Qué significa perseguir la verdad (5)

¿Sobre qué hablamos en la última reunión? (Primero Tú hablaste sobre las historias de Xiaoxiao y Xiaoji. Después, sobre lo que representan las conductas que el hombre considera buenas, y también sobre lo que Dios exige al hombre, con especial hincapié en los principios-verdad que debemos comprender con respecto a honrar a los padres de uno). La última vez hablamos sobre un tema relacionado con la búsqueda de la verdad que se ajustaba muy bien a las nociones del hombre. Era, además, un tema negativo; en concreto, las conductas que se consideran correctas y buenas según las nociones del hombre. Pusimos algunos ejemplos acerca de este tema, y luego otros pocos de las exigencias que Dios ha planteado para regular la conducta del hombre. Estas fueron más o menos las cosas concretas sobre las que hablamos. En esta enseñanza no hubo muchos apartados amplios, pero comentamos numerosos pormenores sobre el conocimiento, la práctica y la comprensión de la verdad por parte de la gente. Hoy haremos un breve repaso de estas cosas. En términos generales, ¿qué considera el hombre buenas conductas? ¿No deberíamos tener una conclusión o una definición amplia al respecto? ¿Habéis llegado a una conclusión? ¿Habéis hablado sobre estas cosas en las reuniones? (Sí. Después de que Dios nos hablara varias veces, vimos que las buenas conductas que el hombre percibe correctas son un mero tipo de conducta. No representan la verdad, son solo formas de disimular que tiene la gente). A tenor de algunos enunciados que ha compendiado el género humano acerca de las conductas externas, ¿cuál es, exactamente, la esencia de estas conductas? ¿Hay relación entre la esencia del hombre y las buenas conductas externas del género humano? Con estas buenas conductas externas, la gente parece muy decente y digna; quienes las tienen son respetados y elogiados por los demás, están muy bien considerados y dan buena impresión. ¿Es compatible esta buena impresión con la esencia del carácter corrupto del hombre? (No). Entonces, desde esta perspectiva, ¿cuál es la naturaleza de las buenas conductas del hombre? ¿No son meros métodos y presentaciones superficiales? (Sí). ¿Son estos métodos y presentaciones superficiales manifestaciones propias de una humanidad normal? (No). Por eso las conductas que la gente considera correctas y buenas dentro de sus nociones son, en realidad, meros métodos y presentaciones superficiales del ser humano. Esa es la naturaleza de esas conductas. Ni suponen vivir una humanidad normal ni son revelaciones de esta; son meros métodos externos. Dichos métodos disimulan las actitudes corruptas del hombre, y su esencia-naturaleza satánica y engañan a la vista de los demás. La gente practica estas buenas conductas para ganarse el favor, la estima y el respeto de los demás; dichas conductas no sirven para que las personas se traten con honestidad ni para que se relacionen con sinceridad, ni mucho menos para que vivan la semejanza humana. Estas buenas conductas no son métodos que tengan su origen en la honestidad sincera ni revelaciones naturales de humanidad normal. No representan en modo alguno la esencia del hombre; son exclusivamente un disfraz y una falsa imagen que exhibe el hombre, los oropeles de la humanidad corrupta. Disimulan la esencia malvada del género humano. Esa es la esencia de las buenas conductas del hombre, la verdad que hay tras ellas. ¿Y cuál es la esencia de las conductas que Dios le exige al hombre? Las dos últimas veces que hablamos, comentamos algunos métodos que exige Dios y lo que exige vivir a la gente, con respecto a su conducta. ¿Por ejemplo? (Que la gente no fume, ni beba alcohol, ni pegue a los demás ni abuse verbalmente de ellos. Honrará a sus padres y tendrá decencia santa. No adorará ídolos, ni cometerá adulterio, ni robará, ni se apropiará indebidamente de los bienes ajenos, ni dará falso testimonio, etc.). ¿Cuál es la esencia de estas exigencias? Es decir, ¿bajo qué premisa plantea Dios estas exigencias? ¿En qué condición fundamental se basan? ¿No se plantearon estas exigencias en el contexto y bajo la premisa de que la humanidad ha sido corrompida por Satanás y el hombre tiene una naturaleza pecaminosa? ¿Y no se hallan estas exigencias dentro del ámbito de la humanidad normal? ¿No son cosas que pueden alcanzar aquellos que tienen una humanidad normal? (Sí, lo son). Estas exigencias se plantean exclusivamente con la condición fundamental de que pueda alcanzarlas una persona que tenga una humanidad normal. A este respecto, entonces, ¿cuál es la esencia de las conductas que Dios exige al hombre? ¿Acaso es la auténtica semejanza vivida por la humanidad normal y lo mínimo que la humanidad normal debería tener? Los ejemplos que hemos puesto —que las personas deben tener decencia santa, contenerse, no ser disolutas, no pegar a los demás ni abusar verbalmente de ellos, no fumar, no beber alcohol, no cometer adulterio, no robar, no adorar ídolos, y que deben honrar a sus padres; y que, en la Era de la Gracia, también dijeron a la gente que fuera paciente, tolerante, etc.—; ¿se circunscriben estas exigencias planteadas por Dios a un solo tipo de método? No, Dios ha establecido unos criterios para que la gente viva una humanidad normal. ¿Qué quiero decir con “criterios”? Me refiero a las normas de las exigencias de Dios. Como persona, ¿qué has de vivir para tener una humanidad normal? Debes cumplir las exigencias que Dios ha planteado. Solamente hemos enumerado una parte de las exigencias de Dios al hombre. Exigencias como no pegar a los demás ni abusar verbalmente de ellos, no fumar, no beber alcohol, no cometer adulterio, no robar, etc., son cosas que pueden alcanzar aquellos que tienen una humanidad normal. Aunque estas cosas son inferiores a la verdad y no llegan a ser la verdad, son normas básicas para evaluar si una persona tiene o no humanidad.

¿Cuál era la esencia de las conductas que Dios exige al hombre y que acabamos de resumir? Vivir una humanidad normal. Si una persona es capaz de vivir o de comportarse como exige Dios, dicha persona tiene una humanidad normal a ojos de Dios. ¿Qué significa tener una humanidad normal? Significa que una persona ya tiene los criterios de conducta que exige Dios y que cumple el criterio de humanidad normal, en cuanto a su conducta, sus métodos y lo que vive, pues deja brotar y vive una humanidad normal tal como exige Dios. ¿Cabe expresarlo así? (Sí). Independientemente de si una persona cree en Dios o no, independientemente de si tiene fe verdadera o no, si roba o engaña a otras personas o se aprovecha de los demás; si suele emplear un lenguaje soez o si pega y hace daño a los demás sin escrúpulo alguno cuando están en juego su reputación, su estatus, su imagen u otros intereses; incluso si llega a cometer pecado de adulterio… Si sigue teniendo estos problemas en su forma de vivir su humanidad, especialmente tras empezar a creer en Dios, ¿es normal su humanidad? (No). Se evalúe a creyentes o a no creyentes, estos criterios de conducta que Dios ha establecido son, sencillamente, los criterios mínimos más básicos para evaluar la humanidad de una persona. Hay personas que, tras hacerse creyentes, renuncian, se esfuerzan un poco y son capaces de pagar un pequeño precio, pero nunca cumplen los criterios de conducta que Dios ha establecido. Está claro que este tipo de personas no viven una humanidad normal, ni siquiera viven la semejanza humana más elemental. ¿Qué significa que una persona no vive una humanidad normal? Que no tiene una humanidad normal. Dado que ni siquiera es capaz de cumplir las normas de las exigencias de Dios para la conducta del ser humano en cuanto a vivir con humanidad, su humanidad es muy deficiente y solo se le puede dar una evaluación deficiente. El criterio mínimo para evaluar la humanidad de una persona es si su conducta cumple o no las normas de las exigencias de Dios para el comportamiento del ser humano. Observa si, desde que cree en Dios, se refrena, si tiene decencia santa en lo que dice y hace, si se aprovecha o no de los demás cuando se relaciona con ellos, si trata a sus familiares y a sus hermanos y hermanas de la iglesia con amor, tolerancia y paciencia, si cumple con sus responsabilidades hacia sus padres lo mejor que puede, si continúa adorando ídolos cuando nadie mira y cosas por el estilo. Podemos evaluar la humanidad de una persona por medio de estas cosas. Dejando de lado si la persona ama y persigue la verdad, evalúa en primer lugar si tiene una humanidad normal: si sus palabras y conductas cumplen los criterios de conducta que Dios ha establecido. Si no los cumple, se puede evaluar su humanidad según el grado de aquello que vive, ya sea normal, deficiente, muy deficiente o pésima, por ese orden; esto es lo exacto. Si un creyente roba y hurta cuando va a supermercados o lugares públicos, si es amigo de lo ajeno, ¿qué clase de humanidad tiene? (Una mala humanidad). Hay gente que insulta a gritos y hasta pega a otros cuando algo le enoja. Sus insultos no son valoraciones justas de la esencia de otra persona, sino acusaciones arbitrarias plagadas de malas palabras. Dichas personas dicen cualquier cosa que les permita desahogar su odio sin guardarse nada. Algunas, en particular, les dicen a sus padres, a sus hermanos y hermanas, a sus parientes no creyentes e incluso a sus amigos no creyentes cosas que tú no querrías oír para que no profanaran tus oídos. ¿Qué clase de humanidad tienen este tipo de personas? (Una mala humanidad). También se podría decir que no tienen humanidad. Asimismo, hay otras personas que solo tienen ojos para el dinero. Cuando estas personas ven que alguien tiene dinero, come y viste bien y tiene una vida acomodada, siempre quieren aprovecharse de él. Siempre están pidiéndole cosas de forma indirecta, comiéndose su comida y usando sus cosas, o pidiéndole algo prestado sin devolvérselo. Aunque no se hayan aprovechado de los demás en gran manera y sus actos no alcancen la categoría de malversación o soborno, estas conductas suyas, de ser amigos de lo ajeno, son verdaderamente viles y despreciables y provocan el desprecio de los demás. Y lo que es más grave: hay quienes están obsesionados con la belleza del sexo opuesto. Con frecuencia le ponen ojitos a gente del sexo contrario, y hasta cometen adulterio, un pecado entre los sexos. Algunas de estas personas son solteras, mientras que otras tienen familia; incluso hay algunas que cometen adulterio a pesar de ser de edad muy avanzada. Y lo que es aún más grave: algunas personas intentan seducir a miembros de su mismo sexo y tener contactos físicos con ellos. Verdaderamente repugnante. Lo que es aún más increíble son aquellas personas que hace años que creen en Dios, pero no creen que la verdad sea superior a todo lo demás ni que las palabras de Dios lo consigan todo. Estas personas suelen ir en secreto a ver a adivinos a que les lean la suerte, queman incienso para adorar a Buda u otros ídolos, y algunas incluso usan muñecos de vudú para maldecir a otras o celebran sesiones de espiritismo y cosas por el estilo. Hacer este tipo de magia negra es un problema todavía más grave; estas personas son incrédulos y no difieren de los no creyentes. Independientemente de si las circunstancias son leves o graves, una vez que una persona tiene estas manifestaciones, podemos afirmar que vive la humanidad de una manera anormal e impura y que algunas de sus conductas son incluso incorrectas o absurdas, conductas realmente pecaminosas. Cuando algunas personas empiezan a creer en Dios, se visten de forma muy provocativa, le dan tanta importancia a parecer sexi como los no creyentes y siguen las modas mundanas. No se parecen en nada a los santos. Algunas se visten con mejor gusto cuando van a reuniones, pero se cambian a la ropa de moda de los no creyentes cuando llegan a casa. Por lo que llevan puesto, no parecen creyentes; no hay diferencia entre ellas y los no creyentes. Se ríen y se burlan de todo; son sumamente autocomplacientes y no muestran moderación. ¿Este tipo de gente vive una humanidad normal? (No). Aspira a seguir las modas mundanas, a ser sexi, a atraer a otros y ser irresistible. Se pasa el día arreglándose y maquillándose para atraer al sexo opuesto. Lo que viven estas personas es relativamente deficiente. Ni siquiera son capaces de contenerse en su forma de vestir, hablar y comportarse, y no tienen decencia santa, de modo que, cuando las evaluamos según los criterios de conducta que exige Dios, es obvio que la humanidad que viven es muy deficiente. A partir de estos ejemplos concretos, vemos que las exigencias de Dios en cuanto al comportamiento de las personas y lo que estas viven están en plena consonancia con las exigencias de humanidad normal, por lo que, naturalmente, quienes tienen una humanidad normal son capaces de alcanzarlas. ¿Qué significa esta afirmación? Significa que solo tienes semejanza humana, que te asemejas a una persona normal, y tienes el nivel mínimo de humanidad normal si eso es lo que vives. Si nos fijamos en los detalles concretos de las exigencias de Dios, vemos que vivir la humanidad de esta manera no es fingir, simular ni engañar a los demás. Por el contrario, es la forma en que debería manifestarse la humanidad normal y la realidad que esta debería tener. Únicamente quien vive estas manifestaciones de humanidad normal tiene una semejanza humana sin el menor engaño. El único modo de que la gente se gane el respeto de los demás y viva con dignidad es que viva la humanidad normal de esta manera. Y, solo si vive la humanidad normal de esta manera y tiene decencia santa, sus manifestaciones normales glorifican a Dios; porque, entonces, todo lo que tú vivas será positivo y la realidad de las cosas positivas, no una simulación. Estarás viviendo la semejanza humana, de acuerdo con las exigencias de Dios.

Se han explicado de forma clara y comprensible tanto la esencia de la buena conducta del hombre como la esencia de la conducta que exige Dios. Por consiguiente, también debería estar claro cómo debe practicar la gente y cómo debe vivir esta la humanidad normal, ¿no? La gente no va a irse a los extremos ni a buscar los tres pies al gato en materia de cómo vivir una humanidad normal. ¿Lo de vivir una humanidad normal se refiere a cosas triviales en la vida de la gente que no tienen nada que ver con la humanidad? Hay personas ridículas que no tienen claro este asunto. Dicen: “Como la enseñanza de Dios es tan pormenorizada, nosotros también debemos ser meticulosos en cada pequeño aspecto de nuestra vida. Por ejemplo, ¿son más nutritivas las batatas al vapor o asadas?”. ¿Esto es vivir una humanidad normal? En absoluto. Lo que la gente debe comer y cómo es un sentido común que ya tiene toda la gente. Mientras no haya problema en comer algo, puedes comerlo como quieras. Si alguien cree que ha de buscar la verdad en cuestiones tan simples de sentido común y que ha de practicar esas cosas como si fueran la verdad, ¿no es ridícula y absurda esa persona? Actualmente hay personas muy meticulosas en asuntos como este, que no tienen nada que ver con la verdad. Estas personas creen que persiguen la verdad, e investigan y examinan asuntos insignificantes como si fueran la verdad. Algunas hasta se ruborizan al discutir estas cosas. ¿Qué problema es este? ¿No se trata de una grave ausencia de entendimiento espiritual? Es realmente risible e irritante que algunas personas busquen sobre el tema de comer batatas como si fuera la verdad. La gente así son casos perdidos porque no comprenden las palabras de Dios y no saben lo que significa perseguir la verdad. No comprenden los asuntos más sencillos de sentido común de la vida y no saben resolver estos problemas; entonces, ¿de qué les sirve vivir todos estos años? ¿Cómo es posible que estas personas lleven a las reuniones asuntos tan intrascendentes, los debatan y hablen de ellos como si fueran temas en los que se pudiera buscar la verdad? Lo hacen, sobre todo, porque estas personas tienen un entendimiento distorsionado y carecen de entendimiento espiritual. ¿En qué contexto son meticulosas? ¿Por qué surgieron en ellas estos pensamientos e ideas? ¿Cómo pudo ser que en las reuniones debatieran y hablaran sobre cómo comer batatas? ¿Acaso porque los temas sobre los que he estado hablando son demasiado concretos, lo que ha dado lugar a malentendidos entre la gente a la que le gusta buscar los tres pies al gato y en cada palabra? Cuando surgen estos problemas y situaciones, siento que hablar con estas personas es un poco como tratar a los monos como si fueran humanos. Los monos son criaturas que viven en montañas y selvas. Aunque se parecen a los humanos, muchos de sus comportamientos y hábitos son similares a los de los humanos, y aunque hubo un tiempo en que los humanos consideraban a los monos sus antepasados, le pese a quien le pese, los monos siguen siendo monos. Deben vivir en selvas y montañas. ¿No sería un error meterlos en una casa a vivir con seres humanos? ¿Deberíamos tratar a los monos como si fueran humanos? (No, no deberíamos). Entonces, ¿vosotros sois monos o sois humanos? Si sois humanos, por mucho que Yo tenga que hablar o por muy duro que tenga que esforzarme, es oportuno y vale la pena que os diga estas cosas. Si sois monos, ¿es oportuno que os trate como humanos y malgaste Mi aliento hablando con vosotros de la verdad y de las intenciones de Dios? ¿Vale la pena? (No). Entonces, ¿sois humanos o sois monos? (Somos humanos). Ojalá lo seáis. ¿Qué os parece que se hable sobre cómo comer batatas en las reuniones? ¿Seríais meticulosos también vosotros en asuntos como este? Por ejemplo, algunas personas preguntan: “¿Debo llevar ropa azul o blanca? Si me visto de blanco, ¿qué tipo de blanco? ¿Qué tipo de blanco simboliza santidad y es propio de un santo? Si el azul es apropiado para mí, ¿qué azul? ¿Qué azul se adecúa mejor las exigencias y los criterios de Dios para con el hombre y puede glorificar más a Dios?”. ¿Habéis sido alguna vez meticulosos en estas cuestiones? ¿Alguien ha considerado alguna vez qué peinado o qué forma de hablar y tono de voz son propios de un santo? ¿Habéis sido meticulosos en estas cosas alguna vez? Algunas personas han sido meticulosas y se han esforzado en estas cosas. A algunas les gustaba teñirse el pelo de rubio, de rojo o de otros colores raros, pero, desde que empezaron a creer en Dios, vieron que los demás hermanos y hermanas de la iglesia no se teñían el pelo, así que dejaron de hacerlo. Hasta después de varios años no entendieron del todo que no es crucial ni el color de pelo ni el peinado que uno tenga. Lo crucial es si uno vive una humanidad normal y si ama la verdad. Aquellos que han sido meticulosos en esas cuestiones, las cuales no tienen nada que ver con el hecho de vivir una humanidad normal, están comprendiendo poco a poco que no tiene sentido esforzarse en estas cosas porque estos temas no tienen nada que ver con la verdad. Son meras cuestiones del ámbito de la humanidad normal y no llegan a ser la verdad. Si la humanidad que vives cumple las exigencias y normas de Dios, con eso es suficiente. ¿No os habéis sentido todos vosotros un tanto desconcertados ante estas cuestiones en el pasado, y confundidos por ellas? (Sí). Aunque no hayáis llegado al extremo de debatir sobre cómo comer batatas en las reuniones, también os habéis sentido desconcertados ante pequeñas e insignificantes cuestiones de la vida. Estos son los hechos. Entonces, ¿no debería haber una conclusión definitiva sobre estas cuestiones? ¿Tenéis claro qué principios debe seguir la gente al vivir una humanidad normal según las exigencias y normas de Dios? ¿Sabéis cómo buscar la verdad la próxima vez que os topéis con alguna circunstancia concreta? Algunos dicen: “Aunque no llego a extremos como el de preguntar cómo comer batatas, si surgieran ciertas cuestiones en mi vida diaria, continuaría confundido durante un tiempo”. Pues ponedme un ejemplo: ¿qué cuestión os tendría confundidos durante un tiempo? ¿Diríais que está mal que las mujeres vayan maquilladas? ¿Es conforme a las exigencias de Dios para vivir una humanidad normal? (Eso no está mal). ¿A qué se refiere lo de que “no está mal”? (A que, mientras el maquillaje sea propio de una santa y no excesivo, está bien). Siempre que no sea un maquillaje excesivo, es apropiado. Hay quien pregunta: “Si es apropiado un maquillaje que no sea excesivo, ¿eso quiere decir que Tú quieres que nos maquillemos?”. ¿He dicho Yo eso? (No). Maquillarse no es un problema, es conforme a vivir una humanidad normal. El principio determinante de esto es que, mientras el maquillaje no sea excesivo, está bien. Esa es la norma. ¿Y dentro de qué límites deben ir maquilladas las mujeres para que sea conforme a vivir una humanidad normal? ¿Dónde está el límite? ¿Qué significa “maquillaje excesivo”? ¿Qué maquillaje se considera excesivo? Si se traza un límite claro, la gente sabrá qué hacer. ¿No es una puntualización? Ponedme un ejemplo que explique lo que implica un maquillaje excesivo. (Es cuando alguien se pinta la cara muy blanca, los labios muy rojos y los ojos muy negros, lo que resulta sumamente antinatural e incómodo a la vista). Hace que la gente se sobresalte cuando lo ve, como si fuera un fantasma, y que no se vea la forma natural o el rostro de la persona. En algunos países y etnias, así como en determinadas profesiones, la gente lleva un maquillaje particularmente excesivo. Por ejemplo, ¿no es un caso de esto el maquillaje que lleva la gente en bares y discotecas? Todas esas personas llevan un maquillaje excesivo, y eso no es edificante: se maquillan con el objetivo de seducir a los demás. Este tipo de maquillaje es excesivo. ¿Y qué maquillaje es conforme a vivir una humanidad normal? Un maquillaje ligero, como el que llevan las mujeres en el trabajo, que parece muy digno y elegante. Mientras vuestro maquillaje no se salga de estos límites, está bien. En China, maquillarse no está de moda entre las generaciones mayores. Si una persona mayor normal, sin un estatus ni una posición especiales en la sociedad, siempre se arregla y se maquilla cuando sale de casa, la gente dirá que no se comporta de manera respetable para su edad. Sin embargo, en Occidente es distinto. Si quedas con alguien o vas a trabajar, y no te maquillas ni te arreglas un poco, la gente dice que no respetas tu trabajo, que no eres profesional y que faltas al respeto a los demás. Es cultural. Naturalmente, en este tipo de situación, maquillarse debe limitarse a un nivel en que parezcas digno y recto y una persona respetable a los demás. Por resumirlo en una frase: si te maquillas, debe hacerte parecer una persona respetable y no suscitar lujuria en el corazón de la gente; este tipo de maquillaje es apropiado. Ese es el principio, y es tan sencillo como eso. Algunas personas preguntan: “¿Está bien si no me maquillo cuando salgo de casa? No suelo maquillarme”. Debes buscar en las palabras de Dios. ¿Ha dicho Dios que está mal no maquillarse? Dios no ha dicho eso. La casa de Dios nunca ha exigido que la gente se maquille. Si a ti te gusta maquillarte, Yo te he dado este criterio y este límite y te he indicado lo que debes hacer para que tu maquillaje sea apropiado. Si no te gusta maquillarte, la casa de Dios no lo exige. Ahora bien, debes recordar una cosa: aunque no se te exija maquillarte, no puedes salir de casa con aspecto descuidado y desaseado, como un mendigo. Por ejemplo, cuando salgas a predicar el evangelio, si no te pones presentable ni te lavas la cara antes de salir de casa, te vistes de forma desaliñada y dices: “No pasa nada. ¡Mientras comprendamos la verdad, no importa cómo nos vistamos!”, ¿es eso constructivo? Como creyente en Dios, también debes tener unos principios de vestimenta y aspecto. La norma básica de este principio es que debes vivir una humanidad normal y no hacer nada que humille a Dios o tu propia identidad y dignidad. Como mínimo, debes hacerte respetar. Aunque te falte religiosidad, al menos debes saber contenerte y tener dignidad, rectitud y decencia santa. Si puedes dar a la gente esta impresión, con eso es suficiente. Este es el requisito más elemental para vivir una humanidad normal.

Para quienes creen en Dios, estas cuestiones sobre las conductas externas de las personas y sobre vivir una humanidad normal no deberían suponer una carga ni una dificultad, pues son las cosas más básicas que una persona normal debe tener como mínimo. Dichas cuestiones deberían ser fáciles de entender, no son abstractas. Por tanto, estas cuestiones sobre las conductas externas de las personas y sobre vivir una humanidad normal no deberían llegar a ser problemas importantes que se debatan con frecuencia en la vida de iglesia. Está bien hablar de ellas de vez en cuando, pero, si las consideras temas sobre los cuales buscar la verdad y los planteas a menudo, debatiéndolos encarecidamente y en serio, estás incumpliendo hasta cierto punto los deberes que te corresponden. ¿Qué personas suelen ser las que incumplen los deberes que les corresponden? Plantear cuestiones como, por ejemplo, cómo comer batatas, y considerar dichas cuestiones temas sobre los cuales buscar la verdad, estudiarlos y hablar sobre ellos en las reuniones, a veces en varias, mientras los líderes de la iglesia no hacen nada por frenarlo, ¿no son todo esto manifestaciones de personas propensas a las distorsiones y de aquellos que carecen de entendimiento espiritual? (Sí, así es). ¿Qué cuestiones deberían debatirse más en las reuniones? Las que atañen a la verdad y al carácter corrupto de las personas. La verdad y las palabras de Dios son los temas inmutables de la vida de iglesia; aquellas cuestiones que atañen al tema más básico y común de las conductas externas de la humanidad normal no deberían ser el tema principal de enseñanza en la vida y las reuniones de la iglesia. Si los hermanos y hermanas se aconsejan, se advierten y hablan entre sí sobre estas cosas fuera de las reuniones, con eso basta para resolver estos problemas. No es necesario dedicar una gran cantidad de tiempo a hablarlos y debatirlos. Eso afectaría a las reuniones normales de la gente y a su comer y beber de las palabras de Dios, y repercutiría en su entrada a la vida. La vida de iglesia consiste en comer y beber de las palabras de Dios. Debe hacer hincapié en compartir la verdad y resolver problemas prácticos para que así no se demore el progreso vital de nadie. Si tienes sentido de la humanidad normal, deberías tener claro cómo practicar estas cuestiones según los principios. Si siempre eres quisquilloso en asuntos triviales y cosas que no tienen nada que ver con los principios-verdad, si siempre le buscas los tres pies al gato y, sin embargo, te crees experto y erudito, ¿no debería diseccionarse esta cuestión? Por ejemplo, algunas personas hacen mucho hincapié en su forma de vestir y siempre preguntan si los creyentes pueden llevar ropa peculiar. Algunas que hace poco han empezado a creer en Dios siempre preguntan si los creyentes deberían beber alcohol. También hay a quienes les gusta hacer negocios y siempre preguntan si los creyentes deberían ganar mucho dinero, y otras siempre preguntan cuándo llegará el día de Dios. Estas personas no están dispuestas a buscar la verdad en estos asuntos para encontrar las respuestas correctas. Aunque no hay palabras precisas sobre estos temas, Dios ha explicado muy claramente los principios para abordar estas cuestiones. Si una persona no se esfuerza en leer las palabras de Dios, no encontrará las respuestas. A decir verdad, todo el mundo sabe qué propósito tiene creer en Dios y lo que se gana con ello. Lo que pasa es que hay quienes no aman la verdad, pero, pese a ello, desean obtener bendiciones. Ahí radica su dificultad. Por tanto, lo más decisivo es si una persona es capaz de aceptar la verdad. Hay personas que nunca han dado importancia a comer y beber de las palabras de Dios ni a hablar sobre la verdad. Se obsesionan con cuestiones sin importancia, siempre quieren hablar sobre estas cuestiones en las reuniones y obtener respuestas definitivas a ellas, y los líderes y obreros no saben frenarlas. ¿Qué problema es este? ¿No están incumpliendo estas personas el deber que les corresponde? Si no practicas la verdad y siempre quieres ir por la senda equivocada, ¿por qué no reflexionas sobre ti mismo, llegas a conocerte y te diseccionas? Siempre eres complaciente, no eres responsable en tu deber, haces lo que te da la gana y eres caprichoso, arbitrario e imprudente. ¿Cómo es posible que no seas diligente en este asunto? ¿Cómo es posible que no investigues y disecciones para averiguar qué pasa exactamente? ¿Por qué culpas y malinterpretas a Dios cada vez que te sobreviene algo? ¿Por qué siempre alcanzas un veredicto sobre ti mismo y refunfuñas que Dios no es justo y que la iglesia es injusta? ¿Esos no son problemas? ¿No deberías compartir y diseccionar estos problemas en la vida de iglesia? Cuando la casa de Dios divide la iglesia y la depura de cierta gente, tú nunca te sometes y nunca estás satisfecho; siempre tienes nociones y esparces negatividad. ¿Esto no es un problema? ¿No deberías estudiar y diseccionar este asunto? Siempre persigues el estatus, manipulas la situación y gestionas tu posición. ¿Esto no es un problema? ¿No deberías estudiar y diseccionar estas cuestiones? La iglesia está llevando a cabo actualmente la labor de depuración, y algunos dicen: “Mientras la gente sea un poco eficaz en sus deberes, no la destituirán; por tanto, si yo sigo siendo un poco eficaz en mi deber y no me destituyen, con eso me basta”. ¿Qué problema hay aquí? ¿Esta gente no ejerce una oposición pasiva? Si uno es capaz de dejar brotar este carácter falso, ¿no es preciso corregirlo? ¿No son los problemas relacionados con el carácter corrupto y con la esencia-naturaleza del hombre mucho más graves que la forma de comer batatas? ¿No vale la pena plantearlos, hablar sobre ellos y diseccionarlos en las reuniones y en la vida de iglesia para que el pueblo escogido de Dios pueda adquirir discernimiento? ¿No son estos unos buenos ejemplos típicos de conductas negativas? Los problemas relativos a las actitudes corruptas guardan relación directa con la transformación del carácter del hombre y afectan a su salvación. No son asuntos menores; así que ¿por qué no habláis y diseccionáis estos asuntos en las reuniones? Si nunca buscáis la verdad para resolver asuntos cruciales como estos en las reuniones, sino que compartís continuamente cosas triviales y aburridas y os pasáis una reunión entera hablando sobre un pequeño problema, incapaces de resolver ningún problema de fondo y, además, perdiendo el tiempo, ¿no estáis incumpliendo los deberes que os corresponden? De continuar así, os convertiréis todos en individuos inútiles de aptitudes pobres, atolondrados, que no cumplirán bien con el deber y no alcanzarán la verdad. No habláis sobre lo que deberíais hablar en las reuniones y compartís continuamente cosas que no deberíais en ellas. Siempre habláis en las reuniones sobre cosas que no tienen nada que ver con la verdad, que forman parte de vuestro entendimiento distorsionado y de vuestros asuntos personales triviales, y hacéis que todos las investiguen con vosotros, perdiendo inútilmente el tiempo. Esto no solo afecta a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, sino que también retrasa el normal progreso del trabajo de la iglesia. ¿Esto no es perturbar y trastornar el trabajo de la iglesia? Una conducta así debería calificarse de perturbación. Es una perturbación deliberada, y hay que poner límites a quienes actúen de este modo. En lo sucesivo, las reuniones deben limitarse a comer y beber de las palabras de Dios, a hablar sobre la verdad, a resolver problemas relacionados con las actitudes corruptas y a resolver las dificultades y los problemas en los deberes de la gente. En las reuniones no hay que hablar sobre asuntos triviales e intrascendentes ni otros que tengan que ver con cuestiones de sentido común cotidiano. Los hermanos y hermanas pueden resolver estas cuestiones hablando entre ellos, no hace falta compartirlas en las reuniones.

En la iglesia siempre hay gente con interpretaciones distorsionadas de las palabras de Dios que le busca los tres pies al gato. Cuando Yo hablo sobre las buenas conductas del hombre, estas personas se esfuerzan mucho en su conducta. No saben por qué debemos hablar de estas cosas. Decidme, ¿por qué es preciso que hablemos sobre este asunto? ¿Qué queremos conseguir con ello? Veamos en primer lugar por qué debemos hablar de él. ¿En qué contexto se planteó el tema de las buenas conductas del hombre y de los criterios de conducta exigidos por Dios? Se planteó mientras hablábamos del tema “Qué significa perseguir la verdad”. Este asunto guarda relación directa con la forma en que el hombre debe perseguir la verdad. Las buenas conductas exhibidas por la gente al practicar la verdad están relacionadas con esta y se refieren a ella. Por muy buena que pueda parecerle una conducta al hombre, si no implica practicar la verdad, entonces no guarda relación con la misma. Algunos dirán: “¡Eso no es así! ¿No dijiste que las buenas conductas no llegan a ser la verdad? No lo entiendo”. ¿Podéis explicar vosotros esta cuestión? En el contexto de Mi enseñanza sobre “Qué significa perseguir la verdad”, diseccioné las conductas que la gente considera buenas según sus nociones, y las critiqué y condené. Al mismo tiempo, informé a la gente de los criterios que Dios ha postulado respecto a la conducta del hombre y le di una senda correcta para vivir una humanidad normal, de manera que tenga unos criterios por los que evaluar el vivirla. Sobre esta base, el resultado que logré en última instancia fue informar a la gente de que las conductas que considera buenas según sus nociones no son los criterios de la verdad, ni atañen a esta ni guardan relación con ella, impidiendo así que la gente crea equivocadamente que observar estas buenas conductas es la búsqueda de la verdad. A su vez, informé a la gente de que no cumple las normas para vivir una humanidad normal hasta que no cumple los criterios de conducta que exige Dios. Como le he dicho a la gente que todas las buenas conductas preconizadas por el hombre son apariencia y falsedad, que todas ellas son una farsa y un paripé, que todas son incorrectas y que todas están viciadas por las argucias de Satanás, ahora que estas cosas han sido eliminadas y la gente ha sido privada de ellas, ¿la gente no sabe cómo practicar? Piensan para sus adentros: “¿Y según qué cosas debo vivir? ¿Cuáles son los criterios reales de conducta que exige Dios?”. Las exigencias, los criterios y los enunciados concretos de Dios sobre la conducta del hombre, así de sencillo. Mientras la gente viva las realidades que exige Dios, habrá cumplido las normas para vivir una humanidad normal. No le buscará los tres pies al gato, ni se desconcertará ni se confundirá al respecto. Cuando una persona cumple las normas por las que se debe vivir una humanidad normal, ¿no ha resuelto un problema práctico en el camino hacia perseguir la verdad? ¿No ha eliminado un obstáculo y subsanado un impedimento para vivir una humanidad normal? Por lo menos, ahora, los métodos externos elogiados por el género humano, como ser culto, sensato, amable y accesible, ya no son los objetivos de la búsqueda del hombre. O, para ser más exactos, ya no es un objetivo que aquellos que persiguen la verdad se esfuercen por vivir externamente, ni tampoco es un criterio que la humanidad normal deba vivir. Se ha sustituido por la necesidad de cohibirse, de tener decencia santa, etc. Estas exigencias de Dios son los criterios para que el hombre viva una humanidad normal, la semejanza con que la humanidad normal debe vivir. De este modo, ¿no se han confirmado la condición, el objetivo y el sentido más básicos para perseguir la verdad? Se ha acreditado lo más fundamental y básico: que el objetivo de vivir una humanidad normal no es que la gente sea culta, sensata, gentil, refinada, amable y cortés, que respete a los mayores y ame a los pequeños, etc. Se trata, más bien, de que viva la humanidad normal como lo exige Dios. En esto no hay apariencias ni argucias de Satanás, sino el vivir, la efusión y la conducta reales de la humanidad normal. ¿No es así? (Sí, lo es). Desde esta perspectiva, cuando hablamos sobre las buenas conductas del hombre, englobadas en el tema de las cosas que el hombre considera correctas y buenas según sus nociones, y hablamos, asimismo, sobre los criterios de conducta que exige Dios, ¿guardan relación estas cosas con perseguir la verdad? (Sí). Sí, la guardan. Hasta cierto punto, esto confirma el sentido y objetivo básicos de la búsqueda de la verdad por parte del hombre. Esto significa que, como mínimo, tu objetivo de vivir una humanidad normal habrá de ser correcto antes de que empieces a perseguir la verdad. Este objetivo no es un método inventado por el hombre, no es una presentación ni un disfraz. Es, más bien, el vivir normal de la humanidad que exige Dios. Aunque este tema está todavía algo alejado de la búsqueda real de la verdad, es esencial para el sentido general de la búsqueda de la verdad. Es el criterio más sencillo y básico de conducta que debe entender el hombre. Por muy alejado de la búsqueda de la verdad y de los criterios de la misma que esté este tema de enseñanza, dado que atañe a las exigencias de Dios y a los criterios de conducta que Él le ha dado al género humano, naturalmente, también atañe a los criterios de la verdad hasta cierto punto. Por tanto, la gente debe comprender estas cuestiones. Estas exigencias de Dios sobre la conducta del hombre son criterios que la gente debe obedecer y no ignorar. Entendidas estas cuestiones, la gente, al menos, no aspirará a ser un tipo de persona culta, sensata, gentil, refinada, cortés, accesible ni amable al vivir la humanidad normal y en sus métodos externos, como por ejemplo la forma en que los occidentales en concreto esperan que los hombres sean unos caballeros, que abran las puertas a las mujeres, que le coloquen la silla a una mujer cuando se va a sentar y que den prioridad a las mujeres en los lugares públicos. Una vez que la gente aprenda a discernir estas buenas conductas, al menos no las adoptará como criterio cuando se esfuerce por vivir una humanidad normal ni cuando persigan las conductas de una humanidad normal. Por el contrario, abandonará estas cosas de corazón y pensamiento, ya no estará influenciada ni atada por ellas. Esto es algo que deberíais hacer vosotros. Si todavía alguien dice: “Bueno, esa persona no es muy culta ni sensata”, ¿cuál será tu reacción? Lo mirarás y apuntarás: “Has metido la pata. Esta es la casa de Dios. ¿Qué quieres decir con ‘culta y sensata’? Esa no es la verdad ni la semejanza humana que debemos vivir”. Algunos señalan: “Nuestra líder no respeta a los mayores ni ama a los pequeños. Yo ya soy de edad avanzada y, sin embargo, no me llama ‘hermana mayor’, sino por mi nombre de pila. No debería hacer eso. ¡Mis nietos son mayores que ella! ¿No me está menospreciando? Tampoco es simpática ni buena con la gente. A juzgar por su conducta, no parece apta para ser líder”. ¿Qué te parece esta opinión? Respetar a los mayores y amar a los pequeños no es la verdad. No debes evaluar a las personas por sus conductas y manifestaciones externas, sino según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Estos son los únicos principios para evaluar a las personas. ¿Y cómo debemos evaluar a los líderes y obreros? Hay que fijarse en si hacen un trabajo práctico, en si saben guiar al pueblo escogido de Dios para que coma y beba de Sus palabras y comprenda la verdad, y en si saben aplicar la verdad para resolver problemas en la iglesia y completar algunos trabajos cruciales. Por ejemplo, ¿cómo va la obra evangelizadora? ¿Cómo es la vida de iglesia? ¿Cumple bien su deber el pueblo escogido de Dios? ¿Cómo van avanzando las distintas tareas especializadas? ¿Han sido expulsados los incrédulos, personas malvadas y anticristos? Estos son los trabajos cruciales de la iglesia. Se evalúa a los líderes y obreros principalmente observando lo bien que realizan estos trabajos. Si son eficaces en todas estas áreas, son líderes competentes. Aunque su conducta sea ligeramente deficiente, eso no es un gran problema. Fijarse nada más que en las conductas externas no es criterio para evaluar si un líder u obrero es apto. Si una persona contemplara esto desde la perspectiva del hombre, le parecería que la líder era grosera porque nunca llamaba “tía” o “abuela” a una mujer mayor. No obstante, si la evaluara según las palabras de Dios, esta líder sería satisfactoria y el pueblo escogido de Dios eligió a la persona correcta, pues es capaz de cargar con todos los aspectos del trabajo de la iglesia, es útil y beneficiosa para la entrada en la vida de cada integrante del pueblo escogido de Dios y hace bien la obra evangelizadora. Todos deben aceptar su liderazgo y cooperar con su obra. Si alguien no coopera con la obra de esta líder, le dificulta las cosas o aprovecha para criticarla solo porque ella no tiene buenas conductas externas, como la de respetar a los mayores y amar a los pequeños, esto no es beneficioso para la obra de la iglesia. Esto es actuar sin principios hacia un líder u obrero y una manifestación del trastorno y perturbación de la obra de la iglesia. La gente así no tiene razón; está haciendo el mal. Si ves que un líder u obrero no respeta a sus mayores y, en consecuencia, piensas que no es tan buena persona y no aceptas su liderazgo e incluso lo condenas, ¿qué error cometes? Este es el efecto malvado de evaluar a las personas con los criterios del hombre, según los puntos de vista de la cultura tradicional. Si todo el mundo es capaz de evaluar a las personas y elegir a los líderes y obreros según las palabras de Dios y la verdad, eso es acertado y conforme a las intenciones de Dios. La gente será capaz tanto de tratar de forma justa a los demás como de mantener la progresión normal de la obra de la iglesia. Dios estará satisfecho y el hombre, también. ¿No es así?

Desde que diseccioné las supuestas “buenas conductas” del hombre y hablé sobre las normas de las exigencias de Dios sobre la conducta del hombre, la perspectiva con que la gente contempla a una persona y sus criterios para evaluarla han cambiado. Como el campo de visión en el que la gente contempla a una persona es distinto, los resultados de las evaluaciones de la gente también son distintos. Si la gente basa sus evaluaciones en las palabras de Dios, el resultado será sin duda correcto, justo, objetivo y en interés de todos. Si la perspectiva, el método y el fundamento de las evaluaciones de las personas son las cosas que el hombre cree correctas y buenas, ¿cuál será el resultado? Tal vez alguien acabe acusando o condenando infundadamente a personas buenas, o puede que acabe desorientado por hipócritas y sea incapaz de evaluar y tratar de forma justa a una persona. Dado que el fundamento del hombre está equivocado, el resultado final será, por supuesto, incorrecto, injusto y disconforme con las intenciones de Dios. Entonces, ¿es preciso diseccionar y hablar de la esencia de las nociones de la gente sobre la buena conducta? ¿Guarda esto relación con la búsqueda de la verdad? ¡Guarda una relación muy estrecha! Aunque este tema afecta únicamente a quienes viven una humanidad normal y a los métodos y efusiones externos del hombre, cuando la gente tenga los criterios correctos que exige Dios para vivir una humanidad normal, tendrá unos fundamentos y criterios correctos y estandarizados para evaluar a los demás, para contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar. Y, en lo que respecta a esto, ¿no serán más certeros el sentido, la senda y el objetivo de su búsqueda de la verdad? (Sí, lo serán). Más certeros y estandarizados. Aunque estos temas son un tanto simples, están relacionados con las opiniones del hombre sobre las personas y cosas, así como de sus conductas y actuaciones, de la manera más práctica, real y cercana; no son huecos en absoluto.

Ya he hablado mucho sobre el tema de las cosas que el hombre considera correctas y buenas según sus nociones; me he repetido una y otra vez para que entendáis que, aunque estos temas están hasta cierto punto alejados de la verdad y no alcanzan a ser la verdad, guardan relación con las opiniones del hombre sobre las personas y cosas, así como con sus comportamientos y actos. Por tanto, no consideréis estos temas como no verdades, ni tampoco como conocimiento o teoría de ninguna clase. No son temas huecos. Las cosas que la gente tiene por correctas y buenas en sus nociones están siempre en el fondo de su corazón, controlando sus pensamientos, controlando la perspectiva y la postura desde las que contempla a las personas y las cosas y desde las cual se comporta y actúa. Por consiguiente, estas cosas deben explicarse claramente para que la gente las entienda y aprenda a discernirlas y, con ello, deje atrás las nociones del hombre sobre la buena conducta y cosas similares y nunca más las considere positivas o criterio de conducta alguno para sus ideas sobre las personas y las cosas ni para sus comportamientos y actos. Esas cosas no son en absoluto las palabras de Dios, y ni mucho menos la verdad. Lo que tenéis que hacer es corregir constantemente el punto de vista y la postura desde los que contempláis a las personas y las cosas, os comportáis y actuáis, al tiempo que examináis continuamente si cada noción y punto de vista que surge en vuestra mente es conforme a la verdad. Debéis cambiar inmediatamente vuestras nociones y perspectivas falaces, y luego ceñiros a la postura correcta, contemplar a las personas y las cosas, comportaros y actuar según las palabras de Dios, aplicando los criterios de conducta que Él exige. Esta es la práctica más básica de la búsqueda de la verdad. También es algo así como un sentido y un objetivo de búsqueda que debéis tener al esforzaros por alcanzar la salvación y vivir una humanidad normal. Como acabáis de escuchar estas palabras, puede que vuestra comprensión de ellas no sea tan profunda ni concreta, pero no os preocupéis. A medida que vuestra experiencia de las palabras de Dios se agudiza continuamente, y a medida que analicéis y discernáis constantemente las cosas que se creen correctas dentro de las nociones de la cultura tradicional, finalmente podréis abandonar las diversas afirmaciones de aquella. Nunca más evaluaréis la conducta de las personas según la cultura tradicional, sino que evaluaréis a las personas según las palabras de Dios y la verdad. Así os habréis deshecho y habréis abandonado por completo las nociones de la cultura tradicional. Si no comprendes la verdad y solo entiendes doctrinas simples y sabes que las conductas exigidas por la cultura tradicional no son válidas, puede que pienses: “Soy una persona moderna, apartada de las masas mundanas. No soy muy tradicional y siento mucha aversión por la cultura tradicional, no me gusta observar costumbres y ritos tediosos”. Sin embargo, al contemplar a las personas y las cosas, seguirás aplicando de forma muy natural tus nociones previas para contemplarlas y evaluarlas. Entonces te darás cuenta de que todas tus afirmaciones de que eras una persona moderna, nada anticuada ni muy tradicional, y capaz de aceptar la verdad, eran en realidad falsas y erróneas, y que te engañaban tus sentimientos. Será entonces cuando te darás cuenta de que los viejos pensamientos, ideas y nociones habían arraigado hondamente en tu interior mucho tiempo atrás y que no desaparecen inmediatamente cuando cambias de nociones o abandonas ciertos pensamientos. Afirmar que eres una persona de los nuevos tiempos, una persona moderna, es una mera etiqueta superficial; es solo por haber nacido en otra generación y otra era, pero todas esas cosas anticuadas y antagónicas a Dios, comunes a todo el género humano, están presentes en ti también sin excepción. Mientras seas humano, tendrás estas cosas dentro de ti. Si no lo crees, adquiere más experiencia. Llegará un día en que responderás “amén” a estas palabras Mías. Quienes no tengan entendimiento espiritual, y los altivos y egoístas, piensan: “Tengo un máster y un doctorado. He vivido muchos años en esta sociedad y he estado expuesto a la cultura y la educación de los nuevos tiempos, sobre todo a la educación occidental. ¿Cómo puedo seguir albergando esas cosas anticuadas? Las tradiciones me parecen lo peor. Lo que más detesto son esas reglas sin sentido. Cuando mi familia se reúne y habla de cosas tradicionales y reglas, no tengo ganas de escuchar”. No te apresures a negarlo. Tarde o temprano llegará un día en que dejarás atrás esas ideas que tienes. Admitirás que no podría haber un integrante de la especie humana, corrompida por Satanás, más corriente que tú. Aunque no aceptaras ni manifestaras voluntariamente las nociones anticuadas que albergas, la cultura tradicional y los ancestros de la especie humana te infectaron y condicionaron con ellas hace mucho tiempo. Estas cosas están presentes, sin excepción, en tu paisaje interior y en tus pensamientos y nociones. ¿Por qué? Porque estos aspectos de la cultura tradicional no son simples enunciados, dichos o enfoques. Son, más bien, un tipo de pensamiento y teoría. Su resultado es desorientar y corromper al hombre. Estos dichos y enfoques no provienen de la humanidad corrupta, sino de Satanás. Mientras vivas bajo el poder de Satanás, no podrás evitar ser condicionado, desorientado y corrompido por estas cosas. Ahora que has oído Mis palabras, percibirás que todas ellas son hechos y la verdad. Cuando hayas experimentado estas palabras Mías, descubrirás que, aunque no te gusten la cultura tradicional, ni las costumbres y los ritos tediosos, ni las reglas sin sentido, los fundamentos de tus opiniones sobre las personas y cosas y de tus comportamientos y actos provienen inevitablemente del hombre. Forman parte del núcleo de la cultura tradicional, son cosas inherentes a la cultura tradicional. Tus puntos de vista sobre las personas y cosas, tus comportamientos y actos no están fundamentados en las palabras de Dios, con la verdad por criterio. En ese momento lo sabrás, tendrás claro que, antes de que la gente haya alcanzado la verdad, si no la persigue ni la comprende, entonces lleva consigo el veneno de Satanás, un pedazo de Satanás y las argucias de Satanás mientras vive la humanidad normal más elemental. Todo lo que vive es negativo y desdeñado por Dios. Todo pertenece a la carne y no guarda relación alguna con las cosas positivas que Dios postula, que le agradan y que están de acuerdo con Sus intenciones. No se solapan, ni siquiera hay similitud entre ellas. Es muy importante apreciar claramente estos problemas; si no, la gente no sabrá qué significa practicar la verdad. Se aferrará para siempre a las buenas conductas que el hombre cree positivas, por lo que sus conductas y manifestaciones nunca contarán con la aprobación de Dios. Si una persona ama la verdad, será capaz de aceptarla y perseguirla. Contemplará a las personas y las cosas, se comportará y actuará en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Así podrá emprender la senda de vida que Dios le ha señalado al hombre. Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio: este principio-verdad es sumamente importante y prioritario para el hombre. Es un principio-verdad que se debe tener cuando uno persigue la salvación y se esfuerza por vivir una vida con sentido. Debes aceptarlo. No hay margen de elección en este asunto, ni excepciones para nadie. Si no persigues la verdad ni aceptas este principio-verdad, seas mayor o joven, culto o no, seas una persona de fe o una persona de poca fe, y sin importar a qué clase social pertenezcas ni de qué etnia seas, sin excepción, tú no tienes nada que ver con las normas exigidas por Dios. Lo que debes hacer es esforzarte por contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Es el único camino que debes seguir. No debes ser quisquilloso diciendo: “Aceptaré algo como verdad si encaja con mis nociones, pero, si no, me negaré a aceptarlo. Haré las cosas a mi modo, no necesito perseguir la verdad. No necesito contemplar a las personas, acontecimientos y cosas desde el punto de vista de las palabras de Dios; tengo puntos de vista propios y son bastante nobles, objetivos y positivos. No difieren tanto de las palabras de Dios, así que por supuesto que pueden reemplazar Sus palabras y la verdad. No es necesario que practique las palabras de Dios a este respecto ni que actúe de acuerdo con ellas”. Esta idea y este método de búsqueda son equivocados. Por muy buenas o acertadas que sean las ideas de una persona, siguen siendo equivocadas. En modo alguno pueden reemplazar la verdad. Si no puedes aceptar la verdad, tu búsqueda, sea la que sea, será equivocada. Por eso digo que no tienes elección en cuanto a contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Lo único que puedes hacer es actuar diligentemente de acuerdo con este enunciado, cumplirlo y experimentarlo personalmente, con lo que poco a poco lo entenderás, reconocerás tu carácter corrupto y entrarás en la realidad de esta frase. Será entonces cuando el objetivo que alcances a la larga será el que se debe alcanzar al perseguir la verdad. Si no, tu esfuerzo, todo aquello a lo que has renunciado y todos los precios que has pagado se desvanecerán, todo será en vano. ¿Comprendes?

¿Qué significa perseguir la verdad? (Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio). Exacto. Practica estas palabras de manera concienzuda, absoluta y exhaustiva. Haz de esta frase el objetivo de tu búsqueda y la realidad de tu vida, y serás una persona que persiga la verdad. No te contamines en modo alguno, no te contamines con ninguna voluntad del hombre y no te aferres a ninguna mentalidad de azar. Esa es la forma correcta de actuar, y entonces tendrás esperanza de alcanzar la verdad. ¿Y es necesario hablar de las nociones de buena conducta del hombre y diseccionarlas? (Sí, lo es). ¿Qué orientación y ayuda positivas puede brindaros esto? ¿Pueden convertirse estas palabras en fundamento y criterio de vuestra manera de contemplar a las personas y las cosas, comportaros y actuar? (Sí, pueden). En tal caso, orad-leed bien estas dos enseñanzas durante vuestras reuniones y devociones. Una vez que hayas captado a fondo estas palabras, podrás contemplar de forma precisa a las personas y las cosas, comportarte y actuar según las palabras de Dios. De ese modo tendrás un fundamento y un criterio para aquello que digas y hagas. Contemplarás de forma precisa a las personas, y la perspectiva y postura desde las que contemples las cosas también serán correctas. Ya no contemplarás a las personas y las cosas en función de tus emociones o sentimientos ni en función de la cultura tradicional o de las filosofías satánicas. Con el fundamento adecuado, tus opiniones sobre las personas y cosas darán resultados relativamente precisos. ¿No es así? (Sí). Por tanto, para vosotros no es una mera cuestión de aceptar o no estas palabras. No me reúno con vosotros a hablar sobre estos temas nada más que para pasar el tiempo o para divertirme por puro aburrimiento. Lo hago porque estos problemas son comunes a toda persona, además de problemas que la gente debe comprender en su senda de perseguir la verdad y alcanzar la salvación. Sin embargo, la gente todavía no tiene claras estas cuestiones. A menudo se queda atrapada y enredada en ellas. Estos problemas le estorban y molestan. Por supuesto, la gente tampoco comprende la senda para alcanzar la salvación. Sea desde una perspectiva pasiva o activa, positiva o negativa, la gente debe asegurarse de tener claros estos problemas y comprenderlos. Así, cuando te encuentres problemas como este en la vida real y te enfrentes a una decisión, podrás buscar la verdad, la perspectiva y la postura desde las que contemples el problema serán correctas y sabrás obedecer los principios. De este modo, tus decisiones y elecciones tendrán un fundamento y serán conformes a las palabras de Dios. Nunca más te dejarás desorientar por las filosofías y falacias satánicas; nunca más te molestarán los venenos de Satanás y sus absurdas afirmaciones. Entonces, al contemplar a las personas y las cosas, que es el nivel más básico, serás capaz de ser objetivo y justo en tu forma de contemplar una cosa o a una persona; no te influirán ni te controlarán ni tus sentimientos ni las filosofías satánicas. Por consiguiente, aunque reconocer y discernir las conductas que la gente considera buenas según sus nociones no es una cuestión importante en el proceso de perseguir la verdad, está estrechamente ligada a la vida diaria de las personas. En otras palabras, la gente se suele encontrar estas cosas en su vida diaria. Por ejemplo, supongamos que ocurre algo y quieres actuar de una manera, pero otra persona plantea un punto de vista distinto y tú no te sientes cómodo con la forma en que esa persona suele comportarse. ¿Cómo deberías tomarte su punto de vista? ¿Cómo deberías abordar este asunto? Sería un error que lo ignoraras. Como albergas una opinión o evaluación concreta de esa persona o una conclusión sobre ella, esas cosas influirán en tu pensamiento y tu juicio, y es probable que también en tu veredicto sobre este asunto. Por eso debes abordar su punto de vista dispar con calma, discerniéndolo y contemplándolo con claridad de acuerdo con la verdad. Si lo que dice es conforme a los principios-verdad, debes admitirlo. Si no tienes claro el asunto, cuando vuelvas a encontrarte con una situación o una persona así, siempre te sentirás confuso, desprevenido, agitado y aturdido. Algunas personas pueden llegar a adoptar medidas extremas para abordar la situación y lidiar con ella, con unos resultados finales seguramente indeseados. Si aplicas la vara de medir exigida por Dios para contemplar a una persona, es probable que el resultado final sea bueno y positivo: no habrá conflictos entre vosotros dos y os llevaréis bien. Ahora bien, si aplicas la lógica de Satanás y los criterios de las nociones de buena conducta del hombre para contemplar a esa persona, es probable que los dos terminéis peleando y discutiendo. En consecuencia, no podréis llevaros bien, y de ello se derivarán muchas cosas: puede que os desautoricéis, ninguneéis y juzguéis mutuamente y, en casos graves, puede que hasta lleguéis a las manos, y, al final, ambas partes saldréis perjudicadas y perdiendo. Nadie quiere eso. Por eso las cosas que Satanás inculca a la gente nunca le sirven a esta para contemplar a una persona o una cosa de forma objetiva, justa o razonable. En cambio, cuando la gente contempla y evalúa una cosa o a una persona según los criterios de conducta que exige Dios, de los cuales ha informado al hombre, y según las palabras de Dios y la verdad, el resultado final será sin duda objetivo, pues no está contaminado por la impetuosidad ni por las emociones y los sentimientos del hombre. De esto solo pueden salir cosas buenas. A la luz de esto, ¿qué ha de aceptar la gente: las nociones del hombre sobre las cosas buenas, o los criterios de conducta que exige Dios? (Los criterios de conducta que exige Dios). Todos conocéis la respuesta a esa pregunta y podéis responderla correctamente. Bien, vamos a dejar aquí nuestra enseñanza sobre este tema. Lo que tenéis que hacer a continuación es seguir meditando y hablando sobre estas cosas, organizar estas cuestiones de forma sistemática, pensar varios principios y sendas de práctica y, después, vivirlos y experimentarlos continuamente en la vida diaria y entrar en la realidad de estas palabras. Naturalmente, la entrada en la realidad de estas palabras es la primera realidad-verdad que la gente persigue y en la cual entra. Así, en el transcurso de su experiencia, la gente alcanza poco a poco diversos grados de comprensión y conocimiento de cada faceta del contenido de esta enseñanza y, progresivamente, logra avances desde distintas perspectivas. Cuanto más logres, más profundos serán tu conocimiento empírico y tu entrada en estas palabras. Cuanto más profundices en ellas y las experimentes, más profundos serán tu entrada y conocimiento vivencial de tus ideas sobre las personas y las cosas, y de tus comportamientos y actos. Por el contrario, si no entras para nada en estas palabras y únicamente observas y entiendes su sentido literal y te quedas ahí, viviendo como siempre, sin buscar la verdad cuando surgen problemas y sin contrastarlos con las palabras de Dios ni resolverlos según estas, nunca podrás entrar en la realidad de las palabras de Dios. ¿Qué significa que nunca podrás entrar en la realidad-verdad? Que no eres alguien que ame la verdad y nunca la practicarás, porque nunca contemplarás a las personas y las cosas, ni te comportarás y actuarás según las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Dices: “Sigo viviendo bien, aunque no me fundamente en las palabras de Dios ni en la verdad como criterio”. ¿Qué quieres decir con “vivir bien”? ¿Que las cosas van bien mientras no estés muerto? El objetivo de tu búsqueda no es alcanzar la salvación, y no aceptas ni comprendes la verdad, pero afirmas vivir bien. Si es así, tu calidad de vida es muy mediocre, y la calidad de la humanidad que vives, muy baja. Parafraseando un dicho coloquial, tienes más de demonio que de persona, porque no comes ni bebes de las palabras de Dios, no comprendes la verdad y sigues viviendo con un carácter satánico y según las filosofías satánicas: no eres sino una criatura no humana revestida de piel humana. ¿Qué calidad o valor tiene la vida de una persona como esa? Eso no te beneficia ni a ti ni a nadie. La calidad de esta clase de vida es tan pobre que no tiene valor.

¿Sabéis por qué estoy enseñando y diseccionando hoy estas nociones y esta cultura tradicionales? ¿Es porque no me gustan? (No, no es por eso). Entonces, ¿qué trascendencia tiene hablar sobre estos temas? ¿Cuál es el objetivo último de esto? (Que nos ayuda a examinar qué conductas y manifestaciones continuamos albergando que están dictadas por la cultura tradicional y viven según las filosofías satánicas. Una vez que comprendamos la verdad y adquiramos discernimiento, podremos vivir una humanidad normal según las exigencias y los criterios que Dios nos ha dado y recorrer la senda de perseguir la verdad). Correcto, pero un poco largo. ¿Cuál es la respuesta más sencilla y directa? Que hay un único objetivo último al hablar sobre estos temas: que la gente comprenda lo que es la verdad y lo que es practicar la verdad. En cuanto la gente tenga claras estas dos cosas, discernirá las buenas conductas que promueve la cultura tradicional. Dejará de considerar esas buenas conductas como normas para practicar la verdad o para vivir la semejanza humana. Solo si comprende la verdad podrá despojarse de los grilletes de la cultura tradicional, así como de sus interpretaciones e ideas equivocadas sobre la práctica de la verdad y sobre las buenas conductas que debe tener. Es el único modo de que la gente pueda practicar y perseguir correctamente la verdad. Si la gente no sabe lo que es la verdad y considera que la cultura tradicional es la verdad, entonces el sentido, los objetivos y la senda de su búsqueda serán incorrectos. Se habrá apartado de las palabras de Dios, habrá contravenido la verdad y se habrá descarriado del camino verdadero. Por ende, seguirá su propia senda y se descarriará. Si las personas que no comprenden la verdad son incapaces de buscarla y practicarla, ¿cuál será el resultado final? Que no alcanzarán la verdad. Y si no alcanzan la verdad, por mucho que crean, no servirá de nada. Por consiguiente, la enseñanza de hoy y la disección de dichas nociones tradicionales y afirmaciones de la cultura tradicional es un tema muy importante y sumamente significativo para todos los creyentes. Vosotros creéis en Dios, pero ¿comprendéis realmente lo que es la verdad? ¿Sabéis realmente cómo perseguir la verdad? ¿Estáis seguros de vuestros objetivos? ¿Estáis seguros de vuestra senda? Si no estás seguro de nada, ¿cómo puedes perseguir la verdad? ¿Acaso persigues lo que no es? ¿Te estás descarriando de la senda? Es altamente probable. Por eso, aunque las palabras sobre las que estoy hablando hoy parecen muy simples a primera vista, palabras que la gente entiende inmediatamente en cuanto las oye y, desde vuestra perspectiva, ni siquiera parecen reseñables, este tema y este contenido guardan relación directa con la verdad y atañen a las exigencias de Dios. Esto es lo que la mayoría no sabéis. Aunque, en cuanto a doctrina, comprendéis que la cultura tradicional y las ciencias sociales humanas no son la verdad, y que las costumbres y prácticas étnicas ciertamente tampoco lo son, ¿tenéis clara la esencia de estas cosas en realidad? ¿De veras os habéis despojado de los grilletes de estas cosas? No necesariamente. La casa de Dios nunca ha exigido que la gente se esfuerce en estudiar la cultura, las costumbres y las prácticas étnicas, y desde luego no ha obligado a la gente a aceptar nada de la cultura tradicional. La casa de Dios nunca ha mencionado estas cosas. Sin embargo, el tema sobre el que estoy hablando hoy es muy importante. Es preciso que Yo lo diga claramente para que lo entendáis. El objetivo de que Yo diga estas cosas no es otro que hacer que la gente comprenda la verdad y las intenciones de Dios, pero ¿podéis entender todos vosotros lo que estoy diciendo? Si os esforzáis un poco, pagáis un pequeño precio e invertís algo de energía en ello, al final podréis lograr avances en este campo y conseguiréis comprender estas verdades. Y, al llegar a comprender estas verdades para luego aspirar a entrar en la realidad-verdad, os resultará sencillo obtener resultados.

Un aspecto de las cosas que el hombre considera correctas y buenas según sus nociones, sobre el cual hemos hablado antes, era la buena conducta del hombre. ¿Cuál era el otro aspecto? (La moralidad y la calidad de la humanidad del hombre). En pocas palabras, la conducta moral del hombre. Aunque todos los seres humanos corruptos viven de acuerdo con su carácter satánico, se les da excepcionalmente bien disimular. Aparte de los dichos referidos específicamente a los métodos y conductas superficiales, también han creado muchos dichos y exigencias relativos a la conducta moral del hombre. ¿Qué dichos sobre la conducta moral se han divulgado entre la gente? Enumerad aquellos que conozcáis y con los que estéis familiarizados, y luego elegiremos algunos de los habituales para diseccionarlos y hablar de ellos. (No te quedes el dinero que te encuentres. Disfruta ayudando a otros). (De bien nacidos es ser agradecidos). (Sacrifica tus intereses por los demás). (Devuelve el bien por mal). (La mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral). (Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás). Sí, todos esos son buenos ejemplos. También tenemos: “Al beber agua de un pozo, nunca hay que olvidar quién lo cavó”, “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” y “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Todos ellos son exigencias postuladas en relación con la conducta moral del hombre. ¿Alguno más? (La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial). Esta es otra exigencia postulada por la cultura tradicional del género humano en relación con la conducta moral del hombre, además de un criterio de evaluación para la conducta moral de las personas. ¿Qué más? (Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás). Este es un poco más sencillo; también cuenta. Otros: “Daría la vida por un amigo”, “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza” y “Muere con las botas puestas”. ¿Estos no son otros ejemplos? (Sí, lo son). Igual que “Los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse”. ¡Mirad qué expectativas más elevadas en cuanto a la conducta y el comportamiento del hombre! Quieren que la gente se consuma toda su vida como una vela y se convierta en cenizas. Únicamente se considera que una persona tiene una gran integridad moral cuando se comporta de esta manera. ¿No es esta una expectativa elevada? (Sí). La gente lleva milenios influenciada y limitada por estos aspectos de la cultura tradicional, ¿y con qué resultado? ¿Vive la semejanza humana? ¿Tiene una vida con sentido? La gente vive para estas cosas que exige la cultura tradicional sacrificando su juventud o incluso la vida entera por ellas, mientras cree que su vida es muy enorgullecedora y gloriosa. Al final, cuando muere, no sabe para qué murió, ni si su muerte tuvo valor y sentido, ni si cumplió con las exigencias de su Creador. La gente ignora por completo estas cosas. ¿Qué más dichos y exigencias tiene la cultura tradicional en relación con la conducta moral de las personas? “Todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” y “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado” encajan a la perfección. También está “La palabra de un caballero es sagrada”, exigencia que atañe a la fiabilidad de una persona. ¿Alguna más? (“Emerger impoluto del fango, bañarse en aguas cristalinas sin hacer ostentación”). Esta frase coincide un poco con este tema. Creo que ya hemos enumerado suficientes ejemplos. Entre los dichos que acabamos de presentar se incluyen exigencias planteadas en relación con el compromiso, el patriotismo, la fiabilidad y la castidad del hombre, así como principios para relacionarse con los demás, sobre cómo debe tratar la gente a alguien que le haya prestado ayuda, cómo ser agradecidos, etc. Algunos de estos dichos son más simples, mientras que otros son un poco más profundos. Los más simples son “Disfruta ayudando a otros”, “No te quedes el dinero que te encuentres” y “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”. Son exigencias que atañen a la conducta del hombre. “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” es una exigencia relativa a la integridad moral y la castidad de la gente. Estos dichos se engloban, grosso modo, en el ámbito de los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional china. ¿Cuántos dichos acabamos de enumerar? (Veintiuno). Leédmelos. (“No te quedes el dinero que te encuentres”, “Disfruta ayudando a otros”, “Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás”, “Devuelve el bien por mal”, “De bien nacidos es ser agradecidos”, “Sacrifica tus intereses por los demás”, “La mujer debe ser virtuosa, amable, dulce y moral”, “Al beber agua de un pozo, nunca hay que olvidar quién lo cavó”, “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”, “La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, “Daría la vida por un amigo”, “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, “Que nunca te corrompa la riqueza, te cambie la pobreza ni te doblegue ninguna fuerza”, “Muere con las botas puestas”, “Los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse”, “Todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”, “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”, “La palabra de un caballero es sagrada” y “Emerger impoluto del fango, bañarse en aguas cristalinas sin hacer ostentación”). Hoy haremos un estudio preliminar de todas las cualidades “buenas” que la humanidad ha compendiado en relación con la conducta moral. Las diversas afirmaciones de la cultura tradicional sobre la conducta moral plantean al hombre distintas exigencias de humanidad y conducta moral. Algunas exigen que la gente sea agradecida, y otras, que ayude a los demás con gozo; unas son procedimientos para lidiar con personas que a uno le caen mal, mientras que otras son procedimientos para lidiar con los defectos y carencias de otras personas o con gente que tiene problemas. En dichas áreas, ponen límites a las personas y plantean exigencias y normas. Todas ellas son exigencias y normas de la cultura tradicional en relación con la conducta moral del hombre y son cosas que se divulgan entre la gente. Cualquiera que haya crecido en China habrá oído estos dichos con frecuencia y se los sabrá de memoria. Todas estas afirmaciones sobre la conducta moral de la cultura tradicional se engloban, grosso modo, dentro de la benevolencia, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fiabilidad. Por supuesto, hay dichos que quedan fuera de este ámbito, pero los más importantes entran más o menos dentro de él. Esto hay que tenerlo claro.

Hoy no hablaremos de manera concreta sobre lo que significa un enunciado específico sobre la conducta moral ni diseccionaremos de manera concreta cuál es la esencia de un dicho específico. Primero os pediré un pequeño estudio preliminar. Mirad qué diferencias hay entre las afirmaciones sobre la conducta moral de la cultura tradicional y las normas de Dios para que el hombre viva una humanidad normal. ¿Qué dichos de la cultura tradicional entran en claro conflicto con las palabras de Dios y la verdad? Si se interpretan literalmente, ¿qué dichos se asemejan a las palabras de Dios y a la verdad o guardan cierta relación con ellas? ¿Cuáles de estos dichos te parecen positivos y cuáles cumpliste estrictamente en alguna ocasión una vez que empezaste a creer en Dios, practicándolos y acatándolos como si fueran tu criterio de búsqueda de la verdad? Por ejemplo, “Sacrifica tus intereses por los demás”. ¿Conocéis todos este dicho? Tras comenzar a creer en Dios, ¿no creísteis que debíais ser esta clase de buena persona? Y cuando sacrificabais vuestros intereses por los demás, ¿no creíais tener una humanidad bastante buena y que, sin duda, agradaríais a Dios? O, tal vez, antes de creer en Dios, tú creías que las personas que tienen la cualidad de “devolver el bien por mal” eran buenas; tú simplemente no estabas dispuesto a ello, eras incapaz de hacerlo y de cumplirlo, pero, desde que empezaste a creer en Dios, cumpliste esa norma y fuiste capaz de practicar lo de “perdonar y olvidar” a aquellas personas que te habían hecho daño en el pasado o a aquellas otras por las que antes sentías resentimiento u odio. Es posible que pienses que este dicho sobre la conducta moral concuerda con la frase del Señor Jesús de perdonar setenta veces siete y que, por tanto, estés muy dispuesto a contenerte de acuerdo con él. Puede que hasta lo practiques y obedezcas como si fuera la verdad y pienses que las personas que practican lo de devolver el bien por mal son personas que practican la verdad y siguen el camino de Dios. ¿Tenéis pensamientos o manifestaciones de este tipo? ¿Qué dicho os sigue pareciendo similar a la verdad y a las palabras de Dios en su esencia, hasta el punto de que podría llegar a reemplazar la verdad, que no sería excesivo decir que es la verdad? Naturalmente, debería ser fácil discernir el dicho “Todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país”. La mayoría ve que este dicho no es la verdad y que no es más que un eslogan desorientador y altisonante. “Todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” es algo que se les dice a los no creyentes sin fe en Dios; una exigencia del gobierno de un país hacia su pueblo para enseñarle a amar a su país. Este dicho es incoherente con la verdad y no se fundamenta para nada en las palabras de Dios. Se puede decir que este dicho fundamentalmente no es la verdad, y que no puede reemplazarla. Es un punto de vista que proviene íntegramente de Satanás y se origina en él, y sirve a la clase dirigente. No tiene absolutamente nada que ver con las palabras de Dios ni con la verdad. Por eso el dicho “Todas las personas tienen parte de responsabilidad en el destino de su país” no es en absoluto la verdad ni algo que deba defender una persona con una humanidad normal. ¿Y qué clase de personas son capaces de confundir este dicho con la verdad? Las que siempre están ideando formas de adquirir reputación, estatus y beneficio personal y las que quieren ser funcionarias. Practican este dicho como si fuera la verdad para ganarse el favor de las clases dirigentes y alcanzar sus propios objetivos. Hay dichos que no son fáciles de discernir para la gente. Aunque la gente sabe que estos dichos no son la verdad, en el fondo le siguen pareciendo correctos y conformes a la doctrina. Quieren vivir de acuerdo con estos dichos y comportarse de esa forma para elevar el nivel de su moralidad, aumentar su carisma personal y, al mismo tiempo, hacer que los demás piensen que tienen humanidad y que no son seres no humanos. ¿Qué dichos os costó discernir a vosotros? (Creo que me costó mucho discernir “De bien nacidos es ser agradecidos”. Lo consideraba algo positivo y creía que quienes eran agradecidos eran personas con conciencia. Otro es “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Significa que, ya que uno ha aceptado una tarea de parte de otra persona, debe hacer todo lo posible por hacerla bien. Me parecía algo positivo que debía hacer toda persona con conciencia y razón). ¿Quién más? (También está “La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”. Yo pensaba que una persona capaz de hacer esto era alguien de relativa humanidad y moralidad). ¿Algo más? (“La palabra de un caballero es sagrada”. Creía que si alguien hacía lo que decía y era digno de confianza, esa era una buena conducta moral). Antes pensabas que esa era una buena conducta moral. ¿Cómo lo ves ahora? (Tenemos que ver cuál es la naturaleza de esa “palabra”: ¿está bien o mal? ¿Es positiva o negativa? Si alguien les dice a las personas malvadas y anticristos “yo te protegeré. La palabra de un caballero es sagrada”, y luego, cuando la casa de Dios investiga y examina la situación, esta persona protege a esas personas malvadas y anticristos, entonces está haciendo el mal y resistiéndose a Dios). Este discernimiento es correcto. Debes fijarte en la naturaleza de esta “palabra”, si es positiva o negativa. Si alguien hace algo malo o malvado mientras pone en práctica que “La palabra de un caballero es sagrada”, las huellas de su maldad son como una alocada carrera de caballos veloces: está corriendo directamente hacia el infierno y va a caer en el abismo sin fondo. Sin embargo, si su “palabra” es conforme a la verdad, tiene sentido de la rectitud, protege el trabajo de la casa de Dios y le agrada a Él, es correcto poner en práctica que “La palabra de un caballero es sagrada”. Estos ejemplos evidencian que debes discernir las palabras de la cultura tradicional. Debes discernir situaciones y contextos diversos y no puedes emplear estas palabras indiscriminadamente. Hay palabras que, obviamente, no se corresponden con la realidad y están a todas luces equivocadas. Hay que tener especial cuidado al lidiar con ellas. Hay que abordarlas como herejías y falacias. Hay palabras que solo son correctas en determinados contextos y ámbitos. En otro contexto o entorno, las palabras ya no se sostienen; están equivocadas y hacen daño a la gente. Si no sabes discernirlas, es probable que te envenenen y te hagan daño. Estén bien o mal las palabras de la cultura tradicional, se sostengan o no a ojos del hombre, ninguna es la verdad ni es conforme a las palabras de Dios. Esto es innegable. Las cosas que el hombre considera correctas no son necesariamente aquellas que Dios considera correctas. Las palabras que el hombre considera buenas no benefician necesariamente a las personas cuando se ponen en práctica. En cualquier caso, las practique la gente o no, le sirvan o no, las cosas que no son conformes a la verdad, que no son la verdad, son perjudiciales para el hombre y no deben admitirse ni aplicarse. Hay muchas personas que no saben discernir estas cosas. Consideran que las cosas que el hombre ve correctas o que el género humano corrupto comúnmente acepta como correctas son la verdad, las obedecen y las practican como si fueran la verdad. ¿Es adecuado esto? ¿Es posible recibir la aprobación de Dios practicando falsas verdades y seudoverdades? Todo aquello que el género humano acepte comúnmente como correcto y la verdad es falso, un simulacro, y hay que rechazarlo para siempre. Ahora bien, las cosas que creéis correctas y positivas, ¿son realmente la verdad? Durante milenios, nadie ha negado jamás estas palabras; todo el mundo las cree correctas y positivas, pero, en realidad, ¿pueden llegar a ser la verdad? (No, no pueden). Si estas palabras no pueden llegar a ser la verdad, entonces, ¿son la propia verdad? (No, no lo son). No son la verdad. Si la gente considera estas palabras como la verdad y las mezcla con las palabras de Dios y las practica juntas, ¿pueden llegar esas palabras y esos dichos al nivel de la verdad? En absoluto. Sin importar cómo la gente busque o se aferre a estas cosas, Dios nunca le dará Su aprobación porque Dios es santo. En modo alguno permite que los seres humanos corruptos mezclen cosas satánicas con la verdad o con Sus palabras. Todas las cosas que surgen de los pensamientos y puntos de vista del hombre provienen de Satanás; por muy buenas que sean, siguen sin ser la verdad y no se pueden convertir en la vida de una persona.

Los dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional provienen de Satanás. Han surgido entre los seres humanos corruptos y únicamente son adecuados para los no creyentes y los que no aman la verdad. Las personas que creen en Dios y persiguen la verdad deberían, antes de nada, ser capaces de discernir estas cosas y rechazarlas, ya que estos dichos tendrán efectos negativos en las personas, las desorientarán y las harán tomar la senda equivocada. Como muestra de ello, entre los ejemplos que acabamos de poner está el dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”. Hablemos en primer lugar de que “Un individuo leal no puede servir a dos señores”. Si dicho señor es una figura sabia, capaz y positiva, que lo apoyes, sigas y defiendas demuestra que tienes humanidad, moralidad y una personalidad noble. No obstante, si el señor es despótico, fatuo y un diablo, y aun así lo sigues, lo defiendes y no te vuelves contra él, ¿qué clase de lealtad tienes? Una lealtad ciega y necia. En tal caso, tu lealtad está equivocada y se ha convertido en algo negativo. Con esta clase de diablo y señor demoníaco, ya no debes obedecer más el dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores”. Debes abandonar, rechazar y distanciarte de este señor; abandonar la oscuridad y elegir la luz. Si, pese a ello, optas por mantenerte leal a este señor demoníaco, eres su lacayo y cómplice. Así pues, en determinadas circunstancias y contextos no están presentes la idea ni el significado y valores positivos que ensalza este dicho. Esto evidencia que, aunque este dicho parezca muy recto y positivo, su aplicación se limita a circunstancias y contextos concretos, no a todos ellos. Si la gente obedece este dicho de manera ciega y necia, lo único que conseguirá será extraviarse de su camino y caer en la senda equivocada. Las consecuencias de esto son inimaginables. La siguiente parte de esta frase es “una buena mujer no puede tener dos maridos”. ¿A qué se refiere eso de “buena mujer”? A una mujer pura, fiel a un único marido. Debe serle fiel hasta el final y no cambiar nunca de mentalidad, tanto si él es buena persona como si no. Aunque muera su esposo, debe quedarse viuda hasta el final de sus días. Esa es una esposa supuestamente pura y fiel. La cultura tradicional exige que todas las mujeres sean esposas puras y fieles. ¿Era esa una forma justa de tratar a las mujeres? ¿Por qué los hombres podían tener más de una esposa, pero las mujeres no podían volver a casarse, aunque sus maridos murieran? Hombres y mujeres no tenían una condición de igualdad. Si una mujer se veía constreñida por las palabras “una buena mujer no puede tener dos maridos” y optaba por ser una esposa pura y fiel, ¿qué podía ganar? Como mucho, se erigiría un monumento conmemorativo de su pureza tras su muerte. ¿Es esto significativo? ¿Estáis de acuerdo en que las mujeres tenían un duro destino en la vida? ¿Por qué no tenían derecho a volver a casarse después de morir sus maridos? Esta es la visión que ensalza la cultura tradicional y una noción a la que siempre se ha aferrado el género humano. Si el marido de una mujer moría dejando varios hijos y ella no podía hacerse cargo de ellos, ¿qué podía hacer? Tenía que mendigar comida. Si no quería que sus hijos sufrieran y quería hallar el modo de sobrevivir, tenía que volver a casarse y vivir con su nombre mancillado, con la condena de la opinión pública y con el rechazo y desprecio de la sociedad y de las masas. Tenía que humillarse y aguantar los insultos de la sociedad para que sus hijos pudieran tener una crianza normal. Desde esta perspectiva, aunque no cumpliera la norma de que “una buena mujer no puede tener dos maridos”, ¿no eran dignos de respeto sus conductas, métodos y sacrificios? Al menos, cuando sus hijos se hicieran mayores y comprendieran el amor que su madre les profesaba, la respetarían y desde luego no la despreciarían ni rechazarían por su conducta. Al contrario, estarían agradecidos y pensarían que una madre como la suya era excepcional. Sin embargo, la opinión pública no estaría de acuerdo con ellos. Desde la perspectiva de la opinión de la sociedad —la misma perspectiva de “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, por la que aboga el hombre—, se mire como se mire, esta madre no era buena persona porque contravenía esta noción tradicional de la moralidad. En consecuencia, la calificarían de persona con una conducta moral problemática. ¿Y por qué los pensamientos y puntos de vista de sus hijos hacia ella difieren de la visión que la cultura tradicional tiene de ella? Porque sus hijos contemplaban este asunto desde la perspectiva de la supervivencia. Si esta mujer no se hubiera vuelto a casar, sus hijos y ella no tendrían medios para sobrevivir. Si se hubiera aferrado a esta noción tradicional, le habría sido imposible vivir, se habría muerto de hambre. Decidió volver a casarse para salvar la vida de sus hijos y la suya propia. A la luz de este contexto, ¿no es un completo error su condena por parte de la cultura tradicional y la opinión pública? ¡No les importa nada si la gente vive o muere! Entonces, ¿qué sentido y valor tiene aferrarse a esta noción tradicional de la moralidad? Puede decirse que no tiene ningún valor. Es algo que hace daño y perjudica a las personas. Como víctimas de esta noción, esta mujer y sus hijos vivieron esta realidad en primera persona, pero nadie les prestó atención ni se compadeció de ellos. No pudieron hacer otra cosa que tragarse su dolor. ¿Qué opináis? ¿Es justa esta sociedad? ¿Por qué este tipo de sociedad y país es tan malvado y oscuro? Porque la cultura tradicional que Satanás ha implantado en el hombre sigue controlando el pensamiento del pueblo y dominando la opinión pública. Hasta el día de hoy, nadie ha tenido clara esta cuestión. Los no creyentes continúan aferrándose a las nociones y opiniones de la cultura tradicional y piensan que son correctas. De momento no las han abandonado.

Ahora, al contemplar el dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”, podéis ver que, sea cual sea la perspectiva desde la que lo veamos, no es algo positivo, sino una mera noción y figuración del hombre. ¿Por qué digo que no es algo positivo? (Porque no es la verdad, sino una noción y figuración del hombre). De hecho, muy pocas personas son capaces de hacer lo que pide esta frase. Es una mera teoría hueca, una noción y figuración del hombre, pero, por haberse arraigado en el corazón de la gente, llegó a formar parte de la opinión pública y muchos juzgaban esta clase de asuntos de acuerdo con ella. ¿Y cuál es la esencia de la perspectiva y la postura por las que la opinión pública juzgaba esta clase de asuntos? ¿Por qué la opinión pública juzgaba tan duramente a una mujer que se volvía a casar? ¿Por qué criticaba la gente a este tipo de persona, la rechazaba y la despreciaba? ¿Cuál era el motivo? No lo entendéis, ¿verdad? No tenéis claros los hechos, solo sabéis que no es la verdad y que no es conforme a las palabras de Dios. Bueno, Yo os lo contaré y, cuando haya terminado, tendréis claro este tipo de cosas. Es porque la opinión pública juzgaba a esta mujer en función de una sola cosa y una actuación —volver a casarse— y reducía la definición de la calidad de su humanidad a esa única cosa, en vez de fijarse en la auténtica calidad de su humanidad. ¿No es injusto e injustificado? La opinión pública no se fijaba en cómo era normalmente la humanidad de la mujer: si era una persona malvada o amable, si amaba las cosas positivas, si había hecho daño o perjudicado a otras personas o si era casquivana antes de volver a casarse. ¿Evaluaban la sociedad y la opinión pública a esta mujer de forma exhaustiva en función de estas cosas? (No). ¿Y en qué basaba su evaluación la gente de la época? En que “una buena mujer no puede tener dos maridos”. Todo el mundo pensaba: “Las mujeres solamente deben casarse una vez. Aunque tu marido muera, debes quedarte viuda el resto de tu vida. Al fin y al cabo, eres mujer. Si permaneces fiel a la memoria de tu marido y no te vuelves a casar, erigiremos un monumento conmemorativo de tu pureza; ¡podemos erigir incluso diez! A nadie le importa cuánto sufras ni lo difícil que te resulte criar a tus hijos. A nadie le importa que tengas que mendigar comida en la calle. Debes obedecer igualmente el dicho ‘una buena mujer no puede tener dos maridos’. Es el único modo de que seas una buena mujer y tengas humanidad y moral. Si vuelves a casarte, serás una mala mujer y una ramera”. Lo que esto implica es que una mujer solo puede ser una persona buena, pura y fiel, con moralidad y nobleza, si no se vuelve a casar. Dentro de los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional, el dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” se convirtió en el fundamento por el que evaluar a las personas. La gente consideraba este dicho la verdad y lo aplicaba como norma para evaluar a los demás. Esa es la esencia de este asunto. Como alguien tuviera una conducta que no se ajustara a las exigencias y normas postuladas por la cultura tradicional, se le calificaba de persona de baja calidad humana y de conducta moral pobre, de persona con una humanidad escasa y horrenda. ¿Tiene eso algo de justo? (No). Entonces, para ser una buena mujer, ¿cuáles deben ser las circunstancias y qué precio se ha de pagar? Si quieres ser una buena mujer, debes ser fiel a un único marido y, si este muere, debes mantenerte viuda. Tus hijos y tú tendréis que ir por la calle mendigando y soportar las burlas, los golpes, los gritos, el acoso y los insultos de los demás. ¿Es esa una forma apropiada de tratar a las mujeres? (No, no lo es). No obstante, eso es lo que hacen los seres humanos: prefieren verte mendigando por las calles, sin un techo bajo el que vivir, sin saber de dónde sacarías tu próxima comida, y nadie se preocupa, se compadece ni te presta atención. Sin importar cuántos hijos tengas ni lo dura que sea tu vida, aunque tus hijos se mueran de hambre, a nadie le importa. Sin embargo, si te vuelves a casar, no eres buena mujer. Te bombardearán con palabras de desprecio y asco y recibirás no pocas palabras de vilipendio y condena. Te dirán de todo, y tus hijos y un reducido número de familiares y amigos serán los únicos que te dediquen palabras de compasión y apoyo. ¿Cómo se ha llegado a esto? Esto está directamente relacionado con la educación y el condicionamiento de la cultura tradicional. Es el resultado del dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” que defiende la cultura tradicional. ¿Qué evidencian estas cosas? ¿Qué esconde el dicho “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos”? La falsedad, hipocresía y crueldad del hombre. Puede que una mujer no tenga nada de comer, que no pueda sobrevivir y esté a punto de morirse de inanición, y nadie se compadecerá de ella; por el contrario, todo el mundo le exigirá que preserve la pureza. La gente prefiere verla morirse de hambre y erigir un monumento en su honor antes que permitirle que opte por sobrevivir. Por un lado, este asunto delata la obstinación del género humano. Por otro, su falsedad y crueldad. Los seres humanos no brindan compasión, comprensión ni ayuda a los grupos vulnerables ni a quienes son dignos de compasión. Por si fuera poco, la humanidad echa sal en la herida con la ridícula teoría y precepto de que “una buena mujer no puede tener dos maridos” para condenar a la gente y abocarla a la muerte. No es justo para nadie. No solo va en contra de las palabras de Dios y de las exigencias del Creador al género humano, sino que, al mismo tiempo, contradice los criterios de conciencia y razón del hombre. ¿Es justa, entonces, la perspectiva desde la que los hijos de la mujer contemplaban esta cuestión? ¿No se beneficiaron palpablemente del segundo matrimonio de su madre y del precio que pagó ella? En cuanto al acto en sí, los hijos respetaban y apoyaban a su madre, pero ¿de dónde salió dicho apoyo? Sencillamente, de que su madre decidió volver a casarse para que sobrevivieran, con lo que pudieron seguir viviendo y salvaron la vida. Eso es todo. Si su madre no lo hubiera hecho para salvarles la vida, ellos no verían con buenos ojos ni apoyarían su decisión de volver a casarse. Por tanto, como hijos, su opinión sobre que su madre volviese a casarse no era realmente justa. En cualquier caso, ya fuera desde la perspectiva de la opinión pública o desde la de sus hijos, la forma en que la gente trató a esta madre y los criterios con que la evaluó no estaban fundamentados en la auténtica naturaleza de su humanidad. Ese era el error que cometían los seres humanos en su trato hacia una mujer que se volviera a casar. Esto evidencia que el dicho postulado por la cultura tradicional de que “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” no proviene de Dios, sino de Satanás, y que no guarda relación alguna con la verdad. Las perspectivas desde las que la gente contempla todas las cosas y su manera de considerar la moralidad o inmoralidad de cualquier persona no se fundamentan en la verdad ni en las palabras de Dios, sino en las ideas de la cultura tradicional y en las exigencias que le plantean al hombre los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional. ¿Qué son la benevolencia, la rectitud, el decoro, la sabiduría y la fiabilidad? ¿De dónde provienen estos conceptos? A primera vista parecen provenir de los sabios de la Antigüedad y de personajes famosos, pero en realidad provienen de Satanás. Son dichos diversos postulados por Satanás para controlar y limitar la conducta de la gente y para establecer un punto de referencia, un modelo y un ejemplo de conducta moral de las personas. A decir verdad, todos estos sabios de la Antigüedad y personajes famosos tenían una naturaleza satánica y rendían servicio a Satanás. Eran diablos que desorientaban a la gente. Por eso se puede afirmar con total objetividad que dichos conceptos vinieron de Satanás.

Cuando la gente evalúa la calidad moral de los demás y si su humanidad es buena o mala, lo hace basándose exclusivamente en un dicho famoso de la cultura tradicional; llega a un veredicto y a una conclusión sobre la calidad de la humanidad de otras personas basándose simplemente en cómo abordan un único asunto. Esto, obviamente, está mal y es incorrecto. Entonces, ¿cómo puede evaluar una persona si la humanidad de alguien es buena o mala de forma precisa, objetiva y justa? ¿Cuáles son los principios y criterios para evaluarla? Para ser exactos, los principios y criterios de dicha evaluación deben ser la verdad. Solo las palabras del Creador son la verdad y solo ellas tienen autoridad y poder. Las palabras de los seres humanos corruptos no son la verdad, no tienen autoridad y no deben aplicarse como fundamento o principios para evaluar a alguien. Por ello, la única forma precisa, objetiva y justa de evaluar la calidad moral de las personas y si su humanidad es buena o mala pasa por basarse en las palabras del Creador y la verdad. “Un individuo leal no puede servir a dos señores, como tampoco una buena mujer puede tener dos maridos” es un dicho famoso entre los seres humanos corruptos. Su origen no es bueno, proviene de Satanás. Si la gente mide la calidad de la humanidad de los demás según las palabras de Satanás, sus conclusiones serán sin duda incorrectas e injustas. ¿Y cómo se puede evaluar de forma justa y precisa la calidad moral de una persona y si su humanidad es buena o mala? Hay que basarse en la intención, el objetivo y los resultados de los actos de esa persona, así como en el sentido y valor de lo que hace y, asimismo, en sus ideas y decisiones en cuanto a su manera de abordar las cosas positivas. Eso será absolutamente preciso. La persona no tiene por qué ser necesariamente creyente en Dios; ya ves que hay no creyentes que, aunque no fueron escogidos por Dios, objetivamente tienen una humanidad decente, hasta el punto de ser incluso de mayor calidad que la de algunos que creen en Dios. Es igual que algunas personas religiosas, que han aceptado la obra de Dios de los últimos días y creen en Dios desde hace muchos años, pero siempre piensan en pedir dinero a la iglesia cuando hospedan a hermanos y hermanas, y siempre se lamentan ante estos de que son pobres, mientras codician dinero y objetos. Cuando los hermanos y hermanas les dan carne, verduras, cereales, etc. para que los usen mientras hacen de anfitriones, los esconden para comerlos con su familia. ¿Qué clase de personas son estas? ¿Tienen buena o mala humanidad? (Mala). La gente así es codiciosa, disfruta aprovechándose de las personas y es de baja calaña. Algunos no creyentes que aceptaron directamente la obra de Dios de los últimos días están muy dispuestos a hospedar a hermanos y hermanas. Insisten en hospedarlos con su propio dinero y rechazan el de la iglesia. Por mucho dinero que les dé la iglesia, no utilizan ni codician ni un solo centavo; lo ahorran todo y se lo devuelven luego a la iglesia. Cuando los hermanos y hermanas les compran cosas para que las usen mientras hacen de anfitriones, ellos las guardan para que las utilicen y se las coman los hermanos y hermanas a quienes reciben. Una vez que estos se han ido, las guardan y no las vuelven a sacar hasta la próxima vez que vengan a quedarse hermanos y hermanas. Diferencian claramente las cosas y nunca se han apropiado indebidamente de nada de la iglesia. ¿Quién les enseñó esto? Nadie. Entonces, ¿cómo sabían qué hacer? ¿Cómo eran capaces de hacerlo? La mayoría de la gente no lo es, pero ellos sí. ¿Cuál es el problema? ¿No se trata de una diferencia en su humanidad? Se trata de una diferencia en la calidad de su humanidad y en su moral. Dado que hay diferencia entre la moral de estos dos tipos de personas, ¿la hay también entre sus actitudes hacia la verdad y las cosas positivas? (Sí). De estos dos tipos de personas, ¿a cuál le resultará más fácil entrar en la verdad? ¿Cuál es más probable que persiga la verdad? Las personas de buena moral son más propensas a perseguir la verdad. ¿Lo veis así vosotros? No, lo único que hacéis es aplicar ciegamente los preceptos, pues creéis que las personas religiosas que saben recitar palabras y doctrinas deberían ser capaces de esto y que los no creyentes que acaban de empezar a creer en Dios, que aún no saben recitar palabras y doctrinas, son incapaces. Sin embargo, la realidad es justo la contraria. ¿No es incorrecto y ridículo que contempléis a las personas y las cosas de este modo? Yo no contemplo así las cosas. Cuando me relaciono con la gente, me fijo de forma exhaustiva en su actitud ante distintas cosas, sobre todo en cómo se comportan dos tipos distintos de personas ante una misma situación y en qué decisiones toman. Esto ilustra mejor cómo es su humanidad. ¿Cuál de estos dos enfoques es más justo y objetivo? Es más justo evaluar a una persona por su esencia-naturaleza que por sus actos externos. Si uno basa su evaluación en las ideas de la cultura tradicional y toma los actos de una persona en una situación y los usa en su contra para emitir un veredicto y una conclusión sobre ella, eso está mal y es injusto para esa persona. Hay que hacer una evaluación precisa en función de la calidad de su humanidad, de su conducta en conjunto y de la senda por la que va. Eso es lo equitativo y razonable, y también es justo para la persona.

Ninguna de las afirmaciones sobre la conducta moral que hemos enumerado hoy aquí tiene nada que ver con las palabras de Dios, y ninguna se ajusta a la verdad. Por muy tradicional o positivo que sea un dicho, no puede llegar a ser verdad. Los dichos sobre la conducta moral se originan en cosas ensalzadas por la cultura tradicional y no tienen nada que ver con las verdades que Dios exige que el hombre persiga. Por muy bien que la gente hable de estos diversos dichos sobre la conducta moral del hombre, por muy bien que los cumpla o por muy firmemente que se aferre a ellos, eso no significa que estos dichos sean la verdad. Aunque la mayoría de la gente que hay en la tierra se aferre a estas cosas y crea en ellas, no llegarán a ser la verdad, al igual que una mentira sigue siendo mentira aunque la digas mil veces. Las mentiras nunca pueden convertirse en verdad. Las mentiras son falsos constructos que albergan las argucias de Satanás, por lo que no pueden reemplazar la verdad, ni mucho menos convertirse en ella. Del mismo modo, las distintas exigencias que postula la gente en relación con la conducta moral no pueden llegar a ser la verdad. Por mucho que te aferres a ellas, o por muy bien que lo hagas, lo único que eso dice de ti es que tienes una buena conducta moral a ojos del hombre, pero ¿tienes humanidad a ojos de Dios? No necesariamente. Por el contrario, si te aferraras muy bien y estrechamente a cada aspecto y regla de los conceptos de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad de la cultura tradicional, te habrías alejado demasiado de la verdad. ¿Por qué? Porque estarías contemplando a las personas y las cosas, comportándote y actuando de acuerdo con estas afirmaciones sobre la conducta moral y aplicándolas como criterio. Es como inclinar la cabeza para mirar el reloj: tu perspectiva sería incorrecta. El resultado final sería que tus ideas sobre las personas y las cosas, así como tus conductas y actos, no tendrían nada que ver con la verdad ni con las exigencias de Dios, y tú estarías alejado de Su camino que deberías seguir; incluso podrías estar corriendo en dirección contraria y actuando de una manera que frustrara tus objetivos. Cuanto más te aferres a estos dichos sobre la conducta moral y más los valores, más aversión sentirá Dios por ti, más te alejarás de Él y de la verdad y más te opondrás a Él. Por muy correcto que te parezca uno de estos dichos sobre la conducta moral, o por mucho tiempo que te aferres a él, eso no significa que estés practicando la verdad. Sin importar qué criterio de conducta de la cultura tradicional consideres correcto y razonable, esa no es la realidad de las cosas positivas; no es en absoluto la verdad ni está en consonancia con ella. Te insto a que te apresures a hacer introspección: ¿de dónde viene esto a lo que te aferras? ¿Su aplicación como principio y criterio de evaluación y exigencia a la gente está fundamentado en las palabras de Dios? ¿Está fundamentado en la verdad? ¿Tienes claras las consecuencias de practicar esta exigencia de la cultura tradicional? ¿Guarda eso relación con la verdad? Debes discernir y diseccionar si, al aplicar esta exigencia de la cultura tradicional como fundamento y criterio de actuación y al considerarla algo positivo, estás contradiciendo la verdad, resistiéndote a Dios y vulnerando la verdad. Si te aferras ciegamente a los puntos de vista y dichos ensalzados por la cultura tradicional, ¿cuál será la consecuencia? Si te dejas desorientar o engañar por esos dichos, puedes imaginar cuáles serán tu desenlace y tu fin. Si contemplas a las personas y las cosas desde la perspectiva de la cultura tradicional, te costará aceptar la verdad. Nunca podrás contemplar a las personas y las cosas de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Una persona que comprenda la verdad debe diseccionar las diversas afirmaciones y exigencias de la cultura tradicional acerca de la conducta moral. Debes diseccionar cuál valoras más, aquella a la que siempre te aferras, la que siempre te sirve de fundamento y criterio a la hora de contemplar a las personas y cosas, y al comportarte y actuar. Luego debes contrastar las cosas a las que te aferras con las palabras y exigencias de Dios, y considerar si esos aspectos de la cultura tradicional se oponen o contradicen a las verdades que Dios expresa. Si descubres realmente un problema, debes diseccionar de inmediato en qué se equivocan y por qué son absurdos exactamente estos aspectos de la cultura tradicional. Cuando tengas claras estas cuestiones, sabrás qué es la verdad y qué es falacia; tendrás una senda de práctica y serás capaz de elegir la senda por la que deberás ir. Busca la verdad de esta manera, y podrás enmendarte. Por muy estandarizadas que estén las supuestas exigencias y los dichos del género humano sobre la calidad moral de la gente, o por mucho que se adapten a los gustos, perspectivas, deseos e incluso intereses de las masas, no son la verdad. Esto es algo que debes entender. Y, dado que no son la verdad, debes apresurarte a negarlos y abandonarlos. También debes diseccionar su esencia, así como las consecuencias que se derivan de que la gente viva de acuerdo con ellos. ¿Pueden realmente provocar un verdadero arrepentimiento en ti? ¿Pueden realmente ayudarte a conocerte a ti mismo? ¿Pueden realmente hacer que vivas la semejanza humana? No pueden hacer nada de eso. Solo te harán hipócrita y sentencioso. Te harán más taimado y perverso. Hay algunos que dicen: “En el pasado, cuando sosteníamos estos aspectos de la cultura tradicional, nos sentíamos buenas personas. Cuando otras personas veían cómo nos comportábamos, también pensaban que éramos buenas personas. Pero en realidad, sabemos en nuestros corazones de qué clase de maldad somos capaces. Hacer un poco de bien solo lo disimula. Pero, si abandonamos los buenos comportamientos que nos exige la cultura tradicional, ¿qué deberíamos hacer en su lugar? ¿Qué comportamientos y manifestaciones llevarán gloria a Dios?”. ¿Qué piensas de esta pregunta? ¿Aún no saben qué verdades deben practicar los creyentes en Dios? Dios ha expresado tantas verdades, y hay tantas verdades que la gente debería practicar. Entonces, ¿por qué te niegas a practicar la verdad, e insistes en ser una falsa buena persona y un hipócrita? ¿Por qué finges? Hay quienes exclaman: “¡La cultura tradicional tiene muchos aspectos buenos! Por ejemplo, ‘La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial’ es un dicho maravilloso. Es lo que debe practicar la gente. ¿Cómo puedes dejarlo de lado? ¡Y qué leal y heroico lo de que ‘Daría la vida por un amigo’! Tener un amigo así ennoblece la vida. También está lo de que ‘Los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse’. ¡Qué dicho más profundo y lleno de cultura! Si no nos dejas vivir de acuerdo con estos dichos, ¿según qué cosas debemos vivir?”. Si esto es lo que piensas, los años que te has pasado escuchando sermones han sido en vano. Ni siquiera comprendes que uno debe, como mínimo, comportarse viviendo según los criterios de la conciencia y la razón. No has aprendido ni un ápice de la verdad y has vivido estos años en vano.

En resumen, si bien hemos enumerado estos dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional, el objetivo de ello no es simplemente informaros de que son las nociones e imaginaciones de la gente y de que vienen de Satanás, y nada más. Es haceros entender claramente que la esencia de estas cosas es falsa, oculta y engañosa. Aunque la gente tenga estos comportamientos, no significa en absoluto que esté viviendo una humanidad normal. Más bien, están utilizando estos comportamientos falsos para encubrir sus intenciones y objetivos, y para ocultar sus actitudes corruptas y su esencia-naturaleza. Como resultado, la gente está mejorando cada vez más en fingir y engañar a los demás, lo que a su vez hace que se vuelva aún más corrupta y malvada. Las normas morales de la cultura tradicional a las que se aferra la humanidad corrupta son incompatibles con las verdades que Dios expresa, y no son coherentes con ninguna de las palabras que Dios enseña a la gente, no tienen ninguna conexión. Si tú todavía te aferras a los aspectos de la cultura tradicional, entonces has sido completamente desorientado e intoxicado. Si hay algún asunto en el que te aferras a la cultura tradicional y acatas sus principios y puntos de vista, entonces estás rebelándote contra Dios y vulnerando la verdad, y estás yendo en contra de Dios en ese asunto. Si te aferras a cualquiera de estas afirmaciones acerca de la conducta moral y te comprometes con ella, y la tratas como un criterio o un fundamento respecto de tu forma de ver a las personas o las cosas, entonces es allí donde has errado, y si juzgas o perjudicas a los demás hasta cierto punto, habrás cometido un pecado. Si siempre insistes en medir a todo el mundo según las normas morales de la cultura tradicional, entonces el número de personas a las que has condenado y tratado injustamente seguirá multiplicándose y ciertamente condenarás y te resistirás a Dios, y entonces serás un archipecador. ¿No veis que todo el género humano es cada vez más malvado bajo la educación y el condicionamiento de la cultura tradicional? ¿No es cada vez más oscuro el mundo? Cuanto más sea alguien de Satanás y de los diablos, más se le idolatra; y cuanto más practique alguien la verdad, cuanto más testimonio dé de Dios y más agrade a Dios, más lo reprimirán, excluirán, condenarán o incluso lo ajusticiarán en la cruz. ¿No es un hecho? En adelante, debéis hablar a menudo de lo que hemos compartido hoy aquí. Si hay cosas que no entendéis tras haber hablado sobre ellas, dejadlas a un lado por el momento y hablad sobre las partes que sois capaces de tratar hasta entenderlas. Compartid estas palabras hasta que las tengáis bien claras y las entendáis por completo; entonces podréis practicar la verdad con precisión y entrar en la realidad. Cuando sepáis discernir claramente si un dicho o una cosa es la verdad, o si es cultura tradicional y no la verdad, tendréis una senda más amplia para entrar en la realidad-verdad. Finalmente, cuando a través de la charla comprendáis cada verdad que debéis practicar y hayáis alcanzado un consenso, cuando vuestras ideas y vuestra comprensión sean coherentes, cuando sepáis qué cosas son positivas y cuáles negativas, cuáles vienen de Dios y cuáles de Satanás, y hayáis hablado sobre el asunto hasta que estas cosas os resulten claras y evidentes, será entonces cuando habréis comprendido la verdad. Así pues, elegid los principios-verdad que debéis practicar. De esa manera, cumpliréis los criterios de conducta planteados por Dios y, al menos, tendréis cierta semejanza humana. Si sois capaces de comprender la verdad y de entrar en la realidad, lo seréis de vivir la semejanza humana por completo. Será entonces cuando seréis completamente conformes a las intenciones de Dios.

5 de marzo de 2022

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