que pueden lograr y lo que está dentro de sus capacidades. Desde otra perspectiva, lo que más necesitan los seres humanos creados son las palabras pronunciadas por el Creador. Dios es el único que puede guiar, proveer y pastorear personalmente a los seres humanos. Todos los enunciados de la humanidad corrupta que no provienen de Dios desorientan, especialmente los de la cultura tradicional, que inducen a error, entumecen y encorsetan a las personas y, naturalmente, sirven de medio de restricción y control. Por otro lado, Dios creó a los seres humanos y Su mayor preocupación por ellos es si son capaces de ir por la senda correcta en la vida. En cambio, las sociedades, las naciones y los países solo tienen en cuenta los intereses de la clase dirigente y la estabilidad del régimen político sin preocuparse por la vida de las clases más bajas. En consecuencia, esto provoca que se produzcan actos radicales y caóticos. No guían al pueblo por la senda correcta para que pueda llevar una vida valiosa y lúcida y someterse a la soberanía y las disposiciones de Dios, sino que quieren explotarlo al servicio de su gobierno, de su carrera profesional y de sus ambiciones y deseos. Sean cuales sean las afirmaciones, ideas y opiniones que propongan, el objetivo de todo esto es desorientar al pueblo, encorsetar su pensamiento y controlar a la humanidad para que el pueblo les sirva y les sea leal. No piensan en el futuro ni en el porvenir de la humanidad, ni en cómo pueden sobrevivir mejor los seres humanos. Sin embargo, lo que Dios hace es completamente distinto, en tanto que lo hace según Su plan. Tras crear a los seres humanos, los guía hacia la comprensión de más verdades y principios de conducta y les hace ver de forma clara los hechos de la corrupción de la humanidad a manos de Satanás. Sobre esta base, según estos principios-verdad que Dios enseña a las personas y aplica para amonestarlas, la gente puede emprender la senda correcta en la vida.
Estas regulaciones y convenciones sobre la conducta moral en la cultura tradicional son muy amplias e influyen en la mentalidad de la gente desde todas las vertientes, con lo que desorientan y encorsetan su mentalidad. Lo que hemos compartido hoy son algunos dichos y puntos de vista distorsionados de la cultura tradicional sobre los sexos que han influido significativamente en las ideas correctas de la gente sobre los sexos y, además, han sometido a hombres y mujeres a numerosos grilletes, ataduras, limitaciones, actos discriminatorios y similares. Todas estas son realidades que la gente puede ver y, asimismo, efectos y consecuencias de la cultura tradicional sobre las personas.
14 de mayo de 2022