Antes de la venida del Señor Jesús, los fariseos a menudo solían exponer las escrituras en las sinagogas y orar delante de la gente. Aparentaban ser muy devotos y, a los ojos de la gente, no parecía que hiciesen nada que violara las escrituras. ¿Por qué, entonces, maldijo el Señor Jesús a los fariseos? ¿De qué maneras desafiaron a Dios? ¿Por qué incitaron la ira de Dios?

23 Sep 2019

Versículos bíblicos como referencia:

“¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición? Porque Dios dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y: ‘Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera’. Pero vosotros decís: ‘Cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado”, no necesitará más honrar a su padre o a su madre’. Y así invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros cuando dijo: ‘Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí. Mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres’” (Mateo 15:3-9).

Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque vais por mares y tierras para ganar una persona, y cuando lo lográis, hacéis de él una criatura del infierno, dos veces peor que vosotros.

¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: ‘No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación’. ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? También decís: ‘No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación’. ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas’. Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno? Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación” (Mateo 23:13-36).

Las palabras relevantes de Dios:

¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, sólo creían que Él vendría, pero no buscaban la verdad-vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es la senda de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse al mero nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No es esta creencia absurda y ridícula?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra

El hombre ha sido corrompido y vive en la trampa de Satanás. Toda la gente vive en la carne, en los deseos egoístas y ni una sola entre ellas es compatible conmigo. Están las que dicen que son compatibles conmigo, pero adoran ídolos vagos. Aunque reconocen que Mi nombre es santo, se embarcan en un camino que va en sentido contrario a Mí y sus palabras están llenas de arrogancia y autoconfianza. Esto se debe a que, en la raíz, todos están en contra de Mí y son incompatibles conmigo. Todos los días buscan rastros de Mí en la Biblia y encuentran al azar pasajes “adecuados” que leen sin cesar y que recitan como las escrituras. No saben cómo ser compatibles conmigo, ni qué significa estar contra Mí. Solo leen las escrituras a ciegas. Confinan dentro de la Biblia a un Dios vago al que nunca han visto y al que son incapaces de ver y lo sacan para mirarlo cuando les place. Creen en Mi existencia solo dentro del alcance de la Biblia y me equiparan con ella; sin la Biblia Yo no existo y sin Mí no existe la Biblia. No prestan atención a Mi existencia o acciones, sino que dedican una atención extrema y especial a todas y a cada una de las palabras de las Escrituras. Muchas más incluso creen que Yo no debería hacer nada que quisiera a menos que las Escrituras lo predijeran. Le atribuyen demasiada importancia a las Escrituras. Se puede decir que ven las palabras y expresiones como demasiado importantes, hasta el punto de que usan versículos de la Biblia para medir cada palabra que digo y para condenarme. Lo que buscan no es el camino de la compatibilidad conmigo, o el camino de la compatibilidad con la verdad, sino el camino de la compatibilidad con las palabras de la Biblia, y creen que cualquier cosa que no se ciña a la Biblia, sin excepción, no es Mi obra. ¿No son esas personas los descendientes sumisos de los fariseos? Los fariseos judíos usaron la ley de Moisés para condenar a Jesús. No buscaron la compatibilidad con el Jesús de esa época, sino que diligentemente siguieron la ley al pie de la letra, hasta el grado de que, después de haberlo acusado de no seguir la ley del Antiguo Testamento y de no ser el Mesías, al final crucificaron al inocente Jesús. ¿Cuál era su sustancia? ¿No era que no buscaban el camino de la compatibilidad con la verdad? Se obsesionaron con todas y cada una de las palabras de las Escrituras mientras que no prestaron atención a Mi voluntad ni a los pasos ni métodos de Mi obra. No eran personas que buscaran la verdad, sino que se aferraban a las palabras; no eran personas que creyeran en Dios, sino que creían en la Biblia. En esencia, eran los guardianes de la Biblia. Con el fin de salvaguardar los intereses de la Biblia, de sostener la dignidad de la Biblia y de proteger la reputación de la Biblia, llegaron tan lejos que crucificaron al misericordioso Jesús. Lo hicieron solamente en aras de defender la Biblia y por el bien de mantener el estatus de todas y cada una de las palabras de la Biblia en los corazones de las personas. Así que prefirieron abandonar su futuro y la ofrenda por el pecado para condenar a muerte a Jesús, que no se conformaba a la doctrina de las Escrituras. ¿No fueron todos lacayos de todas y cada una de las palabras de las Escrituras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo

El juicio de los fariseos sobre Jesús

Marcos 3:21-22 Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí. Y los escribas que habían descendido de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios.

La reprensión de Jesús a los fariseos

Mateo 12:31-32 Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero.

[…]

En la Biblia, la valoración que los fariseos hicieron del propio Jesús y de las cosas que hizo fue: “[…] decían: Está fuera de sí. […] Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios” (Marcos 3:21-22). El juicio del Señor Jesús de parte de escribas y fariseos no fue una mera copia de lo dicho por otras personas ni una conjetura infundada; fue la conclusión a la que llegaron a partir de lo que vieron y oyeron sobre Sus acciones. Aunque su conclusión fue ostensiblemente hecha en nombre de la justicia y a las personas les pareció bien fundamentada, la arrogancia con la que juzgaron al Señor Jesús fue difícil de refrenar, incluso para ellos. La frenética energía de su odio por el Señor Jesús puso de manifiesto sus propias ambiciones disparatadas y sus satánicos rostros malvados, así como la malévola naturaleza con la que se resistían a Dios. Las cosas que dijeron en su juicio del Señor Jesús fueron impulsadas por sus ambiciones disparatadas, su envidia y la naturaleza horrible y malévola de su hostilidad hacia Dios y hacia la verdad. No investigaron el origen de las acciones del Señor Jesús ni la esencia de lo que dijo o hizo. En cambio, atacaron y desacreditaron ciegamente lo que Él había hecho, en un estado de agitación enloquecida y con malicia deliberada. Llegaron incluso al punto de desacreditar intencionadamente a Su Espíritu, esto es, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios. Esto es lo que quisieron decir con las palabras “Está fuera de sí”, “Beelzebú” y “el príncipe de los demonios”. Es decir, dijeron que el Espíritu de Dios era Beelzebú y el príncipe de los demonios. Definieron como locura la obra del Espíritu de Dios encarnado, que se había vestido de la carne. No solo blasfemaron tachándolo de Beelzebú y príncipe de los demonios, sino que también condenaron la obra de Dios y condenaron y blasfemaron al Señor Jesucristo. La esencia de su resistencia y su blasfemia de Dios fue exactamente la misma que la esencia de la resistencia y blasfemia de Dios por parte de Satanás y los demonios. No solo representaban a seres humanos corruptos, sino que más bien eran la representación de Satanás. Eran un canal para Satanás en medio de la humanidad y eran sus cómplices y lacayos. La esencia de su blasfemia y su denigración del Señor Jesucristo fue su lucha contra Dios por el estatus, su competencia con Él y la eterna puesta a prueba de Dios. La esencia de su resistencia a Dios y su actitud de hostilidad hacia Él, así como sus palabras y sus pensamientos, fue directamente una blasfemia y algo que hizo enfadar al Espíritu de Dios. Así pues, Dios determinó un juicio razonable basado en lo que dijeron e hicieron y determinó que sus hechos constituían un pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. Este pecado es imperdonable tanto en este mundo como en el venidero, tal como dice el siguiente pasaje de las Escrituras: “la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada”, y “al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero”.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III

En Israel, “fariseo” solía ser una especie de título. En cambio, ¿por qué ahora es una etiqueta? Porque los fariseos se han convertido en representantes de un tipo de persona. ¿Cuáles son las características de este tipo de persona? Cantan eslóganes, son hábiles para fingir, para presentarse a sí mismos, para ocultar su verdadero ser, y afectan gran nobleza, gran santidad y rectitud, una gran imparcialidad y honor. A consecuencia de ello, no practican la verdad en lo más mínimo. ¿Cómo actúan? Leen las escrituras, predican, enseñan a los demás a hacer el bien, a no hacer el mal, a no oponerse a Dios, y se comportan bien delante de los demás, pero a sus espaldas roban las ofrendas. El Señor Jesús dijo que “coláis el mosquito y os tragáis el camello”. Esto significa que todo su comportamiento parece bueno en la superficie; cantan eslóganes ostentosamente, hablan de teorías elevadas, y sus palabras suenan agradables, sin embargo, sus acciones son un caos desordenado, totalmente opuestas a Dios. Su comportamiento y apariencia externa es todo fingido, un absoluto fraude; en sus corazones no tienen el menor amor por la verdad ni por las cosas positivas. Detestan la verdad, detestan todo lo que viene de Dios, y detestan las cosas positivas. ¿Qué es lo que aman? ¿Aman la honestidad y la justicia? (No). ¿Cómo puedes decir que no aman estas cosas? (El Señor Jesús difundió el evangelio del reino de los cielos, el cual no solo rehusaron aceptar, sino que condenaron). En ausencia de su condena, ¿te habrías dado cuenta? Antes de que el Señor Jesús viniera a obrar, ¿qué te habría revelado que no amaban la imparcialidad y justicia? No te hubieras dado cuenta, ¿verdad? Todo su comportamiento es fingido, y usan esta pretensión de buen comportamiento para abusar de la confianza de otros. ¿No es esto hipocresía y engaño? ¿Pueden tales estafadores amar la verdad? ¿Cuál es el propósito oculto de su buen comportamiento? Una parte de su propósito es engañar a los demás, la otra es embaucarlos, ganarlos y que estos los adoren para, al final, recibir recompensas. ¿Cómo de astutas deben ser sus técnicas para poder llevar a cabo una estafa tan grande? Entonces, ¿aman tales personas la imparcialidad y la justicia? Por supuesto que no. Aman el estatus, aman la fama y la fortuna, y desean recibir recompensas. En absoluto ponen en práctica las palabras de enseñanza de Dios para guiar a la gente. No viven siquiera un poco de estas palabras; simplemente se adornan y disfrazan para engañar a la gente y ganársela, para reforzar su propio estatus y reputación. Una vez aseguradas estas cosas, las usan para conseguir capital y una fuente de ingresos. ¿No es esto despreciable? Se puede ver en todos estos comportamientos suyos que su esencia no es amar la verdad, ya que nunca la ponen en práctica. ¿Cuál es la señal de que no ponen en práctica la verdad? Esta fue la mayor señal: el Señor Jesús vino a obrar y todo lo que dijo era correcto, todo lo que dijo era la verdad. ¿Cómo trataron eso? (No lo aceptaron). ¿No aceptaron las palabras del Señor Jesús porque creían que eran erróneas, o no las aceptaron a pesar de saber que estaban en lo cierto? (No las aceptaron a pesar de saber que estaban en lo cierto). ¿Y qué podría causar esto? No aman la verdad, y aborrecen las cosas positivas. Todo lo que el Señor Jesús dijo era cierto, sin ningún error, y aunque no pudieron encontrar ninguna falta en las palabras del Señor Jesús para usarlas en Su contra, lo condenaron y luego conspiraron: “Que lo crucifiquen. Es Él o nosotros”. De esta manera, se pusieron en contra del Señor Jesús. Aunque no creían que el Señor Jesús fuera el Señor, era una buena persona que no infringió la ley legal ni la ley de Jehová[a]; ¿por qué condenaron al Señor Jesús? ¿Por qué lo trataron así? Se puede ver lo malvadas y maliciosas que son estas personas, ¡son extremadamente malvadas! El rostro malvado que ponen de manifiesto los fariseos no podría ser más diferente de su camuflaje de bondad. Hay muchos que no pueden discernir cuál es su verdadero rostro y cuál es la falsedad, sin embargo, la aparición y la obra del Señor Jesús los reveló a todos. Con lo bien que se disfrazan los fariseos, lo amables que parecen desde fuera, si los hechos no se hubieran revelado, nadie podría verlos tal como son.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

¿Cuál era la principal manifestación de hipocresía de los fariseos? Que solo estudiaban detenidamente las Escrituras y no buscaban la verdad. Cuando leían las palabras de Dios, no oraban ni buscaban; en cambio, estudiaban las palabras de Dios, lo que Dios había dicho y hecho, y entonces convertían Sus palabras en una especie de teoría, en una doctrina que enseñaban a los demás. Esto significa estudiar detenidamente las palabras de Dios. ¿Y por qué lo hacían? ¿Qué estudiaban detenidamente? Bajo su punto de vista, esas no eran las palabras de Dios, no eran las manifestaciones de Dios, y ni mucho menos la verdad, sino más bien una modalidad de erudición. Dicha erudición, para ellos, debía ser transmitida, difundida, y esta habría sido la única manera de difundir el camino de Dios y el evangelio. A eso llamaban “predicar” y el sermón que predicaban era teología.

[…] Los fariseos consideraban la teología y la teoría que dominaban como una especie de saber, un instrumento para condenar a las personas y evaluar si tenían razón o no. Lo llegaron a utilizar con el Señor Jesús; así fue como lo condenaron. Su valoración de las personas y su manera de tratarlas nunca se basaron en su esencia ni en si tenían o no razón en lo que decían, y menos aún en la fuente o procedencia de sus palabras. Condenaban y evaluaban a la gente basándose exclusivamente en palabras y doctrinas inflexibles que dominaban. Por ello, aunque estos fariseos sabían que lo que hacía el Señor Jesús no era pecado ni contravenía la ley, lo condenaron igualmente, pues lo que Él decía parecía estar reñido con el saber y la erudición que ellos dominaban y con la teoría teológica que explicaban. Y los fariseos no querían soltar el control de estas palabras y frases, se aferraban a este saber y no se desprendían de él. ¿Cuál fue el único resultado posible al final? No quisieron reconocer que el Señor Jesús era el Mesías que habría de llegar ni que había verdad en lo que Él decía, y menos todavía que lo que Él hacía estaba en consonancia con la verdad. Condenaron al Señor Jesús con acusaciones sin fundamento, pero en realidad, dentro de sí, ¿sabían si eran legítimos estos pecados por los que lo condenaron? Lo sabían. Entonces, ¿por qué, pese a ello, lo condenaron de ese modo? (No querían creer que fuera posible que el todopoderoso Dios que tenían presente fuera el Señor Jesús, esta imagen de un Hijo del hombre corriente). No querían aceptar este hecho. ¿Y cuál era la naturaleza de su negativa a aceptarlo? ¿No había en esto un intento de razonar con Dios? Lo que querían decir era: “¿Sería capaz Dios de hacer eso? Si Dios se hubiese encarnado, debería haber nacido, sin duda, de un linaje distinguido. Es más, debe aceptar la tutela de los escribas y fariseos, adquirir este saber y leer mucho las Escrituras. Solo cuando tenga este saber podrá adoptar el tratamiento de ‘encarnación’”. Creían, en primer lugar, que Tú no tienes esta capacidad, por lo que no eres Dios; en segundo lugar, que sin este saber no puedes llevar a cabo la obra de Dios, y menos aún ser Dios; en tercer lugar, que no puedes obrar fuera del templo: ahora no estás en el templo, siempre estás entre pecadores, así que el trabajo que haces trasciende el alcance de la obra de Dios. ¿En qué basaron su condena? En las Escrituras, en el pensamiento del hombre y en la formación teológica que habían recibido. Henchidos de nociones, imaginaciones y saber, creían que este era correcto, que era la verdad, el fundamento, y Dios no podía contravenir nunca estas cosas. ¿Buscaban la verdad? No. Lo que buscaban eran sus nociones, imaginaciones y experiencias, y trataban de utilizarlas para definir a Dios y determinar si tenía razón o no. ¿Cuál fue el resultado final de esto? Que condenaron la obra de Dios y lo crucificaron.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son malvados, insidiosos y mentirosos (III)

Nota al pie:

a. El texto original no contiene las palabras “de Jehová”.

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