Práctica (7)

Vuestra humanidad es demasiado deficiente, vuestro modo de vida es demasiado rastrero y envilecido, no tenéis humanidad y os falta introspección. Por eso necesitáis dotaros de lo que constituye una humanidad normal. Tener conciencia, razonamiento e introspección; saber hablar y ver las cosas; cuidar la limpieza y actuar como un ser humano normal… Todas estas son características del conocimiento de la humanidad normal. Cuando os comportáis adecuadamente en estos asuntos, se considera que tenéis un nivel aceptable de humanidad. También debéis prepararos para la vida espiritual. Debéis conocer la totalidad de la obra de Dios en la tierra y tener experiencia en Sus palabras. Habéis de saber cómo someteros a Sus disposiciones y cumplir con el deber de un ser creado. Estos son los dos aspectos en que debéis entrar hoy: prepararos para una vida con calidad humana y practicar para llevar una vida de espiritualidad. Ambos son indispensables.

Algunas personas son absurdas: solamente saben dotarse de los aspectos de la calidad humana. No presentan defectos en su apariencia; las cosas que dicen y su manera de hablar son apropiadas y su vestimenta es muy decorosa y adecuada. No obstante, están vacías por dentro; tan solo parecen tener una humanidad normal a primera vista. Algunas se centran únicamente en lo que hay que comer, vestir y decir. Incluso hay quienes se centran exclusivamente en cosas como barrer el piso, hacer la cama y la limpieza general. Puede que tengan práctica en todo esto, pero si les pidieses que hablaran de su conocimiento de la obra de Dios de los últimos días, o sobre el castigo y el juicio o de las pruebas y la refinación, probablemente no demostrarían tener ni la más mínima experiencia. Puedes preguntarles: “¿Comprendes la principal obra de Dios en la tierra? ¿En qué se diferencia la obra actual de Dios encarnado de la obra de Jesús? ¿Y de la obra de Jehová? ¿Son un solo Dios? ¿Ha venido a poner fin a esta era o a salvar a la humanidad?”. Sin embargo, esas personas no saben qué decir sobre estas cuestiones. Algunas se acicalan de forma vistosa pero superficial: las hermanas se adornan como bellas flores y los hermanos se visten como príncipes o jóvenes señoritos ricos. Solo se preocupan por las cosas externas, como las que comen y visten; por dentro están en la indigencia y no tienen el menor conocimiento de Dios. ¿Qué puede significar esto? Luego hay quienes se visten como pobres mendigos; ¡realmente parecen esclavos asiáticos! ¿De verdad no entendéis lo que os pido? Conversad entre vosotros: ¿Qué habéis ganado en realidad? Lleváis creyendo en Dios todos estos años y, sin embargo, esto es todo lo que habéis cosechado; ¿no os da vergüenza? ¿No estáis abochornados? Habéis buscado por el camino verdadero todos estos años, ¡pero vuestra estatura actual es incluso más pequeña que la de un gorrión! Las jóvenes, tan bonitas con vuestra ropa y vuestro maquillaje, comparándoos entre vosotras, ¿qué comparáis? ¿Vuestro placer? ¿Vuestras exigencias? ¿Pensáis que he venido a contratar a modelos? ¡No tenéis vergüenza! ¿Dónde está vuestra vida? Lo que buscáis, ¿no es simplemente vuestro extravagante deseo? Te crees muy hermosa, pero aunque te vistas con todo tipo de galas, ¿no eres, de hecho, un retorcido gusano nacido en un montón de estiércol? Actualmente tienes la suerte de disfrutar de estas bendiciones celestiales, no por tu cara bonita, sino porque Dios está haciendo una excepción al encumbrarte. ¿Todavía no tienes claro de dónde vienes? Cuando te mencionan la vida, callas y no dices nada, muda como una estatua, ¡pese a lo cual tienes el descaro de engalanarte! ¡Todavía tiendes a ponerte colorete y maquillaje en la cara! Y vosotros, señoritos, hombres incorregibles que os pasáis el día por ahí, díscolos y con gesto despreocupado. ¿Así debe comportarse una persona? ¿A qué dedica su atención todo el día cada uno de vosotros, sea hombre o mujer? ¿Sabéis de quién dependéis para alimentaros? Mira tu ropa, mira lo que has cosechado en tus manos, frótate el vientre; ¿qué provecho has sacado del precio que has pagado en sangre y sudor en todos estos años de fe? Todavía piensas en hacer turismo, en embellecer tu carne apestosa, ¡en ocupaciones inútiles! Te pido que seas una persona normal, pero ahora no eres simplemente anormal: eres aberrante. ¿Cómo puede tener una persona así la osadía de presentarse ante Mí? Con esta calidad humana, alardeando de tus encantos y de tu carne, siempre inmerso en los deseos carnales, ¿no eres descendiente de demonios inmundos y malos espíritus? ¡No permitiré que siga existiendo un demonio tan inmundo durante mucho tiempo! Y no creas que no sé lo que piensas dentro de tu corazón. Podrías mantener tu lujuria y tu carne bajo un férreo control, pero ¿cómo no habría de conocer Yo los pensamientos que alberga tu corazón? ¿Cómo no habría de saber qué desean tus ojos? Las jóvenes, ¿no os ponéis tan bonitas para alardear de vuestra carne? ¿En qué os benefician los hombres? ¿Realmente pueden salvaros del océano de aflicción? Y vosotros, señoritos, os vestís para parecer caballerosos y distinguidos, pero ¿no es esta una artimaña ideada para llamar la atención hacia vuestro elegante estilo? ¿Para quiénes lo hacéis? ¿En qué os benefician las mujeres? ¿No son el origen de vuestro pecado? Hombres y mujeres, os he dicho muchas palabras, pero solamente habéis acatado algunas. Sois duros de oído, se os han empañado los ojos y tenéis un corazón tan duro que no hay más que lujuria en vuestro cuerpo, de manera que estáis atrapados en él sin escapatoria. ¿Quién quiere acercarse a vosotros, gusanos que os retorcéis en la inmundicia y la mugre? No olvidéis que no sois sino aquellos a quienes he levantado del montón de estiércol y que al principio no poseíais una humanidad normal. Lo que os pido es la humanidad normal que no poseíais al principio, no que alardeéis de lujuria ni que deis rienda suelta a vuestra carne rancia, adiestrada por los diablos durante tantos años. Al vestiros así, ¿no teméis quedaros atrapados más a fondo? ¿No sabéis que al principio erais del pecado? ¿No sabéis que vuestro cuerpo rebosa tanta lujuria que incluso traspasa vuestra ropa para revelar vuestro estado de demonios insoportablemente feos e inmundos? ¿Acaso no lo tenéis más claro que nadie? Vuestro corazón, vuestros ojos, vuestros labios, ¿no han sido profanados por demonios inmundos? ¿No son inmundas estas partes vuestras? ¿Crees que, mientras no actúes, tú eres el más santo? ¿Crees que ataviarse con ropa bonita puede ocultar vuestras almas sórdidas? ¡Eso no funciona! Os aconsejo más realismo: no seáis engañosos y falsos ni alardeéis de vosotros mismos. Hacéis alarde de vuestra lujuria entre vosotros, pero lo único que recibiréis a cambio será el sufrimiento eterno ¡y una reprensión despiadada! ¿Qué necesidad tenéis de poneros ojitos y andaros con amoríos? ¿Es esta la medida de vuestra integridad, la dimensión de vuestra rectitud? Odio a los que os interesáis por la medicina maligna y la brujería; odio a los jóvenes que amáis vuestra propia carne. Más os vale que os contengáis, pues ahora os exijo una humanidad normal, y no se os permite que alardeéis de lujuria, aunque aprovecháis cualquier oportunidad que tenéis, ya que ¡vuestra carne es demasiado desbordante y vuestra lujuria, demasiado grande!

A primera vista, tu vida con calidad humana está muy bien organizada, pero no sabes qué decir cuando te preguntan por tu conocimiento de la vida; en esto eres pobre. ¡Debes dotarte de la verdad! Tu vida con calidad humana ha cambiado para mejor y así debe cambiar tu vida interior también: cambiar de pensamientos, transformar tus puntos de vista sobre la fe en Dios, cambiar tus conocimientos y esquemas internos y cambiar el conocimiento de Dios que abarcan tus nociones. Mediante la poda, las revelaciones y el sustento, cambia poco a poco tu conocimiento de ti mismo, de la vida humana y de la fe en Dios; da a tu entendimiento la capacidad de ser puro. De esta manera cambian los pensamientos internos del hombre, su forma de ver las cosas y su actitud mental. Esto es lo único que puede denominarse una transformación del carácter vital. No te pido que te pases todo el día leyendo las palabras de Dios, lavando la ropa o limpiando. Una vida con una humanidad normal debe ser, como mínimo, soportable por naturaleza. Además, cuando te encargues de los asuntos externos, aún deberás aplicar algo de introspección y razonamiento; no obstante, lo más importante es que te dotes de la verdad de la vida. Al equiparte para la vida, debes centrarte en comer y beber de las palabras de Dios y saber hablar del conocimiento de Dios, de tus puntos de vista sobre la vida humana y, en especial, de tu conocimiento de la obra realizada por Dios en los últimos días. Puesto que buscas la vida, debes dotarte de estas cosas. Cuando comas y bebas de las palabras de Dios, deberás comparar con ellas la realidad de tu estado. Es decir, cuando descubras tus defectos en el transcurso de tu experiencia real, deberás saber encontrar una senda de práctica y rebelarte contra tus motivaciones y nociones incorrectas. Si siempre te esfuerzas por estas cosas y pones todo tu corazón en lograrlas, tendrás una senda que seguir, no te sentirás vacío y, por tanto, podrás mantener un estado normal. Solo entonces serás una persona que soporta una carga en la vida, que tiene fe. ¿Por qué algunas personas, tras leer las palabras de Dios, no saben ponerlas en práctica? ¿No es porque no comprenden las cosas más cruciales? ¿No es porque no se toman la vida en serio? No comprenden las cosas cruciales ni tienen una senda de práctica porque, cuando leen las palabras de Dios, no saben relacionar su propio estado con ellas ni dominarlo. Algunos dicen: “Leo las palabras de Dios, relaciono mi estado con ellas y sé que soy corrupto y poco apto, pero soy incapaz de satisfacer las intenciones de Dios”. Tan solo has visto la superficie; hay muchas cosas reales que no conoces: cómo dejar de lado el goce carnal y la mojigatería, cómo cambiar, cómo entrar en estos asuntos, cómo mejorar tu aptitud y por qué aspecto comenzar. No entiendes más que algunas cosas superficiales y lo único que sabes es que sí eres muy corrupto. Cuando te reúnes con tus hermanos y hermanas, hablas de lo corrupto que eres y parece que te conoces y soportas una enorme carga en la vida. De hecho, tu carácter corrupto no se ha transformado, lo que demuestra que no has encontrado la senda de práctica. Si diriges una iglesia, debes comprender los estados de los hermanos y hermanas y señalárselos. ¿Valdrá con decir simplemente “¡Sois rebeldes y retrógrados!”? No, debes hablar, en concreto, de cómo manifiestan su condición de rebeldes y retrógrados. Debes hablar de sus estados de rebeldía, de sus conductas rebeldes y de sus actitudes satánicas, y hacerlo de tal manera que se convenzan por completo de la verdad de tus palabras. Usa hechos y ejemplos para dejar las cosas claras, diles exactamente cómo pueden liberarse de su conducta rebelde y señálales la senda de práctica; así se convence a la gente. Solo los que hacen esto pueden guiar a otros; ellos son los únicos poseedores de la realidad verdad.

Ya os he provisto de muchas verdades a través de enseñanzas y debes hacer balance de ellas. Deberías ser capaz de constatar cuántas verdades hay en total. Una vez que lo sepas y distingas los diversos aspectos de la humanidad normal que hay que poseer, los principales aspectos de la transformación del carácter vital, la profundización de las visiones y los medios falaces que gente de todas las épocas ha empleado para conocer y experimentar, entonces irás por buen camino. En el ámbito religioso idolatran la Biblia como si fuera Dios; en concreto, consideran los cuatro evangelios del Nuevo Testamento como cuatro imágenes diferentes de Jesús y hablan de la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Todo esto está muy distorsionado y tenéis que entenderlo; aparte, debéis conocer la esencia de Dios hecho carne y la obra de los últimos días. También están esos viejos métodos de práctica, esas falacias y digresiones relacionadas con ella —vivir en el espíritu, estar lleno del Espíritu Santo, resignarse a lo que venga, someterse a la autoridad—, que debéis conocer; deberíais saber cómo practicaba antes la gente y cómo debe practicar hoy. En cuanto a cómo deben cooperar los líderes y colaboradores en las iglesias, a cómo dejar de lado la mojigatería y la condescendencia, a cómo deben convivir los hermanos y hermanas, a cómo establecer relaciones normales con otras personas y con Dios, a cómo lograr la normalidad en la vida humana, a lo que deberían poseer las personas en su vida espiritual, a cómo deben comer y beber de las palabras de Dios, a cuáles de Sus palabras guardan relación con el conocimiento, cuáles con las visiones y cuáles con la senda de práctica… ¿no he hablado Yo de todo esto? Estas palabras están abiertas a aquellos que buscan la verdad y nadie recibe un trato preferencial. Hoy en día deberíais cultivar la capacidad de vivir de forma independiente, sin una mentalidad de dependencia. El día de mañana, cuando no haya nadie que os guíe, te acordarás de estas palabras Mías. En tiempos de tribulación, cuando no es posible llevar una vida de iglesia, cuando los hermanos y hermanas no pueden reunirse y la mayoría viven solos —a lo sumo, solo pueden conversar con gente de su zona—, es en estos momentos en los que, dada vuestra estatura actual, simplemente no podéis manteneros firmes. En medio de las tribulaciones, a muchos les cuesta mantenerse firmes. Aquellos que conocen el camino de la vida y están dotados de suficiente verdad son los únicos capaces de seguir progresando y de alcanzar poco a poco la purificación y la transformación. Someterse a tribulaciones no es fácil; si piensas que habrás salido de ellas en cuestión de días, ¡esto demuestra la simpleza de tu pensamiento! Crees que, por conocer mucha doctrina, sabrás mantenerte firme, ¡pero no es así! Si no reconoces lo esencial de las palabras de Dios, no puedes comprender los aspectos clave de la verdad ni tienes una senda de práctica, por lo que, en cuanto te suceda algo, te sumirás en la confusión. No resistirás la tentación de Satanás ni la embestida de la refinación. Si no hay verdad en ti y careces de visiones, en su momento no podrás evitar derrumbarte. Perderás toda esperanza y dirás: “Bueno, si voy a morir de todos modos, ¡que me castiguen hasta el final! Tanto si soy castigado como si soy arrojado al lago de fuego, así sea; ¡me tomaré las cosas como vengan!”. Así fue en la época de los hacedores de servicio: algunas personas se creían hacedoras de servicio en cualquier circunstancia, por lo que ya no buscaban la vida. Fumaban y bebían, sucumbían a la carne y hacían lo que les apetecía. Algunas, sencillamente, volvieron al mundo para trabajar. Un ambiente inhóspito también es así; si no lo puedes vencer, cuando te dejes ir lo más mínimo, abandonarás toda esperanza. Si no puedes vencer la influencia de Satanás, para cuando quieras darte cuenta, te hará prisionero y estarás de nuevo destinado a la destrucción. Así pues, hoy debes equiparte con la verdad, debes ser capaz de vivir de forma independiente y, cuando leas las palabras de Dios, debes saber buscar una senda de práctica. Si no hubiera líderes ni colaboradores que te regaran y pastorearan, pese a ello tendrías que ser capaz de hallar una senda que seguir, descubrir tus propios defectos, descubrir las verdades de las que deberías dotarte y practicar. ¿Podría Dios acompañar constantemente al hombre tras venir a la tierra? Inmersas en sus nociones, algunas personas creen: “Dios, si no obras en nosotros hasta cierto punto, Tu obra no puede considerarse finalizada, pues Satanás te está acusando”. Yo te digo que, una vez que haya terminado de pronunciar Mis palabras, habré concluido Mi obra con éxito. Cuando no tenga nada más que decir, Mi obra estará completa. El fin de Mi obra será demostración de la derrota de Satanás y, como tal, se puede decir que lo he logrado con éxito, sin ninguna acusación de Satanás. Sin embargo, si todavía no se ha producido ninguna transformación en vosotros cuando Mi obra haya terminado, la gente como vosotros será imposible de salvar y será descartada. No haré más obra de la necesaria. No continuaré Mi obra en la tierra hasta que te haya conquistado en cierta medida, todos conozcáis claramente cada aspecto de la verdad, tengáis una mejor aptitud y deis testimonio dentro y fuera. ¡Sería imposible! Hoy en día, la obra que llevo a cabo en vosotros pretende introduciros en una vida con una humanidad normal; es la obra de inicio de una nueva era y de llevar a la humanidad a la vida de la nueva era. Paso a paso, llevo a cabo y desarrollo esta obra directamente entre vosotros: os enseño cara a cara, os tomo de la mano, os cuento lo que no entendéis, os otorgo cuanto os falta. Puede decirse que toda esta obra es vuestra provisión de vida, la cual, además, os guía hacia una vida con una humanidad normal; está destinada ex profeso a proveer sustento de vida a este grupo de personas en los últimos días. Para Mí, toda esta obra está destinada a concluir la antigua era y marcar el comienzo de una nueva; en cuanto a Satanás, me hice carne precisamente para derrotarlo. La obra que ahora realizo entre vosotros es vuestro sustento de hoy y vuestra salvación a tiempo, pero en los próximos años os contaré todas las verdades, todo el camino de la vida, e incluso la obra del futuro; con esto os bastará para que experimentéis las cosas normalmente el día de mañana. Todas Mis palabras son cuanto os he confiado. No hago ninguna otra exhortación; hoy, todas las palabras que os dirijo son Mi exhortación a vosotros, pues hoy no tenéis experiencia en muchas de las palabras que digo ni entendéis su significado interior. Algún día vuestras experiencias se materializarán como he dicho hoy. Estas palabras son vuestras visiones de hoy y aquello de lo que dependeréis en el futuro; son sustento de vida hoy y una exhortación para el futuro, y no podría haberla mejor. Esto es así porque el tiempo que tengo para obrar en la tierra no es tanto como el que tenéis vosotros para experimentar Mis palabras; Yo simplemente estoy terminando Mi obra, mientras que vosotros estáis buscando la vida, un proceso que implica un largo recorrido vital. Solo después de experimentar muchas cosas podréis recibir plenamente el camino de la vida; solo entonces entenderéis el significado interno de Mis palabras de hoy. Cuando tengáis Mis palabras en vuestras manos, cuando cada uno haya recibido todas Mis comisiones, una vez que os haya encomendado todo lo que debo y cuando la obra de las palabras haya llegado a su fin, con independencia de cuánto efecto haya tenido, también se habrá implantado la voluntad de Dios. A diferencia de lo que imaginas, no te tienes que transformar hasta cierto punto; Dios no obra de acuerdo con tus nociones.

Las personas no consiguen madurar en la vida en cuestión de días. Aunque coman y beban a diario de las palabras de Dios, no es suficiente. Deben experimentar un período de madurez en la vida. Es un proceso necesario. Dada la aptitud actual de la gente, ¿qué puede lograr? Dios obra según las necesidades de la gente, haciendo exigencias adecuadas a su aptitud inherente. Supongamos que llevara a cabo esta obra en un grupo de personas de gran aptitud: Sus palabras serían más elevadas que las dirigidas a vosotros, las visiones también lo serían y las verdades, mucho más. Algunas palabras tendrían que ser más severas, más capaces de proveer la vida de los hombres, más capaces de revelar misterios. Al hablar en medio de esas personas, Dios las proveería en función de sus necesidades. Las exigencias que se os hacen hoy pueden considerarse las más exigentes; si esta obra se llevara a cabo en personas de mayor aptitud, las exigencias serían aún más grandes. Toda la obra de Dios se lleva a cabo en función de la aptitud inherente la gente. Las personas han sido transformadas y conquistadas hoy en la medida de lo posible; no uséis vuestras nociones para medir la eficacia de esta etapa de la obra. Deberíais tener claro lo que poseéis intrínsecamente y no creeros el ombligo del mundo. Al principio, ninguno buscaba la vida, sino que erais mendigos vagando por las calles. ¡Sería imposible que Dios obrara en vosotros en la medida que tú te imaginas, haciendo que os postrarais sobre el suelo absolutamente convencidos, como si hubierais contemplado una gran visión! Es imposible porque quien no haya contemplado los milagros de Dios no puede creer plenamente todo lo que digo. Aunque escrutarais Mis palabras, continuaríais sin creerlas del todo; así es la naturaleza del hombre. Los que busquen la verdad experimentarán algunos cambios, mientras que la fe que alguna vez tuvieron aquellos que no buscan la verdad disminuirá y hasta podría desaparecer. La mayor dificultad que presentáis es que no sois capaces de creer completamente sin haber visto cumplidas las palabras de Dios y que no estáis conformes sin haber contemplado Sus milagros. Sin haber visto esas cosas, ¿quién podría ser absolutamente leal a Dios? Por eso digo que no creéis en Dios, sino en los milagros. Ya he hablado claro de varios aspectos de la verdad; cada uno de ellos está completo y hay una relación estrecha entre todos ellos. Los has visto y ahora debes ponerlos en práctica. Hoy te muestro la senda y, en lo sucesivo, tú deberás ponerla en práctica. Las palabras que pronuncio ahora exigen a las personas en función de sus circunstancias reales y Yo obro según sus necesidades y lo que llevan dentro. El Dios práctico ha venido a la tierra a realizar la obra práctica, a obrar según las circunstancias y necesidades reales de la gente. No es irracional. Cuando Dios actúa, no coacciona a la gente. Que te cases o no, por ejemplo, debe basarse en la realidad de tus circunstancias; te he dejado clara la verdad y no te limito. Las familias de algunas personas las oprimen de tal modo que no pueden creer en Dios a no ser que se casen. De esta manera, paradójicamente, el matrimonio les resulta de ayuda. A otras personas el matrimonio no les reporta beneficios, sino que les cuesta lo que alguna vez tuvieron. Tus circunstancias reales y tu propia decisión deben determinar tu caso particular. No estoy aquí para inventar reglas y reglamentos con los que haceros exigencias. Muchos claman constantemente: “Dios es práctico; Su obra se basa en la realidad y en la realidad de nuestras circunstancias”, pero ¿sabes lo que la convierte, de hecho, en práctica? ¡Me cansan tus palabras vacías! La obra de Dios es práctica y se basa en la realidad; no tiene doctrina, sino que es totalmente libre, abierta y evidente. ¿Cuáles son los pormenores concretos de estos pocos principios? ¿Sabes qué partes de la obra de Dios son así? Debes hablar detalladamente, tener varios tipos de testimonios empíricos y ver muy claro este aspecto de la obra de Dios —conocerlo— para ser apto para pronunciar estas palabras. ¿Sabrías contestar las siguientes preguntas? “¿Qué obra ha realizado Dios encarnado en la tierra durante los últimos días? ¿Por qué lo llamáis Dios práctico? ¿Qué significa ‘práctico’ aquí? ¿Puedes hablar de Su obra práctica, de lo que abarca en concreto? Jesús es Dios hecho carne y el Dios actual es también Dios hecho carne, así que ¿en qué se diferencian? ¿Y en qué se parecen? ¿Qué obra ha realizado cada uno de ellos?”. ¡Todo esto tiene que ver con dar testimonio! No te confundas con estas cosas. Otros dicen: “La obra actual de Dios es práctica. Nunca es una exhibición de milagros y maravillas”. ¿Realmente no obra milagros y maravillas? ¿Seguro? ¿Sabes cuál es verdaderamente Mi obra? Pueden decir que no obra milagros y maravillas, pero ¿acaso no son milagros la obra que realiza y las palabras que pronuncia? Pueden decir que no obra milagros y maravillas, pero depende de cómo se explique y a quiénes. Sin ir a la iglesia, Él ha puesto al descubierto los estados de la gente, y sin llevar a cabo ninguna obra aparte de Sus palabras, ha alentado a la gente; ¿esos no son milagros? Solo con palabras ha conquistado a la gente y esta lo sigue de buena gana, sin expectativas ni esperanzas; ¿tampoco esto es un milagro? Cuando habla, Sus palabras inducen un cierto estado de ánimo en las personas. Si no están alegres, están melancólicas; si no se someten a la refinación, se someten al castigo. Con unas pocas palabras tajantes castiga a la gente; ¿no es esto sobrenatural? ¿Podrían hacer algo así los seres humanos? Llevas leyendo la Biblia todos estos años, pero no has entendido nada, no has aprendido nada; no has sabido distanciarte de esas formas anticuadas y tradicionales de fe. No hay modo de que saques nada en limpio de la Biblia. Sin embargo, Él comprende la Biblia totalmente; ¿no es algo sobrenatural? Si no había nada sobrenatural en Dios cuando vino a la tierra, ¿podría conquistaros? Sin Su obra extraordinaria y divina, ¿quiénes de vosotros se convencerían? Bajo tu punto de vista, es como si una persona normal estuviera trabajando y viviendo con vosotros: a primera vista parece una persona normal y corriente; lo que ves es una fachada de humanidad normal, pero en realidad es la divinidad, que está obrando. No es una humanidad normal, sino divinidad; es el propio Dios, que está obrando, una obra que lleva a cabo utilizando una humanidad normal. Por lo tanto, Su obra es tan normal como sobrenatural. El hombre no puede realizar la obra que Él lleva a cabo, y como la gente normal no la puede realizar, la hace un ser extraordinario. No obstante, es la divinidad la que es extraordinaria, no la humanidad; la divinidad es distinta de la humanidad. Una persona utilizada por el Espíritu Santo también tiene una humanidad normal y corriente, pero no puede llevar a cabo esta obra. Esa es la diferencia. Tal vez digas: “Dios no es un Dios sobrenatural; no hace nada sobrenatural. Nuestro Dios pronuncia palabras prácticas. Viene a la iglesia a realizar una obra práctica. Cada día nos habla cara a cara y, cara a cara, nos señala nuestros estados. ¡Nuestro Dios es práctico! Vive con nosotros y todo en Él es completamente normal. Nada de Su aspecto lo distingue como Dios. Incluso hay momentos en que se enfurece y contemplamos la majestad de Su ira, y a veces sonríe y observamos Su actitud sonriente. Formalmente es el propio Dios de carne y hueso, real y práctico”. Cuando das este testimonio, está incompleto. ¿De qué les servirá a los demás? ¡Si no sabes dar testimonio de la verdadera historia y esencia de la obra del propio Dios, tu “testimonio” no merece ese nombre!

Dar testimonio de Dios es cuestión, principalmente, de hablar de tu conocimiento de la obra de Dios, de cómo Dios conquista a la gente, de cómo la salva, de cómo la transforma; es cuestión de hablar de cómo guía a la gente para que entre en la realidad verdad al permitirle ser conquistada, perfeccionada y salvada por Él. Dar testimonio implica hablar de Su obra y de todo lo que has experimentado. Únicamente Su obra puede representarlo y revelarlo públicamente en Su totalidad; Su obra da testimonio de Él. Su obra y declaraciones, representan directamente al Espíritu. La obra que realiza es llevada a cabo por el Espíritu y Sus palabras son pronunciadas por el Espíritu. Estas cosas se expresan exclusivamente por medio de la encarnación de Dios, pero en realidad son expresión del Espíritu. Toda la obra que lleva a cabo y todas las palabras que expresa representan Su esencia. Si, tras revestirse de carne y venir entre los hombres, Dios no hablara ni obrara y os pidiese que conocieseis Su practicidad, normalidad y omnipotencia, ¿tú las conocerías? ¿Sabrías cuál es la esencia del Espíritu? ¿Sabrías cuáles son los atributos de Su carne? Dado que solo habéis experimentado todos los pasos de Su obra, os pide que deis testimonio de Él. Si no tuvierais dicha experiencia, no insistiría en que dierais testimonio. Por lo tanto, cuando das testimonio de Dios, no solo lo das de Su exterior, con una humanidad normal, sino también de la obra que Él realiza y de la senda que lidera; debes dar testimonio de cómo te ha conquistado y de los aspectos en que te ha perfeccionado. Este es el tipo de testimonio que has de dar. Si allá donde vas gritas “¡Nuestro Dios ha venido a obrar y Su obra es verdaderamente práctica! ¡Nos ha conquistado sin actos sobrenaturales, sin ningún milagro ni maravillas!”, te preguntarán: “¿Qué quieres decir con que no obra milagros y maravillas? ¿Cómo puede haberte conquistado sin obrar milagros y maravillas?”. Y dirás: “Él habla y, sin demostraciones de maravillas ni de milagros, nos ha conquistado. Su obra nos ha conquistado”. En última instancia, si no sabes decir nada esencial, si no sabes hablar de aspectos específicos, ¿es ese un verdadero testimonio? Cuando Dios encarnado conquista a la gente, son Sus divinas palabras las que lo hacen. La condición humana no puede lograrlo; no es algo que un mortal pueda conseguir, y ni siquiera las personas normales más aptas pueden hacerlo, pues Su divinidad es superior a cualquier ser creado. Esto es extraordinario para la gente; el Creador, después de todo, es superior a cualquier ser creado. Los seres creados no pueden ser superiores al Creador; si fueras superior a Él, no podría conquistarte, y puede conquistarte solo porque es superior a ti. El que puede conquistar a toda la humanidad es el Creador, y nadie más que Él puede llevar a cabo esta obra. Estas palabras son “testimonio”, la clase de testimonio que debes dar. Paso a paso has experimentado el castigo, el juicio, la refinación, las pruebas, los contratiempos y las tribulaciones y has sido conquistado; has dejado de lado las expectativas carnales, tus motivaciones personales y los intereses íntimos de la carne. Es decir, las palabras de Dios han conquistado tu corazón por completo. Aunque no hayas madurado en la vida tanto como Él exige, sabes todas estas cosas y lo que Él hace te convence del todo. Por lo tanto, esto puede denominarse testimonio, testimonio real y verdadero. La obra que Dios ha venido a realizar, la obra de juicio y castigo, está destinada a conquistar al hombre, pero Él también va a concluir Su obra, va a poner fin a la era y a llevar a cabo la labor de conclusión. Va a poner fin a la era entera salvando a toda la humanidad, liberándola del pecado de una vez por todas; va a conquistar íntegramente a la humanidad que creó. Tú debes dar testimonio de todo esto. Has experimentado mucho de la obra de Dios, la has visto con tus propios ojos y la has experimentado personalmente; cuando hayas llegado al final, no debes ser incapaz de desempeñar la función que te corresponde. ¡Sería una lástima! En el futuro, cuando se propague el evangelio, deberías poder hablar de tu conocimiento, dar testimonio de todo lo que tu corazón ha ganado y no escatimar esfuerzos. Esto es lo que debería lograr un ser creado. ¿Cuál es la verdadera relevancia de esta etapa de la obra de Dios? ¿Qué efecto produce? ¿Y cuánto de esto se lleva a cabo en el hombre? ¿Qué debe hacer la gente? Cuando sepáis hablar con claridad de toda la obra que Dios encarnado ha realizado desde que vino a la tierra, vuestro testimonio estará completo. Demostrarás tu capacidad de dar testimonio de Dios, que tienes auténtico conocimiento, cuando sepas hablar con claridad de estas cinco cosas: la relevancia de la obra de Dios, el contenido, la esencia, el carácter que representa y sus principios. Mis exigencias para con vosotros no son excesivas y están al alcance de todos aquellos que buscan de verdad. Si estás decidido a ser testigo de Dios, debes entender lo que Dios detesta y lo que ama. Has experimentado gran parte de Su obra, por medio de la cual debes llegar a conocer Su carácter, comprender Sus intenciones y Sus exigencias a la humanidad y, con estos conocimientos, dar testimonio de Él y desempeñar tu deber. Puede que simplemente digas: “Conocemos a Dios. Su juicio y castigo son muy severos. Sus palabras son muy serias; son justas y majestuosas y ningún hombre las puede ofender”; sin embargo, al final, ¿proveen estas palabras al hombre? ¿Cuál es su efecto sobre la gente? ¿Sabes realmente que esta obra de juicio y castigo es de lo más beneficiosa para ti? El juicio y el castigo de Dios están revelando tu rebeldía y corrupción, ¿no es así? Pueden limpiar y expulsar esas cosas sucias y corruptas que hay dentro de ti, ¿no pueden hacerlo? Si no hubiese juicio ni castigo, ¿qué sería de ti? ¿De veras reconoces el hecho de que Satanás te ha corrompido de la manera más profunda? Hoy tenéis que equiparos con estas cosas y conocerlas bien.

La fe actual en Dios no es la fe que podríais imaginar: que basta con leer las palabras de Dios, orar, cantar, bailar, cumplir con el deber y llevar una vida con una humanidad normal. ¿Podría ser así de simple la fe? Los resultados son cruciales. No se trata de cuántas maneras tengas de hacer las cosas, sino de cómo puedes exactamente conseguir el mejor resultado. Tal vez seas capaz de sostener las palabras de Dios y explicar algo de lo que sabes, pero cuando las dejas, no tienes nada que decir. Esto demuestra que solamente sabes expresar las palabras y doctrinas, pero te falta el conocimiento de la experiencia. Hoy no servirá de nada si no comprendes lo crucial; ¡es de vital importancia para entrar en la realidad! Empieza a formarte así: primero, lee las palabras de Dios, aprende bien sus términos espirituales, busca las visiones clave que contienen, identifica los fragmentos correspondientes a la práctica, junta todos estos elementos uno por uno e introdúcelos en tu experiencia. Estas son las cosas cruciales que debes comprender. La práctica más crucial al comer y beber de las palabras de Dios es esta: tras leer un capítulo de las palabras de Dios, debes saber localizar los fragmentos clave sobre las visiones y la práctica, basarte en las visiones y utilizar la práctica como guía de vida. Esta es vuestra mayor carencia y dificultad; rara vez prestáis atención a estas cosas en vuestro interior. En general, todos vivís en un estado de pereza, desmotivados, sin querer hacer ningún sacrificio personal, o esperáis pasivamente y algunos hasta se quejan; no entienden los objetivos y la relevancia de la obra de Dios y les resulta difícil buscar la verdad. Esas personas sienten aversión por la verdad y acabarán descartadas. Ninguna de ellas puede perfeccionarse ni sobrevivir. Si la gente no tiene un poco de determinación para oponerse a las fuerzas de Satanás, ¡no hay esperanza para ella!

En este momento, la eficacia de vuestra búsqueda se mide por lo que poseéis actualmente. Esto es lo que determina vuestro resultado; es decir, vuestro resultado se revela por los sacrificios y cosas que hayáis hecho. Vuestra búsqueda, vuestra fe y vuestros actos indicarán vuestro resultado. Muchos ya sois imposibles de salvar, pues hoy es el día en que se revelan los resultados de las personas y no seré atolondrado en Mi obra; no llevaré a la próxima era a aquellos totalmente imposibles de salvar. Llegará un momento en que Mi obra esté terminada. No obraré en esos cadáveres malolientes y sin espíritu que no se pueden salvar en absoluto; estos son los últimos días de la salvación del hombre y no obraré en balde. No claméis contra el cielo y la tierra: está llegando el fin del mundo. Es inevitable. Las cosas han llegado hasta este punto y no hay nada que tú, como ser humano, puedas hacer para detenerlas; no puedes cambiar las cosas como desees. Ayer no pagaste la consecuencia de buscar la verdad y no fuiste leal. Hoy ha llegado la hora, no te puedes salvar, y mañana serás descartado y no habrá margen para que te salves. Aunque Mi corazón es manso y hago todo lo posible por salvarte, si no te esfuerzas por tu parte ni piensas por ti mismo, ¿qué tengo que ver Yo en esto? Aquellos que solo piensan en la carne y disfrutan de la comodidad; aquellos que parecen creer, pero realmente no creen; aquellos que se dedican a la medicina maligna y la brujería; los promiscuos y harapientos; aquellos que roban sacrificios y posesiones a Jehová; los amantes de los sobornos; aquellos que sueñan ociosamente con ascender al cielo; los arrogantes y vanidosos, que únicamente persiguen su fama y fortuna; aquellos que difunden impertinencias; aquellos que blasfeman contra el propio Dios; aquellos que no hacen sino juzgarlo y difamarlo; aquellos que forman corrillos y buscan la independencia; aquellos que se enaltecen por encima de Dios; los hombres y mujeres frívolos jóvenes, de mediana edad y ancianos atrapados en el libertinaje; los hombres y mujeres que disfrutan de su fama y fortuna y persiguen su estatus personal en medio de los demás; los impenitentes atrapados en el pecado, ¿no son todos ellos imposibles de salvar? El libertinaje, la pecaminosidad, la medicina maligna, la brujería, la blasfemia y las impertinencias se desbocan entre vosotros, entre quienes quedan pisoteadas la verdad y las palabras de vida y adulterado el lenguaje sacro. ¡Vosotros, gentiles, repletos de inmundicia y rebeldía! ¿Cuál será vuestro resultado final? ¡Cómo pueden tener la osadía de seguir viviendo aquellos que aman la carne, los hechizados por ella y los que están atrapados en pecados libertinos! ¿No sabes que las personas como tú son unos gusanos imposibles de salvar? ¿Qué te da derecho a exigir esto y aquello? Hasta la fecha no se ha producido la menor transformación en aquellos que no aman la verdad y solo aman la carne; ¿cómo van a poder salvarse esas personas? Aquellos que no aman el camino de la vida, que no enaltecen a Dios ni dan testimonio de Él, que maquinan por su estatus, que se ensalzan, ¿no siguen siendo los mismos, incluso hoy en día? ¿Qué valor tiene salvarlos? Que puedas salvarte no depende de tu antigüedad ni de cuántos años lleves trabajando, y ni mucho menos de cuántas acreditaciones hayas acumulado. Más bien depende de si tu búsqueda ha dado fruto. Debes saber que quienes se salvan son los “árboles” que dan fruto, no los árboles con follaje exuberante y abundantes flores que aún no dan fruto. Aunque hayas pasado muchos años vagando por las calles, ¿qué importa eso? ¿Dónde está tu testimonio? No tienes tanto un corazón temeroso de Dios como un corazón para amarte a ti mismo y a tus deseos lujuriosos; ¿acaso no es eso ser una persona degenerada? ¿Cómo va a ser ejemplo y modelo de salvación? Tu naturaleza es incorregible, eres demasiado rebelde, ¡imposible de salvar! ¿No serán esas personas las descartadas? ¿Acaso cuando termine Mi obra no será el momento en que llegará tu último día? He llevado a cabo una gran obra y pronunciado muchísimas palabras entre vosotros; ¿cuánto de esto os ha entrado de veras en los oídos? ¿A cuánto os habéis sometido? Cuando termine Mi obra será el momento en que dejarás de oponerte a Mí, de estar en contra de Mí. A medida que obro, actuáis constantemente contra Mí; jamás acatáis Mis palabras. Yo llevo a cabo Mi obra y tú realizas tu propia “obra” de crear tu pequeño reino. ¡No sois más que una manada de zorros y perros que todo lo hacen para oponerse a Mí! Siempre procuráis atraer a vuestros brazos a aquellos que os ofrecen su amor sin reservas; ¿dónde está vuestro corazón temeroso? ¡Todo lo que hacéis es engañoso! ¡No tenéis sumisión ni temor y todo lo que hacéis es engañoso y blasfemo! ¿Se pueden salvar unas personas así? Los hombres sexualmente inmorales y lascivos siempre quieren atraer a rameras coquetas para su disfrute. De ningún modo salvaré a esos demonios sexualmente inmorales. Os odio, inmundos demonios, y vuestra lascivia y coquetería os sumirán en el infierno. ¿Qué tenéis que decir? ¡Vosotros, inmundos demonios y malos espíritus, sois repulsivos! ¡Sois repugnantes! ¿Cómo podría salvarse semejante basura? ¿Todavía pueden salvarse aquellos que están atrapados en el pecado? Hoy en día, esta verdad, este camino y esta vida no os atraen; por el contrario, os atraen la pecaminosidad, el dinero, la posición, la fama, la ganancia, el disfrute de la carne, el atractivo de los hombres y los encantos de las mujeres. ¿Qué os hace aptos para entrar en Mi reino? Vuestra imagen es aún más grande que la de Dios y vuestro estatus es incluso superior al Suyo, por no hablar de vuestro prestigio entre los hombres: os habéis convertido en ídolos de la gente. ¿Tú no te has convertido en arcángel? Cuando revele los resultados de las personas, que también será cuando la obra de salvación se acerque a su fin, muchos de vosotros seréis cadáveres imposibles de salvar y deberéis ser descartados. Durante la obra de salvación soy amable y bueno con todas las personas. Cuando la obra concluya, revelaré los resultados de los distintos tipos de personas y en ese momento ya no seré amable y bueno, pues habré revelado los resultados de las personas, habré clasificado a cada una según su tipo y no servirá de nada que continúe Mi obra de salvación, ya que se habrá pasado la época de la salvación y, siendo esto así, no volverá.

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