Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 384

5 Ene 2021

A la hora de determinar si las personas pueden obedecer a Dios o no, el aspecto clave a considerar es si desean algo extravagante de Dios y si tienen o no motivaciones ocultas. Si las personas siempre están haciéndole peticiones a Dios, eso demuestra que no le son obedientes. Te suceda lo que te suceda, si no puedes recibirlo de Dios, si no puedes buscar la verdad, si siempre hablas desde tu razonamiento subjetivo y siempre sientes que solo tú tienes la razón e, incluso, eres igualmente capaz de dudar de Dios, tendrás problemas. Esas personas son las más arrogantes y rebeldes hacia Dios. La gente que siempre le exige a Dios nunca puede obedecerlo de verdad. Si le haces peticiones a Dios, esto prueba que estás haciendo un trato con Él, que estás eligiendo tus propios pensamientos y actuando según tus propios pensamientos. En este sentido, traicionas a Dios y no tienes obediencia. No tiene sentido ponerle exigencias a Dios; si creyeras de verdad en Él y que Él es realmente Dios, no te atreverías a ponerle exigencias ni estarías cualificado para hacerlo, fueran estas razonables o no. Si tu fe es verdadera, y crees que Él es Dios, no tendrás otra elección que adorarlo y obedecerle. Hoy las personas no solo tienen una opción, sino que incluso exigen que Dios actúe de acuerdo con sus propios pensamientos. Escogen sus propios pensamientos y piden que Dios actúe de acuerdo con estos, y ellos no se exigen a sí mismos actuar de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así pues, no hay una fe verdadera dentro de ellas ni tampoco ninguna esencia en su fe. Cuando eres capaz de ponerle menos exigencias a Dios, tu verdadera fe y obediencia aumentarán, y tu sentido de la razón también se volverá comparativamente normal. Ocurre a menudo que, cuanto más inclinadas estén las personas a razonar, y más justificación dan, más difíciles son de tratar. No sólo ponen muchas exigencias, sino que también se toman el brazo cuando se les da un dedo. Cuando están satisfechas en un ámbito, presentan exigencias en otro; tienen que estar satisfechas en todos los ámbitos y, de no ser así, empiezan a quejarse, y se dan a sí mismas por perdidas. Más adelante se sienten en deuda y arrepentidas, lloran lágrimas amargas, y quieren morir. ¿De qué sirve esto? ¿Puede resolver esto el problema? Así pues, antes de que ocurra algo, debes examinar tu propia naturaleza, las cosas que hay en ella, qué te gusta, y qué deseas conseguir con tus exigencias. Algunas personas, que creen poseer alguna medida de calibre y talento, siempre quieren ser líderes, y elevarse por encima de otros; por tanto, exigen a Dios que las use. Y si Dios no las usa, dicen: “Dios, ¿por qué no me favoreces? Haz un gran uso de mí; garantizo que me entregaré por ti”. ¿Son correctas tales motivaciones? Es una buena cosa entregarse por Dios, pero su disposición a hacerlo está en segundo lugar; lo que les gusta en su corazón es el estatus; en eso se centran. Si de verdad eres capaz de obedecer, seguirás a Dios con un solo corazón y una mente, independientemente de que Él te use o no, y serás capaz de entregarte por Él tengas o no algún estatus. Sólo entonces poseerás sentido y serás alguien que obedece.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

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