Dais testimonio de que Dios de los últimos días se ha encarnado como mujer. No podemos aceptarlo. Está escrito en la Biblia que Jesús llamó Padre al Dios en el cielo, y que el Dios en el cielo le llamó a Él Hijo amado. ¿No son varones los padres y los hijos? La Biblia también dice: “y la cabeza de la mujer es el hombre” (1 Corintios 11:3). Por tanto, las mujeres no tienen autoridad, ¿por qué decís que Dios de los últimos días se ha encarnado como una mujer?
Las palabras relevantes de Dios:
Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene su propio sentido práctico. En aquel entonces, cuando Jesús vino, lo hizo en forma de varón, y cuando Dios viene esta vez, toma la forma de mujer. A partir de esto se puede ver que la creación de Dios de ambos el varón y la mujer puede ser útil para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu viene, Él puede adoptar cualquier carne que desee y esa carne puede representarlo. Sea varón o mujer, puede representar a Dios mientras sea Su carne encarnada. Si Jesús hubiera aparecido como mujer cuando vino —en otras palabras, si el Espíritu Santo hubiera concebido una niña, y no un niño— esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Si esto hubiera ocurrido, la etapa actual de la obra la hubiera tenido que completar un varón, pero de todas maneras la obra se habría completado. La obra llevada a cabo en cada etapa tiene su significado; ninguna de las dos etapas de la obra se repite ni entra en conflicto con la otra. En aquel momento, cuando Jesús llevaba a cabo Su obra, se le llamó el Hijo unigénito, e “Hijo” indica el género masculino. ¿Por qué no se menciona, entonces, al Hijo unigénito en la etapa actual? Porque los requisitos de la obra han necesitado un género diferente al de Jesús. Con Dios no hay distinción de género. Él realiza Su obra como lo desea y, al llevarla a cabo, Él no está sujeto a ninguna restricción, sino que es particularmente libre. Sin embargo, cada etapa de la obra tiene su propio sentido práctico. Dios se hizo carne dos veces, y es obvio que Su encarnación durante los últimos días es la última vez. Él ha venido a revelar todas Sus acciones. Si Él no se hubiera hecho carne en esta etapa para realizar personalmente una obra de la que el hombre fuera testigo, este se aferraría siempre a la noción de que Dios es sólo varón, y no mujer. Antes de esto, toda la humanidad creía que Dios sólo podía ser varón y que una mujer no podía ser llamada Dios, porque todos consideraban que el hombre tenía autoridad sobre la mujer. Creían que ninguna mujer podía asumir la autoridad; sólo los hombres. Aún más, incluso decían que el hombre era la cabeza de la mujer y que la mujer debía obedecer al hombre y no podía sobrepasarlo. Cuando se dijo en el pasado que el hombre era la cabeza de la mujer, se dijo con respecto a Adán y a Eva, a quienes la serpiente había engañado, y no al hombre y a la mujer creados por Jehová en el principio. Por supuesto, una mujer debe obedecer y amar a su marido, y un marido debe aprender a proveer de alimento y sustento a su familia. Son las leyes y decretos establecidos por Jehová que la humanidad debe cumplir durante sus vidas en la tierra. Jehová dijo a la mujer: “Tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. Esto solo se dijo para que la humanidad (es decir, tanto el hombre como la mujer) pudiera vivir una vida normal bajo el dominio de Jehová, y para que la vida de la humanidad tuviera una estructura y no perdiera el orden. Por ello, Jehová elaboró normas apropiadas en cuanto a cómo deberían actuar el hombre y la mujer, aunque esto solo se refería a todos los seres creados que vivían sobre la tierra y no tenía relación con la carne encarnada de Dios. ¿Cómo podría ser Dios lo mismo que Sus seres creados? Sus palabras solo iban dirigidas a la humanidad de Su creación; Él estableció reglas para el hombre y la mujer con el fin de que la humanidad pudiera vivir una vida normal. En el principio, cuando Jehová creó a la humanidad, hizo dos clases de seres humanos, tanto al varón como a la mujer; y, por eso, hay una división entre el varón y la mujer en Sus carnes encarnadas. Él no decidió Su obra con base en las palabras que habló a Adán y Eva. Las dos veces que se ha hecho carne se han determinado totalmente de acuerdo con Su pensamiento cuando creó por primera vez a la humanidad. Es decir, Él ha completado la obra de Sus dos encarnaciones con base en el varón y la mujer antes de ser corrompidos. Si la humanidad tomara las palabras habladas por Jehová a Adán y Eva, quienes habían sido engañados por la serpiente, y las aplicara a la obra de la encarnación de Dios, ¿acaso no tendría que amar Jesús también a Su esposa como debería hacerlo? ¿Seguiría Dios siendo Dios, entonces? Siendo esto así, ¿seguiría siendo capaz de completar Su obra? Si es incorrecto que la carne encarnada de Dios sea mujer, entonces ¿no habría sido también un error de la mayor magnitud que Dios creara a la mujer? Si la gente sigue creyendo que sería un error que Dios encarnara como mujer, entonces ¿no estaría Jesús —quien no se casó y que, por ende, no pudo amar a Su esposa— igual de errado que la presente encarnación? Ya que usas las palabras habladas por Jehová a Eva para medir la verdad de la encarnación de Dios en el presente, debes usar las palabras de Jehová a Adán para juzgar al Señor Jesús, quien se hizo carne en la Era de la Gracia. ¿No es lo mismo? Ya que juzgas al Señor Jesús por el varón a quien la serpiente no había engañado, no puedes juzgar la verdad de la encarnación de hoy por la mujer a quien la serpiente engañó. ¡Esto sería injusto! Medir a Dios de esta manera muestra tu falta de racionalidad. Cuando Jehová se hizo carne dos veces, el género de Su carne estaba relacionado con el varón y la mujer que no habían sido engañados por la serpiente. En dos ocasiones Él se hizo carne conforme al varón y la mujer que no habían sido seducidos por la serpiente. No penséis que la masculinidad de Jesús era la misma que la de Adán, quien fue engañado por la serpiente. No tienen ninguna relación; son dos varones de dos diferentes naturalezas. Ciertamente no puede ser que la masculinidad de Jesús demuestre que Él es la cabeza de todas las mujeres, pero no de todos los hombres. ¿No es Él el Rey de todos los judíos (incluidos hombres y mujeres)? Él es Dios mismo, no solo la cabeza de la mujer, sino del hombre también. Él es el Señor de todas las criaturas y la cabeza de todas ellas. ¿Cómo podrías determinar que la masculinidad de Jesús es el símbolo de la cabeza de la mujer? ¿No sería esto blasfemia? Jesús es un varón que no ha sido corrompido. Él es Dios; Él es Cristo; Él es el Señor. ¿Cómo podría ser Él un varón como Adán, que fue corrompido? Jesús es la carne con la que se viste el santísimo Espíritu de Dios. ¿Cómo podrías decir que Él es un Dios que posee la masculinidad de Adán? En ese caso, ¿no estaría errada toda la obra de Dios? ¿Habría incorporado Jehová dentro de Jesús la masculinidad de Adán, quien fue engañado por la serpiente? ¿No es la encarnación del presente otro ejemplo de la obra de Dios encarnado, que es diferente en género de Jesús, pero igual que Él en naturaleza? ¿Todavía te atreves a decir que Dios encarnado no podría ser una mujer, ya que fue una mujer la primera que fue engañada por la serpiente? ¿Todavía te atreves a decir que al ser la mujer la más impura y el origen de la corrupción de la humanidad, Dios no podía en absoluto encarnarse como una mujer? ¿Todavía te atreves a persistir en decir que “la mujer siempre obedecerá al hombre y nunca podrá manifestar o representar directamente a Dios”?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación
Si Dios sólo se encarnara como varón, las personas lo definirían como tal, como el Dios de los hombres, y nunca creerían que es el Dios de las mujeres. Entonces, los hombres creerían que Dios es del mismo género que los hombres, que Él es la cabeza de los hombres; ¿y qué hay de las mujeres? Esto es injusto; ¿no es un trato preferencial? Si fuera el caso, todos aquellos a quienes Dios salvó serían hombres como Él, y no habría salvación para las mujeres. Cuando Dios creó a la humanidad, creó a Adán y a Eva. No sólo creó a Adán, sino que hizo tanto al varón como a la mujer a Su imagen. Dios no es sólo el Dios de los hombres, también lo es de las mujeres.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)
Si solo se hubiera llevado a cabo la obra de Jesús sin complementarse con la obra en esta etapa en los últimos días, el hombre se habría aferrado por siempre a la noción de que solo Jesús es el único Hijo de Dios; es decir, que Dios sólo tiene un hijo y que cualquiera que venga después con otro nombre no será el único Hijo de Dios; mucho menos, Dios mismo. El hombre tiene la noción de que alguien que sirve como ofrenda por el pecado o que asume el poder en nombre de Dios y redime a toda la humanidad es el único Hijo de Dios. Hay algunos que creen que, siempre que el que venga sea un varón, se le puede considerar el único Hijo de Dios y representante de Dios. Están incluso los que dicen que Jesús es el Hijo de Jehová, Su Hijo unigénito. ¿No son estas nociones exageradas? Si esta etapa de la obra no se llevara a cabo en la era final, toda la humanidad estaría envuelta en una sombra oscura en lo referente a Dios. Si así fuera, el hombre pensaría que es superior a la mujer y las mujeres nunca podrían levantar la cabeza, y ninguna mujer podría ser salva. Las personas siempre creen que Dios es varón y que Él siempre ha aborrecido a la mujer y no le dará la salvación. De ser así, ¿no sería cierto que todas las mujeres, que fueron creadas por Jehová y que también fueron corrompidas, nunca tendrían la oportunidad de ser salvas? ¿No habría sido inútil, entonces, que Jehová hubiera creado a la mujer; es decir, que hubiera creado a Eva? ¿Y acaso no perecería la mujer por toda la eternidad? Por ello, la etapa de la obra en los últimos días se lleva a cabo para salvar a toda la humanidad, no sólo a la mujer. Si alguien pensara que si Dios se encarnara como mujer sería únicamente para salvar a la mujer, ¡esa persona sería, en verdad, una insensata!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación
Jesús y Yo venimos de un solo Espíritu. Aunque nuestra carne no tiene relación, nuestro Espíritu es uno; aunque el contenido de lo que hacemos y la obra que asumimos no son los mismos, somos iguales en esencia; nuestra carne adopta distintas formas, pero esto se debe al cambio en la era y a los diferentes requisitos de Nuestra obra; Nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Por eso, lo que el hombre ve y entiende hoy es diferente a lo del pasado, lo cual se debe al cambio en la era. A pesar de que son diferentes en cuanto al género y la forma de Su carne y de que no nacieron de la misma familia, y, mucho menos, en la misma época, Su Espíritu es uno. A pesar de que Su carne no comparte ni sangre ni parentesco físico de ningún tipo, no puede negarse que Ellos son la carne encarnada de Dios en dos períodos diferentes. Es una verdad irrefutable que ellos son la carne encarnada de Dios. Sin embargo, no son del mismo linaje ni comparten un idioma humano común (uno fue un varón que hablaba el idioma de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos han vivido en diferentes países para llevar a cabo la obra que le corresponde hacer a cada uno y en distintos períodos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no existe absolutamente ninguna similitud entre el caparazón externo de Su carne. Lo único que comparten es la misma humanidad, pero en lo que se refiere a la apariencia externa de Su carne y a las circunstancias de Su nacimiento, no se parecen. Estas cosas no tienen ningún impacto sobre Su respectiva obra o sobre el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, a fin de cuentas, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen relación de sangre, la totalidad de Su ser está a cargo de Su Espíritu, el cual les asigna una obra diferente en distintos períodos, y Su carne es de diferentes linajes. El Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, y el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová: ambos son el mismo Espíritu. De igual manera, el Dios encarnado de hoy y Jesús no tienen relación de sangre, pero son uno; esto se debe a que Su Espíritu es uno. Dios puede llevar a cabo la obra de misericordia y bondad, así como la del juicio justo y el castigo del hombre y la de lanzar maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación
Dios no es sólo el Espíritu Santo, el Espíritu, el Espíritu siete veces intensificado, o el Espíritu que todo lo engloba, sino también es un ser humano, un humano normal, un humano excepcionalmente común. No es sólo varón, sino también mujer. Son parecidos en que ambos nacieron de humanos, y distintos en que uno fue concebido por el Espíritu Santo y el otro nació de un humano, aunque derivado directamente del Espíritu. Son parecidos en que ambas carnes encarnadas de Dios llevan a cabo la obra de Dios Padre, y distintos en que uno hizo la obra de redención mientras el otro hizo la de conquista. Ambos representan a Dios Padre, pero uno es el Redentor lleno de gracia y misericordia, y el otro es el Dios de la justicia lleno de ira y juicio. Uno es el Comandante Supremo que lanzó la obra de redención, mientras el otro es el Dios justo que cumple la obra de conquista. Uno es el Principio, el otro el Final. Uno es carne sin pecado, mientras el otro es carne que completa la redención, que continúa la obra y que nunca es pecaminoso. Ambos son el mismo Espíritu, pero moran en carnes diferentes y nacieron en lugares diferentes, y están separados por varios miles de años. Sin embargo, toda Su obra es mutuamente complementaria, nunca conflictiva, y se puede hablar de ellas en el mismo contexto. Ambos son personas, pero uno fue un bebé varón y el otro una niña recién nacida. Durante estos muchos años, lo que las personas han visto no es sólo el Espíritu y no sólo un ser humano, un varón, sino también muchas cosas que no están de acuerdo con las nociones humanas; así, los humanos no pueden desentrañarme totalmente. Siguen creyendo y dudando de Mí a medias, como si Yo existiera, pero como si fuera también un sueño ilusorio, razón por la cual hasta hoy, las personas siguen sin saber qué es Dios. ¿Puedes resumirme realmente en una simple frase? ¿Te atreves a decir realmente: “Jesús no es otro que Dios y Dios no es otro que Jesús”? ¿Eres realmente tan atrevido como para decir: “Dios no es otro que el Espíritu y el Espíritu no es otro que Dios”? ¿Estás cómodo al decir: “Dios es solamente un ser humano vestido de carne”? ¿Tienes verdaderamente la valentía de afirmar: “La imagen de Jesús es la gran imagen de Dios”? ¿Eres capaz de usar tu elocuencia para explicar exhaustivamente el carácter y la imagen de Dios? ¿De verdad te atreves a decir: “Dios sólo creó a los hombres, no a las mujeres, a Su imagen”? Si dices esto, entonces ninguna mujer estaría entre Mis escogidos, ni mucho menos serían una clase de humanidad. ¿Sabes ahora realmente lo qué es Dios? ¿Es Dios un humano? ¿Es Dios un Espíritu? ¿Es Dios realmente un varón? ¿Sólo Jesús puede completar la obra que yo voy a hacer? Si sólo eliges una de las anteriores para resumir Mi esencia, entonces eres un fiel creyente extremadamente ignorante. Si obrara como carne encarnada una vez y sólo una, ¿me delimitaríais? ¿De verdad puedes entenderme por completo con sólo un vistazo? ¿De verdad puedes resumirme completamente basándote en aquello a lo que has sido expuesto durante toda tu vida? Si hiciera obra similar en Mis dos encarnaciones, ¿cómo me percibiríais? ¿Me dejaríais clavado en la cruz para siempre? ¿Podría ser Dios tan simple como aseguras?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?
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