Pregunta 3: ¿Por qué se ha encarnado Dios en los últimos días, convirtiéndose en el Hijo del Hombre para realizar la obra de juicio? ¿Cuál es la diferencia real entre el cuerpo espiritual del Señor Jesús resucitado de la muerte y el Hijo del Hombre encarnado? Este es un asunto que no entendemos, por favor compartid comunicación sobre esto.
Respuesta:
La mayoría de los fieles cree que el Señor regresado se nos aparecerá en Su cuerpo espiritual; es decir, en el cuerpo espiritual con el que el Señor Jesús se apareció al hombre durante cuarenta días tras Su resurrección. Nosotros, los creyentes, lo tenemos claro. Aparentemente, el cuerpo espiritual del Señor Jesús resucitado es la misma imagen de Su encarnación, pero el cuerpo espiritual no está limitado por el mundo material, el espacio o el lugar. Aparece y desaparece a voluntad, para sorpresa y estupefacción del hombre. La Biblia recoge algunos relatos de ello. Antes de ser crucificado, el Señor Jesús hablaba y obraba en la humanidad normal de la carne. Al expresar la verdad, relacionarse con la gente o hacer milagros, la gente lo consideraba totalmente normal. Lo que veía la gente era que, en verdad, la carne obraba realmente, padecía tormentos y pagaba el precio. Al final, esa carne fue crucificada por los pecados del hombre, finalizando así la obra de redención de Dios. Esto está ampliamente aceptado. Pensad por un instante: Si el cuerpo espiritual del Señor Jesús hubiera realizado Su obra, ¿habría podido Él relacionarse y hablar normalmente con la gente? ¿De verdad habría podido padecer el tormento y pagar el precio? ¿Habría podido ser crucificado? No podría haber hecho nada de eso. Si Su cuerpo espiritual hubiera realizado la obra, ¿podríamos nosotros, los humanos, relacionarnos tan fácilmente con Él? ¿Podríamos mostrar el carácter pervertido? ¿Podríamos formar conceptos sobre Él? ¿Nos atreveríamos a rebelarnos contra Dios y a juzgarle a voluntad? Eso sería imposible. Los hombres tienen una humanidad normal y están sujetos a las limitaciones del mundo material, el espacio y el lugar. El proceso del pensamiento humano también es normal. Si el hombre entrara en contacto con la obra del cuerpo espiritual, quedaría aterrorizado y presa del pánico. Llegaría a pensar de forma alocada y maniática. En tal situación, a Dios le resultaría difícil llevar a cabo con éxito Su obra de salvación de la humanidad. Por ello, el resultado que consigue obrando dentro de los límites de la humanidad normal supera con creces al que logra dentro del cuerpo espiritual. A lo largo de las eras, el pueblo elegido de Dios nunca ha experimentado la obra de Su cuerpo espiritual. Por supuesto, sería improcedente que el propio cuerpo espiritual expresara la verdad, se relacionara con la gente y pastoreara las iglesias.
La obra del juicio que Dios realiza en Su segunda venida en los últimos días utiliza la expresión de la palabra para purificar, salvar y perfeccionar al hombre; también tiene por objeto dejar al descubierto y eliminar a los hombres, analizándolos y clasificándolos entre sus semejantes para luego premiar a los buenos y castigar a los malvados. Si Dios se apareciera con Su cuerpo espiritual, todos los hombres, buenos o malvados, se postrarían ante Él; entonces, ¿cómo separaría a los buenos de los malvados? Además, si Dios se apareciera en Su cuerpo espiritual, los hombres caerían presas del pánico y se formaría un caos en todo el mundo. En tal caso, ¿cómo podría Dios realizar con normalidad Su obra del juicio en los últimos días? Además, ¿cómo podría Dios cumplir Su plan de hacer un grupo de personas conformes a Su voluntad antes de las calamidades? Por tanto, en los últimos días, Dios aún debe hacerse carne como Hijo del Hombre con una humanidad normal. Sólo de esta manera Él puede obrar y vivir en el mundo humano, expresar la verdad y juzgar y purificar al hombre de manera práctica para liberarlo de la influencia de Satanás, salvarlo y convertirlo en pueblo de Dios. El Señor Jesús encarnado obró en una humanidad normal para lograr la redención de la humanidad. El cuerpo espiritual resucitado del Señor Jesús se apareció a los hombres sólo para demostrar que el Señor Jesús era Dios encarnado. Lo hizo para fortalecer la fe del hombre. Así pues, el cuerpo espiritual de Dios sólo vino a aparecerse al hombre, no a obrar. La carne encarnada de Dios debe tener una humanidad normal para poder obrar entre los hombres y lograr la redención y salvación de la humanidad. Por tanto, si Dios quiere salvar completamente a la humanidad en Su obra del juicio en los últimos días, debe encarnarse y obrar en una humanidad normal para lograr el mejor resultado. Por supuesto, Él no se aparecerá al hombre en el cuerpo espiritual del Señor Jesús para realizar la obra del juicio en los últimos días. Esto es algo que todos nosotros, los fieles, debemos tener claro.
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[…] Pese a que el cuerpo espiritual del Señor Jesús pueda aparecerse cara a cara ante los hombres, el cuerpo espiritual aún les parece insondablemente misterioso e inasequible, suscita temor e inquietud en sus corazones y les obliga a guardar una distancia prudencial. Dado que el cuerpo espiritual del Señor Jesús no puede relacionarse normalmente con los hombres ni puede obrar ni hablarles de forma normal, no puede, por tanto, salvar a la humanidad. Sin embargo, ¡Dios encarnado es distinto! Puede relacionarse con los hombres de forma práctica y real. Puede regar y proveer al hombre, al igual que el Señor Jesús, viviendo entre los hombres, podía expresar la verdad para proveerlos en cualquier momento y en cualquier lugar. Sus discípulos solían sentarse con Él para escuchar Sus enseñanzas y hablarle sinceramente. Él, directamente, los regaba y pastoreaba. El Señor Jesús los ayudaba a solucionar todos sus problemas y dificultades. Se les había otorgado una provisión de vida enorme. Ellos consideraban a Dios amable y maravilloso. Por eso fueron capaces de amar verdaderamente a Dios y obedecerlo. Sólo cuando la encarnación de Dios llega entre el hombre tenemos la oportunidad de relacionarnos con Dios, experimentarlo y conocerlo. Sólo entonces podemos ver con nuestros propios ojos la maravilla de Dios, Su sabiduría y Su salvación práctica de la humanidad. Este es un aspecto del significado y el valor práctico de la obra de Dios encarnado. Sencillamente, el cuerpo espiritual no logra este resultado.
Esta charla nos ha dejado algo muy claro. Sólo encarnándose como Hijo del hombre y obrando en una humanidad normal puede Dios juzgar, conquistar y purificar al hombre de manera práctica. El cuerpo espiritual del Señor Jesús no podría lograr un resultado parecido en Su obra. Al principio, cuando Dios se encarne como el Hijo del hombre para realizar la obra del juicio y la purificación del hombre, nosotros, los humanos, trataremos a Dios como un ser humano común porque aún debemos distinguir Su encarnación de quién es Él en realidad. Incluso desarrollaremos nociones sobre la palabra y la obra de Dios, trataremos a Cristo sin respeto y nos negaremos a obedecerle. Mentiremos para engañarlo, lo juzgaremos e incluso nos opondremos a Él y lo condenaremos. Nuestra arrogancia, rebeldía y oposición serán evidentes ante Cristo. Como dice Dios Todopoderoso: “El carácter corrupto del hombre y su rebeldía y resistencia son expuestos cuando este ve a Cristo, y la rebeldía y resistencia que se exhiben en ese momento son expuestas absoluta y completamente, más que en cualquier otro momento. Esto se debe a que Cristo es el Hijo del hombre —un Hijo del hombre que posee una humanidad normal—, a quien el hombre ni honra ni respeta. Es gracias a que Dios vive en la carne que la rebeldía del hombre sale a la luz de una forma tan completa y con tan vívido detalle. Así pues, Yo digo que la venida de Cristo ha sacado a la luz toda la rebeldía de la humanidad y ha puesto en claro relieve su naturaleza. A esto se le llama ‘tentar a un tigre a que baje de la montaña’ o ‘tentar a un lobo a que salga de su cueva’” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios). Dios expresa la verdad para juzgar, dejar al descubierto, podar y tratar a la humanidad de acuerdo con la realidad objetiva de su rebelión y oposición. La obra de Dios es verdaderamente práctica y revela cómo es el hombre en realidad. Ante esas pruebas objetivas, aquellos que acepten la verdad se convencerán totalmente y admitirán su rebelión y su oposición. Ellos también tomarán conciencia del carácter santo y justo de Dios, que no admite ofensa, y aceptarán sumisos el juicio y castigo de Dios para que Él los pueda conquistar y salvar con Su obra práctica. Como dice Dios Todopoderoso: “El Dios encarnado es el enemigo de todos aquellos que no lo conocen. Por medio de juzgar las nociones del hombre y su oposición a Él, descubre toda la desobediencia de la humanidad. Los efectos de Su obra en la carne son más aparentes que los de la obra del Espíritu. Y así, el juicio de toda la humanidad no lo lleva a cabo directamente el Espíritu sino que es la obra del Dios encarnado. El hombre puede ver y tocar al Dios en la carne y el Dios en la carne puede conquistar por completo al hombre. En su relación con Dios en la carne, el hombre avanza de la oposición a la obediencia, de la persecución a la aceptación, de la noción al conocimiento y del rechazo al amor. Estos son los efectos de la obra del Dios encarnado. El hombre solo es salvo a través de la aceptación de Su juicio, solo llega a conocerlo poco a poco a través de las palabras de Su boca, es conquistado por Él durante su oposición a Él, y recibe la provisión de Su vida durante la aceptación de Su castigo. Toda esta obra es la obra de Dios en la carne y no la obra de Dios en Su identidad como el Espíritu” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado). Así pues, sólo Dios encarnado realiza la obra del juicio de los últimos días, puede lograr el resultado de purificar a fondo al hombre y salvarlo.
Preguntas y respuestas clásicas sobre el Evangelio del Reino