Qué es la posesión demoníaca y cuáles son sus manifestaciones

2 Mar 2021

Las palabras relevantes de Dios:

Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con las nociones del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, y el resultado de esta profecía fue la venida de Jesús. Como esto ya había ocurrido, sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre contiene una caracterización de esa era. En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy

Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman vehementemente: “¡Soy Dios!”. Pero, al final, son revelados porque lo que representan es incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. Yo nunca clamo: “¡Soy Dios! ¡Soy el amado Hijo de Dios!”. Pero la obra que realizo es la obra de Dios. ¿Es necesario que grite? No hay necesidad de exaltarse. Dios lleva a cabo Su obra por Sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico: Su obra representa Su identidad y estatus. Antes de Su bautismo, ¿no era Jesús Dios mismo? ¿No era la carne encarnada de Dios? ¿Será posible que Él se convirtió en el único Hijo de Dios solo después de que se dio testimonio de Él? ¿Acaso no había un hombre llamado Jesús mucho antes de que Él comenzase Su obra? Tú no puedes crear nuevas sendas ni representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu ni las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No tienes la capacidad de expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Por tanto, sería inútil intentar afirmar ser Dios; solo tendrías el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce; sin embargo, Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. No importa si lo llamas hombre o Dios, Señor o Cristo o hermana. Pero la obra que Él lleva a cabo es la del Espíritu y representa la obra de Dios mismo. No le importa el nombre que el hombre le dé. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, en lo que respecta a Dios, Él es la carne encarnada del Espíritu de Dios; representa al Espíritu y el Espíritu lo aprueba. Si eres incapaz de abrir paso a una nueva era o de finalizar la antigua o de marcar el inicio de una nueva era o de llevar a cabo una nueva obra, entonces, ¡no se te puede llamar Dios!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)

Algunas personas dicen que el Espíritu Santo está obrando en ellas en todo momento. Esto es imposible. Si ellas dijeran que el Espíritu Santo está siempre con ellas, eso sería realista. Si ellas dijeran que su pensamiento y sentido son normales en todo momento, eso también sería realista y mostraría que el Espíritu Santo está con ellas. Si ellas dicen que el Espíritu Santo está siempre obrando dentro de ellas, que son esclarecidas por Dios y tocadas por el Espíritu Santo en todo momento y que obtienen nuevos conocimientos todo el tiempo, ¡entonces eso no es en absoluto normal! ¡Es totalmente sobrenatural! ¡Sin la más mínima duda, tales personas son espíritus malignos! Incluso cuando el Espíritu de Dios viene en la carne, hay momentos en los que Él debe comer y descansar, y mucho más aún los seres humanos. Aquellos que han sido poseídos por espíritus malignos parecen no tener la debilidad de la carne. Son capaces de abandonar y renunciar a todo, están exentos de emoción, son capaces de soportar el tormento y no sienten la menor fatiga, como si hubieran trascendido a la carne. ¿No es esto extremadamente sobrenatural? La obra de los espíritus malignos es sobrenatural, ¡ningún humano podría conseguir tales cosas! Aquellos a los que les falta discernimiento sienten envidia cuando ven a tales personas: dicen que tienen tanto vigor en su creencia en Dios, poseen una gran fe y ¡nunca muestran el menor signo de debilidad! De hecho, todas estas son manifestaciones de la obra de un espíritu maligno. Se debe a que las personas normales tienen inevitablemente debilidades humanas; este es el estado normal de aquellos que tienen la presencia del Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (4)

Hay personas que, cuando no se presentan problemas, son bastante normales, hablan y conversan con bastante normalidad, parecen normales y no hacen nada malo. Sin embargo, cuando se leen las palabras de Dios en las reuniones, cuando se habla de la verdad, de pronto empiezan a comportarse de manera anormal. Algunas no soportan escuchar, otras se amodorran y las hay que se enferman y dicen que se sienten mal y no quieren seguir escuchando. Carecen de toda conciencia; ¿qué sucede aquí realmente? Las ha poseído un espíritu maligno. ¿Por qué, cuando las ha poseído un espíritu maligno, no hacen más que pronunciar las palabras “No quiero oírlo”? A veces la gente no entiende qué pasa aquí, pero un espíritu maligno lo tiene clarísimo. Este es el espíritu que albergan los anticristos. Les preguntas por qué son tan renuentes a la verdad, y dicen que no lo son y se niegan categóricamente a reconocerlo. Ahora bien, en su interior saben que no aman la verdad. Cuando no están leyendo las palabras de Dios, parecen normales en su relación con los demás. No podrías saber qué hay en su interior. Cuando tratan de leer las palabras de Dios, les salen las palabras “no quiero oírlo”; su naturaleza ha quedado desenmascarada y esto es lo que son. ¿Las palabras de Dios los han indignado, los han revelado o les han dado donde les duele? Nada de eso. Lo que ha sucedido es que, cuando todos están leyendo las palabras de Dios, dicen que no quieren oírlas. ¿No son depravados? ¿Qué significa ser depravado? Ser muy renuente a algo sin razón aparente y serlo a las cosas positivas sin ni siquiera saber por qué. Realmente quieren decir: “En cuanto oigo las palabras de Dios, me salen esas palabras; en cuanto oigo el testimonio de Dios, siento hostilidad y ni siquiera sé por qué. Cuando veo a alguien que busca la verdad o la ama, quiero desafiarlo, siempre quiero retarlo, hacerle daño sus espaldas, matarlo”. Son depravados por decir esto.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Son malvados, insidiosos y mentirosos (I)

¿Habéis visto alguna vez una chusma de anticristos como esta? ¿Qué sientes cuando te encuentras entre ellos? Desde fuera parecen todo amabilidad, pero cuando hablas con ellos de la verdad y la voluntad de Dios, la actitud que exhiben es diametralmente opuesta a su aparente amabilidad; es decir, sienten sumo rechazo y absolutamente ningún interés. Cuando hablas de la verdad con ellos, te perciben como un intruso, y más aún cuando les hablas del trabajo de la iglesia; cuando les hablas de si se han desarrollado detalles concretos del trabajo de la iglesia y de lo bien que se han desarrollado, es probable que comiencen a cabecear y a revelar una semejanza demoníaca, se rascan la cabeza y las orejas, bostezan, les lloran los ojos y puede que lleguen a estornudar. ¿No se trata esto de una posesión por parte de un espíritu maligno? ¿Por qué aflora su semejanza demoníaca en cuanto les hablas de la verdad? ¿No tienen todos ellos mucho amor en su corazón? ¿Cómo es posible que pierdan el interés cuando empiezas a hablarles de la verdad? ¿No se revelan a sí mismos con ello? ¿No tienen gran entusiasmo y compromiso con la realización de tareas externas? Y si están comprometidos, ¿no poseen la realidad? Si poseen la realidad, deberían alegrarse al oír hablar de la verdad, deberían anhelarla. Entonces, ¿por qué aflora el fenómeno de la posesión por parte de espíritus malignos? Esto demuestra que su amabilidad habitual es totalmente falsa; la verdad los ha desenmascarado.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Consideran la casa de Dios la suya propia

Para que los hermanos y hermanas desarrollaran discernimiento y aprendieran una lección práctica, Dios dispuso que alguien que había sido poseído por un demonio viviera entre ellos. Al principio, la forma de hablar y de hacer las cosas de esta persona era normal, al igual que su razonamiento; no parecía alguien problemático en absoluto. Pero después de un periodo de contacto, los hermanos y hermanas descubrieron que todo lo que decía parecía irrelevante; no estaba ni aquí ni allí. Más tarde, se produjeron algunos sucesos “sobrenaturales”: siempre les decía a los hermanos y hermanas que había visto esto o aquello, o que Dios le había revelado esto o lo otro. Un día, por ejemplo, Dios le reveló que debía hacer bollos al vapor —tenía que hacerlo— y, el día después de aquello, resultó que tenía que salir, así que se llevó los bollos y no tuvo que preparar más comida. Al día siguiente, Dios le reveló en un sueño que debía ir al sur; había alguien esperándolo a nueve kilómetros y medio de allí. Fue a comprobarlo y allí mismo encontró a un creyente en Jesús que se había perdido; dio testimonio de este creyente de la obra de Dios en los últimos días, y lo aceptó. Siempre recibía revelaciones, siempre escuchaba una voz, siempre ocurrían sucesos sobrenaturales. Cada día, cuando se trataba de qué comer, dónde ir, qué hacer, con quién relacionarse, no seguía las normas de la vida humana normal ni buscaba las palabras de Dios como base o principio; tampoco buscaba personas con las que compartir. En lugar de eso, siempre aguardaba una voz, una revelación o un sueño. ¿Era normal esta persona? (No). Algunos vieron más allá de sus intenciones y dijeron: “Tal vez este tipo no vaya desnudo y desaliñado por la calle, pero estas son las manifestaciones de un espíritu maligno”. Sin prisa pero sin pausa, los hermanos y hermanas empezaron a calarlo, hasta el día en que su problema se volvió patente y entonces sí que acabó yendo por la calle desnudo y desaliñado, diciendo locuras. El demonio había aparecido; por fin salió todo a la luz. Entonces, ¿fueron capaces los hermanos y hermanas de ver más allá de sus intenciones durante este tiempo? ¿Comprendieron qué es un espíritu maligno, cuál es su obra y cuál es la manifestación de esta en las personas? (Sí). Algunas personas, por supuesto, adquirieron comprensión y discernimiento. A algunas probablemente les tomó el pelo y solo vieron cómo era realmente cuando tuvo su arrebato. Pero, independientemente de si fueron engañadas o vieron más allá de sus intenciones, si Dios no hubiera dispuesto este entorno para ellos, ¿les habría resultado tan claro lo que era la obra de un espíritu maligno? (No). Entonces, ¿cuál fue la importancia y el propósito de que Dios dispusiera este entorno e hiciera estas cosas exactamente? Sirvió para permitir a la gente desarrollar discernimiento práctico y aprender una lección: identificar a este tipo de personas. Si solo se le explicara a la gente qué es la obra de un espíritu maligno, como cuando un profesor enseña una lección, sin ningún ejercicio o práctica, solo obtendrían de ello teorías y palabras. El único modo de explicar claramente qué es la obra de un espíritu maligno y cuáles son sus manifestaciones específicas es cuando lo has presenciado en persona, viéndolo con tus propios ojos y oyéndolo con tus propios oídos. Y cuando vuelvas a toparte con personas como esta, serás capaz de identificarlas y rechazarlas; podrás abordar y manejar estos temas adecuadamente.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo (I)

Cada iglesia tiene personas que le provocan problemas o que se inmiscuyen en la obra de Dios. Todas ellas son satanases que se han infiltrado en la casa de Dios disfrazadas. Este tipo de personas son buenas para actuar. Vienen delante de Mí con gran reverencia, inclinándose y haciendo chirridos, viviendo como perros sarnosos y dedicando “todo” lo que son a lograr sus propios objetivos, pero ante los hermanos y hermanas, muestran su lado feo. Cuando ven a personas que practican la verdad, las eliminan y las hacen a un lado; cuando ven a alguien más formidable que ellos, lo adulan y son serviles con él. Proliferan en la iglesia. Puede decirse que esos “bravucones locales”, esos “perros falderos”, existen en la mayoría de las iglesias. Se unen en sus actos diabólicos, se guiñan el ojo y se envían señales secretas, y ninguno de ellos practica la verdad. Quien tiene más veneno es el “demonio jefe”, y quien tiene el más alto prestigio los conduce y lleva su estandarte en alto. Estas personas alborotan la iglesia, esparciendo su negatividad, emitiendo muerte, haciendo lo que les place, diciendo lo que les place, y nadie se atreve a detenerlas. Rebosan del carácter de Satanás. Tan pronto como comienzan a causar disturbios, un aire de muerte entra en la iglesia. Aquellos que están dentro de la iglesia y practican la verdad son echados fuera, incapaces de darlo todo, mientras que los que perturban a la iglesia y esparcen la muerte hacen vandalismo en la iglesia y, lo que es peor, la mayoría de las personas los sigue. Tales iglesias son dirigidas por Satanás, lisa y llanamente, y el diablo es su rey.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad

Muchos en la iglesia no tienen discernimiento: cuando sucede algo engañoso, inesperadamente se ponen del lado de Satanás; incluso se ofenden cuando se les llama lacayos de Satanás. Aunque las personas podrían decir que no tienen discernimiento, siempre se ponen del lado donde no está la verdad, nunca se ponen de pie y defienden la verdad. ¿Acaso no carecen verdaderamente de discernimiento? ¿Por qué se ponen inesperadamente del lado de Satanás? ¿Por qué nunca dicen una palabra que sea justa y razonable a favor de la verdad? ¿Ha surgido esta situación auténticamente como resultado de su confusión momentánea? Cuanto menos discernimiento tienen las personas, menos capaces son de ponerse del lado de la verdad. ¿Qué muestra esto? ¿Acaso no muestra que los que no tienen discernimiento aman el mal? ¿Acaso no muestra que son la simiente leal de Satanás? ¿Por qué siempre pueden ponerse del lado de Satanás y hablan su idioma? Todas sus palabras y acciones, la expresión en su rostro, todo ello es suficiente para probar que no son amantes de la verdad; más bien, son personas que detestan la verdad. Que puedan ponerse del lado de Satanás basta para probar que Satanás realmente ama a estos insignificantes demonios que pasan la vida luchando a favor de Satanás. ¿No son todos estos hechos sumamente claros? Si en verdad eres una persona que ama la verdad, entonces ¿por qué no tienes consideración por aquellos que practican la verdad y por qué sigues inmediatamente a aquellos que no practican la verdad en el instante en el que te dirigen la mirada? ¿Qué tipo de problema es este? No me importa si tienes discernimiento o no. No me importa cuán grande sea el precio que pagaste. No me importa cuán grandes sean tus fuerzas y no me importa si eres un bravucón local o un líder que enarbola la bandera. Si tus fuerzas son grandes, es sólo con la ayuda de la fuerza de Satanás. Si tu prestigio es alto, es simplemente porque hay demasiados a tu alrededor que no practican la verdad. Si no has sido expulsado es porque ahora no es el momento para la obra de expulsión; sino que es tiempo para la obra de eliminación. No hay prisa por expulsarte ahora. Simplemente estoy esperando el día en el que te castigaré después de que hayas sido eliminado. ¡Quienquiera que no practique la verdad será eliminado!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad

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