Por qué no se pueden alcanzar la transformación del carácter y la salvación sin el autoconocimiento
Las palabras relevantes de Dios:
Cambiar el carácter del hombre comienza con el conocimiento de su esencia y a través de cambios en su pensamiento, su naturaleza y su perspectiva mental: por medio de cambios fundamentales. Solo así se lograrán cambios verdaderos en el carácter del hombre. El carácter corrupto del hombre proviene de haber sido envenenado y pisoteado por Satanás, del daño atroz que Satanás ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su razonamiento. Es precisamente debido a que las cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás y son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no entiende la verdad. Por ende, los cambios en el carácter del hombre deben comenzar con cambios en su pensamiento, su percepción y su razonamiento que cambien su conocimiento de Dios y su conocimiento de la verdad. Los que nacieron en la tierra más profundamente corrompida de todas son aún más ignorantes sobre lo que Dios es o sobre lo que significa creer en Dios. Mientras más corruptas sean las personas, menos saben sobre la existencia de Dios, y más pobres son su razonamiento y su percepción. La fuente de oposición y rebeldía del hombre contra Dios es el haber sido corrompido por Satanás. Debido a la corrupción de Satanás, la conciencia del hombre se ha insensibilizado; se ha vuelto inmoral, sus pensamientos son degenerados, y ha desarrollado una actitud mental retrógrada. Antes de ser corrompido por Satanás, el hombre de manera natural seguía a Dios y obedecía Sus palabras después de escucharlas. Por naturaleza tenía un razonamiento y una conciencia sólidos y una humanidad normal. Después de haber sido corrompido por Satanás, el razonamiento, la conciencia y la humanidad originales del hombre se fueron insensibilizando y fueron mermados por Satanás. Debido a ello, el hombre ha perdido su obediencia y amor a Dios. El razonamiento del hombre se ha vuelto aberrante, su carácter se ha vuelto como el de un animal y su rebeldía hacia Dios es cada vez más frecuente y grave. Sin embargo, el hombre todavía no conoce ni reconoce esto, y meramente se opone y se rebela a ciegas. El carácter del hombre se revela en las expresiones de su razonamiento, su percepción y su conciencia; debido a que su razonamiento y su percepción son endebles, y su conciencia se ha vuelto sumamente insensible, su carácter se rebela contra Dios. Si el razonamiento y la percepción del hombre no pueden cambiar, entonces los cambios en su carácter son imposibles de lograr, como también lo es ajustarse a la voluntad de Dios. Si el razonamiento del hombre es endeble, entonces no puede servir a Dios y no es apto para ser usado por Él. Un “razonamiento normal” se refiere a ser obediente y fiel a Dios, anhelar a Dios, ser incondicional hacia Él y tener una conciencia hacia Él. Se refiere a ser de un solo corazón y una sola alma con Dios y a no oponerse a Él deliberadamente. Tener un razonamiento aberrante no es así. Desde que el hombre fue corrompido por Satanás ha inventado nociones acerca de Dios y no ha sido leal hacia Dios ni lo ha anhelado, por no hablar de que no tiene una conciencia hacia Dios. El hombre se opone deliberadamente a Dios y lo juzga; es más, le lanza improperios a Sus espaldas. El hombre juzga a Dios a Sus espaldas con el conocimiento claro de que es Dios; el hombre no tiene intención de obedecer a Dios, y se limita a hacerle exigencias y solicitudes ciegas. Tales personas —la gente que tiene un razonamiento aberrante— son incapaces de conocer su propio y despreciable comportamiento o de lamentar su rebeldía. Si la gente fuese capaz de conocerse a sí misma, entonces recuperaría un poco de su razonamiento; cuanto más rebeldes contra Dios sean las personas que no se conocen a sí mismas todavía, menos sensatas serán.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios
Cada cosa que existe en nuestros corazones se opone a Dios. Esto incluye las cosas que pensamos que son buenas, y hasta las que ya creemos que son positivas. Hemos enumerado estas cosas como verdades, como parte de la humanidad normal y como cosas positivas; sin embargo, desde la perspectiva de Dios, son cosas que Él aborrece. El abismo entre lo que pensamos y la verdad que Dios habla es inconmensurable. Por consiguiente, debemos conocernos a nosotros mismos. Desde nuestras ideas, puntos de vista y acciones hasta la educación cultural que hemos recibido, vale la pena profundizar en cada cosa y analizarla de manera minuciosa. Algunas de estas cosas proceden de los entornos sociales, otras de la familia, de la educación escolar y otras de los libros. Algunas también proceden de nuestras imaginaciones y nociones. Este tipo de cosas son las más aterradoras, porque atan y controlan nuestras palabras y acciones, dominan nuestra mente y guían nuestros motivos, intenciones y metas en lo que hacemos. Si no desenterramos estas cosas, nunca aceptaremos del todo las palabras de Dios en nosotros ni Sus exigencias sin reserva ni las pondremos en práctica. Mientras albergues tus propias ideas y puntos de vista, y convicciones de cosas que crees que son correctas, nunca aceptarás por completo o sin reservas las palabras de Dios ni las practicarás en su forma original; seguramente sólo las pondrás en práctica después de procesarlas por primera vez en tu mente. Así será como hagas las cosas y también será la manera en que ayudes a los demás: puede que todavía comuniques las palabras de Dios, pero siempre tendrás tus propias impurezas mezcladas con ellas, y pensarás que esto es lo que significa practicar la verdad, que la has entendido y que lo tienes todo. ¿No es lamentable el estado del hombre? ¿No es espantoso? No basta con un par de palabras para contar estas cosas en su totalidad ni para aclararlas. Hay, por supuesto, muchas otras cosas en la vida, como los más de cien venenos de Satanás resumidos anteriormente. Has entendido las palabras, pero ¿estás a su altura? ¿Has hecho alguna vez autorreflexión? ¿No posees tú también parte de estos venenos? ¿Acaso no es cierto que también reflejan tu forma de pensar? ¿No te apoyas también en estos venenos a la hora de hacer cosas? Debes profundizar en tu experiencia personal y debe estar a la altura de esas palabras. Si solo leemos o miramos de pasada esa lista de venenos de Satanás y luego la dejamos de lado, para limitarnos a leer las palabras de Dios sin pensar, incapaces de conectarlas con la realidad o de percibir nuestros verdaderos estados, y manteniendo el apego a la letra y las reglas de las palabras de Dios en nuestra práctica, mientras damos por sentado que estamos practicando la verdad… ¿no es eso demasiado simple? Las personas son seres vivos: todas tienen unas ideas y los elementos que componen sus ideas se arraigan en su corazón. Cuando una persona actúa, estos elementos, sin duda, afloran porque ya se han convertido en la vida de esa persona. Por lo tanto, en cada cosa que haces hay un punto de vista y un principio que gobiernan cómo lo haces, que dirigen tu rumbo. Cuando actúes sabrás si esas cosas están o no presentes en ti. Actualmente, claro está, cuando analizas tus ideas y opiniones, crees que no hay nada que sea hostil a Dios; te crees honesto y leal, más que dispuesto a cumplir con el deber, capaz de sacrificarte y esforzarte por Dios y bastante fuerte en todos los aspectos. Sin embargo, si Dios pusiera a prueba tu temple, hiciera que acometieras una tarea o que te sucediera algo, ¿cómo reaccionarías? En ese momento, tus ideas y opiniones saldrían implacablemente a la superficie, como si se hubieran abierto las compuertas; estarían fuera de tu control, fuera de tu alcance, y, por más que las odiaras, saldrían a la superficie de todos modos como una oleada de cosas, todas ellas opuestas a Dios. Cuando digas: “¿Por qué no he podido hacer nada? Si no quiero oponerme a Dios, ¿por qué lo hice? No quiero enjuiciar a Dios ni tener nociones sobre lo que hace, así que ¿cómo he podido tener semejantes nociones?”, deberías esforzarte por conocerte a ti mismo, examinar lo que hay dentro de ti que se opone a Dios, y lo que en tu interior es hostil y contrario a la obra que realiza en la actualidad.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo
Hay algunos estados en las personas que, si no los entienden y no piensan que son incorrectos, por muy intensa que sea su búsqueda de la verdad o por mucho entusiasmo que tengan, pueden hacer que caigan un día. Solo una minoría de personas puede obtener la verdad, después de todo. Entender la verdad no es un asunto simple. Se requiere mucho tiempo para entender incluso un poco, mucho tiempo para obtener un poco de entendimiento empírico, para lograr un poco de entendimiento puro u obtener un poco de luz. Si no resuelves todas las impurezas dentro de ti, ese poco de luz puede ahogarse en cualquier momento o lugar. Ahora, la dificultad principal del hombre es que cada persona alberga en su interior algunas imaginaciones, nociones, deseos e ideales vacíos que ellos mismos son incapaces de descubrir. Estas cosas acompañan continuamente a las personas como corrupciones en su interior. Esto es realmente muy peligroso y la gente es susceptible de expresar sus quejas en cualquier momento. Hay muchísimas impurezas en el hombre. Aunque la gente tenga buenas aspiraciones, con el deseo de buscar la verdad y de creer sinceramente en Dios, aún no puede lograrlo. Este tipo de cosas son habituales en la experiencia de toda persona: cuando afronta un asunto menor, los demás consideran que debería poder ponerle fin fácilmente. ¿Por qué no puede? ¿Por qué aquellos que son relativamente experimentados la mayor parte del tiempo, que a otros les suelen parecer fuertes en comparación, y que tienen la mente clara, caen cuando se enfrentan a un asunto pequeño, y lo hacen con tanta rapidez? El hombre está realmente sujeto a la volubilidad de la fortuna; ¿cómo podría predecirlo? Dentro de cada persona hay algunas cosas que cada una de ellas está dispuesta a buscar y obtener, y cada cual tiene sus propios gustos. A menudo, las personas no pueden percibir esto por sí mismas, o creen que estas cosas están bien, que no hay nada incorrecto en ellas. Entonces, un día se presenta algo así y tropiezan, se vuelven negativas, débiles y no pueden levantarse. Puede que no sepan por sí mismas cuál es el problema y que sientan que está justificado y que es Dios quien las ha agraviado. Si las personas no se comprenden a sí mismas, nunca podrán saber dónde radican sus dificultades ni en qué áreas pueden fallar y caer. Son lamentables. Por lo tanto, los que no se comprenden a sí mismos pueden caer, fallar y hundirse en cualquier momento.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo puedes embarcarte en el camino correcto si entiendes tu propio estado
Este es el estado en el que se encuentran la mayoría de las personas actualmente, esta es la etapa de la estatura que atraviesan; reconocen que su manera de hacer las cosas es equivocada, que son malas personas, que son el diablo, Satanás. Pero rara vez admiten ser de bajo calibre y de entendimiento sesgado, o qué aspectos de su naturaleza y esencia coinciden con lo que ha sido revelado por Dios. Esto es carecer de verdadero autoconocimiento. ¿Acaso los que no se conocen a sí mismos realmente son capaces de reconocer que son corruptos? (No). Lograr que la gente reconozca que es corrupta no es tarea fácil. El comportamiento recurrente de las personas es el de reconocer que han cometido un error cuando han hecho algo malo, pero si les preguntas respecto al entendimiento de su carácter corrupto, aseguran que las dos cosas no están relacionadas. Afirman que fue solo un lapsus momentáneo, que no pensaron bien las cosas, que actuaron por impulso y no fue intencionado. Decir que fue un lapsus momentáneo o algo inintencionado, además de otras razones objetivas, suele ser un escudo y un pretexto para no reconocer su propio carácter corrupto. ¿Acaso es esto un auténtico reconocimiento de su propia corrupción? Si estás poniendo excusas constantemente o buscando una vía de escape para el carácter corrupto que revelas, entonces no eres capaz de enfrentarte de verdad a tu propio carácter corrupto o reconocerlo realmente, y mucho menos eres capaz de conocerlo. […] Te sucede algo y revelas un carácter corrupto, pero no importa cuán equivocado se diga que fue aquello que hiciste o lo graves que sean las consecuencias, lo único que haces es admitir que cometiste un error. No estás dispuesto a reconocer que se trata de la consecuencia resultante de exponer tu carácter corrupto. Solo estás dispuesto a rectificar el error, pero nunca a reconocer la existencia de tu carácter corrupto. Y así, cuando vuelves a encontrarte con el mismo problema, aunque haya un cambio en tu comportamiento y en tu forma de encarar las cosas, tu carácter permanece totalmente inalterado. Esta es la dificultad de cambiar el carácter de una persona. Si reconoces que lo que has revelado se debió a que tienes un carácter corrupto, que resultó en que hicieras lo que te dio la gana, en que te consideraras tu propia ley, en que no trabajaras bien con los demás y en tu altanería, si admites que esto fue causado por un carácter arrogante, ¿qué beneficios habría para ti? De cara al futuro, discutirás estos hechos y te esforzarás por resolver el carácter corrupto que se revela en ti. Pero ¿cuáles serán las consecuencias si te limitas a admitir que has hecho algo malo? Solo te concentrarás y dedicarás esfuerzo a tu forma de actuar; corregirás cómo haces las cosas y, desde fuera, parecerá que las haces adecuadamente. Ocultarás las revelaciones de tu carácter. Al hacerlo, te volverás cada vez más astuto, y tus técnicas para engañar a los demás, cada vez más sofisticadas. Pensarás: “La razón por la que todo el mundo fue testigo de mi error esta vez es que no fui lo bastante cuidadoso; lo que dije fue demasiado categórico, y les permití detectar mis puntos débiles y hallar algo que usar en mi contra. No volveré a cometer el mismo error: seré más vago, me permitiré más margen de maniobra”. Has cambiado tu forma de actuar y has ocultado tu carácter, volviéndote más evasivo, más taimado, más fariseo. Te concentras y trabajas en tu forma de hacer o decir las cosas; no se detectan problemas en la superficie, nadie será capaz de encontrar defectos, todo es impecable. Sin embargo, no se ha producido el menor cambio en tu carácter interior. Es imposible que cambie tu carácter corrupto si no lo aceptas y lo reconoces.
Extracto de La comunión de Dios
¿Es el carácter corrupto fácil de resolver? Esto afecta a la esencia-naturaleza de uno. La gente tiene esta esencia, esta raíz, y debe ser desenterrada poco a poco. Debe ser extraída de cada estado, de la intención detrás de cada palabra que se dice. Debe ser analizada y entendida a partir de las palabras que dices. Cuando esa conciencia se vuelve cada vez más clara y tu espíritu más astuto, puedes lograr un cambio. Resolver el carácter corrupto requiere cuidado y diligencia. Debes prestar mucha atención y examinar tus intenciones y estados poco a poco. Cuando examines constantemente estas cosas, llegará el día en que te des cuenta de la forma en que hablas habitualmente: “Esto es malvado, y no es una expresión de la humanidad normal. Está en desacuerdo con la verdad y tengo que cambiar mi forma de hablar”. Desde el día en que tengas esta conciencia, sentirás cada vez más claramente la enorme gravedad de este carácter malvado. Entonces, ¿qué debes hacer después? Examinar incesantemente las intenciones que existen en esa misma forma en la que hablas, y a través del proceso de tu incesante extracción, serás cada vez más capaz de determinar verdadera y exactamente que posees este tipo de esencia y carácter. Cuando llegue el día en que puedas admitir de verdad que tienes un carácter malvado, podrás al fin odiarlo y detestarlo. Cuando alguien pasa de creer que es una buena persona, que actúa con rectitud y justicia, que está dotado de un sentido de la justicia, que es honorable y sin culpa, a reconocer que su esencia-naturaleza es arrogante, endurecida, astuta, malvada y sin amor a la verdad, solo entonces será capaz de conocer con precisión su lugar, y saber exactamente lo que es. El mero hecho de admitir o de reconocer alegremente que poseen tales manifestaciones y estados, los hace incapaces de un verdadero odio; el verdadero odio solo es alcanzable una vez que han reconocido en sus acciones que tienen este carácter y esencia. […]
Solo cuando las personas sean capaces de reconocer los varios estados producidos por diversas actitudes, comenzará a haber un cambio en estas. Si las personas no reconocen estos estados, si no pueden asimilarlos y aplicarlos a sí mismos, ¿puede haber un cambio en su carácter? (No). El cambio de carácter comienza con el reconocimiento de los varios estados producidos por las diversas actitudes. Si uno no ha comenzado a reconocer esto, si no ha entrado en este aspecto de la realidad, entonces es impensable un cambio en el carácter propio. Entonces, dado que el cambio de carácter queda descartado, ¿qué papel desempeñan la mayoría de las personas durante el cumplimiento de su deber? El de esforzarse y estar ocupados realizando tareas. Cumplen con su deber, pero la mayoría está trabajando duro. A veces, cuando están de buen humor, se esfuerzan más, y si su humor no es tan bueno, entonces se esfuerzan menos. Después lo piensan y sienten algo de arrepentimiento, así que le dedican un poco de energía adicional y les parece que se han arrepentido. De hecho, esto no es un auténtico cambio, no es un auténtico arrepentimiento. El verdadero arrepentimiento comienza por tu comportamiento. Si se ha producido un cambio en este, si eres capaz de renunciar a ti mismo y dejar de hacer las cosas de esa manera, tus acciones parecen concordar con los principios, y poco a poco consigues ser fiel a ellos, tanto de palabra como de obra; ese es el comienzo de un cambio de carácter.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad
Cuanto mayor capacidad tengas de descubrir tu propia corrupción, cuanto más exacto sea este descubrimiento y más puedas conocer tu propia esencia, entonces es más probable que te salves y te acerques a la salvación; cuanta menos capacidad tengas para descubrir tus problemas, cuanto más creas que eres una buena persona, una gran persona, entonces más lejos estarás del camino de la salvación y seguirás en gran peligro. Cualquiera que se pase todo el día de aquí para allá, haciendo alarde de sus logros, diciendo que tiene un pico de oro, que es razonable, que entiende la verdad, que sabe practicar la verdad y es capaz de hacer sacrificios, entonces es de una estatura especialmente baja. ¿Qué clase de persona tiene mayor esperanza de salvarse y es capaz de caminar por la senda de salvación? Aquellos que conocen verdaderamente su carácter corrupto. Cuanto más profundo sea su conocimiento, más cerca estarán de la salvación. Conocer tu carácter corrupto, saber que no eres nada, que eres inservible, un Satanás viviente; cuando de verdad conoces tu esencia, esto no es un problema grave. Se trata de algo bueno, no es malo. ¿Hay alguien que se vuelva más negativo cuanto más se conoce a sí mismo, y piense: “Todo ha terminado, me ha sobrevenido el juicio y castigo de Dios, es una sanción y una retribución, Dios no me quiere y no tengo esperanza de salvación”? ¿Tendrán estas personas tales ilusiones? De hecho, cuanta más gente reconozca lo desesperada que está, más esperanzas tendrán; no deben ser negativos y no deben darse por vencidos. Conocerse a uno mismo es algo bueno, es el camino que ha de tomarse para la salvación. Si eres completamente insensible a tu propio carácter corrupto y a tu esencia, en sus múltiples oposiciones a Dios, y si todavía no tienes ningún plan para cambiar, entonces estás en problemas; tales personas ya están entumecidas, están muertas. ¿Pueden volver los muertos a la vida? Ya están muertos, no pueden.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad
Entre los que buscan vida, Pablo fue alguien que desconocía su propia sustancia. No era en absoluto humilde ni obediente, ni conocía su esencia, la cual se oponía a Dios. Por tanto, era alguien que no había pasado por experiencias detalladas ni puso en práctica la verdad. Pedro era diferente. Conocía sus imperfecciones, sus debilidades y su carácter corrupto como una criatura de Dios y, por tanto, tenía una senda de práctica por medio de la cual cambiar su carácter; no era uno de esos que solo tenía doctrina, pero no realidad. Las que cambian son personas nuevas que han sido salvadas, son las calificadas para la búsqueda de la verdad. Las que no lo hacen pertenecen a aquellas que son obsoletas por naturaleza; son las que no se han salvado, es decir, aquellas a las que Dios detesta y rechaza. Ellas no serán recordadas por Dios, por muy grande que haya sido su obra. Cuando comparas esto con tu propia búsqueda, debe ser evidente si al final eres el mismo tipo de persona que Pedro o Pablo. Si aún no hay verdad en lo que buscas y si todavía hoy sigues siendo tan soberbio e insolente como Pablo, y sigues siendo tan superficial y presuntuoso como él, sin duda eres un degenerado que fracasa. Si buscas lo mismo que Pedro, si procuras prácticas y cambios verdaderos y no eres arrogante ni obstinado, sino que buscas cumplir con tu deber, serás una criatura de Dios que puede lograr la victoria. Pablo no conocía su propia esencia o corrupción y, mucho menos, su propia desobediencia. Nunca mencionó su desafío despreciable hacia Cristo ni se arrepintió demasiado. Solo ofreció una breve explicación y, en lo profundo de su corazón, no se sometió totalmente a Dios. Aunque cayó en el camino de Damasco, no miró en lo profundo de su ser. Se contentó simplemente con seguir obrando y no consideró que conocerse y cambiar su viejo carácter fueran los asuntos más cruciales. Se conformaba con simplemente hablar la verdad, con proveer para otros como un bálsamo para su propia conciencia y con no perseguir más a los discípulos de Jesús para consolarse y perdonarse por sus pecados pasados. La meta que perseguía no era otra que una corona futura y una obra transitoria, la meta que perseguía era la gracia abundante. No buscaba suficiente verdad ni buscaba progresar más profundamente en la verdad, la cual no había entendido previamente. Por consiguiente, se puede decir que su conocimiento de sí mismo era falso y que no aceptaba el castigo ni el juicio. Que fuera capaz de obrar no significa que poseyera un conocimiento de su propia naturaleza o de su esencia; su atención solo se centraba en las prácticas externas. Además, no se esforzaba por el cambio, sino por el conocimiento. Su obra fue, por completo, el resultado de la aparición de Jesús en el camino a Damasco. No fue algo que él hubiera decidido hacer en un principio ni fue una obra que ocurriera después de que aceptase la poda de su viejo carácter. Independientemente de cómo obrara, su viejo carácter no cambió y, por tanto, su obra no expió sus pecados pasados, sino que únicamente desempeñó cierto papel entre las iglesias de la época. Para alguien como él, cuyo viejo carácter no cambió —es decir, que no obtuvo la salvación y que, además, no tenía la verdad— era absolutamente incapaz de llegar a ser uno de los aceptados por el Señor Jesús.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine
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